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Música y Ciencia. 2) ¿De qué música hablaremos?




Una duda casi increíble.

Tras el prólogo, hoy comienza de verdad esta serie sobre Música y Ciencia.

La música suele dividirse en dos grandes grupos. Uno de ellos hasta hoy no sabemos bien cómo llamarlo, pues se discute cuál sería el nombre más adecuado. El otro grupo es definido claramente como música folclórica o popular. Entonces, ¿qué nombre le daremos al primer grupo?

Se le suele llamar música clásica. Pero el llamado período clásico de la música es tan sólo una época de la historia. Una época corta: fue aproximadamente desde el año 1750 hasta 1820. No parecería entonces adecuado llamar así a todo un género de música que, en su totalidad, abarca más de mil años de nuestra civilización.

Entonces fue propuesto el calificativo de música culta, pero… ¿cuál sería la música inculta?

Ahí fue cuando alguien tuvo la ocurrencia de llamarla música seria. La otra música, la dicharachera, alegre y popular, casi como quien dice “superficial”, y también la música “melódica” y “sentimental”, quizá cursi, todas ellas quedaron automáticamente excluídas del grupo. Luego la música seria, por su cualidad, no tardó en verse como la más adecuada para diversas ocasiones solemnes y en consecuencia pasó a ser llamada también  música solemne. Y entre esas ocasiones solemnes también se contaron los sepelios. Nunca fue un calificativo oficial, pero por esta última causa mucha gente la empezó a llamar música fúnebre. La ignorancia permitió que en varias ocasiones luctuosas se colase inadvertidamente laCanción del Toreador  de la ópera Carmen de Bizet, o la Cantata del Café de Bach, la Música de los Reales Fuegos de Artificio de Händel, y hasta cierta vez tuve la oportunidad de escuchar la versión completa de El Carnaval de los Animales  de Saint Säens en ocasión del fallecimiento de un Presidente de la República.

Para salir del paso drásticamente a todo este batiburrillo, se decidió recientemente pasar todo en limpio y utilizar el calificativo  música erudita. O música académica. Esta distinción viene de observar que se trata de un género donde los músicos que la practican tienen una formación de altos estudios en distintos centros de enseñanza. La definición supone así que para hacer buena música, se necesita un grado alto de erudición, que se puede obtener solamente mediante estudios académicos, y el resultado será, por consiguiente, un acervo de obras maestras.

¿Solucionado? Pues no, no mucho.

Siempre ocurre que alguien viene a poner objeciones cuando parece que por fin se halló la solución de un problema. Y en este caso se señaló que las innovaciones más trascendentes del acervo musical fueron hechas precisamente desafiando todos los preceptos académicos de cualquier época que se desee elegir para corroborar el hecho. En conclusión, la mejor música parece haber estado en contraposición con el academicismo, desde siempre.

¿Cómo le llamaremos entonces a esta música? Eso tal vez sea lo de menos mientras sepamos identificarla, comprenderla y disfrutarla. Una de sus características es la perdurabilidad, lo cual es probable que se deba a que fue evolucionando, más a la par de lo que se cree, respecto a la acumulación del conocimiento humano. Esta característica le ha permitido contar con artistas que expresaron sentimientos y pensamientos de gran profundidad como ninguna otra ha podido hacerlo.

Y podemos seguir llamándola clásica, como lo hace la mayoría de las personas, si a esta palabra le damos la acepción de obras que trascienden más allá de su propio tiempo.

Pero todo tiene sus límites, y aunque algunos lo nieguen, puede ser cierto que demasiada distancia cultural la haga incomprensible.

 

¿Qué diría un hombre prehistórico si escuchase la música del siglo XXI?

Esto sería casi como darle un libro para leer y preguntarle si entiende algo. Pero el problema no sería únicamente por causa del lenguaje y de la escritura que desconocería. Es que ignoraría la evolución, desde haber observado los sonidos de la naturaleza hasta llegar al concepto de arte, y, todavía más, las transformaciones habidas dentro del arte mismo y hasta en los medios para producir esos sonidos que llamamos música.

Es tan gigantesca la distancia, en esa evolución que duró milenios, que muy probablemente diría que lo que oye es un ruido incomprensible.

Hoy todos estamos habituados a escuchar la música que nos es familiar. Los estilos de épocas relativamente cercanas todavía nos resultan comprensibles, pero no van mucho más allá de doscientos o trescientos años. El problema parece ser una falta de contemporaneidad del contenido expresado y que reflejaría el pensamiento, las costumbres y creencias de una época. Si retrocedemos demasiado tiempo, la mayoría empieza a sentir cierta dificultad para entender lo que escucha, como podría ser la música renacentista, pero ésta nos resultará de todos modos más familiar que la de la Edad Media. Y si hoy pudiésemos escuchar la música que tal vez se hacía en las cavernas de la prehistoria, francamente, nos resultaría incomprensible.

 

¿Qué es la cultura?

La mayoría de los sociólogos e historiadores la definen como el conjunto de costumbres, creencias, conocimientos y pensamientos propios de una época. El conocimiento influirá en las creencias y éstas, a su vez, terminarán por influir en el pensamiento y las costumbres. El arte será, la mayoría de las veces, un reflejo de ese proceso cambiante.

Y he aquí una incógnita: ¿Por qué existieron artistas en todas las épocas de la humanidad? Es decir, personas que quisieron expresar de alguna manera el entorno, los cambios, los conocimientos y hasta el pensamiento general reinante en el tiempo que les tocó vivir.

Se dice, con razón, que el arte es una parte inseparable de la cultura. Pero podemos preguntarnos cuál es la necesidad humana que hizo del arte una forma única de expresar todos los cambios a medida que éstos se producían. Desde la prehistoria hasta hoy.

No hay respuestas claras para esta interrogante. Parecería que las personas dedicadas a tal tipo de expresión tendrían alguna predisposición psicológica determinante, capaz de impulsarles a trabajar exclusivamente en representar de diferentes formas lo que ven a su alrededor, lo que observan que la gente piensa y hace, los fenómenos de la naturaleza, en fin,  representar o expresar todo aquello que no necesitaría del arte para que aconteciese de todos modos.

Los músicos, en particular, son el caso más enigmático.  Hasta el momento no hay ninguna explicación coherente acerca de por qué alguien siente el impulso de producir sonidos con el solo objeto de expresar algo que, muchas veces, es inmaterial. Tampoco hay explicación para el placer, o el rechazo, que las personas puedan sentir al escuchar esos sonidos, dependiendo de quien sea – o haya sido – el creador de la música.

 

Entrando en la mente de los músicos.

Albert Einstein tocando el violín.

Estudios recientes realizados en diferentes partes del mundo (Frederick Travis, de la Maharishi University of Management en Estados Unidos; Harald Harung, de la Oslo University College en Noruega; e Yvonne Lagrösen, de la University West en Suecia) revelaron mediante electroencefalogramas que el cerebro de los músicos muestra patrones especiales, con alto desarrollo mental. Según los investigadores, podría deberse a que los músicos poseen lóbulos frontales bien coordinados, siendo esta parte del cerebro la que se activa en las altas funciones cerebrales como el razonamiento y el pensamiento lógico. También se descubrió un predominio de la actividad en una frecuencia llamada ondas alfa, que se da cuando el cerebro hace una síntesis de los detalles en un todo.

Los mismos investigadores revelaron todavía algo más. Otros electroencefalogramas parecían sugerir algo sobre la personalidad más probable del músico. Mostraron que los músicos usan el cerebro con economía, es decir, se ponen alertas para la acción solamente cuando es necesario. También se usaron algunos cuestionarios para medir la relación mente-cerebro. (Fuente: University West, Suecia).

Sin embargo el acto de crear música es probable que nunca se pueda reducir a meros patrones científicos. Aunque su estudio pertenece al campo de la psicología, no se consigue explicar del todo la aptitud de alguien para la creatividad artística, quizá debido a que depende de un número demasiado grande de factores fortuitos, dentro de las ideas y las percepciones que en el caso de un artista serían fuentes de inspiración.

 

Los científicos y la inspiración de los músicos.

La inspiración musical suele carecer de medios materiales suficientes para poderse expresar con absoluta fidelidad. Pero los músicos casi nunca poseen conocimientos ni formación como para realizar investigaciones con criterios científicos. Por otra parte, la ciencia vinculada a la música casi siempre es multidisciplinaria, pues necesita especializaciones en distintas materias. El diseño y construcción de instrumentos musicales es uno  de los ejemplos más ricos en este sentido y en el próximo artículo veremos más de cerca este tema.

Pero antes de pasar al próximo artículo, la gran pregunta:

¿Qué es la música?

No, no; decididamente no es “el arte de combinar bien los sonidos” como dice la definición más tradicional. Por ventura, ¿alguien sabe cuántas veces, a lo largo de la historia, varió la idea de cuándo los sonidos están “bien” o “mal” combinados? Si alguna vez se pudiese llegar a una conclusión de valor permanente habremos descubierto una verdad absoluta.

Afortunadamente, en el arte no existen verdades absolutas. Todo cuanto se ha escrito sobre teoría de la música es prueba de ello. Sin embargo, eso no significa que el arte pueda ser un barco sin timón. Existen ciertos principios, con orígenes muy remotos pero vigentes aún en la actualidad. Y, como era de esperar, la ciencia es la autora de esos cimientos donde el artista podrá, luego, esculpir con sonidos su propio espíritu y, tal vez, el de la humanidad.

 

 

 


Sobre el autor:

Gustavo (Gustavo Britos Zunín)

Investigador en varias áreas del conocimiento, no se limita a su profesión de pianista y compositor. Los grandes temas del mundo moderno, y la ciencia en particular, son el foco permanente de sus intereses.
 

{ 18 } Comentarios

  1. Gravatar Voro | 27/03/2012 at 08:35 | Permalink

    Muy buen comienzo Gustavo, sentando las bases de lo que podemos entender cada uno por lo que es la “Música”.

    Me muero de ganas de leer cómo encaras el lado científico de la composición musical, del que no tengo mucha idea pero lo poco que he leído me apasiona.

    Gracias, muchas, por tu esfuerzo y mucho ánimo!

  2. Gravatar Macluskey | 27/03/2012 at 09:34 | Permalink

    Efectivamente, un comienzo excelente que sólo es el preludio de una bella composición…

    Esta serie va a ser de época.

    Saludos

  3. Gravatar Neo | 30/03/2012 at 06:11 | Permalink

    Muy bueno, estoy aprendiendo mucho, solo una sugerencia, sera posible alternar en el texto la reproducción de las obras musicales que mencionas o un enlace a alguna pagina para reproducirlas como youtube , porque ninguna me parece conocida y seguro escuchándolas recordare algunas. Gracias

  4. Gravatar Gustavo | 31/03/2012 at 12:42 | Permalink

    @Neo:

    Ya tienes los enlaces directos desde el texto para las obras. Y… teniendo en cuenta la “solemnidad” del caso, que te diviertas!

    Pero no pierdas de vista que son grandes obras del repertorio musical, aunque muy mal usadas – como digo en la entrada.

    Un saludo y me alegra que mi serie te vaya gustando.

    @Voro y Macluskey, Gracias por los ánimos!

  5. Gravatar Carlos | 01/04/2012 at 02:51 | Permalink

    Esta serie promete. Gracias, Gustavo.

  6. Gravatar Alburton | 01/04/2012 at 04:57 | Permalink

    Hola Gustavo. Felicidades por el gran comienzo de la serie y por el resultado realmente cuidado del texto.

    Quería tratar de profundizar en el punto que haces sobre como percibiría la musica culta un hombre prehistórico,o un “salvaje” que more las profundidades de la selva sin contacto con otras culturas,que desde el punto de vista biológico serían equivalentes. También entraría en juego situaciones como Jimmy Hendrix en la corte medieval o cualquier otra similar que resulte en la experiencia artística de un arte fruto de una larga evolución con la que los sujetos no hayan entrado en contacto.

    Supongamos que escuchan estas obras musicales sin sacarles de su entorno habitual,es decir, sin que previamente vean vehículos,arquitectura u otras formas que puedan predisponerles a juzgar elementos como fuera de lo común,ni que la audición de estas obras forme parte de un ritual social(el jefe quiere oir esto,asi que es bueno).

    Creo que el fondo del tema que propones es que ,siendo el arte una forma de expresión humana,este no hace sino transmitir una serie de ideas no en forma de ensayo o manual de instrucciones,si no en forma de producto acabado:consecuencia y forma de estas ideas.Por tanto un ser que no provenga de una cultura en la que no se rinda tributo a estas ideas no será capaz de comprenderlo y por tanto de disfrutarlo,como mostrarles un canto gregoriano a un percusionista africano del siglo III.

    Y sin embargo el arte también es una forma de realidad concreta,estimulo directo de nuestros sentidos,y por tanto en principio apreciable sin mayor preparación necesaria.

    ¿Es posible que exista algun homo sapiens que no sea capaz de disfrutar de la armonia de esto? Sería interesante ver como ha ido cambiando la definición de armonía.

    En las matemáticas las definiciones cambian para volver lo que se tomaba como una teoría general como un caso particular de una teoría más amplia. Por ejemplo la teoría de la gravedad de newton podría tomarse como un caso partícular de la de la relatividad para situaciones que por abreviar llamaré cotidianas.

    ¿Es posible que estos cambios en la percepción de la armonía tenga una evolución equivalente,o son cambios de raiz que se amoldan a los gustos y pareceres de los humanos a lo largo de la historia? En ese caso se podría preveer con un margen de error que musicas gustarán a que gentes de que épocas y por qué.

    Cierro el comentario previniendo de que lo más probable es que el mundo de la cultura no acepte planteamientos en estos términos “científicos” sin una sobresimplificación de lo tratado.

  7. Gravatar Alejandro De Paoli | 01/04/2012 at 10:39 | Permalink

    Hola Gustabo,realmente me esta gustando mucho la serie.Pero polemicemos un poco,sobre la música seria y la popular.Personalmente creo que hay música popular seria y hay música seria,poco virtuosa,por asi decirlo.Por ejemplo,el siguiente tema es un clasico brasileño y una de las guitarristas,uruguaya,de esta manera le involucro por ambos lados.¿Como clasificaria ud,el siguiente tema ? http://youtu.be/CcsSPzr7ays. Un saludo.

  8. Gravatar Gustavo | 03/04/2012 at 04:47 | Permalink

    @ Alburton:

    Es muy interesante tu comentario, tanto que casi daría para escribir un “apéndice de la entrada”, je je… Pero bueno, trataré de ser breve sin desestimar la profundidad del tema:

    También entraría en juego situaciones como Jimmy Hendrix en la corte medieval o cualquier otra similar que resulte en la experiencia artística de un arte fruto de una larga evolución con la que los sujetos no hayan entrado en contacto.”

    No sería necesario ir tan lejos y te cuento un hecho real y bien actual. Yo vivo actualmente en Brasil y puedo ver de cerca cosas que dan para pensar mucho. En las “favelas” (lugares de extrema pobreza, sin acceso a la cultura y con altísimos índices de analfabetismo, delincuencia, etc.), se hizo la experiencia de poner a los niños y los jóvenes en contacto con la música clásica, llevando hasta el lugar nada menos que una orquesta sinfónica. Lo que se observó fue que esos niños quedaron como hipnotizados, subyugados por esa música tan distante de lo que acostumbraban a oír todos los días. En una de las favelas, en Rio de Janeiro para ser exacto, en vistas del resultado de esa experiencia, se organizó una escuela de música para niños y jóvenes que quisieran aprender a tocar violín, flauta, trompeta, en fin, todos los instrumentos de la orquesta. El proyecto estuvo a cargo de algunos de los directores de orquesta brasileños más prestigiosos. ¿El resultado? Hoy esa orquesta es una orquesta sinfónica juvenil que hizo giras exitosas en Alemania, además de otros países europeos, y recibió grandes elogios de la crítica musical. Entonces, tú dirás, ¿dónde están realmente los límites para comprender la música, más allá de la cultura propia de un grupo humano? Pues bien, yo saco dos conclusiones. En primer lugar, hay un factor importantísimo y es la OPORTUNIDAD para escuchar. Sin esa oportunidad, nunca se podrán subir los peldaños de la cultura (entendiendo, en este caso, por “cultura” la acepción popular del término y sólo eso, pero creo que se entiende). Y en segundo lugar, yendo ahora a tu comentario específicamente, la “distancia cultural” en el tiempo no es lo mismo que la distancia “por desconocimiento”. Esta última, corresponde a mi ejemplo de las favelas. Pero la distancia en el tiempo, es diferente. No podemos saber si en una corte medieval Jimmy Hendrix habría sido un “boom” de gran suceso, o si sencillamente la gente se habría espantado o quedado sin comprender nada. No podemos adivinar el pasado. Tampoco podemos llevar por un túnel del tiempo a las personas de la Edad Media para que oigan la música del futuro, a ver si la podrían entender. Lo que sí podemos comprobar, y por eso lo escribí en el artículo, es que más allá de 200 ó 300 años nos va resultando cada vez más difícil de entender la música del pasado. Supongo que si un hombre prehistórico escuchase la música del siglo XXI le resultaría incomprensible, por la única razón de que se enfrentaría a medios fónicos desconocidos, a un lenguaje musical que expresa hechos y pensamientos que los humanos aún estaban demasiado lejos de conocer, sería un impacto casi como si a un antiguo egipcio le pusiéramos a bordo de un jet y en el aeropuerto le diésemos un tablet para que pudiese oír música desde You Tube mientras espera que anuncien por los altoparlantes la salida del vuelo. (¿??). Y si nosotros escuchásemos la música prehistórica, aun de acuerdo a lo poco que se sabe, seguramente oiríamos una sucesión de golpes en las estalactitas de una caverna, y nos quedaríamos sin saber por qué ese hombre disfruta haciendo eso que, para nosotros, está tan lejos de lo que entendemos por “música”.

    Bueno, trataré de ser más breve en la respuesta siguiente:

    ¿Es posible que exista algún homo sapiens que no sea capaz de disfrutar de la armonía de esto? Sería interesante ver como ha ido cambiando la definición de armonía.”

    Si sería capaz o no, es como te decía: hay motivos para suponer pero no para asegurarlo. En cuanto a como ha ido cambiando la definición de armonía, de eso me ocuparé en próximas entradas. Como te puedes imaginar, ese no es un tema para omitir, y todavía, te adelanto que ese es uno de los puntos que más relación tiene con la ciencia. Pero debo ir paso a paso, para que toda la evolución sea comprensible.

    ”En las matemáticas las definiciones cambian para volver lo que se tomaba como una teoría general como un caso particular de una teoría más amplia. Por ejemplo la teoría de la gravedad de Newton podría tomarse como un caso particular de la de la relatividad para situaciones que por abreviar llamaré cotidianas.

    Sucede que la relación entre la teoría de la armonía y la ciencia, no siempre hay – lamentablemente- la misma coherencia que en las matemáticas. Como te decía recién, ese es un tema que tengo reservado para próximas entradas, no te impacientes… Pero para no dejarte con la espina de la curiosidad clavada, te adelanto algo. La armonía se basa en ciertos principios que vienen de la antigua Grecia y permanecen vigentes hasta hoy día. Los casos particulares (algo así como la teoría newtoniana explicada bajo la luz de la teoría de la relatividad) no sólo no se han producido, sino que, además, lo que podríamos entender como una “teoría general de la armonía” ya se habría formulado hace más de 2000 años con Pitágoras y Aristógenes. Luego, los casos particulares (newtonianos, según tu comparación) analizados desde un punto de vista científico fallan por la base y son propuestas teóricas sobre premisas falsas. Pero de eso hablaré después. ¡No me obligues a escribir la entrada por anticipado!

    ”¿Es posible que estos cambios en la percepción de la armonía tenga una evolución equivalente, o son cambios de raíz que se amoldan a los gustos y pareceres de los humanos a lo largo de la historia? En ese caso se podría prever con un margen de error que músicas gustarán a que gentes de que épocas y por qué.”

    Este punto que tocas es nada menos que el foco de discusiones violentas entre los partidarios y los detractores de las corrientes de vanguardia en la música. Según los partidarios, sería música tan sólo para las generaciones del futuro, por ser justamente “cambios de raíz que se amoldan a los gustos y pareceres de los humanos a lo largo de la historia”. El problema es que, según los detractores, el margen de error es enorme. Pero, en esto también, te pido un poco de paciencia, porque el análisis de las corrientes de vanguardia, la psicología de sus creadores y la receptividad en el tiempo actual, son temas que tengo previstos en el plan de la serie. Concuerdo en que sería maravilloso poder predecir los gustos musicales de una época, pero lamentablemente la ciencia no cuenta con las herramientas suficientes porque, también lamentablemente, los teóricos de la música no siempre se llevan bien con la ciencia aunque a veces parezca que sí.

    Gracias por tu comentario, espero haberte respondido aunque sea en parte lo que esperabas y… lo demás, ¡queda para cuando la serie se vaya publicando!

    Un saludo.

  9. Gravatar Gustavo | 03/04/2012 at 08:01 | Permalink

    @ Alejandro De Paoli:

    Estamos de acuerdo en que hay música “seria” que no parece serlo, y música “popular” que es bastante seria. El ejemplo del link, que es una versión arreglada del “choro” Tico-Tico no fubá (el tico-tico es un pequeño pájaro brasileño y fubá es una harina de maíz o de arroz, y la escena que alude la música es del tico-tico en el fubá) es una famosa creación de Zequinha de Abreu y hay muchísimos arreglos entre los que se cuenta incluso uno para la orquesta de Ray Conniff. Conozco una versión para piano, que es de mucho efecto pero de poca dificultad para el pianista si tiene una mediana agilidad de dedos y si capta bien el carácter rítmico.

    Entonces, en este y otros casos similares, no hay que confundir los términos. No se trata de “seriedad”, de “cultura” o cualquier otro calificativo que, por cierto, es polemizable – y por eso el artículo empieza justamente con esa discusión que parece sin fin. El mérito de una transcripción para una guitarra y dos ejecutantes, está en el brillo malabarístico y la coordinación que ello implica. Y no se puede dejar de reconocer la espectacularidad y lo que la música original gana en brillantez. Pero eso dice muy poco acerca de la música original del caso, cuya popularidad se debe más que nada a una inspiración melódica genial que la hace tan pegadiza como pocas veces se vio, junto al contexto humorístico del título, todo mediante una estructura armónica muy simple.

    En conclusión, en la música popular hay aciertos inimitables que se prestan a transcripciones de todo tipo, como – dicho sea de paso – el tango La Comparsita, donde su autor, Gerardo Matos Rodríguez, escribió tan sólo la melodía pero no las versiones armonizadas y orquestadas que podemos escuchar ahora por muchísimas orquestas de tango en muy diferentes estilos. Sin embargo, por otra parte, un músico como Astor Piazzola se basó en el tango para componer varias piezas hoy consideradas dentro del repertorio de la música clásica. Son casos que no solamente llaman la atención, sino que también han llegado a influir en la música…la música… bueno, como la quieras llamar. Y son tan importantes que en el plan de la serie hay un artículo donde desarrollo el tema de la influencia de la música popular. Dirás que eso poco y nada tiene que ver con la ciencia, pero sólo espera un poco más…

    Un saludo

  10. Gravatar Alburton | 04/04/2012 at 03:01 | Permalink

    Muchisimas gracias Gustavo. Tu entrega y claridad son encomiables. Un abrazo transatlántico

  11. Gravatar Macluskey | 04/04/2012 at 07:13 | Permalink

    Gustavo: De la experiencia que cuentas de permitir oír música sinfónica a niños de las favelas, seguro que les pusieron Tchaikowsky (el Cascanueces, o así), Saint Säens (el Carnaval de los Animales), o, como mucho, Pedro y el Lobo de Stravinsky… Pero…

    ¡Ya me gustaría ver a mí qué cara se les quedaría si les hubieran puesto algo de Schönberg, de Webern o de Alban Berg… o de algún músico contemporáneo (prefiero no citar nombres para que no le demanden), que son muchísimo peores todavía…!

    ¡¡¡¡’Habrían salido huyendo, seguro!!!! ;)

  12. Gravatar Gustavo | 06/04/2012 at 07:29 | Permalink

    @Mac., Es que andar asustando niños no está bien, eso no se hace… En realidad no sé cuáles fueron las músicas que les habrán hecho escuchar las primeras veces, pero sí te puedo decir que por la TV escuché la orquesta sinfónica que habían formado con varios de ellos y tocaban sinfonías de Beethoven, Bach, etc. Pero claro, Pedro y el Lobo fue una obra didáctica compuesta por Prokofiev (ojo, no Stravinsky… pero no te preocupes, herrar es umano). Algo parecido son las Variaciones sobre un tema de Purcell “para que los jóvenes se orienten en la orquesta”, de Benjamin Britten. Si bien no son obras geniales musicalmente, no serían despreciables cuando las oye quien jamás había oído siquiera hablar de la música clásica!

    Un saludo!

  13. Gravatar Macluskey | 06/04/2012 at 08:43 | Permalink

    De Prokofiev, claro, en qué estaría yo pensando… Si Stravinsky se levantara de su tumba, me atizaba con las baquetas del timbal, seguro…

    La edad, que es lo que tiene, ya no te puedes fiar ni de tu memoria.

    Saludos!

  14. Gravatar Oldman | 06/04/2012 at 05:00 | Permalink

    ¿Qué diría un hombre prehistórico…? Acostumbrado al silencio sereno, que nosotros hemos perdido, alternado del armonioso sonido de la naturaleza, que hemos dejado de escuchar, bajo una bóveda prístina y profunda que ahora se nos oculta, (salió un poco cursi esto…) creo que el hombre de las cavernas era el oyente mejor preparado para captar la maravilla “ordenada” de la música producida milenios después por muy pocos sapiens-sapiens.

    Una muestra de las composiciones primigenias la tenéis en esta grabación de “El sonido de la naturaleza. El hombre y la tierra. Lévi-Strauss y el concierto natural” (interesante picotear en el “archivo” de esta web)

    http://www.elmundo.es/especiales/2008/05/ciencia/sonido_naturaleza/sonidos_06_11_2009.html

    Desde la caverna, este pequeño aporte a los prolegómenos con los oídos muy atentos a lo que siga.

  15. Gravatar Gustavo | 13/04/2012 at 06:39 | Permalink

    @Oldman, viejo hombre de las cavernas! Te respondo desde el siglo XXI y trataré de que me comprendas…

    “¿Qué diría un hombre prehistórico…? Acostumbrado al silencio sereno, que nosotros hemos perdido, alternado del armonioso sonido de la naturaleza, que hemos dejado de escuchar, bajo una bóveda prístina y profunda que ahora se nos oculta, (salió un poco cursi esto…) creo que el hombre de las cavernas era el oyente mejor preparado para captar la maravilla “ordenada” de la música producida milenios después por muy pocos sapiens-sapiens.”

    Es que precisamente se trata de eso mismo, qué sentiría si le hiciésemos escuchar tanta música de esa que “expresa nuestro tiempo”, la de la “era tecnológica”, la que necesita amplificadores de alta potencia, además de la que se produce por medios electrónicos creados en el laboratorio… Y la inspirada en ruidos, en los bocinazos, las máquinas, los aviones, las sirenas, los aullidos de protesta, miedo y rencor… ¿Qué demonios entendería de todo esto un hombre acostumbrado al remanso de la naturaleza, o – por qué no – a la violencia de la naturaleza, como los volcanes y las tempestades? Pongámosle, todavía, unas cuantas luces en el escenario y digámosle que disfrute, que esa es la música del futuro. Expliquémosle, de paso, que en el siglo XXI la tendencia es hacia el espectáculo audiovisual, porque no alcanza sólo con escuchar la música, e invitémoslo a un concierto para escuchar una sinfonía de Mahler donde la orquesta comparta los sonidos con imágenes ideadas para “el nuevo público”. Después llevémoslo a ver una ópera de Verdi y tratemos de que entienda que ahora hay que actualizarla, que, por ejemplo, Rigoletto ya no es un bufón de la corte de un noble mujeriego, sino que es un humorista de la TV que defiende inútilmente a su joven hija contra las andanzas de un play boy millonario que vive en Las Vegas. Y si no entiende, digámosle que eso es porque es un troglodita.

    ¿Exageraciones? Quien sabe. Entiendo que te refieres a la posibilidad imaginaria de escuchar, quizá, la Pastoral de Beethoven en un apacible día campestre. Tal vez el hombre prehistórico comprendiese algo, pero sería por asociación de ideas directas con lo que ya conoce: la naturaleza y el contacto diario que tiene con ella. Eso es un poco lo que se transmite en el link que dejaste. Por ejemplo, las mujeres de una tribu africana que se sumergen hasta la cintura en el agua y palmotean la superficie “convirtiendo el agua en un tambor”. O los indígenas del Amazonas murmurando un cántico de fertilidad en medio de los sonidos de la selva. En la grabación es asombroso el canto de los pobladores de una aldea de pastores, donde se puede oír nada menos que una cadencia hacia la “tónica” (nota fundamental de la escala). Son, por cierto, voces “de la naturaleza” y bien al pié de la letra. Y en este sentido es que los historiadores de la música nos dicen que a partir de esas “voces” parecería que fue surgiendo lo que hoy entendemos como un arte muy evolucionado. Una de las teorías más aceptadas es que observando que la naturaleza tiene sonidos con entonación variable, y ritmos, el humano habría tratado de imitarlos, dando origen a la música. ¡Pero de eso hablo en el próximo artículo!

    @Mac,

    ¡¡¡Stravinsky te habría dado con el mazo del bombo en la cabeza!!!

    Un saludo a ambos.

  16. Gravatar gl | 06/07/2012 at 07:00 | Permalink

    Me gustaría que se profundizara el concepto de “entender” una obra musical. Hay demasiados niveles de entendimiento, que van más allá del disfrute o no de la misma. Recuerdo un experimento realizado por un conferencista aquí en Uruguay: se hacía escuchar a la audiencia varias grabaciones de músicas de pueblos de cultura no occidental, o sea, músicas que sonaban “raras”. Después se pedía que las asociaran a sentimientos. Casi unanimemente, una música fúnebre de determinada tribu africana fue catalogada como “alegre”, “divertida”, “bailable”, etc. O sea, no se correspondía en nada con nuestro estereotipo de música fúnebre (notas largas, pulso lento, lo que quieran). Claro, esto puede reflejar una actitud distinta frente a la muerte por parte de los integrantes de ese pueblo, pero más bien creo que se trata de un lenguaje musical diferente. Termino aportando una definición de música muy realista: “Música es el arte del bien combinar los horarios de los músicos”.

  17. Gravatar Gustavo | 15/02/2013 at 08:25 | Permalink

    @ .gl,

    Ese concepto que dices lo tengo previsto para el último de los artículos de la serie. Será así, porque hay muchísimos factores en el medio que son capaces de influir en ese concepto, porque es algo de orden psicológico, y entra en juego no solamente nuestra perspectiva para entender la música de otros pueblos, sino también para entender – o no, y por qué causas – mucha música de nuestra propia cultura. Por cierto, el experimento que citas es muy interesante. También es interesante que muchas personas que escuchan, por ejemplo, alguna música de Varèse dicen que sería adecuada para una película de suspenso… – independientemente de si les agrada o no – cuando todos sabemos que esa clase de intenciones está muy lejos de lo que manifestaba el compositor acerca de lo que debía entenderse al escuchar su música. En fin, un tema polémico más. Y otra definición que también se me ocurre: “El horario de los músicos es el arte de combinar bien los sonidos”.

  18. Gravatar Venger | 09/12/2014 at 10:19 | Permalink

    Con respecto a la definición de la música, a mí me gusta mucho una definición que me inventé yo mismo hace 100 años: “La música es la decoración del tiempo para humanizar del espacio”

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