Historia de un ignorante, ma non troppo… Sinfonía núm. 6, Trágica, de Gustav Mahler
En esta longeva serie musical han aparecido ya varias obras del gran Gustav Mahler, en mi modesta (e ignorante) opinión, el mejor y más completo sinfonista que han dado los tiempos. Efectivamente, he dedicado un artículo a su Quinta Sinfonía, otro a su Primera Sinfonía, Titán,, otro más a su Segunda Sinfonía, Resurrección, otro a su Tercera Sinfonía y, por fin, otro más a su monumental Octava Sinfonía, de los Mil.
Todas ellas son inconmensurables, son magníficas, son… perfectas. Son como el mundo, lo abarcan todo. Y perfecta es la sinfonía que viene hoy a estas páginas: su Sexta Sinfonía en la menor, Trágica. Una sinfonía que realmente hace honor a su sobrenombre de “Trágica”, dado que es la única de todas las sinfonías de Mahler que termina rematadamente mal. Y eso que en la época en que fue escrita, entre 1903 y 1904, el compositor bohemio vivía una época feliz. En lo personal, casado con su adorada Alma Mahler, de soltera Alma Schindler, una de las grandes animadoras de los salones vieneses. Además, justo ese año nació su segunda hija, Ana. Y, en lo profesional, su trabajo como director de la Ópera de Viena le estaba reportando éxito tras éxito… aunque es cierto que la profundamente antisemita Viena de principios del siglo XX no podía tragar con un director de éxito que fuera judío (por mucho que Gustav apostató del judaísmo y se hizo católico, pero ni así), y los ataques eran constantes…