Regístrate | Conectar
El Tamiz Libros Recursos Series Únete 10 Users Online
Skip to content

Biografía de lo Humano 06: La progresiva encefalización




Al escribir la entrada anterior de esta serie sobre la Biografía de lo Humano, que no pasaba de ser un opúsculo de la complejísima máquina que es el cerebro, mi intención era que, además de conocerlo mejor, sintierais emocionalmente a este órgano como el más próximo compañero de viaje, un mochilero que os acompaña desde antes de nacer, con todas sus manías y motivaciones. Yo así lo siento, con su presencia activa continua y silenciosa, cuando me sumerjo en el escenario de la aventura hacia lo Humano… desde el hábilis con su incipiente runrún… Os propongo que no perdáis esta sensación al seguir la historia de los homos, continuamente a la sombra de este incansable fabulador.

En la serie “La Biografía de la Vida” que se publicó con anterioridad en El Cedazo se comenta el camino y los vericuetos de la evolución de los primates. Allí se habla principalmente de las variaciones fenotípicas, y en particular de cómo el cráneo modifica su estructura y capacidad con el tiempo. Queden allí escritos los detalles de tamaño viaje para focalizar en esta serie otros aspectos relacionados con la evolución del encéfalo.

Los grandes simios y gibones habían comenzado a diferenciarse de los monos catarrinos hace unos 18 millones de años. Primero fueron los gibones, los cuales tenían un cerebro aún pequeño en relación al tamaño de su cuerpo, pero con un hipocampo muy desarrollado, mayor que el que le correspondería en comparación. En el hipocampo es donde se gestionan importantes habilidades sobre la memoria y la respuesta espacial, aspectos que resultaban fundamentales para tener éxito en el hábitat arborícola de estos animales. Esta conquista cerebral de los gibones les llevó a una excelencia en la planificación motora, lo que con gran probabilidad debió también suceder en la línea evolutiva que llevó a los Homo, a los que les debió resultar de gran ayuda en la manipulación y manufactura de herramientas. Sobre antecedentes somáticos de este tipo, seguramente heredados del ancestro común, se apuntalará la evolución de la organización neuronal de sus descendientes, los grandes simios.

Variación del tamaño del encéfalo en diversas ramas evolutivas de los primates (en color el lóbulo frontal) (figura extraída de este artículo de Richard Passingham, Fair Use)

El análisis de los restos fósiles demuestra de forma meridiana que el volumen craneal de los homininos, al igual que dijimos del hipocampo en los gibones, ha seguido una senda de crecimiento. En las especies más antiguas, como Orrorin o Sahelanthropus, e incluso en los primeros Australopithecus, sus capacidades craneales no diferían mucho de la de los modernos chimpancés: unos 350 a 400 centímetros cúbicos, aunque sus tamaños corporales tampoco diferirían mucho del de estos últimos. A lo largo de los siguientes dos millones de años el tamaño corporal de las sucesivas especies Homo fue incrementándose, lo que evidentemente exigía una mayor potencia cerebral para el manejo de un cuerpo mayor. Sin embargo, a partir del Homo ergasterque vivió entre hace 1,9 y 1,4 millones de años, la masa corporal de los hombres varió relativamente poco, posiblemente motivado en gran medida por las condiciones ambientales de su particular nicho ecológico. Por el contrario, el volumen craneal sufrió una expansión espectacular, pasando de los 1.000 centímetros cúbicos a los 1.450 del sapiens, o incluso a más del litro y medio de los neandertales. Los cráneos manifiestan progresivamente un crecimiento en sus áreas frontal, parietal y temporal y una mengua en la occipital, comparativamente, hasta llegar desde un cráneo “apepinado” al “globoso” de los Homos sapiens.

En la figura siguiente podemos ver un detalle de lo que decimos. Aclaramos que el factor de encefalización es un parámetro que da idea de la relación que existe entre el tamaño cerebral y el corporal.

Evolucion de la encefalización en los primates (TRENDS in Cognitive Sciences, datos de Jerison, H.J. (1973) “Evolution of the Brain and Intelligence”, Fair Use)

Vamos a avanzar un paso más, ya que esta foto general de cráneos y cerebros esconde unos interesantes y, como imagináis, decisivos cambios internos.

Lo primero que se nos ocurre plantear es el porqué de este crecimiento diferencial entre nuestro cerebro y el de otros primates. Siempre se ha pensado que pudo suceder como consecuencia de la aparición de algún nuevo mecanismo genético. Nuestro código genético y el de los próximos chimpancés son muy similares y, sin embargo, hay una gran diferencia entre el comportamiento de ambos. Hace pensar en la existencia de un gen o un grupo de genes específicos y diferenciales en el hombre, gen o genes que no existirían en el genoma chimpancé. Una forma de intentar acorralar a este gen, si es que existe, es vía el análisis de las diferencias genéticas entre ambos géneros. El punto de partida es el gen ARHGAP11A, responsable en cierta medida del crecimiento cerebral en los fetos de los mamíferos: hace que en la división en dos de una célula madre de neuronas una hija se convierta en neurona, que en teoría ya no se dividirá más, y la otra hija siga siendo célula madre con capacidad para continuar el proceso. Pues bien, el genoma de ciertas especies Homo, como denisova, neandertal o sapiens, presenta además  una mutación de este gen: el ARHGAP11B. ¿Cuál es su función? Al menos, el favorecer el crecimiento encefálico, como se ha demostrado tras implantarlo en ratones: en aquellas zonas del córtex cerebral donde se activaba este gen, aquel crecía de tamaño. También trabajando en el laboratorio con ratones se ha podido demostrar una función similar al expresarse el gen regulador humano HARE5, el cual se diferencia en tan sólo 16 nucleótidos -el elemento más elemental de la estructura del ADN- con el mismo gen del chimpancé.

Y aún hay temas más sugerentes relacionados con los genes. Hay evidencias de que el gen MCPH1 evolucionó muy rápidamente en el linaje de los primates y que lo mismo hizo el gen ASPM que evolucionó y se implantó a toda velocidad en las poblaciones humanas tras separase de la línea filogenética de los chimpancés. Ambos son genes reguladores del crecimiento del cerebro. Pues bien, se ha constatado que hace unos 37.000 años surgió en los Homo una variante genética del MCPH1 y hace 5.800 años uno del ASPM. Será casualidad o no -y yo creo que no- que en la primera fecha emergiera en los hombres el arte, la trascendencia, la auténtica consciencia y en general una nueva cultura ya humana, mientra que en la segunda fecha se estubiera consolidando toda una vida ciudadana, con lo que supuso de abastecimientos, escritura, filosofía…[1]

Todo ello nos hace pensar que, tras habernos alzado sobre las extremidades inferiores, una casualidad más, como pudo ser la duplicación de un gen en una hebra de nuestro ADN o una ligera modificación en un gen regulador, pudo determinar nuestro camino hacia la específica esencia humana.

Pasemos de las causas a los hechos.

Podríamos pensar que a mayor tamaño cerebral, mayor será el refinamiento de sus procesos. Pero esto no es directamente así. Un mayor cerebro no implica directamente una mayor inteligencia. Es una evidencia el que el cerebro de un elefante es mayor que el nuestro. Sin temor a equivocarnos podemos imaginar que tiene más neuronas y más redes neuronales trabajando. Pero es que el mantenimiento de un cuerpo voluminoso exige la existencia de un ejército en la sombra de mayor tamaño. Tener que aplicar mayores recursos neuronales en la gestión de la fisiología del cuerpo implica una menor disponibilidad de los que puede aplicar para su inteligencia. Los cerebros de una vaca y de un chimpancé son similares en tamaño y nadie duda de quién es más inteligente. Tiene que haber algo más sutil.

Este matiz lo encontramos al analizar la realidad humana. Los avances en neurología, como comentamos en la entrada anterior, nos permiten saber que la inteligencia del hombre está directamente relacionada con el número de redes neuronales que tiene en funcionamiento y con todo lo que hace para mantenerlas en continua actividad. Éste fue el secreto de Homo, incrementar la capacidad de generar multitud de redes neuronales comandadas por un centro de control muy potente como es el moderno neocórtex.

Avanzando desde la morfología de los orangutanes hasta la nuestra, se detecta un progresivo aumento de la corteza prefrontal y de las áreas asociativas somatosensoriales y motoras dentro del neocórtex. Podemos considerar a la primera de ellas como una de las partes más modernas del cerebro, evolutivamente hablando, y se encuentra anatómicamente en el lóbulo frontal, la parte anterior del encéfalo tras la frente, trabajando en coordinación con las mencionadas áreas asociativas, entre otras. Hoy sabemos que en esta “proa” de los lóbulos frontales del cerebro radica nuestra capacidad de ejecutar “racionalmente” cosas, es decir su existencia y su actividad de coordinación nos permite planificar, atender a nuestras experiencias pasadas, fijar objetivos, hacer valoraciones morales, inhibir nuestras emociones, tomar decisiones o reconducir nuestros actos.

Imagen donde se destaca la corteza prefrontal y diversas partes del cerebro límbico o emocional (Imagen a partir de: Universidad Costa Rica, Fair Use)

Diversos estudios afinan esta apreciación y cargan más la responsabilidad sobre la reorganización neuronal que al tamaño cerebral –crecimiento del neocórtex-, lo que debió ser una de las espoletas que hicieron emerger la capacidad humana de autoreflexión.

Uno de ellos es el realizado por los antropólogos Jeroen Smaers y Christophe Soligo, del University College de Londres. Se ha llevado a cabo sobre una población de diecisiete especies de primates que vivieron a lo largo de un periodo de 40 millones de años. Entre ellas también están las Homo. Se analizaron y compararon por especies las regiones cerebrales que estaban implicadas en las nuevas habilidades de sus individuos. Se pudo observar como resultado último que en la evolución neuronal tuvo más que ver el patrón de cambios estructurales en el  cerebro que el propio incremento de masa del mismo.

Los profesores Robert Barton, de la Universidad de Durham, y Chris Vendetti, de la University de Reading, Reino Unido, abundan en lo mismo. Afirman que el crecimiento relativo del neocórtex frontal en los humanos no es tan evidente como parece. Según ellos, la clave de la evolución hacia una mente racional está en el desarrollo de las relaciones neuronales y sus redes.

Otro estudio publicado en  2005 y realizado por los profesores norteamericanos P. T. Schoenemann, M. J. Sheehan y L. D. Glotzer, podría apoyar también las tesis anteriores. Al medir el volumen de la materia gris, blanca y el volumen total del lóbulo prefrontal y de todo el cerebro en 11 especies de primates, observaron que el lóbulo prefrontal de los humanos tenía un mayor volumen de materia blanca, en términos relativos, que el de los primates. La materia blanca está formada por los axones de las neuronas con sus recubrimientos de mielina, es decir, conforman los “cables” de intercomunicación neuronal, mientras que el volumen de la materia gris, formada por los cuerpos de las neuronas con sus dendritas, no era muy diferente en todas las especies estudiadas. Es evidente, por tanto, que en el encéfalo humano se da una mayor interconexión neuronal que, con toda seguridad, es un reflejo de la rica base de las conductas y de la consciencia.

Recapitulemos sucintamente todo lo anterior. A lo largo de la línea evolutiva de los primates, incluyendo los Homo, observamos un crecimiento de la masa cerebral en diversas zonas, entre la que queremos destacar la corteza prefrontal por su especial incidencia en los procesos racionales. Parece que tal crecimiento pudo ser debido a cambios en genes y facilitado por la postura erecta, que permitía anatómicamente un cerebro más globular. También casi podemos asegurar que el camino hacia la emergencia de un pensamiento racional pudo ser atribuido, más que al mayor volumen cerebral, a la más compleja interconexión neuronal.

Aportemos ahora datos. Sorprendentemente, la correlación del volumen del lóbulo frontal con el del cerebro total es muy similar en todos los simios modernos (entre el 30 y el 35%). Dentro de esta uniformidad, lo que marca la diferencia entre especies es el progresivo crecimiento de la superficie del córtex, gracias no solamente al crecimiento volumétrico craneal, sino también al incremento de las circunvoluciones y giros del mismo. Mientras que la superficie del cerebro en el chimpancé es de unos 500 centímetros cuadrados, la del hombre es unas cinco veces mayor, aunque bien es cierto que mucho de este incremento neuronal se necesitó para gestionar un cuerpo más grande.

Lo curioso del caso es que más o menos se mantienen en todos los mamíferos parecidas densidades neuronales en el córtex: aproximadamente unas 146.000 neuronas por milímetro cuadrado. De todas formas, a lo largo del desarrollo evolutivo del cerebro se observa una disminución en el valor de esta densidad, lo que ha permitido a los animales más evolucionados un mayor número de sinapsis al incrementarse los “huecos” entre neuronas por donde puedan discurrir sus axones. Pero, ¡ojo!, las distancias de comunicación entre neuronas no podían ser muy grandes -y eso lo podía llevar implícito el crecimiento de tamaño-, ya que con ello se ralentizaba el procesamiento. Por lo que vemos, la evolución solucionó el posible problema en el hombre al dotarle de unas mayores interconexiones y de unidades locales de “trabajo” muy reforzadas. En resumen, en el cerebro del Homo encontramos más neuronas “obreras”, conseguidas al incrementar la superficie cortical, y más poder de gestión, gracias a un mayor potencial sináptico.

¿Crecimiento diferencial de la corteza cerebral o incremento de las redes neuronales? La respuesta es que ambas realidades han estado presentes a lo largo del proceso evolutivo: han tenido que participar al unísono en el desarrollo y expresión de las capacidades de reflexión propias del hombre. Aunque, con lo que hoy sabemos, parece que el reforzamiento de la intercomunicación sináptica, con un mayor peso en áreas locales, explicaría los factores diferenciales aparecidos a lo largo de la evolución de las funciones cerebrales del Homo.

Hasta aquí hemos hablado prácticamente sólo del neocórtex y de su importancia en la puesta en práctica de las habilidades racionales como coordinador general de los procesos. Pero esto no es la totalidad de la historia, ya que, a medida que en los primates antropomorfos se iba desarrollando la corteza frontal, también lo iba haciendo el cerebelo. Y con un ritmo superior, hasta seis veces más rápido. Tanto en los simios no humanos como en los propios humanos se observa una correlación de tamaño entre ambas regiones que no se da en otros primates, debida a una expansión evolutiva relativamente rápida del cerebelo: creció el neocórtex y creció el cerebelo. Ya sabemos del potencial del neocórtex, pero ¿por qué fue tan importante para nosotros el que también creciera nuestro cerebelo?

Encéfalo humano, con el cerebelo marcado en púrpura (Wikimedia, Dominio Público)

El cerebelo se sitúa en la parte inferoposterior del encéfalo, por debajo del lóbulo occipital y junto al tronco encefálico. Su estructura es del tipo del tejido cortical, acumulando él solo la mitad de las neuronas del cerebro. Le entra más información de la que sale, lo cual nos indica que es un potente procesador que funciona para asegurar el ajuste fino de los movimientos, al integrar los abundantes inputs que recibe para con ello conseguir controlar y ajustar de una forma “fina” las órdenes que la corteza cerebral manda al aparato locomotor. No sólo actúa en el movimiento, sino que también se cree que puede estar particularmente involucrado en la organización temporal de secuencias de pensamiento complejos. Por ambas habilidades funcionales podemos asegurar que su influjo es decisivo en la fabricación y el uso de herramientas. Es por ello que tenemos que pensar que en el desarrollo de lo que hemos dado en llamar “lo humano”, la inteligencia técnica probablemente jugó un papel realmente importante desde el principio. Lo cual concuerda con lo que observamos en las pistas fósiles de la primitiva conducta humana, como veremos cuando analicemos  a lo largo de la segunda mitad de la serie lo que llamaré “el camino real hacia lo humano”.

Por último, comentaremos otro aspecto colateral relacionado con el crecimiento del cerebro pero que, como veremos al final del párrafo, también tuvo una relevancia en el lento proceso hacia la emergencia de lo racional. La mayor potencia cerebral supuso un avance evidente para aquellos homininos, aunque les planteaba un nuevo reto. El cerebro humano es un órgano que consume mucha energía, hasta el 20% de la que precisa el cuerpo… ¿por qué la evolución seleccionó a un órgano energéticamente tan exigente? Está claro que por las grandes ventajas que aportaba, superiores a los inconvenientes, y porque la propia evolución supo parchear a estos últimos.

¿Cómo lo consiguió? Los primeros individuos recién descendidos de las frondas de las selvas tropicales africanas tenían una dieta estrictamente vegetariana. Eso era una clara barrera para su fisiología cerebral, ya que con este tipo de dieta no podían abastecer las necesidades energéticas de este voraz órgano en progresivo aumento. Podía ser buena para un Australopitechus, pero no para cubrir las “expectativas de futuro” de un homo que estaba viviendo los primeros pasos de su evolución y que necesitaba para su supervivencia una fuente estable de energía más potente que la vegetariana. Y esto lo consiguió abriendo sus hábitos alimentarios hacia otras materias primas más energéticas, como lo es la carne. Es una fuente muy rica en nutrientes, fácil de deglutir y fácil de digerir, ¡y eso incluso antes de que nuestros amigos inventasen la cocción! Los Homo habilis iniciaron esta senda, creemos que primero como carroñeros y después como cazadores. Lo sabemos por los cambios anatómicos -sus dientes y mandíbulas se estaban haciendo más pequeños- y también al observar sus nuevos utensilios líticos, con una posible utilidad en el procesado previo de la carne antes de la masticación. El nuevo alimento resultaba fácilmente digerible para el aparato digestivo, lo que permitió a éste evolucionar hacia estructuras más pequeñas con unas menores necesidades energéticas, que a la postre pudieron ser utilizadas por el cerebro en sus cada vez más complejas funciones. No hay que olvidar que también el aparato digestivo es un ávido consumidor de energía, casi el 15% del total corporal.

Esta claro que todo ello aportó una ventaja marginal al cerebro: una mayor disponibilidad de energía suponía una mayor capacidad fisiológica, mayor potencia funcional, pero además aportó otra ventaja para la carrera hacia lo Humano: El Homo habilis requería consumir un menor volumen de alimentos. O lo que es lo mismo, a lo largo del día necesitaba gastar menos tiempo en las labores de recolección. Sin lugar a dudas, el mayor tiempo disponible fue un claro acicate para su cerebro, una mayor oportunidad para experimentar y por tanto fortalecer sus patrones de redes neuronales. Unas relaciones sociales más prolongadas e intensas. Un aprovechamiento del medioambiente menos impulsivo. Muy buenas palancas para lo que llegó al final.

Con ello doy por terminado el rápido recorrido, aunque en este caso en una larga entrada, sobre la persistente encefalización que experimentaron los homos: su realidad, sus causas y sus consecuencias. A partir de la siguiente entrada nos vamos a aventurar por mares más etéreos y arriesgados. Lo entenderéis mejor si os digo que vamos a meternos en las brumas de la aparición de la consciencia racional. Me da vértigo sólo el pensarlo. Hasta entonces y… deseadme suerte.

  1. Información obtenida del libro ¿Qué nos hace humanos?, cap. 1, del afamado profesor estadounidense de psicología Michael Gazzaniga. []

Sobre el autor:

jreguart ( )

 

{ 22 } Comentarios

  1. Gravatar homo-plato | 08/02/2016 at 04:15 | Permalink

    Suerte!

  2. Gravatar jreguart | 08/02/2016 at 08:30 | Permalink

    Hola Homo-plato,

    muchas gracias por tus ánimos. Lo que viene es muy “esotérico” y espero haber sabido extractar las ideas de los maestros que he leído.

  3. Gravatar nahuel | 09/02/2016 at 04:18 | Permalink

    habría que reconsiderar las bromas acerca de la materia gris vs materia blanca , porque al tenor de lo explicado arriba no es tan simple como se pensaba . y con respecto a lo de las proteínas y lípidos de la carne que ayudaron tanto en el desarrollo de nuestros antepasados , también hay que considerar el tremendo salto en la misma dirección que trajo la cocción de la misma ya que mucha energía que se utilizaba en el proceso digestivo de la carne cruda se fue a los procesos del cerebro . y por último quisiera preguntarte algo que se me ocurrió mientras leía esta entrada : si es posible que el apéndice se dejara de usar cuando el homo habilis decidió comer carne y la celulosa pasó al olvido ? todo esto obviamente en un proceso lento ….. de mas está decir felicitaciones , mañana le daré una re-lectura , ya que hay muchísima información muy interesante que no queda a la primera . gracias por la dedicación .

  4. Gravatar jreguart | 09/02/2016 at 10:30 | Permalink

    Hola Nahuel,

    sí, de pequeño siempre me decían lo de la sustancia gris y como comer rabos de uvas pasas mejoraban la capacidad de razonamiento ¿qué era eso de la sustancia blanca? nunca se hablaba de ello, era parte de los sesos pero, parece ser, que sólo servía para dar más sabor a los seistos fritos de cordero al añadir más materia grasa.

    Fuera de bromas, gracias por tus palabras. Y siento no tener una respuesta segura para lo que dices del apéndice. Si lo tenemos ahí puede ser por dos motivos, o porque alguna función hace o porque es un residuo producto de eso que llamamos “diseño poco inteligente aunque útil”: nuestro aparato digestivo, como todo órgano, deviene de la evolución del que tenía algún antecesor. Si algo sobró en el camino, fue suficientemente útil o eficiente el dejarlo como una reminiscencia en vez de anularlo del todo.

    En los rumiantes hay un tramo intestinal parejo a nuestro apéndice en el que se procesa la digestión de la celulosa. Parece ser también que la flora bacteriana que reside en el saco que es el apéndice es muy útil para regular el tracto intestinal, especialmente frente a diarreas o similares. Así que pudiera ser que el apéndice es el resultado del equilibrio entre las dos causas posibles que apuntaba: tiene una función y es un residuo de la evolución.

  5. Gravatar MPerez | 13/02/2016 at 03:16 | Permalink

    Con permiso voy a permitirme hacerme varias preguntas. Una cosa es hablar de la evolución cerebral como un mecanismo de perfeccionamiento y evolución en el que partiendo de unas estructuras más sencillas se evolucione hacia otras más complejas, y otra cosa es hablar de la aparición de la racionalidad y la autoconciencia en el ser humano. Creo que usted apunta esto en su reflexión.

    Yo diría que son materias muy diferentes y no podemos aceptar que la mera exposición de la primera nos lleve a la conclusión de la segunda.

    ¿Por qué un proceso con un grado de aleatoriedad tan grande (cuando no se habla de un principio creador no hay más remedio que acudir a la aleatoriedad) ha concluido en una única especie inteligente?

    Y no podemos acudir a la supervivencia del más fuerte. Del mismo modo que en la Tierra existen multitud de organismos y especies, no sería descabellado pensar que hubiera más de una especie inteligente.

    Además ¿por qué no constatamos la existencia de especies con distinto grado de inteligencia racional autoconsciente? Es decir, una especie de humanos superiores y humanos inferiores. Y esto en distintos grados y perfecciones. Sin embargo, no existen, simplemente. Todos pertenecemos a la misma especie.

    Además, ¿por qué no se ha desarrollado la inteligencia racional en otras especies? Es decir, ¿por qué no han existido perros con inteligencia racional, o leones, o jirafas (por decir cualquier animal)? El que sólo una especie evolucione hacia lo racional no concuerda muy bien con un principio de aleatoriedad. Si todo fuera sólo complejidad, ¿por qué no evolucionar hacia la complejidad otras especies?

    Utilizando un viejo ejemplo, es como decir que si metemos multitud de componentes electrónicos en un molino gigantesco y lo hacemos girar, solamente obtendremos un televisor perfectamente montado y operativo. Por mucha vueltas que le diéramos…. Si absurdo es obtener un televisor, más lo es el que sólo fuera uno. Si pudiéramos obtener un televisor, lo logico sería que al mismo tiempo hubiera aparecido una radio o cualquier otro dispositivo más sencillo.

    No pretendo crear una polémica. Solo hacer un planteamiento mediante el que, lógicamente, estoy fijando mi postura. Sólo mostrar mi perplejidad. (Que conste que tampoco afirmo que usted sostenga lo contrario de lo que opino).

  6. Gravatar jreguart | 13/02/2016 at 07:43 | Permalink

    Hola MPerez,

    Tu comentario nos introduce de lleno en un ámbito sumamente interesante. Aunque, según mi forma de ver, creo que se tiene que quedar en el ámbito de las opiniones y del pensamiento, tan digno como que en él se mueve la enriquecedora filosofía. Pero muy alejado del mundo del conocimiento científico. Me explico.

    En tu aportación hay una frase que creo me aclara tu planteamiento: “cuando no se habla de un principio creador no hay más remedio que acudir a la aleatoriedad” y, según lo que añades, la aleatoriedad no te convence. Ergo… habrá que apoyarse en el principio creador.

    Personalmente ni afirmo ni niego un principio creador. En lo que hablamos, no lo necesito. Mientras mi capacidad de razonamiento (la acumulada por la humanidad) me dé explicaciones que puedo observar en el normal funcionamiento de lo que me rodea, tengo que ser consecuente y, de momento, tengo que creer en ellas.

    Aduces que de la aleatoriedad no puede emerger la inteligencia (humana). Sin embargo gracias a la aleatoriedad evolutiva se han ido haciendo más complejos algunos organismos, que hoy podemos interrelacionar de una manera aceptable con los menos complejos, hasta esbozar una árbol familiar de todos ellos. Eso es lo más plausible si miramos y estudiamos con detenimiento lo que observamos en la Naturaleza. Y lo que vemos no es un molino que por un lado bate bacterias (organismos unicelulares) y, como por arte de magia, por otro salen seres pensantes. La capacidad de razonamiento entra en este ámbito, ya que no deja de ser un sofisticado funcionamiento de un evolutivamente sofisticado encéfalo.

    La evolución de la complejidad es un hecho en la Vida… y si 4.700 millones de años de idas y venidas, de añadir pequeñas chapuzas eficientes sobre otras chapuzas eficientes anteriores, paso a paso, parece poco tiempo para que la aleatoriedad consiga un animal mamífero, por decir algo suficientemente complejo,… pues es lo que vemos, ¡qué se le va a hacer! Hoy por hoy es lo que veo, y aún no siento la necesidad de acudir a un principio creador que me lo explique. Con las salvedades precisas, me atrevo a decir que una bacteria es fisiológicamente muy parecida a cualquier célula de mi cuerpo. Y tengo una explicación, un camino natural con bastantes hitos intermedios comprobados, que me lleva de esta bacteria a mi organismo. Lo que me dice que la aleatoriedad está ahí y debe ser muy potente.

    Paso ahora a lo que te sorprende en relación a que en estos momentos de la historia de nuestro planeta sólo haya una especie inteligente. Voy a comenzar por lo opinable, que es el futuro. La evolución es un proceso que no para, aunque sea como concepto, ni parará. El hombre con sus capacidades se ha convertido en un vector más de la evolución. Mucha gente habla de la evolución futura de la inteligencia. Y ¿por qué no? Lo dejo aquí, pues son meras ideas sin que, lógicamente, puedan comprobarse. Pero la inteligencia evolucionará. Y de formas absolutamente impensables por nosotros, los hombres de 2016.

    Si miro a lo que pasa hoy, es claro que se observan varios tipos de inteligencias: desde la nuestra, plenamente autoconsciente (según lo que interpretamos como autoconsciente), hasta la de otros animales, a su forma inteligentes y autoconscientes (hay multitud de sólidas experiencias con primates y otras especies vertebradas que así lo demuestran). Aunque desde la altura de nuestra capacidad de raciocinio parece que estos estadios tan simples no tengan nada que ver con lo nuestro.

    Y ahora me voy hacia atrás. Homo habilis era un hominino con un cierto grado de inteligencia. A su manera. Usaba herramientas… ¿con nuestra plena consciencia? No, pero estaban en camino. Y eran otra especie distinta al sapiens. Homo erectus era más inteligente que habilis, tanto en sus aspectos mecánicos, como sociales y abstractos. Y era otra especie. Junto a ellos convivieron los sapiens, los heidelbergensis, los neanderthalis… todas ellas especies diferentes. Ramas del árbol hominino hoy todas desaparecidas menos sapiens. Es decir, hubo unos momentos, muchos cientos de miles de años, en los que convivían seres distintos e inteligentes. Con capacidad de razonamiento. Lógicamente el de hace 400.000 años, no como el de ahora. La evolución y la acumulación del acervo social influyen. La explicación de que hoy estemos sólo nosotros pasa porque las características de los sapiens superaron las habilidades de los paralelos. En la competición por un nicho único sólo sobrevive una sola especie. Es una ley evolutiva más que comprobada. En cualquier especie o interespecies.

    Otro ejemplo conceptualmente similar de un momento “único”. Si me voy muy, muy atrás tengo que admitir, por lo que se observa, que la mandíbula en los peces surgió una sola vez. Allá por las profundidades del Silúrico, hace más de 400 millones de años. En un ser común antepasado de todos los que hoy disponemos de esta morfología anatómica. Yo creo firmemente que esa primera aparición, y única experiencia en su época, se debió a la aleatoriedad que moldea a la evolución.

    Ya no añado más. Considero muy respetable que no te convenza la fuerza de la aleatoriedad, infinitos pasos infinitesimales a lo largo de tiempos geológicos. Considero muy respetable el pensamiento acerca de un principio creador siempre que respete, cuando las hay, las evidencias naturales. Por no decir científicas. Personalmente, con esto último aún me basta.

    Saludos

  7. Gravatar nahuel | 14/02/2016 at 09:31 | Permalink

    a mi lo que me sorprende es que el cosmos estuvo por miles y millones de años con sus materias primas – materia y energía – generando estrellas , galaxias , planetas etc etc , y todo aquello moldeado por las famosas leyes , hasta ahí todo bien , ¿ pero la vida y la inteligencia ? me huele que de sus entrañas donde todo el tiempo salen cosas mágicas y sorprendentes estén las respuestas . quiero decir también que no creo que nosotros los homo seamos los que inauguramos la inteligencia , para mi esta siempre ha existido . pero como dice Jreguart esto es con lo que contamos hasta ahora y yo no tengo como comprobar mis locas ideas . no nos olvidemos que solo contamos con una estructura y un mecanismo de experimentación limitadísimo , para lo complejo que se ve todo . no hay nada paralelo a la ciencia que sea lo suficientemente serio como fórmula alternativa que explique mejor los fenómenos del universo , que elabore modelos predictivos y que haya una comprobación empírica después . sin ir mas lejos einstein había predicho la existencia de las ondas gravitacionales hace un siglo ya y recién ahora se comprueba su existencia . mientras no se comprobara no se podía avanzar mucho en esa línea , ahora vamos por el elusivo tejido espacial .

  8. Gravatar anibal | 14/02/2016 at 10:52 | Permalink

    si un tv, un ordenador ó un radiorreceptor hechos de plástico, metal vidrio etc etc . materia inorgánica al fin al cabo son capaces de captar ondas emitidas en las antípodas de donde me encuentro , decodificarlas , procesarlas y convertirlas en multimedia y otras tantas maravillas . no va a poder alojar la autoconsciencia una estructura como el cerebro que lleva miles de millones de años en proceso de formación . creo obvio que el cerebro trae consigo aparejada la mente y que de esta a la consciencia no hay mucho trecho y que la evolución y la selección natural tuvieron que ver esta claro y que una cosa lleva a la otra esta mas claro todavía .

  9. Gravatar kripto | 16/02/2016 at 05:39 | Permalink

    jreguart :¿ es posible sin dudas decir que en gran medida la evolución y la selección natural han determinado nuestro genotipo y fenotipo y el de todos los seres vivos ? haber si me explico mejor o partiendo de cero , en un planeta donde no hay vida no existe obviamente ninguna de las dos , pero si surge esta – la vida – automáticamente saltan la evolución y la selección natural y comienzan a actuar sobre ella y a modelar su forma y comportamiento , o mejor dicho son inherentes a la vida ?.

  10. Gravatar kambrico | 16/02/2016 at 06:26 | Permalink

    yo creo que lo que choca y hace revelarse a algunos seres humanos a la hora de asomarse al conocimiento científico es aceptar que unas leyes universales frías e implacables con unas complejas reacciones químicas determinan nuestro tan venerado pensamiento y hasta nuestras tan queridas emociones . entonces como se titula una novela de vargas llosa se tiende a buscar “el paraíso en la otra esquina” .

  11. Gravatar jreguart | 17/02/2016 at 10:28 | Permalink

    Hola Kripto/Kambrico,

    aprovecho la misma respuesta a los dos comentarios.

    Kámbrico ha dado en el clavo sentimental del porqué nos sorprende tanto lo de la evolución. Porque si se piensa con frialdad la evolución no deja de ser unas reglas/consecuencias de juego muy universalizables. Cómo no pensar que lo que está mejor preparado para determinada circunstancia se llevará mejor el gato al agua. Es como sorprenderse de que el agua genere el valle de un río por un determinado trazado en vez de por otro. El agua socava por donde hay más debilidad (menos fortaleza) geológica. Y el terreno más fuerte sigue siendo una cumbre.

    Según nuestro estado de conocimiento, con el que nos sentimos más confortables, hay una serie de leyes universales que dan cuerpo y condicionan todo. Y cómo no, a la vulnerable estabilidad de la química de los sistemas químicos complejos, como son los organismos vivos. Todo, sí o sí, se ajusta a estas reglas de juego. Lo que mejor se ajuste a las reglas del juego…sigue. Y si es la vida con su inherente capacidad de reproducirse… se producen cosas sorprendentes. O quizás menos si lo piensas con tranquilidad.

  12. Gravatar J | 17/02/2016 at 11:12 | Permalink

    kripto,

    no solo eso, sino que algunos inclusos llegan a proponer que precisamnete la evolución es lo que define la Vida. A ver si me explico.

    En el cole estudiaste que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren (por contraposición a los seres inertes, que no hacen nada de eso). Pero eso dea muchas dudas. ¿Qué ocurre con los virus, que no son capaces de reproducirse sin la ayuda de otra célula? ¿No están vivos? ¿Qué ocurre con esas medusas que en vez de morir revierten a asu estado previo (https://es.wikipedia.org/wiki/Turritopsis_nutricula#Inmortalidad_biol.C3.B3gica)? No nacen ni mueren, al menos no como lo entendemos los demás seres vivos… ¿no están vivos entonces?

    Más adelante en el cole o el insti quizña te contaron que los seres vivos “se nutren, se relacionan y se reproducen”. Pero incluso eso deja fuera algunos de esos casos extremos.

    Así que algunos proponen que la definición de Vida sea precisamente “los seres vivos evolucionan”.

    Lo cual abre otros problemas… ¿un algoritmo genético (http://eltamiz.com/elcedazo/2010/12/20/teoria-de-juegos-xvi-dilema-del-prisionero-iterado-y-ii/) está vivo? ¿La moléculas autoreplicantes que nos enseñó jreguart hace años en la serie de la Vida (http://eltamiz.com/elcedazo/2013/05/19/la-biografia-de-la-vida-03-la-quimica-se-apunta-a-lo-bio/) están ya vivas?

    No sé si jreguart pueda aportar algo más a esta discusión.

  13. Gravatar kripto | 17/02/2016 at 11:44 | Permalink

    aterrizando en el tema me gustaría saber si con el descubrimiento del fuego y su uso en la cocción de los alimentos se manifestó algún cambio anatómico importante en los homos de esa época – un millón de años creo homo erectus si no me equivoco – y lo otro que no dejó de sorprenderme es que en 2014 se descubrió por casualidad el caso de una joven china de 24 años que nació sin cerebelo e incluso es madre . lo cual me hace pensar en la tremenda adaptabilidad , plasticidad y versatilidad del cerebro al igual que los casos en que se practica hemisferectomia y continúan llevando una vida relativamente normal .

  14. Gravatar jreguart | 18/02/2016 at 11:59 | Permalink

    Hola J y contertulios,

    podría decir mi opinión acerca de lo que es la Vida pero seguro que me quedaré corto (o largo, yo qué sé). Es un concepto del que puedes encontrar tantas definiciones y asignación de atributos como personas hay en el mundo. Me gusta juntar las dos que aporta J: “…los seres vivos se nutren, se relacionan y se reproducen… y evolucionan”. Me quedo con el asombro que me produce el contemplar esta inexcusable realidad.

    ¿Un virus es un ser vivo? Pues depende de donde a uno le gusta poner el límite… personalmente no sé si es algo vivo y tampoco me preocupa mucho. Sólo me importa el saber que si hay virus es porque hay seres que cumplen la frase entrecomillada anterior. Si no es vivo, al menos es una bandera de lo vivo. Como todo en la evolución es imposible definir una frontera puntual y por tanto tampoco existe una entre no vida y vida. Repito: lo único que me mola es contemplar la Vida y su entorno tal como son.

    Bajando a temas pedestres. Parece que las medusas “eternas” tienen esa capacidad que asignamos a las células madre. Vuelven a reinicializar el sistema, quizás sólo en condiciones de laboratorio, hasta que un pececillo o un molusco les hinca el diente. Kaput. Y aunque podamos pensar que no les pasa lo que al común de los mortales, morir, para mi es evidente que son seres vivos. La muerte es ausencia de vida, un estadio más de la vida llevado al extremo. Pero no sé si es muy correcto decir simplemente que la vida “es” porque hay muerte (¿ahí entraría la no-vida de nuestras medusas?). Me parece un silogismo cojo. La vida tiene sentido (realidad) por sí misma. Eso creo yo.

  15. Gravatar jreguart | 18/02/2016 at 12:14 | Permalink

    Hola Kripto,

    planteas dos temas.

    Primero: El descubrimiento del potaje y la carne estofada por parte de erectus (bien pudo ser él) no supuso un “cambio anatómico importante” para el inventor o su saga. Al menos no vemos en los yacimientos paleológicos algo que nos lo corrobore.

    Segundo: No te sorprenda el que un humano pueda vivir sólo con una parte de su cerebro. Siempre que no sea una parte vital (diría yo que con el tronco encefálico que dirige las funciones vitales un hombre podría estar vivo). Aunque la verdad es que igual no lo podemos clasificar como un ser humano aunque morfológicamente así lo parezca. Lo que quiero decir es que el sistema nervioso es una “conquista” evolutiva y, al igual que el ojo que ha ido evolucionando dando siempre un servicio, el encéfalo ha ido evolucionando dando siempre un servicio. Con pocas neuronas se funciona por los laberintos de la vida.

    Un humano igual. Con menos neuronas que la dotación de fábrica también se puede vivir. Quizás no podrás interpretar lo que ves con un ojo, o quizás andarás moralmente desinhibidísimo por la vida, o quizás no te producirá un horror ver a un niño mutilado, o quizás no te acordarás de lo que has desayunado hoy, o quizás no podrás enhebrar una aguja; o errarás en todas tus decisiones… pero ahí sigues con tu existencia. El dilema es ¿dónde está la frontera de lo humano? Pregunta de imposible respuesta… aborto si, aborto no; eutanasia sí, eutanasia no; down sí, down no…

  16. Gravatar Sergio B | 18/02/2016 at 04:21 | Permalink

    Saludos jreguart,

    La verdad es que estais discutiendo temas interesantes, pero creo que las aportaciones que se me ocurren ya las he hecho en otras ocasiones, asi que solo queria comentar lo ultimo que dices, supongo que con toda la inocencia posible. Me parece que esta muy mal, horriblemente mal. No existe nigun dilema sobre frontera de lo humano respecto a personas con sindrome de down y supongo que mi interpretacion es incorrecta y no querias decir eso, por que es una barbaridad enorme. Respecto a la eutanasia no veo yo el sentido, la cuestion de la eutanasia es que es un ser humano siempre de lo que estamos hablando, que yo sepa con perros se practica bastante tranquilamente. Respecto al aborto supongo que si que le veo mas sentido a la pregunta, si es a partir de que semana ya se considera un ser humano.

  17. Gravatar jreguart | 18/02/2016 at 04:41 | Permalink

    Hola Sergio B,

    evidentemente no es mi intención el asegurar una posición frente a terribles problemas físicos de alguno de nis compañeros de viaje. No es el sitio. Creo que de mi respuesta no se deduce partido ninguno. Y si es así insisto aquí: no me estoy posicionando en ningún sentido… y casi casi es porque el dilema ético me parece tan fuerte que no soy capaz de sentar cátedra. Las circunstancias deben influir en cada caso. Y cada uno es muy libre de evaluar su contexto moral. Cada sociedad desarrolla el suyo.

    Pero sí es cierto que hay muchas opiniones al respecto. Sólo hay que abrir los ojos. Y en este sentido sí veo que en la sociedad hay dibujada una difusa línea fronteriza entre estos casos… y alguno más, que delimitan lo que se puede sentir como dignidad personal o social. A partir de ahí cada uno es libre de opinar y de fajarse en la defensa de su opinión. Insisto que no estoy planteando nada en concreto, más que una realidad, muy triste en multitud de casos.

  18. Gravatar Sergio B | 19/02/2016 at 02:46 | Permalink

    Saludos jreguart,

    No es una cuestion de posicionamiento, es una cuestion de siquiera admitir que exista el dilema desde un punto de vista cientifico, biologico o simplemente racional. Son debates eticos sin sosten logico ninguno llevados a cabo por el contexto moral de cada cual como bien tu dices, pero desde una base racional no tienen ningun sentido. Alguien puede creer que la tierra es plana o creer en el diseno inteligente, la sociedad juzgara si eso es bueno o malo, pero existe una forma de definir lo que es un animal de una especie u otra y esta claro que independientemente del desarrollo intelectual, el color de la piel, el genero o cualquier otra estupidez que se te pueda ocurrir, cuando un animal en concreto es un ser humano, como digo, no existe ningun dilema racional al respecto. La importancia que cada cual le de a ese hecho ya puede ser cuestion de lastima, pero el hecho en si es indiscutible.

    La pregunta no es, donde esta la frontera de lo humano?, la pregunta es, siendo todos humanos, que atributos particulares decidimos usar para diferenciarnos unos de otros?, si es que acaso queremos. Por que sino ojo, si definimos como vacas solo a las que son blancas y negras y hacemos distinciones chorras asi con todos los animales, no vamos a tener numeros para la cantidad de especies que van ha haber.

    Ya se que estamos aqui muy misticos viendo el desarrollo de lo que hace especial al ser humano respecto a la inteligencia o las capacidades sociales pero eso no implca nada. Que un ser humano sea capaz de escribir el quijote no quita que todos los demas animales que somos incapaces de hacerlo no podamos ser tambien seres humanos, a implica b, no b no implica no a.

  19. Gravatar jreguart | 19/02/2016 at 10:21 | Permalink

    Hola Sergio B,

    anímicamente me declaro absolutamente de acuerdo contigo. Aunque la realidad que observo es que dependiendo del tipo de cultura, de la civilización y pueblo de que se trate, ahora y a lo largo de la historia humana, se observan matices en este pensamiento. Repito aquí una frase que le ponía a Kripto: “El dilema es ¿dónde está la frontera de lo humano? Pregunta de imposible respuesta…” Yo al menos no me atrevo. Pero también sé que mis emociones no tienen porque representar la verdad. Así que… aquí tienes a jreguart en su estado puro de desorientado. Aunque buscando.

  20. Gravatar kripto | 19/02/2016 at 04:25 | Permalink

    a las ballenas , delfines , elefantes y grandes simios se les pretende catalogar como personas no humanas por tener notables gestos de solidaridad entre ellos y grandes capacidades cognitivas ; y yo me pregunto si una importante cantidad de mal llamadas personas humanas quedaría fuera de categoría . además de no ser solidarios muchos son destructivos , vengativos , violentos y usando sus grandes capacidades cognitivas y notable inteligencia en su accionar . entonces dejo abierto el debate para definir a una persona humana con sus derechos y deberes como tal.

  21. Gravatar jreguart | 20/02/2016 at 07:24 | Permalink

    Hola Kripto,

    no sé si este es el foro para acordar lo que es una persona con derechos y deberes. Derechos y deberes, costumbres culturales ideadas por el hombre con el objeto de fortalecer su supervivencia como individuo y como grupo. Algunas de ellas dignificados y elevados a conceptos abstractos cuando el hombre, ante el misterio de la naturaleza, decidió que debía haber un mundo distinto, superior y metafísico. Para algunos concuerdan con la “mos maiorum”, para otros con lo recogido en los diversos Libros Sagrados, y anexos, de su grupos culturales. Para otros más, en lo recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. O en una mezcla cultural de todo. O con más flecos.

    Es decir… como cualquier creación humana, todo muy relativo. Eso creo yo. Aunque admito otro tipo de opiniones y génesis ¿por qué no? Agradezco el que sean tolerantes.

    Por cierto, “persona” es definido por el Diccionario de la Real academia de la Lengua como “Individuo de la especie humana”. Hoy por hoy, que yo sepa, aún no hay personas animales. Aunque somos muy libres de idear una nueva categoría para persona, como sería la animal. Pero me parece que en el fondo sería un reflejo de nuestra propia persona humana.

  22. Gravatar kripto | 21/02/2016 at 08:36 | Permalink

    yo no relativizo el tema de la ética y moral , aunque para científicos ser bueno , solidario sea solo un simple mecanismo para mantener equilibrios ; me refiero a si todos fuésemos malvados y destructivos de un dia para otro no quedaría nadie en poco tiempo . con todos los descubrimientos en neurociencia y otras yerbas solo nos queda aceptar que la belleza y la bondad entre otros valores no son nada más que subjetivismo , porque hasta el dolor es subjetivo . ya que el subjetivismo no puede existir si no tiene el soporte de la mente y esta a su vez no existe sin el soporte del cerebro . conclusión : materia materia materia . ¿ que hacer ? aceptar las implacables y frías leyes universales , acatar las reglas de la sociedad y vivir la ilusión la fantasía y magia del supremo subjetivismo . sin el cual seríamos unos simples robots .

Escribe un comentario

Tu dirección de correo no es mostrada. Los campos requeridos están marcados *

Al escribir un comentario aquí nos otorgas el permiso irrevocable de reproducir tus palabras y tu nombre/sitio web como atribución.