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Teoría de juegos XIII – Juego del dictador




En el anterior artículo de la serie planteamos un nuevo juego para nuestros lectores: el juego del dictador.

Recapitulemos las reglas: teníamos 100€, y debíamos decidir cuánto de ese dinero nos quedábamos y cuánto le dábamos a Alberto.

Hemos tenido 38 participantes (hasta el viernes a media tarde, en que ya dejé de contar), y el histograma de las decisiones que habéis tomado es el siguiente (medimos la cantidad que cada jugador se queda para sí):

¿Hace falta que os cuente cuál es el resultado teórico óptimo? Por si acaso: Ana se queda con 100€, que es su máximo beneficio, y a Alberto que le den.

Cualitativamente, era obvio que iba a haber un pico en el 100… lo que quizá muchos no esperaban es que hubiera un pico tan pronunciado en el 50, y muchos valores dispersos entre el 50 y el 100. ¡Incluso alguno por debajo del 50!

¿Por qué tanta discrepancia en este y en otros juegos entre el resultado teórico y el resultado empírico? Eso es lo que veremos en este artículo. Vamos a formalizar otros pocos conceptos que, aunque ya los hemos usado durante la serie, ha sido de manera implícita o informal.

Hombre económico

Hombre económico[1] u hombre egoísta: jugador cuyo objetivo en el juego es maximizar su beneficio.

Este es el concepto de jugador que hemos estado usando hasta ahora implícitamente. Nuestro objetivo, cuando buscábamos la estrategia óptima teórica, era buscar nuestro máximo beneficio. Ojo, que eso no implica la máxima pérdida para el otro (no necesariamente), sino tan solo nuestro máximo beneficio sin mirar el beneficio del otro. Si ese máximo nuestro le da también mucho al otro, pues mejor para él; y si no, pues ajo y agua.

No debe entenderse aquí egoísta en modo peyorativo. La RAE da una definición de egoísmo que resulta muy acertada para el uso coloquial del egoísmo, pero no para el uso que le damos en este epígrafe. Por ejemplo el liberalismo económico se basa, simplificándolo, en que un puñado de compradores y vendedores, buscando egoístamente su propio beneficio, lograrán el máximo beneficio global posible.

Según sigamos avanzando a aspectos más matemáticos de la serie, será este el modelo de jugador que usaremos.

Hombre irracional

Hombre irracional: jugador que no conoce la mejor estrategia del juego, o no actúa según ella. Se usa el término jugador racional cuando se quiere hablar de su opuesto.

Ya presentamos este concepto en la segunda parte del juego de dos-tercios-de-la-media, y ya discutimos bastante allí sobre él, así que lo vamos a dejar de momento.

Hombre social

Hombre social: jugador cuyo objetivo no es maximizar su propio beneficio, sino maximizar la suma de los beneficios de todos los jugadores.

Este tipo de jugador también lo hemos visto, en la segunda parte del artículo sobre el juego de contar. Como veíamos allí, muchos autores sostienen que estos jugadores en realidad no existen, y que, si parece que existen, es porque sus genes están jugando al juego competitivo de la evolución. De ese modo, la evolución elimina a los jugadores que no se comportan de manera social sino egoísta. La sociedad desprecia el egoísmo (hasta tal punto es así que, como hemos visto, el significado de egoísta según la RAE es bastante peyorativo; por ejemplo, hemos visto en el juego del ultimátum que los Albertos tendían a castigar a las Anas que proponían un reparto poco equitativo) sin darse cuenta de que ese comportamiento social es evolutivamente egoísta.[2]

No obstante, y a pesar de ello, dependiendo de lo que estemos estudiando puede interesarnos simplificar y centrarnos en el jugador social del juego que estemos estudiando, olvidándonos del juego que tenemos por encima.

Según un hombre social, un beneficio de 5,5 será mejor que un beneficio de 7,0, porque aunque en la segunda opción él gana más (7 frente a 5), en la primera la suma es mayor (10 frente a 7).

Si recordamos el juego del ciempiés, nos acordaremos de que el resultado empírico era muy distinto del teórico esperado si utilizábamos la hipótesis de hombre económico (que era la que decíamos que era óptima teóricamente, ya que estábamos implícitamente diciendo que nuestros jugadores eran egoístas). Y también vimos en la segunda parte del artículo sobre el juego de contar que la explicación de que los jugadores eran irracionales tampoco era satisfactoria.

Pues aquí tenemos otra explicación, que algunos consideran la más satisfactoria: los jugadores del juego del ciempiés son hombres, con sus defectos y sus virtudes, y nuestra especie es un jugador social. No solo es que cada jugador se comporte como hombre social, es que cada uno de ellos asume que su oponente también es un hombre social, y piensa “bueno… probablemente no va a cortar al principio, porque si sigue ganamos mucho”, y entonces la mejor estrategia no es repartir en el turno 1. Si el otro piensa lo mismo (lo cual es bastante plausible, dado que es también un ser humano), ambos ganaremos más.

El problema es que esa mentalidad está tan arraigada en nuestros genes que a lo mejor ni hemos pensado en ella. Por ejemplo, cuando el ínclito Macluskey editaba los artículos de esta serie, me decía por email: “si fuera yo, seguía siempre hasta el turno 100 y desplumábamos a la banca“. Fijaos en que su conclusión no era “y me forro” sino “y desplumamos a la banca“, en el sentido de que la banca pierde el máximo: es decir, la suma de ambos jugadores gana el máximo.[3]

Así, al menos durante los primeros turnos, cada uno de los turnos debe hacerse como un jugador social. Por ejemplo, si en el turno 5 Interrumpo, yo gano 6 y el otro 4. Pero si paso, y el otro interrumpe, yo gano 5 el otro 7. Yo gano menos, pero entre los dos ganamos más. Si en el turno 6 el oponente hace el mismo razonamiento, llegaremos al turno 7, y yo lo haré otra vez, y él otra, y otra y otra. Como ambos somos hombres sociales, probablemente haremos el mismo razonamiento (incluso sin pensarlo mucho) y ambos ganemos más. Nos diremos “jo, si este tipo colabora, nos forramos”.

Podrás imaginar que la situación tampoco tiene por qué ser “todo o nada”. Y por eso no reparte en el turno 1 o en el 100, sino que puede (suele) ser algo intermedio. Unos llegarán hasta el turno 100, otros cortarán en el 1 y la mayoría en algún lugar intermedio. Pero en cualquier caso, parece obvio que las especies que son jugadores sociales tienden a imponerse sobre las que no: el ser humano sobre los felinos de la sabana, los lobos que cazan en manada sobre las manadas de ciervos, los seres pluricelulares sobre los unicelulares,… Y todo ello a pesar de que un león es capaz de comerse a un humano, un ciervo de cornear a un lobo y un virus de matar a una célula humana.

¿Por qué? Porque como veíamos en artículos anteriores, en realidad existe un jugador egoísta en un juego superior (por ejemplo, nuestros genes en el juego de la evolución) que nos obliga a comportarnos como jugador social en este. Este juego es paradigmático: para ganar lo máximo en el juego completo (egoísmo), lo mejor es ser social turno a turno (al principio al menos).

Veremos más adelante (quizá dentro de ocho artículos) que el hombre económico también puede aprovechar ese conocimiento para maximizar su beneficio, aunque no de manera tan sencilla como veíamos inicialmente, y a lo mejor eso es lo que están haciendo inconscientemente nuestros jugadores empíricos.

También profundizaremos dentro de 2-3 artículos en la idea de que el comportamiento egoísta y el comportamiento social pueden ser en realidad el mismo.

Algunos autores llaman a ese comportamiento hombre superracional, en el sentido de que son racionales en un nivel superior: si ambos son superracionales, ambos ganarán más. En mi opinión no es exactamente lo mismo: un jugador social antepondrá la ganancia de la sociedad a la suya propia, mientras que uno superracional lo hará únicamente si eso supone que, haciendo el otro lo mismo, ambos ganan más. Creo que al final, evolutivamente, es lo mismo, pero quizá cada uno pone el énfasis en un sitio distinto. En cualquier caso, más adelante volveremos a darle vueltas a esto.

Hombre altruista

Hombre altruista: jugador cuyo objetivo en el juego no es maximizar su propio beneficio, sino maximizar el beneficio de otros.

Este comportamiento lo hemos visto en los comentarios del juego del dictador, que daba pie a este artículo: teníamos 100€ y debíamos decidir cuánto nos quedábamos y cuánto le dábamos al otro. Aunque muchos jugadores ha decidido quedarse los 100€, muchos otros han decidido repartirlo de una forma más equitativa (como antes, no tiene por qué ser 100% altruista, sino que será en un cierto porcentaje egoísta y en cierto porcentaje altruista).

Nótese que este caso no es el mismo del hombre social. Como hemos visto, el hombre social elegirá 5,5 antes que 7,0. Pero es que el hombre altruista elegirá 5,5 incluso antes que 10,0 o hasta que 11,0.

En Internet, nadie sabe que eres un perro (Peter Steiner, en The New Yorker, 1993)

Hay varias posibles explicaciones (y supongo que la correcta es una mezcla de ellas):

  • Un error en el diseño del experimento: la distorsión del encuestador. Los jugadores, al saberse observados, no dicen lo que realmente harían si no hubiera nadie viéndoles, y sesgan el resultado hacia el comportamiento socialmente aceptado. Dado el anonimato de nuestros comentarios, esperaba que este efecto se disipase un poco (ya sabéis, en Internet nadie sabe que eres un perro), pero lo cierto es que quizá también tenemos una “reputación digital” que mantener, y de hecho algunos jugadores han dado explicaciones (casi excusas) de por qué daban 0 a Alberto, ¡como si estuviéramos juzgándoles! … Bueno… quizá en cierto modo sí lo estamos haciendo, ¿no?
  • Existe alguna recompensa que no estamos teniendo en cuenta. Por ejemplo, un jugador puede sentirse bien consigo mismo si realiza un reparto más equitativo que 100,0. Por ejemplo, si realiza 50€,50€, se siente satisfecho consigo mismo (sus glándulas empiezan a segregar endorfinas o alguna cosa así) y recibe un pago de 2 adicional, de modo que en realidad el pago es 52,50. Nótese que en el 50 puse intencionadamente el símbolo del Euro para indicar que era un pago monetario, pero en el 2 no lo he puesto para indicar que es un pago no-monetario. Así, habríamos reducido la discusión a la del hombre social del epígrafe anterior (que a su vez probablemente es un caso de hombre egoísta en el juego de la evolución). Como ejemplo de este comportamiento, alguno de nuestros jugadores decía que “prefiero dormir tranquilo” o “no se sabe las vueltas que da la vida” (es decir, en realidad está esperando un pago futuro) o quería que Alberto le invitara luego a las copas con lo que le había dado.
  • El valor de las recompensas no es igual para todo el mundo y no nos habíamos dado cuenta. Por ejemplo, una persona de renta alta podría no valorar en mucho unos pocos euros, pero sí creer que le serán mucho más útiles al otro, si no tiene renta tan alta. Así, si se queda todo, el pago será 60,0 (ya que 100€ para él tienen un valor de 60; de nuevo, la falta del símbolo del euro es intencionada)[4] mientras que si le da 70€ al otro, él cree que el valor para el otro será mayor, como por ejemplo 20,70 (los 30€ que se queda valen 20 para él, pero los 70€ que le da al otro valen 70). De este modo, otra vez queda reducido al estudio del hombre social.

Como vemos, todas las explicaciones pasan por el hecho de que el experimento está mal, bien porque influimos en él, bien porque no estamos midiendo lo que creemos.

Que el altruismo exista o no, es motivo de discusión profunda entre los estudiosos del tema, así que por nosotros lo dejaremos aquí.[5]

Hombre malvado

Hombre malvado: jugador cuyo objetivo en el juego es minimizar el beneficio de otros.

Ya desde Platón se decía que el hombre malvado solo era malvado porque no conocía las verdaderas consecuencias de sus actos. Así que no os sorprenderá si digo que para muchos este tipo no existe: o bien es simplemente un hombre irracional o bien existe alguna recompensa que no estamos teniendo en cuenta.

Por lo tanto, con este epígrafe no nos referimos al ladrón que roba 1.000.000€ del banco para pegarse la gran vida. Eso sería un hombre económico, que ha sopesado la potencial recompensa y el potencial castigo si le pillan y simplemente ha decidido lo que mejor le venía. Seguro que alguna vez has oído lo de “todos tenemos un precio“… pues eso.

Tampoco nos referimos al gamberro que rompe una marquesina de autobús o al troll que estropea una sana discusión en un foro,[6] pues esos también tienen recompensa: las endorfinas (o lo que sea) que produce su cuerpo al realizar la acción, o el status ganado ante sus amigos, o alguna otra ganancia, compensan para ellos la pérdida de la sociedad, así que su recompensa es mayor haciendo eso que quedándose quietecitos.

Por ejemplo, cuando jugábamos a “dos-tercios-de-la-media“, Alb dijo un número altísimo intencionadamente… pero tampoco nos referimos a él, porque parece ser que su estrategia involucraba jugar iteradamente y utilizar esa “bravuconada” para condicionar futuras decisiones en futuras iteraciones del juego. Imaginad al niño recién llegado al colegio que el primer día agarra a cualquiera en el recreo y le da una somanta de palos, solo para dejar clara su posición… pues eso tampoco es la maldad a la que nos referimos, porque es una estrategia para el futuro.

Nos referimos a quien hace el mal por sí mismo

Como antes, no existe consenso sobre si el hombre malvado existe o no. Desde luego, no parece que haya muchos ejemplos (si hay alguno) en que no se pueda hacer corresponder sobre uno de los comportamientos anteriores.[7]

El problema de las pensiones, revisitado

Así que ahora volvemos a estudiar el problema de las pensiones (reléelo si no lo tienes fresco). Allí vimos que, como hombres económicos, había dos decisiones posibles:

  • Si el juego iba a terminar en algún momento o el pago futuro decaía, lo mejor era Interrumpirlo ya.
  • Si el juego podía continuar indefinidamente, lo mejor era Continuarlo siempre.

Pero ahora debemos añadir el hecho de que el ser humano, para bien o para mal, no es solamente un hombre económico.

Si creemos que el juego se va a acabar, lo mejor parece ser Interrumpirlo ahora.

Si lo Interrumpimos ahora probablemente dediquemos nuestros recursos a cuidar de nuestros padres de todos modos,[8] sea por el componente social o por el componente altruista. Eso tiene un coste para nosotros. Supongamos que ese coste es X (ojo: X puede ser mayor o menor de 100, no lo sabemos).

Así que si Continuamos el juego, estaremos pagando 100 y puede (o puede que no) que cobremos 200 en el futuro. Es decir, puede que en neto perdamos 100 o puede que ganemos 100.

Si lo Interrumpimos, no pagaremos los 100, pero de todos modos tendremos que pagar X, porque sabemos que no vamos a dejar tirados a nuestros padres y abuelos. Pero lo que sí es seguro en este caso es que no cobraremos 200 en el futuro. Es decir, en neto, perderemos X.

Incluso si se no Interrumpe bruscamente, sino que el pago futuro va disminuyendo poco a poco como veíamos en aquel artículo, podemos hacer un análisis similar.

Es por este motivo por el que, en mi opinión, sostendremos el sistema público de pensiones, durante un tiempo al menos, incluso aunque creyéramos que en el futuro puede quebrar… al menos mientras que las probabilidades de quiebra en el futuro cercano no sean lo suficientemente altas y/o el pago futuro no sea lo bastante bajo.

Veremos más sobre esas estrategias con probabilidades en futuros artículos.

Hombre social

Hombre social: jugador cuyo objetivo no es maximizar su propio beneficio, sino maximizar la suma de los beneficios de todos los jugadores.
Este tipo de jugador también lo hemos visto, en la segunda parte del artículo sobre el juego de contar. Como veíamos allí, muchos autores sostienen que estos jugadores en realidad no existen, y que, si parece que
  1. Que no se nos enfaden las damas. Utilizamos el término hombre para indicar la especie, no el sexo. La expresión se traduce del latín homo economicus. []
  2. Seguro que nuestros contertulios psicólogos o filósofos, si los hay, pueden confirmarnos cómo dichas disciplinas han dado vueltas a esta idea continuamente a lo largo de la historia. []
  3. Nota del tal “ínclito Macluskey”: Conste que sigo pensando lo mismo, ¿eh? []
  4. ¿Te parece muy extraño esto? Piensa que si cobras 100€ tendrás que darle 40€ a Hacienda. Si cobras menos, le darás menos; no solo le darás menos en valor absoluto, sino también porcentualmente menos, porque el IRPF no es lineal. El tema ya ha salido anteriormente en El Cedazo. []
  5. Una vez más, si hay psicólogos, sociólogos o filósofos en la sala, seguro que pueden aportar algo. []
  6. Por ejemplo, cuando jugamos al “dos-tercios-de-la-media”, podría ser que alguno de los números altos fuera de un “jugador malvado”… no lo sabemos. []
  7. Otra vez: ¿algún sociólogo/psicólogo/filósofo/teólogo en la sala? []
  8. Algo que de todos modos, ahora mismo, muchos ya tienen que hacer, porque las pensiones no son tan altas, pero bueno, dejemos eso, que no es el objetivo de este artículo. []

Sobre el autor:

J ( )

 

{ 19 } Comentarios

  1. Gravatar chemist | 22/11/2010 at 04:18 | Permalink

    He obtenido una buena recompensa de endorfinas leyendo este artículo. Gracias J

  2. Gravatar oldman | 22/11/2010 at 11:35 | Permalink

    No se si será digno de tener en cuenta en una teoría de juegos seria, pero en el mundo real existe el “hombre pasota” en porcentajes suficientemente elevados (p.ej. de abstención en elecciones) como para distorsionar una situación a favor de los egoistas. ¿entra a considerarse este grupo en alguno de los próximos artículos?

  3. Gravatar J | 23/11/2010 at 08:33 | Permalink

    Jeje. No, no había pensado en ello. Pero siempre puede estudiarlo como si “pasar de todo” fuera una elección más de la matriz, con sus recompensas/pérdidas asociadas.

  4. Gravatar Eagle | 23/11/2010 at 10:28 | Permalink

    Excelente, un análisis muy completo y muy claro. ¡ Pero cómo me está gustando esta serie !

  5. Gravatar Fernando-C | 23/11/2010 at 09:38 | Permalink

    La aplicación obvia de la matemática a la psicología es la estadística, pero este excelente artículo nos hace vislumbrar un campo prometedor también a la teoría de juegos. Sobre el hipotético “jugador malvado” cuyo objetivo es minimizar el beneficio de los demás aún a costa del suyo propio sí existe. Un ejemplo los terroristas del 11S, aunque siempre se podría argumentar que esperan el beneficio en otra vida.

  6. Gravatar Anónimo | 23/11/2010 at 11:06 | Permalink

    En mi opinión, todos los modelos de hombres son el mismo, el egoísta, solo que manifestando su egoísmo de diferentes formas y con diferente sabiduría.

    Yo no me lo puedo imaginar de ninguna forma distinta y es que tampoco es una cosa falsable, pues siempre se puede argumentar de cualquier acción que hay un beneficio oculto o que hay algún factor ajeno a la voluntad restringiendo la decisión.

    Respecto a la serie: fantástica, y conforme avanza, mejora, como los buenos vinos. ;)

  7. Gravatar neofito | 24/11/2010 at 03:06 | Permalink

    Interesante la relación del jugador social con con el gen egoista de R. Dawkins en el juego evolutivo. Por cierto, me parece que biologicamente, no tiene sentido el jugador malvado, las especies no intentan minimizar el beneficio de los demás porque sí, solo lo harán si a la vez aumentan el propio. (Y se puede considerar que los genes egoistas de Dawkins tampoco).

  8. Gravatar Argus | 24/11/2010 at 06:07 | Permalink

    Una forma de dar cabida al malvado es el resentimiento. La maldad genera en el resentido una satisfacción, pero no se puede hablar de egoísmo porque no se trata de ningún beneficio ni tiene nada que ver con ningún balance de ganancias y pérdidas propias o ajenas.

    Un amigo mío decía “Agua que no has de beber, no la dejes correr: Méala”. Es algo así.

  9. Gravatar Anónimo | 24/11/2010 at 06:21 | Permalink

    Argus: Tú mismo lo dices, la maldad genera una satisfacción, ¿eso no es en sí mismo un beneficio, una ganancia?

  10. Gravatar Argus | 25/11/2010 at 01:25 | Permalink

    La satisfacción del malvado es un beneficio para él, de alguna manera, sí, pero no podemos por eso confundir al malvado con el egoísta. Desde mi punto de vista, el malvado existe, definitivamente.

    El beneficio del malvado está fuera del juego. Si juego al ajedrez con un resentido y tras una mala jugada rompe el tablero, quizá se desahogue algo y tenga su “beneficio” pero fuera de la partida y sin ninguna opción a equilibrar la contienda.

    Un malvado más moderado, en lugar de romper el tablero, quizá empezaría a sacrificar sus piezas por la pura satisfacción de desvirtuar la partida, pero fuera de toda estrategia por conseguir la victoria.

    La maldad, como todo, puede ir dosificada y en su justa medida puede ser la génesis de algo sublime, precisamente porque avanza por caminos ajenos al juego. Los más bellos mates de ajedrez empiezan con sacrificios inexplicables que sin una pizca de maldad no hay quien los conciba. Un egoísta jamás encontraría este tipo de jugadas.

    Es muy difícil encontrar ejemplos puros y todos tenemos un poco de todo. No sólo eso, sino que incluso cada uno de los tipos de jugador implica obligatoriamente una parte de otro tipo. El hombre social tiene algo de egoísta, no porque alguien tenga las dos propiedades, sino porque la sociabilidad en sí es egoísta. Igual que el altruista tiene algo de malvado: El altruísmo sienta las bases del resentimiento, si no es correspondido como espera.

    Algo como el universo borroso de Schroedinger jajaja

  11. Gravatar Anónimo | 25/11/2010 at 04:59 | Permalink

    Pero lo que mueve el juego no solamente es el beneficio económico, sino beneficio, cualquiera que sea subjetivamente considerado como tal. Ya se sabe… para gustos, colores.

    Con el ajedrez, si el objetivo del juego es ganar la partida y acabas rompiendo el tablero, obviamente no te has ceñido al objetivo del juego, ¿pero tu objetivo no puede ser otro? O incluso aunque hayas empezado la partida con el objetivo de ganar, ¿no puede cambiar tu objetivo con el transcurso de la partida?

    Durante la partida no te abstraes del resto del universo; tu mente (junto con tus deseos) sigue pensando en otras cosas que pueden prevalecer al objetivo simple o “lógico” de ganar la partida.

    De esta forma, los diversos tipos de modelos de hombres simplemente son esquemas (pues están entremezclados) de diferentes modos de manifestar el egoísmo, aunque el principio que a todos mueve siempre es el egoísmo.

    PS: Los días próximos estaré bastante ocupado, por lo que no dispondré de suficiente tiempo para profundizar en el asunto con respuestas más largas (aunque sí cortas). Lo siento por si alguien quería responder.

  12. Gravatar Argus | 26/11/2010 at 10:56 | Permalink

    Estoy de acuerdo. Al final de todo está el egoísmo. No sé si sería más apropiado hablar de hedonismo, pues es un término más amplio: Tanto el egoísta, como el social, como el altruista, se justifican al fin por el placer que les proporcionan sus actos.

    Lo que me parece interesante es lo que comentaba J de que “para muchos, el malvado no existe”. Entonces nos planteamos qué es un malvado, y tenemos nuestros problemas para definirlo.

    Por eso apuntaba yo, que aun moviéndose por puro placer, como cualquiera, la diferencia podría estar en que el malvado se ha saltado alguna norma elemental.

    Al malvado lo definen las premisas del juego: Entre la gente honrada, malvado puede ser un mafioso. Entre los mafiosos, el malvado es el chivato.

  13. Gravatar oldman | 28/11/2010 at 12:34 | Permalink

    @Anónimus y Argus: ¿Al final de todo está el egoísmo?

    Una persona, sin ningún problema económico ni familiar, dona su cuerpo a la ciencia. En mi opinión se le puede considerar un hombre social o altruista, pero no creo que merezca el calificativo de egoista (salvo que el “comisario del juego” se empeñe en imputarle una razón, p.ej.-lo hizo para tranquilizar su conciencia- en cuyo caso el problema es del “observador” que no conoce la generosidad).

    Quiero decir con esto que en la teoría de juegos supongo que, para una problemática concreta, no se basa en meter con calzador unos tipo concretos de jugadores sino de tener en cuenta los posibles tipos reales cuyas interrelaciones pueden conducir a orientar la estrategia para alcanzar determinado objetivo. Ya dijo J en la introducción “las aplicaciones de la teoría de juegos son amplísimas” y supongo que en artículos posteriores los problemas serán más realistas.

  14. Gravatar J | 28/11/2010 at 09:15 | Permalink

    oldman: el problema para ponernos de acuerdo es que tu estás pensando en un juego y yo en otro. Tú ves que el hombre está jugando y se sacrifica (o dona su cadáver, en tu ejemplo): altruismo del hombre. Yo en cambio veo que el gen está jugando, y “obliga” al hombre a sacrificarse para seguir vivo en quienes comparten sus genes: egoísmo del gen.

    No quiero seguir escribiendo en este comentario, porque es el tema de los próximos cuatro artículos.

  15. Gravatar oldman | 28/11/2010 at 11:26 | Permalink

    Está bien, don Jota, céntrate en los artículos que esperamos con interés. Por eso mi comentario era para Anónimus y Argus.

    Pero aclaro: No pensaba que los genes entrasen en la teoría de juegos, aunque reconozco que la personalidad de los jugadores es en un x% cultural y en un y% congénita (evolucionando el reparto con la edad) y que por lo tanto los genes mueven parte de los hilos que impusan nuestras acciones. Pero a los “genes egoistas” se les acaba el guión después de que su vehiculo portador, hombre o mujer, ha cumplido con el mandato genético de la reproducción. Y en el ejemplo que puse (donación del finado para la ciencia, o sea no para transplante de órganos sino para las prácticas o investigaciones en una facultad de medicina) no creo que los genes egoistas sean inspiradores de la idea ya que su perspectiva, si es que queda alguno fresco, es salir por un desagüe o en una bolsa de plástico. En fín, que lo veo como un ejemplo de decisión cultural y socio-altruista. Quizás sean casos raros pero conozco algunos reales. Un saludo, a la espera del próximo artículo.

  16. Gravatar J | 29/11/2010 at 03:17 | Permalink

    Acaban de publicar en GenCiencia dos artículos que casi parece que sean respuesta a este artículo de El Cedazoy sus comentarios:

    http://www.genciencia.com/genetica/el-adn-determina-nuestro-grado-de-altruismo-egoismo-y-cooperacion-i

    http://www.genciencia.com/genetica/el-adn-determina-nuestro-grado-de-altruismo-egoismo-y-cooperacion-y-ii

    ¿No será que Sergio Parra lee El Cedazo?

  17. Gravatar Eliana | 20/10/2011 at 08:37 | Permalink

    La verdad que sus opiniones me sirvieron para un trabajo de filosifia, y sacando un pococ de cada opinion pude hacer el trabajo, lo que fue mejor es que lo entendi. Gracias

  18. Gravatar PEPE | 13/12/2012 at 06:23 | Permalink

    Estos ejemplos tienen un problema, intelectualmente motivan, pero …. y si cambiamos el dinero FIAT por bienes reales… la ilusiñon de … por la realidad de… seguro que la cosa cambia… prefiero pensar que a mejor, pero seguro que a peor….

    Saludos

  19. Gravatar J | 13/12/2012 at 12:30 | Permalink

    PEPE: fíjate en que en los ejemplos numéricos a veces pone cantidades en € y a veces pone números crudos, sin €, para indicar que son un pago de valor X. No X €, sino X. Que eso corresponda a una cantidad concreta en € puede ser cierto o puede no serlo.

    Evidentemente, cuantificar esa X cuando no es un pago directo en oro puede ser muy difícil. E incluso así, a lo mejor el oro se devalúa.

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