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Filosofía de la mente – Presentación

La Filosofía de la Mente se ocupa de los estados mentales, sus naturalezas y sus causas. El comportamiento del hombre en base a esto ocupa el tema central, llegando a abarcar ámbitos epistemológicos y ontológicos.

Mi objetivo al escribir estas palabras es esbozar una serie sobre la Filosofía de la Mente, que con ayuda del lector, pueda ser corregida y reeditada en una versión final.

Las entradas estarán divididas de la siguiente forma:

  • Filosofía de la mente a través de la historia.
  • El problema mente-cuerpo.
  • ¿Las otras personas tienen mente? ¿Los animales tienen mente?¿Puede una máquina tener mente?
  • Lo que hay afuera.
  • ¿Somos libres?
  • La identidad.
  • El inconsciente.
  • La intencionalidad.
  • Causalidad mental.
  • El yo.

Puedes seguir leyendo el primer artículo de la serie sobre la Historia de la Filosofía de la mente.

Análisis de las Paradojas del Viaje en el Tiempo.

En el artículo anterior, que forma parte de esta serie sobre la naturaleza del tiempo, hicimos las primeras consideraciones sobre el viaje a través del tiempo: cuáles son sus distintos significados, cuáles están avalados por la Física, y cuáles son las implicaciones filosóficas iniciales. Ahora, iremos más allá y examinaremos la cuestión más problemática y a su vez fascinante: las paradojas del viaje en el tiempo. Sin embargo, ¿qué es una paradoja? ¿Existen contradicciones en la naturaleza?, ¿o sólo en las ecuaciones de los físicos?

En la naturaleza no hay paradojas. La naturaleza es coherente y consistente consigo misma: de ahí la pasión del hombre por encontrar patrones, inducir leyes y hacer ciencia. Con todo, la ciencia no es una narración de la realidad, sino justamente una creación del ser humano en el intento por comprenderla. Las paradojas en la Física son, de hecho, una señal de alerta de que algo estamos entendiendo mal, y de que nuestros modelos o creencias no se ajustan del todo con la naturaleza. Hemos vistos antes que la Física permite cierto tipo de viaje en el tiempo; entonces ¿por qué surgen paradojas? ¿Qué es lo que estamos entendiendo mal? ¿Son paradojas por ser contradicciones reales, o sólo aparentes?

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“Drawing Hands”, M. C. Escher.

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Los Problemas Filosóficos del Viaje en el Tiempo

En los últimos artículos de esta serie, hablamos acerca de cómo cambia la noción que tenemos sobre el tiempo a partir de las teorías de la relatividad especial y relatividad general, y de las implicaciones de la mecánica cuántica. Hoy comenzaremos a examinar una cuestión de asiduas controversias: los viajes a través del tiempo.

Todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿será posible viajar en el tiempo?, y muchas veces sin considerar inmediatamente: ¿qué es el tiempo? Como hemos visto a lo largo de la serie, la naturaleza del tiempo aparenta exceder los límites del intelecto humano, si bien hemos avanzado mucho en la comprensión de su comportamiento físico, a través de los trabajos fundamentalmente de Albert Einstein. Al hablar de viajar a través del tiempo, ¿qué estamos entendiendo por “tiempo”, y qué por “viajar”? Por ejemplo, ¿estamos presuponiendo que tanto el futuro como el pasado existen físicamente, y que podemos acceder a ellos? Por otra parte, el concepto de viaje o movimiento se refiere a la relación entre espacio y tiempo (de ahí que hablemos de km/h, m/s, etc.); ¿qué significación le estamos dando al aplicarlo únicamente en el tiempo?

Es necesario preguntarnos ¿qué entendemos por viajar en el tiempo?, ya que de su respuesta depende ¿qué principios físicos avalan o comprometen el viaje a través del tiempo? En este artículo examinaremos el origen del concepto de viaje en el tiempo, las distintas interpretaciones desde la Física, y las implicaciones filosóficas que éstas sugieren. De modo que propongo comenzar con la pregunta: ¿De dónde y cuándo surge semejante idea?

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Representación artística de “La máquina del tiempo” de H. G. Wells.

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¿Qué es el Problema de Gettier?

La parte de la Filosofía que estudia todo lo referente al conocimiento en general, su alcance, su naturaleza, su origen, etc. se llama Gnoseología (o también “Teoría del Conocimiento”). La pregunta por ¿qué es el conocimiento?, nació junto con la propia Filosofía y ha sido tratada por los más célebres pensadores de toda la historia.

En una de sus obras, llamada “Teeteto”, Platón narra una discusión entre Sócrates y Teeteto, en la que debaten sobre qué es el conocimiento. Allí se explica que la única forma de entender este concepto sin caer en ambigüedades, es definirlo como una creencia verdadera y justificada. Y aunque parezca difícil de creer, esta definición se mantuvo plenamente firme durante toda la historia –claro que surgieron variantes, desarrollos y demás; pero a ésta se la aceptaba como “la definición clásica”–, hasta que en el año 1963, el filósofo estadounidense Edmund Gettier desarrolló unos contraejemplos que intentaron demostrar que esta forma de entender el conocimiento no es completa. A estos contraejemplos o experimentos mentales se los denomina como Problemas de Gettier.

Gettier publicó un artículo muy breve con el título de “Is Justified True Belief Knowledge?” (“¿Es Conocimiento la Creencia Verdadera y Justificada?”), que le valió el reconocimiento y prestigio internacional. El impacto que tuvo ese célebre artículo fue tremendo, ya que con unas simples consideraciones que a primera vista pueden parecer ingenuas, demostró que una creencia verdadera y justificada puede resultar no ser conocimiento; lo que, obviamente, generó una amplísima polémica. Al final de la entrada voy a dejar un enlace al artículo y a una traducción al español. Ahora veamos despacio de qué se trata todo esto.

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Historia de un Viejo Informático. Despedida y Cierre.

En la entrada anterior vimos cómo empezaba el milenio con su particular crisis, para variar. Luego la economía creció mucho, luego dejó de crecer, luego se sumergió en las profundidades… y yo… yo prácticamente dejé de tener contacto diario con mi profesión. Me convertí mayormente en un Usuario más, en un Usuario Final de esos que sufre cotidianamente a sus compañeros (y, sin embargo, amigos) del Departamento de Informática. Y ya no tengo nada interesante que contaros de esos años. Muchas horas, mucho stress… y poca informática, como no sean algunas Hojas Electrónicas y muchos, muchos informes….

Mi historia dejó de ser interesante (si es que alguna vez lo ha sido…), así que éste es el momento adecuado de echar el cierre. Han sido veintidós capítulos, veintitrés con éste de hoy, en los que he repasado la Historia de la Informática que yo he conocido. Que seguro que no es igual a cualquier otra Historia que cualquiera de vosotros pudiera contar… ni siquiera a la Historia Oficial, si es que tal cosa existe. Pero, si existiera, tampoco os fiéis mucho de ella: desde Suetonio y sus Doce Césares, alabar a los que tienen el poder, dejándolos en buen lugar, y denigrar a los que cayeron por el camino es práctica común… al fin y a la postre, los historiadores también tienen que comer, y eso resulta más fácil si se está en sintonía con los poderosos.

Y en cuanto a la serie, mi hija asegura que incluso el propio nombre que elegí para ella (“Historia de un Viejo Informático”) está mal puesto; en su lugar, ella opina que sería mucho más adecuado “Historia de un Informático Viejo”… amor filial, ya veis… la moza ha salido ocurrente, como su padre y su madre… Por cierto, a ver si me la vais buscando un puestecito, que termina la Carrera de Informática el año que viene, y la cosa está mu apretá

Confidencias no han faltado en esta serie

Confidencias no han faltado en esta serie

Muchas cosas os he contado al oído… cosas que posiblemente no os cuente nadie más. E, indefectiblemente, me he dejado muchísimo en el tintero (en el teclado, más bien), y habréis echado en falta mucho; algunos incluso me habéis sugerido que hable de a o de b… cosa que no puedo hacer porque, aun siendo culo de mal asiento como soy, no he estado en todas las tecnologías que en la Informática han sido.

AS/400, Netware, UNIX, Linux, los Macintosh de Apple, Java… han aparecido marginalmente en los artículos correspondientes, pero no puedo entrar en profundidad a describiros nada de ellos, pues nunca he trabajado en serio con estos adminículos…

Os sugiero, queridos lectores, que escribáis vuestras vivencias, vuestros recuerdos, vuestras experiencias, como yo lo he hecho… son de una enorme ayuda para las generaciones venideras… como espero sinceramente que estas humildes líneas lo hayan sido para algunos de vosotros. Y ese invento de Pedro el Eltamiz, ElCedazo es una plataforma maravillosa para hacerlo, que lo sé por experiencia…

La serie ha tenido veintitantos episodios. Aquí tenéis el enlace donde encontraréis el acceso directo a todos y cada uno de ellos.

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Eso que llamamos “Tiempo” – En la Mecánica Cuántica (II)

Hoy continuamos con la serie en donde exploramos las principales concepciones sobre la naturaleza del tiempo a lo largo de la historia, de forma accesible. En la primera parte de este artículo, comentamos acerca de algunas consecuencias de la mecánica cuántica, como la hipótesis de la discontinuidad del tiempo y la ruptura del concepto de causalidad determinista, en virtud de las Relaciones de Indeterminación de Heisenberg.

Durante el siglo XX, el desarrollo de esta nueva mecánica demostraría cuán equivocados estábamos acerca del funcionamiento básico de la naturaleza, derrumbado muchas nociones filosóficas milenarias, como el determinismo o el monismo, así como resucitando otras profundas concepciones, entre las que cabe destacar la del carácter incognoscible del Universo –en el sentido de Kant– o la del libre albedrío. Sin embargo, también brotarían nuevas y realmente interesantes implicaciones –a partir del estudio de desconocidos fenómenos subatómicos–, como la posibilidad de la ‘bifurcación’ del tiempo, o la Interpretación de Universos Paralelos del físico Hugh Everett (1930-1982).

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El tiempo era antiguamente concebido como un río. Pero el avance de la ciencia nos hizo reconsiderar si en verdad tiene sentido hablar de un único cauce. (Bifurcaciones del Río Saskatchewan. Fuente: www.geo.uu.nl)

Especialistas y académicos advertidos están que esta serie sigue la filosofía “Antes simplista que incomprensible”. Además, como se dijo en la entrada anterior, aquí no se pretende explicar detalladamente los fundamentos de la mecánica cuántica, sino sólo mostrar sus principales implicaciones en la investigación de la naturaleza del tiempo, aunque sin necesidad de conocimientos previos. Para quienes deseen introducirse en aspectos de la cuántica en general, tienen la serie Cuántica sin fórmulas, de Pedro.

Llegar al núcleo de la cuestión que a este artículo concierne, requiere que primero nos familiarizarnos con algunos conceptos.

Erwin Schrödinger (1887-1961)
Erwin Schrödinger (1887-1961)

En busca de un modo más sencillo y menos abstracto que el de Heisenberg, a la hora de describir el mundo subatómico, Schrödinger formuló la famosa ecuación que recibe su nombre (Ecuación de Schrödinger), y que permite estudiar cómo va cambiando un sistema físico, como un electrón libre, a lo largo del tiempo. Él abandona la idea de que el electrón, por seguir con el ejemplo, es una partícula, y encuentra que tratarlo como una onda es más sencillo matemáticamente. El resultado de esa ecuación es lo que se llama función de onda del electrón. Esta función es un aparato matemático que describe completamente al electrón: no representa ninguna magnitud en particular, sino todas a la vez.

No vamos a entrar en detalles, pero sepamos que las distintas características de la función de onda revelan diferentes magnitudes físicas sobre el sistema que se quiere estudiar. Pero recordemos asimismo las Relaciones de Indeterminación de Heisenberg (desde ahora RIH): si en la función, el valor de la velocidad está muy determinado, el valor de la posición será muy difuso, y viceversa.

Esto implica que la función de onda no puede representar el estado exacto en que estará el electrón cuando realicemos la observación, como podría esperarse en la mecánica de Newton o en la de Einstein, sino todos los estados posibles o probables, dentro de lo que permiten las RIH. Ahora bien, todos estos estados posibles del electrón –que determinan por ejemplo los valores de su posición, energía, etc.– se encuentran superpuestos dentro de la función de onda. Vayamos despacio. En la física pre-cuántica lo que se hace es tomar datos de un sistema físico y con una ecuación averiguar cómo va a evolucionar en un determinado período de tiempo, obteniendo el resultado que inequívocamente mediremos en la realidad. Pero en cuántica, lo que obtenemos es una superposición de varios resultados, cualquiera de los cuales puede tener lugar en la realidad. No podemos elegir o inclinarnos por alguno de ellos antes de realizar la observación; el estado en el que se encuentra el sistema (en nuestro ejemplo, el electrón) es un estado de superposición.

Este estado de superposición evoluciona en el tiempo mediante la ecuación de Schrödinger, de una manera que siempre estará formado por los mismos estados básicos. Es decir, no pueden aparecer con el tiempo estados nuevos, ni desaparecer otros, como por ejemplo modo tal que quede uno solo. Sólo cuando se realiza la medición física ‘desaparece’ la superposición y se observa uno solo de los estados previstos. A este proceso se lo llama colapso de función de onda, ya que viola la evolución temporal dada por la ecuación de Schrödinger, que establece que se mantienen todos los estados básicos intactos en el tiempo.

Pero detengámonos un momento. ¿Qué significa que distintos estados posibles estén superpuestos?, ¿y qué nos dice esto sobre la naturaleza del tiempo?

Uno de los principios más fundamentales y antiguos de la Lógica es el Principio de Contradicción (también llamado “de no contradicción”), que simplemente dice que dos proposiciones contrarias no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. Por ejemplo, no es posible que una moneda muestre cara y no muestre cara a la vez. Lógico. Este concepto es importantísimo en la noción de tiempo desde Aristóteles hasta Einstein. El tiempo es introducido como necesidad de justificar el hecho de que, en efecto, los contrarios existen, en otras palabras, que en el mundo contemplamos cosas que son de determinada manera y que al cabo de un tiempo son de otra; ejemplo de esto es el movimiento, el cambio. El tiempo interviene para cumplir el papel de orden, de número, como decía Aristóteles. En resumen, una frase célebre de Einstein (algo irónica, claro, pero que ayuda a complementar la idea):

La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez.

Ahora bien, el concepto de superposición cuántica viene para complicar las cosas. La mecánica cuántica nos dice que hasta que no realicemos el proceso de medición, no podemos ir más allá de lo que nos muestra la función de onda, que contiene todos los resultados posibles en forma superpuesta. Por ejemplo, supongamos que la función de onda de un electrón nos dice que la posición de éste puede ser (0, 1), (0, 2) o (0, 3) (permíteme suponer que existen dos dimensiones de espacio, ¿sí?) Podríamos pensar: claro, pero aunque no la conozcamos, la posición del electrón debe tener uno de los valores posibles, del cual nos enteramos cuando realizamos la observación. Pero veremos que este argumento no puede sostenerse cuando tengamos en cuenta otras consideraciones. Es necesario aceptar que el electrón está en los tres lugares a la vez. En este proceso, el tiempo muestra una naturaleza distinta a la que estamos habituados, porque los contrarios coexisten simultáneamente, lo cual obliga o bien a rechazar el Principio de Contradicción, o bien a considerar una ‘bifurcación’ del tiempo.

Consideremos el experimento de la doble rendija. Por si no lo conoces o no lo recuerdas bien, aquí dejo un vídeo explicativo. Si eres físico y/o lo tienes muy bien en claro, conviene que lo saltees o el autor de este artículo no se hará responsable del desarrollo de onicofagia crónica o tricotilomanía.

Lo que nos interesa de esto es que si intentáramos comprender este tipo de fenómenos con nociones de la física clásica, o más concretamente a partir de la intuición, nos enfrentaríamos con una paradoja, en virtud del Principio de Contradicción. Si le preguntáramos a Newton –o a Einstein– qué sucedería en esta situación, nos diría que el electrón pasa por una rendija o bien por la otra, y evidentemente eso no sucede. Entonces, ¿qué le ocurre al electrón en el momento de atravesar las rendijas? ¿Se divide en dos y se reintegra luego? ¿La indeterminación de su posición permite que esté en varios lugares a la vez? ¿El electrón interfiere consigo mismo, en el tiempo? Al respecto, Werner Heisenberg dice (énfasis mío):

Este ejemplo muestra claramente que el concepto de función de probabilidad no permite una descripción de lo que sucede entre dos observaciones. Todo intento de encontrar tal descripción conducirá a contradicciones; esto demuestra que el término ‘sucede’ debe limitarse a la observación.

Lo que está diciendo Heisenberg es tremendo, porque le está concediendo al tiempo un carácter subjetivo –o idealista, si se quiere–, que sugiere que no tiene significado físico lo que ocurre entre dos observaciones, y que el tiempo sólo es tal en tanto es concebido por el sujeto. Tal vez, como decía Kant, no tenga sentido preguntarnos por la cosa en sí, sino más bien qué podemos conocer de ella; es decir, que lo que observamos no sea la naturaleza en sí, sino la naturaleza presentada a nuestro modo de interrogarla. Muy bien pero… ¿entonces qué significa la función de onda?, ¿es simplemente una abstracción?, ¿qué alianza con la realidad tiene esa abstracción?

Allá por 1957, el físico Hugh Everett propuso la Interpretación de Universos Paralelos (o Múltiples) para intentar encarar estas cuestiones. Antes que nada aclaro que no pretendo exponer una formulación rigurosa de la misma, sino más bien dar una idea intuitiva de lo que significa. Supongamos que tengo un dado común de seis caras. Si yo lo tiro al aire, la “función de onda del dado” me mostraría una superposición de las seis caras, como resultados posibles. Imaginemos que existe la misma probabilidad de que salga cualquiera de los seis números. Lo que dice esta interpretación es que cada resultado posible existe físicamente, pero en distintos universos. Éstos serían exactamente iguales (sí, partícula por partícula), salvo por el desenlace del suceso en cuestión. Si al caer, el dado muestra el número 3 por ejemplo, eso significa simplemente que estoy en el universo en el que la función de onda colapsó de modo tal que salió el número 3; lo que implica que inexorablemente en otros cinco universos habrían salido los restantes números (1, 2, 4, 5 y 6).

No perdamos de vista que el ejemplo de los dados es simplemente una analogía. La interpretación de Everett versa sobre fenómenos subatómicos.
No perdamos de vista que el ejemplo de los dados es simplemente una analogía. La interpretación de Everett versa sobre fenómenos subatómicos.

Sé que esto puede sonar extraño, y no hay culpa; cuando Everett publicó su hipótesis fue ampliamente ignorado o rechazado. Pero en las últimas décadas, esta hipótesis estuvo en constante estudio y fue reconsiderada ya que permite dar respuesta a fenómenos de otra forma inexplicables. Según esta interpretación, todos los estados posibles superpuestos en la función de onda tienen lugar en la realidad, pero en universos distintos. Lo que es más, nosotros mismos como observadores también tendríamos nuestros “paralelos” presentes en tales universos, cada uno de quienes observaría un resultado posible.

Algunos físicos y filósofos han calificado a esta hipótesis como no falseable, lo que significa que no sería susceptible de ser comprobada o refutada por experimentación. Lo cierto es que hasta la fecha no se ha encontrado evidencia –siquiera indirecta– que avale la interpretación de universos múltiples, aunque nada garantiza que en un futuro no se la halle (a la evidencia indirecta). Un comentario final: buscar en la red sobre este tema es una odisea; verás que resulta como caminar en bosques pantanosos cuando encuentras miles y miles de artículos ‘divulgativos’ del tipo “Universos paralelos comprobados”, o disparates similares. Ya sabes cómo son los medios. Mi consejo: cautela.

Retomemos, sin embargo, el tema anterior, que aún hay muchas cosas interesantes por considerar. Existen frecuentes confusiones sobre la ecuación de Schrödinger, como cuando se afirma que no es determinista, lo cual es falso. La ecuación de Schrödinger es completamente determinista porque nos dice exactamente qué función de onda existirá en cualquier instante en el tiempo. Es en el proceso del colapso de la función de onda en donde aparece el indeterminismo, ya que cualquiera de los estados posibles superpuestos puede tener lugar en el universo –si se quiere, en nuestro universo–.

Otro aspecto interesante es que la ecuación de Schrödinger es totalmente reversible en el tiempo, es decir, es igualmente coherente “si pasáramos la película al revés”. Recuerdas que, cuando hablamos de los procesos reversibles e irreversibles, vimos que la dirección del tiempo estaba únicamente determinada por el aumento de la entropía. Para los físicos y filósofos de la época, era algo estremecedor tener que aceptar que la única diferencia entre el pasado y el futuro esté dada simplemente por las probabilidades del desorden. ¿Acaso existirá alguna discrepancia realmente entre pasado y futuro, o se trata de la misma cosa? Acompáñame en el siguiente experimento mental.

Imaginemos que arrojamos una moneda tan fuertemente que queda en órbita alrededor de nuestro planeta. El proceso físico “moneda orbitando planeta” es completamente simétrico y reversible en el tiempo. Si filmáramos este hecho y lo pasáramos de adelante hacia atrás, sería algo totalmente explicable por las leyes de la física. Ahora bien, en ese momento, el lado que muestra la moneda –cara o cruz– está indeterminado. “¿Cómo? ¡Pero no tiene sentido hablar del lado que muestra la moneda pues aún no ha caído!”. Así es, pero por favor concédeme lo que dije antes para que el experimento sirva a lo que deseo explicar.

Mientras que yo no capture la moneda –de algún modo– la “función de onda de la moneda” seguirá mostrando una superposición de los resultados posibles: cara y cruz. Y esta función evolucionará en el tiempo de forma perfectamente reversible. Pero cuando la he atrapado –no me preguntes cómo– la función de onda colapsa hacia uno de los estados posibles y todo este fenómeno deja de ser simétrico en el tiempo.

El proceso de colapso de función de onda, pues, comenzó a ser interpretado como una nueva ruptura de la simetría temporal –como una nueva “flecha del tiempo”– puesto que viola la reversibilidad de la evolución de los fenómenos cuánticos, dada por la ecuación de Schrödinger. E incluso se llegó a postular que este proceso tiene mayor fortaleza que el del aumento de la entropía, a la hora de designar una “flecha del tiempo” objetiva. Pero el problema es que el colapso de función de onda depende plenamente del observador: del sujeto. Entonces resulta algo aún más turbador considerar que el curso del tiempo esté absolutamente establecido por el sujeto, y que no sea nada objetivo.

Lo cierto es que el fenómeno del colapso de función de onda es uno de los que menos entendemos en la actualidad, y que más debates ha generado entre físicos y entre filósofos. Nada podemos asegurar hoy.

Profundicemos un poco más en otro asunto ‘con miga’ sobre este gigante concepto que es el de función de onda. Concretamente, ¿qué tipo de información nos brinda sobre la realidad? Las variables que definen las características y el comportamiento de un sistema físico, y que por tanto pueden ser medidas y operadas matemáticamente, en mecánica cuántica se llaman observables. Habíamos visto que las RIH se dan en ciertos pares de observables, como la posición y el momento lineal (masa por velocidad), que son llamados observables incompatibles o inconmutables, es decir que cuan mayor precisión tenemos en la medición de uno de éstos, menor es la precisión con la que conoceremos a su observable “pareja”. Lo que nos interesa es que para la mecánica cuántica el tiempo no es un observable.

¡¿Cómo?! Esto parece ser un problema bastante grave, pues ¿cómo se explica la relación de indeterminación entre el tiempo y la energía? Volveremos a eso luego. Primero, ¿qué significa que el tiempo no sea una magnitud observable? El asunto es algo complejo, pero básicamente sucede que, a diferencia de los observables, el tiempo es entendido como un parámetro, dentro de la ecuación de Schrödinger, a partir del cual nos ubicamos en el momento en que queremos saber qué pasa con la función de onda que estamos estudiando. Si esto se parece al concepto de tiempo de Newton (“verdadero, matemático y que fluye sin relación con nada externo”), no es coincidencia. Justamente, en sus comienzos, la mecánica cuántica no tuvo en cuenta el carácter relativo del tiempo y del espacio, que manifiesta la Teoría de la Relatividad de Einstein.

Paul Dirac (1902-1984)
Paul Dirac (1902-1984)

Sólo una mente brillante lograría combinar la noción de tiempo y espacio relativos con las ecuaciones cuánticas. Se trata de Paul Dirac (1902-1984) que en 1928 encontró una forma muy elegante de lograrlo, lo que le valió el Premio Nobel, al igual que a todos los físicos de los que estuvimos nombrando hasta aquí. Esta combinación de la relatividad especial (ojo, no relatividad general) con la cuántica, desencadenó una serie de totalmente inesperadas y profundas consecuencias. En principio, se pudo explicar por primera vez la relación de indeterminación entre el tiempo y la energía, aunque cuyo significado es algo distinto que el de la posición y la velocidad. Una definición un poco más rigurosa de las RIH que la que estuvimos comentando, sería decir que la indeterminación de la posición (\Delta x) multiplicada por la indeterminación del momento lineal (\Delta p), es siempre mayor a un valor límite, similar a la constante de Planck (\hbar/2). Lo que se puede expresar elegantemente de la siguiente manera:

\Delta x \cdot \Delta p \ge \hbar/2

Es decir, es imposible reducir la indeterminación a cero; ésta siempre será mayor que la constante de Planck (o más precisamente “constante de Dirac”) dividida en 2. Bien, de manera similar la relación entre el tiempo y la energía adopta la siguiente forma (por favor, no la mires con horror; contempla su belleza):

\Delta E \cdot \Delta t \ge \hbar/2

Se entiende, ¿no? Pero ojo, porque \Delta t no hay que interpretarlo como “la indeterminación del tiempo”, sino más bien como el período de tiempo en el que determinamos la energía de algo. Si miramos la ecuación desde otro punto de vista, esto se entenderá muy fácilmente. Pasemos \Delta t hacia el otro lado de la igualdad y nos queda: \Delta E \ge \hbar / 2 \Delta t. Esto quiere decir que cuanto menor sea el intervalo de tiempo que usemos para medir la energía de, por ejemplo, un electrón, más indeterminada estará esta energía, ya que, como sabes, todo número dividido por algo que tiende a cero, es igual a algo que tiende a infinito. Cuanto más reducimos el intervalo de tiempo, más indeterminada estará la energía.

Muy bien, pero ¿me estás diciendo que la energía puede variar arbitrariamente, violando el principio de conservación de energía? Así es; cuando hablamos de intervalos de tiempo ridículamente pequeños, ocurren fenómenos ciertamente extraños. Un aspecto aún más fascinante de la indeterminación energía-tiempo es lo que generalmente se llama “Energía del vacío”. Piensa en esto: imaginemos una región muy remota del universo, totalmente privada de materia y energía; es decir, espacio vacío en el sentido más puro. En este caso –ideal, por supuesto– la energía presente estaría totalmente determinada: cero. Esto violaría la relación de indeterminación entre el tiempo y la energía, por lo que tal espacio vació no puede existir.

¿Entonces qué sucede? Los físicos llegaron a la conclusión de que en los pequeños intervalos de tiempo que admiten las RIH, se deben ‘crear’ cierto tipo de partículas para luego ‘aniquilarse’ entre sí. Bien, pero ¿cómo pueden crearse partículas literalmente de la nada?; ¿de dónde toman la energía? Por más extraño que parezca, de ninguna parte. Sobre esto, Heisenberg dice:

[...] Por ejemplo, un esquema, cuando es interpretado en términos de acontecimientos reales en el espacio y el tiempo, lleva a una especie de reversión del tiempo; predeciría procesos en los que repentinamente se crean partículas en algún punto del espacio, cuya energía es luego provista por algún otro proceso de colisión entre partículas elementales en algún otro punto.

Es decir, se podría interpretar que, para crearse, estas partículas toman la energía que se produce cuando colisionan y se aniquilan luego; en otras palabras, obtienen la energía desde el futuro. Es como si compráramos algo al fiado, y pagáramos luego. Pero claro, estamos hablando de intervalos de tiempo ínfimos (y de espacio también; conviene aclarar), casi inconmensurables, en donde parece darse esta “reversión del tiempo”, como decía el alemán. Evidentemente, la naturaleza del tiempo no es nada homogénea, en este sentido.

Demás está aclarar que la existencia de este fenómeno de creación y aniquilación de partículas, demuestra claramente que las relaciones de indeterminación no tienen nada que ver con el proceso de observación, sino que son propias de la Naturaleza. Por otro lado piensa que esto no se da sólo en el vacío del espacio exterior, sino que está teniendo lugar en la habitación en la que lees este artículo, en frente tuyo, dentro de tu cuerpo, etc.

Pero hay algo más –y con este tema cierro el artículo–. Para que las ecuaciones tuvieran sentido, Dirac supuso que en este fenómeno debería tener lugar un nuevo tipo de partículas, con propiedades muy curiosas: las antipartículas. Para cada partícula conocida, existe su correspondiente antipartícula que es exactamente igual, salvo por la carga, la paridad y el tiempo. Hace bastante, Pedro ha explicado breve y claramente de qué se trata esto, así que puedes leer este artículo antes de continuar. Créeme que vale la pena.

Asumo, entonces, que ya entiendes lo que significa la simetría de carga, paridad y tiempo, entre partículas y antipartículas. Existe un teorema fundamental, que dice que las leyes de la física son las mismas si cambiáramos la carga, la paridad y el tiempo de todas las partículas, esto es, ante las tres simetrías combinadas, lo que se llama como Simetría CPT. Es decir, si invirtiéramos las cargas, pusiéramos al Universo ‘reflejado en un espejo’ e invirtiéramos la dirección del tiempo, todo sería exactamente igual (desde el punto de vista microscópico, claro). En un principio, se aceptaba que cada una de estas tres simetrías por separado también era válida. Pero a mitad del siglo pasado se descubrió que la C y la P son violadas por ciertos fenómenos físicos, aunque ambas combinadas sí son válidas. Entonces, si la combinación CP se conserva por un lado, eso implica, de acuerdo con el teorema CPT, que la simetría T debe ser válida independientemente: que no existe una dirección privilegiada de tiempo.

Conviene aclarar cómo es eso de que el tiempo es inverso para las antipartículas, ya que frecuentemente lleva a malentendidos. Se podría llegar a pensar que si existiera un planeta con seres compuestos de antimateria, el tiempo para ellos transcurriría de forma inversa a la nuestra. Aunque excitante, esto es falso. Lo que dice la simetría T es que, en lo que respecta a una antipartícula, es decir, desde el punto de vista microscópico, estudiar su comportamiento con las leyes de la física conocidas requiere invertir el signo del tiempo en las ecuaciones. Sí; es como si el tiempo fluyera al revés, pero sólo para la antipartícula individual. Recordemos que en el mundo macroscópico la ‘flecha del tiempo’ está dada por el aumento de la entropía, y éste no distingue entre materia y antimateria.

En lo que respecta al mundo microscópico, no existía nada que indique una dirección –mejor dicho, sentido– del tiempo: para las partículas, pasado y futuro parecerían ser la misma cosa. Sin embargo, en 1964 se descubrió por primera vez un fenómeno que viola la simetría T. Se trata de la desintegración de cierto tipo de partícula (llamada Kaón o mesón K). Este hallazgo representó el primer proceso microscópico en donde existe una diferencia física entre el pasado y el futuro. Al contrario de la desintegración de las demás partículas, la del Kaón es la única que si la filmáramos en una película y la pasáramos en sentido inverso, veríamos un fenómeno que no puede existir en el Universo. Este descubrimiento fue de gran trascendencia para la comprensión del tiempo, aunque obviamente aún estamos muy lejos de llegar a un concepto certero.

Espero que esta clase de ‘filosofísica’ no haya resultado demasiado densa. En las próximas entradas comenzaremos a desmenuzar el tema más apasionante de la serie: Los viajes en el tiempo. Hablaremos de cómo surge el concepto, de las posibilidades y dificultades teóricas, filosóficas y prácticas, entre otros temas de interés. Hasta la próxima.

El Cedazo en junio

Las estadísticas de junio llegan tarde (como siempre últimamente, voy fatal de tiempo, ¡pero llegan! Aquí las tenéis.

Artículos

Durante junio se han publicado 7 artículos, lo que eleva el total a 115 entradas publicadas, obra de 14 autores diferentes, los mismos que el mes pasado. Sí, esto significa que seguimos sin recibir sangre nueva (Mazinger es el más novato de todos ahora mismo).

Para variar, el peso de El Cedazo lo ha llevado la serie de Macluskey sobre la historia de la informática, complementada por sendos artículos de Lucas y Mazinger (uno sobre escepticismo, el otro de la serie de la crisis subprime). Este mes publicaremos la despedida de la serie de Mac, así que ya veremos qué pasa entonces. Pero vamos con más estadísticas.

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Historia de un Viejo Informático. La “burbuja puntocom” se hinchó… y explotó.

En la entrada anterior vimos el advenimiento del Data Mining, donde terminé de repasar cómo, mal que bien, viví la aventura del Business Intelligence y del Data * (ojo, que el término “Data *” lo tengo patentado, así que no puede usarse sin permiso…), durante la segunda mitad de los noventa del siglo pasado.

Revoloteando siempre alrededor de aquella historia, y de todas las demás que ocurrían simultáneamente en la segunda mitad de los noventa (y había muchas) estaba el espectacular ascenso de Internet durante todos los años noventa.

De ser una cosa Top-Secret restringida al uso militar (ya sabéis que el origen de Internet está en el diseño de Arpanet, una red cuya principal función era garantizar el acceso a la información por parte de los principales centros de mando estadounidenses en caso de catástrofe… esas cosas tan lindas y divertidas que se tenían permanentemente en cuenta durante la guerra fría: había que ser capaces de ganar a toda costa la hipotética guerra, aunque no quedara nada que gobernar después…), se había ido convirtiendo con los años en algo de acceso común, en un artículo más de consumo que llegaba, o sería capaz de llegar en pocos años, a la práctica totalidad de la población mundial. Y eso, queridos lectores, significa negocio. Mucho negocio. Que un buen visionario no puede permitirse el lujo de ignorar.

Así que multitud de empresas de tecnología tradicionales, iniciativas de pequeñas empresas y miles de emprendedores volvieron sus ojos hacia el nuevo ElDorado, con sus promesas de oro ilimitado para el listo que fuera capaz de encontrarlo… y la burbuja comenzó a hincharse…

La Burbuja a puntito de explotar

La Burbuja a puntito de explotar

… y ya sabéis todos que pocos años después explotó, salpicándonos a todos con sus detritus.

De mis recuerdos y sensaciones durante este periodo trata esta entrada; lo que dio en llamarse “burbuja puntocom” (Dotcom bubble, en inglés) es un tema muy conocido, está muy documentado, y como además ocurrió hace pocos años, está aún en el recuerdo de la mayoría, así que no esperéis ninguna crónica oficial de nada, sólo mis recuerdos, los fragmentarios e indocumentados recuerdos de un Viejo Informático que pasaba por allí…

La serie tiene suficientes capítulos como para que sea útil dejaros el enlace donde encontraréis cómo llegar a todos ellos; así que éste es el enlace.

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Historia de un Viejo Informático. El descubrimiento de la Minería… de Datos.

En la entrada anterior terminamos el repaso a los acontecimientos que nos llevaron a inventar el concepto de Data Warehouse, así como las diferentes tecnologías involucradas, y cómo por arte de magia todas estas técnicas recibieron el muy comercial apelativo de Business Intelligence.

Y vimos cómo estos Sistemas eran (y son) utilizados para generar informes variopintos sobre cosas sucedidas en el devenir de la empresa (los famosos Hechos de Negocio). Los usuarios finales solicitan cualquier información que se les ocurre sobre la marcha, en base a las necesidades de cada momento (o sea, lo que en la jerga se llaman queries ad hoc), y el Sistema responde con la información solicitada en un tiempo razonable (segundos, minutos, horas, días… dependiendo de la complejidad de la consulta y de su prioridad).

Todo esto está muy bien, y abre a los usuarios de negocio una enorme ventana a la información que tenemos almacenada en nuestros sistemas. Pero no es bastante… nunca es bastante. Qué forma de ser la nuestra, que nunca estamos conformes con lo que tenemos: ¡siempre queremos más! No se trata sólo de obtener información, en completos listados con bonitas gráficas… se trata de que esa información sirva para algo. Se trata, en definitiva, de convertir la Información en Conocimiento. Es ese conocimiento el que permite a los gestores de la empresa interiorizar situaciones, sacar conclusiones y, por fin, tomar las decisiones adecuadas para mejorar el comportamiento de la empresa. O así debería ser, al menos.

En una palabra, no sólo hay que poder consultar la información y navegar por ella… Hay que encontrar las íntimas relaciones de los datos que explican muchos hechos de negocio, buscar nichos desconocidos o no explotados para abrir nuevos negocios o mejorar los existentes… De todo eso tratará esta entrada, de todas esas técnicas que reciben el muy comercial y, desde mi modesto punto de vista, poco apropiado nombre de Data Mining.

Repito lo que siempre repito: esto no es ninguna crónica oficial de nada. Contaré lo que yo he visto, aprendido e inferido de mis escasas intervenciones en proyectos de Data Mining; existe muchísima información sobre el tema en la red, pues es uno de los puntos calientes actuales en la profesión, y lo que yo cuente aquí no tiene por qué coincidir con lo que dice la historia oficial… ¡qué se le va a hacer! Ya lo decía Eduardo Marquina, en su obra “En Flandes se ha puesto el sol”: España y yo somos así, señora…

La serie tiene ya una veintena larga de artículos. Aquí tenéis el enlace donde encontraréis todos ellos.

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Historia de un Viejo Informático. Y el Data Warehouse se convirtió en Business Intelligence

En las dos entradas anteriores os hablé, en primer lugar de cómo fueron apareciendo y siendo progresivamente ofrecidas al mercado empresarial las máquinas de proceso masivo en paralelo, mientras que en la entrada anterior os hablé, sobre todo, de los fundamentos teóricos necesarios para poder construir Data Warehouses con éxito.

Vimos allí cómo el trabajo de Bill Inmon, definiendo las características que debería tener un Sistema de este tipo, y el de Ralph Kimball, formalizando el Diseño de un Data Warehouse, mediante el Modelo Dimensional, fueron decisivos para que los pobres mortales pudiéramos construir los primeros Data Warehouses… o al menos intentarlo, porque la mayoría de estos primeros Sistemas acabaron, a pesar de todo, fracasando.

Modelo en Copo de Nieve

Modelo en Copo de Nieve

Las cifras de fracaso que graciosamente nos daban las consultoras (sobre todo, ésas que de todo hablan y nada solucionan) eran abrumadoras: más del 80% de los proyectos de Data Warehouse iniciados aquellos años (segunda mitad de la década de los noventa), o bien se cancelaban sin implantar nada, o bien, en el caso de que sí que acabaran con un sistema funcionando, era con mucha menos funcionalidad de la prevista, y a mucho mayor coste del inicialmente planeado.

El mensaje comercial evidente era que, si no les contratábamos a ellos, precisamente a ellos para construir nuestro Data Warehouse… el trompazo estaba garantizado. Aunque lo más probable es que, si les contratabas a ellos… pues también te dieras el trompazo.

En una palabra, que no sabíamos aún cómo demonios construir un Data Warehouse y terminar el proyecto en tiempo y coste, y con la funcionalidad esperada. Ya lo he dicho.

Como esto lo sabíamos hacer ya (bueno, más o menos) en los proyectos de construcción de aplicaciones tradicionales (online, batch, en fin, las Operacionales de toda la vida), pues nos frustraba. Nos frustraba a nosotros, los informáticos… y les frustraba enormemente a nuestros Usuarios y/o Clientes, con toda la razón.

De cómo evolucionó el asunto hasta convertir la construcción de un Data Warehouse en algo trivial y sencillo como es hoy en día (bueno, más o menos, de nuevo), os hablaré en esta entrada. Repito lo que he dicho ya muchas veces: esto no es una historia oficial de nada, es un extracto de mis recuerdos y sensaciones durante esos primeros y vertiginosos años de los comienzos del Data Warehouse, época que viví trabajando en una consultora que, entre otras cosas, vendía proyectos de estos…

La serie ya tiene bastantes capítulos; así que aquí tenéis el enlace donde están todos ellos referenciados.

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