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Historia de un ignorante, ma non troppo… Sinfonía núm. 1, de Kalinnikov

Estoy prácticamente seguro de que el nombre de Vasily Sergeievich Kalinnikov no os suena de nada, y, por tanto, su Sinfonía número 1 en sol menor tampoco os sonará de nada…[1] Y sin embargo, estoy igualmente convencido de que muchos de vosotros reconoceréis la música cuando la oigáis. Ha sido bastante utilizada en documentales, sintonías y demás bandas sonoras, y ha sido interpretada con alguna frecuencia… bueno, tampoco mucha, pero lo suficiente. Porque es realmente bella esta primera sinfonía, como tendréis ocasión de comprobar en un momento. Tanto, que he decidido dedicarle este ignorante artículo de esta ignorante serie. Espero que aquellos de entre vosotros, lectores, que dediquéis un rato a escucharla no os sintáis defraudados…

Es evidente, por el nombre, que Vasily Kalinnikov es ruso. Nació en Oryol, trescientos sesenta kilómetros al sudoeste de Moscú, en 1866, y por tanto fue contemporáneo de muchos de los grandes compositores rusos: Tchaikowsky, Rimsky Korsakoff, Mussorgsky, Rachmaninoff, etc. Quizá por ello, y debido a que no compuso demasiada música para orquesta (primero, porque no le dio tiempo, y segundo, porque lo suyo eran, sobre todo, las canciones), no es muy conocido. Pero sus dos sinfonías son deliciosas, en particular ésta de hoy, la número 1 en sol menor.

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  1. No, no es Kalashnikov, no, sino Kalinnikov, y no se dedicaba a fabricar ametralladoras, sino a componer música. []

Las conquistas de Alejandro Magno (IV)

Continuamos tras los pasos de Alejandro. En el capítulo anterior hemos vencido definitivamente a Darío en la batalla de Gaugamela, conquistado sus capitales y subyugado a la mitad de su territorio. Sin embargo el enemigo continuará peleando más que nunca. Comienza aquí la conquista de la parte central del imperio. No encontraremos en este capítulo grandes batallas como la de Issos o la mismísima Gaugamela, sino más bien una infinidad de pequeños pero mortales combates.

Reconozco que la etapa que veremos a continuación resultará dificultosa de seguir; muchos nombres nuevos de lugares, avances, retrocesos, etc. crearán un cocktail de difícil digestión. Incluso en libros de grandes historiadores esta etapa es compleja de seguir, por lo que mi humilde y limitada capacidad narrativa se verá exigida al máximo. Pido perdón de antemano.

Veamos ahora el recorrido de ésta etapa. Tomense un breve tiempo para familiarizarse con los nombres y la geografía. Como observan, luego de la muerte de Darío comienza la persecución de Beso, el nuevo autoproclamado Rey de Persia. Avanzaremos por el sur en Areia, Drangiana y Arachosia. En Kabul cruzaremos el temible Hindu Kush y entraremos en Bactria y Sogdiana donde nos esperan feroces guerreros. Luego de pasear por Sogdiana volveremos al sur hacia Kabul para cruzar hacia la India por el paso de Khyber y llegar así al río Indo.

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Teoría de juegos XVI – Dilema del prisionero iterado (y II)

En la primera parte del artículo veíamos el concepto de equilibrio de Nash y parece que llegábamos a la conclusión de que los únicos puntos estables de la matriz de recompensas eran dichos equilibrios de Nash.

Hoy, como adelantábamos, vamos a utilizar la profunda relación que hay entre la evolución y los juegos para buscar una mejor solución al dilema del prisionero iterado.

Recordemos la matriz de pagos que utilizábamos:

Albert
Delata Calla
Anny Delata -6,-6 0,-10
Calla -10,0 -1,-1

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El Universo. La corta historia de la fascinación por algo tan grande.

En los últimos años los descubrimientos que los astrónomos han logrado hacer a distancias inimaginables del espacio exterior han suscitado una curiosidad sin precedentes, no ya de ellos mismos, sino del público en general. El descubrimiento de quásares, púlsares, agujeros negros, supernovas, galaxias distantes, nebulosas y una multiplicidad de astros hacen soñar al género humano, sobre el pasado y futuro de algo que desde los inicios de la cultura humana nos pareció divino: El Universo.

¿Se extiende el universo indefinidamente o por el contrario tendrá un “borde” en alguna parte? ¿Cómo es eso de que se está expandiendo?¿Cómo fue el instante en que comenzó todo?¿Tiene el universo capacidad de renovarse? ¿es eterno, sin origen ni fin? ¿Qué es la energía Oscura?… En este aspecto nuestra generación es afortunada, pues estamos presenciando un periodo en el que las respuestas a tales preguntas, así como a otras tan inquietantes o más, se encuentran al alcance de un simple click.

Por otro lado, el conocimiento de nuevos objetos celestes nos está abriendo nuevas posibilidades y perspectivas que nos eran desconocidas hasta hace menos de diez años. Es más, si retrocedemos el tiempo hacia el 600 AEC comprobamos que el conocimiento del hombre sobre su entorno se reducía a un trozo de tierra plana que, por definición, no era demasiado extenso. Entonces… ¿cómo fue el proceso de raciocinio que permitió pasar desde la comprensión de un simple terruño a la infinitud y vastedad de un sistema que no deja de plantearnos preguntas y llegar a toparnos con lo inimaginable, aquello que junto a nosotros nos hace ver insignificantes?

En esta serie pretendo seguir los pasos que el hombre ha ido dando a lo largo de la historia con el fin de ampliar y profundizar su comprensión del Universo como un todo (Cosmología), así como su origen y evolución (Cosmogonía).

Espero que disfruten de cada artículo, sueñen con el Universo como la humanidad siempre ha soñado con él. Las estrellas no son simples puntos luminosos en el cielo nocturno.

Artículos:

¿Cómo medimos la Tierra? La astronomía de los griegos

¿Como medimos el sistema solar? La astronomía de los siglos XVII y XVIII

¿Qué tan grande es nuestro vecindario? La distancia a las estrellas más cercanas.

Teoría de juegos XV – Dilema del prisionero iterado (I)

En el último artículo de la serie vimos el dilema al que se enfrentaban dos (presuntos… a ver si me van a enchironar a mí por prejuzgarlos) criminales muy peligrosos llamados Anny y Albert. Uno de los aspectos más importantes de aquel juego era que solo se jugaba una vez. Pues hoy vamos a jugarlo repetitivamente, a ver si el resultado cambia (¡pues claro que cambia! Si no, no le dedicaríamos un artículo).

Aprovecharemos para aprender un concepto nuevo importantísimo, el equilibrio de Nash, y relacionaremos aún más la serie con la evolución y la genética. Dividiremos este artículo en dos partes, porque si no, salía muy largo.

Como partiremos del dilema del prisionero, vamos a recordar su matriz de pagos, para que no tengas que estar continuamente yendo y viniendo de aquel artículo.

Albert
Delata Calla
Anny Delata -6,-6 0,-10
Calla -10,0 -1,-1

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Historia de un ignorante, ma non troppo… La Sirenita, de Zemlinsky

Tras el último mega-artículo sobre la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, hoy volvemos a la tónica habitual de la serie, es decir, a destripar obras clásicas relativamente poco conocidas, pero que al autor de la serie, o sea, a mí, al Macluskey, le gustan, y en versiones que le gustan… y en artículos de un tamaño aprehensible, con alguna menos de las casi ¡catorce mil palabras! que tenia el apasionante artículo de la Pasión…

Así que, para premiaros por vuestra compañía, hoy os voy a contar un cuento…

La Sirenita de Disney. ¿A que la habéis visto?

…Os voy a contar el cuento de La Sirenita.

La mayoría de vosotros, esforzados lectores de tan ignorante serie, habréis visto en el cine o en video la peli de Disney del mismo nombre: La Sirenita, de 1989. Yo también la vi… ¡cualquiera se negaba a llevar a mi hija a verla…!, con su graciosa y cantarina sirenita Ariel, su peazo Príncipe guapísimo, su cangrejo cantarín y su bruja mala, malísima de la muerte… Qué queréis, a mí no me gustó mucho. Más que nada porque los de la generación anterior como yo conocimos a La Sirenita (que no tenía nombre alguno, según recuerdo, o sea, nada de Ariel) en su versión primigenia, es decir, como el cuento de Hans Christian Andersen que me contaba mi padre al ir a dormir…

Y es que el danés Andersen ha sido el autor de muchos de los grandes cuentos que forman parte de nuestra vida (al menos, de la gente de mi edad).[1] El Soldadito de Plomo, El Traje Nuevo del Emperador o El Patito Feo, sin ir más lejos, son algunos de esos cuentos inmortales del genial danés. Y La Sirenita, claro.

Pensaréis que una de las razones fundamentales de los éxitos de Disney adaptando a su manera los grandes cuentos infantiles estriba en sus excelentes bandas sonoras… La banda sonora de La Sirenita fue, de hecho, superventas, sobre todo la cancioncilla aquella que cantaba el cangrejo sabrosón, “Bajo del mar”… Bueno, pues el invento de crear potentes bandas sonoras para reforzar los cuentos no fue estrictamente idea de los Estudios Disney… Por ejemplo, Alexander von Zemlinsky escribió una fantástica banda sonora para el cuento de La Sirenita entre 1901 y 1902, cuando, que yo sepa, el cine comercial aún no existía… Y a esa estupenda “banda sonora” está dedicado el artículo de hoy.

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  1. El resto de grandes cuentos de mi infancia son de los hermanos Grimm: La Cenicienta, El Gato con Botas, Blancanieves, Juan sin Miedo…. []

Entendiendo… en formato libro

Algunos lo habéis pedido en los comentarios, y hemos decidido haceros caso. Nos complace presentaros la edición en forma de libro de la serie Entendiendo…

Como es habitual en la casa, lo hemos publicado en Lulu, tanto en formato electrónico como en papel:

El pedido de la impresión de prueba ha tardado en llegarnos a Madrid unos 15 días naturales, así que viene un poco justo para regalarlo para Navidad, pero si sois de aquellos tradicionalistas que hacéis los regalos en Reyes, quizá aún os dé tiempo.

El libro se distribuye ahora mismo a su estricto precio de coste (la versión impresa, algo más de 8€+costes de envío; la versión electrónica, gratuita), de modo que si pensabais gastaros algún dinero adicional en él, dedicad ese dinero a un mecenazgo de El Tamiz. El contenido en sí está bajo la misma licencia Creative Commons que el resto de contenido de El Tamiz y El Cedazo (cc-by-nc-nd).

No podemos terminar esta presentación sin agradecer el esfuerzo de varios meses a las siguientes personas:

  • Todos los lectores de El Cedazo, por ayudar en los comentarios a corregir erratas y ampliar contenidos.
  • Pedro, por motivos obvios.
  • Geli, por diseñar la cubierta.
  • Naeros, por la fotografía y el fotomontaje de la portada.
  • Elidia, por hacer de modelo para la foto.
  • johansolo, por ayudarnos a generar el ebook.

Esperamos sinceramente que lo disfrutéis, y que os ayude a comprender mejor el mundo y a tomar mejores decisiones en estos tiempos difíciles.

Javier “J” Sedano y Macluskey.

Teoría de juegos XIV – Dilema del prisionero

A lo largo de la serie hemos visto juegos finitos y juegos infinitos.

Hemos visto que una forma de encontrar una estrategia óptima para los juegos finitos era hacer el backtrack desde las hojas, subiendo por el árbol de decisión, hasta la decisión inicial (o usando la inducción, si era posible). Aquí utilizamos “una” y no “la” intencionadamente, porque ya hemos visto que cuando decimos “óptima” hay que decir óptima respecto a qué. También hemos visto, durante la discusión del juego del ciempiés que la estrategia que proponíamos no acababa de encajar con los resultados empíricos. ¡Y además los empíricos eran mejores!

En el futuro, dedicaremos más artículos a enumerar y formalizar esos procedimientos para encontrar los óptimos, pero antes queremos dedicar un par de artículos (bueno, quizá alguno más) a introducir alguna cosa más, y de paso encontrar estrategias para los juegos infinitos.

Para ello partiremos de un juego que, a poco que hayas oído hablar sobre teoría de juegos, seguro que has oído nombrar: el dilema del prisionero.

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Teoría de juegos XIII – Juego del dictador

En el anterior artículo de la serie planteamos un nuevo juego para nuestros lectores: el juego del dictador.

Recapitulemos las reglas: teníamos 100€, y debíamos decidir cuánto de ese dinero nos quedábamos y cuánto le dábamos a Alberto.

Hemos tenido 38 participantes (hasta el viernes a media tarde, en que ya dejé de contar), y el histograma de las decisiones que habéis tomado es el siguiente (medimos la cantidad que cada jugador se queda para sí):

¿Hace falta que os cuente cuál es el resultado teórico óptimo? Por si acaso: Ana se queda con 100€, que es su máximo beneficio, y a Alberto que le den.

Cualitativamente, era obvio que iba a haber un pico en el 100… lo que quizá muchos no esperaban es que hubiera un pico tan pronunciado en el 50, y muchos valores dispersos entre el 50 y el 100. ¡Incluso alguno por debajo del 50!

¿Por qué tanta discrepancia en este y en otros juegos entre el resultado teórico y el resultado empírico? Eso es lo que veremos en este artículo. Vamos a formalizar otros pocos conceptos que, aunque ya los hemos usado durante la serie, ha sido de manera implícita o informal.

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Historia de un ignorante, ma non troppo… La Pasión según San Mateo, de Bach

El artículo de hoy no es un artículo “normal”. Nada de eso. Es un mega-artículo gigantesco sobre una mega-obra gigantesca, y es un artículo que me ha llevado mucho tiempo, primero decidirme a escribirlo, después preparar la documentación, buscar los vídeos, etc, y, finalmente, escribirlo. Mucho, pero que mucho tiempo.

Y… no sé si va a tener mucho éxito. Lo sé. Lo siento, pero es así. Es más, no sé siquiera si tan monumental (por el tamaño) artículo va a tener algún éxito entre los amables lectores de tan ignorante serie. Porque la obra de hoy es una obra monumental (de monumento). Monumental en todos los sentidos, incluido el de su duración: unas tres horas y cuarto.[1] Es seguramente la obra más larga del repertorio que normalmente se interpreta, si exceptuamos las inacabables óperas de Wagner… y se interpreta mucho, ciertamente, sobre todo en los alrededores de la Semana Santa.

Sé perfectamente que proponer a un seguidor de un blog de Internet, por más fiel que sea al blog y mucha confianza que tenga en el autor… Mmmm, no, perdón, creo que me he liado. Empiezo otra vez:

Sé perfectamente que proponer a un lector de un blog que pase las próximas tres horas y pico o cuatro leyendo y escuchando música es, sencillamente, mucho pedir. Sé, en una palabra, que muy pocos de vosotros, queridos lectores, si es que hay alguno, oiréis la obra completa.[2] Sí, es dura para los que no estéis acostumbrados a oír música barroca. Y sí, el tema de la obra es ligeramente agobiante. Y efectivamente, es un oficio religioso, qué duda cabe. Luterano, además. En perfecto alemán. Alemán del Siglo XVIII.

Os entiendo: cualquiera que haya leído hasta aquí huiría de inmediato a buscar algo de Led Zeppelin o de Ana Belén o de La Oreja de van Gogh o de quien le pete, si es que no se han fugado ya, pensando: Seguro que esta obra es un rollo.

Sí. Todo eso es cierto. Os preguntaréis, entonces, por qué el amigo Macluskey, con lo ajetreado que está y el poco tiempo del que dispone, ha robado tanto tiempo al sueño para escribir semejante mega-artículo que no va a leer casi nadie… La respuesta es que el tal Macluskey lo ha escrito para sí mismo. Sí. Para darme el gustazo de escribir lo que yo pienso y he aprendido sobre una obra que conozco bien, que me gusta… eh, no, la palabra correcta no es me gusta;[3] en realidad esta obra me emociona, me eleva, me transfigura… me hace saltar las lágrimas, invariablemente. Varias veces.

Porque, sí, también: esta obra es el culmen absoluto de la Música Universal. Sin duda alguna. Nunca, nunca, jamás, se ha unido de manera tan exquisita la perfección musical (marca de la casa del maestro Bach) con la emoción y el sentimiento más profundos. Yo no soy especialmente religioso, como quizá os hayáis dado cuenta ya leyendo mis pobres escritos, y sin embargo la espiritualidad que desborda cada frase, cada salmo, cada intervención del Evangelista, cada himno y cada aria, esa emotividad que impregna toda la obra desde su famoso principio hasta su esplendoroso final… me golpea como un bate de béisbol. En fin, no puedo expresarlo con palabras. Ojalá algunos de vosotros sintáis algo parecido al seguir el artículo… en ese caso, me sentiré más que satisfecho y daré todo el ingente trabajo por bien empleado. Entiendo bien a Diógenes, cuando se paseaba por Atenas con una lámpara, buscando a un hombre… con uno de vosotros, queridos lectores, uno solo que caiga en la fascinación que genera esta obra extraordinaria gracias a este pobre artículo, ya me sentiré satisfecho.

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  1. Sí, habéis leído bien: tres horas y cuarto: 195 minutitos de nada. []
  2. Si os lo estabais preguntando, en el artículo no hay una “Selección de algunos números magistrales” o algo así. No. Está la obra completa, con sus tres horas largas y sus setenta y ocho números cantados en buen alemán. []
  3. Mark Twain decía que la diferencia entre la palabra adecuada y la palabra casi adecuada es la misma que hay entre una centella y una centolla… Realmente él, norteamericano como era, escribía en inglés, y hacía la comparación entre “a lightning” y “a lightning bug” en lugar de centellas y centollas, pero es que en castellano “centella” y “luciérnaga” no pegan ni con cola. []