La pregunta que vamos a tratar de responder hoy es: ¿Por qué estornudamos? Para quien se incorpore tarde a esta serie, sabed que estamos repasando las preguntas que los alumnos de Lorenzo Hernández le hacen en clase.
Aunque podemos respirar por la boca sin problemas, lo más habitual es que respiremos por la nariz, de modo que cuando se produce una irritación en el interior de la nariz el cuerpo interpreta que algo está entrando por ahí y podría obstruir la entrada de oxígeno. Lo normal es que ese algo sea simplemente polvo, pero también puede ser otras partículas pequeñas, como semillas, polen, insectos o incluso un amigo graciosillo que esté haciéndote cosquillas con una pluma en la nariz. A veces esa irritación también puede producirse, por ejemplo, por una infección respiratoria (lo más común, un resfriado) o una alergia (lo más común, al polen).
El caso es que el cuerpo intentará evitar la obstrucción expulsando aire a gran velocidad por el orificio obstruido, por la nariz: los pulmones se llenan de aire y lo expulsan rápidamente, en una fracción de segundo, arrastrando al intruso a su paso (o, en el caso del resfriado, los mocos). Parece ser que el aire de un estornudo puede alcanzar los 70km/h de velocidad.
Muchas veces, antes de estornudar notamos un pequeño picorcillo en la nariz, la misma irritación que acaba provocando el estornudo: dependiendo de cuál sea la causa subyacente al estornudo, a menudo frotarse la nariz, apretando por los lados, puede conseguir que la irritación desaparezca, evitando el estornudo.
Al estornudar es muy habitual que cerremos los ojos y la boca. Cerrar la boca sirve para evitar que el aire se escape por ahí: dado que nariz y boca son parte del tubo respiratorio, si dejáramos la boca abierta, la presión se escaparía por ahí y no conseguiríamos la velocidad necesaria de aire por la nariz para poder expulsar al agente irritante. De hecho, si en algún momento notamos que vamos a estornudar y no podemos permitírnoslo (los estornudos suelen acabar acompañados de mocos saliendo a toda velocidad por la nariz), un truco habitual es abrir la boca. Hay que hacer un esfuerzo consciente para hacerlo, porque el acto reflejo es cerrarla; pero si conseguimos dejarla abierta, lograremos que el aire salga mucho más despacio, sin esparcir un spray de mocos sobre todos nuestros interlocutores. Dado que eso evitará que el agente irritante sea expulsado, lo normal es que justo detrás nos venga otro estornudo, pero así habremos ganado unos segundos para buscar un pañuelo.
El hecho de que se cierren los ojos como acto reflejo viene causado porque en realidad nariz, ojos, boca y oídos están conectados. Pero los ojos son muy delicados, de modo que, si los dejáramos abiertos, parte del aire se escaparía por ahí, pudiendo dañarlos. Al cerrarlos, los protegemos de ese aumento de presión. De nuevo, si hacemos el esfuerzo consciente de mantenerlos abiertos, probablemente lo conseguiremos, aunque supongo que podríamos dañarlos.
Si el estornudo es causado por un resfriado es muy habitual expulsar pequeñas cantidades de agua y moco junto con los microbios que estén provocando el resfriado, lo que expande la infección. Por ello, en una sociedad civilizada es habitual cubrirse con un pañuelo al estornudar o, si no se tiene un pañuelo a mano, con la mano o con el reverso del brazo.
Y eso nos lleva a otro hecho curioso: es habitual responder a un estornudo con un “¡Jesús!” o un “¡Salud!”. Aunque hoy en día eso es simplemente una nota de cortesía, tiene su explicación histórica. Al parecer alguna de las epidemias de peste medievales, o muchas, provocaban estornudos, de modo que una persona que estornudaba podía estar infectada de una enfermedad gravísima… por lo que al desearle “Salud” se hacía justamente eso: desearle que no fuese nada, que fuera un estornudo inofensivo y no uno causado por la peste. El mentar a “Jesús” parece ser que era una forma de orar para que la infección no se propagase (dado que en aquel momento no teníamos muy claro cómo se transmitía la enfermedad).
Existe un tipo adicional de estornudo, causado por la exposición a la luz brillante (estornudo fótico). Existe controversia sobre sus causas, parece ser que la más aceptada ahora mismo es que es debido a una mala conexión de los nervios, de modo que cuando el cuerpo recibe la luz lo interpreta como una estimulación en la nariz y provoca el estornudo.
¿Crees que no hay más? Pues sí, verás, nunca un estornudo dio para tanto:
El vídeo muestra a Fred Ott, uno de los ayudantes de Thomas Edison, dirigido por William Kennedy Dickson… estornudando. Fue utilizado en 1894 para publicitar un cinematógrafo y tiene el honor de ser la primera película con copyright en EEUU que se conserva. Al parecer hubo otras anteriores con copyright, pero no se conservan; y parece que también hay otras anteriores que sí se conservan, pero sin copyright.
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