Hoy, un par de vídeos que he disfrutado mucho. Es posible que los hayas visto ya, desde luego –sobre todo el primero, menos probablemente el segundo– pero, si no, te recomiendo encarecidamente que lo hagas. En total son casi veinte minutos, pero si eres amante de la exploración espacial creo que te dejarán un buen sabor de boca. Los dos son de la misión STS-119 del transbordador Discovery a la Estación Espacial Internacional.
El primero, el lanzamiento; no importa cuántos vea, no me canso: la violencia tremenda del despegue, el desprendimiento de los cohetes auxiliares, la enormidad de poner como si tal cosa dos mil toneladas de metal… Si eres español, no te pierdas además la mención de Zaragoza (alrededor de 7:00, cuando el control de tierra informa a la tripulación de que pueden aterrizar en Zaragoza con un solo motor si los otros dos fallasen).
El segundo requiere, para su disfrute máximo, de música clásica de fondo (cuanto más relajante, mejor). Es un procedimiento estándar que la lanzadera, cuando llega hasta la Estación Espacial, realice una vuelta de 360º para mostrar el vientre a la estación, de modo que puedan tomarse fotos de él y se verifique que no hay ningún problema con la protección térmica cerámica –algo que tendría consecuencias terribles en la vuelta a la Tierra–. No es como las piruetas de La Guerra de las Galaxias, ¡diez minutos para dar una! Pero es un verdadero placer verlo desde arriba mirando hacia la Tierra, la gracilidad y lenta elegancia del movimiento en contraste con la velocidad vertiginosa sobre el suelo –lanzadera y estación se mueven en el vídeo a unos 28 000 km/h–… maravilloso. En este caso, si eres americano no te pierdas la majestuosidad de los Andes vistos a 360 km del suelo.
Para saber más: