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El Universo Subprime – Macroeconomía Cósmica




Los desplazamientos en los espectros de nebulosas galácticas sugieren que el Universo se está expandiendo. Si estos desplazamientos no se interpretan en términos de movimiento, entonces los corrimientos hacia el rojo son un fenómeno aún no reconocido y muy importante cuyas implicaciones se desconocen.

Milton Humason, Is the Universe expanding?

Albert Einstein, descubridor de la Teoría de la Relatividad General y padre de la Cosmología Física. Fuente: Wikipedia.

17 de enero de 1929, desde la ventana del observatorio la mañana parece nubosa y fría en la cima del Monte Wilson. En su interior, resguardado de la molesta ventisca que sopla fuera, Edwin Hubble, un concienzudo y tenaz astrónomo norteamericano, pone punto y final al estudio que recoge las observaciones en las que ha estado trabajando durante el último año junto a Milton Humason,[1] su colaborador. El título, A relation between distance and radial velocity among extra-galactic nebulae, un tanto anodino, la verdad, esconde un resultado fundamental que va a revolucionar las ideas sobre el Universo que hasta entonces manejaba la comunidad científica. Hubble es consciente de ello. Cierra los ojos e inspira profundamente mientras se deja invadir por una honda sacudida de regocijo intelectual. Ordena cuidadosamente los papeles y los guarda en una carpeta mientras contempla a través de la ventana la desapacible escena. Más tarde los releerá por si hay que pulir algo antes de pasar copias a sus colegas.

Tras las revisiones de rigor, el estudio de Hubble fue publicado el 15 de marzo de 1929 en el PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), el boletín oficial de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Meses después el genial Albert Einstein se debate entre la sorpresa y el enfado. Sorpresa y admiración por la magnitud del descubrimiento y sus consecuencias para el devenir de la Ciencia. Enfado, porque las observaciones de Hubble demuestran empíricamente un hecho crucial cuyo hallazgo teórico él mismo hubiera podido atribuirse años antes, de no haberse negado a aceptar una consecuencia natural de su TRG (Teoría de la Relatividad General): el Universo no es estacionario, de hecho… ¡se está expandiendo! Einstein frunce el ceño mientras reflexiona sobre su dichosa y arbitraria constante cosmológica. “¡El mayor error de mi carrera!” –suspira, en perfecto alemán.

El paisaje estelar, contemplado desde la Tierra, no parece haber cambiado nada en los últimos tres milenios. La estrella Polar sigue marcando el norte con la misma precisión que antaño y la constelación del Pegaso parece encontrarse justo en el mismo lugar en el que Ptolomeo la inventarió. No es de extrañar, pues, que a principios del siglo XX, y a falta de observaciones más precisas, la comunidad científica estuviera convencida de que el Universo era estático. Este convencimiento constituía prácticamente un prejuicio, y era tan acusado que ni el propio Einstein se atrevió a dar crédito a la atrevida consecuencia que parecía desprenderse de su recién estrenada teoría.

Pese al desliz, Einstein había dado un paso de gigante. La TRG no era una teoría cualquiera. Antes de ella, espacio y tiempo eran dados a priori: conformaban el escenario  en el que acontecían los sucesos físicos, siendo estos últimos los únicos susceptibles de estudio, y quedando los propios espacio y tiempo fuera de toda posible investigación. Sin embargo, la TGR consiguió integrar al espacio y al tiempo en el dominio de los fenómenos objeto de estudio, hilándolos entre sí y revelándolos como el tejido último y maleable de que está constituido el propio Universo. La TRG se convirtió en el marco definitivo que permitiría abordar el estudio del Universo como un todo, indagar en su estructura, en su origen y evolución… ¿Y qué mejor campo para aplicarla que la expansión cósmica descubierta por Hubble y Humason? La cosmología física había nacido.

Hasta entonces la astronomía se había limitado a la observación de los cuerpos celestes y a la determinación de las leyes físicas que regían sus movimientos. La TRG abrió nuevos y sorprendentes horizontes que aún hoy están siendo explorados. Sin ella hubiera sido bastante difícil, por no decir imposible, acometer el problema de la expansión universal descubierta en 1929…

…Aunque 1929 no sólo será recordado por este transcendental hallazgo. Por desgracia, mientras el Universo finalmente se expandía, la economía se colapsaba precipitadamente a partir del 24 de octubre, dando lugar a una crisis económica y social de proporciones gigantescas, la Gran Depresión, que duraría más de una década. Y, por desgracia también, se carecía de una teoría económica que pudiera explicar, siquiera lejanamente, lo que estaba ocurriendo. Por no haber, ni había información. Tan sólo unas exiguas estadísticas sobre cotizaciones de acciones y algunos índices poco fiables sobre producción permitían aventurar un vago diagnóstico. La contabilidad nacional aún no había sido inventada.

A diferencia de lo que ocurría en el mundo científico, en el que el hallazgo de un hecho venturoso era abordado con una teoría adecuada que le había precedido, en economía un terrible y desdichado suceso estallaba sin que se contara con los instrumentos apropiados, no ya para gestionarlo, sino para entenderlo. De hecho, quizás ése fuera el principal motivo de la severidad de la crisis. Economistas y políticos dieron palos de ciego que en ocasiones contribuyeron a empeorar las cosas, lo que quizás sea disculpable, pues se enfrentaban a una situación nueva armados con herramientas insuficientes y doctrinas económicas completamente superadas por los acontecimientos.

John Maynard Keynes, padre de la macroeconomía moderna. Fuente: Wikipedia.

Hicieron falta largos años de frustraciones y penurias antes de que dos acontecimientos de importancia capital en la historia económica establecieran las bases para entender, analizar y prevenir catástrofes como la Gran Depresión. Por un lado, en 1936 el economista británico John Maynard Keynes publica su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero[2], una obra cumbre de la economía en la que se propone una explicación a la Gran Depresión y ofrece el marco teórico fundamental para analizar acontecimientos similares desde una perspectiva amplia que abarca al conjunto de toda la economía. Un año después, en 1937, el economista de origen ruso Simon Kuznets presenta ante el Congreso de los Estados Unidos el informe National Income 1929-35, una especie de contabilidad nacional germinal que permite por primera vez disponer de datos más completos y fiables (hasta cierto punto) sobre el estado de la economía[3]. Hubble había calculado distancias y velocidades entre nebulosas, obteniendo una medida de la expansión universal. Kuznets hacía lo propio con la economía, contabilizando ingresos y gastos. Como Einstein en Física, Keynes estableció las bases para trabajar con el conjunto de la economía de un modo inédito y eficaz. La macroeconomía moderna había nacido.

Simplificando groseramente, la macroeconomía es a la economía lo que la cosmología a la astronomía. A ambas disciplinas les interesan las grandes cifras, los agregados, el conjunto… El detalle para ellas es insignificante, despreciable… aun cuando sus magnitudes no sean sino la suma de todos esos detalles. Cuánta masa tiene una estrella, dónde está situada, cuál es su estructura o qué movimiento relativo describe respecto de otras son preguntas que carecen de interés para la cosmología. Lo relevante para ella es la evolución del propio Universo y sus accidentes más destacados, si su expansión mengua o si acelera animada por una misteriosa energía oscura, su masa agregada (la que se ve y la que no se ve), la suma de todas las gravedades que determina si el universo se expandirá ad aeternum o si, por el contrario, colapsará en una apocalíptica implosión.

De modo similar, no concierne a la macroeconomía preocuparse por la subida del precio de un determinado bien, los factores que inciden sobre los hábitos de consumo de los individuos, el comportamiento de un mercado específico o la producción de una empresa (o de un grupo de ellas) en particular, cuestiones todas ellas a cargo de la microeconomía. En lugar de ello, la macroeconomía se ocupa del modo en que las acciones de todos los consumidores, empresas, agentes e inversores interactúan para dar lugar a un estado general de la economía, representado por algunas magnitudes fundamentales tales como el nivel de inflación, la producción agregada o la tasa de desempleo. Asuntos tales como qué se puede hacer para aumentar el empleo, cómo evitar que todos los precios se disparen a la vez, cuáles son las mejores recetas para perpetuar el crecimiento o por qué una economía entra en recesión caen dentro del ámbito de estudio de la macroeconomía.

Inflación, crecimiento, desempleo… son términos que con frecuencia han aparecido en la serie y que constituyen el móvil de la macroeconomía, su razón de ser; sobre todo teniendo en cuenta que los economistas no son meros espectadores, sino que están revestidos del poder (no siempre bien usado) de alterar los equilibrios macroeconómicos. En efecto, a diferencia de la cosmología, en la que la máxima aspiración de los físicos es comprender el Universo (nada más y nada menos), resignándose a su condición de observadores, privilegiados, sí, pero incapaces de alterar el curso de la evolución cósmica[4], en macroeconomía podemos jugar a ser dioses. Como si de un enorme y complejo juego de rol se tratara, políticos, consumidores, empresas, bancos, inversores y banqueros centrales asumen el papel de dioses, héroes, tiranos, demonios o magos, y esgrimen sus armas para alterar constantemente el equilibrio de mercado en defensa de intereses variados, frecuentemente contrapuestos y, en ocasiones, oscuros.

Cronograma de la expansión del Universo. Pulsar para ampliar. Fuente: Wikipedia.

Y si la bonanza económica es el principal leitmotiv de la macroeconomía, las políticas monetarias y fiscales son su modus operandi, sus armas de destrucción masiva, los instrumentos de los que se sirven economistas y políticos para modificar las variables macroeconómicas en nombre del crecimiento y el empleo. La ortodoxia establece que los primeros se reserven la política monetaria, en tanto los segundos, la fiscal, y que las ejerzan con independencia el uno del otro, aunque guardando sincronía en sus actuaciones y colaborando mutuamente en aras de la prosperidad económica. Como hemos visto en el anterior bloque de artículos de la serie, éstas son condiciones necesarias (aunque no suficientes) para evitar que los ciclos electorales interfieran negativamente en una eficiente gestión económica.[5] Esta separación de poderes es a menudo percibida como una suerte de madurez institucional generadora de confianza, e incluso como un claro síntoma de salubridad económica. Lamentablemente para sus economías, los gobiernos de muchos países se resisten a instaurar, o, aun teniéndola, a respetar, esta deseable división de competencias.

Inflación, empleo, crecimiento, ciclos económicos, políticas monetarias y fiscales, tipos de interés… Sí, hemos mencionado todos estos términos en el anterior bloque, dándolos en muchas ocasiones por sabidos, pero… ¿los entendemos suficientemente? ¿Podemos abordar de forma solvente la regulación financiera, las abusivas prácticas de los bancos de inversión o la propia Crisis Subprime, si no conocemos bien los mecanismos a través de los cuales se transmiten las políticas monetarias y fiscales, las metas que se persiguen con ellas o los desórdenes a los que pueden conducir? Humildemente pienso que no estaría de más darles una vuelta, y por eso he decidido dedicar este nuevo bloque a los objetivos que en última instancia persiguen los economistas, que involucran a algunos de los principales conceptos macroeconómicos, y a las relaciones de amor y odio entre los gobiernos y los bancos centrales, todo ello contado, espero, con rigor (aunque de forma asequible, antes simplista que incomprensible) y sin dejar de lado el espíritu crítico que caracteriza a la serie.

Pero que nadie se llame a engaño. Este bloque no es un tratado de macroeconomía, ni tan siquiera una introducción a la materia. La ley de la oferta y la demanda agregadas, el dinero, el comercio internacional, los mercados de divisas y bonos, o los shocks de oferta y de demanda no serán protagonistas de nuestra historia, pues su análisis a fondo es algo que cae fuera del ámbito del bloque. Nos centraremos más en los motivos que mueven a los bancos centrales que en la discusión teórica de los vehículos que usan para instrumentar esos motivos, lo que no quita que los tratemos desde una perspectiva general.[6]

Aunque no puedo garantizarlo a priori, espero que este bloque sea más entretenido que el anterior. Pero en cualquier caso, confío en que los temas tratados sean de vuestro interés  y me honréis con vuestra compañía. Si es así (y si no, también), sed bienvenidos al Bloque de Macroeconomía y Política de… El Universo Subprime.

[Este artículo forma parte de la serie El Universo Subprime, si te ha gustado puedes seguir leyendo la siguiente entrada aquí.]

  1. Creo que es justo destacar la importancia del trabajo de Humason en el descubrimiento de la expansión universal. Humason publicó artículos realmente interesantes, como el titulado Is the Universe expanding?, en el que defiende la tesis de que el corrimiento hacia el rojo debe ser interpretado en términos de velocidad, lo cual lleva a su vez a concluir que el Universo se está expandiendo. []
  2. En Google Books puede encontrarse una edición en inglés de la  Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. []
  3. Los curiosos pueden ver un ejemplar del informe National Income 1929-35 en el sitio web del Bureau of Economic Analisys, del U.S. Departament of Commerce. []
  4. Isaac Asimov, en su novela Los propios dioses, postula una interesante solución para retrasar la muerte de un universo moribundo a costa de canalizar energía hasta él procedente de un universo paralelo. De algún modo los físicos consiguen, si no evitar, al menos retrasar el curso de la evolución cósmica a la que aludíamos más arriba. Lástima que sea sólo una novela, aunque muchos la consideren la mejor novela de ciencia-ficción de todos los tiempos. []
  5. Además de la autonomía respecto del poder político, el otro gran requisito es la transparencia en el desarrollo de sus funciones. La transparencia es el único modo de evaluar el papel de los bancos centrales y de justificar su independencia. []
  6. El autor está meditando la posibilidad de iniciar una serie sobre macroeconomía, paralela a El Universo Subprime, en la cual se entraría pormenorizadamente en todos estos temas. []

Sobre el autor:

Mazinger (Mazinger )

Mazinger es una especie de cuadradote cabreado (véase foto al lado) que ha encontrado en El Cedazo una magnífica excusa para dar rienda suelta a su vena literaria. El tema es lo de menos con tal de entretenerse y aprender algo nuevo por el camino.
 

{ 14 } Comentarios

  1. Gravatar J | 17/08/2010 at 06:09 | Permalink

    Olé, Mazinger ha vuelto.

  2. Gravatar jaume | 17/08/2010 at 08:19 | Permalink

    Hola Mazinger. Me encanta como empiezas tus artículos… y por supuesto como siguen y como acaban. Ánimo con la nueva serie, ya tienes un seguidor.

    jaume

  3. Gravatar Macluskey | 17/08/2010 at 04:36 | Permalink

    ¡Cósmico artículo! Precedente seguro de una serie cósmica…

    Espero la continuación. Que siga el baile…

    Mac

  4. Gravatar Juan Carlos Giler | 18/08/2010 at 09:13 | Permalink

    Simplemente… aplausos !!!!

  5. Gravatar Mazinger | 19/08/2010 at 08:05 | Permalink

    Gracias a todos por vuestros comentarios. Son muy reconfortantes.

    @Jaume

    Me alegra mucho que aprecies las introducciones de los artículos porque suelo dedicarles bastante tiempo (aunque no siempre). Que haya gente que las disfrute hace que merezca la pena el esfuerzo infertido en ellas. Gracias.

  6. Gravatar dulitel | 23/08/2010 at 09:40 | Permalink

    plas, plas, plas!

  7. Gravatar Brigo | 23/08/2010 at 02:56 | Permalink

    Pues efectívamente los comienzos del os artículos son brillantes, y este no es la excepción. Así que si te planteas dedicar una seria a contar la Historia de la Ciencia, pues … tienes mi bendición. :-D

  8. Gravatar Mazinger | 25/08/2010 at 11:05 | Permalink

    Brigo, gracias por el cumplido… y por la sugerencia, pero una serie sobre la Historia de la Ciencia es algo que me vendría largo, largo… Mejor se lo dejamos al jefe, que sabe más de eso, aunque con lo que tiene a sus espaldas, igual tiene que terminar primero una serie para empezar otra. ;-)

    Yo osaría, quizás, hacer una sobre historia de la economía, así, sin mayúsculas iniciales, que es algo más mundano pero más a mi alcance. Aunque habida cuenta del poco tiempo de que dispongo, creo que de momento tendré que conformarme con darle continuidad a El Universo Subprime, y si acaso, al término de este bloque, quizás abordar una sobre macroeconomía, si es que nadie se anima antes.

  9. Gravatar Cristhian | 27/08/2010 at 02:33 | Permalink

    Macroeconomía… según entiendo, podemos seguir haciendo la comparación con la cosmología: a una persona común no le va a servir que suba el PIB de su país, si este subió sólo por mejorías en otro sector del que uno trabaja, o de plano por aumentos en el gasto público, de la misma forma que a nosotros poco nos importa ahora que el universo vaya a colapsar por gravedad o crecer indefinidamente por energía oscura, siendo que tenemos suficientes problemas por resolver aquí en la Tierra para un desarrollo sostenible.

    Sobre un tema muy antiguo, el de si conviene que los bancos sean independientes o no, encontré una serie de 5 videos en YouTube, quería saber la opinión de ustedes…

    http://www.youtube.com/watch?v=nHt2MJTqUOQ http://www.youtube.com/watch?v=bPfG67GUsbw http://www.youtube.com/watch?v=E5oj9xUANRo http://www.youtube.com/watch?v=3HMVbWduWt4 http://www.youtube.com/watch?v=HDphoW0VjEo

  10. Gravatar Naeros | 31/08/2010 at 09:53 | Permalink

    Vengo a comentar básicamente esta entrada de Krugman en la que habla de Asimov: http://krugman.blogs.nytimes.com/2010/08/30/who-are-you-calling-dense/

    Me ha parecido que te iba a gustar leerla, Mazinger.

    En cuanto al nuevo apartado de la serie, me tienes en ascuas como con cada artículo que sacas, siempre amenos e interesantes :D

  11. Gravatar Mazinger | 31/08/2010 at 11:50 | Permalink

    Naeros, ¡gracias por el enlace! :-)

    Tenías razón, ¡me ha encantado leerlo! Primero porque me hace ver que no iba muy desencaminado cuando establecí un paralelismo entre los bancos centrales y los psicohistoriadores, aunque Krugman lo extiende a todos los economistas y no sólo a los banqueros centrales… Y segundo porque… ¡es un honor compartir con él argumentos para divulgar economía!

    De veras, gracias por el enlace. Tras leer la frase…

    “Asimov, and specifically the Foundation trilogy, was my great inspiration; I became an economist because I wanted to be a psychohistorian, saving civilization through the mathematics of human behavior.”

    …casi lloro de emoción.

  12. Gravatar Naeros | 01/09/2010 at 05:30 | Permalink

    Ya sabes Mazinger, de Asimov al Nobel sólo hay un paso! :D

  13. Gravatar Jerbbil | 16/11/2010 at 02:09 | Permalink

    Hola…

    Ya sé que llego tarde, pero no me podía reprimir el decirlo: pues yo tengo una explicación para la crisis del 29… una explicación osada, claro, como lo es la ignorancia más supina, pero explicación al fin y al cabo: lo que lo estropeó todo, entonces como ahora, fue la avaricia. Que se nos está intentando convencer de que la ambición es súperchuli y muy buena, y el mejor piropo que le podemos poner a alguien es ambicioso en cuestiones de economía, pero por favor que nadie pierda de vista que la otra cara de la moneda de la ambición es la avaricia, y ésta nos lleva a comportamientos poco éticos, egoístas, rastreros, viles, abyectos y bajunos, a costa de lo que sea, por un dividendo. Y así nos va.

    Como si yo entendiera de este tema, ¿eh? :)

    Saludos a todos, con la cartera vacía.

  14. Gravatar Venger | 01/11/2012 at 10:00 | Permalink

    Hola, yo como Jerbbil, tampoco me quiero reprimir de decir algo con respecto a esta crisis actual. Mi sentido arácnido me dice que el responsable primero de todo lo que está pasando en el mundo fueron los atentados del 11 de septiembre. Bueno, eso y un reportaje que vi hace tiempo en que Eduardo Punset entrevistaba a un famoso economista y éste deducía todas las consecuencias que conllevaron dicho atentado y llevaron a la quiebra de Lehman brothers.

    Y también quería felicitar a Mazinger por su serie. Juzo Kabuto se sentiría orgulloso…

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