Regístrate | Conectar
El Tamiz Libros Recursos Series Únete 5 Users Online
Skip to content

Los sistemas receptores. Anexo II: Sentido de la propia identidad (Yo y consciencia)




Este nuevo anexo de la serie sobre los sistemas receptores, que sin duda resultará sui géneris y quizás desubicado, surge espontáneamente como una necesidad vital de fijar mis ideas. Intuyo que mi identidad es lo que me eleva, me da consistencia al tan simple orden físico, que pudiera parecer tan desolador, con el que acabé la última entrada de la serie.[1] Porque de aquel trasfondo elemental de la existencia del Cosmos surge, aunque parece un imposible, la percepción de que evidentemente yo soy bastante más que el resultado de un mero juego de las leyes físicas más fundacionales. Realmente me percibo como una identidad personal, propiamente mía, desde cuya perspectiva soy el dueño de mi cuerpo, de lo que siento y de lo que percibo. Soy propietario de estas experiencias como también soy el propietario de las reacciones con las que las afronto. Como todos, a no ser que las patologías o los accidentes lo anulen, siento, me parece saber, que hay una entidad propia que me define, me da consistencia y me permite realizar mi existencia al interactuar con más o menos fortuna con lo que me rodea.

En la presente entrada hablaremos de este chip, no el que ves incrustado en una tarjeta de identidad ciudadana, sino del biológico incrustrado en la complejidad de nuestro cerebro (Imagen de la red, dominio público)

Como podéis imaginar me estoy refiriendo, quizás más que a un sentido, a un sentimiento, a un matiz personal sobre la idea de mi identidad, a un cualia[2] personal que definimos como el sentido del Yo. Una realidad perceptiva más que emerge del mundo completo -como cerrado y autosuficiente para explicar sus fenómenos- de la biofísica, de donde la suma de sus partes ha construido algo más que lo que de esta suma se puede esperar: mi identidad, mi yo, la herramienta que me permite, con su presencia sentida, el navegar con ventaja por el mar de la supervivencia, de la homeostasis.

El Yo es, por tanto, una propiedad emergente a partir de nuestra actividad biológica más básica, que nos ha abierto un nuevo escenario vital. Pero si aceptamos que emerge de nuestra física tendremos que suponer que hasta cierto punto deberá ser aprehensible desde la física, es decir, deberá ser explicable en base a la realidad material en que debe sustentarse. Hablé ya en alguna antigua entrada de este blog,[3] en la serieBiografía de lo humano”, acerca de ello: de cómo pudo surgir la emergencia del Yo a partir de lo biológico y de cuál podría ser el sustrato neuronal que nos propone esta fantástica percepción. Lo cual me permite pensar, y no creo que abusando de un forzado calzador, que entra de lleno en la esencia de la presente serie sobre “Los sistemas receptores” y que, en consecuencia, pueda proceder el reiterar la línea argumental de lo allí dicho con la esperanza de que el paso del tiempo me pueda permitir ahora plantear una proposición más decantada, más clara y, en la medida de lo posible, más entendible. Lo que me obliga, agradablemente para mí, a renovar la manifestación de mi entusiasmo por las ideas de Antonio Damasio, afamado neurólogo portugués, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica 2005, de quien proviene todo lo que va a seguir.

La exposición acerca del Sentido de la Propia Identidad[4], del saber íntimo y personal del Yo, va a tener dos ámbitos. Uno, el primero, acerca de la teoría evolutiva sobre el amanecer del Yo y la Consciencia – ¡qué mayor cualia que el íntimo sentir de la propia consciencia! -. Otro, el segundo, en donde exponer los posibles elementos neuronales que explicarían la anterior cualia. Comenzamos.[5]

Antonio Damasio, el maestro (Wikimedia, CC BY-SA 2.0)

Teoría evolutiva acerca del amanecer del Yo y la Consciencia

Se basa en dos ideas fundamentales. La primera es que los circuitos neuronales son capaces de conformarse de forma que pueden dibujar, con su arquitectura y pautas funcionales, a un “sosias” de lo que está pasando, tanto del propio organismo como de los objetos percibidos por los sentidos o evocados desde la memoria, y que pueden ser manejados por la propia circuitería neural del cerebro en cualquier momento. “Sosias” que se suelen nominar como mapas neurales. Al ser un resultado de la fisiología neuronal, podemos estudiarlos y conocerlos. De hecho, la moderna neurología sabe bastante acerca de ello.

La segunda idea fundamental es que estos mapas provocan unas imágenes mentales, y plausiblemente también otro tipo de mapas, que nos proporcionan la consciencia de lo que sucede a nuestro organismo y de cómo y por qué se ve afectado por el exterior -¡Ajajá… por aquí hay algo punzante que me hace cerrar el ojo!-. Es decir, la base más elemental de nuestro pensamiento racional. La mala noticia es que no tenemos ni idea del cómo los mapas neuronales pasan a las imágenes mentales: el aún inconcluso problema de los cualia, lo que se conoce como el problema difícil, o duro, de la neurología. Problema del que la mayoría de los neurocientíficos no niegan el que haya una solución física real, del estilo de la circuitería encefálica que soporta a los mapas neurales.

Dicho esto, pasemos a presentar el esquema de la hipótesis sobre la emergencia evolutiva del Yo y la Consciencia. Lo voy a intentar hacer de la forma más esquemática posible.

En lógica evolutiva[6] tenemos que pensar que, ante la realidad tangible de lo que le pasa al organismo y de lo que pasa en su frontera con el exterior, se iban implementando unos circuitos neuronales internos que replicaban lo que estaba sucediendo. Que podemos fácilmente imaginar como los patrones de conocimiento inconsciente interno, a disposición del organismo, de lo que iba viviendo. Tenía que ser así, pues era funcionalmente vital para mantener el equilibrio homeostático del individuo. Y lo mismo pasaría con los inconscientes y automáticos patrones de respuesta motriz.

El hecho de que el organismo sea un todo, sensación-reacción, haría que estos circuitos neuronales que reflejaban la “sabiduría” vital del cuerpo se fueran inevitablemente integrando, permitiendo el germinar algo así como el anclaje del cuerpo en su realidad, proporcionándole la base para una “sensación” de identidad, un Yo elemental y estable, afanado en los procesos vitales, sobre el que ya pudiera acomodarse el arranque de una sensación de consciencia automática y elemental,[7] por la que, poco a poco, el individuo queda capacitado para sentir su unidad corporal y el imbricado carácter de las respuestas que este mismo cuerpo produce.

Y eso ya no es un Yo elemental y solitario, sino un Yo nuclear, central, que existe y es interactivo en el aquí y el ahora. Los mapas neurales sensitivo-motores que progresivamente se iban presentando en el escenario de la evolución permitieron una nueva complejidad, digamos que sofisticación, de los procesamientos neuronales. Junto con la progresiva evolución en los imprescindibles módulos neurales de la atención (sin atención, aún en los primeros niveles evolutivos -quizás puras reacciones químicas-, no hay supervivencia) que enfocaba de una forma preferente aquellos mapas de la nueva experiencia, mapas del objeto que interactúa con el organismo y los propios mapas de este organismo modificado, fue posible la emergencia de imágenes mentales que iban a posibilitar la aparición de la sensación del “saber” (algunos le llaman “sensación de la sensación”) acerca de la existencia de un organismo personal en un mundo de objetos, de los que también “sabía”, con los que tenía una interrelación. “Saber” y “sabía” entrecomillados, ya que evidentemente en este momento evolutivo era un proceso real interno y proto-consciente del organismo. Una consciencia nuclear y central del cuerpo en el aquí y ahora, y por tanto instantánea y no aprehensible; se trataría más de una pieza del Lego vivencial que de una herramienta para una gestión vital más compleja. Como en un bullir de fotogramas momentáneos, está ahí, pero al igual que aparece, instantáneamente desaparece, sin que la podemos verbalizar ¿qué se puede hacer con ella más que imaginar su funcionamiento y su potencial?

Propuesta de esquema resumen de lo que se propone en la entrada

Sabemos que la evolución, en su actividad tozuda y persistente, poco a poco iba permitiendo la progresiva mayor complejidad en los organismos y, en particular, de los sistemas neuronales. Los mapas del Yo nuclear y las imágenes mentales que iban soportando la emergencia de la Consciencia central pudieron hacerse más complejos y más estables en el tiempo. Vislumbrándose ya la capacidad de memoria, que iba también haciéndose más potente, lo que posibilitaba el hecho de guardar esos millones de mapas e imágenes instantáneos que iban surgiendo en el día a día vivencial. Progresivamente, los patrones de funcionamiento para el Yo nuclear, encuentro del organismo y el exterior en el aquí y ahora, se debieron ir abriendo a los mapas almacenados en la memoria correspondientes a otros “aquí y ahora” temporalmente diferentes, lo cual proporcionó la ampliación de la relación. Que también se extendería hacia el futuro al hacerse más complejos los patrones de respuesta, inicialmente motora, mediante los que el cerebro proponía alternativas de comportamiento. Con ellos se generaban mapas neurales de posibles comportamientos y de los resultados históricos de dichos comportamientos. Mapas de pasado, presente y futuro que la memoria era capaz de manejar y proponer a demanda de los módulos internos de decisión.

La memoria permitió jugar con los flashes del aquí y ahora que generaban las “vivencias”, engendrando un cuerpo correlacionado de estados del Yo, potencialmente de todo el abanico temporal vivencial del individuo. El Yo nuclear y la memoria permitieron la aparición en escena de un Yo autobiográfico, que lo mismo era histórico que recordativo o proyectivo. Los nuevos y complejos mapas neurales que surgían de la autobiografía también eran almacenados en la memoria y utilizados para nuevas realimentaciones y manipulaciones, con el correspondiente paralelo en imágenes mentales que conceptualmente eran replicaciones del funcionar de esos mapas neurales autobiográficos. Imágenes mentales que permiten ahora la emergencia de lo que algunos llaman la “sensación del ser -del Yo- conociendo”, de la consciencia de un ser que siente a sí mismo y que actúa desde una perspectiva personal, poseedor y agente único de su vida. ¿Qué es eso ni más ni menos que la emergencia de la constatación por parte del individuo de una Consciencia propia ampliada, con relación a la Consciencia nuclear del aquí y ahora-, que le posibilita el hacer diabluras, incluso motivadas por un propósito más allá de un estricto uso para supervivencia como organismo?

Esto creemos que pudo ser la evolución y surgencia, sobre la estricta realidad física, de los fenómenos emergentes que conocemos como Yo -anclaje de la identidad- y como Consciencia -sentimiento de la identidad-. Ahora nos debemos a la segunda parte prometida: la base neuronal que soporta esta historia evolutiva.

Los posibles elementos neuronales que explicarían la anterior cualia.

Al enfrentarme a la tarea de tratar de explicar lo qué la neurología piensa acerca de cuál pueda ser la base neuronal encefálica de los personajes del “sentido de la propia identidad“, toda esa colección de Yoes y de Consciencias que han ido apareciendo, poco a poco me he ido convenciendo de que la mejor alternativa es proponer una reorientación hacia lo que, con bastante extensión, escribí en la serieBiografía de lo Humano” acerca del tema. No procede el repetir lo que allí se dijo, que podéis encontrar en su entrada 9 nominada como “Soporte neuronal de la Consciencia“. Con una aclaración: allí llamé “proto-Yo” a lo que aquí bautizo como “Yo elemental”; allí veréis escrito “Yo-mismo” donde aquí escribo “Yo nuclear”; aquí respeto el nominativo asignado al “Yo autobiográfico” aunque allí le añadí el nexo de un guión. Con relación a las Consciencias, al estar adosadas a su propio Yo de base no procede aclaración, las pistas son obvias.

Si no te apetece ir al detalle que te propongo, por otro lado un poco tedioso, dejo aquí un magnífico resumen propuesto por nuestro maestro Antonio Damasio:[8] “… la consciencia [nuclear] depende especialmente más de regiones arcaicas -desde el punto de vista evolutivo- que de zonas recientes, y localizadas en las profundidades del cerebro, no en su superficie. Curiosamente, los procesos… que aquí propongo se arraigan en estructuras neurales antiguas, íntimamente relacionadas con la regulación de la vida, más que en los logros neurales más modernos de la neocorteza [necesaria para expandir la consciencia hasta sus aspectos autobiográficos] que permiten percepción fina, lenguaje y racionalidad compleja. El aparente “más” de la consciencia depende de lo “menos”… Oculta y venerablemente antigua es la luz de la consciencia.” ¿Desde cuándo?

Con esta última pregunta podría dejar  el tema finiquitado. Pero…

Últimas palabras.

Como he dicho en una nota anterior,[5] el dibujo de la ciudad neuronal de la Consciencia, del sentido de la propia intimidad, está bastante estudiado y, por tanto, esperanzadoramente basado sobre pacientes con deficiencias patológicas o traumáticas en sus encéfalos. Se están pudiendo correlacionar de una manera bastante seria estas malfunciones y deficiencias con la mayor o menor percepción del Yo y la Consciencia, en todas sus modalidades. También los ensayos clínicos sobre pacientes e individuos sin problemas, mediante diversas técnicas de prospección cerebral, están dando como resultado una idea que comienza a ser clara, suficientemente, en lo relacionado con los mapas neuronales y aun escasa en lo referente a las imágenes mentales, como para pensar que los neurólogos están posiblemente en una buena senda hacia el desenredo del nudo de la Consciencia.

La Consciencia, una gran palabra para los humanos. Fiamos nuestra valía y posibilidades en esta magnífica emergencia evolutiva del cerebro mamífero. A veces la pensada como una propiedad de algo que no es material, un componente intangible para nuestra mente, el complemento del organismo material que nos permite intuir qué es lo que siente este último, el cuerpo. El “pienso luego existo” de Descartes. Pero que, al igual que sucedió en el camino de la Vida y la Ciencia, las ideas son sobrepasadas y, por mejor conocidas, aclaradas. Siempre la explicación más sencilla que se base en el menor número y menos desarrollados supuestos. Y la neurología nos está abriendo esta puerta para la Consciencia, para explicar la mecanicidad que existe en el dibujo de algo tan trascendental para el hombre como es el sentido de su propia identidad, el sentido de su Yo que realmente parece que es el sujeto que “conoce” y “actúa”, de forma que gestiona la vida desde una perspectiva exclusivamente personal e incomunicable.

Aquí dejo esta entrada, que necesariamente se ha deslizado entre la neurología, la psicología y la filosofía. Personalmente me gusta esta conjunción tan necesaria a la hora de explicarnos.

  1. Simplemente como recordatorio copio aquí una de las últimas locas y contundentes frases: “Parece que existimos como entes resultado de un mundo relacional más allá de lo tangible. ¿Es un mundo vacío? ¿Es todo y sólo el efecto de una pura acción-reacción de unas fuerzas fundamentales que parecen regir nuestro Cosmos y que se nos han revelado gracias a las matemáticas y al poder del razonamiento que se apoya en la consciencia que gestiona el yo? []
  2. Según nos cuenta un grupo científico de la Universidad de Granada… “Los cualias son una experiencia en primera persona. El problema duro de la conciencia. Ejemplos de cualias son el dejavu, el dolor, la intuición, la sinestesia, el placer mental, la pasión, tener algo en la punta de la lengua, el color, la curiosidad…“. []
  3. Ésta, ésta y ésta. []
  4. Digo “Propia” por distinguirla de lo que sería algo menos “emergente”, como la percepción de saber quién es el que tengo delante -identifico a-, lo que se vehicula mentalmente por otros derroteros neurales que posiblemente serán objeto de otro anexo de la serie. []
  5. Todo lo anterior es aún una hipótesis encefálica que en realidad no lo es tanto -lo de hipótesis-, ya que se basa en un detallado análisis a partir de la experimentación con individuos, vía pruebas de tipo psicológico o de tipo de imágenes y encefalogramas del cerebro. Lo voy a dejar a nivel expositivo, recomendando la lectura de los libros del profesor Damasio… y no sé con cuál quedarme, pues son complementarios: “La sensación de lo que ocurre”, “En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y los sentimientos”, “El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano” y “El cerebro creó al hombre”. []
  6. La que parece más plausible aplicar a lo largo del desarrollo progresivo de los procesos que, desde una simple célula que unificaba la experiencia sensorial con la adecuada reacción somática, nos ha llevado a organismos tan complejos como el nuestro, con segmentación de células especializadas, pero que en el fondo lo que hacen es lo mismo: percepción-reacción. []
  7. No me he atrevido a escribir consciencia “inconsciente”, pero creo que se entiende como posible en unos estadios de evolución animal muy fundacionales. []
  8. De su libro “La sensación de lo que ocurre”, al final del capítulo 8. []

Sobre el autor:

jreguart ( )

 

{ 9 } Comentarios

  1. Gravatar Franco | 24/03/2018 at 11:21 | Permalink

    Jreguart, que gran tema , y yo que estaba justo esperando un artículo acerca de la conciencia y el yo , me encontré con un vídeo de Wicho en Naukas y quiero compartirlo con los amigos de El Cedazo , y espero que sirva de complemento para lo que tú estás abordando de éste complejísimo tema , te agradezco y felicito por como lo abordas . un abrazo y suerte .

  2. Gravatar jreguart | 25/03/2018 at 08:52 | Permalink

    Hola Franco,

    gracias por tus palabras. El tema es realmente sensible y ha sido abordado desde todas las ideas. Personalmente ya ves que yo me decanto por que el cerebro es el gran inventor. Veo que no enviaste el enlace que propones en tu comentario.

  3. Gravatar Franco | 25/03/2018 at 01:00 | Permalink

    No faltaba más jejeje . https://youtu.be/MlOYSNuy-JM

  4. Gravatar Cesar Sanchez T | 25/03/2018 at 09:06 | Permalink

    hola a todos , muy buena la entrada , antes que cualquier cosa quiero felicitarles por debatir sobre este fascinante tema y es de esperar que presenteis otros puntos de vista sobre el mismo , considerando otros autores y corrientes nuevas de otras latitudes también . la emergencia de la consciencia desde el cerebro y el significativamente importante aporte del entorno que contribuye a tal acontecimiento , también me lleva a pensar cual será la siguiente emergencia rompedora de paradigmas que tendremos a partir de lo ya existente ; si necesitará el surgimiento de una nueva capa cortical para tal propósito . porque para ser realmente rupturista quizá sea necesaria una nueva plataforma del mismo tipo , o de otro , donde sustentarse materialmente (todo dependiendo del escenario que se presente, naturalmente) en fin , me abocaré a estudiar más en profundidad el tema y veré si puedo aportar con algo . hasta entonces , suerte

  5. Gravatar jreguart | 26/03/2018 at 12:06 | Permalink

    Hola César,

    gracias por tu interés y por tus amables palabras. No sé cual pueda ser el camino de una nueva emergencia que marque al Homo un camino nuevo. La evolución en nuestra especie ya no es exclusivamente biológica y cada vez más las convenciones sociales, los avances tecnológicos y los campos por descubrir acerca del aprovechamiento energético condicionarán el nuevo salto. De todas formas no creo que yo lo vea. Es un tema mucho más que interesante aunque realmente lo que me seduce es el análisis del porqué hemos llegado a ser lo que somos a día de hoy. Un saludo.

  6. Gravatar Dino | 26/03/2018 at 04:23 | Permalink

    la conciencia surgida en los Homos ya se venía anunciando desde etapas previas , todo apuntaba a que ello sucediera . la forma como se dio está impregnada de su historia evolutiva con su entorno . concuerdo con el vídeo de más arriba en que se postula que el yo no es mas que una ilusión creada por el encéfalo , el cual simplemente obedece a la fuerza de la evolución para darle existencia . el yo identitario se diluye y lo que queda de él es la cultura según me parece . puesto que las relaciones entre los diversos yoes en el pasado han dado como resultado la actual civilización y su cultura . una falla importante en la circuitería neuronal y la conciencia desaparece ; para que decir con la muerte . el tema da para mucho y es de esperar que más personas se atrevan a opinar , desde la neurociencia , la antropología y la filosofía . gracias Jreguart por traer este tema tan interesante . un abrazo

  7. Gravatar Renzo | 27/03/2018 at 10:32 | Permalink

    Me doy cuenta que el tema se está llevando desde la corriente neurocientífica , y me parece muy bien ; desde la psicología considerando a la psiquis en su conjunto se valora al subconsciente como la zona donde se gesta la consciencia y eso me lleva a pensar que antes que el hombre tomara consciencia ya existía un robusto subconsciente trabajando para la posterior emergencia de ésta.

  8. Gravatar jreguart | 27/03/2018 at 12:49 | Permalink

    Hola Renzo,

    lo que tu comentas coincide con lo que proponen afamados neurólogos como Antonio Damasio. El subconsciente es la actividad cerebral resultado de la interacción entre el yo nuclear y el medio exterior. Desde este punto de vista muchos animales, quizás todos los mamíferos, tienen un subconsciente que les dirige por la vida. En el momento en que el cerebro adquiere la potencia de generar mapas mentales e incrementa sus capacidades de memoria, el subconsciente pudo hacerse consciente.

  9. Gravatar Renzo | 27/03/2018 at 02:16 | Permalink

    revisando notas acerca del tema me encontré con un poema dedicado al subconsciente del poeta mexicano Amado Nervo . en mi opinión personal es de gran profundidad , quizá esté fuera de lugar al propósito de esta entrada , pero el estudio de la mente abarca tantas áreas que de alguna forma puede echar luces a quienes tengan el deseo de tener una visión más integral del tema . Cada Vida le ofrece su cosecha y se extingue después. Cada alma va hacia él como una flecha, y en su gran alma, chispa nueva es.

    Cada tránsito en él es enseñanza: cada humana aflicción un ala nueva para su esperanza de perfección.

    Él la clave posee de tu estado, él ha pesado cada desliz; él comprende por qué eres desgraciado, por qué fuiste feliz.

    Es el dueño y señor por quien laboras; es tu conciencia; mas con vastedad vertiginosa, él sabe cuanto ignoras, y lleva en sí tu eternidad.

    Él vela cuando duermes, y en tu mente es un genial relámpago, un tropel de rimas, trémulo y resplandeciente. Tú pasas, sí, mas él es permanente; tu mudas, sí, mas él es siempre fiel. Sólo vives para tu Subconsciente, y mueres sólo para él.

Escribe un comentario

Tu dirección de correo no es mostrada. Los campos requeridos están marcados *

Al escribir un comentario aquí nos otorgas el permiso irrevocable de reproducir tus palabras y tu nombre/sitio web como atribución.