Desde los albores de la humanidad, muchos comandantes han maldecido estar anclados al suelo, habiendo entendido la increíble ventaja que proporciona la posibilidad de alzarse sobre un campo de batalla para poder observar los movimientos del enemigo.
Así, cuando Orville y Wilbur Wright consiguieron por fin elevar del suelo una aeronave más pesada que el aire impulsada por sus propios medios, unos pocos visionarios fueron capaces de atisbar el potencial que la nueva invención podría llegar a tener como arma.
A despecho de globos aerostáticos de observación y prehistóricas aeronaves usadas en alguna acción aislada de bombardeo durante la Guerra Italo-turca de 1911, el verdadero desarrollo del avión como arma de guerra comienza en 1914, a principios de la Gran Guerra.[1]
Muchos comandantes no estaban todavía convencidos de las posibilidades combativas de estos ingenios frágiles, construidos de tela y madera, pero entendieron rápidamente las posibilidades de los aviones como plataformas de observación de las líneas enemigas. El conflicto apareció en el momento en el que al otro bando se le ocurrió la misma idea.
No hay registros de cuál fue la primera batalla aérea de la historia, pero, por los datos aportados por pilotos de la época, parece ser que dos exploradores se encontrarían en el aire, ambos sacarían las pistolas que llevaban al cinturón e intentarían derribarse mutuamente volando en un dogfight primitivo hasta agotar sus balas, y tener que volver cada uno de ellos a sus bases, completamente indemnes.
A partir de ese momento, los encontronazos entre aguerridos exploradores aéreos fueron frecuentes, con lo que empezaron a llevar armas más pesadas en los aviones para realizar estas labores de contravigilancia, impidiendo que el oponente llevase de vuelta a sus filas la información que había recogido. Entre las armas pesadas que podían dispararse desde la cabina de un avión en movimiento mientras se intenta pilotar se encontraban las pistolas y los ladrillos.
Con la rápida incorporación de motores más potentes, los aviones pronto pudieron cargar con más peso. Una de las primeras aplicaciones para usar esa capacidad de carga extra fue poner un observador/artillero en una especie de torreta circular que montaba una ametralladora de 7,7mm. Esto daba la capacidad al avión de poder derribar a los observadores enemigos, pero a costa de hacerlo lento y escasamente maniobrable.
En esta situación surge un visionario francés de nombre internacionalmente conocido por motivos que nada tienen que ver con la aviación: Roland Garros. El señor Garros está reconocido como uno de los desarrolladores pioneros del dogfight, o combate evolucionante entre aviones. Varias veces se había intentado colocar una ametralladora apuntando hacia la dirección de avance, colocada de forma que el piloto pudiese atacar y maniobrar a la vez, pero hasta la invención de Roland Garros, todos los intentos habían terminado en fracaso, ya que entre la ametralladora y el enemigo se encontraba la hélice, que quedaba completamente destrozada por las balas propias. A Roland se le ocurrió blindar la hélice, con lo que sus propias balas no podían perforarla. Así, empezó a recorrer el aire de los campos de batalla de la Europa arrasada por la guerra. Numerosos pilotos copiaron su ejemplo, y empezaron las batallas aéreas “modernas”.
Sin embargo, blindar la hélice no estaba exento de problemas. Añadía mucho peso, haciendo que el motor necesitase desarrollar más potencia para poder moverla, lo que disminuía la velocidad y la autonomía del avión.
Poco tiempo después, Roland Garros fue derribado y capturado por los alemanes, que rescataron su avión en bastante buen estado y enviaron la hélice al ingeniero holandés Anthony Fokker para su estudio. Fokker desarrolló en poco tiempo un innovador sistema que desactivaba la ametralladora cuando pasaba una pala por delante, con lo que ya no hacia falta blindarla para combatir, pues las balas siempre salían entre palas. La verdadera guerra aérea había comenzado.
La Primera Guerra Mundial finalizó en 1919 con la firma del Tratado de Versalles, cuya más importante disposición estipulaba que Alemania y sus aliados se declaraban culpables de haber iniciado la guerra, y por lo tanto debían deshacer sus ejércitos, ceder territorios a los aliados y pagar enormes sumas como indemnización a los países aliados.[2]
Como se puede imaginar, Alemania, devastada tras la guerra, humillada por los aliados y obligada a pagar una deuda durante casi 100 años, se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para el ascenso de movimientos ultranacionalistas. Los primeros años de la República de Weimar[3] fueron un avispero. Continuos golpes de estado por parte de partidos de extrema derecha o de extrema izquierda sacudían el país hasta hacerlo ingobernable. La incapacidad de hacer funcionar una política económica coherente, junto con la monstruosa deuda de la república, condujo en 1923 al mayor período hiperinflacionario de la Europa occidental moderna. Este año se destruyó todo lo que quedaba de la sociedad alemana de preguerra: las continuas reducciones en el presupuesto de gasto social, a la vez que la clase media quedaba destruida por la pérdida de los ahorros, llevaron a un estado casi insostenible.
En última instancia, y viendo la necesidad de Alemania, se llevaron a cabo pactos económicos, y en 1926 los préstamos internacionales volvieron a fluir, con lo que la economía volvió a respirar. Justo cuando parecía que Alemanía estaba iniciando una recuperación, un nuevo varapalo cortó en seco todas las esperanzas del pueblo alemán: el crack de 1929. El dinero de los bancos estadounidenses dejó de fluir, la República de Weimar volvió a sumergirse en la miseria y el sentimiento ultranacionalista proveniente del descontento de la población fue aprovechado por un carismático hombrecillo que ascendió al poder el 1933, y cuyo nombre nunca será olvidado por la historia: Adolf Hitler.
Hitler, con el apoyo del pueblo, instauró una dictadura militar, abolió la República de Weimar creando el III Reich e inflamó al pueblo para convencerles de su derecho histórico a la instauración de un cuarto, que ocuparía toda Europa y habría de durar mil años. Bajo la dirección del partido nazi, Alemania empezó a buscar formas de engañar a los observadores internacionales para burlar las disposiciones del Tratado de Versalles sobre fabricación de material militar. Por ejemplo, los submarinos, al no considerarse un arma útil durante la Primera Guerra Mundial no habían sido incluidos en sus disposiciones, lo que permite entender por qué la flota alemana de 1939 tenía una enorme cantidad de submarinos.
En el caso que nos ocupa, el del arma aérea, los bombarderos eran camuflados como aviones de transporte para burlar a los auditores, y además la diplomacia alemana ejercía continua presión para la modificación de las cláusulas del Tratado, consiguiendo algunos progresos. Para 1936, fecha de inicio de la guerra civil española, toda la industria alemana estaba volcada en la fabricación encubierta de material de guerra. Hitler había hecho un estupendo trabajo elevando la moral de la población, que por primera vez desde 1919 consideraban que podían caminar por el mundo con la cabeza bien alta. Demasiado alta, como comprobarían más tarde.
Durante estas dos décadas, no sólo Alemania experimentó el auge del fascismo. Por circunstancias culturales y políticas demasiado amplias para tratarlas aquí en detalle, el fascismo vivió su época de gloria durante el período de entreguerras. Benito Mussolini accedió al poder en Italia. En España, Franco y otros generales intentaron un golpe de estado que fracasó por poco, pero que terminó instaurando un gobierno fascista tras el fin de la guerra civil. En Japón, inspirados por el auge de los fascistas en Europa, desarrollaron su largamente olvidado sentimiento imperialista, lanzándose de inmediato a una guerra de conquista en el Pacífico con objeto de instaurar su propio Reich. En Rusia, Lenin y posteriormente Stalin promovieron una dictadura de extrema izquierda, agrupando (conquistando) a todos los países de su órbita dentro de un único imperio: la URSS.
Con el fascismo extendiéndose como la pólvora, Alemania no tuvo problemas en forjar alianzas con países afines. En 1936 firma con Italia los acuerdos del Eje Roma-Berlín en apoyo mutuo. En 1938 se anexiona pacíficamente Austria.[4] En agosto de 1939 firma el pacto Ribentropp-Molotov de no agresión con la Unión Soviética, por el que se reparten Polonia una vez sea invadida, cosa que ocurre el mes siguiente. En 1940 Japón se une al Eje. España, que quizá se hubiera aliado con el Eje de buena gana, tuvo que permanecer neutral por encontrarse devastada por la guerra civil que acababa de terminar.
La Segunda Guerra Mundial se inicia el 1 de Septiembre de 1939, cuando Alemania invade Polonia para recuperar los territorios que se le habían arrebatado con la fima del Tratado de Versalles.[5]. Inglaterra, Francia, Australia y Nueva Zelanda le declaran inmediatamente la guerra al Eje. El 22 de Junio de 1941, Alemania rompe el pacto de no agresión con la URSS, y ataca la Rusia soviética.[6] En ese momento los rusos se convierten en parte de los aliados. EEUU entra en la guerra en el bando de los aliados tras el ataque por parte de los japoneses a Pearl Harbour, el 7 de Diciembre de 1941.
Ambos bandos comenzaron a matarse de todas las formas hasta entonces conocidas por el hombre. De las que lucharon en los cielos de Europa y del Pacífico vamos a hablar a lo largo de esta serie. Aprenderemos sobre cazas y bombarderos, pilotos famosos, ases de combate, batallas aéreas. Todo ello, como siempre, intentando hacerlo ameno y accesible.
Espero que os guste.
- ¡La Gran Guerra!, se llamó entonces… nadie podía imaginar en los “felices años veinte” que tan sólo 20 años más tarde habría otra que multiplicaría por ¡seis! el número de bajas… [↩]
- Pago cuyo último plazo fue satisfecho en 2010. [↩]
- Nombre dado al régimen político de Alemania desde la firma del Tratado de Versalles hasta el ascenso al poder en 1933 del partido Nacionalsocialista [↩]
- Anchsluss [↩]
- El Corredor de Dantzig, la comunicación entre las dos partes de la antigua Prusia [↩]
- Consecuencia del odio del nazismo hacia el bolchevismo. [↩]
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{ 13 } Comentarios
Muy interesante, esta serie promete.
Con ganas de la continuación.
Como dice Brigo ¡Esto promete!
Parece interesante, pero donde este un reactor
Por cierto, se que solo pasas por encima, pero bueno, ese párrafo del auge del fascismo, no se, “En España, Franco y otros generales intentaron un golpe de estado que fracasó por poco, pero que terminó instaurando un gobierno fascista tras el fin de la guerra civil”, si consideras el golpe de estado fuera de la guerra civil, no fracaso por poco, fracaso por muchísimo, ni gobierno, ni ciudades importantes, pero bueno, creo que peor es colocar a las URSS hablando de fascismo o llamarla imperio, pero vamos, a mi me suena bastante parcial casi toda la forma en que cuentas la historia, por mas que dijeran los aliados de inocentes tuvieron poco y no me refiero a la política de apaciguamiento sino al imperialismo, pero bueno, supongo que es difícil ser neutral. Mejor centrarnos en los aviones.
Os recomiendo la serie de documentales (creo que son 13) titulados “Las alas de la luftwaffe” sobre la aviacion nazi, aunque tambien hace mencion a aviones de los aliados y rusos, creo que la podreis descargar por la mula. saludos
Hola Sergio B, gracias por tu comentario. Los reactores también llegarán con tiempo y nuevas series
Durante el período de entreguerras sin duda pasaron muchas, muchísimas cosas que no es de recibo contar en la introducción histórica a una serie de aviones. Debido que no era el objetivo principal de la serie, la introducción histórica es muy breve, lo que obliga a contar los hechos muy por encima. En el golpe de estado que fracasó “por poco” no voy a entrar a discutir, es un tema siempre peliagudo al sur de los Pirineos.
En el aspecto de la Unión Soviética, hay pocas cosas más relacionadas con el fascismo que la creación de la URSS y la imposición de sus sucesivas dictaduras comunistas. Una vez más, hablar de esto requeriría muchas horas y desviaría el foco de la serie, que son los aviones. En cuanto a lo de imperio, te remito a la acepción octava del diccionario de la RAE, donde se define imperio como: “Potencia de alguna importancia, aunque su jefe no se titule emperador.”, con lo que no termino de ver dónde está la inconsistencia.
En cuanto a la parcialidad del artículo, no consigo encontrar una sola referencia a la “inocencia” de los aliados, o a la “culpabilidad” del eje. En el artículo hablo del fascismo, que fue el sistema de gobierno en Italia, Alemania y Japón, pero no en Inglaterra, Francia o EEUU. Hablo de “dictadura de extrema izquierda” porque fue importante en la URSS. ¿Eso hace parcial el artículo? Llamar fascista a la Alemania de Hitler o a la Italia de Mussolini no es peyorativo, como sí lo sería llamar fascista al compañero de piso que te apaga la calefacción en cuanto te descuidas. Es que sus gobiernos eran fascistas, y ese hecho tuvo una gran importancia en el desarrollo posterior de los acontecimientos. Si, la Inglaterra de la época era imperialista colonial, y hacía salvajadas con “los negritos”, como se conocían entonces. Pero ese hecho carece de relevancia en el ámbito de ésta serie.
Obligarse a nombrar “cosas malas” de todos los implicados -insisto: decir que un régimen era fascista no es una “cosa mala”- para que el lector piense “ah, que malos eran todos” me parece tan infantil como las películas americanas donde los “buenos” son siempre ellos.
En cualquier caso, te invito a seguir la serie con atención para ver si me mantengo “blandito made in hollywood” o paso en el transcurso de un artículo a ser un nazi convencido. Ya me contarás .
En verdad opino igual, es mejor no meterse por que nos desviaríamos mucho del tema y hay quien no se lo toma bien. No es que critique en si, es que estas cosas me entretiene darle vueltas, mientras que no moleste a nadie. Ya veremos por donde andas, pero supongo que uno se vuelve parcial del avión que este hablando, pero sera por amor al arte, se puede perdonar
Si dices “fascismo” y no “extrema derecha” quizá deberías decir “comunismo” o “bolchevismo” (¿es así o bolcheviquismo?) en lugar de “extrema izquierda”. Me sorprende esa definición de imperio, pero vamos, que tiene unas cuantas mas acepciones en las que no cuadra, así que quizá no haya inconsistencia pero entenderás que lo pueda parecer.
No es que hables de inocencia o culpabilidad, pero en todo el desarrollo no aparece ninguna mención a ningún hecho que hicieran los aliados, por lo que me parece parcial. Lo de los “negritos” no es que fuera poco relevante, el hecho de que solo los aliados pudieran comerciar con sus “negritos”, es el trasfondo de las dos guerras y si no se hubiera desmantelado el colonialismo, pues habría habido una tercera o cuarta o las que hicieran falta, diles ahora a Japón y a Alemania (o a cualquier par de potencias) que no pueden comerciar con nadie, ya veras que pasa en unos años. No considero que fascismo sea un insulto, llamar a Hitler hombrecillo es una mofa que, por suerte, nos podemos permitir.
Creo que la URSS de entre guerras no era mas que reconocer cierta “autonomía” de países conquistados por o que formaban parte del Imperio ruso, no conquisto a nadie. Después si que los países que libero o conquisto durante la guerra si que instauro su sistema, pero lo mismo hicieron los aliados en los que conquistaron o liberaron ellos.
Huy, esto va a estar muy ineresante!
“El conflicto apareció en el momento en el que al otro bando se le ocurrió la misma idea”…. “Ambos bandos comenzaron a matarse de todas las formas hasta entonces conocidas por el hombre”…. Somos unos monos muy peliones!!!
Saludos
¡Otro tema de mis temas favoritos! Entre El tamiz y El Cedazo no voy a poder hacer otra cosa que estar sentado delante del ordenador todo el día.
Sólo un comentario a la hélice de Garros. Si no recuerdo mal, y después de haber leído múltiples libros sobre el tema a lo largo de los años puede que tenga la memoria confundida, su invento funcionó porque la mayoría de las balas pasaban entre las palas y el blindaje sólo tenía que desviar unas pocas. Si desviara todas las balas me imagino que la precisión sería muy mala, peor de lo que ya era de por sí y además dudo que la hélice aguantara tantos impactos seguidos.
La serie promete.
@Laertes: Efectivamente, la probabilidad de que una bala impactara contra la hélice era muy baja, así que la gran mayoría pasaban sin tocar las palas. Adicionalmente, y como dato curioso, el blindaje de las palas estaba cuidadosamente diseñado por el mecánico de Garros para que las balas nunca rebotaran “hacia atrás”, impactando al propio piloto. El blindaje formaba ángulos que desviaban las balas hacia los lados, arriba o abajo.
@Sergio B: Tienes mucha razón en que la situación económica de Alemania estaba muy influida por el poder colonial de los que después fueron los aliados. Pero el resumen era demasiado corto como para meternos en semejante detalle. En cuanto a la extrema izquierda, no ha sido con ánimo de subjetivizar, simplemente surgió así como parte de la redacción (por no enfangarnos con “ismos”). De todas formas, nota que en la nota 6 aclaro que el ataque de Alemania a la URSS fue a causa del odio del nazismo hacia el bolchevismo. Ahí, en crudo y sin concesiones
¿Roland Garros el del tenis?
Si Juan Carlos, el del tenis.
Excelente introducción, espero ansioso la segunda parte y sobre todo muy contento por otra serie de Historia en el Cedazo!!!
¡Excelente tema!
Una correccion en lo mio, las cosas que flotan (en este caso, no). Los submarinos, lejos de ser irrelevantes durante la Primera Guerra Mundial fueron trascendentales. De hecho tuvieron mayor protagonismo aun que en la Segunda. En los acuerdos de postguerra Alemania si tenia la estricta prohibicion de fabricarlos ante la escabechina que habian hecho en esa guerra. Los teutones “rodearon” esa prohibicion comprando astilleros en Holanda, donde pudieron experimentar durante mucho tiempo. Solo hasta la denuncia de los limites militares de los acuerdos de paz por parte de Hitler pudieron comenzar a construir sumergibles. Pero cuando la guerra empezo, su numero tampoco era tan alto como lo llego a ser.
Un saludo del tipico “picajoso”.
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