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La Biografía de la Vida 39. Triásico II

Continuamos en esta entrada de la serie sobre la Biografía de la Vida lo que habíamos dejado en suspenso en la anterior: la segunda parte del periodo Triásico. En la primera hablábamos de geografía, climatología y algunos temas relacionados con la biosfera. Hoy proseguimos su análisis manteniéndonos cronológicamente entre 251 y 200 millones de años antes de hoy.

Sabemos ya que en tierra, incluyendo los hábitats lacustres, la Gran Mortandad había alterado la existencia de los reptiles. Su presencia estaba muy mermada, y casi podríamos decir que en su mayoría estaban representados por los mamiferoides terápsidos, un orden de los sinápsidos, y algunos pequeños saurópsidos semiacuáticos. Pronto se inició entre ellos una lucha por el poder.

Con objeto de facilitar el seguimiento de estas familias, veamos de nuevo el plano filogenético de situación en la figura siguiente que ya conocemos de otras entradas anteriores.

La competencia entre ellos se decantó en un principio por los primeros, los mamiferoides. Ya hemos hablado en la entrada anterior de Lystrosaurus, a medio camino entre reptil y mamífero, y casi omnipresente en todo el territorio de Pangea. Posiblemente fue contemporáneo del pequeño -15 centímetros- norteamericano Adelobasileus, el más antiguo protomamífero conocido cuyos fósiles son de hace unos 225 millones de años. Algunos mamiferoides posiblemente habían desarrollado ya un metabolismo que les situaba próximos a la vida de sangre caliente. La extinción de los grandes herbívoros y los carnívoros dinocéfalos había dejado vacíos sus nichos ecológicos, nichos que fueron ocupados por los supervivientes. Y, a pesar de que la presión de la selección natural los iba empujando hacia tamaños corporales más pequeños, jugaron un importante papel, ya que fueron los precursores de los mamíferos verdaderos, que evolucionaron a partir de ellos a finales del Triásico.

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Lo que se preguntan sus alumnos de 3º de la ESO – II: ¿Por qué si mezclas un color con otro sale otro distinto?

Empezamos esta serie con la primera de las preguntas del año 2011: ¿Por qué si mezclas un color con otro sale otro distinto?

Supongo que todos hemos pintado en un papel alguna vez un azul y con amarillo, y vemos que sale un bonito tono verde. O a veces, usando témperas o temple, mezclamos amarillo con rojo y nos sale naranja… ¿por qué ocurre eso?

Para empezar a entender por qué ocurre eso debemos saber que la luz blanca está en realidad compuesta de varios colores. Lo que nuestros ojos interpretan como color blanco no es más que todos los demás colores juntos. En la siguiente foto podemos ver cómo la luz blanca, al atravesar un prisma, se descompone en un abanico de colores (que son precisamente los colores del arcoiris, pues el arcoiris se forma de esta misma manera).

Dispersión en un prisma (Fizped, cc-by-sa, a través de Wikimedia)

 

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Lo que se preguntan sus alumnos de 3º de la ESO – I: Introducción

Lorenzo Hernández es un licenciado en química y profesor de secundaria que lleva un montón de años escribiendo un blog sobre divulgación científica llamado Ciencia Online. Yo llevo un montón de tiempo siguiendo sus publicaciones y estoy seguro de que si te gustan El Tamiz y El Cedazo, probablemente te gustará también Ciencia Online.

Ciencia Online

Pero como esto no es un spot publicitario, supongo que te imaginarás que hay algo más…

Lorenzo tiene la fea costumbre de ponerles exámenes a sus alumnos… pero tiene la graciosa costumbre de dejarles también que ellos planteen una pregunta. En sus propias palabras:

Tan sólo les impongo dos reglas para valorarla correctamente:

  • Que no se haya planteado antes en clase.
  • Y que no se repita en el examen de otro compañero.

Lorenzo Hernández, extraído de la web de Ciencia Online

El caso es que a partir de 2011 empezó a compartir las preguntas de los alumnos con nosotros, los lectores de su blog. Y descubrimos que los alumnos no solían hacer preguntas chorras, sino que planteaban cuestiones muy razonables. Lorenzo nunca ha publicado respuestas para ellas, solo nos enseñaba las preguntas; de momento lleva tres ediciones: 2011, 2012 y 2013.

Por otro lado, ya sabéis lo que me gusta a mí largar cada vez que me dan la oportunidad…[1] así que ¡vamos a responderlas en El Cedazo!

No puedo prometer que cubramos todas las preguntas, porque algunas de ellas son muy difíciles (ya veremos lo que tenemos que estudiar para cubrir algunas de ellas), pero las que respondamos, lo haremos con el tono y conocimientos previos de un estudiante de 3º de la ESO (14-15 años). Eso quiere decir que en algunas no habrá mucha profundidad, porque para explicar el fondo de la cuestión necesiten conocimientos más allá de eso, o incluso más allá de lo que los autores tengamos.

Iréis viendo, también, que no todas las preguntas son científicas, sino que a veces tendremos que abordarlas desde un punto de vista histórico, filosófico… ¡algunos incluso nombran a Dios en la pregunta!

Finalmente, una petición de ayuda: si al leer alguna de las respuestas veis que es incorrecta, corregidnos sin miedo y ya veremos cómo lo hacemos. ¡¿Pero… para qué nos meteremos en estos charcos?!

A ver cómo se nos da.

 

  1. Trescientas palabras llevo ya y aun no he dicho nada útil. []

La Biografía de la Vida 38. Triásico I

En la entrada anterior de esta serie sobre la Biografía de la Vida habíamos dejado a nuestra querida biosfera un tanto deteriorada, por decirlo de una forma suave. Sobre nuestro planeta habían cabalgado los cuatro jinetes del Apocalipsis. Más del 90% de las especies marinas desaparecidas. En tierra se habían ido para no volver más del 70% de las especies animales. Las plantas habían resistido un poco más, aunque también quedó muy limitada su presencia. No obstante, dejábamos la anterior entrada con una pincelada esperanzadora puesta sobre algún pequeño animal que, como los galos de Astérix, supiera resistir el ambiente más hostil que había existido desde los infernales años del Hadeico.

La gran mortandad es el hito biogeológico frontera entre el Paleozoico y el Mesozoico, entre los periodos Pérmico y el que recién nos disponemos a estrenar: El Triásico. Este se extendió en una franja temporal entre hace 251 y 200 millones de años.

Como hemos comentado, comienza el Mesozoico o Edad de los Reptiles. Su primer periodo, el Triásico -del latín trias que significa “tríada”, grupo de tres-,  fue así nombrado en 1834 por Friedrich Von Alberti para hacer honor a los tres tramos más generales de depósitos sedimentarios de este periodo que suelen aparecer juntos.

Durante todo el Triásico se mantuvo Pangea unida, lo que supuso una continuación del clima árido del Pérmico. A mediados del periodo comienzan a consolidarse los dinosaurios, y a finales aparecen los primeros mamíferos verdaderos. Había comenzado tras una catástrofe de extinción masiva y finalizará de la misma manera.

Retomemos por un momento las imágenes dejadas a finales del Pérmico: el mundo cubierto de cenizas, el fuego de las lavas rodeando a la Vida, los asfixiantes gases volcánicos que dificultaban hasta grados extremos la respiración… pocos lugares se escapaban del extremo estrés que este escenario produciría. En el mar, prácticamente se partía de cero. En tierra la situación era menos mala aunque, sin lugar a dudas, muy crítica.

Las más que adversas condiciones tras las extinciones se prolongaron durante muchos años. Las inestabilidades habían hecho acto de presencia, lo que impulsaba continuos y reiterados desequilibrios en los ciclos del carbono, del oxígeno, en los ciclos de calentamiento/enfriamiento y en otros factores geofísicos. Los ecosistemas se iban recuperando y degradando al hilo de estos desequilibrios, lo que afectaba de igual manera a las especies que habitaban en ellos. Parecía que se restablecían y al poco volvían a menguar. Cinco millones de años se necesitaron para que se normalizara el medio ambiente de forma que pudieran recuperarse los ecosistemas y conseguir un régimen más estable. Tras este punto de inflexión la Vida volvió a ser sostenible.

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Computador mágico XXXII – Epílogo

La serie “El computador mágico” está disponible también en forma de libro.

A lo largo de esta serie hemos visto cómo funciona un ordenador, empezando por sus componentes más básicos, los transistores, y subiendo cada vez más en abstracción hasta llegar al sistema operativo y los programas de usuario.

He intentado cubrir todo el camino completo, pero sin entrar en demasiado detalle en ninguno de los artículos (si alguien quiere más detalle de algo concreto, que lo pida y veremos qué se puede hacer), pero permitiendo seguirlo a alguien sin conocimientos previos (espero… esa era al menos la intención).

No obstante, por si alguien quiere profundizar, vamos a dejar algunas referencias a textos más profundos. No conozco ningún texto que cubra todo el camino en profundidad, porque cada una de las áreas que cubre esta serie es complicada en sí misma, así que tendré que dar varias referencias.

Para la parte inicial es útil algún libro de electrónica. Yo he utilizado (tanto para esta serie como cuando lo estudié hace ya unos añitos) el libro “Microelectrónica” de Jacob Millman y Arvin Granbel. Cubre más o menos desde el principio hasta la lógica secuencial.

Para la parte media, el mejor libro que conozco es “Curso de ordenadores: conceptos básicos de arquitectura y sistemas operativos”, de Gregorio Fernández. Tanto es así que los ordenadores C16 que hemos visto aquí se basan en lo que Gregorio usa en su libro.

Para la parte final, la de sistemas operativos, es muy interesante el libro ”Operating System Concepts” de A. Silberschatz y P. Galvin. Otro muy bueno es ”Operating systems: design and implementation” de Andrew S. Tanenbaum; probablemente no es el mejor, pero Andrew escribe muy bien, y además te da su propio sistema operativo, Minix, para que vayas viendo en el código lo que te cuenta en la parte teórica.

Fue un placer.

 

Memorias de un Viejo Informático. Por fin: ¡Publicado el libro!

Portada de las “Memorias de un Viejo Informático” en formato electrónico

¡Por fin! Tras años de escuchar vuestras amables peticiones, incluso quejas,[1] he publicado las Memorias de un Viejo Informático para que aquellos que queráis tenerlas en soporte físico o electrónico podáis hacerlo. ¡Más vale tarde que nunca!

He recopilado los artículos de la serie, los he corregido, aumentado y preparado para su publicación con el fin de obtener un producto de la máxima calidad a mi alcance, y además las he puesto el precio lo más barato que he podido para hacerlas lo menos gravosas posible.

La base de este libro son los artículos de la “Historia de un Viejo Informático”, que durante buena parte del año 2009 publiqué aquí, en El Cedazo, supongo que muchos de vosotros sois conscientes de ello.

Fueron 23 artículos que tuvieron una gran acogida por vuestra parte, queridos lectores. Bastantes de ellos fueron, incluso, portada en Menéame, donde por entonces era común encontrar artículos de El Tamiz o de El Cedazo. Una vez finalizó la serie he recibido muchas veces comentarios de lectores animándome a publicar en forma de libro los artículos de la “Historia de un Viejo Informático”. Amigos y conocidos me han pedido también que publicara el libro para así tenerlo en su biblioteca, y también Pedro, el dueño y señor de El Tamiz, y Javier “J” Sedano, editor de El Cedazo como yo mismo, me han urgido en distintas ocasiones a que me decidiera a publicarlo.

Por ganas no era, no, pero el caso es que yo no veía el momento, ni sabía muy bien cómo hacerlo y que quedara bien, ni nada. La tarea me asustaba un poco, la verdad, y además la serie estaba disponible en las páginas de El Cedazo para todo aquel que quisiera refocilarse con ella. Así que lo fui dejando pasar.

Hasta ahora: ya llegó el momento.

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  1. Sí, sí, quejas, de veras. []

Historia de un ignorante, ma non troppo… Cantus in memoriam Benjamín Britten, de Arvo Pärt

El artículo de hoy de esta ignorante serie musical está dedicado a una obra que el compositor estonio Arvo Pärt escribió en homenaje al compositor inglés Benjamin Britten, al poco de su muerte en 1976. Es una obra corta, de unos seis minutos de duración, pero intensa desde su simplicidad. Una obra que llega al corazón… Pero me estoy adelantando. Mejor comenzar por el principio.

El día 28 de noviembre de 2013 asistí al “Concierto de Santa Cecilia” que cada año ejecuta la Orquesta Sinfónica de Madrid, ese año dirigida por Jeffrey Tate. Parte del concierto fue un homenaje a Benjamín Britten, conmemorando el centenario de su nacimiento, dado que nació en 1913, precisamente el día 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de la música.

Es práctica habitual de todas las orquestas del mundo programar obras de compositores de los que se celebre alguna onomástica ese año: centenario de su nacimiento, bicentenario de su fallecimiento, cosas así. Desde cierto punto de vista no tiene mucho sentido hacerlo. Si la obra merece programarse, debería hacerse independientemente de si este año hace 100 ó 37 y medio que se estrenó o que se murió su autor o lo que sea. Sin embargo, una ventaja tiene esto de programar obras en los aniversarios: es un procedimiento completamente democrático, en el que todos los autores tienen su oportunidad… basta con dejar que corran los años hasta llegar al correspondiente centenario o lo que sea. Y a veces esta práctica da resultados memorables, como cuando la Orquesta Nacional de España programó la integral de la obra de Mahler en tres temporadas, coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento en 1860 y el centenario de su muerte en 1911.

Pues bien, en ese concierto al que me refiero se ejecutaron dos obras de Benjamín Britten y una, la del artículo de hoy, de Arvo Pärt, dedicada a él. El Cantus in memoriam Benjamin Britten. Me fascinó. Espero que os fascine a vosotros también.

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La Biografía de la Vida 37. La gran extinción del Pérmico-Triásico

En la entrada anterior de esta serie sobre la Biografía de la Vida contemplábamos en todo su esplendor cómo durante el periodo Pérmico asentaban sus bases aquellos que más tarde, a lo largo del Mesozoico, dominarán la escena, al menos de forma más aparente y mediática: los reptiles y los mamíferos. En la entrada de hoy vamos a ver que no todo fue tan fácil.

Nada ni nadie se podía imaginar la que se avecinaba. Aquel día, un día cualquiera durante el Pérmico, había amanecido igual de caluroso y seco, como venía sucediendo desde hacía unos millones de años. Aquel día iba a comenzar la cadena de sucesos que estrangularían la vida hasta posiciones próximas a la desaparición. Fueron entre 5 y 10 millones de años terribles -incluso algunos lo estrechan a tan sólo un millón y medio- que cambiaron la faz de la Tierra.

El resultado lo evidencian los datos paleontológicos disponibles, que nos permiten asegurar que el 96% de las especies marinas del Pérmico desaparecieron hace 251 millones de años, en el límite entre el Pérmico y el Triásico. Desaparecieron para siempre los trilobites, mientras que los corales rugosos, que tanto habían colaborado en la construcción de los arrecifes, fueron brutalmente diezmados. Menguaron las especies de los amonites, braquiópodos y equinodermos. Deberíamos esperar diez millones de años a que la recolonización de los medios marinos volviera a activarse.

En cuanto a la fauna de tierra firme, se estima que desaparecieron un 77% de los vertebrados, con una mayor supervivencia entre los de pequeña talla.

Las plantas soportaron mejor la crisis, aunque los helechos con semilla se extinguieron y a las gimnospermas les costó un largo periodo el poder reaparecer. Lo consiguieron gracias a la capacidad de sus semillas para enquistar la vida hasta encontrar condiciones más propicias. No se generó carbón durante el periodo, a diferencia de lo ocurrido a lo largo del Carbonífero, lo que hace pensar que la práctica totalidad de las plantas turberas desaparecieron.

Una evidencia de la crisis de los bosques la encontramos en la proliferación de restos fósiles del Reduviasporonites durante el momento en el que se da la extinción. El análisis de la firma geoquímica del mismo indica que se trata de un hongo cuyo nicho ambiental era la madera en descomposición.[1] Las piezas encajan para indicar que los bosques de Pangea fueron aniquilados por la extinción masiva, encontrando este hongo un entorno idóneo para su desarrollo.

El hecho fue tan importante que se establece este evento como el que marca el final del Paleozoico, cuyo nombre significa con mucha precisión “vida antigua”. Después de él vendría la vida nueva del Mesozoico, la “vida intermedia”.

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  1. Podéis leer la información más de detalle en esta entrada del Science 2.0. []

El euro: Actualización final – Cuarta parte

Esto se acaba ya, estimado lector. Te presento —déjame coger aliento— la segunda mitad de la tercera parte del último artículo de la serie El euro. En la primera mitad —la tercera parte de esta actualización final— recorrimos, por orden alfabético, los primeros países: desde Alemania hasta Grecia. Hoy comenzaremos por Italia, revisando las monedas conmemorativas de 2 € emitidas desde 2012, y terminarás por fin con este suplicio. Así que… ¡allá vamos!

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La Biografía de la Vida 36. El Pérmico: Fin del Paleozoico

En la entrada anterior de esta serie sobre la Biografía de la Vida nos despedimos del activo periodo Carbonífero. Hoy corresponde seguir adelante y adentrarnos en el desafortunado Pérmico.

Se extiende a lo largo de una prolongada etapa de casi 50 millones de años: desde los 299 hasta los 251 antes de hoy.

Este nuevo periodo debe su nombre a los extensos yacimientos de fósiles que corresponden a esta época que se encuentran en las cercanías de la ciudad rusa de Perm, próxima a los Urales. Es el periodo en el que se consolidó Pangea, circunstancia que trajo consigo una época de clima seco y extrema aridez en las tierras. No es de extrañar, por tanto, el éxito alcanzado a lo largo de estos años en la radiación de los reptiles, animales muy preparados para estas circunstancias.

Este periodo finalizará con la mayor extinción conocida de especies. De ahí el apelativo que le he dado de “desafortunado”.

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