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Historia de un ignorante, ma non troppo… NiFe, de Flores Chaviano.




Estoy prácticamente seguro de que ninguno de vosotros ha oído hablar de Flores Chaviano, ni mucho menos de su obra NiFe. Pero obra y compositor se merecen un artículo estupendo de esta estupenda serie musical, y espero que tras leerlo y oír la obra, de apenas trece minutos, estaréis de acuerdo conmigo. Porque, veréis, éste es un artículo especial, muy especial, y no sólo para mí…

Cómo llegué a conocer NiFe tiene su propia historia. Que voy a contar rápidamente, claro, hasta ahí podríamos llegar.

Hace como cuatro o cinco años fui a un concierto de la ORCAM, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que compré porque su programa me gustaba.[1] Creo recordar que constaba del Concierto de piano número 3 de Prokofiev y la Sinfonía número 1, Primavera, de Schumann. Y un estreno mundial, que resultó ser NiFe en versión para orquesta sinfónica y coro. Pues vaya…

Yo había comprado las entradas por Prokofiev y Schumann, claro, y no me defraudaron en absoluto, pero ya sabéis que los estrenos me dan repelús, y lo digo por experiencia propia: de cada cinco estrenos que he escuchado, por lo menos cuatro son para mí una tortura para el oído, y sólo uno se salva, lo que tampoco quiere decir que me entusiasme. Claro que de vez en cuando, con mucha menos frecuencia de la que me gustaría, asisto a un estreno que me deja conmocionado, como me pasó con el Concierto de Piano de Michel Camilo, que ya conté hace tiempo… o como me ocurrió con la obra de hoy, sin ir más lejos. ¡Y eso que, según vi el instrumental necesario para ejecutar la obra, casi me voy a la cafetería, directamente!

Flores Chaviano

Pongámonos primero en situación. Resulta que 1995 fue un año especialmente trágico en la minería asturiana. Asturias es una región del norte de España, un Principado bañado por el Mar Cantábrico, de enorme belleza natural y con una gran tradición minera, sobre todo de carbón. En diversos accidentes ocurridos en varias minas perdieron la vida nada menos que 33 mineros asturianos ese año, 14 de ellos en un solo accidente provocado por una explosión de grisú en el Pozo San Nicolás de Mieres (mina conocida popularmente como “La Nicolasa”), conmocionando a la sociedad española y, sobre todo, como es lógico, a la asturiana.

Con estos lúgubres antecedentes, Manuel Paz, el director de la Orquesta del Conservatorio del Nalón (su nombre se refiere al valle del río Nalón, quizá el río más importante de la región) en Langreo, en plena cuenca minera asturiana, tuvo la idea de encargar una obra para rememorar a los mineros muertos, una especie de Réquiem con el que conmemorar tan aciago acontecimiento, homenajeando a las víctimas y a la sociedad minera en su conjunto, y que sirviera de catarsis en una sociedad atribulada por la magnitud de la tragedia. El elegido para componer dicho réquiem fue el guitarrista y compositor cubano Flores Chaviano. Quizá el hecho de que Manuel Paz hubiera sido alumno de guitarra de Flores Chaviano hacía años influyera en su decisión.

Nacido en 1946 en Caibarién, Cuba, Flores Chaviano estudió y desarrolló la primera parte de su carrera en su Cuba natal. En 1981 se instaló en España, donde reside desde entonces, y donde ha desarrollado buena parte de su actividad como compositor, profesor, director e intérprete. En la época del encargo, Flores Chaviano, que era conocido sobre todo por sus obras para guitarra, que es su instrumento, no tenía mucha relación con Asturias, por lo que probablemente no conocía de primera mano los sucesos. En estas circunstancias, muchos hubieran compuesto una obra más o menos neutra, sentida pero no exacerbada, trascendente sin llegar a la exaltación… lo que en tauromaquia se denomina una faena de aliño, vaya.

Sin embargo, Chaviano no se limitó a realizar una faena de aliño para la ocasión, de ninguna manera. Se documentó, mantuvo decenas de conversaciones con el propio Manuel Paz y con otras personas para impregnarse de lo que significan las jaulas, las vagonetas, los ascensores, las interminables galerías subterráneas, el duro trabajo del picador arrancando carbón, del barrenero jugándose la vida con cada cartucho de dinamita, del estruendo de la maquinaria, de las mujeres de los mineros esperando en casa cada día la vuelta del marido de la mina… se empapó de las aterradoras historias de desprendimientos en la galería, explosiones de grisú, pavorosos incendios y las mil y una formas de tener un accidente en uno de los oficios más peligrosos del mundo. Y también  de las canciones que cantan los mineros, del folklore asturiano.

El resultado es NiFe, así llamada por el núcleo de la Tierra, compuesto de hierro y níquel y que se denomina precisamente NiFe por los símbolos químicos de estos dos metales (Ni de Níquel y Fe de Hierro).[2] Sólo dos años después de componer la obra bajó por fin Chaviano a una mina. ¡Quién lo diría! Escuchando NiFe, parece que hubiera pasado allá toda su vida…

.

Todo esto lo leí en el programa del concierto. Y me temí lo peor, claro. A ver: un Réquiem para orquesta y coro dedicado a la minería, compuesto por un compositor contemporáneo, cubano y además guitarrista… no auguraba nada bueno. Y luego, al repasar la disposición de la orquesta, llamaban poderosamente la atención algunos instrumentos… digamos… poco habituales: una gaita asturiana, una sirena de esas que se usan para avisar de los cambios de turno y cosas así, pero sobre todo para avisar de que hay un incendio en la fábrica o en la mina (sirena que en Asturias llaman “turuyu” y que tiene uno de los sonidos más desagradables y desasosegadores que uno puede imaginarse) y… dos bombonas de butano, supongo que vacías, debidamente colgadas de un poste en T. No, perdón, eran de propano, que llevaban la característica raya negra que las distingue, pero para el caso, es lo mismo. De butano o de propano, suenan igual…

Una bombona de propano (por la raya negra)

Sí. Dos bombonas de butano. Dos, a falta de una. Como lo oís, o mejor, como lo leéis. No se me ocurre un instrumento musical menos musical que una bombona de butano, sinceramente. Así que me preparé para lo peor…

Pues no. De eso, nada.

Entiendo perfectamente que el público que asistió a su estreno, el 20 de diciembre de ese fatídico 1995, precisamente en Langreo, en plena cuenca minera, quedara completamente conmocionado tras la audición de la obra. Ni siquiera sé si la palabra es “conmocionados”. Aterrados, esperanzados, conmovidos, apesadumbrados, emocionados, exaltados, estremecidos, orgullosos, abrumados… todo un poco, a la vez. Y conmocionados, claro. Un rato conmocionados.

Gracias al patrocinio y mediación de Hunosa,[3] el Conservatorio del Nalón había invitado al estreno del concierto-homenaje en el Teatro de Langreo a familiares de todas las víctimas de la minería no sólo de ese año, sino de algunos años anteriores.

Hubo intervenciones orales, sonó la música, hubo más discursos… Todo bonito y entrañable. Doloroso, quizá, pero entrañable. Entonces la Orquesta interpretó NiFe. Trece minutos tremendos, brutales, magistrales…

Glub!

No me extraña que el alcalde de Langreo, que debía finalizar el acto justo después con un discurso, no fuera capaz de decir ni una palabra. Ojo al dato: un político, un político profesional en un acto delante de sus votantes, ¡incapaz de decir ni una sola palabra! Eso puede dar idea de en qué estado quedó la concurrencia tras oír este Réquiem por la minería asturiana.

Bueno. Luego me diréis si es o no para quedarse sin palabras.

Vamos a seguir la obra con un video de fotos fijas de minas y mineros que acompañan a la única grabación, que, que yo sepa, se ha realizado de esta obra, precisamente por la Orquesta de Cámara de Siero (Siero es un concejo asturiano justo al norte de Langreo, y es el lugar donde reside la Orquesta), dirigida, naturalmente, por quien encargó la obra: Manuel Paz. Vale, las fotos son razonablemente apropiadas al tema, pero esta vez es una pena que no haya un video con la orquesta interpretando la obra, pues hay algunos momentos en que es casi más importante ver lo que pasa con los músicos, qué hacen en esos momentos, que escuchar lo que resulta… intentaré explicarlo cuando llegue el momento. Y ya voy avisando de que por mucho stereo hiperheterodino que tengáis, lo que vais a oír no es ni un pálido reflejo de lo que es escuchar esta barbaridad de obra en directo. Ni siquiera el reflejo del reflejo.

Por cierto, esta versión que grabó la Orquesta de Cámara de Siero en 2006 no es la que yo oí en el Auditorio de Madrid. La del video es la versión primigenia, para orquesta de cámara (o sea, no muy grande), y nada más,[4] mientras que la versión que yo vi y escuché era la adaptación para orquesta sinfónica (más numerosa, por tanto), coro de mujeres y coro de voces masculinas graves. Duraba más tiempo, unos dieciséis minutos, o sea, unos tres o cuatro más que la del video, y las intervenciones de los coros eran muy adecuadas… pero esa versión, o no está grabada, o yo no la he encontrado. Y en Youtube, desde luego, no está. Así que me abstendré de contar las diferencias, aunque aseguro que algunas merecían ser contadas. ¡Para qué voy a poneros los dientes largos!

En cualquier caso, la versión que vamos a oír es excelente, ya lo creo que sí. Trece minutos realmente impactantes, de otro mundo… un mundo subterráneo, primordial, tenebroso, acojonante. Espero que os guste. Aviso: para hacerse una pálida idea de cómo sonaría esta obra en una Sala de Conciertos, hay que poner el volumen alto. Bastante alto. Muy alto.

Allá vamos, y que no nos pase .

Comienza NiFe con predominio de notas graves en la cuerda… lógico: la boca de la mina espera. Los mineros se van acercando a las jaulas de los ascensores que les llevarán adentro, adentro… cerca de mil metros de profundidad llegan a tener algunas minas, con sus túneles persiguiendo las caprichosas vetas de mineral… Ahí dentro hace calor, mucho calor, hasta cincuenta grados en las minas más profundas… el trabajo es penoso, exige un gran desgaste físico, y es muy peligroso. Mucho. Un barreno mal colocado, una taladradora desbocada, un escape de grisú no detectado, una vagoneta descarriada… y hay víctimas.

Bueno, de momento todo va bien. Los ascensores suben y bajan, las máquinas funcionan, los extractores de aire hacen su función, las carretillas van sacando el mineral a la superficie… Todo normal, vaya. Las jaulas bajan mineros al tajo, y luego suben el carbón hacia fuera, a la superficie donde las centrales térmicas, glotonas, esperan… Flautas y clarinetes dan el contrapunto a la cuerda, siempre en tonos graves, con alguna intervención de la percusión. Es un día más en el tajo.

Los mineros deciden arrancarse con una canción, una canción minera, su canción, una especie de himno minero asturiano: “Santa Bárbara bendita”, que seguramente conoceréis. En el minuto 5:05 la cuerda en pizzicato ataca la conocida canción, que acompaña a los mineros en su trabajo, pero pronto la canción se calla… parece que algo no va hoy como debiera. Hay gas… ¡maldito grisú! Lo oímos escaparse, amenazador, con su agudo silbido, a partir del minuto 6:00. La tensión sube, sabemos que un escape de grisú en la mina es muy peligroso… Un ominoso crescendo de todos los grupos orquestales nos trae muy malos presagios.[5] Todo el mundo corre, hay que ponerse a cubierto. Las jaulas trabajan a destajo, mientras el gas se acumula allá abajo, se acumula, se acumula…

Bueno, menos mal, parece que la cosa se controla, la presión disminuye… pero no, qué va, sólo era la calma que precede a la tormenta, pues nuevamente en el minuto 7:55 vuelve a crecer desmesuradamente. La bolsa de gas está tomando proporciones gigantescas, esto no augura nada bueno… ¡Huyamos!

¡Huyamos!

¡HUYAMOS!

.

.

No ha podido ser. Hacia el minuto 8:10 la bolsa de grisú estalla, con toda su maligna fuerza destructiva. El percusionista bombonero agarra una barra de metal (quizá eran dos, no recuerdo) y comienza a golpear con todas sus fuerzas las dos bombonas de butano, mientras toda la orquesta ejecuta su parte al máximo volumen posible, incluidos los timbales, el bombo, el gong, la caja, los platillos… y las bombonas, cuyo sonido aterrador sobrepasa, prácticamente tapa a todos los demás. En directo, yo me hundí en mi asiento, literalmente aterrorizado. Además, en la versión que yo escuché, que, recordaréis, era con coro, en ese mismo momento todos los componentes del coro, que hasta entonces habían estado sentados y callados, se levantaron de un salto, todos al unísono, y prorrumpieron en un “WAAAHH” con todas las fuerzas de sus pulmones. Como para quedarse sin sangre en las venas. Yo me quedé…

Pero hay más… Porque se desata el pandemonium. Abruptamente. Literalmente.

Intentaré describir lo que pasa en la orquesta entre el minuto 8:15 y el 9:15, más o menos. La bombona de butano sigue golpeando nuestros tímpanos brutalmente, mientras que todos los profesores de la orquesta se vuelven locos… locos de atar. Los violinistas golpean con el arco en el atril que sujeta la partitura, otros golpean con su mano o con el arco en el propio violín, pero en la madera, y lo mismo los cellos, las violas… los contrabajistas hacen girar sus contrabajos sobre su soporte, los clarinetistas golpean sus clarinetes con las manos, el responsable de la caja golpea con la baqueta no en el pellejo, sino en el bastidor, el trombón aúlla, literalmente, el pianista abre y cierra la tapa del piano, las flautas… el fagot… incluso la gaita, todos nos hacen llegar ese momento de supremo horror representando el mayor desbarajuste orquestal que yo haya visto nunca, y a todo esto, cada músico de una forma diferente. Estremecedor. Y por si fuera poco, la sirena… el espantoso aullido de la sirena anunciando el desastre, pasando incluso por encima del tremendo retumbar de las bombonas de butano.

El resultado es… es… no sé qué adjetivo usar.[6] Sorprendente, sobrecogedor, brutal, terrorífico… genial. Porque en medio de semejante desconcierto aún se distingue una melodía, una melodía atávica, básica, primordial, la melodía del terror de las profundidades.

Y sin casi darnos cuenta queda como sonido predominante el agudo pitido de la gaita, que, de pronto, de manera sorprendente y a la vez irremediable, a partir del minuto 9:15, entona con gran brío la canción minera por antonomasia, la invocación a los rescatadores, esa Santa Bárbara bendita cuya letra es tan reveladora: “mira, mira, Maruxina, cómo vengo yo…”.[7]

Bajo el poderoso influjo de la canción cantada por la gaita, los ánimos se tranquilizan poco a poco. Pasado el momento de pánico cada cuál asume su trabajo, esta vez no para extraer carbón, sino para rescatar a los compañeros heridos… cada músico vuelve al trabajo, vuelve poco a poco a tocar su instrumento de una forma diríamos “normal”, los violinistas frotando el arco contra las cuerdas, los clarinetistas soplando por la boquilla, etc. Queda un rumor de pizzicatos… En el minuto 10:40 vuelve a entonarse la canción, la omnipresente canción homenaje a Santa Bárbara, Virgen y Mártir, patrona de los mineros, primero por la madera, y luego… por toda la orquesta, pero cantando, cantando “a boca chiusa”, es decir, con la boca cerrada, entonando las estrofas con un MMMmmmMMmmm… Es el Réquiem, el recuerdo de los compañeros muertos o heridos, el homenaje a los héroes que bajan cada día a la mina a extraer el negro carbón jugándose los pulmones y la vida en el empeño, la gratitud a los que a su vez se jugaron la vida para salvar las de sus colegas atrapados… y todo ello con un resonar lejano de campanas (representadas por el gong) y de pífanos…

Genial. Absolutamente genial.

La canción se desvanece… hay que restañarse las lágrimas, tragarse el dolor y volver al tajo, ese peligroso tajo que, seguro, mañana reclamará nuevas víctimas. Un brutal “bombonazo” final nos lo recuerda, cerrando la obra.

Hala. Ahí queda eso.

.

Portada del disco NIFE

Sólo hay, que yo sepa, una grabación de NiFe, la misma que se ha usado para el video, dentro de un disco de la Orquesta de Cámara de Siero dirigida por Manuel Paz, bastante difícil de encontrar (a mí me costó meses localizarlo y comprarlo). Denominado “Música de Flores Chaviano para Asturias”, además de NiFe tiene una serie de obras basadas en canciones o temas típicamente asturianos, adaptados para orquesta por Chaviano,[8] resultando una curiosa mezcla folklórica-caribeña-orquestal, muy agradable de oír. Aunque, lógicamente, el plato fuerte es NiFe. En este enlace, con suerte, dice cómo puede conseguirse el disco, que es llamando por teléfono a la sede de la Orquesta. Si es que no está definitivamente agotado. La Orquesta de Cámara de Siero es una orquesta magnifica, pero modesta, y no sé si puede asumir grabar o reeditar sus grabaciones con facilidad.

Y, por supuesto, en Spotify no está. Ni sombra. Es tan predecible… me hubiera llevado una enorme sorpresa si hubiera estado.

Para acabar, la cantinela de siempre, pero más: no hay punto de comparación entre escuchar música en directo o enlatada. Pero en la obra de hoy, mucho más. Muchísimo más. El sonido metálico, desagradable, agudísimo, chirriante y, sobre todo, fortississississimo, si se me permite el palabro, que produce una bombona de butano cuando es aporreada con todas las fuerzas del percusionista, que son muchas, con una barra de hierro… y todo mientras suena la sirena, y la gaita y todo el resto de la orquesta atacan con furia sus instrumentos… no tiene parangón. Nunca he escuchado algo con tantos decibelios en una Sala de Conciertos. Era, sencillamente, aterrador. A ver quién es el guapo que graba eso en un disco, y a ver quién es el guapo que pone semejante cosa en su casa a ese volumen… En fin. En directo mejor, ya sabéis.

Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.

  1. No suelo yo comprar conciertos de la ORCAM, a pesar de que es una excelente orquesta y que programa anualmente un ciclo de más o menos una veintena de conciertos… pero es que los programas que selecciona normalmente no me llaman nada. Pero nada. Mucho estreno, muchísima obra contemporánea, mucho autor desconocido… vale, sé que me estoy perdiendo grandes obras, pero también me estoy ahorrando muchos tostones. []
  2. No sé yo si en estos tiempos se usa mucho eso de NiFe referido al núcleo de la Tierra. En los míos desde luego que sí, pues así me lo enseñaron en el Colegio hace muuuucho tiempo. []
  3. Hulleras del Norte, SA, o sea, HUNOSA, es la empresa estatal de cuya propiedad son la mayoría de minas de hulla (carbón mineral) de la cuenca asturiana. Suyas eran casi todas las minas, por ejemplo la malhadada Nicolasa, donde se produjeron los accidentes que costaron tal sangría de vidas de mineros en 1995. []
  4. La plantilla orquestal es, además de la cuerda, 3 flautas, 3 clarinetes, fagot, trombón, piano, sintetizador, sirena, gaita y percusión, percusión a cascoporro, incluidas las dichosas bombonas de butano. []
  5. Especialmente la cuerda, con sus trémolos continuos cada vez más agudos, más forte, da una portentosa sensación de agitación y malos augurios. []
  6. ¡Y mira que he usado adjetivos en lo que va de escrito! []
  7. En asturiano original: Mirái, mirái, Maruxina, mirái mirái como vengo yo…” []
  8. En concreto una “Suite Orquestal de Canciones Asturianas” y la suite “Escenas del Nalón”. []

Sobre el autor:

Macluskey ( )

Macluskey es un informático de los tiempos heroicos, pero no ha dejado de trabajar en Informática y disfrutar con ella hasta la fecha. Y lo que el cuerpo aguante. Y además, le gusta la música...
 

{ 19 } Comentarios

  1. Gravatar J | 25/02/2012 at 01:25 | Permalink

    Es impresionante. Pero es una obra que necesita conocer la historia que hay detrás, si no, casi solo parece estruendosa.

  2. Gravatar Macluskey | 25/02/2012 at 02:10 | Permalink

    Completamente de acuerdo, amigo J.

    Si te ponen esto por la radio sin decir nada de nada de lo que significa, pensarás que es rara, estruendosa, incomprensible y seguramente un tostón.

    Ocurre con muchísimas obras “clásicas” contemporáneas. Claro que hay muchas de estas que ni conociendo qué quieren decir son soportables ;) Te lo digo con conocimiento de causa, je, je: ¡Menudos tostones me he tragado! por mucho que sepas “de qué va…”.

    Gracias por la apreciación.

  3. Gravatar J | 25/02/2012 at 02:13 | Permalink

    Joder, tras escribir el comentario anterior he vuelto a escuchar la obra (tres veces seguidas llevo) e incluso he llorado. No solo la obra es magnífica, sino que tu narración la acompaña.

    Creo que este es el mejor artículo de esta serie.

  4. Gravatar Pedro | 25/02/2012 at 02:23 | Permalink

    A mí me pasó algo parecido (hace bastante tiempo, cuando Mac colgó el primer borrador). Hay obras que no necesitan presentación, y las discusiones sobre ella a veces son incluso contraproductentes, pero en ésta, el comentario es lo que marca la diferencia tremenda; por eso el tuyo merece tantos elogios, no sólo por ser tan bueno, sino porque sin él todo se queda en un boom-boom sin sentido en vez de ser algo estremecedor.

    Dicho eso, me sigo quedando con Bach ;)

  5. Gravatar Saul_IP | 25/02/2012 at 03:28 | Permalink

    Juro, JURO, que se me han saltado las lágrimas escuchando esta obra mientras leía tu descripción. ¡Qué demonios! He llorado como un bebé; la verdad es que es sobrecogedora. Y coincido con J y Pedro: sin la explicación previa, NiFe es sólo… forte. Pero escucharla a la vez que se lee esa narración es inexplicable.

    Para mí, es, probablemente, la obra más emocionante (porque emociona) que he escuchado en esta serie, y el artículo es uno de los que más me ha gustado, junto con el que me hizo engancharme a la serie: el primero, el de la Novena de Beethoven. Y eso que éste… es música contemporánea.

    En dos palabras, mag-nífico.

    Enhorabuena.

  6. Gravatar Saul_IP | 25/02/2012 at 03:46 | Permalink

    Por cierto, ese “bombonazo” final, a mí me recuerda mucho al final de una película de terror, cuando parece que ya todo está resuelto y, de pronto, la película acaba con un “Continuará…”.

  7. Gravatar Macluskey | 25/02/2012 at 05:22 | Permalink

    Pues a mí… a mí se me saltan las lágrimas al leer vuestros comentarios. Es lo que tiene la música, no sé qué demonios tiene, pero llega adentro, adentro…

    En la película “Amor Inmortal” hay una escena que se me quedó grabada. Está Beethoven con Anton Schindler escuchando (Anton escucha, Ludwig se imagina: está sordo como una tapia) el ensayo para el estreno de la Sonata Kreutzer, y comenta que la obra está escrita representando la agitación de un hombre que está clavado en el barro camino a encontrarse con su “Amada Inmortal”… En fin, la frase a que me refiero es cuando Beetohven (Gary Oldman) dice: “La música es el único arte que es capaz de situarte inmediatamente en el mismo estado mental en que estaba el compositor al componerla…” y sigue: “si oyes una marcha militar, desfilas; si oyes un requiem, te apesadumbras; etc, etc”.

    No sé qué tiene la música, ya digo, que en ocasiones te llega hasta el mismo píloro.

    Gracias, amigos, por comentar. Y por emocionaros conmigo. ¡Cómo hubierais disfrutado en la audición en directo…!!!

  8. Gravatar Carlos | 26/02/2012 at 11:51 | Permalink

    He disfrutado muchísimo con esta entrada, Macluskey. Menos mal que los patanes musicales como yo mismo contamos con esta serie de artículos que nos permiten no quedarnos en la superficie cuando escuchamos estas maravillosas obras.

    No acostumbro a hacer muchos comentarios, pero sigue así, por favor. Me encantan.

    Pero a mí casi me ha gustado más el artículo que la obra en sí. ¡Mejor dicho, sin casi! ¡Y eso que la obra es genial! :)

  9. Gravatar JCM | 27/02/2012 at 02:17 | Permalink

    Pues hombre, la verdad yo escucho bastante música, de todo tipo incluyendo contemporánea, y no acabo de percibir tanta emoción como vosotros, más bien me resulta un poco insustancial. El toque de la gaita y el juego con la música tradicional le da un cierto punto, pero no siento mucho más. Posiblemente es que leí el artículo antes y me levantó demasiadas expectativas… Muchas gracias en todo caso por darme a conocer a este autor.

  10. Gravatar Macluskey | 27/02/2012 at 07:16 | Permalink

    @Carlos: Me alegro que te gustara.

    @JCM: Bueno… que sepas que te entiendo perfectamente. Y creo que tú me entenderás a mí también (ya dije en algún sitio que la grabación era el pálido reflejo del reflejo de lo que de verdad escuché y vi en la Sala de Conciertos). Me explico:

    Supongo que, como yo, no sólo escuchas grabaciones, sino que eres más o menos asiduo a Salas de Conciertos. Entonces imagina una obra, por ejemplo “Los Pinos de Roma” de Respighi, o la “Titán” de Mahler, o la obra de Silvestre Revueltas que escuché la semana pasada en el Auditorio de Madrid: “La Noche de los Mayas”…

    De todas ellas (y de muchas más) existen magníficas grabaciones, yo tengo (varias versiones) de todas ellas, pero… ¿qué tiene que ver oír cualquiera de ellas en un stereo estupendo a escucharlas en directo? Nada, ¿no? Pues eso mismo pasa con esta obra, pero más…

    Quizá te haya parecido el texto muy emocionado para lo que luego se oye… pero es que lo que se oye en el youtube no tiene ni punto de comparación con lo que vi y escuché tal día en directo.

    Para empezar, la grabación es con Orquesta de Cámara, pero la que yo oí en el Auditorio era la Orquesta Sinfónica completa: 60 profesores en la cuerda, maderas doble o triples, etc, etc. Además, la versión que escuché era con coro mixto: femenino (sopranos y mezzos) y voces graves masculinas, y, por ejemplo, la orquesta aquí no cantaba a boca chiusa, se quedaba calladita y lo hacía el coro (que, además, un poco más adelante cantó la Salve Marinera, parte que no está en la versión original).

    Y, claro, eso suena distinto que el disco.

    Además, la Sala Sinfónica del Auditorio de Madrid es bastante fea, pero tiene una acústica realmente excepcional: en su diseño se primó la acústica a la belleza, y realmente el arquitecto logró su objetivo (sobre todo en lo de la belleza). Digo esto porque un solista ejecutando una pieza en pianissimo se escucha perfectamente desde el último rincón. Imaginemos ahora que ese solista lo cambiamos por un tipo con una sirena de las que se usan en los Altos Hornos para marcar el cambio de turno… Y al lado ponemos otro tipo atizándole con todas sus fuerzas a las bombonas, mientras la orquesta está “como loca”, como describo en el artículo, y, además, el coro está gritando (que no cantando) a voz en cuello cosas como “Horror!”, “Miedo!”, “Socorro!” y cosas así. En la grabación es imposible, IMPOSIBLE, que refleje ni un 10% de todo esto. Y a pesar de eso, impacta lo suyo. A pesar de eso, no deja indiferente.

    De acuerdo, no es la mejor obra que haya oído en mi vida. Como dice Pedro, yo también prefiero a Bach. Y a Beethoven, y a Mahler, y a… y a…

    Pero juro que esta obra me dejó laminado como prácticamente ninguna me ha dejado nunca, quizá con la única excepción de la Novena de Mahler (con el problema añadido de que ésta última es mucho más larga… glup!).

    En cualquier caso, muchísimas gracias por tu apreciación. Has puesto el dedo en la llaga, me parece.

    Saludos

  11. Gravatar Gustavo | 28/02/2012 at 06:06 | Permalink

    Veo que varios pusieron el dedo en la llaga en varios puntos… La objeción más evidente, acerca de NiFe, es que poco se puede entender de la obra sin saber el título y la historia. Pero me parece que el problema no empieza ahí. Obras con título, que supuestamente ayudan a comprenderlas mejor, las hay de todas clases y desde hace siglos, pasando por Vivaldi y llegando hasta Stravinsky, Schoenberg, y de ahí en más. Desde Las Cuatro Estaciones hasta El Pájaro de Fuego y la Noche Transfigurada, las obras con título forman una lista enorme. Casi no hay autor que haga excepción y los motivos más diversos imaginables fueron – y son – la fuente de esas obras. Cuéntase que un día un compositor – “de cuyo nombre no quiero acordarme” – vivió un terremoto y presenció cómo la tierra se abría en profundas grietas, en medio del estruendo de los edificios y casas que se derrumbaban, entre gritos y llantos de la gente desesperada. Eso le inspiró una obra para 50 tambores de gran tamaño, 20 láminas de acero, 35 matracas, 80 botellas de vidrio, 100 ejecutantes de una orquesta de motores de motocicleta, órgano, gran coro mixto, un narrador para 3 palabras, un CD y un violín “a solo”. Como casi puedo comprender, ¿ustedes ya estarán imaginando como suena la obra? Lo dudo. La obra comienza con una música popular suave y pegadiza, grabada en el CD, hasta que interviene el órgano y el CD se detiene. El organista apoya los brazos a lo largo del teclado y hace oír un sonido muy extraño. En la partitura, el autor ha especificado que los tambores comiencen a redoblar un minuto después, desde un “pianissimo” casi inaudible y en “crescendo” hasta un estallido súbito, impredecible, de las láminas de acero golpeadas con barras de hierro, junto a las matracas y las botellas de vidrio que deberán ser rotas a golpes de martillo casi todas a la vez, momento éste en que los motores de las 100 motocicletas arrancan y el coro grita lo más fuerte que puede. De pronto todo cesa, el violín solo hace escuchar una melodía y el narrador dice las tres palabras finales: “La vida continúa”.

    ¿Existe esta obra? Naturalmente que no, y ustedes ya lo habrán pensado. Pero no es para reírse.

    El estruendo en la sala de conciertos, por vía de un ruido infernal, sencillamente produce MIEDO. ¿Valor estético? El mismo que podría tener el propio terremoto en la realidad. ¿El “significado” de la obra? Sí, está claro, la vida despreocupada se interrumpe sin previo aviso, sobreviene la tragedia, pero la vida continúa. ¿Qué título tiene la obra? No se sorprendan, pero no es “Terremoto”. Falta saber algo más sobre esta obra o, quizá, sobre obras con este tipo de características: Hay una gran diferencia entre las emociones producidas por imitación de ruidos del ambiente, y en cambio, sonidos musicales que puedan llegar a producir emociones igualmente fuertes. En el primer caso, la vivencia presencial de una catástrofe real produce exactamente las mismas emociones que si trasladamos los ruidos hasta una sala de conciertos, reproduciéndolos o tratando de imitarlos lo mejor posible. En este sentido NiFe produciría las mismas emociones, en todo el público del concierto, si los ruidos de la explosión de la mina, y los gritos de horror, se hubiesen reproducido grabados en origen, y luego, llevados a la sala mediante un buen equipo de altavoces a un volumen suficiente de decibeles. Casi no cabe duda de que el público prisionero en la sala habría quedado conmocionado y sin palabras. Es decir, asustado.

    Antes de terminar no quiero dejar de recordar una de las obras maestras de la música, que lleva por título Sinfonía Pastoral, donde Beethoven indica, incluso, subtítulos como “al borde del arroyo”, e incluye una tempestad en la obra, pero nunca, en ningún momento, escuchamos balidos de un rebaño de ovejas, ni la imitación lisa y llana de los truenos, etc. Es muy probable que esa sinfonía, aun si no llevase título, se entendería de todos modos como “pastoral”. Claro está, estamos hablando nada menos que de Beethoven… y no acerca de algo que también suena como un bombardeo, con gente gritando aterrorizada mientras rugen los motores de los aviones y los edificios y las casas se caen a pedazos, ya que el título, interpretando de otra manera lo que se oye, sería otro: “Una Escena de Guerra”.

    A estas incongruencias posibles, yo me atrevería a llamarlas un deterioro del arte de la música.

  12. Gravatar ester | 28/02/2012 at 02:12 | Permalink

    Gracias por este articulo, soy chilena , mi padre fue minero, y se de historias como la de barrenar instalar el explosivo , los accidentes, como tras ello los mineros solidarizan y se arreglan ellos sus propios huesos para seguir trabajando, me ha impresionado esta obra por su sensibilidad, que por lo demas esta hecha por un cubano, yo tambien soy mitad cubana ya que mis raices tambien estan alla, la compartire en facebook que se que ha de gustar a muchos de mis amigos , por ser nuestro pais esencialmente minero…… una vez mas gracias, me ha emocionado muchísimo!

  13. Gravatar Juan Carlos | 28/02/2012 at 03:47 | Permalink

    ¡Asombroso!

    Por cierto, extraña coincidencia, 33 [muertos], igual número (de personas, por supuesto) de los mineros atrapados en Chile hace ya más de un año.

    Por lo visto, ese número es trágico bajo tierra. Suerte que éstos escaparan ilesos; claro, mas de dos meses encerrados a 700 metros de profundidad NO es un día de campo o de playa.

    Saludos y gracias por hacernos conocer este tipo de música

  14. Gravatar Macluskey | 28/02/2012 at 08:13 | Permalink

    @ester, Juan Carlos: Gracias por vuestros comentarios. Me alegra que os gustara.

    @Gustavo: ¡Qué gran gusto leer un comentario tan docto de alguien tan docto como tú lo eres, amigo!

    Gran razón tienes, claro está. Sin ningún tipo de explicación, la obra sería indescifrable, una sucesión de cancioncillas populares con estruendo, silbidos de sirena, tañer de campanas y crujir de dientes…

    Pero, claro: ¡es que la obra está compuesta como encargo con un propósito concreto!, justo en un año que había sido asombrosamente luctuoso en una comarca minera como es Asturias.

    Recuerda Juan Carlos la tragedia de los 33 mineros chilenos atrapados en la mina a 700 mts de profundidad, y la cantidad de angustia que nos produjo a casi todos cuando sabíamos de los avatares que sufrían. Imagínate eso mismo en Asturias, una región que no creo que llegue al millón de personas, y donde la minería de carbón es poco menos que la vida para muchos asturianos.

    ¿Es esta obra música-arte, de las que se puede escuchar en cualquier ocasión y que te encante? No. Claro que no. No es Mahler, no es Bruckner, ni Mendelhson, ni Beethoven, ni Bach, ni ná de ná.

    Se trata de música funcional, escrita con un claro propósito: acojonar a la audiencia, hacerla sentir el pánico del minero atrapado y la compasión por su sufrimiento.

    ¿Es la música funcional menos importante que la otra? Jo, yo qué sé… Pero lo cierto es que durante centurias la música ha sido, fundamentalmente funcional.

    El canto gregoriano era funcional, estaba pensado para asistir a la función religiosa y llevar al espíritu hacia Dios, en consonancia con las catedrales góticas en que se cantaba.

    La música juglaresca era funcional, el 90% de la música de Bach es funcional, y lo más alejado de Bach que se pueda imaginar, los Strauss, por ejemplo, hacían música funcional… Y Tchaikowsky, en su Obertura Festival 1812, no digamos, o Sousa, en sus obras para banda militar.

    Los actuales compositores de bandas sonoras (seguramente donde se encuentra el summum de la composición sinfónica actual) escriben todos música funcional, como lo hicieron Shostakovich o Prokofiev, por ejemplo.

    En fin, al ignorante de mí le gusta ese tipo de música.

    Vale, me gusta más Beethoven (aunque también compuso obras de ese tipo) y Mahler.

    No me queda más remedio que asegurar que esta obra, conmigo, cumplió sobradamente su propósito: me acojonó. Mucho. No me emocionó hasta el tuétano como consigue, por ejemplo, la Resurrección de Mahler o la Novena de Bruckner… pero me dejó laminado, y yo creo que era el objetivo del compositor, así que lo logró. Imagínate ahora una Sala de Conciertos llenita de familiares de mineros muertos ese mismo año oyendo esto y piensa cómo debieron quedarse…

    Ah, y, por cierto, je, je: ¿¿Cómo que NO existe esa obra demencial que describes en tu comentario?? Pues yo creo que he escuchado cosas mucho peores!! :D

    Gracias por tu comentario.

  15. Gravatar Gustavo | 06/03/2012 at 03:16 | Permalink

    Macluskey, gracias por los calificativos no tan merecidos que haces acerca de mi persona, pues mi comentario acerca de NiFe me coloca más bien en la posición de Crítico Musical, y en ese terreno… bueno, uno siempre está tentado a agarrar el hacha y cortar cabezas. ¿Dónde estarían los límites para el perdón? Para un músico como yo, puede ser difícil separar los propios conceptos estéticos y ser más imparcial.

    Pero vamos, intentemos salir del atolladero. Dices que has oído cosas mucho peores que la supuesta obra para orquesta de 100 motores de motocicleta y no dudo que así haya sido. El problema estético alrededor de todo ello es que, efectivamente, se trataría de música funcional y eso yo ni lo discutiría. Pero, si hacemos comparaciones, el caso de NiFe y similares sería de una funcionalidad mucho más explícita que la de una música de películas, o aun, una “1812” (que, para la ocasión de su estreno, se recurrió al uso de disparos de cañón), o los muy danzables valses de Strauss y los demás ejemplos que das. Estamos de acuerdo en que hay mucha música calificable de funcional. Pero hay un problema. Si la “funcionalidad” llega a extremos, posiblemente deje de ser música para convertirse en un sonido ambiental que – eso no lo niego – puede causar mucho impacto emocional. Un impacto tan grande como otro ejemplo que quiero dar, para terminar este comentario, pero esta vez se trata de un caso absolutamente real y tuve ocasión de conocer personas que lo vivieron.

    Se trata de personas que habiendo pasado por la experiencia del aviso de alerta, con sirenas, para huir a los refugios contra bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, nunca, jamás, hasta el día de la muerte, pudieron soportar el sonido de cualquier sirena que les recordase aquello, aun en tiempos de paz. Esas personas quedaron psicológicamente marcadas, condicionadas, para el resto de la vida. Por eso, la interrogante final que quiero hacer es esta: ¿Habría tenido algún valor artístico, para aquellas personas, pasar por la experiencia de asistir a una versión de concierto de los mismos ruidos?

  16. Gravatar noemi lucarini | 27/03/2012 at 11:53 | Permalink

    El relato del concierto en tus palabras me emocionado, angustiado,conmovido , pero sobre todo me hace pensar sobre el sacrificio de estos hombres y sus familias al realizar este trabajo tan peligroso . Me cuestiono como no hemos encontrado una manera más segura para extraer de la tierra lo que necesitamos. Lo necesitamos realmente? Te estoy escribiendo desde Argentina donde precisamente estan debatiando si las minas deben ser a cielo abierto , los inconvenientes que esto trae por la contaminación de las aguas con cianuro que se utiliza para realizar todas las tareas hacen que los habitantes de nuestras provincias de Catamarca y La Rioja estan luchando para defender las tierras porque luego de estas excavaciones quedaran yermas por siempre . Te agradezco a que ayudes a muchos a pensar en otras alternativas , en el siglo XXI es hora de que repensemos si valen la pena estos sacrificios .

  17. Gravatar Fernando | 21/02/2014 at 11:42 | Permalink

    http://www.youtube.com/watch?v=d4e52khzIRI

    Video que se proyecta en algunas ocasiones sobre NiFe desde el año 2005. Ahora en YOUTUBE

    Autor del video: Fernando Oliva “Percusión tradicional y Bombona de butano”

  18. Gravatar Ajaa | 29/03/2015 at 09:42 | Permalink

    Ayer asistí a un concierto de la Orquesta de Camara de Siero e interpretaron NiFe. Fue impresionante y hoy tras leer tu comentario se me saltaron las lagrimas

  19. Gravatar Venger | 14/08/2015 at 10:50 | Permalink

    Sobre el debate de si el ruido puede ser arte o no, creo que los valencianos pueden opinar con conocimiento de causa. Bueno, y cualquiera que haya tenido el placer de asistir a una “mascletá” en las fiestas josefinas de Las Fallas.

    A mí me parecen de una belleza sonora extraordinaria. Pero claro, como dice Mac, hay que asistir en directo para poder apreciarlas

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