En este artículo me gustaría hablar —bueno, vale, escribir— sobre los orígenes de algo que utilizamos cotidianamente en España y en muchos otros países europeos, muchos ya con soltura, algunos —los menos— intentando aún acostumbrarse: el euro. Ya se oyen cada vez menos aquellas cábalas mentales del tipo «diez mil euros… si seis son mil pesetas… doce, dos mil… ¡casi dos millones de pesetas!». Pero el euro no es cosa de dos días: lleva mucha historia por detrás.
Tan solo una nota antes de empezar: en esta entrada y las posteriores voy a hablar del euro, pero no desde el punto de vista de un economista —que no lo soy ni sé demasiado de ello— sino desde el punto de vista de un coleccionista. No obstante, eso no evita hacer una pequeña introducción como ésta, que me parece importante para situarnos en el contexto del euro. De modo que tal vez este articulillo te parezca aburrido, tedioso, denso, largo, una porquería como un piano de cola, lo que quieras, pero por favor: ¡no te desanimes! Seguro que los siguientes te gustan más. Si, por el contrario, éste te parece interesante… pues ¡guay del Paraguay!
Por último, añadir que, dado que no soy economista, es posible que cometa algún error, a pesar de que he procurado documentarme debidamente antes de ponerme a escribir. Así que son bienvenidas correcciones, sugerencias…
Bien, pues vamos allá:
La Unidad de Cuenta Europea
Aunque toda esta historia del euro pueda parecer algo muy reciente, el proyecto de una moneda única común se remonta ya a 1975, ¡hace treinta y cinco años! En este año se crea en Europa la Unidad de Cuenta Europea —EUA, del inglés European Unit of Account—. La EUA estaba pensada para uso interno del Banco Europeo de Inversiones,[] pero poco a poco fue ampliándose su ámbito.
En realidad, la EUA no era una moneda propiamente dicha, sino una «moneda cesta» —en inglés, basket of currencies—. Esto quiere decir que no cotizaba internacionalmente, esto es, no «competía» con otras divisas mundiales. Hoy estamos acostumbrados a que nos informen cada poco tiempo de la tasa de cambio entre el euro y el dólar, o entre la libra esterlina y el yen… Esto no pasaba con la EUA, porque era una moneda cesta.
Y… ¿qué es eso de «moneda cesta»? Dicho mal y pronto, es una moneda cuyo valor es una especie de «media ponderada» entre los valores de otras monedas que sí lo son propiamente, es decir, que sí cotizan. El valor de la EUA era calculado a partir de los valores de otras monedas como el franco francés, la libra esterlina o el florín holandés, por poner algunos ejemplos. Y además, algunas monedas se tenían en cuenta más que otras, dependiendo de su «peso» en la economía europea: no contaba lo mismo, por ejemplo, el valor de la libra esterlina —que es una divisa fuerte, estable, conocida internacionalmente, y que es considerada una referencia mundial— que el de la corona danesa —cuyo peso internacional no es, ni muchísimo menos, de tal calibre—. Sigue leyendo ›