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Historia de un Viejo Informático. El Sort (o el viejo problema de ordenar las cosas).

En la entrada anterior, os prometí (o amenacé, según se mire) contaros qué es y para qué sirve el “Sort”, es decir, el algoritmo de ordenación. Si eres informático, o estás en ello, es muy posible que lo que viene a continuación te aburra, aunque quizá encuentres algo nuevo, quién sabe, porque voy a hacer un poquitín de historia… Y si no eres informático, quizá te ayude a entender en alguna medida los mecanismos mentales que nos gastamos para enfrentarnos a uno de los problemas más incordiantes de la profesión: la gran cantidad de tiempo que se “pierde” (que los ordenadores “pierden”, en realidad) ordenando las cosas… Espero vuestro veredicto.

Por cierto, va habiendo ya unas pocas entradas en la serie; si alguno quiere leer algún otro capítulo de la historieta, ésta es la dirección donde podéis acceder directamente a todos ellos.

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“La memoria” en PDF

Gracias al trabajo de Gustavo, de Macluskey y de un servidor de ustedes, ya está disponible la serie de Gustavo La memoria en formato PDF. Se trata de los cuatro artículos de la serie, corregidos y ligeramente remozados con algunas imágenes para aligerar un poco la cosa. En total son treinta páginas A4 y de este modo la serie es más fácil de compartir y también de leer, una vez impresa.

El librito electrónico está publicado bajo una licencia Creative Commons idéntica a la de los artículos individuales, y es posible descargarlo gratuitamente desde la Librería de El Tamiz (hay un enlace a ella desde la página principal de la serie y desde el último artículo de la serie). Cuando Gustavo esté de nuevo en casa y pueda trabajar a gusto, probablemente añadirá algunas imágenes más, tal vez cambiándolas por las que tiene ahora mismo el librito, y retoque el texto del libro para hacerlo aún más claro; en ese caso, subiremos la revisión al mismo sitio.

Eso que llamamos “Tiempo” – En la Relatividad Especial

En los últimos artículos de Eso que llamamos “Tiempo”, hablamos del tiempo absoluto de Newton, consolidado por la interpretación subjetiva de Kant, y por el carácter unidireccional de la entropía, investigado por físicos como Boltzmann, que describe una “flecha del tiempo” probabilística. Hoy hablaremos del tiempo relativo.

Albert Einstein en su bicicleta, moviéndose en el espacio-tiempo

Albert Einstein en su bicicleta, moviéndose a través del espacio-tiempo

A mediados de la década de 1890, un joven se hacía la pregunta: ¿cómo se ve la luz cuando se viaja junto a ella? Desde los trabajos de Maxwell sobre el electromagnetismo, sabemos que la velocidad de la luz debe ser constante. Tal vez no haya una ley más sencilla en la Física que la Ley de propagación de la luz en vacío. Cuando oímos sobre la velocidad de la luz, inmediatamente se nos viene a la mente: 300.000 km/s. ¿Quién podría imaginar que esta sencilla ley, desencadenaría la más revolucionaria, profunda, y radicalmente nueva interpretación del tiempo? La velocidad de la luz es siempre la misma, independientemente de quién la emita y quién la mida. Si estamos en un tren moviéndonos a determinada velocidad, y por la ventana observamos otro tren viajando paralelamente a nuestra misma velocidad y dirección, desde nuestro punto de vista parecerá que ese tren está quieto. Si aceleramos, parecerá que aquel tren comienza a retroceder. Esto es aplicable con cualquier movimiento. Pero con la luz no. Si un rayo de luz se propaga paralelamente a nuestro tren, y aceleramos, no nos parecerá que la luz disminuye su velocidad; ésta será siempre la misma. Por mucho que aceleremos –por ej., hasta llegar al 99% de la velocidad de la luz–, notaremos que el rayo se sigue alejando de nosotros a la misma velocidad de siempre. ¿Cómo es posible esto? ¿Es la luz inalcanzable? Puesto que la velocidad es la relación entre espacio y tiempo, deberían ocurrir cosas extrañas con éstos, cuando nos acercamos a la velocidad de la luz, que permitan explicar por qué ella nunca varía. Tenemos dos opciones. O bien abandonamos esta sencilla ley de propagación -y, lamentablemente si no nos gusta, nunca se ha encontrado ninguna experiencia que la contradiga–, o bien abandonamos todo lo que creemos saber sobre el tiempo y el espacio, y comenzamos desde cero.

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Historia de un Viejo Informático. La Programación Estructurada.

En la entrada anterior comenté, entre otras muchas cosas, que a principios de los ochenta se comenzó a utilizar en España de forma sistemática la nueva técnica de Diseño Estructurado de Programas. Esto no quiere decir que fuera inmediatamente adoptada por todas las empresas, no. Las empresas pioneras, el banco donde trabajaba entonces entre ellas, comenzaron a usar Programación Estructurada de forma generalizada (incluso, al cabo de poco tiempo, y visto lo bien que nos fue durante los primeros tiempos, de forma obligatoria). El diseño y codificación de los nuevos programas se hizo más rápido, y con mayor fiabilidad, pero sobre todo se ganó muchísimo en el mantenimiento de los programas a lo largo de los años.

Pero la adopción de la nueva técnica no fue tampoco un camino de rosas. Siempre había algún virguero de la codificación tradicional que era capaz de, GOTO p’arriba, GOTO p’abajo, hacer el mismo programa más rápido y más eficiente que cualquiera, con o sin estructuras. Hubo bastante controversia (no sólo en España) sobre la manera de codificar en los lenguajes de la época (todos ellos  ”procedurales”, desde luego), con o sin GOTOs, con o sin Inicio y Final obligatorio…

Antes de entrar en cómo nos fuimos adaptando al nuevo método de programación, debo obligatoriamente, fiel a mi estilo lenguaraz, describir qué es la Programación Estructurada, y daros unas pinceladas históricas.

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La memoria – 4) Los casos más extraños

Hasta una lombriz es capaz de aprender algo.

Después de los célebres estudios de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y sus mapas neurológicos, que abrieron un gran camino a las investigaciones modernas, se buscó reducir los campos de estudio a mínimos observables más fáciles de analizar, para elaborar teorías sobre el aprendizaje. En diversos experimentos de laboratorio se llegó por ejemplo a entrenar una lombriz para que ejecutase un recorrido predeterminado. Pero vimos que la atención es un acto indispensable para aprender. ¿Acaso una simple lombriz es capaz de ponerle atención a algo? Pues así es, pero entonces ¿debemos redefinir qué es la atención?

En un principio parecería que todo aquello que se relacione de alguna forma con los instintos primarios es capaz de captar la atención. Varios experimentos como el que terminamos de ver lo han demostrado, incluso en animales de escalas zoológicas inferiores pero también superiores incluyendo el ser humano. De ahí surgieron las teorías que le adjudican a los instintos primarios la capacidad de generar los mayores grados de motivación para concentrar la atención en algún objeto o un trabajo.

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Historia de un Viejo Informático. El método de trabajo en los ochenta.

Como comenté en el artículo anterior, a principios de los ochenta me cambié a otro Banco que estaba comenzando a escribir de nuevo su Sistema Informático. Este Banco tenía un Sistema funcionando, similar al que os describí en esta entrada, aunque de otra marca, y había decidido cambiarlo para que todas sus Operaciones fueran Online, es decir, eso que ahora damos por sentado: que toda operación que hagamos en un banco cualquiera se refleje inmediatamente en nuestra posición en los ordenadores centrales. No muchos bancos del mundo tenían Sistemas Online al comienzo de la década de los ochenta (y prácticamente todos, al final).

En este artículo describiré someramente el método de trabajo que usábamos durante estos años, método que cambió radicalmente a mediados y finales de la década, con la adopción generalizada del PC en la empresa, lo que contaré, si tenéis la amabilidad (y la paciencia) de seguir escuchándome, en próximos episodios.

En primer lugar, unas líneas (bueno, muchas líneas, ya sabéis que yo no sé resumir…) para contaros cómo trabajaban Bancos y Cajas de Ahorro a finales de los años setenta y principios de los ochenta.

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La memoria – 3) Casos específicos

En el artículo anterior hablábamos de los actos automáticos, cómo se forman y permanecen y en qué condiciones se pueden modificar. Mencionábamos también las amnesias que se producen ocasionalmente en momentos comprometedores durante la práctica o el ejercicio de diferentes profesiones que demandan cierta destreza motriz o intelectual.

Decíamos también que la atención desempeña un papel muy importante en el aprendizaje. Esos “blancos” de la memoria que se producen cuando menos los deseamos, ¿pueden entonces adjudicarse a fallas de la atención? En términos generales diríamos que sí, aunque no es tan sencillo.

¿La memoria es una sola?

Después de todo lo que terminamos de ver, esta pregunta parecería casi fuera de lugar. Sin embargo la respuesta es afirmativa. La memoria es una sola y aunque se habla de “diferentes tipos de memoria” en realidad son especializaciones:

Memorias sensoriales (táctil o motriz, visual, auditiva, olfativa y gustativa).

Memoria conceptual o razonada (codifica información proveniente del pensamiento).

Pero todas estas divisiones funcionan de manera unitaria o sea que no están disociadas. Difícilmente se recuerde algo sin relacionarlo con algún otro recuerdo.

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Eso que llamamos “Tiempo” – La flecha del tiempo

Este artículo será un tanto diferente a los anteriores, de esta serie en donde recorremos las diferentes concepciones del tiempo. Digo esto porque, ya después de haber hablado de las reflexiones de Kant sobre el tiempo subjetivo, entramos en una etapa donde la ciencia experimenta un desarrollo exponencial, y donde la problemática de qué es el tiempo se manifiesta en casi todas las disciplinas científicas.

Recuerda que estás en una bitácora de El Tamiz, cuyo lema es “Antes simplista que incomprensible“. Si eres físico o químico, las simplificaciones que vas a leer te pueden exasperar un poco — éste es un artículo de divulgación.

En la física del movimiento y sus causas -Dinámica- las leyes de la naturaleza funcionan tanto si el tiempo transcurre “hacia adelante” como también si lo hiciera “hacia atrás”, es decir que son simétricas y reversibles en el tiempo. Si filmamos un choque entre dos partículas, o la órbita de un planeta entorno a su sol, y pasamos la película al revés, notaremos que las trayectorias están invertidas, lo cual es totalmente coherente para la física: no hay nada que nos indique que el tiempo está trascurriendo en sentido contrario. Si las leyes de la naturaleza no distinguen entre el pasado y el futuro, entonces ¿por qué notamos que el tiempo fluye en un sentido y no en otro? ¿De dónde sale esa asimetría del tiempo? ¿Por qué recordamos el pasado pero no el futuro?

A los acontecimientos físicos que no distinguen una “flecha del tiempo”, se los llama reversibles. Pero sin esfuerzo nos damos cuenta que no todos los procesos son reversibles, como el envejecimiento, mezclar café con leche, romper un huevo, etc. Si viéramos una película que comienza con un huevo roto y esparcido sobre el suelo, que se eleva, se reconstruye a sí mismo y acaba en una mesa, nos percataríamos de que el tiempo está ‘invertido’ y que ese acontecimiento no puede ocurrir en la realidad. Mas ¿y por qué no?, ¿qué es lo que impide que eso ocurra?

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Historia de un Viejo Informático. El Cobol. Bonus Track: el “Virus del Milenio”.

En la entrada anterior os describí someramente cómo son los grandes mainframes de IBM; en entradas sucesivas os volveré a dar la tabarra sobre el software cuando corresponda…

Pero en ésta de hoy me centraré en otro cuasi-desconocido (y, en este caso, incluso denostado) protagonista del mundo de la informática: El Lenguaje COBOL. Porque en 1980, igual que ahora, el lenguaje por antonomasia en que se programaban los mainframes de IBM es, sobre todo, Cobol.

Bueno, no es en realidad tan desconocido, puesto que da trabajo a muchos profesionales para escribir o mantener Aplicaciones escritas en este lenguaje, pero sí que lo es, y de qué manera, para los estudiantes de informática de todas las Universidades y Escuelas. Por lo que yo sé, en ninguna se estudia, ni siquiera se suele citar al hablar de lenguajes de programación.

Y es que el Cobol, más que un lenguaje, es casi una filosofía de vida. Ehh, bueno, vale, no tanto, me he dejado llevar por la emoción, o más bien por la nostalgia de los años que llevo sin programar…

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El Cedazo en Febrero

Aquí tenéis las estadísticas de El Cedazo en el mes de Febrero de 2009.

Artículos

Hay 82 artículos publicados en El Cedazo, obra de 12 autores diferentes; nadie se ha unido a nosotros en Febrero, lo que hace que el recuento del mes sea un poco agridulce, pero por otro lado los autores “veteranos” han publicado mucho y muy bueno.

Durante este mes, las series que han llevado el peso de la bitácora han sido Eso que llamamos “Tiempo”, de Lucas, Historia de un Viejo Informático, de Macluskey, y La memoria, de Gustavo. Además, Awaca ha continuado su serie ¿Qué es la ciencia? y Lucas ha publicado un artículo suelto, Percepción Visual – La Psicología de la Forma. Ha sido un mes activo y, en mi opinión, de una calidad excelente en los contenidos.

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