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Historia de un ignorante… ma non troppo. Aviso a madrileños: La Resurrección de Mahler en Madrid

Este post no es un post de la serie… Pronto tendréis más alimento para el espíritu… o motivos para llamarme ignorante, que de todo habrá.

Este post es para avisar a aquellos de vosotros que residáis en Madrid o cercanías, de que Aún quedan para el domingo, 4 de octubre, entradas para ver, oír, disfrutar como enanos con la Sinfonía número 2 “Resurrección”, de Gustav Mahler, en el Auditorio Nacional de Madrid, Calle Príncipe de Vergara, 146 (Metro Cruz del Rayo).

Acabo de llegar a casita después de escucharla (bueno, y tomarme unas cañitas, que hoy es viernes…) y HA SIDO IMPRESIONANTE.

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Historia de un ignorante… ma non troppo. La Misa de Réquiem de Verdi

No. Esperad:  ¡NO OS VAYÁIS TODAVÍA! Por favor… Leed un poco más…

Vale, hoy os traigo una misa, y para colmo, de Réquiem. Pensaréis… ¡Menudo rollazo! Gente lamentándose, cantando aburridos himnos religiosos, tristes y recogidos, todo muy triste, oscuro y ominoso… Pues… ¡Menuda sorpresa os vais a llevar si seguís conmigo un ratito! Un ratito algo largo, cierto, pero que os parecerá seguramente corto…

Primero con la historieta. Debió de ser por 1971 o así, una Semana Santa lluviosa y aburrida, con la mitad de mis amigos fuera de Madrid y poco plan, así que me quedé viendo la tele. Había dos canales para elegir: el “VHF” y el “UHF”, lo que ahora llamaríamos “la 1” y “la 2”. En una cadena estaban retransmitiendo una procesión desde Valdecarneros del Monte o algún otro pueblo limítrofe, y en la otra tenían programado un Concierto. Todavía estábamos en tiempos de Franco, y las Semanas Santas se celebraban, mejor dicho, se no-celebraban, y la única música que se programaba esos días era religiosa o clásica…

Giuseppe Verdi

Giuseppe Verdi

Obviamente, gracias a mi recién descubierta pasión clásico-musical, me incliné por el Concierto, aunque mis expectativas quedaron un tanto chafadas cuando leí en el Diario vespertino Pueblo (aún no habían inventado el teletexto, ni tan siquiera la tele en color…) que era nada menos que una Misa, y de Réquiem, la de Giuseppe Verdi: ¡Menudo tostón!. Pero no había otra cosa que hacer, así que allí me senté a tragarme lo que pudiera de la Misa… Y además, no me quedaba más remedio, después del cachondeíto de mi familia: “Qué, vas a oír el Concierto, ¿no?, je, je”, queriendo decir en realidad: “¿No te gustaba la música clásica, mentecato? Pues toma dos tazas…”.

Recuerdo muy bien que era en directo (mejor dicho, la grabación era de un Concierto en directo, dios sabe cuántos años antes) desde una Catedral, probablemente la de Viena, y era la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por el húngaro Georg Solti, con unos Coros (seguramente los de la Opera Estatal de Viena) y cuatro solistas a los que no conocía de nada (lo normal, no conocía a ninguno… salvo a la Callas, que se había casado con el Onassis y tal, porque salía en el Hola). Esos solistas eran (agarraos a la silla) Joan Sutherland (australiana, quizá la mejor soprano del momento), Marylin Horne (estadounidense, seguramente, con permiso de Teresa Berganza, la mejor mezzosoprano de la historia, junto a Janet Baker), Marti Talvela (finlandés, para mi gusto el mejor bajo profundo de siempre jamás; el único que se le puede comparar es Matti Salminen, también finlandés) y, como tenor, un joven y pletórico Luciano Pavarotti, de quien supongo no tengo nada más que decir. Estos cuatro elementos, más Sherril Milnes, formaban el “Equipo Operístico Habitual” de la Decca, y a ellos se deben posiblemente las mejores grabaciones que existan de algunas óperas italianas, sobre todo Lucia di Lammermoor, Rigoletto, y, por supuestísimo, del Réquiem de Verdi. Pero entonces yo no sabía nada de esto, no los conocía… ¡sería yo ignorante! Bueno, en realidad, y para no mentir, sigo siéndolo…

Lo que sí puedo deciros es que me quedé maravillado, sobrecogido, alucinado… ¡Qué maravilla, qué perfección… leñe, qué bonito! No tengo palabras, lo mejor es que lo oigamos…

Pero antes, unas breves notas previas: Giuseppe Verdi compuso este Réquiem en 1873-74, a la muerte de Alessandro Manzoni, íntimo amigo suyo y escritor clave del nacionalismo italiano del Siglo XIX, del Risorgimento. Pero es que Verdi no era especialmente religioso: era un Compositor de Óperas (el más famoso de todos), así que más que una Misa de Réquiem al uso, como la que Mozart compuso casi un siglo antes, más que una cosa íntima y recogida al uso, escribió una especie de Ópera sacra aplicada a exaltar, más que a llorar, a Manzoni y, de paso, a la recién nacida nación italiana. Y le salió una Obra Maestra Absoluta de la Música Universal. Sin más.

Acompañadme, pues, si lo gustáis, con la grabación del Réquiem de Verdi de la Orquesta y Coros de la Universidad de California en Davis, dirigida por Jeffrey Thomas, con Arianna Zukerman, soprano; Judith Malafronte, mezzo-soprano; Steven Tharp, tenor; y David Arnold, barítono. Hubiera sido mejor un bajo, pero bueno. Y el coro es numeroso. Muy numeroso, en realidad. No siempre cantidad es sinónimo de calidad en cuanto al tamaño del Coro se refiere, pero ciertamente éste no suena nada mal.

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Eso que llamamos “Tiempo” – Consideraciones finales

El objetivo de los artículos de esta serie nunca ha intentado ser el de dar una respuesta conclusiva a la pregunta: ¿Qué es el tiempo? En su lugar, el objetivo ha sido hacer un recorrido a lo largo de la historia, para comprender cómo han cambiado las ideas que el ser humano tiene sobre el tiempo, ideas que probablemente nunca alcanzarán una completitud. Desde Tales hasta Boltzmann, desde Platón hasta Einstein, en lo amplio de dos milenios y medio de reflexión, el hombre aún no ha llegado a una conclusión unánime, acerca de qué es exactamente el tiempo.

¿Es la imagen móvil de la eternidad? ¿Es el número del movimiento según el antes y el después? ¿Es una extensión y cualidad única del alma? ¿Es algo verdadero, matemático y objetivo? ¿Es el resultado de las relaciones entre la materia? ¿Es la intuición a priori de la razón humana que hace posible el pensamiento? ¿Es la cuarta dimensión del espacio? ¿Por qué es tan complicado entender qué es el tiempo? ¿Cómo puede ser que algo tan familiar y corriente presente tantas dificultades para nuestro intelecto?

El enigma del tiempo representa uno de los quebraderos de cabeza por excelencia de todo filósofo y científico. Y no sin razón. Los incontables interrogantes aún sin resolver acerca del tiempo, de hecho, están profundamente vinculados con nuestra propia vida, con nuestro lugar en el Universo, con nuestro libre albedrío, y con los aspectos más fundamentales de nuestra propia existencia que nos afectan día a día, como se ha podido entrever a lo largo de esta serie de artículos, y como espero quede de manifiesto en los siguientes párrafos.

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Historia de un ignorante… ma non troppo. La Obertura 1812 de Tchaikowsky.

Después de mi encuentro frontal con la Novena (sí, ya sé que hay muchas novenas sinfonías, pero para mí sólo hay una Novena), comencé a interesarme por otras obras de Beethoven y también, poco a poco, de otros compositores. Pedía prestados discos a amigos (en realidad, a padres de amigos), miraba las rebajas de tiendas de discos y grandes almacenes en busca de chollos, pedía para cumpleaños y demás eventos que me regalaran discos clásicos…

Mi familia pensó que me estaba volviendo tarumba. Después se acostumbró. Incluso, cuando estaba sonando algo bonito, se quedaban escuchando, disfrutando… aunque sin reconocerlo, claro.

Y fui oyendo más música clásica, que en su mayor parte me gustaba, aunque seguía sin saber muy bien cuál era la diferencia entre Bach y Mendelssohn, por ejemplo, o entre Falla y Schubert, quitando que uno era español y el otro, alemán.

En esto, en medio de mi ignorancia, otra obra me impactó profundamente, y elevó mis escasísimos conocimientos un poquito. La cosa fue como sigue:

Debió ser en el Preuniversitario, o quizá fue en Sexto de Bachillerato, no me acuerdo bien, cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, en la asignatura de Literatura que había ese curso (yo era “de Ciencias”, pero aún así había una asignatura de Literatura), el profesor nos sugirió amablemente que leyéramos una de las novelas cumbre del realismo, Guerra y Paz, de León Tolstói, dado que en el examen final habría, tontamente, preguntas sobre ella. Así que hubo que buscar o comprar una edición barata de la tal obra, y enfrentarnos a ella… 600 o 700 páginas. ¡Menudo rollo!, pensamos todos los colegas, a los que lo que de verdad nos gustaban eran los comics de Mortadelo y las Hazañas Bélicas…

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El Universo Subprime – Fundación…

(Atención, este artículo contiene información sobre el argumento del Ciclo de Trántor, de Isaac Asimov)

PSICOHISTORIA: … Gaal Dornick, utilizando conceptos no matemáticos, ha definido la psicohistoria como la rama de las matemáticas que trata sobre las reacciones de conglomeraciones humanas ante determinados estímulos sociales y económicos… Implícita en todas estas definiciones está la suposición de que el número de humanos es suficientemente grande para un tratamiento estadístico válido… Otra suposición necesaria es que el conjunto humano debe desconocer el análisis psicohistórico a fin de que su reacción sea verdaderamente casual. Enciclopedia Galáctica Fundación, de Isaac Asimov.
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Isaac Asimov en 1965, once años después de publicar Fundación. Fuente: Wikipedia.

Discurre el año 12.066 de la Era Galáctica[1]. Hari Seldon, ilustre matemático de Trántor, ha caído en desgracia a ojos del Emperador. Sus catastrofistas pronósticos han levantado ampollas en la Corte. Los rumores se encadenan uno detrás de otro. “¡Se atreve a vaticinar nada menos que el fin del Imperio Galáctico!”. “¡Qué locura!”. “Dice apoyar sus conclusiones en esa absurda ciencia desarrollada por él y su equipo… ¿Cómo se llama? ¡Ah sí, psicohistoria! Una especia de mezcolanza de matemáticas, estadística, historia y psicología”. “Inaudito”. “El Emperador teme una reacción de pánico en masa si la noticia llega a la población. Planea deshacerse de Seldon y su gente”. “Sí, yo he oído que, de hecho, Seldon  ya ha pactado con el Emperador su salida pacífica de Trántor. Se exiliará junto a sus seguidores en un planeta del confín de la galaxia… Términus creo que se llama. Un nombre muy apropiado, ¿no te parece?”.

Hari Seldon no sólo ha previsto la agonía y muerte del Imperio Galáctico, también el período de barbarie y decadencia cultural de treinta milenios de duración que le sucederá hasta el restablecimiento de un nuevo orden galáctico. El fin del Imperio Galáctico es ya un hecho. Nada, según los resultados de los análisis psicohistóricos llevados a cabo, puede hacerse ya por evitarlo. Sin embargo sí es posible actuar para reducir el caos posterior a tan sólo un milenio. Aprovechando la disposición del Emperador a deshacerse de él (que lo ve como una molestia, si no como una amenaza) le pone en bandeja una solución que satisface a ambos: se compromete a no airear sus ideas y a exiliarse junto con su equipo al remoto planeta Términus. El Emperador, naturalmente, accede. En Términus, con el pretexto de preservar todo el saber humano de la barbarie, Hari Seldon establece La Fundación, una especia de Alejandría Galáctica que atesora toda la herencia cultural de la humanidad. Ciencia, ingeniería, humanidades, arte, todas las disciplinas están representadas. Todas excepto una… ¡la psicohistoria!

Los motivos de tan misterioso olvido son a la postre revelados. La psicohistoria predice el acontecer general de la historia de la humanidad con bastante fiabilidad, tanto más cuanto mayor es el conjunto humano analizado (y Hari Seldon dispone nada menos que de la población de toda la galaxia), pero no es una ciencia exacta y difícilmente pueden introducirse en sus ecuaciones los caprichos humanos. La actuación azarosa de una sola persona o la aparición inesperada de un líder influyente, imposibles ambos de prever por la psicohistoria, podrían hacer peligrar la noble misión de La Fundación. ¿Cómo evitarlo? La solución es tan sencilla como inquietante: crear una Segunda Fundación formada exclusivamente por psicohistoriadores que protejan a la Primera Fundación de las desviaciones sobre la línea histórica óptima decidida de antemano, influyendo sutilmente en sus dirigentes para mantener los acontecimientos debidamente encauzados. Pero la efectividad del análisis psicohistórico radica en que los sujetos desconozcan que son objeto de análisis. Así pues, amparada en el secreto, la Segunda Fundación vela por la Primera, que desconoce la existencia de su gemela. Pero las cosas no siempre salen como se planean…

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Las Dificultades Teóricas de las Máquinas del Tiempo

Después de discutir los problemas filosóficos y de analizar las paradojas del viaje en el tiempo, nos resta comentar acerca de las dificultades teóricas y prácticas que implican las diferentes “máquinas del tiempo” que los físicos han formulado. Naturalmente, la palabra máquina no es del todo adecuada: la Relatividad nos dice que son los fenómenos gravitatorios los que distorsionan el tiempo, no aparatos mecánicos, circuitos electrónicos o cosas por el estilo, como antiguamente imaginaban los escritores.

Einstein pasó por este mundo para mostrarnos que el modo en que funciona el universo es radicalmente distinto de lo que intuitivamente creemos. Probablemente, mucho más extraño que las mejores obras de ciencia-ficción. Estrellas supermasivas que colapsan hasta la nada, regiones del espacio que se curvan hasta el infinito, diminutas masas que liberan inconmensurable energía, tiempo que se dilata, retuerce e incluso detiene. ¿Pero, qué clase de universo es el nuestro? ¿Las leyes de la Física enloquecieron? Quizá el aspecto más desconcertante de la Relatividad General, es que también permite sin reparos la posibilidad de viajar al pasado. A Einstein siempre le aturdió este hecho, si bien sabía que las tecnologías implicadas para tal fin estarían muy lejos de los alcances de nuestra civilización. Pero, ¿qué tan lejos lo están? ¿Cuáles son exactamente las dificultades de las máquinas del tiempo? ¿Son sólo prácticas, o también teóricas?

Agujero de Gusano

Diagrama de un agujero de gusano en un espaciotiempo de dos dimensiones. Hablaremos de él más abajo.

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Historia de un ignorante… ma non troppo. La Novena Sinfonía de Beethoven

Ya os conté en la introducción mis nulos conocimientos musicales. Y mi, por llamarlo de alguna suave manera, desprecio por la música clásica (ya sabéis: Beethoven, Bach, Mozart, Tchaikowsky y demás gente de mal vivir). Pero un buen día, me aficioné…

Todo empezó (para mí) en 1969-70.

Yo tenía como quince años, quizá dieciséis, estaba en Quinto o Sexto de Bachillerato, y estaba muy preocupado, como tantos otros, por los rumores de separación en los Beatles, luego confirmados, qué gran disgusto, aunque ciertamente comenzaba a haber oferta pop o rock española de cierta calidad, léanse los Brincos, los Bravos, Joan Manuel Serrat o Mike Ríos, por ejemplo.

Miguel Ríos, muchos años después de grabar el Himno a la Alegría

Miguel Ríos, muchos años después de grabar el Himno a la Alegría

Éste último había tenido un éxito importante con un “single” que contenía dos temas: “El Río” y “Vuelvo a Granada” (casi todos los cantantes editaban esos años discos sencillos de 45 rpm, o “singles”, con dos canciones, una por cada cara. Sólo algunos eran capaces de editar LP’s, de 33 rpm y diez o doce canciones, pues eran mucho más caros y se vendían mucho menos, claro está).

Pues bien, alguien (Waldo de los Ríos, para más señas, que ni era tío ni nada de Miguel) convenció a Miguel Ríos, que por aquella época dejó de ser “Mike” para recuperar su nombre real, Miguel, de grabar una frivolité: El Himno a la Alegría, una adaptación cuasi-pop del mismo tema de la Novena Sinfonía de Beethoven. Supongo que le costó lo suyo convencerle… Tomaron la melodía principal, cortaron aquí y allá, le cambiaron la letra para poner una más acorde con los tiempos hippies de “Paz y Amor” y “Haz el Amor y no la Guerra” que vivíamos entonces, le pusieron unos coros resultones, metieron alguna que otra guitarra eléctrica por el medio… En fin.

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El Cedazo en Agosto

Tras las vacaciones, aquí tenéis las estadísticas de El Cedazo en Agosto:

Artículos

Se han publicado cuatro artículos durante Agosto (dos de ellos, presentaciones de nuevas series), lo que nos lleva ya a 124 entradas publicadas por quince autores diferentes, uno más que el mes pasado. Se ha unido a nosotros ElCalvo, que promete una interesante serie sobre la Filosofía de la Mente.

Durante este mes, el peso lo ha llevado la serie de Lucas sobre el tiempo, con dos artículos extraordinarios sobre los viajes temporales. Por su parte, Macluskey no ha aguantado ni un mes sin escribir (aunque tengo que reconocer que lo he azuzado un poco), y ha presentado su siguiente serie sobre música clásica… o, como diría él, sobre Música Clásica.

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Historia de la Filosofía de la Mente I – De Platón a Descartes

Desde el comienzo de la historia de la Filosofía, pueden verse los rasgos característicos de los problemas de los que se ocupa la filosofía de la mente. Así, Platón postulo una división entre mente y cuerpo, entre el mundo sensible y el mundo de las ideas.

platón

Imagen

En una caverna hay varios hombres atados de tal forma que sólo pueden ver la pared. Detrás de ellos hay un muro con un pasillo, una hoguera y, por último, la salida a la naturaleza. En el pasillo, varios hombres circulan cargando de todo tipo de objetos de tal forma que, gracias a la luz que proviene de la hoguera, se refleja su sombra en la pared que los prisioneros pueden ver. Como los hombres no han visto nada más, solo pueden considerar verdadero ese mundo que se refleja ante sus ojos.

Uno de estos hombres es liberado, y puede ver entonces las figuras que dan origen a las sombras, ve la hoguera, y luego de subir por un escarpado ascenso, llega al mundo real y ve a los hombres, astros, animales y árboles. Luego de contemplar esto fija su vista en el sol (el sumo bien), y es obligado a regresar a la caverna. Allí soporta la burla de sus compañeros, que siguen considerando las sombras como lo único real.

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Historia de un ignorante… ma non troppo. Presentación

Sí, soy Macluskey. El mismo Macluskey que hace no mucho os contó su pequeña historia, su “Historia de un Viejo Informático” en estas mismas páginas.

Quizá penséis que vuelvo para contaros todas aquellas otras historias que serían contadas en otra ocasión… pues no. En otro momento, más adelante, quizá, pero por ahora, lo dicho: ésas siguen siendo otras historias y serán contadas en otro momento.

O quizá penséis que por fin he hecho caso a tantos de vosotros que me pedíais un libro o por lo menos un folleto… pues tampoco. No descarto publicar alguna Obra Maestra de la Literatura Universal en los próximos meses, pero de momento, habrá que esperar.

Si estoy aquí de nuevo es para hablaros de algo de lo que no sé nada, de algo en lo que soy un total y absoluto ignorante.  Voy a hablaros de…  Música.

De Música Clásica.

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