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Eso que llamamos “Tiempo” – Platón y las Ideas




En lo profundo de la historia de la humanidad, nació una palabra y, con ella, la necesidad de un significado, que revoloteó sobre una incontable cantidad de mentes, en busca de hallarlo. Es el día de hoy, que esa palabra continúa en la espera de encontrar una certera definición: ¿Qué es eso que llamamos Tiempo?

En esta serie, ya hablamos de una de las primeras nociones filosóficas sobre el transcurrir, al que se le atribuyeron características Cíclicas; y vimos cómo podría, al fin y al cabo, ser una ilusión, que esconde a la verdadera realidad, donde juega la Eternidad como un no-tiempo, y cómo filósofos como Zenón intentaron demostrarlo a través de ingeniosas Paradojas.

Hoy hablaremos de uno de los filósofos más trascendentes de antigüedad, en pos de desentrañar sus concepciones de este término tan fantasmagórico, que es el tiempo. Por 427 ó 428 a. C. en Atenas, nacía Platón,  autor de una amplísima cantidad de obras en forma de diálogo, tales como La República, Fedro, El Banquete, Timeo, Las Leyes, entre muchas. Fue el discípulo más importante de Sócrates, otro gigante del pensamiento, del cual recibió gran influencia; y fue quien marcaría el camino del desarrollo de la filosofía hasta nuestros tiempos.

De un modo similar a Parménides, de quien también recibió influencias, Platón distingue en la realidad dos mundos separados: el mundo inteligible y el mundo sensible. A las manifestaciones del mundo inteligible, las denomina “ideas”, y las apropia de cualidades como inmateriales, inmutables, eternas, indestructibles, y en fin, nos encontramos con la concepción del Ser de Parménides. Sin embargo, a diferencia de éste, Platón dice que esta realidad constituye el modelo perfeccionista del mundo sensible –el mundo material, sometido al cambio, a la generación y destrucción, etc., es decir, la realidad que percibes con los sentidos, y que resulta no ser más que una copia errada del mundo inteligible–. Esto merece una explicación.

Aristocles, mejor conocido como Platón. Pintura de Raffaello Sanzio.

A esta concepción, Platón denominó Teoría de las Ideas, pero no la enunció como tal, sino que expuso los fundamentos en sus distintas obras, por lo que es la base de toda su filosofía. (Parto de la premisa de que comprendes los argumentos de Parménides, sino, puede que no interpretes correctamente lo que se va a hablar).

Se cree que la gran diferencia entre los primeros hombres y el resto de los animales, fue la capacidad de agrupar las cosas en conjuntos, desarrollando así el lenguaje. Al observar un árbol, por ejemplo, y ver que existen otros objetos similares, decimos que hay muchos árboles. Pero ¿qué es “árbol”? No es un árbol material, ni dos; es el conjunto de todas las características comunes que poseen ciertos objetos que llamamos ‘árboles’.

O por ejemplo, el significado de la palabra “caballo”, no es el caballo en concreto, es la idea que tenemos de la estructura que compone cierto conjunto de objetos, que llamamos ‘caballos’, sin importar su tamaño, color, pelaje, sexo, edad, etc. Porque en definitiva, todos los caballos son elementos distintos, ajenos los unos a los otros, al igual que los árboles, y sin embargo el humano tiene la asombrosa capacidad de concebir las ideas, que engloban a todas las cualidades de cada conjunto de objetos y que permiten clasificarlos. A este tipo de ideas, Platón las llama arquetipos.

Es decir, que las ideas son la esencia de las cosas del mundo sensible –el mundo que percibimos a través de los sentidos–, son la cualidad absoluta que los define; y los objetos del mundo sensible, no son más que un pálido reflejo del mundo de las ideas, es decir, que son conceptos relativos y subjetivos. No hay que confundir las ideas con pensamiento; son cosas distintas. Los propios pensamientos necesitan de arquetipos o ideas que estructuran y definen las cosas o conceptos que son representadas mentalmente. Las ideas, por tanto, son algo superior, que subsisten sean pensadas o no, es decir independientes del sujeto pensante.

Pero esto no sólo sucede con las cosas materiales, sino también por ejemplo con la belleza, la justicia, la virtud, etc. Entonces ¿qué es la “belleza”? Cuando decimos que algo es bello, siempre podremos encontrar algo aún más bello, es decir, que se acerque más al verdadero significado de la ideabelleza’. Un rostro bello, un paisaje bello, cambian, y lo que es bello para uno, puede no serlo para otro: extraemos las cualidades de mutable y relativo. Sin embargo, la belleza sigue siendo lo que es, absolutamente y eternamente, al igual que todas las demás ideas.

Por lo tanto, el verdadero significado de cada cosa, su esencia, sólo la encontraríamos en el mundo inteligible, de las ideas, y nunca en la realidad sensible. Por ejemplo, nunca encontraremos un ‘árbol’: tal vez lleguemos a ver algo que se acerque mucho a lo que es la idea ‘árbol’, pero en definitiva, ese objeto no será un árbol. Se me ocurre graficarlo en una especie de diagrama de Venn, donde tenemos dos conjuntos: la realidad inteligible y la sensible.

ideas1

La flecha tiene ese efecto, para hacer énfasis en que lo que le corresponde al conjunto sensible, es una tergiversación, una copia errada, una imitación burda, de la idea perteneciente al conjunto inteligible. En consecuencia, Platón sabía que no sería nada fácil concebir y entender al mundo de las ideas, ya que nacimos y vivimos en una realidad que sólo nos muestra esas ideas de forma imperfecta, errada, de las que sólo podemos extraer opiniones relativas. En su obra La República lo expresa de la siguiente manera:

Imaginaos una gruta subterránea donde los hombres yacen encadenados, de tal suerte que no conocen del exterior más que las sombras que se proyectan y se mueven en las paredes de la caverna. Supongamos que estos hombres son incapaces de comunicarse sus pensamientos. ¿No es cierto que todos estarían convencidos de que las sombras son objetos reales? Supongamos también, que quitan las cadenas a uno de ellos y le obligan a levantarse y mirar la luz del sol. No podría hacerlo sin dolor y la luz le impediría distinguir los objetos reales de los que nunca vio más que las sombras. ¿Cuál sería la respuesta de ese hombre si le dijeran que lo visto antes no eran más que sombras y que ahora es cuando contempla verdaderamente las cosas por primera vez?

Y decía que algo parecido ocurre cuando intentamos elevarnos del mundo sensorial –del ver, oír, oler, tocar, etc.– en el que nos hallamos ‘encadenados’ por nuestros sentidos, hacia el mundo de la verdad, de las ideas.

Sin embargo, a diferencia de Parménides (que le tenía tanto desprecio a esta realidad sensible, y que afirmaba que es la manifestación del no-ser, es decir que no existe; en contraste con la absoluta, perfeccionista, y verdadera realidad del Ser), Platón llega a la conclusión de que estos dos mundos están íntimamente ligados y no acepta que el mundo sensible sea una mera ilusión. Aunque su ‘nivel de realidad‘, por decirlo de alguna manera, no tenga comparación con el de las ideas, tiene cierta consistencia, que permite que las ideas se manifiesten, al menos como sombras proyectadas por los objetos reales.

Por consiguiente, ahora Platón se enfrenta a un gran problema: ¿en cuál de las realidades ubicar al tiempo? Vimos que el mundo sensible se caracteriza fundamentalmente por el cambio y la transformación, es decir por el transcurrir del tiempo. Pero también vimos que todas las cosas en esa realidad son una vaga imitación de las ideas, del mundo inteligible. Entonces podríamos conjeturar que lo que percibimos como ‘tiempo’ en el mundo sensorial no es más que algo errado de la verdadera idea ‘tiempo’. Es decir que en el mundo sensible el tiempo estaría sometido al cambio, y que la transformación está transformándose… mientras que en el mundo inteligible, el tiempo no deja de ser lo que es, y permanece estático, eterno, aunque sea el símbolo del cambio.

Pero Platón no se dejó abrumar por aparentes contradicciones y concibió –hoy frase célebre, frecuentemente malinterpretada– que:

El tiempo es una imagen móvil de la eternidad.

Si me vienes siguiendo, no debería parecerte una frase demasiado borrosa. Dice que es una imagen, es decir, una atroz imitación de la eternidad inmóvil, del mundo de ideas. Por lo que, la verdadera naturaleza de las cosas, es permanecer estática y eterna, y la ‘sombra’ de esa inmovilidad es justamente el cambio, el tiempo. Declara, por tanto, que la transformación, el movimiento, el devenir, son una prueba contundente de que estamos contemplando ‘tiempo’, un tiempo cíclico. Pero ten en cuenta que ‘tiempo’ no es una idea; es la imagen de una idea, que es la eternidad.

Así que, a diferencia de Parménides, la eternidad ya no es la negación del tiempo, sino que es su fundamento. Porque al depender el mundo sensible del mundo de las ideas, coherentemente el tiempo se desprende de la eternidad. Además, Platón, se adelanta al pensamiento contemporáneo, ya que en base a su filosofía se extrae que el ‘tiempo’ es meramente subjetivo y relativo, como todas las ‘imágenes’, puesto que su objetividad absoluta, es una idea (la eternidad) que es perfecta y ajena al mundo sensorial.

No sé qué estarás pensando ahora, pero a mi me resulta estremecedor concebir que el tiempo –que en esta filosofía se lo asocia al cambio, al movimiento– es un desperfecto reflejo de lo inmóvil, de lo eterno, de lo infinito… Así lo expresaba en Timeo, donde también manifestó su concepción sobre el origen del Universo:

[...] Entonces, como éste [impulsor del Universo] es un ser viviente eterno, intentó que este mundo lo fuera también en lo posible. Pero dado que la naturaleza del mundo ideal es sempiterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo. [...] Pues decimos que era, es y será, pero según el razonamiento verdadero sólo le corresponde el «es»; y el «era» y el «será» conviene que sean predicados de la generación que procede en el tiempo – pues ambos representan movimientos, pero lo que es siempre idéntico e inmutable no ha de envejecer ni volverse más joven en el tiempo, ni corresponde que haya sido generado, ni esté generado ahora, ni lo sea en el futuro [...] El tiempo, por tanto, nació con el Universo, para que, generados simultáneamente, también desaparezcan a la vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventual disolución suya, y fue hecho según el modelo de la naturaleza eterna para que este mundo tuviera la mayor similitud posible con el mundo ideal [...]

Cualquier palabra que agregue de mi parte, caería bajo la imponente voz de Platón. Así que, espero que extraigas tus conclusiones del anterior fragmento, teniendo muy en cuenta lo hablado. En la próxima entrada, analizaremos con mayor énfasis la estructura del tiempo, más que su naturaleza general. ¿Qué es el “ahora”?, ¿cuánto dura?, ¿existe? ¿El tiempo es continuo o discontinuo?


Sobre el autor:

lucas (Lucas Gabriel Cantarutti)

Existe una pregunta cuyos orígenes se remontan a tiempos inmemoriales. Una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. Una pregunta para la que, quizá, la humanidad no tenga respuesta: "¿Por qué?"
 

{ 15 } Comentarios

  1. Gravatar Brigo | 26/12/2008 at 10:12 | Permalink

    Muy bien explicado, así da gusto. Quien lo pillara cuando di Filosofía en COU. :-)

  2. Gravatar Gustavo | 29/12/2008 at 07:00 | Permalink

    Cuántas cosas se pueden pensar después de leer cada una de las entradas de tu serie! Muy, muy bueno. Y esta vez me taladró esto:

    “El tiempo, por tanto, nació con el Universo, para que, generados simultáneamente, también desaparezcan a la vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventual disolución suya, y fue hecho según el modelo de la naturaleza eterna para que este mundo tuviera la mayor similitud posible con el mundo ideal”.

    Parece increíblemente contemporáneo, prácticamente las hipótesis de la física moderna…

    Y también es para meditar que el tiempo tal vez sea tan sólo un “fragmento de eternidad”. Tal vez no podamos medirlo nunca, porque la eternidad no la podemos percibir y carecemos de relatividad para crear algún arquetipo que no sean “sombras” de la cueva.

    Yo ya conocía la metáfora de la cueva y creo que es insuperable para hacer pensar en cuánta ignorancia padecemos.

    La próxima entrada tuya promete mucho, estaré esperándola. Un saludo.

  3. Gravatar lucas | 30/12/2008 at 12:46 | Permalink

    Muchísimas gracias Brigo y Gustavo, por sus comentarios y apoyo.

    Gustavo, esto es lo maravilloso de la filosofía antigua, que conserva una frescura increible y si alguien la lee sin que le avisen que tiene más de dos mil años de antigüedad, ¡pensaría que verdaderamente es un texto contemporáneo!

    Porque los temas que son tratados allí, son los que nos siguen afectando hoy en día a todos nosotros, por eso creo que esta filosofía nunca llegará a ser ‘olvidada’ o considerada ‘obsoleta’, ni mucho menos.

    La próxima entrada, Gustavo, supongo que te va a ser de mucho interés, ya que nos sumergiremos en los aspectos que venimos ‘foreando’ desde hace mucho “tiempo”.

  4. Gravatar xoca | 31/12/2008 at 08:40 | Permalink

    muy buena serie y muy buen explicado felicidades por ello seguire atento a la siguiente entrada de la serie

  5. Gravatar lucas | 21/01/2009 at 01:32 | Permalink

    @Gustavo, estuve pensando en eso que comentaste de que el tiempo resulte ser un “fragmento de la eternidad”. Pero en Platón, la eternidad no es un ‘tiempo infinito’, sino un presente inmóvil e inmutable, es decir estático. Si el tiempo fuese fragmento de esa estaticidad, no estaría dotado de devenir, esto es, no habría tiempo. Por eso dice que es la imagen móvil de la eternidad. Por un lado imagen, es decir, copia, reflejo, imitación. Por otro lado móvil, o sea, aquí aparece el factor cambio, mutación, que en la eternidad no existe.

    Con esto quiero decir que se trata de un pase

    inmutabilidad –> cambio

    y no de un pase

    infinitud –> finitud

    Si esto no era lo que pensabas y te he malinterpretado, te pido disculpas, pero quería aclarar este punto por si alguien se queda con la duda.

    @xoca, te agradezco por el ánimo. Saludos a todos.

  6. Gravatar Hawkman | 06/03/2009 at 06:56 | Permalink

    Juer, me voy viendo reflejado cada vez mas. Me resulta increible por un lado, por otro me doy cuenta de somos todos esas sombras o fragmentos de eternidad, y por tanto muy parecidos. Al final hasta la religión va a tener razón, vamos que todos pensemos como pensemos vamos a parar al final a lo mismo.

    Los dos primeros artículos se me hicieron un poco mas durillos, pero esto sigue mejorando.

    Felicidades.

  7. Gravatar Karlova | 16/08/2009 at 08:22 | Permalink

    Me ha parecido excelente, generalmente no frecuento paginas de internet con estos contenidos, pero un maestro he había puesto en un aprieto que acabo de resolver gracias a esta entrada. Tuvimos una discusión en clase acerca de que era lo que provocaba a que, si el hecho a la idea o la idea al hecho. Según lo que he entendido de Platón es que tenemos una idea de la eternidad, entonces vemos tiempo, este como una imagen. Pero de donde surge esta idea de eternidad? Si mal no recuerdo, Platón escribe acerca de que el alma cuando queda encerrada en el cuerpo se vuelve imperfecta, sin embargo el cuerpo, fuera del mundo perfecto de las ideas, recuerda, como si tuviera conocimientos a priori. Que constancia podemos tener de que esto sucede? Respecto al comentario de Gustavo, creo que yo me fui por un camino similar. Me parece verlo como un todo y sus partes. Creo que el humano como un ser imperfecto, tiene una percepción muy limitada de un todo inmóvil que es el universo. Creo que el humano percibe el tiempo porque el tiempo es su medida, porque en nuestras facultades no podemos alcanzar a percibir la eternidad. Creo que vemos pequeñas partes y no una imitación imperfecta. Creo que puede haber movilidad dentro de un todo inmóvil.

    Muchos saludos! y yo también esperare la próxima entrada

  8. Gravatar Pedro | 17/08/2009 at 05:23 | Permalink

    Karlova, si te refieres a la próxima entrada tras ésta, ya la tienes publicada, el enlace está al final del artículo :)

  9. Gravatar Martin | 07/05/2010 at 07:18 | Permalink

    El “de la idea al hecho” o “del hecho a la idea” que decia @Karlova me hace pensar en el ser en potencia de Aristóteles. Creo que Aristoteles decia algo de que existe un ser en potencia, algo que va camino a ser, pero aun no es. Y que el transito de esa potencia al hecho es lo que denomina entelequia o entelecheia. Va a estar muy bueno leer lo que tenia que decir Aristoteles, ya que una idea interesante acerca de la pregunta del millón “¿qué es la conciencia?” es compararla con esta Entelequia, la conciencia sería la actualizacion del estado de la actividad neuronal en potencia, hacia su realizacion (me niego a aceptar que la mente es algo inmaterial).

    Gracias por el artículo.

  10. Gravatar Connie | 02/02/2011 at 05:35 | Permalink

    Impresionante, la claridad con la que se explican los conceptos. Me alegra saber que existe gente que se interesa por estos temas tan apasionantes y que comparte su sabiduria con los demás. Muchas Gracias

  11. Gravatar aldo montoro | 14/03/2012 at 03:04 | Permalink

    Lucas, comentaristas. . . . .que altura que tienen, con que madurez tratan los temas y sus respectivas observaciones. Llegue aqui por pura casualidad, paseando por la web, y tengo la costumbre de leer todo y analizarlo. Me gusto los felicitos a todos gracias por hacerme pasar un grato momento entre gente civilizada. chau Aldo

  12. Gravatar JORGE | 23/08/2013 at 10:31 | Permalink

    Mi opinión es que el tiempo sensible, no es un fragmento del tiempo idea, sino una sombra con verdad limitada del “tiempo idea”. Lo anterior, dado que si le ponemos medida (decir “fragmento” es ponerle inicio y término y por tanto dimensión) significa que no estamos en realidad apreciando tiempo idea.

    En todo caso un fragmento- tiempo es nuestra forma de entender o percibir esa imagen errónea del “tiempo idea”, es decir le ponemos inicio y fin a nuestra propia percepción(tiempo sensible), ya que el tiempo idea no se puede medir, ni tiene principio ni fin y por tanto no se le puede fragmentar

  13. Gravatar Marcos Méndez | 11/08/2014 at 07:54 | Permalink

    Como ya insinué en otra de las entregas de la serie, Parménides no despreciaba la “realidad sensible”, a la cual él llamaba “doxa”; en su poema expresa con claridad que la “doxa” es verdad, no falsedad ni engaño ni mucho menos no-ser (?). Lo que el pensador de Elea dijo es que hay una verdad, si se quiere, “más profunda”, que es el ser, la presencia misma, la cual, al no cambiar, siempre es, no se mueve, etcétera, porque siempre hay presencia de algo, y tal presencia no puede tener las características de lo presente, es decir, de lo que aparece.

    Por lo tanto, él distinguió entre dos ámbitos, ambos verdaderos: lo presente (ámbito óntico) y la presencia misma (ámbito ontológico), no entre la falsedad del mundo sensible y la verdad del ser. En general, en la antigua Grecia no existía la diferencia entre apariencia y realidad, que es de origen moderno.

  14. Gravatar Andrew | 18/02/2016 at 01:14 | Permalink

    Aunque este articulo es del 2009,no deja de ser interesantisimo, ademas, más viejo es el tema de Las ideas de Platón, y cada día es más nuevo. Pero hay algo interesante, el pensamiento de Platón tiene un profundo contenido teológico; sobre todo con relación al tiempo y a la eternidad. Amigo: ¿Sabes cuantas cosas apoyan esto de las Sagradas Escrituras? Una vez más esto no sólo se queda en la ciencia, sino en la teología. gracias por ello.

  15. Gravatar Vicente | 23/11/2021 at 11:35 | Permalink

    Platón siempre en actualidad. Hay quien dijo que la demás filosofía, solo son notas al pie de Platón

{ 1 } Trackback

  1. Gravatar meneame.net | 26/12/2008 at 08:17 | Permalink

    Eso que llamamos “Tiempo” – Platón y las Ideas…

    [c&p] Ahora Platón se enfrenta a un gran problema: ¿en cuál de las realidades ubicar al tiempo? Vimos que el mundo sensible se caracteriza fundamentalmente por el cambio y la transformación, es decir por el transcurrir del tiempo. Pero también vimo…

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