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La Biografía de la Vida 42. De los dinosaurios voladores a las aves




Hoy vamos a tratar un tema con el que completaremos el periodo Triásico, pero que se extiende en casi su totalidad sobre el siguiente, el Cretácico. Me voy a tomar la licencia de adelantarlo aun sin haber introducido la geología y climatología de este último periodo como ha sido habitual para los demás vistos hasta ahora. El motivo es que el tema complementa y cierra el círculo de lo iniciado en la entrada anterior sobre los dinosaurios. En esta entrada de la serie sobre la Biografía de la Vida hablaremos de cómo estos animales tan especiales conquistaron el cielo, más allá de lo que hacía mucho tiempo habían hecho los insectos, y un poco menos los reptiles Pterodáctilos.

Comencemos por el final. Los grandes dinosaurios nos llevan de la mano hasta el pequeño Archaeopteryx, el “ala antigua”, la última maravilla del Jurásico: ¿Es un dinosaurio? Quizás. ¿Es un ave? Posiblemente. La verdad es que es el eslabón que une el clado reptil con una nueva clase animal. Un clado es el conjunto de especies e individuos que provienen de un antepasado común. Taxonómicamente, es decir, en la ciencia de la clasificación, a Archhaeopteryx se le conoce como un ave. Quizás la primera de todas ellas.

Fósil de Archaeopteryx del museo de la Universidad Humboldt, en Berlín (Wikimedia, CC BY-SA 3.0 Unported)

El primer fósil se encontró en 1861 cerca de Langenaltheim, en Alemania. La clara evidencia de plumas en sus articulaciones supuso un revuelo en el mundo del conocimiento evolutivo, ya que parecía haberse encontrado el eslabón perdido entre el dinosaurio y las aves. Eran los momentos del inicio de la batalla darwiniana. Después de este primer fósil se han encontrado diez más, todos ellos en Alemania, el último en 2011.

La existencia de estos fósiles nos alimenta la curiosidad, de forma que vamos a intentar enhebrar un cierto hilo de acontecimientos: desde los dinosaurios a las aves.

Ya sabemos por entradas anteriores que el árbol filogenético de estos últimos animales se enraíza en los dinosaurios terópodos. En su clado Tetanurae, los “colas rígidas“, de hace unos 195 millones de años, encontramos al primer ancestro común conocido de todas las aves. Si seguimos por el árbol filogenético llegaremos tras unas pocas derivaciones, más o menos hace unos 175 millones de años, al clado de los Coelurosauria, los “reptiles de cola hueca“. En este clado vamos a encontrar los ejemplares conocidos de dinosaurios emplumados. Especímenes que vivieron desde hace unos 163 millones de años, cuando aparece el ancestral Pedoppena,pie de pluma“, hasta los “cercanos” 65 millones de años, momento en que desaparecieron todos ellos, dejando paso libre a sus hijas las aves.

Dentro del clado coelurosaurio continuó la cadena evolutiva. Hace unos 155 millones de años se desgajan los Maniraptora y poco después los Paraves. Estos engloban a los dinosaurios no avianos, aquellos que representan la última forma de transición entre dinosaurios clásicos y aves, y a las aves verdaderas. Entre estas últimas se encuentra nuestro amigo Archaeopteryx, del que presumimos una antigüedad de 150 millones de años.

Evolución de los dinosaurios hacia las aves

Destacamos aquí lo que parece ser el santuario mundial de los fósiles de las aves primitivas. Se trata del yacimiento chino de Yixian en el que a principios de los años 90′s del siglo pasado comenzaron a estudiarse multitud de ejemplares de los estadios iniciales de la clase aves, entre los que destaca Confuciusornis sanctus, la “ave santa de Confucio“, que vivió a lo largo de unos 15 millones de años en el Cretácico inferior, hace ahora unos 120 millones de años.

Fosil de Confuciusornis sanctus del Museo de Ciencia de Hong Kong (Wikimedia, CC SY-BA 3.0)

A pesar de que hay una manifiesta mayoría que apoya la teoría de la procedencia dinosáurica de las aves, para algunos las evidencias basadas en los fósiles conocidos no son suficientes como para calmar el debate que explique cómo se pasó de unos a otros. Incluso hay algún científico que aboga por la existencia de dinosaurios consecuencia de una evolución “regresiva” a partir de un ave. No obstante, cada nuevo descubrimiento afianza más la idea original, aunque los estudios genealógicos de detalle siguen adelante y aún son objeto de análisis.

La realidad es que en unos 50 millones de años de cambios, la evolución modeló de forma muy rápida el tamaño y forma de algunos dinosaurios: desde los 165 kilos de los Tetanurae a los escasos mil gramos del Archaeopteryx. Una hipótesis[1] que explicaría estas remodelaciones se apoya en la oportunidad que supuso para algunos dinosaurios el conquistar la libertad, protección y nuevos recursos alimenticios que ofrecían las alturas de los árboles.

El proceso habría exigido entre otros, tal como realmente se observa en la realidad, una disminución corporal. A la par que cerebros proporcionalmente mayores con los que gestionar el movimiento en el más complicado medio de la foresta, lo que impulsaría cráneos más grandes mediante ontogenias pedomórficas -como explicamos más abajo- y con hocicos más cortos. La necesidad de perfeccionar la visión tridimensional para moverse con eficacia en el nuevo medio habría llevado al crecimiento de los ojos. Se debió potenciar la función aislante de las plumas para permitir la actividad nocturna y el alargamiento de las extremidades para favorecer los saltos entre árboles. Precisamente el fenotipo que observamos en las aves que nos rodean.

Y no nos olvidemos de algunas características morfológicas que se observan en los fósiles. Los Neotheropoda, muy cercanos a las aves aunque eran aún animales carnívoros, ya presentaban la bipedestación y en sus patas tenían solamente tres dedos como las aves modernas. En las manos habían perdido el quinto dedo, mientras que el cuarto quedaba muy reducido. Poco a poco las semejanzas en las estructuras del esqueleto se fueron aproximando. Cráneo apuntado, cadera de nuevo con el pubis hacia detrás, patas largas y delgadas, fusión de las clavículas para formar la fúrcula así como la transformación anatómica de las extremidades superiores hacia la función “vuelo”. Evidentemente, y como prueba de cargo esencial, la existencia de plumas, que fueron evolucionando con el paso del tiempo desde formas pilosas hasta las que conocemos hoy en día. Por no olvidar la evolución de los comportamientos como la ingestión de piedras para facilitar la molienda de los alimentos antes de la digestión, la nidificación y el comportamiento en el cuidado de las crías, o la sociabilidad. 

Demos un salto hasta los dinosaurios maniraptores, “con manos de ladrón”, del grupo de los terópodos. Tenían unos brazos y manos alargadas, las clavículas unidas en forma parecida a la espoleta de las aves, una cola larga y rígida, plumas y una cadera de ave con el pubis hacia atrás. Se supone que los especímenes más primitivos pasaban la mayor parte de su tiempo en los árboles, aunque la casuística de la morfología de estos animales es muy extensa.

Extremidades características de la familia maniraptora (Wikimedia, GNU FDL 1.2)

Como un ejemplo, el “pequeño rapaz” Microraptor, que fue un dinosaurio de cuatro alas, del tamaño de una paloma, que vivió hace unos 130 millones de años. El plumaje fosilizado del dinosaurio, de matices azul y negro, es el registro más antiguo del color de las plumas iridiscentes. Al igual que muchas aves modernas, las utilizaba, probablemente, para enviar señales visuales de tipo social. Se han hecho estudios también sobre la cola de este dinosaurio, describiéndola como una superficie más estrecha de lo que se pensaba, con dos plumas alargadas. Los científicos creen que la pluma de la cola era ornamental y que, probablemente, evolucionó para el cortejo y otras interacciones sociales y no para la aerodinámica.

Representación artística del Microraptor mmartinyuk (Wikimedia,  CC BY-SA 3.0 Unported)

Los microraptores eran muy pequeños, de un kilo de peso. En el otro extremo de los dinosaurios emplumados tenemos a Yutyrannus huali, coetáneo del microraptor, que alcanzaba casi la tonelada y media de peso. Con el tiempo habían desarrollado cambios anatómicos que les permitieron saltar al medio aéreo, lo cual se debió producir antes de la aparición de las aves verdaderas, ya que algunos especímenes disponían de alas bien desarrolladas e incluso protoalas en las piernas que las utilizarían para el planeo.

Un estudio[2] en el que ha participado la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) incide en la evidencia de la relación dinosaurio-ave, ya que demuestra que la evolución del cráneo de las aves modernas presenta una correspondencia con el fenotipo de los cráneos de los dinosaurios jóvenes, hecho producido al irse retrasando el camino de maduración joven/adulto en las aves con relación al que seguían los dinosaurios carnívoros terópodos. A este fenómeno, muy habitual en el mundo animal, se le conoce como pedomorfismo, es decir, “con forma infantil”. Con eso, poco a poco las aves llegaron a retener cuando eran adultas las características de un dinosaurio joven: cuerpo más pequeño, un acortamiento de la cara en donde se apuntaba poco a poco el pico y unos cráneos proporcionalmente más grandes en donde albergar un cerebro preparado para gestionar las múltiples decisiones que comporta un vuelo.

A la izquierda cráneo de un Archaeopteryx juvenil, muy semejante a la de un ave adulta actual. A la derecha el cráneo de Archaeopteryx adulto (Imagen de UAM y universidades de Harvard, Texas y New York, ver nota a pie de página número 2., CC 2.5)

Con ello llegamos al “ala antigua”, Archaeopteryx, que apareció hace unos 150 millones de años. Fue una criatura con un tamaño similar al de un cuervo moderno, unos 35 centímetros, de cabeza pequeña y ojos grandes. Las extremidades eran largas y delgadas, con tres dedos en forma de garra en cada una de las manos alargadas y con los pies típicos de las aves. Los huesos de la parte inferior de las patas eran largos e indican que se trataba de un animal corredor. Con dientes puntiagudos en las mandíbulas y una cola ósea larga, características estas últimas que le asemejan a un dinosaurio terópodo.

Representación artística de Archaeopteryx (Wikimedia, CC BY-SA 3.0 Unported)

Pero tenía también dos peculiaridades que son exclusivas de las aves: una espoleta bien desarrollada, formada por la unión de las dos clavículas, y las plumas que caracterizan a las aves en las extremidades anteriores y sobre la cola, aunque su esternón, hueso donde se anclan los músculos motores del vuelo, era diminuto a diferencia del de las aves modernas. El hecho de que, casi con toda seguridad, esta ave antigua tenía sangre caliente como sus familiares modernos, apuntaría hacia un metabolismo activo que generaba suficiente energía como para soportar el vuelo.

No se sabe con certeza si sólo realizaban un planeo o si podían batir las alas con fuerza y volar. En general estas son las dos alternativas en disputa para explicar el origen del vuelo en los animales de su época. Se supone que para volar batiendo las alas se necesita una fuerte estructura muscular pectoral y una quilla donde se afiancen los músculos. Ya sabemos que no disponían de esta estructura ósea, por lo que es probable que no hicieran vuelos largos ayudados por la fuerza de sus alas. Una segunda posibilidad es que su estrategia de caza fuera el otear desde lo alto de los árboles y, una vez observada la presa, sorprenderla desde arriba mediante un planeo. Pero los bosques donde habitaba este animal eran ralos y de árboles no más altos de tres metros, por lo que esta segunda posibilidad también tiene un soporte débil. Una alternativa más plausible sería el que acechara a sus presas desde el suelo, arropado por los arbustos, y se apoyara en el batir de sus alas para agilizar el último salto, que así produciría un movimiento más versátil y más exitoso a los propósitos de la caza. En resumen, un camino de lenta evolución a través de distintas conquistas: correr, saltar, controlar el desplazamiento aéreo y por fin volar.

Evolución de las plumas en los dinosaurios del jurásico/cretácico

Ya sabemos que los Archaeopteryx no fueron los primeros animales con plumas, ya que estas “adornaban” a algunos terópodos mucho antes de que se hubiera inventado la capacidad de volar. Incluso parece ser, según un informe publicado en la revista Science en 2014,[3] que en especímenes de dinosaurios del Jurásico medio del orden ornitisquia, prima lejana de la terópoda, ya se habían desarrollado estructuras semejantes a las plumas. Lo que para algunos sugiere la existencia de estos adminículos ya en el Triásico, hace unos 220 millones de años.

Entonces, si no se crearon para volar, ¿cuál fue el estímulo medioambiental que permitió el desarrollo de las plumas? Bien pudiera haber sido para desarrollar una función de aislamiento térmico en algún momento del camino hacia la sangre caliente. Sin embargo hay sus dudas sobre esta explicación, ya que se han encontrado fósiles de aves del Cretácico más actuales que los Archaeopteryx que parece ser no habían desarrollado todavía un metabolismo de sangre caliente.

Una tercera explicación se ancla en el hecho de que el proceso biológico por el que se generan las plumas no es nada especial. Es un diseño muy antiguo, posiblemente más antiguo que el que dio a luz a las protecciones de los placodermos o a los “dientes” de los conodontos. ¿Recordáis lo que ocurría en aquel antiguo periodo Silúrico? En la entrada 29 de esta serie decíamos: “Posteriormente a la aparición de la mandíbula aparecieron los dientes como excreciones óseas de la piel que la recubría, formados a partir de una invaginación en las dos capas del tejido cutáneo, derivando una de ellas en una estructura interna con dentina y otra en una externa de esmalte”.

Este tipo de mecanismo es común en la generación de dientes, pelos, escamas, plumas, glándulas sudoríparas e incluso de las glándulas mamarias. El inicio se produce cuando en un determinado momento, dirigido por proteínas y genes específicos, en dos capas de tejido epitelial que se encuentran físicamente próximas una a otra se inicia un proceso por el que las células se dividen y crecen, haciendo que las capas vayan cambiando de forma. Se produce un plegado que se invagina y se generan un tipo particular de proteínas que favorecen el proceso y determinan el resultado final. Es evidente que este proceso común es la prueba de que órganos tan diferentes como los dientes, plumas y mamas están intrínsecamente unidos por la historia biológica. Es decir, una pluma sería simplemente una variación de una solución evolutiva ancestral.

Si buscáramos en un ancestro común de la familia Archosauria, de donde provienen los dinosaurios, sus hijas las aves y los cocodrilos, posiblemente hallaríamos ya pistas de las plumas. Quizás no evidencias visibles de animales emplumados, sino proteínas y desarrollos embrionarios dirigidos por genes que se repiten curiosamente en cocodrilos y aves. Y así es.

Cocodrilos y dinosaurios se separaron hace 230 millones de años. Y a pesar de ello los cocodrilos aún conservan la impronta de las plumas, como se ve en sus embriones que desarrollan el mismo tejido que en las aves deriva en plumas. También tienen la proteína “queratina de las plumas” con la que fabrican sus escamas, curiosamente semejantes a las escamas que las aves actuales tienen en sus patas.

En los embriones de las aves se genera un tejido “escamoso” que se diversifica, por un lado, formando las escamas de las patas, y por otro, formando las plumas. En este caso las escamas embrionarias derivan a filamentos tubulares o barbas, que son como pelos huecos pero que pueden tener derivaciones en toda su longitud, formando desde plumones hasta las plumas de vuelo o de cortejo.

Y este último detalle, las plumas de cortejo, es el que lleva a pensar que el desarrollo de las plumas fue, una vez más, un argumento de selección sexual. En base a que el emparejamiento es más esencial para la vida y transmisión de los propios genes que la estrategia metabólica de sangre caliente o la habilidad de volar, bien pudiera ser que las plumas, unos apéndices que exigen recursos ¿innecesarios? importantes, fueran el primer paso de un desarrollo y transformación de las escamas reptilianas, favorecido por la realimentación de tipo sexual y reproductora que producirían, al estimular a las hembras con su colorido, variación y reflejo de la luz solar.[4] Precisamente en base a estas características estéticas, con posterioridad derivarían a otras funciones. La primera, la de aislamiento térmico, al haber creado un colchón de aire entre el cuerpo y el exterior, efecto reforzado por una capa iridiscente que reflejaba la luz solar. El último paso, sorprendentemente, sería la habilidad que se conquistaría en base a su liviandad y su capacidad de crear superficies de sustentabilidad en el aire: el vuelo.

Con relación a la selección sexual algún científico opina haber encontrado evidencias de ello.[5] Datados a finales del Cretácico, los fósiles de Ornithomimus descubiertos en Colorado, Estados Unidos, en 1890, permiten observar que las plumas en los brazos se encuentran sólo en los adultos y no en los individuos jóvenes. Lo que daría pie a que estos aditamentos sólo tuvieran propósito en la fase adulta como elemento de atracción macho/hembra más allá de sus posibilidades para el desplazamiento.

Las mismas plumas presentan una historia de desarrollo evolutivo propia, desde lo que se considera la primera a las actuales, según el esquema siguiente de incremento de complejidad:

Pasos en la evolución de las plumas

La primera pluma sería un cilindro hueco, como un pelo grueso (1). Con el tiempo estos pelos ya más desarrollados se unirían a la caña de la pluma en forma de abanico (2). De esta disposición palmeada, y al aparecer una modificación de las barbas, se pasó a la forma palmeada 3b o bien a una disposición parecida a las plumas actuales con filamentos a uno y otro lado de la caña (3a), pero sin estar aún unidas por pequeños garfios. El siguiente paso evolutivo llevó precisamente a unir las barbas laterales mediante esta disposición tipo velcro, con lo que se ganó en rigidez (4). Finalmente aparecen plumas asimétricas (5), a partir de las cuales se piensa que pudo surgir finalmente el vuelo ya que su especial estructura es la que permite soportar los esfuerzos dinámicos que el vuelo produce en ellas. El Archaeopteryx ya presentaba plumas de este tipo.

Con esto dejamos este amplio recorrido de la conquista de los cielos por unos animales llenos de claroscuros, aunque muy especiales, como fueron los dinosaurios. La siguiente entrada será específica del Cretácico, a pesar de que la que ahora acabamos se ha tomado la prerrogativa de adentrarse en este último periodo de la era Mesozoica antes del tiempo marcado por el ritmo de esta serie. Hablaremos de su geología, climatología y atmósfera así como de lo que le aconteció en aquellos años a la biota vegetal. Hasta entonces.

  1. Publicada en la revista Science de agosto de 2014, a la que podéis acceder en este enlace. []
  2. Encontraréis una reseña de este estudio, publicado por Nature en mayo de 2012, en este enlace. []
  3. Informe que podéis encontrar aquí. []
  4. NdE: Un amigo gustaba de decir, en un rasgo de humor y por aproximación a las leyes de la robótica de Asimov, que además de las tres leyes de Mendel, había una ley cero: “Si tus padres no tuvieron hijos, tú no tendrás hijos”. []
  5. Podéis encontrar más información al respecto en este enlace a National Geographic de octubre de 2012. []

Sobre el autor:

jreguart ( )

 

{ 10 } Comentarios

  1. Gravatar Juan | 01/12/2014 at 04:18 | Permalink

    Buenos días, A la atención de jreguart Acabo de descubrir su serie “La biografía de la vida”. Impresionante.

    Para cuando un libro ? Si se decide a escribirlo, +1 para mi.

    Enhorabuena por sus artículos.

  2. Gravatar jreguart | 02/12/2014 at 08:25 | Permalink

    Hola Juan,

    realmente la Vida es que es impresionante. La serie… simplemente comparto mis lecturas, apuntes y conocimientos con la intención de mejorar con vuestros comentarios y consejos. Estoy contento cuando me topo con alguien como tú al que le gusta el trabajo. Seguiremos adelante. Aún queda un poco y el libro… quién sabe. Ya veremos cuando completemos la escalada y digamos ¡cumbre!

    Un saludo y hasta otra.

  3. Gravatar Cataclysm | 03/12/2014 at 09:35 | Permalink

    Excelente entrada, como las anteriores.

  4. Gravatar jreguart | 03/12/2014 at 12:52 | Permalink

    Hola Cataclysm,

    gracias de nuevo por tu amable comentario. Espero que sigas disfrutando con las siguientes entradas.

  5. Gravatar bau | 21/04/2015 at 02:17 | Permalink

    jreguart : si estos dinosaurios voladores eran de sangre caliente , entonces cuales son las diferencias sustantivas con las aves actuales perdona mi ignorancia , pero comencé a leer hace poco biografía de la vida y no voy con orden . se podría decir que se dividían en dinosaurios reptilianos (sangre fría ) y los otros dinosaurios sangre caliente ?

  6. Gravatar jreguart | 21/04/2015 at 08:17 | Permalink

    Hola Bau,

    quizás no hayas leído aún la entrada anterior, número 41, en la que trato con más extensión el tema de los dinosaurios como superorden taxonómico. Allí verás como el tema de sangre caliente si, sangre caliente no, aún es controvertido. También podrás ver que la clasificación de los dinosaurios se hace en base a la forma de su cadera… es curioso ¿no? Tan dinosaurios fueron los de sangre fría como los de sangre caliente.

    Determinados dinosaurios parece que fueron adoptando en su metabolismos estilos de sangre caliente. Entre ellos unos fueron adoptando costumbres voladoras y de entre estos, algunos acabaron siendo los precursores de las aves (otros no). Taxonómicamente las aves constituyen una clase. Parece que ellas han conseguido un “ascenso” en el escalafón ya que partieron del orden dinosaurio que es una rama de la clase reptil. Y se lo merecen.

    La relación entre dinosaurios y aves podríamos asimilarla a la que puede haber entre reptiles y mamíferos, aunque en este último caso sí es claro que unos son de sangre fría y otros caliente. Los mamíferos somos herederos evolutivos de los reptiles. Las aves son herederas evolutivas de algún tipo de dinosaurio.

  7. Gravatar Bau | 21/04/2015 at 12:20 | Permalink

    Jreguart : gracias por tu respuesta . sigo adentrándome en la lectura y ya puedo decir sin duda que es un gran y serio trabajo – te felicito pues hombre – otra duda que siempre he tenido es con relación a la secuencia : pez , anfibio , reptil y hasta ahí llego porque cuando lo veo en la tv de reptil pasa a ave y de ave a mamífero pequeño y de este a Homínido , pero no me calza , claro , por ello te pido si aprox me la puedes describir así a grosso modo como yo lo estaba haciendo . Me sirve como marco general , Ahora si tienes un link donde salga la famosa ramita también . El tema es que son tantas especies que aparecen y desaparecen , eras , periodos . No es una biografía de un personaje o de una época , es un proyecto ambicioso , es nada menos que la historia de la vida en la tierra por lo tanto para no enloquecer te pido ese

  8. Gravatar jreguart | 21/04/2015 at 01:28 | Permalink

    Hola Bau,

    la filogenia que preguntas no es una cadena en donde un eslabón sigue al otro. Es un árbol con un antepasado común para todos los vertebrados.

    De una manera muy, pero que MUY simple. Cronológicamente primero aparecen los peces (primeros peces hace ahora 480 millones años). A partir de una especie determinada de peces se bifurcaron dos ramas: la de los actuales peces y la de los anfibios (primeros anfibios 360). De una especie anfibia se bifurcaron dos ramas más: la de los actuales anfibios y la de los reptiles (reptil más antiguo 350). De una especie reptil antigua se bifurcaron dos ramas más: la de los reptiles no mamíferos y la de los mamíferos (primer reptil mamiferoide 260; primer mamífero 200). De una especie reptil no mamífera se bifurcaron dos ramas: la de los actuales reptiles y la de los dinosaurios (primer ancestro de dino 260; primer dinosaurio 230). De una especie (o varias) dinosaurio se bifurcaron las actuales aves (primer animal considerado ave 150).

    Te paso un enlace de un esquema simple e intuitivo de lo que pretendo decirte en el párrafo anterior. http://es.static.z-dn.net/files/dbb/927b0e01e685ab182e9a6d5558ac1eb5.gif Tómalo todo como una simplificación a efectos aclaratorios. La vida y el árbol filogenético es muchísimo más complejo. Te paso también enlaces de wikipedia sobre los Animalia y los vertebrados en donde al final de la página encontrarás unos esquemas más complejos que explican su filogenia. http://es.wikipedia.org/wiki/Animalia y http://es.wikipedia.org/wiki/Vertebrata

    Me alegro que disfrutes con la serie. A medida que te vayas metiendo en la serie y irás viendo cómo se desarrolla el árbol de familia de los animales y su cronología.

  9. Gravatar Bau | 21/04/2015 at 07:11 | Permalink

    Jreguart : más de lo que esperaba , te agradezco la gentileza de responderme y seguiré explorando el pasado de nuestro planeta , naturalmente con “la biografía de la vida ” porque realmente he hecho un descubrimiento al llegar aquí y ya veo que también incursionas en otras áreas del saber así que no te desharás tan rápido de mi .

  10. Gravatar jreguart | 21/04/2015 at 09:05 | Permalink

    Ni se te ocurra amigo Bau. Seguimos en contacto.

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