Continuamos hoy nuestra celebérrima serie de aviones con otro avión mítico de la fuerza aérea de los Estados Unidos. En general, los aviones estadounidenses siempre son más conocidos que los aviones volados por las potencias europeas debido a la gran habilidad que posee esta nación para extraer todo el posible jugo dramático a su historia. Películas, series, libros y documentales se producen año tras año, y la gran mayoría de toda esta producción es una exportación gloriosa de sus valores sociales y su cultura. Como son los mayores productores del mundo de historias post-segunda guerra mundial, han conseguido que las imágenes de sus aviones estén grabadas en lo más profundo de la cultura popular.
Una vez aparecen estos aviones en películas importantes de nuestra infancia y juventud,[1] estos son recordados entre los aficionados como auténticos clásicos.
En este contexto, es el avión que nos ocupa hoy el que más cantidad de páginas, tinta y metros de película ha conseguido copar durante los últimos 70 años. El que es, probablemente, el avión más conocido de la segunda guerra mundial es también uno de los más apreciados y estudiados por los aficionados a la historia bélica.
Su eficacia es brutal: es el primer bombardeo pesado de precisión (con “precisión”, en los años 40, nos referimos a ser capaz de dejar caer las bombas a menos de 10km del objetivo), pesadísimamente armado y blindado (de ahí su sobrenombre: Fortaleza Volante), capaz de alcanzar una altura imposible para los demás aviones de su época y de dejar caer una cantidad significativa de bombas sobre cualquier punto de la Europa ocupada tras despegar desde aeródromos en Reino Unido.
El B-17 es un bombardero pesado en horizontal, impulsado por cuatro motores Pratt & Whitney R-1690 de disposición en estrella y 790CV de potencia cada uno. Al igual que sucede con el bombardero B-25 Mitchell, el armamento varía según la versión, aunque es con el propósito de mejorar su armamento a instancias de los informes de las tripulaciones. Esta circunstancia hace que sus cambios de armamento no modifiquen el diseño del avión.
Como bombardero, tiene dos características que lo hacen único en el momento en el que se empezó a usar: la (relativamente) pequeña bodega de bombas y la mira de bombardeo Norden.
Desde el principio de la guerra, los bombarderos pesados ingleses (Avro Lancaster, sobre todo), sufren unas pérdidas monstruosas a manos de los potentes y rápidos Messerschimtt Bf 109. Estos bombarderos cuatrimotores de primera generación cargan una enorme cantidad de bombas. Para poder levantar ese peso del suelo, sus ametralladoras son de calibre 30[2] y su blindaje, inexistente. Como, además, requieren de un relativamente elevado número de tripulantes (entre 7 y 10), las pérdidas alcanzan el peligroso punto en el que mueren más tripulaciones de las que se pueden entrenar.
Con este problema en mente, el ejército estadounidense decide crear el proyecto “Fortaleza Volante”, que pretende producir un avión con el suficiente armamento y blindaje como para poder hacer incursiones profundas de bombardeo en territorio enemigo con un número de pérdidas tolerable.
Así, se desarrolla el B-17, una auténtica fortaleza protegida con grueso blindaje y erizado de ametralladoras según un inteligente patrón para defender todas las posiciones. Aunque hay hasta 6 versiones del avión, tan sólo las dos últimas luchan en la guerra tras el bombardeo del Pearl Harbour. La primera de ellas es la versión B-17F, que cuenta con 10 tripulantes (piloto, copiloto, bombardero, navegante, mecánico de vuelo/artillero torreta superior, operador de radio/artillero superior, artillero lateral izquierdo, artillero lateral derecho, artillero de torreta bola, artillero de cola). Esta versión dispone de una cubierta de plexiglás transparente que cubre la zona del morro donde se ubican el bombardero y el navegante, lo que les otorga una visión panorámica extraordinaria.
Sin embargo, pronto los cazas alemanes y japoneses descubren que el puerco espín tiene un punto débil: justo frente al avión, a su mismo nivel, el atacante no puede ser alcanzado por la torreta bola, ni por la torreta superior, ni por las dos ametralladoras delanteras que disparan en diagonal. Es difícil y arriesgado volar hacia un avión justo frente a él, a su misma altura y a gran velocidad, pero la recompensa es increíble: es posible así matar al piloto y al copiloto, haciendo que el avión se estrelle, o bien matar al bombardero e inutilizar la mira Norden, lo que incapacita al avión para lanzar las bombas.
Este defecto pronto se hace evidente para los diseñadores de Boeing, que lo solucionan rediseñando el morro para incluir una torreta con dos ametralladoras en la “barbilla” del avión, manejada por el bombardero mediante control remoto. Esta versión, la definitiva, es la B-17G. A partir de este momento sí que es imposible atacar a la Fortaleza Volante sin recibir daño en el proceso.
Además de sus efectivas defensas, el B-17 se construye con la solidez en mente. Todos los sistemas son extremadamente simples para minimizar el impacto de los fallos. Las alas son mucho más gruesas de lo necesario para volar; los depósitos de combustible, más grandes de lo necesario; las superficies de control, duplicadas; los motores tan potentes que el avión realmente sólo necesita dos para volar: los otros son sólo por si acaso. Estas características hacen que sea extremadamente fácil de volar y muy resistente. Tanto, que son capaces de volver a sus bases habiendo sufrido daños monstruosos. Al ser capaz de traer de vuelta en aviones devastados a miembros de tripulaciones capaces de contar los horrores que han vivido, este avión forja una leyenda negra de terribles historias.
Aviones que aterrizan con toda su tripulación muerta, ya que son tan estables que el piloto dejó el avión enfilado hacia Inglaterra y se desangró poco después: el avión termina aterrizando suavemente sobre su vientre en algún campo. Aviones que vuelven como coladores, con el 60, el 70 o incluso el 90% de la tripulación muerta. Aviones -sobre todo en su versión F- que vuelven con la campana de plexiglás del bombardero y el navegante destrozada, y después de que ambos hayan salido arrastrados fuera del avión. Aviones que vuelven con un sólo motor funcionando, con fugas de combustible, con la cola destrozada, sin torreta bola… Los mecánicos del Mando de Bombardeo, bajo el cual actúan los B-17 en Europa, se encuentran en ocasiones auténticos baños de sangre en aviones que siguen volando sin ningún problema, aunque sean un colador.
A la inherente resistencia otorgada por su fabricación se le une la resistencia derivada de la estudiada formación en la que vuela con otros B-17. Los mejores tácticos aprovechan la experiencia ganada por otros bombarderos para diseñar una formación de tres aviones virtualmente indestructible. Los B-17 siempre vuelan en esa peculiar formación, donde los tres aviones pueden atacar simultáneamente a los cazas que ataquen a cualquiera de los tres. De hecho, dos de los aviones de la formación se demuestran casi invulnerables, pero el tercero, situado abajo y a la derecha tiene más ángulos descubiertos. Por lo tanto, es el que normalmente recibe los ataques de los cazas enemigos, hasta el punto de que ese punto de la formación es conocida como la esquina del Corazón Púrpura.[3]
LA TORRETA BOLA
La torreta bola Sperry es la posición defensiva más efectiva del B-17. Hasta que aparece esta ingeniosa torreta, la táctica normal de ataque a los bombarderos siempre es desde abajo, elevando la nariz del caza de forma muy pronunciada para atacar el vientre del bombardero. Apuntar y disparar mientras se vuela hacia arriba es una maniobra complicada, que sólo pueden llevar a cabo efectivamente los mejores pilotos, por eso las defensas inferiores han sido tradicionalmente muy débiles. Pero el B-17 debe ser un erizo inatacable. Para ello, la empresa Sperry crea una torreta esférica que se cuelga en el vientre del avión por detrás de la bodega de bombas. Su funcionamiento es eléctrico, girándose hacia los lados mediante pedales y hacia arriba y abajo mediante un manillar, donde también se encuentra el botón de disparo. Esta torreta arma dos potentes ametralladoras Browning calibre .50 apuntadas mediante una mira reflectora de desviación.
Aunque se trata de un invento extremadamente efectivo, tiene muchas desventajas para el artillero. Para empezar, el espacio es extremadamente reducido, lo que hace que sólo se seleccionen artilleros para torreta bola que midan menos de 1.60m, pero frecuentemente son todavía más pequeños. Incluso el más bajito de los artilleros no tiene espacio suficiente para llevar un paracaídas: tampoco es que sea muy útil, ya que la torreta sólo puede abrirse desde fuera, con lo que si a la hora de saltar del avión el responsable de abrirle la torreta al artillero[4] no recuerda -o decide no recordar- que tiene que abrirle la torreta, el artillero se estrella con el avión sin ninguna escapatoria posible. Además, el artillero está rodeado por una esfera de plexiglás colgado a más de 10.000 pies de altura, viendo el suelo en todo su esplendor, por lo que no es recomendable que sufra de vértigo. La torreta está sujeta al avión a través de unos pernos que, si se sueltan, dejan caer la torreta al vacío. Aunque esto no es nada común, sí es cierto que sucede en ocasiones a causa del fuego antiaéreo, el mayor enemigo de la torreta bola.
Y sin embargo, a pesar de todo esto, estadísticamente es la posición más segura a bordo de un B-17, registrando el menor número de bajas de entre todas las posiciones del bombardero. Esto se debe a que, si ya es complicado atacar un avión desde abajo, intentarlo mientras dos calibres 50 escupen fuego en un radio de 360 grados es prácticamente un suicidio, con lo que, gracias al efecto disuasorio de la torreta bola, los ataques al vientre prácticamente se descartan.
LA MIRA NORDEN
Como ya hablamos durante el artículo del Stuka, durante las primeras fases de la guerra los bombarderos verdaderamente efectivos son los ligeros bombarderos en picado, de una gran precisión pese a a su limitada carga de bombas. Con el objetivo de incrementar el daño inflingido en un único ataque, se llevan a cabo intentos de bombardeos de saturación, llevados a cabo por parte de los alemanes con sus bombarderos medios Heinkel He-111 y por parte de los ingleses con sus bombarderos pesados Avro Lancaster. Sin embargo, no hay forma de apuntar las bombas. En los primeros bombarderos en horizontal, la mira es simplemente un cristal de óptica plana[5] situado en el vientre del avión. El bombardero se tumba en el suelo y mira a través del cristal. Cuando, a ojo de buen cubero, calcula que las bombas pueden caer sobre el objetivo, las lanza. Dado que las bombas se lanzan desde un avión que viaja a gran velocidad y altura, adivinar dónde van a caer únicamente con esta ayuda es una tarea virtualmente imposible.
Algunos de los mejores bombarderos intentan construirse una rudimentaria mira dibujando con rotulador una cuadrícula en el cristal. Apuntando en un diario dónde caen realmente las bombas en función de la orientación y velocidad del avión -comunicadas ambas por el piloto, ya que el bombardero no tiene modo de saberlo- es relativamente capaz de saber dónde van a caer las bombas la próxima vez que se encuentre en la misma situación, y lanzarlas cuando el objetivo está situado sobre la cuadrícula correcta.
Estos sistemas son tan malos que en 1942 el Mando de Bombardeo de la RAF está a punto de ser cancelado tras 5 ataques seguidos que le cuestan al gobierno británico casi un millón de libras y en los que la bomba más cercana al objetivo cae a más de 15 kilómetros de distancia.
Afortunadamente para Inglaterra y para el Mando de Bombardeo, Estados Unidos entra en la guerra y envía a Europa sus B-17 equipados con la mira de bombardeo Norden.
La mira funciona de una forma curiosa. El piloto coloca al avión en la trayectoria hacia el objetivo. Cuando hay contacto visual y sabe que el avión pasará por encima del objetivo, pasa el control del avión al bombardero, que lo pilota mediante la mira Norden. En ese momento, tanto el piloto como el copiloto no hacen nada. El bombardero mira a través de la Norden, que mediante un sistema de periscopios le ofrece una perspectiva inmejorable del suelo, con una retícula en forma de cruz en medio de la mira.
El bombardero mueve, mediante unas ruletas, el avión hasta que coloca la retícula sobre el objetivo. En ese momento debe mantener la mira sobre el objetivo hasta que la calculadora mecánica que contiene avise mediante el encendido de una lucecita. Cuando la luz se enciende, es que el avión lleva la dirección y la velocidad adecuadas para que las bombas caigan en el punto que se está apuntando con la mira. Es en ese momento cuando el bombardero lanza las bombas. Este proceso tarda unos 30 segundos y es muy delicado y relativamente complejo, ya que cualquier error del manejo de la mira por parte del bombardero conduce a pasar más rato sobrevolando el objetivo, con el consiguiente peligro. Además, el avión manejado por el bombardero se mueve de forma un poco errática mientras está siendo manejado desde la mira Norden. Por estos dos motivos, es una táctica frecuente que sólo el bombardero que monta en el avión cabeza de formación apunte la mira. El resto de bombarderos simplemente sueltan las bombas cuando ven al avión líder soltarlas. Así se evita el riesgo de que los aviones rompan la formación y choquen unos contra otros mientras sus respectivos bombarderos intentan apuntar las miras Norden.
Este ingenioso sistema permite colocar las bombas más o menos sobre el objetivo. Es evidente que las condiciones meteorológicas -sobre todo el fuerte viento- influyen en el resultado, pero conforme se va mejorando la mira, ésta ofrece la posibilidad de introducir parámetros como la dirección y sentido del viento -datos ofrecidos por el servicio meteorológico. Aunque no sea lo precisa que consideraríamos hoy en día, sí que es un tremendo avance que contribuye significativamente a la destrucción de la capacidad bélica alemana.
- Como el P-51 Mustang en El Imperio del Sol, o el B-17 Flying Fortress en Memphis Belle. [↩]
- 7,7mm, que ya hemos visto que eran inefectivas contra los aviones [↩]
- El Corazón Púrpura es la condecoración que otorgaba, y otorga aún actualmente, el ejército estadounidense a los soldados heridos y muertos en combate. [↩]
- El mecánico de vuelo [↩]
- Que no tiene aberraciones [↩]
The Aviones de combate de la II Guerra Mundial (VIII): Boeing B-17 Flying Fortress by Juan Larriba, unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 6 } Comentarios
Gran artículo, sobre todo por el tema de como un avión regresa a su base con toda la tripulación desecha.
Un par de erratas: “extraodinaria”, “antiaeréo”
Saludos
Excelente artículo! Felicitaciones!
@Juan Carlos: He corregido las erratas.
Aaahhh, las erratas…. ¡Dichosas erratas!
Gracias por el aviso.
Y un excelente artículo, ciertamente.
Gracias a todos.
¡Más en cuanto se termine el pico de trabajo que me asedia!
Excelente artículo, pero creo que hay un par de errores. El B-17 se empezó a desarrollar en los años 30 y voló por primera vez en 1935, mucho antes que el comienzo de la guerra y mucho antes que los Lancaster, Stirling, Halifax y Wellington ingleses. Por lo tanto el poyecto no se creó por los problemas de la RAF. Sí es cierto que la experiencia de la RAF con el modelo C en 1941 llevó al desarrollo de versiones más pesadamente armadas (y contribuyó también al abandono del bombardeo diurno por parte de la RAF, pero eso es otra historia… und soll ein andermal erzählt werden).
Por otro lado, versiones como la E también se siguieron utilizando después de Pearl Harbour, si bien fueron minoritarias comparadas con la F y la G.
La E fue la primera versión realmente operativa, tras Pearl Harbour, tras aprender de los problemas que tuvo la RAF con el modelo C y lo ineficaz del D en Filipinas. Entonces, el punto débil era la cola (de deriva mucho más pequeña y sin torreta defensiva). La E, visiblemente muy similar a la F, montó por primera vez la torre de cola, pero las primeras versiones llevaban una ineficaz torreta ventral a control remoto.
Por cierto, el mecánico de vuelo era el artillero superior. Así que no era nada fácil que se bajara de su torreta y cruzara la bodega de bombas y el cuarto de radio para llegar hasta la torreta de bola .
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