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Historia de un ignorante, ma non troppo… Una Pequeña Serenata Nocturna, de Mozart




Algunos de los lectores de esta ignorante serie quizá estén echando de menos a algunos de los compositores más conocidos o considerados como el culmen de la música de todos los tiempos… por ejemplo, a un tal Mozart . Hoy voy a intentar remedar en parte esta ausencia, trayendo a colación una de las piezas más conocidas de todo el repertorio musical de todos los tiempos. Quizá, junto con las cuatro primeras notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven o el Himno a la Alegría de la Novena, también de Beethoven, últimamente reconvertido en Himno de la Unión Europea, nada menos, el primer movimiento de esta Pequeña Serenata Nocturna (en alemán original, Eine kleine Nachtmusic), de Wolfgang Amadeus Mozart son seguramente el conjunto de notas más conocido de todo el repertorio musical…

Y son notas simples, muy simples. Nueve notas. Sólo nueve. Nada más que nueve mágicas notas, que son repetidas una y otra vez, en diferentes tonos, con diferentes instrumentos y acompañamientos, variando sus alturas, sus duraciones, alternándolas, cambiándolas, intercambiándolas, una y otra vez… hasta lograr la perfección.

La técnica compositiva de Mozart era de una simpleza extraordinaria (al menos visto de la perspectiva actual): buscaba un tema musical pegadizo, de ocho, diez, quince notas, no más, como el que hoy nos ocupa, y lo tomaba como base para realizar variaciones sobre él, diferentes variaciones, variaciones sin fin, lo que le permitía pensar relativamente poco, convirtiendo una dificultosa labor compositiva en algo más o menos mecánico y, desde luego, rápido… y sin embargo, obteniendo resultados realmente geniales. Ahí está el genio de Wolfgang Amadeus, precisamente: en la sabia combinación de las variaciones de tal manera que, por un lado, te sorprenda continuamente, pero a la vez, por el otro, parezca que literalmente no exista otra posibilidad de seguir para la música. Las variaciones se suceden inevitablemente unas a otras, de forma natural, sencilla y fácil, regalándonos el oído cada segundo, y, desde luego, lo menos que nos parece a los ignorantes como un servidor es que realizar esta suerte de magia sea en absoluto fácil. Vamos, que a mí me parece magia. Pura magia mozartiana.

Wolfgang Amadeus Mozart

Cientos de miles de palabras pueden encontrarse en la red sobre Mozart. Millones. Siendo quizá el músico más universalmente admirado junto con Beethoven y quizá Bach, se han llenado páginas y páginas sobre él, su vida, su técnica compositiva, cómo fue un niño prodigio, y cómo fue capaz de escribir una gigantesca producción musical en sus treinta y seis años escasos de vida (nació en Salzburgo en 1756 y falleció en Viena en 1791): Cuarenta sinfonías,[1] 27 Conciertos para piano, 5 para violín y otros más para otros instrumentos, como clarinete, trompa, flauta, arpa, fagot, etc, quintetos, cuartetos, tríos, sonatas, divertimentos, marchas… y, por si todo esto fuera poco, nada menos que… ¡22 óperas!,[2] entre las que se encuentran algunas de las más conocidas e interpretadas del repertorio, como son Las Bodas de Fígaro, Don Giovanni o la Flauta Mágica, sin ir más lejos. Tremenda producción, vaya. Debe de salir a composición y media diaria, o algo así… un monstruo.

Pero, claro, lo que diferencia a Wolfgang Amadeus de otros prodigiosos y productivos compositores (que los ha habido) es la enorme calidad de sus obras. De todas. Porque se puede componer mucho, casos ha habido en la historia de músicos muy productivos… de los que hoy no se recuerda una sola obra, pero conseguir que prácticamente todo lo compuesto sea simplemente maravilloso… eso sólo está al alcance de… de uno. Él.

En la época de Mozart los músicos, los compositores sobre todo, no estaban aún considerados como artistas, y por tanto liberados en más o en menos de las obligaciones terrenales para que pudieran dedicarse a practicar su arte. Esto no empezó en realidad a ocurrir hasta la época en que Beethoven era ya un hombre maduro. En los tiempos de Mozart, los músicos eran unos artesanos más, y si no tocaban, o no componían continuamente… no comían, así de simple. Como un palafrenero, o un mayordomo, u otro sirviente cualquiera del duque, príncipe o arzobispo de turno. De hecho Mozart, además de dedicarse a componer, tocaba conciertos continuamente, interpretando él mismo la gran mayoría de sus propios conciertos. Esto fue así tanto en los tiempos anteriores, los de Bach o Vivaldi, como en los posteriores de Haydn, aunque en realidad todos estos compositores, menos el joven Mozart, llegaron a vivir simultáneamente, sobre todo el longevo Joseph Haydn, veinticuatro años mayor que Amadeus y que le sobrevivió otros dieciocho años más.

Así que el músico (cualquier músico) estaba al albur de los gustos y caprichos de su protector de turno, en el caso de Mozart, y durante mucho tiempo, el Arzobispo de Salzburgo, que de facto era por entonces el dueño y señor de Salzburgo y su comarca. Luego cambió de  mecenas, pero no de forma de ganarse la vida, y pasó estrecheces que hoy parecerían completamente impropias, ridículas, para un músico de su talla… así era la vida durante el clasicismo. Claro que, de no haber sido por esta presión continua para estrenar nuevas piezas cada lunes y cada martes, quizá muchos de estos prolíficos músicos barrocos o clásicos se hubieran parecido menos a Mozart y más a Johann Sebastian Mastropiero, quien, según sus admiradores, Les Luthiers, “cuando, debido a necesidades económicas, se vio obligado a escribir música por encargo, escribió obras mediocres e inexpresivas; en cambio, cuando sólo obedeció a su inspiración… jamás escribió una sola nota”. En el Siglo XVIII, Johann Sebastian Mastropiero habría acabado de palafrenero… o ni eso.

Compuso Mozart esta Pequeña Serenata Nocturna en 1787, con treinta y un años de edad, mientras componía simultáneamente nada menos que su ópera Don Giovanni (basada en el Don Juan de El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina… a Zorrilla aún le faltaban muchos años para escribir El Tenorio, e incluso para nacer). Se desconoce quién la encargó o para qué evento la compuso, por lo que cabe la remota posibilidad de que la compusiera por puro regocijo propio, o quizá por amor al arte, lo que en el ambiente musical de la época, que podemos resumir en “si quieres comer, compón” sería extraño, pero quién sabe…

Compuesta inicialmente para cuarteto de cuerda (dos violines, viola y cello, que puede ser doblado con la aportación de un contrabajo adicional, resultando entonces un quinteto, por lo tanto), en la actualidad se toca normalmente para un conjunto mayor de instrumentos, siempre de cuerda. Aunque, con la cantidad de adaptaciones que ha tenido esta obra, seguro que hay arreglos incluso para almirez y botella de anís del mono. O sea, podría ser, por ejemplo, una orquesta de cuerda con diez violines primeros, ocho segundos, seis violas, cuatro cellos y dos contrabajos, u otra formación cualquiera que mantenga las relaciones normales entre el número de instrumentos de cuerda de cada clase.[3]

Ignoro dónde se estreno, ni por quién, porque no lo he encontrado en parte alguna, incluyendo los textos de los tres discos que tengo donde está la obra (bueno, uno está en perfecto alemán, así que aunque diga algo interesante, no lo hubiera entendido…). Lo que sí sé es que ahora se ejecuta con mucha frecuencia, su música se ha parodiado o usado en la cultura popular en infinidad de ocasiones, se ha usado como sintonía o música de fondo de informativos y documentales, en hilos musicales, aeropuertos, centros comerciales, películas… e incluso sus mágicas notas se usan para contar aquel chiste tan viejo en el que alguien pregunta… “¿Quién ha puesto el Compact Disc de Mozart… dentro de la caja’las galletas?”. En fin. Ni los Beatles son tan conocidos…

Vamos a ver y oír la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, en la versión de Les Dissonances, nombre que representa en realidad a una Colectividad de Artistas amigos y residentes en París, es decir, a una cierta cantidad de mediopensionistas de la música, seguramente de diferentes orquestas y conjuntos parisinos y de los alrededores, que se han unido temporalmente para disfrutar interpretando esta obra en Fontainebleau, París, en 2005. Son en total dieciocho músicos, organizados en cinco primeros violines, cuatro segundos violines, cuatro violas, tres cellos y dos contrabajos,[4]; y no se sabe (o se dice) quién es el director (debe ser el concertino, o sea, el violinista que está en la primera fila y más cerca del público en el lado izquierdo según vemos el video… sólo que no conocemos su nombre). En el caso de un Cuarteto o Quinteto en realidad no hay director, al menos oficialmente, pero para una orquesta de este tamaño, aun no siendo de gran envergadura, se requiere un director que marque las entradas y los tiempos… pues no lo hay. O sea, que es una especie de “Superquinteto de cuerdas”… No voy a decir que el resultado sea una versión realmente maravillosa, pero es bastante buena, está bien cortada (lo que no es difícil en este caso, pues cada uno de sus cuatro movimientos tiene una duración inferior a los diez minutos de marras, y además hay pausas entre movimientos, pero es que en youtube se ve cada cosa…), y técnicamente está bien realizado, con un sonido muy aceptable. En fin, lo mejor que he encontrado, para resumir.

Advierto que poco voy a comentar sobre los videos en sí. O nada. La música es taaan conocida (y no sólo la del primer movimiento), y dice tanto ella solita, sin ayuda de ningún ignorante que la comente, que no se me ocurre qué chorrada contar que pueda aportar algo interesante a semejante música.

Vamos, pues, a escuchar a estos disonantes músicos (como ellos mismos se autoproclaman), interpretar una de las obras más consonantes que se hayan escrito jamás. Y el primer video tiene, como es esperable, el primero, y requetesuperfamosísimo, movimiento de esta Pequeña Serenata Nocturna: Allegro.

Tras la presentación y los créditos, comienza el movimiento en sí con sus sublimes nueve notas ejecutadas al unísono por la orquesta al completo en el minuto 0:30. Y ya me callo, que seguro que, como yo, conocéis la música al dedillo.

El segundo movimiento es el movimiento lento, también muy conocido: Romance – Andante. Y para verlo hay que cambiar inevitablemente de video.

Movimiento lento, sí, pero no demasiado (es un Andante, es decir, que teóricamente su ritmo se acompasa al ritmo de una persona caminando, no un Adagio, así que hay que esperar un ritmo tranquilo pero no como para dormirse…).

El tercer movimiento, para ver el cual, por supuesto, debemos cambiar de video, es una danza, un Menuetto, o Minué, como se diría en español, muy en boga en los salones palaciegos en la época mozartiana, y cuya presencia era casi obligatoria en las composiciones clásicas, sobre todo en las sinfonías, donde casi inevitablemente constituía el tercer movimiento, igual que aquí. Hasta Beethoven no cambiaría esta costumbre, siendo sustituido desde entonces el Minué por un Scherzo, un Vals… o cualquier otra cosa. Vamos ya con el Menuetto:

Y por fin llegamos al cuarto y último movimiento, un rápido y también muy conocido Rondó – Allegro:

Del que tampoco voy a comentar nada, para no estropearlo.

Y la obra termina, unos tibios aplausos de los cuatro amigos que han ido a escuchar el concierto agradecen su esfuerzo a los intérpretes, los músicos se retiran sin más ceremonia, y colorín colorado, esta Serenata se ha acabado.

Existen innumerables versiones de esta obra, acompañadas habitualmente de otras obras cortas de Wolfgang Amadeus, que hay muchas y excelentes donde escoger. Las hay interpretadas por conjuntos de cámara, pero en nuestros tiempos es más habitual que lo sean por orquestas de cámara, con un número superior de músicos, entre quince y veinticinco, generalmente. Supongo que habrá también versiones para gran orquesta, pero esta obra no lo necesita. Y las habrá para viento, arpa, timbales y panderetas, sintetizadores, coros mixtos, aullidos y todo lo que se les ocurra a los arreglistas pasados, presentes y futuros…

Para aquellos de vosotros que dispongáis de Spotify, hay bastantes versiones de la obra, como era de esperar dado lo famosa que es. De las que he oído, he seleccionado la versión de la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Malcolm Richards, que, además, tiene la ventaja de que está toda la obra en un solo corte, unos dieciocho o diecinueve minutitos de nada, por lo que los gratuitos como yo nos ahorramos la publicidad entre movimiento y movimiento, y cuyo enlace podéis encontrar aquí.

Por cierto, he actualizado la lista de Elcedazo, siguiendo la acertada sugerencia de un comentario en un artículo anterior, y cuyo enlace está aquí. En ella podéis encontrar todas las obras que hasta ahora han aparecido en esta troppo ignorante serie, y en el mismo orden que han aparecido. Disfrutadla!

Y para terminar… para terminar, lo de siempre: Mejor en directo. De verdad. Y yastá por hoy.   Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.

  1. Aunque su numeración llegue hasta la número 41, la famosa sinfonía “Júpiter”, posteriormente se demostró que una de ellas, la 37, no era en realidad obra suya, pero nadie se atrevió a cambiar de número nada menos que a las cuatro sinfonías más conocidas del salzburgués. []
  2. Para que os hagáis una idea, Giuseppe Verdi, que prácticamente sólo compuso óperas durante sus productivos 82 años de vida, compuso en total 28 óperas. []
  3. Generalmente, siempre que toca la orquesta completa, hay una diferencia de dos entre el número de instrumentos de cada grupo: NºCellos=NºContrabajos+2; NºViolas=NºCellos + 2; NºViolines segundos=NºViolas+2; NºViolines primeros=NºViolines segundos+2. La cuerda completa de una orquesta moderna tendrá normalmente 8 contrabajos, 10 cellos, 12 violas, 14 violines segundos y 16 violines primeros. Total, 60 músicos: 30 violines y 30 entre violas, cellos y contrabajos. En orquestas de cámara, como es el caso, no se respeta exactamente la relación, pues son menos los músicos en el escenario, pero se aproxima todo lo posible. []
  4. Esta distribución refuerza ligeramente el papel de los bajos, pero hay que tener en cuenta que en su forma de quinteto original también se reforzaba el papel del bajo, al usar cello y contrabajo para dar la réplica a los dos violines y la viola []

Sobre el autor:

Macluskey ( )

Macluskey es un informático de los tiempos heroicos, pero no ha dejado de trabajar en Informática y disfrutar con ella hasta la fecha. Y lo que el cuerpo aguante. Y además, le gusta la música...
 

{ 7 } Comentarios

  1. Gravatar J | 20/07/2010 at 11:21 | Permalink

    Bueno, pues ya ha tocado Beethoven y ha tocado Mozart. ¿Cuándo toca Bach, jefe?

    Por si a alguien le sirve, existe una colección que se llama “100 obras únicas de la música clásica” o algo así, patrocinada por “Puros Don Julián”. No es coña, al principio y el final de cada CD sale una locución de un señor que nos lo recuerda (afortunadamente, antes y después de la canción, no en medio).

    No sé la opinión que merecerá tal colección a los expertos, pero para los profanos como yo es una forma de tener reunidos la mayoría de los fragmentos famosos de clásica (en su sentido más amplio, pues incluye barroco y clásica-moderna y cosas así): el Cannon de Pachelbel, las obras más famosas de Bach, Beethoven, Mozart, Handel,… la Cabalgata de las Valkirias (Apocalypse now, para los cinefilos), Strauss, Tchaikovsky, Verdi,… 12 o 13 CDs y unas 120 canciones.

  2. Gravatar Macluskey | 20/07/2010 at 06:15 | Permalink

    Bueno, efectivamente puede ser un buen modo de acostumbrar el oído a esos extraños acordes de los violines y las flautas… Existen muchas recopilaciones de este estilo, muchas… ¡aunque la de Puros Don Julián prometo que no la conocía!

    Bach, dices, J. Nada menos. Claro que sí, pero… ¿qué pongo? Quizás la Toccata y Fuga en re menor para órgano. O algún Concierto de Brandenburgo. ¡O todos! O la Ofrenda Musical, el Clave bien temperado… Claro que a mí lo que me gustaría sería hablar sobre las Mega-Obras de todos los tiempos, las Pasiones… pero duran dos horas largas, y eso en youtube… además, no hay versiones decentes, que ya he buscado. Y pasa otra cosa con Bach (y los barrocos en general): son difíciles. Su música es elaboradísima, con contrapuntos y canones sutilísimos … Ya veremos.

  3. Gravatar myNick | 20/07/2010 at 06:43 | Permalink

    Mozart es prácticamente un caso único. Si hubiera vivido más, ¿cuántas grandes obras tendríamos para disfrutar? Nunca lo sabremos, pero su obra (dónde adjetivos como “monumental”, “majestuosa” y “hermosa” quedan cortos) quedará incluso en los oídos de quienes no lo conocen.

    Y si, probablemente Mozart sea más conocido que los Beatles. Y eso es decir mucho.

    PD: hace un tiempo conseguí las obras completas de Mozart. Son 180 CDs que suman casi 184 horas de música. Cantidad no es igual a calidad, pero en el caso de Mozart asombra saber que en 30 años productivos una persona puede componer 180 horas de música de esta calidad. De pie, señores.

  4. Gravatar Mazinger | 23/07/2010 at 09:17 | Permalink

    Mozart es un nombre que nos acompaña desde que somos niños. De un modo u otro nos familiarizamos con él desde edades muy tempranas. Esto da una idea de su importancia. A raíz de este artículo me ha apetecido ver otra vez la película Amadeus. Recuerdo el enorme protagonismo que Milos Forman dio a la risa de Mozart, convirtiéndola en la seña de identidad de su genialidad. Desconozco hasta qué punto este Mozart de Milos Forman es sólo una caricatura del original, pero supongo que una cosa son las películas, otra muy diferente las novelas, y otra bien distinta los personajes reales en los que puedan estar basados.

    Pienso que la marcada risa de Mozart en la película ayudaba al director a poner de manifiesto el genio del músico, pues la genialidad está fuertemente asociada, seguramente sin motivo, a comportamientos histriónicos, cools, poco cuerdos o… diferentes en definitiva. No creo que eso sea cierto, y supongo que la mayoría de los genios lleven su genialidad más discretamente, pero si nos pidieran que pensáramos en genios quizás se nos venga antes a la cabeza Dalí o Van Gogh (pintura) o Fischer (ajedrez). Primero porque realmente son grandes genios en su campo, pero también porque estaban un poco locos o cuanto menos eran peculiares.

  5. Gravatar JOSE AMADEUS GONZALE | 12/04/2015 at 05:24 | Permalink

    SOY VIOLINISTA, LA VERDAD ME LLENA TODA LA MÚSICA DE MOZART, ES MI FAVORITO Y TOCADO DE SOLIS EL CONCIERTO # 5 Y EL 4 GRACIAS POR TANTA BELLEZA DE SUS OBRAS, MOZART ES MI IDOLO MUSICALMENTE.

  6. Gravatar rolando vela | 27/03/2017 at 12:04 | Permalink

    Gracias Macuskey. Quisiera que me ayudaras con un proyecto que quiero desarrollar pero no manejo el tema como tu.

    Se trata de una obra ancestral de mi país El Salvador que quisiera someter a un análisis como el que has hecho.

    Te comparto esta obra: https://www.ivoox.com/17773857

    Esta es mi interpretación:

    Movimientos de “El Encadenado”:

    Primer movimiento: Obertura Alla marcia, Affrettando solenne.

    Segundo movimiento: Allegreto Vivace.

    Tercer movimiento: Feroce Focoso.

    Cuarto movimiento: Risoluto Andante, Belicoso Andante.

    Quinto movimiento: Final Alla marcia solenne.

  7. Gravatar Macluskey | 27/03/2017 at 05:41 | Permalink

    Hola, Ronaldo Vela.

    Gracias por considerar que yo podría ayudarte, pero… ¡no puedo! :=(

    Si la serie se llama “Historia de un ignorante…” es por algo. Como ya he repetido muchas veces, yo no sé nada de música, nunca la estudié, no sé leer una partitura, ni mucho menos discernir entre un ritmo u otro, entre un acorde u otro o entre una clave u otra. Ni idea.

    A mí me gusta la música así llamada “clásica” y expreso aquí a mi manera lo que me dicen a mí (ojo: al ignorante de mí) las obras maravillosas que me gustan, dirigido a aquellos como yo a los que les gusta la música pero nunca la estudiaron…

    No tengo ni la menor idea de cómo analizar o comentar esta danza (muy bella, por cierto), más allá de que está ejecutada por algún tipo de flauta y percusión, seguramente un bombo. Lo que no es mucho aportar, me parece.

    Lo siento.

    Un saludo.

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