Con este artículo termina, al menos de momento, la miniserie dentro de la serie dedicada a algunos maravillosos conciertos para piano… que tengan una buena representación en youtube, quiero decir. Tras los conciertos de Grieg, el de Camilo (el número 1 de Camilo, en realidad, dado que ha estrenado recientemente su concierto número 2), y el número 5, Emperador, de Beethoven, hoy le toca el turno a uno de los conciertos para piano más difíciles del repertorio pianístico: el número 3 de Sergéi Rachmaninoff. Y no sólo es de los más difíciles, es también de los más brillantes que yo conozco.
Si habéis visto la película Shine (dificilísima de encontrar, por cierto), basada, digamos libremente, en la vida del pianista australiano David Helfgott, narra las peripecias de un pianista que, obsesionado con ser capaz de tocar el complicadísimo Concierto número 3 de Rachmaninoff, tiene depresiones, arritmias, flato, desvanecimientos y tembleques varios intentado vencer al dichoso concierto. Y es que es un concierto de mucho cuidado, como veréis… y oiréis, espero. Precioso, desde luego, pero de mucho cuidado.
![Mac11-Sergei Rachmaninoff Sergei Rachmaninoff](http://eltamiz.com/elcedazo/wp-content/uploads/2009/12/Mac11-Sergei-Rachmaninoff1.jpg)
Sergei Rachmaninoff
Sergéi Rachmaninoff fue un compositor ruso que nació en 1873, falleciendo en los Estados Unidos (Beverly Hills) en 1943. Aunque vivió de lleno en la época de las “nuevas corrientes musicales” de la Escuela de Viena (Webern, Schönberg, Berg y compañía…), que yo sepa nunca se vio atraído por estas nuevas formas musicales dodecafonistas… o sea, sus obras se pueden escuchar sin necesidad de tomarse un par de aspirinas después. Cosa que, por cierto, reza para la práctica totalidad de músicos rusos (mejor: soviéticos) de comienzos del Siglo XX: Dmitri Shostakovich, Sergéi Prokofiev o Aram Khachaturian entre otros. Parece que a los jerarcas soviéticos, el padrecito Iósif Stalin el primero, no les gustaba nada de nada la decadente música occidental en boga en esos años (lo que tampoco me extraña en absoluto: a mí tampoco), e incluso llegaron a proscribir obras de algunos de estos grandes compositores, incluido el propio Rachmaninoff, por no ser suficientemente “patrióticas”, y no exaltar convenientemente el “espíritu soviético”. En fin. Alguno de estos grandes compositores aparecerá tarde o temprano por estos lares, si me dejáis…
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