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Historia de un ignorante, ma non troppo… Sinfonía num. 2 de Kalinnikov




Hace nada menos que diez años que publiqué en esta obviamente longeva y sin duda torpe serie sobre música clásica un artículo glosando la magnífica primera sinfonía de Vasily Sergeievich Kalinnikov. En él conté la desdichada historia de nuestro protagonista de hoy, hijo de policía, medio autodidacta y ºde gran talento que, cuando parecía que su vida tomaba por fin un giro optimista… contrajo la tuberculosis, esa terrible segadora de vidas que tanto se cebó con los artistas del siglo XIX y principios del XX.

En aquel viejo artículo conté brevemente la biografía del buen Vasily Kalinnikov, y dado que nada ha cambiado en ella no voy hoy a repetirla, por lo que este artículo de hoy será muy cortito para mis inveteradas costumbres.

Vasily Kalinnikov

Esta segunda sinfonía en la mayor fue compuesta, al igual que lo fue la primera, en Yalta, popular balneario de Crimea que años después se convirtió en famoso por ser la ciudad donde Roosevelt, Stalin y Churchill se reunieron en febrero de 1945, en la Conferencia de Yalta en la que, ante el inminente fin de la guerra en Europa, se repartieron el mundo a su conveniencia, dando origen a la política de bloques y a la guerra fría que tanto “animaron” la segunda mitad del siglo XX. Una vez le diagnosticaron la tuberculosis, Kalinnikov se había mudado a Yalta, de clima más suave, huyendo de las terribles temperaturas moscovitas, sobre todo las invernales. Fue en vano: la tuberculosis lo mató finalmente en 1901, cuando tenía 35 años recién cumplidos.

Y sin embargo, ya lo dije hace casi diez años y lo repito hoy, escuchando ambas sinfonías, la primera objeto de aquel artículo y la segunda de hoy, no parece en absoluto que sean las obras de un autor moribundo: ambas rebosan alegría de vivir y felicidad. Es un gusto escucharlas. Esta segunda sinfonía de hoy, igual que ocurre con la primera, incluye una serie de temas populares rusos que la hacen muy reconocible, siempre con una exuberante orquestación. En definitiva, toda la obra se escucha muy bien, sobre todo, para mi gusto, el inspirado andante cantabile que forma el segundo movimiento, seguramente el mejor de toda la obra, aunque los otros tres no se quedan atrás.

Vamos ya sin más preámbulos a escuchar esta segunda sinfonía en la versión de la Orquesta Sinfónica de Rusia bajo la batuta de Veronika Dudarova. La imagen del video es una foto fija, un bello cuadro cuyo autor desconozco. No se ve, por tanto, a la orquesta ejecutando la obra.

La sinfonía tiene cuatro movimientos, como la mayoría de sinfonías clásicas, con una distribución también muy clásica, al menos desde que Beethoven la fijara así, y una también muy clásica duración de unos 40 minutos. Estos son sus movimientos:

Primer movimento: Moderato – Allegro non troppo, que comienza, naturalmente, en el principio del video.

Segundo movimiento: Andante cantabile, que comienza en el minuto 11:05.

Tercer movimiento: Allegro scherzando, que comienza en el minuto 19:00

Cuarto movimiento: Andante cantabile – Allegro vivo, que comienza en el minuto 28:05.

En fin, aquí está el video de la obra:

Aquí os dejo también el enlace directo a youtube, por si tuvierais problemas con el video embebido anterior, que a veces da problemas.

Bien, ya sabéis que escuchar una obra musical en directo es siempre, siempre mejor que escucharla enlatada, por muy buena que sea la grabación y el aparato que la reproduce, no me cansaré de decirlo, pero en esta ocasión esta sinfonía no va a ser nada fácil de escuchar en una Sala Sinfónica, salvo que sea en Rusia, y aun así, con dificultad. Nunca jamás he visto programada una sinfonía de Kalinnikov en España, y supongo que lo mismo ocurre en el resto del mundo salvo, ya digo, en Rusia. Pero si alguna vez tenéis la oportunidad… ¡aprovechadla!

Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.


Sobre el autor:

Macluskey ( )

Macluskey es un informático de los tiempos heroicos, pero no ha dejado de trabajar en Informática y disfrutar con ella hasta la fecha. Y lo que el cuerpo aguante. Y además, le gusta la música...
 

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