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Biografía de lo Humano 24: A modo de epílogo




A lo largo de todas las entradas de esta serie sobre la Biografía de lo Humano hemos realizado un amplio recorrido por aquello que pudo condicionar, favorecer o impulsar de forma irremisible lo que nosotros, humanos, creemos que nos hace diferentes al resto de los seres vivos: nuestra racionalidad fluida y predictiva.

Así, planteamos los tres puntales que soporta esta emergencia cerebral y a la postre social y cultural: Las capacidades o inteligencias cerebrales, las relaciones sociales y las pasta aglutinadora que supo ser el lenguaje.

Cerramos como empezamos, con el “triángulo” de lo Humano

Vimos también cómo fue evolucionando con el tiempo el cuerpo del humano y su anatomía, viendo cómo dos hechos surgidos del azar fueron las palancas primordiales del milagro de la esencia de lo “humano”: la bipedestación, el ponerse de pie, y el desarrollo del tamaño cerebral, acompañado de unas cada vez más potentes y complejas relaciones neuronales.

El cerebro no deja de ser un órgano más de nuestra anatomía, sede de la dirección de la homeostasis vital. Y, por tanto, una máquina con unos procesos funcionales adecuados a sus fines. Nuestra capacidad de encontrar metáforas y analogías con las que poder explicarnos las incógnitas del conocimiento nos ha llevado a bautizar a esta maquinaria funcional: la llamamos mente. Quizás como la esencia propia de lo consciente, aunque realmente sea el conjunto de procesos que nos hace movernos, emocionarnos y pensar. Y esto se lleva a cabo más con la maquinaria del inconsciente, como muy bien nos enseñan los neurólogos, que con la de aquello que nos gusta llamar, porque es lo único que sentimos manejado por nosotros, “percepción consciente”. Y en este pequeño detalle de la mente, la percepción consciente, reposa la emergencia de la capacidad cerebral que reconocemos como “sancta sanctorum” de lo humano. El sentimiento de la consciencia exige el sentimiento de un misterioso “yo” que se conoce  a sí mismo y conoce su entorno. Y a su esencia, operatividad, sustrato neuronal y posible historial evolutivo le hemos dedicado en este escrito bastantes palabras.

Llegó un momento en que nos sentimos seguros de conocer al personaje, el “yo”, por fuera y por dentro, por lo que nos dispusimos a atacar la historia real. O al menos lo intentamos. Nuestras guías en el camino de la búsqueda de la evolución de la racionalidad fueron las abstracciones manejadas por la mente. En especial la de la propia individualidad –ahí estaría el “yo” que se conoce de forma reflexiva- tanto de grupo como de persona, como de las abstracciones espacio-tiempo en donde encontraremos al “yo” que conoce su entorno.

Como si fuera la caverna de Platón, nos dispusimos a ver la película que se movía sobre el incesante rielar de las tres abstracciones difuminándose sobre la pared de fondo. Desde el Homo habilis hasta el Homo sapiens sapiens: Dos millones y medio de años de aventura a través de cuyo discurrir hemos contemplado a esos individuos y sus grupos sociales, dónde vivían, de qué se alimentaban y cómo lo conseguían. Vimos cómo progresivamente se reforzaban los grupos, cómo surgían en ellos gentes especiales, cómo se intercambiaban bienes y experiencias. Para aparecer al final las ideas mágicas y religiosas, las artes, la eficiencia de la agricultura y ganadería, los grandes cambios sociales y tecnológicos.

Un asombroso icono de la conquista de la racionalidad por parte del primate Homo, materializado en una de las primeras leyes escritas de la historia: el código babilónico de Hammurabi, del año 1.728 antes de Cristo (Wikimedia CC BY-SA 3.0)

Un camino en el que la antropología cognitiva nos ha hecho fijar nuestra atención en cómo crecía el tamaño del cráneo y, por tanto, del cerebro, y cómo le seguía a larga distancia la emergencia de nuevas habilidades en los hombres.

Las tres abstracciones básicas fueron las herramientas del avance, actuando sobre los módulos primordiales de la mente. Los que dirigen al “yo” en sus cuatro facetas vitales de comportamiento como lo son el de relaciones sociales, el de relación con la naturaleza, el tecnológico y el del lenguaje. A partir de lo que algunos antropólogos, como Mithen Steven, califican como comportamientos de navaja suiza: hojas variadas, de diversos tamaños, especializadas e independientes. Empastadas por unas capacidades cerebrales vitales de base, generales en todos los animales.

Nuestros primos los simios nos dan una pista inicial de cómo pudimos evolucionar desde un estado vital “reptiliano” de supervivencia trabajada gracias a impulsos elementales de su inconsciente genético. Los primates antropomorfos son innata y radicalmente sociales, por lo que debemos deducir que en algún punto del árbol genealógico común nos llevamos en nuestras alforjas una buena dosis de sociabilidad. Y eso es lo que hemos observado en los habilis. Un cerebro mayor que daba cabida a una mente social más compleja. Un cerebro que daba apoyo a un incipiente desarrollo tecnológico manifestado en la aparición de sencillas herramientas. Un conocimiento de la naturaleza que no les decía demasiado a nivel consciente, a través de la que iban buscando sustento carroñeando y averiguando espontáneamente al albur del azar. Lo mismo que vemos que hacen los mandriles. Tres mentes –la social, la de conocimiento de la naturaleza y la técnica- que navegarían independientemente una de otra a través del mar de fondo de la inteligencia general. Y un paupérrimo esquife neuronal de comunicación.

Pero la evolución le dio un regalo a habilis. Le abrió la puerta hacia un alimento nuevo, altamente proteínico y densamente energético: la carne. Con lo que pudo adentrarse más allá en la aventura, a donde nunca podrán llegar sus hermanos primates básicamente vegetarianos. La carne le aportó energía al cerebro, con lo que creció en tamaño y complejidad.

Y llegamos al erectus. Un nuevo salto en el tamaño del cerebro y un gran cuerpo. Se le reconocen avances en sus comportamientos sociales, apuntan nuevos estilos habitacionales y se mueve por nuevos mundos. Posiblemente un incremento del número de individuos del grupo fue lo que estimuló a su mente lingüística. Por primera vez lo social y lo lingüístico se manejaban coordinadamente en su cerebro, como áreas especializadas de su inteligencia básica generalista. Por primera vez en la navaja suiza de la mente se fundían dos elementos en pos de uno multiuso. Una lengua aún incipiente, inteligencia lingüística que no debía ser usada para nada más que para la comunicación social. Ello lo demuestra la tremenda viscosidad a la hora de desarrollar mejoras en sus herramientas: un millón y medio de años de monótona tecnología. Su mente tecnológica se debía comunicar escasamente con su recién desarrollada habilidad de comunicación social: los erectus debían aprender aún sólo por imitación y no por enseñanzas del maestro. Algo semejante le debió pasar con su mente gestora del conocimiento del medio ambiente, en la que se observa una similar viscosidad: los métodos de caza no variaron en mucho tiempo, pues seguían a los animales cuando el clima empujaba a estos hacia otros lugares. Lo que nos incita a pensar que sus exitosas emigraciones fueron el simple resultado de un ancestral impulso de la inteligencia básica, el de buscar alimento. Las migraciones, sin duda, les tuvieron que abrir la mente a la idea del espacio, pero posiblemente aún como una idea independiente no concatenada con otros circuitos neuronales. Sólo se hablaban los vectores  social y de lenguaje, y éste no debía ser utilizado conscientemente para la tecnología y el conocimiento del terreno y del clima donde les tocaba vivir.

Parece como si la evolución hubiera llegado con ellos a otro cuello de botella. A pesar de ello, hemos observado cómo hace unos 300.000 años se dio otro salto cultural, se mejoró la tecnología y se sofisticaron las estrategias de caza, aunque fuera en otras especies humanas distintas al erectus. Quizás lo podamos explicar pensando en que la creciente alianza entre la mente social y la recién llegada mente lingüista pudo fortalecer a esta última: el lenguaje se fortalecía.

La lengua debió crecer en léxico y en reglas gramaticales y sintácticas. Y en algo muy importante como es la recursividad y la prosodia. Y esta espiral de complejidad lingüista fue el nuevo sacacorchos que desatascó el cuello de botella en que se encontraba la evolución. La lengua como impulsor de inteligencias dentro de unos cerebros mayores… ¿cómo sucedió? La inteligencia lingüística fue permeando poco a poco la mente tecnológica y la mente de la relación con la naturaleza, creando puentes progresivos entre ellas, la mente social y la de entendimiento básico general, con lo que el cerebro comenzó a procesar teniendo en cuenta los patrones utilizados por la lengua: semántica, sintaxis y recursividad.

Esta circunstancia fomentó las interrelaciones neuronales en el cerebro, explicando lo que se observa: un crecimiento en las áreas corticales propias de la asociación y la planificación y toma de decisiones. En aquellos “voluminosos” cerebros, y de la mano de la acción integradora que se estaba produciendo entre sus tres mentes específicas y en su mente generalista, al final de un no demasiado largo proceso había surgido un alien que se llamaba “fluidez de razonamiento”.

Sobre el soporte de la mente reptiliana de supervivencia automática, al interiorizarse el lenguaje oral se pudo realimentar la cultura social con la tecnológica, y ambas, y viceversa, con la mente que maneja las vivencias medioambientales… a través de unos complejos procesos cerebrales de ida y vuelta entre todas ellas. Se había acabado el cerebro navaja suiza a la par que se fue imponiendo progresivamente el cerebro reflexivo. Y esto es lo que explica la explosión cultural de hace unos 40.000 años: arte figurativo y musical, tecnología y ciencia, comercio, metafísica, magia y religión… gracias a la interiorización de una lengua que había pasado de descriptiva a argumentativa.

Con ello el homo se hizo humano, y el sapiens, además de ser un mero actor de la escena, fue reflexivo, imaginativo, planificador y racional.

Ésta pudo ser, en fin, la breve historia de la condición humana.

Bibliografía

  1. Los primeros pobladores de Europa: Jordi Agustí y David Lordkipanidze
  2. Amalur: del átomo a la mente: Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez
  3. La especie elegida: Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez
  4. Evolución humana: El camino hacia nuestra especie: F.J.Ayala, C.J. Cela Conde
  5. Antropología del cerebro: la conciencia y los sistemas simbólicos: Roger Bartra
  6. Orígenes: El universo, la vida, los humanos: José María Bermúdez de Castro, Carlos Briones, Alberto Fernández
  7. La evolución del talento: José María Bermúdez de Castro
  8. La cadera de Eva: José Enrique Campillo Álvarez
  9. Planeta humano: Eudald Carbonell y Robert Sala
  10. El error de Descartes: Antonio Damasio
  11. En busca de Spinoza: Antonio Damasio
  12. Sentir lo que sucede: Antonio Damasio
  13. Y el cerebro creó al hombre: Antonio Damasio
  14. Armas, gérmenes y acero: Jared Diamond.
  15. Primates y Filósofos: La Evolución de la Moral del Simio al Hombre: Franz de Waal
  16. ¿Qué nos hace humanos?: Michael S. Gazzaniga
  17. De animales a dioses: Yuval Noah Harari
  18. Homo deus: Yuval Noah Harari
  19. Nuestra especie: Marvin Harris
  20. La mirada interior: Nicholas Humphrey
  21. El cerebro accidental: David Linden
  22. El cerebro y el mito del yo: Rodolfo Llinás
  23. Nuestros orígenes, en busca de lo que nos hace humanos: Richard Leakely y Roger Lewin
  24. Los primeros europeos: Mario Menéndez Fernández
  25. Arqueología del lenguaje: La conducta simbólica en el Paleolítico: Ángel Rivera Arrizabalaga
  26. Arqueología cognitiva: Origen del simbolismo humano: Ángel Rivera Arrizabalaga
  27. El cerebro nos engaña: Francisco J. Rubia
  28. Qué sabes de tu cerebro: Francisco J. Rubia
  29. ¿Qué es la vida?: Erwin Schrödinger
  30. Human Physiology: Dee Unglaub Silverthorn
  31. Arqueología de la mente: Mithen Steven

 


Sobre el autor:

jreguart ( )

 

{ 11 } Comentarios

  1. Gravatar Macluskey | 11/12/2016 at 12:08 | Permalink

    Una gran serie, como siempre documentada, informativa y para todos los públicos: antes simplista que incomprensible. La pena es que se haya acabado…

    Un gran trabajo, Jaime.

    ¡Felicidades!

  2. Gravatar Kambrico | 11/12/2016 at 12:53 | Permalink

    Yo estoy más que satisfecho con este gran trabajo , realmente lo he disfrutado …felicitaciones .

  3. Gravatar jreguart | 11/12/2016 at 05:38 | Permalink

    Hola Macuskey,

    pues sí… llegó el final. Gracias más que por tus palabras, que también, por tu ayuda a lo largo de toda la publicación de la serie. Lo mismo que la de nuestro entrañable J. Pero la vida sigue. Espero que por un largo tiempo y que muchos de nuestros lectores se animen a escribir y deleitarnos con sus “locuras” favoritas. Lo de “locuras” lo digo por experiencia propia… “¡Ya estás otra vez con tu blog!” Santa paciencia la de la familia.

  4. Gravatar jreguart | 11/12/2016 at 05:40 | Permalink

    Hola Kambrico,

    sí… se acabó. Las endorfinas se van reposando, comienzan a ser cosa del pasado. Habrá que buscar nuevas aventuras.

    Y gracias por tu compañía y tus buenas palabras. Me alegro que hayas disfrutad de la serie.

  5. Gravatar J | 11/12/2016 at 05:53 | Permalink

    Me gustaría aprovechar la oportunidad para reclamar a nuestros lectores que se animen a escribir. Los editores habituales nos vamos quedando sin temas y sin energía, estamos siempre deseando que entre sangre nueva. Si alguien se siente conmovido, que recuerde que tiene instrucciones en el menú superior, en “Únete”.

  6. Gravatar Laertes | 11/12/2016 at 07:03 | Permalink

    Me uno a las felicitaciones para esta gran serie, has puesto el listón muy alto.

  7. Gravatar jreguart | 11/12/2016 at 10:30 | Permalink

    Hola Laertes,

    muchas gracias por tus palabras y encantado de que hayas disfrutado con la serie.

    En otro orden de cosas y rebato para todos los lectores ¡Es Navidad! ¿no os conmueve la llamada de J?

  8. Gravatar Juan Carlos | 12/12/2016 at 05:25 | Permalink

    Que gran serie! No tengo más palabras.

    Gracias :)

    Saludos

  9. Gravatar jreguart | 12/12/2016 at 06:09 | Permalink

    Hola Juan Carlos,

    muchas gracias por tus amables “tres” palabras y un signo de admiración…je, je… Me alegra un montón que haya gente que disfrute con el tema y que con mi trabajo se hayan podido enriquecer personalmente.

    Ahora a ver si vamos a por otra serie que no tiene nada que ver con lo que he escrito hasta ahora.

  10. Gravatar InThuRain | 30/01/2017 at 06:49 | Permalink

    Creo que nunca he escrito por aquí, pero la ocasión lo merece :)

    Devorada esta serie como la anterior sobre la Vida. Muchas gracias por la labor recopilatoria y divulgativa, la de horas que habrás tenido que dedicar devorando muchas otras obras para parir este ‘resumen’ de 20 y pico capitulazos ;)

  11. Gravatar jreguart | 31/01/2017 at 08:29 | Permalink

    Hola Dani,

    Lo que parece un trabajo ciclópeo no lo ha sido tanto. La verdad es que llevo años estudiando estos apasionantes temas, pero precisamente por eso la tarea se transforma en un gustazo. Gracias a ti por tus palabras e interés.

    Veo que mantenemos intereses comunes pegados a la Naturaleza: tu la bici y yo las zapatillas de trekking. Eso si que es vida. A disfrutar.

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