La Biografía de la Vida 39. Triásico II
Continuamos en esta entrada de la serie sobre la Biografía de la Vida lo que habíamos dejado en suspenso en la anterior: la segunda parte del periodo Triásico. En la primera hablábamos de geografía, climatología y algunos temas relacionados con la biosfera. Hoy proseguimos su análisis manteniéndonos cronológicamente entre 251 y 200 millones de años antes de hoy.
Sabemos ya que en tierra, incluyendo los hábitats lacustres, la Gran Mortandad había alterado la existencia de los reptiles. Su presencia estaba muy mermada, y casi podríamos decir que en su mayoría estaban representados por los mamiferoides terápsidos, un orden de los sinápsidos, y algunos pequeños saurópsidos semiacuáticos. Pronto se inició entre ellos una lucha por el poder.
Con objeto de facilitar el seguimiento de estas familias, veamos de nuevo el plano filogenético de situación en la figura siguiente que ya conocemos de otras entradas anteriores.
La competencia entre ellos se decantó en un principio por los primeros, los mamiferoides. Ya hemos hablado en la entrada anterior de Lystrosaurus, a medio camino entre reptil y mamífero, y casi omnipresente en todo el territorio de Pangea. Posiblemente fue contemporáneo del pequeño -15 centímetros- norteamericano Adelobasileus, el más antiguo protomamífero conocido cuyos fósiles son de hace unos 225 millones de años. Algunos mamiferoides posiblemente habían desarrollado ya un metabolismo que les situaba próximos a la vida de sangre caliente. La extinción de los grandes herbívoros y los carnívoros dinocéfalos había dejado vacíos sus nichos ecológicos, nichos que fueron ocupados por los supervivientes. Y, a pesar de que la presión de la selección natural los iba empujando hacia tamaños corporales más pequeños, jugaron un importante papel, ya que fueron los precursores de los mamíferos verdaderos, que evolucionaron a partir de ellos a finales del Triásico.