Por fin llegamos al punto de la historia en donde se formaliza el estudio de la naturaleza, que por entonces se llamaba Filosofía Natural y que hoy denominamos Física. Más que “formalizar”, convendría decir que recibe un gran impulso, mejor dicho, un gigantesco impulso, desde Copérnico hasta Newton, durante los siglos XVI y XVII.
Este bum científico, que ha sido considerado por muchos como el más importante de la historia, revolucionó la forma de entender el mundo y nuestro lugar en el Universo. Como principal figura en este escenario, el omnipresente inglés Isaac Newton (1643-1727), desarrolló –entre otras cosas– una explicación matemática sólida para el movimiento de los cuerpos y sus interacciones, además de la Ley de la Gravitación Universal.
Un contemporáneo de Newton, fue el alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) –de muy interesante pensamiento–, que estuvo enfrentado con el inglés, por varios motivos, como fue la disputa por quién había descubierto primero el Cálculo Infinitesimal, y otros aspectos físicos y filosóficos interesantes, como la naturaleza del tiempo y el espacio: si éstos son absolutos o racionales, si son objetivos o subjetivos, por ejemplo, si dependen de los cuerpos y movimientos o son independientes de ellos, entre otras cosas, que explicaremos en este artículo.
Antes que nada, un breve repaso: en las últimas entradas de esta serie estuvimos hablando de la riquísima reflexión de Aristóteles sobre el tiempo, que defendía cuestiones como la continuidad, es decir, la infinita divisibilidad del tiempo, la no temporalidad de los ahoras y la necesidad del movimiento y del sujeto consciente. Además echamos un vistazo a cómo cambia el concepto de tiempo y el de eternidad, con la aparición del Cristianismo, y cómo se plantea un tiempo lineal. Ahora sí, empecemos con el tema de hoy.
- Isaac Newton. Pintura de Godfrey Kneller.
Ocasionalmente, encontramos en algunos textos afirmaciones como “tanto Aristóteles como Newton concebían que el tiempo era algo absoluto; los dos compartían la misma concepción del tiempo”, lo cual es algo totalmente errado. Aunque estos dos personajes estuvieran de acuerdo con la naturaleza ‘homogénea’ del tiempo –es decir, que siempre transcurre al mismo ritmo–, diferían en un montón de aspectos.
Como vimos, Aristóteles decía que sin movimiento, sin cambio, no hay tiempo, y por tanto definía a éste como la medida del movimiento, agregando la condición de la necesidad de un alma que perciba el cambio: si nadie lo percibe no se puede decir que exista como tal. Pero Newton afirmó que el tiempo es algo puramente objetivo y físico, que fluye sin relación con nada externo. Sería, junto con el espacio, como un gran contenedor del acontecer físico, que fluiría independientemente de si hay cambio o no lo hay, o si hay sujeto o no. Es decir, que el tiempo no es la medida del cambio ni de ninguna otra cosa, aunque vulgarmente utilizamos algún movimiento –el de las agujas de un reloj, el del planeta, el de las estrellas, etc.– que nos dan una noción relativa del tiempo, y que usamos en vano para intentar aprehender lo que en verdad es el tiempo, el tiempo absoluto.
De este modo, este inglés se encarga de diferenciar el tiempo absoluto y verdadero, del relativo y vulgar, en su obra Principios Matemáticos de la Filosofía Natural:
El tiempo absoluto, verdadero y matemático, en sí y por su propia naturaleza sin relación a nada externo fluye uniformemente, y se dice con otro nombre “duración”. El tiempo relativo, aparente y vulgar es una medida sensible y exterior, precisa o imprecisa, de la duración mediante el movimiento, usada por el vulgo en lugar del verdadero tiempo; hora, día, mes y año, etc. [...] Es posible que no exista un movimiento uniforme con el cual medir exactamente el tiempo [absoluto]. Todos los movimientos pueden ser acelerados o retardados, pero el flujo del tiempo absoluto no puede ser alterado.
Si el tiempo es homogéneo, quiere decir que cualquier parte que tomemos de él, debe ser exactamente igual a cualquier otra de la misma duración. Entonces, el tiempo no podría haber tenido origen ni fin, ya que esos límites romperían con la naturaleza homogénea del tiempo. El tiempo debió existir desde siempre y por siempre, independientemente de cuándo Dios decidiese crear al Universo (entendamos “Universo” por materia, en este caso); lo mismo sucede con el espacio. El tiempo absoluto, entonces, se extiende desde el infinito hasta el infinito, sin relación alguna con los objetos.
Galileo Galilei había demostrado que no existen los movimientos absolutos, sino que éstos son relativos. Esto quiere decir que si alguien está en movimiento uniforme –velocidad constante– por ejemplo en un barco, desde su punto de vista, no existe forma de comprobar si en verdad está en movimiento o se encuentra ‘fijo’. Newton no niega la relatividad del movimiento, pero sí la del tiempo y del espacio. Como vimos, al tiempo relativo lo llama vulgar, y dice que es el tiempo subjetivo intuitivo que tenemos habitualmente, por ejemplo, cuando algunos días nos parecen brevísimos y otros muy largos, lo cual no es sino producto de la percepción psicológica de las cosas que nos rodean. En realidad, estamos sometidos a un constante tic-tac-tic-tac que subyace en todo el Universo, independientemente de lo que percibamos.
En la física iniciada por Newton, el tiempo cumple el papel de ubicar y ordenar los sucesos de manera fija, como si el Universo fuese una larga película de video en donde los acontecimientos nunca pueden ser alterados. En lo que respecta a cuestiones más metafísicas, Newton señala que si el espacio y el tiempo son infinitos, eternos, omniscientes, tal como los atributos de Dios, cabría considerar que, de hecho, el espacio y el tiempo no son nada menos que los “sentidos de Dios“.
Por la misma época, Leibniz –quien desarrolló el sistema binario, inventó la tercera máquina de calcular de la historia, entre muchas otras cosas– se encargaría de reducir toda esta concepción hasta el absurdo, adelantándose tres siglos, a la teoría de la relatividad de Einstein –de la que hablaremos en las próximas entradas– y a la física de partículas.
Para Leibniz, el tiempo es algo puramente relativo, ideal (ya habíamos hablado del concepto de idea), relacionalista, y local. No es que haya un ritmo universal de tiempo; el tiempo es local en cada acontecimiento. Esto quiere decir que el tiempo no es independiente de las cosas materiales, sino todo lo contrario: sin materia no hay sucesos, sin sucesos no hay tiempo. Si queremos entender qué argumentos utilizó este filósofo para desmontar la tesis de Newton, tenemos que mencionar los tres principios fundamentales de su filosofía:
- Principio de razón suficiente: ningún hecho puede ser verdadero o existente, sin que haya una razón suficiente para que así sea, y no de otro modo. Es decir que todas las acciones, todos los acontecimientos que existen y existieron tienen una razón por la cual son; si no la tuvieran, no podrían existir. Por ejemplo el mundo, la vida, etc. (Lo abreviaremos PRS)
- Principio de perfección: afirma que Dios eligió la mejor de todas las infinitas posibilidades alternativas con las que contó para crear nuestro mundo. Es decir que de todos los mundos posibles, el nuestro es el mejor. (Lo abreviaremos PP)
- Principio de identidad de los indiscernibles o Ley de Leibniz: dice que no existen dos cosas que puedan ser exactamente iguales, que puedan ser indiscernibles, ya que aun teniendo las mismas características, no dejan de ser dos cosas. Por ejemplo si decimos que esta letra A es exactamente igual que esta otra letra A, estamos equivocados, porque aunque sean iguales cualitativamente, no son la misma cosa. (Lo abreviaremos PII)
Este último principio nos da una clara pista de que no es posible que el tiempo sea absoluto. Si decimos que todas sus partes son iguales, es decir, que es homogéneo, estaríamos violando este principio, porque dos intervalos pueden ser exactamente iguales, pero siguen siendo dos cosas, por lo tanto, son diferentes. Entonces cada “parte” del tiempo debe ser totalmente diferente a las demás, como si el tiempo se fuese renovando constantemente.
Por otro lado, si el tiempo se extendiese desde infinito hasta el infinito, Leibniz preguntó: ¿contó Dios con una Razón Suficiente para crear el Universo en el momento (y en el lugar) en que lo hizo y no en cualquier otro? Si el tiempo es totalmente homogéneo no hay nada que indique que un momento sea especial, ni un espacio especial. Por lo que siguiendo la descripción de Newton, Dios no pudo contar con ningún motivo para elegir algún momento ni lugar en donde hacer su creación, lo cual, según el alemán, es inaceptable. Newton argumentaría que la voluntad de Dios ya es razón suficiente, y que no tiene sentido el cuestionamiento. Pero el Leibniz no podía aceptar de ninguna manera que una voluntad fuera una razón — “todos los acontecimientos deben tener una razón suficiente para que así sean, y no de otro modo”, es decir, no podía asumir que las decisiones de Dios fueran simplemente caprichos.
De modo que si Dios tuviera una razón suficiente para elegir un punto determinado en el tiempo, se estaría declarando que no es homogéneo, sino que consta de partes discernibles, tal como plantea el PII. De este modo, las reflexiones de Leibniz indican que el tiempo no puede ser absoluto.
¿Y qué dice el PP? ¡¿Que nuestro mundo es el mejor de todos los mundos posibles?! A primera vista, parece un poco ingenua esta reflexión. Con tanta maldad rodeándonos, ¿cómo puede ser nuestro mundo el mejor? Por un lado se podría pensar que Leibniz es bastante optimista, que rescata lo bueno, lo que hace que existamos. Dice que Dios, como sabio es, analizó las infinitas posibilidades que tenía para construir un mundo, y eligió la mejor. Plantea que la maldad, es un ingrediente esencial para que el mundo sea, en efecto el mejor. Por ejemplo, si el león mata y come a la cebra, se puede pensar que el león es el malo. Pero si no la matara, no tendría alimento y moriría, y no sólo eso; las cebras se multiplicarían a un nivel enorme, y comerían toda hierba desertificando los paisajes y dejando sin alimento a otras especies, incluso a la suya misma, etc. Esto es sólo una metáfora, y no cuesta demasiado aplicarla a todos los aspectos de este mundo.
Leibniz manifiesta que todo está en perfecto equilibrio, que lo bueno necesita de lo malo, y que esto fue meticulosamente planeado por Dios logrando lo que él llama armonía preestablecida, que más abajo veremos cuán importante es en el tema del tiempo.
Definió al tiempo como las relaciones de los sucesos: sin acontecimientos físicos, no tendría sentido afirmar que el tiempo fluye. A su vez, los acontecimientos necesitan de las substancias materiales para tener lugar. En consecuencia, el tiempo es relacional: se relaciona totalmente con la materia y depende de ella; si ésta no existiese, entonces no tendría sentido hablar de tiempo. El tiempo queda así definido como una abstracción mental, como algo ideal, aunque sean reales las relaciones que producen esa construcción mental (la materia).
Sin embargo, el tiempo no es el orden de sucesos cualesquiera, sino de los medidos localmente desde un marco de referencia. Sí, Leibniz introduce la noción del marco de referencia que hace que cada observador tenga una línea de tiempo propia, y ya no hay un tic-tac-tic-tac válido para todo el Universo, sino que cada observador puede medir un orden de sucesos, con distintas características que otro. Por lo tanto, decir que si dos sucesos son simultáneos para alguien, así también para cualquiera, es algo incorrecto. (Curiosamente estas reflexiones de Leibniz se adelantan a la Teoría de la Relatividad).
Como si esto fuera poco, Leibniz propone que el Universo está compuesto por unas unidades infinitamente pequeñas que llama con el nombre de mónadas (que se puede traducir como ‘unidad‘), de las que podríamos hacer una analogía con las partículas físicas elementales, como el electrón, el fotón, etc. Estas mónadas, carentes de pares, son totalmente diferentes unas de otras –en virtud del PII– y constituyen toda la materia del Universo, incluso a tí y a mi. Pero lo verdaderamente interesante de este asunto es lo siguiente: cada mónada es como un pequeño mundo, que tiene un “programa interno” de infinitos pasos, que le indica todos los movimientos y cambios que debe realizar durante su existencia. Es decir, que en un principio Dios realizó la ‘programación’ de todos los sucesos que le deberían ocurrir a cada substancia individual, a cada mónada.
De modo que cada mónada sabe qué movimientos debe realizar en cada momento específico. Tú crees que ahora estás leyendo esto. Pero en realidad, son las mónadas que forman tu cuerpo, las que se mueven de una manera preestablecida, y producen la ilusión de que tu creas que estás pensando y razonando esto. Por ejemplo, levanta la mano, por favor. Tú crees que a causa de que te estoy indicando esto, decides levantar la mano. Pero lo que está sucediendo es que las mónadas de tu cuerpo realizan los movimientos que tenían programados, para llevar a cabo en este momento.
Esto quiere decir que, por más que creamos que tenemos voluntad para decidir algo, en realidad estamos siguiendo los movimientos que nuestras partículas tenían ya preestablecidos. Supongamos que presenciamos un choque automovilístico. Un automóvil A se estrella contra otro B. Afortunadamente no hay heridos. Pero los dos vehículos quedan destrozados. Desde nuestro punto de vista, podemos decir que “a causa del choque, los autos fueron destrozados”. Estamos estableciendo una relación de causa y efecto. Pero si le preguntáramos a Leibniz qué ha sucedido nos respondería algo así: “no hubo ningún contacto ni relación de causa-efecto entre los coches A y B. Lo que ha ocurrido es que las mónadas que conforman esos autos [sí, acertaste] tenían programado moverse de determinada forma en ese momento, logrando que nosotros veamos abolladuras, rupturas de ventanillas, etc.”.
¿Qué extrae este filósofo de todo esto?
- Que no existe la causalidad, es decir que no hay causas que originen efectos, eso es sólo una ilusión. Todas las partículas tienen sus movimientos preestablecidos.
- Que cada mónada tiene un tiempo propio, su propio marco de referencia. Habíamos dicho el tiempo era el orden de los sucesos, o de los cambios. Como cada mónada está aislada del resto, sigue su propio orden de cambios, su propio tiempo. Si el tiempo de una de ellas se detuviese nadie se percataría por ello. Por tanto, como hay infinitas mónadas, hay infinitas ‘cintas métricas de tiempo’, y es absurdo considerar un tiempo que valga para todo, un tiempo absoluto.
- Que el destino está escrito. Cada mónada contiene dentro de sí el programa, nada más –ni menos– que el futuro.
- Que la voluntad es una ilusión. Sólo seguimos movimientos preestablecidos.
De la misma forma que sé que no le crees ni una palabra al pobre Leibniz, en su época también fue rechazado. Durante sus múltiples disputas con Newton –como la hablada aquí–, al inglés no le faltaron aliados que defendieran sus ideas. Te puedes imaginar a que un hombre tan revolucionario y con tan buena reputación como Isaac, nadie se atrevería contradecirle. Otra cosa que me llama la atención es que también Leibniz criticó la acción instantánea de la gravedad de Newton. Afirmaba que es una proposición sin sentido. Y como bien supones, fue considerado difamador.
Pero la historia habla, y dice que el equivocado finalmente era Newton. (Bueno, Leibniz también, pero estuvo más acertado que el inglés). Ya que con la aparición de un, un, eh… la verdad es que no encuentro palabras para describirlo; un extraterrestre, digamos, llamado Albert Einstein, se iniciaría una verdadera Revolución a partir del siglo XX –en mi opinión, la mayor en la historia de la humanidad– sobre los conceptos más intuitivos y que creemos conocer bien: el tiempo y el espacio. Resucitaría de este modo la consideración relativa de Leibniz, dejando a un lado una falsedad que intuitivamente aceptamos: el tiempo absoluto de Newton, como próximamente veremos.
Pero antes, en la siguiente entrega de la serie, hablaremos acerca de la Crítica de Kant.
The Eso que llamamos “Tiempo” – Newton vs. Leibniz by Lucas Gabriel Cantarutti, unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 34 } Comentarios
Excelente descripción, Lucas.
Yo había leido bastante sobre Newton, Leibnitz y las agrias polémicas que mantuvieron (la más conocida, sobre la invención de los infinitésimos que dan origen al Cálculo, que en el caso de Leibnitz son la consecuencia lógica de sus mónadas), pero jamás nadie me había explicado (ni de palabra, ni leyendo) sus diferentes concepciones del concepto del tiempo, lo que tú expones con tal claridad.
Mi más cordial enhorabuena.
Gracias Macluskey. Resulta que, efectivamente, fueron tantos los enfrentamientos entre estos personajes, que la figura de Lebniz fue aborrecida hasta el hartazgo, en aquella época. Los últimos años del alemán no fueron para nada gratos, y luego de su muerte, no se eligió ningún monumento en su memoria, y su filosofía fue dejada de lado por siglos. Pero hoy vemos que su concepto de tiempo es más cercano al de Einstein que el del Newton; por eso me pareció interesante hablar de él. Saludos a todos.
Yo también lo he disfrutado como un enano. ¡Excelente!
En un documental sobre física se decía que Isaak Newton no era precisamente un dechado de virtudes. Insinuaban que con su influencia y malas artes hizo todo lo posible para agriar los últimos años de vida de Leibniz.
También se explicaba que Newton descubrió el Cálculo antes que Leibniz, pero sin publicitarlo. Y que después se dedicó a intercarbiar cartas con Leibniz en las que le picaba con preguntas que hicieron a éste concebir también el cálculo. Finalmente ambos se disputaron el honor del descubrimiento. Una teleserie, vamos.
@Lucas
Tu trabajo es sencillamente fantástico. He leído en el foro que te habías saltado un artículo porque te parecía que no despertaría interés. Por favor, no nos escatimes tu calidad. ¡Publícalo! (es una sugerencia)
Quien no quiera leerla que no la lea, pero los que estamos interesados en la filosofía y en el escurridizo concepto del tiempo apreciamos tu trabajo de un modo que ni te imaginas.
Muy buen artículo, como de costumbre.
Es curioso que a veces pase el tiempo más rápido o más lento, igual de curioso que cuando hablamos de “personas adelantadas a su tiempo” o “extraterrestres” (como has calificado a Einstein).
@Pedro, me da mucho gusto que lo hayas disfrutado, gracias a ti por publicarlo.
@Mazinger, primero te agradezco por tu aprecio y ¡esta bien, lo voy a hacer al artículo ese, ya son demasiados votos! La principal razón por la que sigo escribiendo (y lo hago casi todos los días) es por el apoyo que me dan ustedes, que lo aprecio de verdad.
@Sergio, a ti también te agradezco y te comento que estoy pensando (ahora que se vienen la serie de psicología), incluir un artículo más para hablar un poco qué pasa en nuestro cerebro para que sintamos “tiempos rápidos” y “lentos”… Pero eso sí, será bastante más adelante ¡Ahora estamos en el siglo XVII!
Saludos a toda la comunidad, y ¡no sean temerosos en comentar! Si no comentas porque no entendiste nada en algún artículo, o porque te parece aburrido ¡no dudes en decírmelo!
Creo que en el cuarto párrafo, en enlace ” con la aparición el Cristianismo, ” debería ser ” con la aparición del Cristianismo, “, osea del en vez de el.
Lucas, soy uno más que se alegra muchísimo de que hayas aflojado ante la presión fuerte de todos nosotros. No te hago aquí ningún comentario del artículo, porque si vas al foro en el hilo que abrí sobre las dudas de lo que la física puede medir, te vas a encontrar con algo salido de este artículo brillante como todos y espero que sigas así.
Veo también que estás cocinando algo sobre lo que pasa en el cerebro para sentir tiempos rápidos o lentos, yo también estoy escribiendo algunas entradas sobre psicología (la memoria) y pensaba desarrollar ese tema pero lo dejo para que tú lo desarrolles. Puede ser que yo diga alguna cosa al pasar, pero nada más. Un saludo y felicitaciones.
Creo que me expresé mal en una cosa, el tema de la memoria es el que voy a desarrollar y te dejo lo del tiempo. Releyendo me pareció que te podías confundir, y peor todavía porque yo te hablo desde el siglo XXI y vos todavía estás en el siglo XVII…!!!?
@Brigo, tienes razón, ahora lo corrijo, ¡gracias!
@Gustavo, la verdad es que me dejas sorprendido por los razonamientos tan elaborados que extraes de mis artículos, y eso me pone muy contento. Cuando disponga de un ‘tiempo’ que se ancle a las circunstancias que planteas, te responderé. Gracias por el apoyo. Respecto al tema de la psicología, me parece fantástico que desarrolles algo sobre la cuestión de la temporalidad. En todo caso, nos ponemos en contacto por mail y elaboramos alguna entrada en conjunto, si así prefieres, claro. Pero el problema es que, como bien dijiste, aún estoy en el siglo XVII con Newton, y tengo algunas dificultades como por ejemplo para transportarme (aún tengo que esperar casi un siglo hasta que se invente la máquina a vapor), en fin, cuanto llegue al siglo XX y XXI estaré en forma como para publicar algo sobre el tiempo psicológico.
Saludos a todos.
Y otro más en un p.árrafo pequeñito: “no pode ser absoluto.” debe ser puede, supongo que con buscar/substituir no será difícil de encontrar.
Me ha parecido un gran artículo, y Leibniz me ha decepcionado un poco por que llegase a donde llegase con sus deducciones las bases son cuanto menos … poco científicas.
Tampoco te creas que rascar un poco en la vida de Newton ha sido mucho mejor. Sus mayores contribuciones a la física las hizo de joven, ¿que hizo el resto del tiempo? intentar convertir el plomo en oro.
Y ya para acabar (a ver si Pedro me pone en nómina como editor ), hay un ‘vos’ por ahí que no concuerdan con varios ‘tu’s que también aparecen.
Brigo, me doy por aludido y vale. Ocurre que Lucas y yo somos vecinos territoriales (Argentina y Uruguay respectivamente – consta en nuestros perfiles) y el “vos” es por estos lugares un localismo que por más datos viene de la época colonial, cuando con espíritu satírico los hijos de los colonos españoles comenzaron a utilizar el “Vos” de trato nobiliario con sentido de familiaridad para el tuteo. Así, “vos” se convirtió en sinónimo de “tú” por estas tierras al sur de América. De manera parecida, “andad” pasó a ser “andá” y “venid” en “vení” y muchos casos parecidos al conjugar verbos tuteando. También “vosotros” no se usa y en cambio decimos “ustedes”. Etc. Pero como en España todavía se conserva la usanza académica, y este es un sitio donde según veo la mayoría son españoles, salvo esta última comunicación directa a Lucas prefiero siempre expresarme en forma más castiza para que vosotros (ustedes) en mayoría les sea más comprensible. Un saludo y fue muy buena tu observación.
@Brigo, no entiendo qué espera Pedro para convertirte en editor (por lo menos en la parte ortográfica y gramatical), ¡qué ojo tienes! Ahora lo corrijo, ¡gracias de nuevo! Pero en lo segundo, lo del ‘vos’ voy a decir lo mismo que dijo Gustavo. En realidad, yo tendría que escribir todo el artículo con ‘tenés’ en vez de ‘tienes’, con ‘hice’ en vez de ‘he hecho’, con ‘voy a hacer’ en vez de ‘haré’ y con ‘vos’ en vez de ‘tú’, como se usa en Sudamérica. Pero consciente de que lo que escribo deberá resultar cómodo para cualquier lector, trato de mezclar coherentemente (en lo posible) las diferentes derivaciones territoriales de este idioma. Por ejemplo si yo te digo “vale, vosotros habéis entendido lo que os he dicho” te puede resultar una frase de lo más habitual. Sin embargo en Argentina, por ejemplo, nadie, nunca, jamás emplea esas conjugaciones, sino que dirían algo como “bien, ustedes entendieron lo que les dije”. Pero como ambos son simétricos e intercambiables, son como dos sistemas inerciales en Relatividad ¿Quién tiene razón? Los dos, y la pregunta no tiene sentido.
@ Gustavo/lucas,
Creo que a Brigo no le ha extrañado el “vos”, sino la mezcla de “vos” y “tú” en un mismo artículo.
Y lo de “Los dos, y la pregunta no tiene sentido” me ha llegado. Veo que te ha dejado huella, me siento honrado
Así es Pedro, por eso dije que trato de mezclar en lo posible, de modo que sea cómodo para cualquiera. Pero entiendo que el “tú” es más extendido en los territorios de habla hispana (y es el que seguramente enseñan en clases de idioma), así que voy a cambiar el “vos” por éste…
Respecto a lo segundo, sí , de todos los textos que he leído sobre Relatividad, los tuyos me parecen especiales y me han marcado mucho. Te felicito nuevamente por tu grandísima capacidad para explicar ¡y porque hayas decidido crear elTamiz!
Saludos a todos.
danielplans,
Estoo… borrando comentarios de enlaces, me he emocionado demasiado y he borrado tu comentario en esta entrada por error. ¡Lo siento!
Enhorabuena. Le está quedando una serie estupenda.
Como lo mío son las matemáticas, conocía bastante bien las ideas de Leibniz sobre cálculo infinitesimal e integral. Que, efectivamente, son las de Newton pero con una notación “para seres humanos” que ha hecho fama, y es la que se usa comúnmente. Podría argumentarse que, al menos en este sentido, ganó la batalla sobre la prioridad del cálculo.
Sin embargo, sobre sus ideas filosóficas no tenía muchas referencias, y me ha dejado bastante interesado todo lo que acabo de leer. Con ganas de más, pero… ¿dónde hay más? Es decir, ¿Me puede recomendar algún libro en el que se profundice en esta concepción filosófica? ¿Quizá el propio Leibniz escribió algo en su momento?
En fin, espero su respuesta. Pero, por favor, si las lecturas sobre Leibniz van a ser tan insoportables como los Principia, avíseme para estar preparado
Ah! Y en cuanto a la discusión sobre el dialecto correcto del castellano, le animo a utilizar todos los americanismos que quiera. No se preocupe, los españoles le entenderemos sin problemas, y para mi gusto, hablan ustedes mejor.
Dadá, la mejor bibliografía que te puedo recomendar es “Monadología” del propio Leibniz. En realidad, él escribió muy pocos libros, y la mayoría de su filosofía se encuentra en ensayos breves como ése. Monadología es considerada como una de las obras más importantes de Leibniz, si bien no son más de 15 páginas. Con respecto a su filosofía del tiempo, el espacio, el vacío, la gravedad, etc., no está en ningún libro ni ensayo, sino en cartas que se estuvo mandando con Newton y Clarke durante varios años, que por cierto fue un destacado y apasionante debate. Principalmente discutió con Clarke, que defendía las ideas de Newton. Busca en google “Leibniz – Clarke correspondence”.
Espero que sea de tu interés. Saludos y gracias por el comentario.
Ok, gracias.
Me lanzo a la búsqueda.
Los razonamientos del Leibniz ese, aparte de poder llegar a conclusiones tan avanzadas como la relatividad del tiempo, me recuerdan a las eternas discusiones que ha habido entre teólogos a favor o en contra de LA PREDESTINACIÓN y el LIBRE ALBEDRÍO.
Yo no creo en la predestinación. Pienso que desde fuera del universo (la eternidad) SÍ se puede saber el final de la película, pero eso NO implica que los actores no poseen libre albedrío y voluntad propia. ¿Cómo? ¿Por qué?
Toda la materia/energía (o incluso el mismo vacío) de la que está compuesta el universo, cada una de esas “partículas” es en sí una pequeña gran máquina, con un programa que define su comportamiento y su forma de interactuar con otras partículas.
Con este planteamiento así podríamos llegar a la conclusión de un universo determinista y por lo tanto PREDESTINADO. Pero resulta que estas partículas tienen una naturaleza borrosa, que nos lleva a la conclusión de que no podemos predecir su próximo estado con total confiabilidad, sino sólo podemos llegar a una aproximación que no es más que una PROBABILIDAD.
Esta extraña naturaleza sería la que posibilita el libre albedrío, la no predestinación de las cosas, y la mayúscula decepción de Einstein de que Dios “sí juega a los dados” y que aunque conozca el resultado, deja que seamos nosotros quienes juguemos la partida y tomemos nuestras propias decisiones.
¿Por qué borrosa? ¿Será por la cuantización del espacio y del tiempo, que hace que ciertos cambios en las partículas no sólo se produzcan en la parte “real” del universo sino también en una parte “compleja”? ¿Será que nos faltan dimensiones? ¿Será que las dimensiones sólo son un instrumento matemático que nos permite poder “operar con”/”comprender” el entorno que nos rodea?
Perdón si se me va mucho la olla y no soy NADA científico, pero aveces creo que debe tratarse de todo un arte: combinar los razonamientos con los sentimientos de una forma EQUILIBRADA (¿a ver si nos vamos a creer que la ciencia surgió únicamente de la razón a expensas de los sentimientos? (http://eltamiz.com/elcedazo/series/%C2%BFque-es-la-ciencia/ (gracias Awaka)))
No puede ser, en verdad no puedo terminar de creerlo…. No soy siquiera estudiante de Física y jamás había escuchado nada en absoluto sobre Leibniz, pero siempre había pensado lo mismo con lujo de detalles al pensamiento de este señor, no puede ser que sea tan igual lo que pensé a lo que expuso este señor hace tanto. Es curioso pero lo comentaba muy poco ya que realmente siempre me había parecido un poco ridículo hablar de todo programado y en mónada (cuando lo trataba de explicar yo siempre decía unidad mínima). La forma más práctica en que yo lo explicaba cuando hablaba de estos temas era con un software de desarrollo de animaciones donde cada objeto (mónada) recorría sus frames (tiempo) haciendo lo que ya estaba estipulado para cada uno, con la variante de que si tomábamos como referencia ese objeto o un conjunto de objetos y los “acelerábamos” (más frames en menos tiempo) y luego nos deteníamos, nos encontramos con que esos objetos se encontraban en el futuro de la animación y para ellos solo recorrimos unos cuantos frames (menor tiempo) es decir no se traslado en el tiempo, si no que viajo en él.
Bueno es mi forma de verlo y como lo pensaba sabía que tenía relación con la relatividad de Einstein, pero yo siempre hable de acciones estipulados (“todo esta escrito”) que no tiene cabida dentro de nada lógico (¿creo?) y ahora leo que Leibniz pensaba igual.
La verdad me sorprende bastante.
gracias por la información
Me parece que en el segundo parrafo despues de la imagen de Leibniz pusiste “tota” en lugar de “TODA”.
Otro, en el primer parrafo luego de los cuatro puntos que arrancan con el título “¿Qué extrae este filósofo de todo esto?” dice: “nadie se atrevería contradecirle”, supongo que falta una “a”.
Y ya que estoy te hago una consulta. Si esto está ya respondido en algún articulo de El Tamiz o El Cedazo solo enlazame con el que corresponda, o indicame cual es, porque no quiero hacerlos trabajar de mas y ya van un par de veces que hago alguna consulta y luego me doy cuenta que ya estaba la respuesta en algún articulo que yo todavía no había leido. Es que soy muy nuevo. Pero te aseguro que llegué para quedarme!!
Bueno la pregunta es: aparte de todos los problemas que tuvo Leibniz en su vida, ¿no se le vino encima la Iglesia Católica?, porque si yo no estoy entendiendo mal la afirmación de que “la voluntad es una ilusión. Solo seguimos movimientos preestablecidos” es una patada muy fuerte al concepto de Libre Albeldrío.
Lucas, muchas gracias por esta serie, está buenísima y me reí demasiado con los últimos dos párrafos. que logres mezclar humor con textos tan serios e interesantes hace mucho más agradable la lectura.
Estoy muy feliz por haber encontrado esta página. por algún tiempo pensé que era el único a quien le interesaban estos temas, jaja. y como soy jóven es muy agradable que sean tan buenos explicando.
comenzé leyendo las entradas de pedro(relatividad, cúantica, etc) que también están geniales y ahora soy un fan oficial de este blog.
Muchas gracias a todos!
la conclusion que saco hasta aca es que el tiempo es abstracto al igual que todo lo REAL, pero todo esto no es nada facil de ver para nuestra mente humana que actua seleccionando, ordenando y relacionando la cantidad de informacion que recibe; es decir que el tiempo no fluye, no tiene un orden, carece de estructura, es abstracto asi como la materia…pero nuestra mente se encarga de darle un orden a toda esa información………………..(sigo leyendo)
El tiempo es unico y absoluto en el universo,lo que llamamos presente es la linea imaginaria que atraviesa todos los segmentos de “tiempo” de cada objeto, cosa o ser en el universo.
No se puede hablar de micro sistemas para hablar de marcos de referencia eso es ver el arbol y no el bosque,todo fluye hacia adelante,el presente es ese muy pequeño punto del tiempo que va avanzando y en el cual se pueden colocar los diferentes “puntos” de tiempo de cada movimiento de cada particula, cosa,objeto o materia que se este moviendo, en parte newton tenia razòn.
Estás equivocado amigo y en tu afán de colocar al alemán por encima del inglés, lo único que haces es contar la historia de otra manera. De hecho que la concepción o idea del tiempo y el espacio de Leibniz, desde su pensamiento filosófico, tiene una vertiente totalmente distinta a la de Einstein, y no tiene nada que ver con la teoría de la relatividad, de modo que Leibniz no es el precursor – de hace trescientos años- de la Teoría de la Relatividad. Las ideas de Leibniz vienen dadas por su preocupación de las cosas de Dios y cómo él concibe el mundo, con sus mónadas. No me parece honesto que se diga ahora que finalmente en sus disputas el alemán tenía razón o que el inglés estaba equivocado. Esto sí que no es nada serio para un portal que pretende serlo.
Interesante filosofia de Leibniz. Sin embargo importa poco al final. Sabemos quien fue mejor matématico (Newton), quién comprendió mejor las leyes de la naturaleza (Newton) y quién hizo mas aportes a la ciencia (Newton). Vale quizá Leibniz tenía razón en algunas cosas, lo que no quita que la mecánica Newtoniana fuera bella, simple, y que trajerá el mayor progreso en la historia de la humanidad. Con los medios que tenía Newton hizo lo mejor que pudo. Todo eso que pensó Leibniz no deja de ser metafísica medianamente acertada…..pero carecía de medios matemáticos para hacer frente a Newton.
El tema del tiempo es fascinante, y haz hecho un buen trabajo, me ha instruido cantidad. Por favor Lucas, me podrías decir la bibiografia y como llegarle a ella del tratado de Newton, es decir Principia en español, y la de Leibniz?
Me encanto el artículo pero en esos ires y venires del tiempo podrían demostrar que éste no existe sólo como algo subjetivo
La verdad es que después de haber leído 50000 cosas del tiempo, y casi siempre repetidas, de lo último que me quedan ganas es de volver a repetir lo mismo, otra vez, como aquel que tropieza siempre con la misma piedra y jamás aprende la lección. Estamos de acuerdo en que la ciencia necesita corregir y completar su definición exacta de tiempo, pero cada vez que alguien lo intenta es molido intelectualmente a palos como castigo por su arrogancia. Estamos de acuerdo en que hace falta una mente rompedora que saque a la física moderna de sus paradojas y laberintos de la razón, pero cada vez que alguien lo intenta siempre tendrá delante a un oportunista, que se mofará de su atrevimiento porque no es doctor en matemáticas y en física y en filosofía (a la vez), o no es experto en teoría de cuerdas.
¿Y si el problema que mantiene a la física estancada fuera que odia las cosas claras y solo acepta posibilidades complicadas y retorcidas, envueltas por completo en un abstracto matemático, más bello y valioso cuanto menos pistas ofrezca sobre la verdadera realidad? Algún día, algún experimento demostrará la equivalencia entre la velocidad y el tocino, y el grueso de los físicos y allegados asumirán la tontería como una más de las paradojas a las que ya se han acostumbrado, mirando hacia todas partes menos en la dirección en la que apunta el problema.
El espacio y el tiempo nacieron como conceptos abstractos, sin realidad física que justifique propiedades típicas de la materia, tales como masa, elasticidad, forma, tamaño… Cuando Einstein dobló y estiró el espacio y el tiempo, lo hizo porque previamente había ganado la batalla de la relatividad, ignorando el medio de propagación de la luz que tantas dificultades de interpretación estaba causando, un medio para el que sí tenía sentido su realidad física, y sus propiedades. ¿Era Einstein un angelito inocente que de verdad creía en espacios y tiempos curvados? Yo no lo creo…, simplemente radicalizó su elección porque de otra forma se hubiera sospechado que se había hecho dueño de una relatividad que ya tenía el nombre de Lorentz, con un medio absoluto y una consecuencia sobre la medida de la velocidad de la luz, que podía ser variable pero ninguna medida podría distinguir la diferencia. Las transformaciones de Lorentz son precisamente distorsiones de medida (tiempo, masa y distancia) que conducen a medidas invariables en la velocidad de la luz, aunque la verdadera velocidad no tenga nada de constante.
Estrictamente, lo que medimos como espacio y tiempo son realmente propiedades físicas de un medio con realidad física, pero desconocido, un medio que un oportunista denominó espacio-tiempo porque le interesaba, y ese medio está llenando un verdadero espacio abstracto y absoluto, y evoluciona en un verdadero tiempo abstracto y absoluto. Los metros y los relojes miden cosas relativas (por supuesto) que dependen estrechamente de la materia y del vacío que la conecta, pero los verdaderos espacios y tiempos nunca dejarán de ser tan absolutos como imaginaba Newton, así de fácil.
¿Pero de qué sirve un tiempo absoluto y un espacio absoluto si no se pueden medir? Bueno, tampoco se puede verificar la teoría de cuerdas ni los multiversos con tropecientas dimensiones, y ahí están, vendidos como las teorías más elegantes y prometedoras. Yo creo que algún día conoceremos la verdadera estructura del vacío (que será ondulatoria), y seremos testigos de una frecuencia universal que lo conecta todo, seremos testigos de un tiempo absoluto y un espacio absoluto que no se crean y tampoco se destruyen, así de fácil.
2009
Extraño 2009
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