Comienza la nueva etapa de esta serie musical con una deliciosa obra prácticamente desconocida de un autor tan desconocido o más que la propia obra… Se trata del poema sinfónico Maese Pérez el Organista, basado en la leyenda homónima de Gustavo Adolfo Bécquer, y parte de sus Rimas y Leyendas, compuesta por el músico madrileño Julio Gómez[1] en 1940.
Poquísimo se conoce (yo, al menos, nada conocía hasta hace muy poco) de Julio Gómez como compositor, primero por ser español y vivir en una época muy complicada, con Guerra Civil de por medio, lo que le valió una nula proyección internacional (lo poco que estrenaba lo hacía exclusivamente en España, y la España de la República y no digamos luego la de la Dictadura no tenían mucho prestigio musical fuera de nuestras fronteras… si es que tenían alguno) y segundo por su escasa producción: en total no llegó a componer más allá de un par de horas y media de música sinfónica, repartida en unas diez o doce obras de diferente factura, cortas casi todas ellas.
Y sin embargo, sus obras son todas ellas deliciosas, siendo quizá la mejor de ellas ésta que hoy aparece en estas páginas.
Nació Julio Gómez en Madrid en 1886, donde aprende sus primeros pinitos como compositor primero con su propio padre, y luego con Emilio Serrano y Tomás Bretón, dos de los grandes compositores de zarzuela españoles. En 1907 estrena su primera composición, Intermezzo, pero no es hasta que estrena su Suite en La, en 1917, que obtuvo cierta fama en el mundillo (claustrofóbico mundillo, ciertamente) musical de la época. Además de componer de vez en cuando, no mucho, ingresa como Bibliotecario en el Cuerpo Nacional de Bibliotecas… cuarenta años estuvo en activo como director de la del Conservatorio de Madrid.
La Guerra Civil la pasa en Madrid, donde alcanza un cierto renombre como crítico musical. Una vez terminada la guerra fue depurado, proceso por el que debieron pasar todos los funcionarios civiles (y no digamos los militares o asimilados, como los Guardias de Asalto) así como muchas otras personas que hubieran vivido o servido en la zona republicana durante la guerra, y que tuvieran la más mínima responsabilidad en la sociedad civil. Debían demostrar durante esa depuración que no habían colaborado con la República, o al menos que no habían conspirado contra la victoria de los vencedores, que eran buenas personas y buenos patriotas de la Nueva España Nacional… no pocas personas admirables fueron encarceladas o fusiladas debido a denuncias de algún adicto al Régimen envidioso o rencoroso por cualquier quítame-allá-esas-pajas, sobre todo en los pueblos de la España profunda, donde desde siempre hay problemas de lindes entre tierras.
Nuestro buen Julio Gómez estuvo acusado de malo malísimo de la muerte (como tantos), encarcelado (como tantos) y separado de sus funciones (como tantos), pero al final pasó el proceso de depuración con bien, y compuso en los primeros años 40 varias obras (entre ellas la de hoy). Fue nombrado profesor del Conservatorio y aún compuso más obras, pero pronto redujo notablemente su ritmo productivo. Falleció también en Madrid, en 1973, a la provecta edad de 87 años.
Conocí esta obra muy recientemente, gracias a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Madrid donde José Luis Temes dirigió esta obra, desconocida para absolutamente todo el mundo que asistía al concierto… y es que hasta que el propio José Luis Temes grabó el integral de la obra sinfónica de Julio Gómez con la Orquesta de Córdoba, no había grabación alguna de su música… y que yo sepa, no se ejecutaba tampoco nunca en directo. Julio Gómez había sido olvidado, como tantos… hasta que José Luis Temes le rescató con la edición de dicho disco doble.
Como os podéis imaginar, asistir a una obra que nunca has escuchado de un autor que no conoces de nada y que vivió durante el Siglo XX, hábitat natural de dodecafonistas, minimalistas y demás istas, no auguraba nada bueno. Pues no. Preciosa la obra, magníficamente interpretada por la OSM y dirigida por el maestro Temes. Así que corrí a comprar el disco (una vez que constaté que existía, claro). Y en esas estamos.
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Maese Pérez el Organista tiene un guión perfectamente conocido: la Leyenda que nos legó Gustavo Adolfo Becquer sobre el ciego organista de la iglesia de Santa Inés de Sevilla, el admirado Maese Pérez, que ha rechazado innumerables ofertas ofertas para que use su habilidad con el órgano en sitios con muchos más oropeles que el pobre convento de Santa Inés, que además tiene un órgano viejo y decrépito que sólo gracias a los hábiles cuidados de Maese Pérez se mantiene operativo… ¡y cómo suena el viejo órgano en sus manos!
Toda Sevilla, arzobispo incluido, van al humilde convento de Santa Inés para oír los oficios del día de Navidad (la Misa del Gallo) y, sobre todo, oír tocar a Maese Pérez. Todos vienen cantando villancicos, haciendo sonar las zambombas y las panderetas… pero callan como muertos en cuanto Maese Pérez pone las manos sobre el teclado.
Ese año, sin embargo, el anciano organista se ha puesto muy enfermo y no podrá tocar. Cuando la noticia llega a la concurrencia, se forma un gran revuelo (se ve que si asisten a la Misa no es precisamente por fervor religioso, sino por oír al artista). Un organista, conocido en el barrio como un ser mezquino y envidioso, se dispone a hacerse con los mandos del órgano, con general consternación, cuando de pronto Maese Pérez, pálido y desencajado, entra en la iglesia conducido en un sillón que todos pugnan por llevar.
El alboroto se calma, y el oficio comienza como siempre, con Maese Pérez en el órgano, que esta vez es tocado con gran sentimiento, más aún que habitualmente… hasta que en mitad del oficio cien tubos de metal resuenan en un acorde poderoso… que se desvanece en el silencio: Maese Pérez ha muerto, y ha muerto como él quería, sentado en el banco del órgano.
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Pasa un año. Estamos de nuevo en la Nochebuena, justo antes de la Misa del Gallo. Viene el bisojo organista de San Román a hacerse cargo de los oficios, aunque no es nada querido en el barrio por “perdulariote, que más parece jifero de la Puerta de la Carne que maestro de solfa…”, según nos cuenta Bécquer. Los inevitables chiquillos cantando villancicos y tocando los instrumentos navideños alteran como todos los años la tranquilidad del barrio… pero esta vez no van a callarse cuando el zafio y presuntuoso organista vaya a entonar sus himnos: le han preparado una buena encerrona. En efecto, cuando el sacerdote va a proceder a la consagración y el órgano va a entonar sus trinos más majestuosos, un tumulto de panderos, gaitas, zampoñas y demás instrumentos del populacho ahogan el acorde… pero la algarabía sólo dura unos segundos: un nuevo acorde, valiente, poderoso, perfecto, es seguido de más y más acordes perfectos, como si los ángeles mismos hubieran bajado a tocar el órgano.
Baja el organista al acabar la Misa a recibir la felicitación de todos, incluido el arzobispo, que le ruega que al año siguiente toque en la Catedral, cosa que Maese Pérez nunca quiso hacer. El ambicioso músico accede sin dudar, quejándose de paso del viejo y anticuado órgano de Santa Inés gracias al que acaba de obtener tal éxito.
Un año más, una Nochebuena más, una Misa del Gallo más… pero esta vez no hay gentío, no hay algarabía, no hay casi concurrencia en el convento de Santa Inés: todos han ido a la Catedral.[2] El órgano lo va a tocar durante la misa la única y querida hija de Maese Pérez, a pesar de que está aterrada por la empresa… El oficio comienza, con la temblorosa hija en el banquillo del órgano, y la misa transcurre con normalidad ante la escasa parroquia que asiste al oficio hasta que, cuando llega la consagración, se escucha un agudo grito de la hija de Maese Pérez: el órgano estaba solo y, sin embargo, seguía sonando… sonando como los ángeles, sonando como el año pasado sonó, sonando como sólo Maese Pérez lo hacía sonar… El alma del viejo organista ciego no podía separarse de su querido órgano en tan especial noche, y el prodigio se repitió año tras año hasta que el órgano, falto de mantenimiento, se cayó de puro viejo y fue sustituido por otro nuevo… que nunca recibió la visita de Maese Pérez.
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Ésta es, resumida, la Leyenda que Gustavo Adolfo Becquer nos relata. En este enlace tenéis, si os place leerla, la Leyenda completa. Vamos ahora a disfrutar de la obra, en la única versión que existe grabada de ella, la antes citada de la Orquesta de Córdoba, bajo la dirección de José Luis Temes.
El argumento de la obra de Julio Gómez es, como no podía ser de otro modo, el mismo de la Leyenda. Creo que podéis intentar seguir los avatares del argumento oyendo la música, es excepcionalmente descriptiva. El pegadizo tema de Maese Pérez, que se va moviendo de la cuerda a la madera, para volver a la cuerda y así varias veces, solemne, íntimo, recogido, poderoso según sea la ocasión, aparece como una decena de veces a lo largo de la obra… También se reconoce perfectamente a los chicuelos tocando zambombas, panderos y cantando villancicos, a la hija acercándose al teclado del viejo órgano… En una palabra, no voy a contaros que en el minuto tal y tal entran los chiquillos, ni que Maese Pérez fallece en el momento tal y cual, etc. Es sencillo y divertido reconocer lo que va pasando escuchando la obra ahora que conocéis el argumento, y os emplazo a hacerlo.
Y, por echar de menos algo en la obra, echo de menos que en el tema de Maese Pérez no use Julio Gómez el órgano de tubos de verdad[3] junto con la orquesta (Mahler, Strauss u Orff lo habían hecho muchas veces antes), pero si el autor escribió la obra pensando en tocarla en las salas de conciertos de la España de 1940… no me extraña que descartara el órgano. ¡Casi no había salas, como para encima tener que tener un órgano en ella!
La obra dura en total unos veintitres minutos, así que está partida en tres trozos, en tres videos… pero no os preocupéis, los puntos de partición han sido cuidadosamente elegidos por el subidor del video en los puntos de inflexión de la obra, cuando hay un silencio de algunos segundos que permite fácilmente dividir la pieza sin estropear nada… No obstante, es conveniente, como siempre, cargar previamente los tres videos para verlos sin interrupción.
Espero que os guste. A mí, me encanta.
Aquí está el primero de los videos:
Éste es el segundo:
Y aquí está el tercero y último:
La única grabación que existe de esta obra, junto con todo el resto de obra sinfónica de Julio Gómez, es la citada de José Luis Temes con la Orquesta de Córdoba, en un CD doble. Así que no hay mucho, ni poco, donde elegir: son lentejas. Pero es un gran disco, os lo aseguro: no sólo Maese Pérez el organista es una obra magnífica, sino que todo el resto de obras son muy bellas… y tiene un precio muy razonable.
Aunque pensé en un principio que la obra estaba en Spotify, y así lo decía en el artículo en el momento de ser publicado… pues no, no está. Hispa me ha avisado amablemente, así que actualizo el artículo para decir que no, que no hay música alguna de Julio Gómez en Spotify, al menos de momento. Una lástima, sí.
Me gustaría, ahora, deciros lo de siempre: que mucho mejor en directo, que no se parece en nada a escuchar la obra en un estereo y bla, bla, bla. Pero teniendo en cuenta que en los últimos cincuenta años esta obra quizá se haya programado una vez (la que tuve la suerte de presenciar) o quizás dos, siempre de la mano del maestro Temes… pues me parece que vais a tener que conformaros con el disco de momento. En esto, me considero un privilegiado: yo la he oído en directo una vez. Se lo contaré a mis nietos…
Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.
- Sorprendentemente, la única página sobre Julio Gómez en la Wikipedia reside en la Wikipedia… ¡holandesa! Sorpresas te da la vida… [↩]
- Por cierto, el bisojo organista presuntuoso que tanto éxito tuvo en Santa Inés este año fue pitado, porque, más que un concierto, lo que dio fue “una cencerrada”… [↩]
- Imita, más o menos, el sonido del órgano con la orquesta. [↩]
The Historia de un ignorante, ma non troppo… Maese Pérez el Organista, de Julio Gómez. by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 12 } Comentarios
Siento decirte que el enlace que has puesto a Spotify no corresponde a ningún disco de ellos, sino a un archivo de música de tu propio ordenador que tendrías indexado en tu cuenta. Lástima.
@Hispa: Pueees… Tienes razón.
Resulta que cuando pides buscar en Spotify algo, no sé muy bien por qué, busca también en iTunes. Yo tengo el disco en iTunes, lo ha encontrado allí, no me di cuenta de que era un enlace a mi propio iTunes y no a Spotify… y pluff. Intentaré que no me vuelva a pasar en el futuro.
En realidad, no existe esta obra ni ninguna de Julio Gómez en Spotify. ¡Ya me extrañaba a mí…! Lo siento. Al menos, está youtube, donde está con bastante calidad para lo que es normal allí. Luego corrijo el texto del artículo.
Gracias por la información.
Hola! Siento haber descuidado tu deliciosa serie, me podrías mandar un e-mail con el CD por megaupload? Tiene mucha calidad, el fraseo entre instrumentos es sublime y es tranquilita lo cual me gusta (al prinicipio), luego animada y maravillosa. Gracias por compartir
Algo te digo…
Saludos
Mac
¿Puedo utilizar tu delicioso resumen de la obra para editar la entrada de la Wikipedia? La verdad es que es mucho más rico que la propia entrada, pero supongo que estará protegido bajo el Copyright de esta página… ¿me autorizarías a hacerlo?… ¿lo editarías tú mismo cediendo los derechos a la wikipedia?
Antonio: Tienes, por supuesto, todo mi permiso para tomar todo lo que desees de este artículo (o de cualquier otro mío) para mejorar la Wikipedia, para publicarlo donde desees o lo que quieras, siempre que sea sin ánimo de lucro (y si lo es, no creo que me importara tampoco, pero ahí habría que hablar con el dueño de la página, que es Pedro).
Particularmente, yo disfruto escribiendo sobre lo que conozco y darlo a conocer a quien esté interesado… No sólo no me importa en absoluto que se usen mis pobres palabras en cualquier otro lugar, sino que me siento orgulloso de que así sea.
Gracias, en cualquier caso, por preguntar. Es un detalle…
Saludos
Mac
No hace falta ninguna mi permiso absolutamente para nada: el contenido de Mac es suyo y sólo suyo, y lo único que hay aquí es una versión que publicamos con su permiso bajo una licencia Creative Commons… Mac puede hacer lo que le plazca y dar permiso a quien le dé la gana para lo que quiera Eso sí, me alegro de que su trabajo se reconozca, que esta serie no recibe la atención ni la admiración que merece, porca vida…
Hola Macluskey. Muchas gracias por tus comentarios. Soy una nieta de Julio Gómez y desde luego mi abuelo me parece un genio que casi no conoccía hasta las gravaciones. Verso gravó hace poco sus canciones interpretadas por Anna Tonna, mezzosoprano y Jorge Robaina al piano, por si a alguien le fuera de tu interes. Creo que a mi abuelo lo definiría como cercano, con una música que puede llegar muy bien al público que es una pena que no le conozcan
@Angeles: Gracias por tu comentario. Ha sido un placer dar a conocer en la medida de mis pobres medios a un autor tan desconocido como magnífico, y además, español… Qué pocas obras de autores españoles se programan hoy en día…
Hola, estaba buscando ideas para escuchar dentro de la magnífica serie de Mac y me he parado en la entrada de Maese Pérez. Lo primero que he hecho ha sido buscar en Spotify… et voilà!
http://open.spotify.com/track/0zLlCC7SWbf6DzppFIhECL
spotify:track:0zLlCC7SWbf6DzppFIhECL
Dejo los enlaces que he podido copiar desde spotify por si se puede editar el artículo original e incluirlos.
Saludos.
Caramba, qué gran noticia. No sólo está Maese Pérez, sino el disco completo de Julio Gómez grabado por José Luis Temes y la Sinfónica de Córdoba.
¡Que lo disfrutéis!
Gracias, Gabriel!
Ahora mismo si que hay una versión en spotify (de hecho la única que dices que ha sido grabada, la de Temes con la orquestra de Córdoba, solo poned “Maese Pérez el Organista” y deberia saliros
Roger
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