Las álgebras de Clifford, a cuyo estudio se dedica esta serie dedicada al álgebra geométrica, se pueden considerar matemáticamente como una familia de sistemas de números hipercomplejos, es decir, se pueden ver como extensiones o generalizaciones de los números complejos, un concepto desarrollado con anterioridad. Por ello, lo que sepamos sobre números complejos nos será útil: más de un concepto utilizado en los números complejos (como el de norma o el de conjugación) se generaliza a los multivectores de una álgebra geométrica. Cuando más adelante veamos, por ejemplo, el álgebra geométrica asociada al plano bidimensional veremos que su subálgebra par se comporta igual[1] que los números complejos.
En esta entrada, primera de la serie tras la introducción, haré una introducción básica a qué es un número complejo, y cómo se suman y multiplican los complejos expresados en sus componentes real e imaginaria (restar y dividir es, simplemente, sumar el opuesto y multiplicar por el inverso, respectivamente). También aprovecharé para explicar un poco la historia de los números complejos, y de cómo los matemáticos fueron aceptándolos poco a poco. La representación de los complejos en el plano, donde se ve más directamente su relación con la geometría, la dejaré para la siguiente entrada.
El conjunto de los números complejos es una extensión del conjunto de los números reales que permite encontrar solución al problema de extraer la raíz cuadrada de los números reales negativos. Para ello se define una unidad imaginaria que cumple , y la raíz cuadrada de un número negativo la podemos expresar en función de . Por ejemplo, para calcular hacemos lo siguiente:
Un número complejo será una suma formal[2] de un número real (parte real del número complejo) y el producto de un número real por la unidad imaginaria (parte imaginaria del número complejo):
Para expresar que es la parte real de escribimos:
Y para expresar que es la parte imaginaria de escribimos:
[3]
Los números reales (ejemplos de números reales: el , el , el , , ) se pueden considerar simplemente números complejos con parte imaginaria nula. Los números complejos con parte real nula se llaman números imaginarios. Así, por ejemplo: , , , son números imaginarios.[4]
La operación suma se extenderá de los reales a los complejos simplemente sumando por separado las partes reales e imaginarias. Si partimos de dos complejos, y , su suma será:
La suma de complejos verifica las siguientes propiedades, que se deducen a partir de las propiedades análogas de los números reales y de la anterior definición de suma de complejos:
1) Es asociativa, es decir, si sumamos dos complejos y , y sumamos el resultado obtenido con el complejo , obtendremos el mismo resultado que sumar con el resultado de sumar con . Expresado simbólicamente:
(para todo , , de )
La asociatividad de la suma nos da derecho a escribir la suma de tres complejos sin necesidad de especificar la posición de los paréntesis. Así pues, podremos escribir con toda tranquilidad para referirnos a la suma de los tres complejos:
2) Existe un elemento neutro de la suma, que sumado a cualquier otro complejo vuelve a dar . Es fácil ver que este elemento neutro es el complejo , que escribiremos simplemente como :
(para todo de )
3) Para cualquier número complejo existe un elemento recíproco para la suma, llamado elemento opuesto y escrito como , que sumado con él da . Es fácil ver que si el opuesto será :
(para todo de )
4) Finalmente, la suma de dos complejos es conmutativa, es decir, no importa el orden de los sumandos:
(para todo , de ).
Las propiedades anteriores definen a , el conjunto de números complejos dotado de la operación suma, como un grupo conmutativo (o grupo abeliano, en honor al matemático Niels Henrik Abel (1802-1829), que utilizó estos grupos en el estudio de la solubilidad mediante radicales de las ecuaciones algebraicas).
El producto de complejos se define extendiendo las propiedades del producto de dos sumas de números reales. Se asume que el producto de con cualquier número real es conmutativo y que . Multipliquemos, pues y :
Con lo que tenemos que el producto tiene como parte real:
y como parte imaginaria:
El producto de complejos verifica las siguientes propiedades:
1) Es asociativo, es decir, si multiplicamos dos complejos y , y multiplicamos el resultado obtenido por el complejo , obtendremos el mismo resultado que si multiplicamos con el resultado de multiplicar con , por lo que tenemos derecho a prescindir de paréntesis en el producto de complejos y escribir simplemente . Simbólicamente:
(para todo , , de )
2) Existe un elemento neutro del producto (elemento unidad), que multiplicado a cualquier otro complejo vuelve a dar . Es fácil ver que este elemento neutro del producto es el complejo , que escribiremos simplemente como :
(para todo de )
3) Para cualquier número complejo , excluido el (neutro de la suma), existe un elemento recíproco para el producto, llamado elemento inverso y que designaremos como , que multiplicado por él (tanto si es por la izquierda o por la derecha) da . Más adelante veremos cuál es su expresión en función de las componentes real e imaginaria de .
(para todo de )
4) El producto de dos números complejos es conmutativo:
(para todo , de )
Las propiedades anteriores definen a, el conjunto de números complejos excluido el , dotado de la operación producto (que hemos indicado con el símbolo ), como un grupo conmutativo (o grupo abeliano). El producto se indicará habitualmente por simple yuxtaposición de los factores, prescindiendo del símbolo del producto .
Finalmente, la operación producto es distributiva respecto a la operación suma, tanto por la derecha como por la izquierda:
(para todo , , de )
(para todo , , de )
La estructura de grupo abeliano de , la estructura de grupo de y la distributividad del producto respecto a la suma de complejos significan que el conjunto de los números complejos dotado de las operaciones de suma y producto, , tiene estructura de cuerpo.[5] La conmutatividad del producto implica además que es un cuerpo conmutativo (es habitual dar por hecha la conmutatividad del producto en los cuerpos, pero más adelante veremos un curioso ejemplo de cuerpo no conmutativo, el conjunto de los cuaterniones).
Complejo conjugado. Cálculo del inverso de un número complejo.
Definimos el conjugado de un número complejo , de parte real e imaginaria y respectivamente, como el número complejo, que indicaremos como , o también, según el caso, como ,[6] cuya parte real es igual a la de , y cuya parte imaginaria es la opuesta a la de :
El producto de un complejo por su conjugado da siempre un número real, que será la suma de los cuadrados de sus partes real e imaginaria:
Lo cual permite obtener la expresión del inverso de , siempre que sea diferente de . Como hemos multiplicado por y hemos obtenido un número real, ahora basta dividir el resultado por sí mismo (como no podemos dividir por es necesario que y no sean simultáneamente ) para obtener :
Es decir, el inverso, , de , es:
Ejemplo: cálculo del inverso de :
Y efectivamente se cumple que
Un poco de historia
Se considera que los números complejos aparecen por primera vez en el Ars Magna (1545) de Girolamo Cardano (1501-1576). En este libro se publicaron por primera vez en la historia las fórmulas que resuelven las ecuaciones de tercer y cuarto grado.[7]
En la fórmula de la solución de una ecuación de tercer grado aparecen sumas de expresiones en las que aparecen raíces cuadradas que a menudo operan sobre valores negativos, pero que sin embargo al final, de algún modo misterioso, frecuentemente daban como resultado un número real, incluso entero. Por ejemplo, la fórmula de Cardano da como solución de la ecuación la siguiente expresión:
Podéis comprender al ver esta expresión por qué no habéis visto la fórmula de Cardano en la escuela… y normalmente tampoco en la universidad (a menos que os hayáis decidido a estudiar Matemáticas, claro). Aunque histórica y conceptualmente es muy importante, para aplicaciones prácticas no lo es tanto.
Pues bien, resulta que todo eso que veis en el miembro derecho de la igualdad vale simplemente… 6. El mismo Cardano quedó perplejo ante estas expresiones numéricas “tan sutiles como inútiles” que no sabía tratar con soltura, aunque poco después, Rafael Bombelli (1526-1572), un ingeniero hidráulico, intuyera que esas raíces cúbicas de números complejos no eran más que otros complejos con sus partes real e imaginaria, y encontrara el modo de expresarlos de ese modo… Eso sí, partiendo del hecho de que conocía de antemano la solución de la ecuación, pero al menos eso ponía en evidencia que había algo significativo detrás de aquellas misteriosas expresiones.[8]
Con todo, las raíces cuadradas de números negativos siguieron siendo un concepto esquivo y “místico” del que no había modo de hacer algo “palpable”. No es de extrañar que Descartes (1596-1650) acabara bautizando estos entes matemáticos como “números imaginarios”. En el siglo XVII, Gottfried Leibniz (1646-1716) aún mostraba su asombro en una carta a Christiaan Huygens (1629-1695) en que le pedía que calculara esta expresión, y comprobara que daba un resultado perfectamente real:
Huygens efectivamente comprobó, operando ciegamente según las reglas de la aritmética, que el resultado era , a pesar de no saber qué rayos podría ser , y menos todavía . En su respuesta a Leibniz decía: “Nunca lo hubiera creído: aquí tiene que haber algo oculto que es incomprensible para nosotros”. A pesar de la desconfianza que tenían de estos números, los matemáticos operaban con bastante soltura con ellos, como Abraham de Moivre (1667-1754), francés exiliado en Inglaterra por ser protestante, amigo del gran Isaac Newton (1643-1727),[9] y que ya conocía a principios del siglo XVIII la fórmula que lleva su nombre. En 1777, Leonhard Euler (1707-1783) introdujo por primera vez el símbolo para indicar . Euler hizo muchas más aportaciones al estudio de los números complejos, como la fórmula de su nombre, pero todavía se le escapó algún “patinazo”, como cuando escribió:
¡está mal!
La forma correcta es:
.
Así pues, hacía falta una interpretación que hiciera de los números complejos algo tangible, y que diera seguridad a los matemáticos de que pisaban, conceptualmente hablando, “suelo firme”. Y a finales del siglo XVIII y principios del XIX el momento finalmente llegó. Pero eso ya habrá que dejarlo para la próxima entrada…
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En la jerga matemática se dice que es isomorfa. [↩]
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Es una suma formal porque en realidad no estamos haciendo propiamente una suma: la parte real y la parte imaginaria van cada una por su parte. Igual que si sumamos 2 peras con 3 manzanas: lo que tenemos son 2 peras y 3 manzanas, y estamos llevando un recuento separado de peras y manzanas. [↩]
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De acuerdo con la filosofía del álgebra geométrica, hubiera sido más coherente que se hubiera llamado parte imaginaria del complejo no a , sino a , pero así se hizo la definición, qué le vamos a hacer… [↩]
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Hay quien todavía añade la coletilla de puros para enfatizar más que no tienen parte real. Pero imaginario e imaginario puro es lo mismo. Esto viene de otros tiempos en que había autores (Descartes) que llamaban imaginarios a cualquier número complejo. Actualmente ya no es el caso. [↩]
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En inglés field. No se os ocurra traducirlo al inglés como body, aunque parece que sí se ha acabado por tolerar ver escrito en español campo de tanto en tanto (en expresiones como “el campo de los reales”). El concepto original fue inventado en 1871 por el alemán Richard Dedekind, que utilizó la palabra Körper. [↩]
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En los libros de texto es más habitual indicar la conjugación con una raya horizontal por encima, de este modo: , pero usaré las notaciones que mejor se corresponden con las utilizadas habitualmente en el álgebra geométrica. [↩]
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No fue Cardano el primero que dedujo las fórmulas: la solución (sin demostración, que tuvo que rehacer por sí mismo) de la ecuación de tercer grado la obtuvo bajo juramento de no revelarla de Niccolò Fontana, más conocido como Tartaglia (1499-1557), quien, a su vez, la había deducido por su cuenta sabiendo que su auténtico descubridor, Scipione del Ferro (1465-1526), ya había conseguido resolver este problema, tenido hasta entonces por casi irresoluble. Con ello la Matemática occidental conseguía superar por primera vez los logros de los antiguos griegos, toda una proeza. En aquella época era habitual que los matemáticos se desafiaran entre ellos para resolver problemas, y en estos desafíos se ponía en juego, aparte del prestigio, dinero, la protección de un mecenas o el conseguir alguna posición académica. De ahí que mantuvieran en secreto sus descubrimientos, cosa que hoy en día puede parecernos increíble. La solución de la ecuación de cuarto grado la dedujo un discípulo de Cardano, Lodovico Ferrari (1522-1565). [↩]
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En el caso del ejemplo anterior, esa suma de raíces cúbicas, no es más que la suma de dos complejos conjugados de módulo 4 [↩]
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Cuando en alguna ocasión le preguntaron a Newton sobre una cuestión sobre números complejos, éste respondió que preguntaran a de Moivre, que era quien dominaba más este tema. [↩]
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{ 10 } Comentarios
Antes de nada decir que espero con impaciencia el resto de artículos. ¡Me interesa mucho y te agradezco el tiempo y esfuerzo! Dicho esto estoy pensando en por qué el cálculo de Euler señalado en rojo estaría mal. Aplicando el método de resolución de raíces de número complejos que se enseña en bachillerato obtendríamos que raíz(-2) tendría dos soluciones complejas: raiz(2)i y -raiz(2)i, y análogamente para raíz(-3) Realizando los cuatro posibles productos se obtienen las dos soluciones raiz(6) y -raiz(6). ¿Por qué una de ellas es correcta y la otra no? No sería esto una función multivaluada (creo recordar que se decía así), por serlo la raiz?
Gracias Felipe. Para empezar, una cosa es que toda ecuación de tipo x^2 = a tenga dos raíces, x_1 = raíz(a) y x_2 = -raíz(a), pero en cambio, el símbolo del raíz cuadrada, que aquí indicamos como raíz(), siempre se entiende en su determinación con signo positivo. Por tanto, si escribo raiz(36), siempre quiero decir 6, no -6, y si escribo raíz(81), siempre quiero decir 9, no -9. El símbolo de raíz cuadrada no es multivaluado. Si quieres una expresión multivaluada tendrás que colocar el signo de más/menos por delante…
El error de Euler está en seguir la regla, válida para los números reales positivos, que dice que el producto de dos raíces cuadradas es la raíz cuadrada del producto de los radicandos. Es cierto que raíz(4) * raíz(9) = raíz(4 * 9) = raíz(36) = 6, pero en cambio, es falso que raíz(-1) * raíz(-1) = raíz [(-1)*(-1)] = raíz(+1) = +1. Lo correcto es que raíz(-1) * raíz(-1) = -1, naturalmente, por la misma definición de raíz cuadrada.
Espero que que haya quedado claro…
Hmmm. A mí es que me preocupan los matices, que luego asoman por los sitios más inesperados.
Si raiz es una función f(R) -> R, entonces raiz(-2) no está definida, y por lo tanto entiendo que raiz(-2) * raiz(-3) tampoco debería estarlo, o eso me dice el sentido común y toda práctica que yo recuerde. Sería parecido al caso de hacer (1/2) : (1/0). Por mucho que aplicar la mecánica habitual conduzca al resultado 0/2, entiendo que al no estar definido 1/0 no hay nada que hacer.
Si raiz es una función f(R) -> C, entonces… bueno, me resulta una definición un tanto artificial escoger el resultado positivo si los complejos en general no tienen signo definido (de nuevo, que yo sepa o recuerde). Es verdad que como el resultado siempre tendrá solo parte real o solo parte imaginaria, habrá una elección obvia, pero me resulta un poco artificial. Pero bueno, todas las definiciones son artificiales
Gracias por la aclaración
El símbolo de radicación es problemático. Te recomiendo este enlace, sobre todo los apartados “Singularidad de las raíces de números positivos” y “Raíces de números negativos”, para ver qué indica el “libro de estilo matemático” sobre el uso correcto de los radicales.
Genial. Ojalá hubiera conocido ésta página 10 anos atrás; probablemente hubiese estudiado física o matemáticas. Lastima.
Muchas gracias, Javier. Nunca es tarde del todo. Incluso como aficionado, es posible llegar bastante lejos si uno se lo propone en serio.
Hola, gracias y felicidades por el excelente trabajo. Me siento bastante cohibido frente al tema. Por eso me gustaría saber si realmente es posible llegar a deducir operando que la suma de raíces cúbicas que es solución del polinomio cúbico da sencillamente 6. Ni imaginio cómo se opera esa suma. Saludos
Hola Javier, Esa suma de raíces no es nada fácil de calcular. Para comenzar, debería bastar viendo que x = 6 verifica la ecuación original x^3 – 48 x +72 = 0, y por tanto, como la “fórmula” de Cardano está bien deducida, esa suma de raíces cúbicas tiene que dar 6.
Pero si de verdad quieres llegar a 6 sumando esas dos raíces cúbicas, conviene que sepas algunas cosillas:
Cada una de esas raíces cubicas es un número complejo, expresable cada una como algo del tipo a + b i, donde a y b son números reales. Dentro de la primera raíz cúbica tenemos este complejo: -36 + 40 rq(7) i. Y dentro de la segunda raíz cúbica tenemos este otro complejo: -36 – 40 rq(7) i, donde rq es la función que devuelve la determinación positiva de la raíz cuadrada del número positivo entre paréntesis. Para sacar las correspondientes raíces cúbicas de cada uno de estos complejos te remito a lo que se dice en la siguiente entrada. Verás que la raíz cúbica de un complejo es otro complejo cuyo módulo (“longitud”) es la raíz cúbica del módulo del complejo original y cuyo argumento (“ángulo respecto al eje real”) puede ser: a) la tercera parte del argumento del complejo original, o bien, b) la tercera parte del argumento del complejo original, más un ángulo de 120º, o bien, c) la tercera parte del argumento del complejo original, más un ángulo de 240º. O sea, que tienes tres opciones para elegir el valor de cada una de las raíces cúbicas, de momento.
El módulo del complejo que hay dentro de la primera raíz cúbica sería, aplicando el teorema de Pitágoras:
|-36 + 40 rq(7) i| = rq{(-36)^2 + [40 rq(7)]^2} = rq{1296 + 2800} = rq(4096) = 64
Y el módulo del complejo que hay dentro de la segunda raíz cúbica da exactamente lo mismo:
|-36 – 40 rq(7) i| = rq{(-36)^2 + [40 rq(7)]^2} = rq{1296 + 2800} = rq(4096) = 64
El argumento del complejo que hay dentro de la primera raíz cuadrada sería:
\theta_1 = arc tg [40 rq(7)/(-36)], que aproximadamente vale 124,2289º (la calculadora da -55,7711º, pero hay que sumar 180º, porque el complejo se encuentra en el segundo cuadrante, entre 90º y 180º (parte real negativa, parte imaginaria positiva)
El argumento del complejo que hay dentro de la segunda raíz cuadrada sería:
\theta_2 = arc tg [-40 rq(7)/(-36)], que aproximadamente vale 235,7711º (la calculadora da 55,7711º, pero hay que sumar 180º, porque el complejo se encuentra en el tercer cuadrante, entre 180º y 270º (partes real e imaginaria negativas).
Ahora toca sacar las raíces cúbicas de estos complejos a partir de sus respectivos módulos y argumentos. El módulo de la raíz cúbica del primer complejo, será la raíz cúbica (indicada como rc() ) del módulo del primer complejo, ya calculado antes:
|rc[-36 + 40 rq(7) i]| = rc |-36 + 40 rq(-7)| = rc(64) = 4
Para el módulo de la segunda raíz cúbica volvemos a obtener 4: |rc[-36 - 40 rq(7) i]| = rc |-36 – 40 rq(-7)| = rc(64) = 4
Para el argumento, que llamaré \phi_1, de la primera raíz cúbica, si seguimos la opción a) mencionada antes:
\phi_1 = \theta_1/3, que aproximadamente es 124,2289º/3 = 41,4096º
Para el argumento, que llamaré \phi_2, de la segunda raíz cúbica, siguiendo otra vez la opción a) mencionada antes:
\phi_2 = \theta_2/3, que aproximadamente es 235,7711º/3 = 78,5904º
Pero ¡CUIDADO!: aquí hay una trampa en la que no hay que caer. No podemos elegir la combinación de opciones para los argumentos que nos de la gana, porque resulta que la llamada “fórmula” de Cardano en el fondo no es propiamente una fórmula, sino como bien se dice en la correspondiente entrada de la Wikipedia, un método. La “fórmula” en sí no basta, porque ese par de raíces cúbicas que se suman son expresiones ambiguas (multivaluadas, usando la expresión que usé en la respuesta a Felipe, más arriba), que debería haber puesto, para ser riguroso, entre comillas. Para resolver la ambigüedad hay que exigir el cumplimiento de esta propiedad: el producto de las dos raíces cúbicas tiene que valer -p/3, donde p es el coeficiente que multiplica a “x” en la ecuación de tercer grado reducida (o sea, sin término cuadratico). En nuestro caso, p = -48, y por_tanto, p = -48/(-3) = 16, que es un número real. Para que el producto de estas dos raíces cúbicas sea un número real necesito que el argumento de la segunda raíz cúbica sea el opuesto de la primera. O sea, que el \phi_2 que hemos encontrado no nos vale. Pero sí nos vale el argumento \phi_2 obtenido siguiendo la opción c):
\phi_2 = \theta_2/3 + 240º, que es aproximadamente 318,5904º, en el cuarto cuadrante. O reexpresándolo como ángulo negativo, restando una vuelta entera:
318,5904º – 360º = -41.4096º
Que no es más que el argumento de la primera raíz cúbica, pero cambiado de signo. Perfecto, porque para multiplicar dos complejos se toma como módulo resultante el producto de módulos, en nuestro caso:
4 x 4 = 16, que da el valor -p/3 que tenía que dar, como tiene que ser
y el argumento del producto es la suma de argumentos, que en nuestro caso se anula y da 0, como tiene que ser, ya que el resultado es real.
Así pues, encontramos que la suma de las dos raíces cúbicas es, sumando por componentes real e imaginaria, como una suma de componentes de un vector:
“rc(-36 + 40 rq(7) i)” + “rc(-36 – 40 rq(7) i” =(aprox.) = 4 (cos 41,4096º + i sen 41,4096º) + 4 (cos 41,4096º – i sen 41,4096º) = = 4 cos 41.4096º + 4 cos 41,4096º + 4 i sen 41,4096 – 4 i sen 41,4086º = 8 cos 41,4096º + i 0 = 8 cos 41,4096º = (aprox.) = 6
Si quieres obtener el resultado exacto, sin pasar los complejos a forma polar (módulo-argumento), a palo seco, te aconsejo que procedas de esta forma: Escribe la primera raíz cúbica así:
rc(-36 + 40 rq(7) i) = a + b i
Y la segunda así:
rc(-36 -40 rq (7) i) = a – b i (porque que una sea la conjugada compleja de la otra es la única forma en que se puede cumplir que el producto de las dos raíces cúbicas dé resultado real)
Y para demostrar que (a + bi) + (a – bi) = 2 a = 6, eleva los dos miembros de la ecuación al cubo. A la derecha, obtendrás 6^3 = 216. Al otro lado, tendrás que utilizar la expresión del cubo del binomio. Pero antes de desarrollar ningún producto de paréntesis, tendrás que utilizar el hecho de que (a+bi)(a-bi) = -p/3 = 16. Sólo después de esto deberías utilizar que (a+bi)^3 = -36 + 40 rq(7)i y (a-bi)^3=-36-40 rq(7)i y acabar de desarrollar. La suma de todo debería darte 216.
La demostración de la expresión de Leibniz es más fácil. Basta elevar al cuadrado en los dos lados, y con un poco de manipulación cuidadosa se comprueba la igualdad.
Gran artículo!!!
En la universidad (Ing. Civil) recuerdo llevar geometría analítica y álgebra lineal entre otras materias, esta algebra nunca la había visto y me parece muy interesante sin embargo al ir leyendo su teoría me saltan muchas dudas e interrogantes: ¿Un segmento dirigido es un vector y viceversa?. Esta pregunta ya se la había hecho a unos matemáticos, parece sencilla, pero se contradecían en sus respuestas. Entiendo que los vectores provienen de una necesidad de la Física por lo que libros de geometría analítica (como Charles H. Lehmann) nunca menciona el término vector y siempre usan el término segmento dirigido ¿Puedo considerarlos términos equivalentes?.
Otra consulta es sobre la parte vectorial de los cuaterniones, es muy interesante saber que la “i”, “j” y “k” (unidades imaginarias) pasaron a ser los vectores unitarios (en los ejes “X”, “Y” y “Z”) en el álgebra lineal. Hay alguna forma de demostrar esto o simplemente los matemáticos vieron las ventajas de operar en la parte compleja y decidieron usarlo como herramienta para operar en un espacio tridimensional real.
Gracias de antemano.
Saludos cordiales
Hola Luis, Gracias a tí.
En álgebra geométrica se identifica vector y segmento dirigido. En Matemáticas, en general, vector puede ser “cualquier cosa que se comporta como tal”, o sea, que se comporta como un objeto perteneciente a un espacio vectorial, definido por unas determinadas propiedades. En Matemáticas abstractas, un vector puede ser cualquier cosa, como una sucesión ordenada de n números (tanto reales como complejos, o incluso cuaterniones), o una matriz de n filas y m columnas de números reales o complejos, o incluso una función, siempre y cuando se pueda definir coherentemente la suma de vectores y el producto de los escalares de un cuerpo por los vectores de modo que cumplan las propiedades de espacio vectorial.
En el caso del álgebra geométrica se hace referencia a la geometría, y ahí se puede identificar vectores y segmentos dirigidos. La suma de vectores se equipara a sumar desplazamientos dirigidos y el producto de escalares (que en álgebra geométrica, sólo son números reales) por vectores se identifica con un vector en la misma dirección, si el escalar es positivo (u opuesta, si el escalar es negativo) que la representada por el vector original y cuya longitud resulta de multiplicar el escalar por la longitud del desplazamiento asociado al vector original.
Cuando avances más por la serie verás que la i, la j y la k de Hamilton, son en realidad, desde el punto de vista del álgebra geométrica, bivectores simples, es decir, el producto geométrico de dos vectores, y propiamente representan, no segmentos orientados, sino superficies orientadas (pero claro, en el espacio tridimensional podemos asignar de forma única un vector a una superficie orientada, haciendo que sea perpendicular a la superficie, haciendo su longitud proporcional a la superficie, y asignando su sentido por la regla de la mano derecha, o la “regla del sacacorchos”).
El álgebra geométrica extiende su validez a cualquier dimensionalidad del espacio. En la entrada 7 se introducen los axiomas del álgebra geométrica, y en las entradas 8 y 9 se interpreta geométricamente qué hacen, respectivamente, el producto interior y el producto exterior de vectores, y es donde se ve claramente la conexión entre el álgebra geométrica y la geometría propiamente dicha.
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