No. Esperad: ¡NO OS VAYÁIS TODAVÍA! Por favor… Leed un poco más…
Vale, hoy os traigo una misa, y para colmo, de Réquiem. Pensaréis… ¡Menudo rollazo! Gente lamentándose, cantando aburridos himnos religiosos, tristes y recogidos, todo muy triste, oscuro y ominoso… Pues… ¡Menuda sorpresa os vais a llevar si seguís conmigo un ratito! Un ratito algo largo, cierto, pero que os parecerá seguramente corto…
Primero con la historieta. Debió de ser por 1971 o así, una Semana Santa lluviosa y aburrida, con la mitad de mis amigos fuera de Madrid y poco plan, así que me quedé viendo la tele. Había dos canales para elegir: el “VHF” y el “UHF”, lo que ahora llamaríamos “la 1” y “la 2”. En una cadena estaban retransmitiendo una procesión desde Valdecarneros del Monte o algún otro pueblo limítrofe, y en la otra tenían programado un Concierto. Todavía estábamos en tiempos de Franco, y las Semanas Santas se celebraban, mejor dicho, se no-celebraban, y la única música que se programaba esos días era religiosa o clásica…
![Giuseppe Verdi](http://eltamiz.com/elcedazo/wp-content/uploads/2009/09/Mac4-Verdi.jpg)
Giuseppe Verdi
Obviamente, gracias a mi recién descubierta pasión clásico-musical, me incliné por el Concierto, aunque mis expectativas quedaron un tanto chafadas cuando leí en el Diario vespertino Pueblo (aún no habían inventado el teletexto, ni tan siquiera la tele en color…) que era nada menos que una Misa, y de Réquiem, la de Giuseppe Verdi: ¡Menudo tostón!. Pero no había otra cosa que hacer, así que allí me senté a tragarme lo que pudiera de la Misa… Y además, no me quedaba más remedio, después del cachondeíto de mi familia: “Qué, vas a oír el Concierto, ¿no?, je, je”, queriendo decir en realidad: “¿No te gustaba la música clásica, mentecato? Pues toma dos tazas…”.
Recuerdo muy bien que era en directo (mejor dicho, la grabación era de un Concierto en directo, dios sabe cuántos años antes) desde una Catedral, probablemente la de Viena, y era la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por el húngaro Georg Solti, con unos Coros (seguramente los de la Opera Estatal de Viena) y cuatro solistas a los que no conocía de nada (lo normal, no conocía a ninguno… salvo a la Callas, que se había casado con el Onassis y tal, porque salía en el Hola). Esos solistas eran (agarraos a la silla) Joan Sutherland (australiana, quizá la mejor soprano del momento), Marylin Horne (estadounidense, seguramente, con permiso de Teresa Berganza, la mejor mezzosoprano de la historia, junto a Janet Baker), Marti Talvela (finlandés, para mi gusto el mejor bajo profundo de siempre jamás; el único que se le puede comparar es Matti Salminen, también finlandés) y, como tenor, un joven y pletórico Luciano Pavarotti, de quien supongo no tengo nada más que decir. Estos cuatro elementos, más Sherril Milnes, formaban el “Equipo Operístico Habitual” de la Decca, y a ellos se deben posiblemente las mejores grabaciones que existan de algunas óperas italianas, sobre todo Lucia di Lammermoor, Rigoletto, y, por supuestísimo, del Réquiem de Verdi. Pero entonces yo no sabía nada de esto, no los conocía… ¡sería yo ignorante! Bueno, en realidad, y para no mentir, sigo siéndolo…
Lo que sí puedo deciros es que me quedé maravillado, sobrecogido, alucinado… ¡Qué maravilla, qué perfección… leñe, qué bonito! No tengo palabras, lo mejor es que lo oigamos…
Pero antes, unas breves notas previas: Giuseppe Verdi compuso este Réquiem en 1873-74, a la muerte de Alessandro Manzoni, íntimo amigo suyo y escritor clave del nacionalismo italiano del Siglo XIX, del Risorgimento. Pero es que Verdi no era especialmente religioso: era un Compositor de Óperas (el más famoso de todos), así que más que una Misa de Réquiem al uso, como la que Mozart compuso casi un siglo antes, más que una cosa íntima y recogida al uso, escribió una especie de Ópera sacra aplicada a exaltar, más que a llorar, a Manzoni y, de paso, a la recién nacida nación italiana. Y le salió una Obra Maestra Absoluta de la Música Universal. Sin más.
Acompañadme, pues, si lo gustáis, con la grabación del Réquiem de Verdi de la Orquesta y Coros de la Universidad de California en Davis, dirigida por Jeffrey Thomas, con Arianna Zukerman, soprano; Judith Malafronte, mezzo-soprano; Steven Tharp, tenor; y David Arnold, barítono. Hubiera sido mejor un bajo, pero bueno. Y el coro es numeroso. Muy numeroso, en realidad. No siempre cantidad es sinónimo de calidad en cuanto al tamaño del Coro se refiere, pero ciertamente éste no suena nada mal.
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