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Los dioses de Pegāna – Sobre Yoharneth-Lahai

Tras una pausa bien larga desde la última, aquí tenéis la siguiente entrega de Los dioses de Pegāna. Se trata de una historia brevísima, pero con el encanto de cualquier fragmento que cuestiona la realidad de los sueños. Espero que lo disfrutéis como si de un sorbito de buen vino se tratara:

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Teoría de juegos II – La subasta del dólar (I)

Este primer artículo de la serie sobre teoría de juegosserá muy cortito. Vamos a dedicar unos párrafos a explicar las reglas de una subasta un poco particular y luego dejaremos que seáis los contertulios los que pujéis.

En este juego subastaremos… 1$.

Un dólar (fuente: Wikipedia, dominio público)

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Historia de un ignorante, ma non troppo… Toccata y Fuga en re menor, de Johann Sebastian Bach

Por fin lo habéis conseguido. Los amables comentadores que me han sugerido por activa y por pasiva en artículos anteriores que me atreviera con el gran estandarte de la numerosísima saga de los Bach, por fin lo han conseguido. Aquí tenéis un artículo sobre una de las obras más conocidas del gran, el eximio, el inigualable Rey de la Música de Todos los Tiempos, Johann Sebastian Bach.[1]

Efectivamente, en toda la serie no había aparecido aún ninguna obra del “Viejo Peluca”, como muy cariñosamente se refería Fernando Argenta a Bach, en su clásico (y ya extinto) programa radiofónico “Clásicos Populares”, que se mantuvo en antena treintaytantos años en Radio Nacional de España… Y no es que Bach no me guste, no, no, ya lo creo que me gusta… Es que me impone.

Porque Johann Sebastian Bach es, quizá, el culmen, el máximo exponente de una forma especial de hacer y entender la música: Música hecha por eruditos para eruditos. En la época de Bach (el barroco), la interpretación de la música (al menos la occidental, de la oriental no tengo datos) se circunscribía, salvo excepciones, bien al acompañamiento de los diferentes ritos religiosos, bien al acompañamiento de eventos cortesanos en las diferentes cortes esparcidas por toda Europa, cortes de reyes, príncipes, duques, condes, margraves, barones…Prácticamente no existía el concepto de “música popular” interpretada por orquestas “serias”: el pueblo llano, en su mayor parte analfabeto, naturalmente que hacía música en sus fiestas populares, pero era de tradición oral y casi, casi, desprestigiada para su aparición en los salones… y no digamos en las iglesias. Esto cambió más adelante, como podéis suponer, pero en los Siglos XVII y XVIII esto era lo que había.

En estas últimas, en las iglesias, quiero decir,  era necesario, por una parte, ejecutar música perfecta para emular en lo humanamente posible la perfección de dios, y los asistentes a los oficios religiosos entendían muchísimo sobre este tema, y distinguían sin lugar a duda las obras de calidad de las de pobre factura. Y en los salones cortesanos, la educación de príncipes, barones, duques y demás grey comprendía una magnífica formación musical, siendo muchos de ellos no sólo grandes entendedores, sino ejecutantes ellos mismos, como era el caso del Margrave de Brandeburgo, violista da gamba que encargó a Bach los seis famosos conciertos, o sea, que también entendían una barbaridad de música y distinguían lo bueno de lo malo sin dudar. Llegar a ser un músico de prestigio en estas condiciones sólo estaba al alcance de unos pocos.

Y en este ambiente tan exigente apareció el gran Bach. A él está dedicado este artículo, con todo mi ignorante atrevimiento y mi humilde admiración… Espero que el maestro me perdone, allá donde esté.

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  1. No me hago responsable de las consecuencias de tamaña osadía: el que avisa no es traidor. []

Teoría de juegos I – Introducción

Un juego es una situación conflictiva en la que uno debe tomar una decisión sabiendo que los demás también toman decisiones, y que el resultado del conflicto se determina, de algún modo, a partir de todas las decisiones realizadas. John von Neumann.

Iniciamos hoy una serie dedicada a la teoría de juegos. La teoría de juegos es una rama de las matemáticas aplicadas que describe cómo dos o más jugadores se enfrentan a un juego, tomando decisiones sobre él.

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El Universo Subprime – Macroeconomía Cósmica

Los desplazamientos en los espectros de nebulosas galácticas sugieren que el Universo se está expandiendo. Si estos desplazamientos no se interpretan en términos de movimiento, entonces los corrimientos hacia el rojo son un fenómeno aún no reconocido y muy importante cuyas implicaciones se desconocen.

Milton Humason, Is the Universe expanding?

Albert Einstein, descubridor de la Teoría de la Relatividad General y padre de la Cosmología Física. Fuente: Wikipedia.

17 de enero de 1929, desde la ventana del observatorio la mañana parece nubosa y fría en la cima del Monte Wilson. En su interior, resguardado de la molesta ventisca que sopla fuera, Edwin Hubble, un concienzudo y tenaz astrónomo norteamericano, pone punto y final al estudio que recoge las observaciones en las que ha estado trabajando durante el último año junto a Milton Humason,[1] su colaborador. El título, A relation between distance and radial velocity among extra-galactic nebulae, un tanto anodino, la verdad, esconde un resultado fundamental que va a revolucionar las ideas sobre el Universo que hasta entonces manejaba la comunidad científica. Hubble es consciente de ello. Cierra los ojos e inspira profundamente mientras se deja invadir por una honda sacudida de regocijo intelectual. Ordena cuidadosamente los papeles y los guarda en una carpeta mientras contempla a través de la ventana la desapacible escena. Más tarde los releerá por si hay que pulir algo antes de pasar copias a sus colegas.

Tras las revisiones de rigor, el estudio de Hubble fue publicado el 15 de marzo de 1929 en el PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), el boletín oficial de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Meses después el genial Albert Einstein se debate entre la sorpresa y el enfado. Sorpresa y admiración por la magnitud del descubrimiento y sus consecuencias para el devenir de la Ciencia. Enfado, porque las observaciones de Hubble demuestran empíricamente un hecho crucial cuyo hallazgo teórico él mismo hubiera podido atribuirse años antes, de no haberse negado a aceptar una consecuencia natural de su TRG (Teoría de la Relatividad General): el Universo no es estacionario, de hecho… ¡se está expandiendo! Einstein frunce el ceño mientras reflexiona sobre su dichosa y arbitraria constante cosmológica. “¡El mayor error de mi carrera!” –suspira, en perfecto alemán.

El paisaje estelar, contemplado desde la Tierra, no parece haber cambiado nada en los últimos tres milenios. La estrella Polar sigue marcando el norte con la misma precisión que antaño y la constelación del Pegaso parece encontrarse justo en el mismo lugar en el que Ptolomeo la inventarió. No es de extrañar, pues, que a principios del siglo XX, y a falta de observaciones más precisas, la comunidad científica estuviera convencida de que el Universo era estático. Este convencimiento constituía prácticamente un prejuicio, y era tan acusado que ni el propio Einstein se atrevió a dar crédito a la atrevida consecuencia que parecía desprenderse de su recién estrenada teoría.

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  1. Creo que es justo destacar la importancia del trabajo de Humason en el descubrimiento de la expansión universal. Humason publicó artículos realmente interesantes, como el titulado Is the Universe expanding?, en el que defiende la tesis de que el corrimiento hacia el rojo debe ser interpretado en términos de velocidad, lo cual lleva a su vez a concluir que el Universo se está expandiendo. []

Entendiendo la herencia

Una herencia es otro de esos tragos de mal gusto, bastante peor que la declaración de la renta (aunque afortunadamente no nos toca todos los años), que casi con toda seguridad nos tocará vivir antes o después, ya que previsiblemente sobreviviremos al menos a nuestros propios padres. Y por el otro lado, casi con toda seguridad nosotros mismos vamos a morirnos tarde o temprano, así que a lo mejor conviene conocer estos temas e ir pensando en un testamento y/o un seguro de decesos, para no dejar el embolao a nuestros hijos.

Que yo sepa, no existe ningún manual de supervivencia para enfrentarte a esto. Cuando nace un niño, en el hospital te dan un “manual de instrucciones”[1]; cuando te compras una casa, al menos si es nueva, te dan un panfletillo con ayuda para contratar los servicios básicos de luz, agua,… e incluso los proveedores visitan toda la urbanización del tirón el mismo día en que estás firmando; cuando te compras un coche, el concesionario te da un manual, e incluso te exige que cumplas previamente todas las obligaciones fiscales y sobre el seguro, o si no, no te da las llaves.

Pero nadie te asesora cuando fallece un allegado. Todo lo más, si el finado tenía un seguro de decesos, te ayudarán con algunos de los papeles. Digo yo que ya podían estos señores tener un guiaburros para estos casos…

Y además, todo ocurre en un momento en el que generalmente no estás pensando en los papeles que tienes que arreglar, sino en la pérdida que has sufrido (aunque una parte de ese papeleo lo haga el seguro de decesos). Los plazos para realizar los trámites son relativamente amplios (6 meses para casi todo), pero no conviene dormirse en los laureles, porque la administración pública no es demasiado rápida, y si existe algún problema y tenemos que rehacer algo, podemos irnos de esos 6 meses y luego tener líos.

Aquí vamos a hacer una revisión, un poco por encima, de algunos de los eventos que se disparan cuando muere una persona. Trataremos de contar todos los pasos que conozco, pero ya vamos adelantando que, incluso varios años después de una de las muertes que he vivido de cerca, aún me encontré con papeles que debía haber arreglado y no lo había hecho, porque nadie me lo había dicho. Así que si aún hay más, no me sorprendería. Avisado estás.

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  1. Sí, sí, no os riáis. Al menos en mi caso, me dieron no uno, sino varios panfletillos, con pautas para la alimentación, vacunas y revisiones médicas,… incluso recomendaciones legales sobre el registro y el seguro. Por supuesto, no sirve de nada, porque el bebé no funciona según el manual, pero, bueno, supongo que será un defecto del producto, y no del manual. ;) []

El Universo Subprime – Primer Interludio

Interludio

(Del latín interludĕre, jugar a ratos).

Breve composición que ejecutaban los organistas entre las estrofas de una coral, y modernamente se ejecuta a modo de intermedio en la música instrumental.

Real Academia de la Lengua

7 de junio de 2010, en algún lugar de la Península, Mazinger reflexiona sobre el futuro de El Universo Subprime. Acaba de dar carpetazo al primer bloque de la serie dedicado a la autonomía, transparencia y políticas de comunicación de los bancos centrales y, a decir verdad, no sabe muy bien por dónde continuar. Acusa cierto cansancio y teme haberse extendido demasiado en un tema que quizás no suscite gran interés.

Dejando a un lado la introducción a la serie, seis son los capítulos que finalmente han conformado el bloque. A primera vista no es mucho, especialmente teniendo en cuenta que ha tardado más de un año en escribirlos. De hecho da la impresión de habérselo tomado con bastante calma, por lo que, en principio, el cansancio que aduce no parece justificado y más bien suena a excusa para abandonar.

Sin embargo, lejos de ello, las últimas declaraciones del autor a su círculo de amistades parecen sugerir que su intención es continuar con la serie:

“Tras el fin del primer bloque, El Universo Subprime no acaba sino de empezar. Quedan muchísimos temas por abordar antes de poder afirmar que realmente entendemos la génesis y desarrollo de una pesadilla como la Crisis Subprime, o sus tremendas consecuencias, como la Crisis de Deuda que ahora está en pleno apogeo, o la que sobrevendrá si los estímulos económicos se retiran demasiado pronto. En el fondo, la causa primera de toda esta locura es un mal sistema. Si los banqueros de inversión de Wall Street actuaron del modo en que lo hicieron fue porque las reglas de juego se lo permitieron. Si Grecia, ayudada por esos mismos banqueros, ocultó  su enorme déficit fue porque pudo hacerlo. Para entender lo que ha pasado no queda más remedio que meter el bisturí y desmenuzar al sistema, conocerlo y ver cómo mejorarlo para que no sea posible volver a hacer esas cosas. Y en esas estamos”.

O sea, que no pero sí.

Consciente de la confusión que sus contradictorias manifestaciones han causado entre los dos seguidores de su serie (su mujer y su primo),[1] el autor ha decidido concederse una entrevista a sí mismo para aclarar la situación y adelantarnos algunos de sus planes de futuro.

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  1. Nota del editor:  3 seguidores, en realidad. El editor, también. []

Historia de un ignorante, ma non troppo… Una Pequeña Serenata Nocturna, de Mozart

Algunos de los lectores de esta ignorante serie quizá estén echando de menos a algunos de los compositores más conocidos o considerados como el culmen de la música de todos los tiempos… por ejemplo, a un tal Mozart . Hoy voy a intentar remedar en parte esta ausencia, trayendo a colación una de las piezas más conocidas de todo el repertorio musical de todos los tiempos. Quizá, junto con las cuatro primeras notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven o el Himno a la Alegría de la Novena, también de Beethoven, últimamente reconvertido en Himno de la Unión Europea, nada menos, el primer movimiento de esta Pequeña Serenata Nocturna (en alemán original, Eine kleine Nachtmusic), de Wolfgang Amadeus Mozart son seguramente el conjunto de notas más conocido de todo el repertorio musical…

Y son notas simples, muy simples. Nueve notas. Sólo nueve. Nada más que nueve mágicas notas, que son repetidas una y otra vez, en diferentes tonos, con diferentes instrumentos y acompañamientos, variando sus alturas, sus duraciones, alternándolas, cambiándolas, intercambiándolas, una y otra vez… hasta lograr la perfección.

La técnica compositiva de Mozart era de una simpleza extraordinaria (al menos visto de la perspectiva actual): buscaba un tema musical pegadizo, de ocho, diez, quince notas, no más, como el que hoy nos ocupa, y lo tomaba como base para realizar variaciones sobre él, diferentes variaciones, variaciones sin fin, lo que le permitía pensar relativamente poco, convirtiendo una dificultosa labor compositiva en algo más o menos mecánico y, desde luego, rápido… y sin embargo, obteniendo resultados realmente geniales. Ahí está el genio de Wolfgang Amadeus, precisamente: en la sabia combinación de las variaciones de tal manera que, por un lado, te sorprenda continuamente, pero a la vez, por el otro, parezca que literalmente no exista otra posibilidad de seguir para la música. Las variaciones se suceden inevitablemente unas a otras, de forma natural, sencilla y fácil, regalándonos el oído cada segundo, y, desde luego, lo menos que nos parece a los ignorantes como un servidor es que realizar esta suerte de magia sea en absoluto fácil. Vamos, que a mí me parece magia. Pura magia mozartiana.

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Entendiendo los seguros

—Oh, lo sé todo sobre el riesgo. Es mi trabajo.

—Eso me pareció oír. Pero la primera vez tampoco me lo creí.

—No, no es que me dedique a correr riesgos. Lo más emocionante que me ha sucedido es volcar un frasco de tinta. Yo valoro riesgos. Día tras día. ¿Sabes cuáles son las oportunidades de que una casa se incendie en el Distrito Triángulo Rojo de Bes Pelargic? Quinientas treinta y ocho contra una. Lo he calculado —añadió, con cierto tono de orgullo.

—¿Para…? —Rincewind intentó reprimir un eructo—. Disculpa. ¿Para qué?

Se sirvió mas vino.

—Para… —Dosflores se detuvo—. No sé decirlo en trob —siguió—. Es más, creo que no tiene traducción a ese idioma. En el mío, lo llamamos…

Pronuncio una retahíla de sílabas ininteligibles.

—¿Canguros? —interpretó Rincewind—. Me parece que no te entiendo. ¿A qué te refieres?

—Bueno, imagina que tienes un barco con un cargamento de… supongamos, lingotes de oro. Puede que lo hundan las tormentas, o lo asalten los piratas. No quieres que suceda nada de eso, así que suscribes una palliza de canguros. Yo calculo las posibilidades de que el cargamento se pierda, basándome en los pronósticos meteorológicos y en los informes sobre piratería de los últimos veinte años, y le añado un pequeño tanto por ciento. Luego, tú me pagas una cierta cantidad de dinero basada en esas posibilidades, y…

—Y en el tanto por ciento —señaló Rincewind, moviendo solemnemente un dedo.

—… y luego, si se pierde el cargamento, te lo reembolso.

—¿Rebolsar?

—Te pago el valor del cargamento —explicó Dosflores con paciencia.

—Ya comprendo. Es como una apuesta, ¿no?

—¿Una apuesta? Bueno, quizá… en cierto modo.

Terry Pratchett. “El color de la magia”.[1]

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  1. Uno de los mejores libros que se ha escrito nunca. Ya estás tardando en ir a comprarlo. []

La trampa del dólar

En esta entrada hablaré de economía, y explicar un poco su complicado funcionamiento. En lugar de exponer la teoría y llenar la entrada de conceptos fundamentales, procuraré hablar de un caso real. He intentado que el caso del que os hable no sea un caso muy conocido y con el que todos y cada uno de nosotros haya sido bombardeado con información mediática; así mismo procuraré una cierta simplicidad y objetividad. El caso que expondré es “la trampa del dólar”.

Pero, antes de nada, me temo que algún que otro concepto fundamental es necesario. Así que el artículo estará dividido en tres partes: la primera parte versará sobre conceptos fundamentales para entender la trampa del dólar, la segunda es la trampa del dólar en sí, y la tercera son posibles soluciones para esa trampa.

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