Queridos Cedaceros, continuamos hoy con la segunda parte de la entrega sobre Cayo Julio César. Me alegro por quienes sobrevivieron a la primer entrega y aún mantienen el entusiasmo.
Lamentablemente, para comprender hechos y sucesos, poder imaginarlos y, por qué no, hasta tener una opinión personal de los mismos, es necesario tener claro el mayor contexto posible. Con la ajetreada vida política de Roma esto es muy difícil de lograr, así que… paciencia.
En la entrega anterior vimos un poco el origen de la guerra civil, el comienzo del fin de la república y el ascenso de hombres poderosos como Cayo Mario y Lucio Cornelio Sila. En esta entrega veremos cómo crece políticamente César en esta Roma turbulenta, donde la gente que simpatiza por el bando equivocado… ¡termina pagándolo muy caro!
Como siempre hago, aclaro que relato acontecimientos que sucedieron antes de la llegada de Cristo, por lo que las fechas mencionadas serán todas asumidas como a. C. Sólo aclararé con d. C. si algún hecho ocurrió después de Cristo.
César en la época de Sila
Vimos que era una época dura. Con Sila en el poder, la facción pro-Mario (los populares) estaba proscripta, perseguida y, en muchos casos, sus integrantes, ejecutados. César, con el fin de ser elegido Sacerdote de Júpiter o Flamen Dialis, luego de rechazar como mujer a una plebeya llamada Cossutia, se casa con 17 años con Cornelia, hija de Cina, en un matrimonio organizado por éste y por Mario, ahora muertos, mientras estaban aún en el poder. Esta alianza le permitió acceder a puestos importantes en el partido popular.
A Sila, sabiendo que César simpatizaba con Mario y el partido popular, no le gustaba nada que César fuese sacerdote y menos aún que su mujer fuera hija de Cina, el aliado de Mario. Pero legalmente no podía hacer nada, ya que César era sacerdote de Júpiter y, por ello, contaba con cierta inmunidad.
Pero esto no detiene a Sila, pues obliga a César a divorciarse. Éste se niega, causando estupor en todo Roma. Sila procede confiscándole sus bienes, quitándole su sacerdocio. Antes de que pase a mayores, César huye a la tierra de los sabinos, una región en Italia cerca de Roma. En el camino enferma y lo intercepta una patrulla romana de Sila. Para evitar ser apresado César soborna al comandante con 2 talentos.
Mientras todo esto sucedía, los partidarios populares, amigos de César y la propia madre de César, presionan a Sila para que le permitiese regresar a Roma. A ellos les dice que César es peligroso, pero los demás sólo le ven como a un muchacho.
Sila dijo, proféticamente, sobre César: “Veo muchos Marios en él”.
Después de establecer medidas donde el poder del Senado sería fortalecido, Sila creyó que estaba lista su tarea. De esta manera, Sila finalizó su dictadura por los años 80/79 y volvió a la vida civil como el hombre más influyente de Roma. Le había devuelto el poder al Senado, en quien confiaba. Sin embargo, morirá pronto, en el año 78.
A pesar de tener permitido el regreso, César decidió dirigirse a Asia a participar en la eterna guerra contra Mitrídates VI del Ponto. Allí se destacó durante la toma de Mitilene, en las costas de Asia Menor, hoy Turquía, salvando la vida de un hombre, por lo que le otorgaron la Corona Cívica. Luego se dirigió a Bitinia, reino vecino del Ponto en el noreste de Asia Menor y aliado de Roma, donde pasó un tiempo cerca del rey Nicomedes IV de Bitinia, organizando refuerzos para pelear con el rey del Ponto. Además, tuvo con él una relación muy estrecha, hasta el punto de que sus detractores dirían que fueron amantes; esta sospecha le perseguirá durante toda su carrera política. Si bien en Roma se admiraba la cultura griega, no aceptaban la liberal actitud hacia la homosexualidad, por lo que no era bien vista, y los homosexuales tendían a esconderse. En fin, ¡el asunto es que sus detractores lo llegarán a llamar públicamente “la reina de Bitinia”!
Comienza a hacer su fama
En el año 78 muere Sila, por lo que César vuelve a Roma y se dedica de lleno a la política, y qué mejor modo que participando en debates y llevando a juicio a funcionarios de Sila. Vemos que si ello era posible significa que de a poco se dejó de perseguir a los pro-Mario.
En los juicios cobrará gran fama, pues llevó a juicio al mismísimo Cneo Cornelio Dolabela, importante personaje pro-Sila, ya que fue cónsul y gobernador durante la dictadura de éste.
A pesar de perder en el dictamen final, se gana buena fama entre la gente común por su elocuencia, su amabilidad, su capacidad a pesar de su corta edad y, sobre todo, por elegir hacer juicios contra gente pro-Sila. Esto no le saldría gratis, pues empezó a traerle enemigos. Marco Tulio Cicerón, el orador más famoso de la época junto a Quinto Hortensio, ya empezaba a sospechar de él y de sus ambiciones.
Cicerón era muy respetado en Roma por sus cualidades como político, jurista y orador público. Pero era un “hombre nuevo” , por lo que la clase aristocrática romana nunca lo aceptó del todo en sus filas. Incluso le rechazaron una propuesta de matrimonio con una mujer de la alta aristocracia, cosa que no le cayó nada bien. El nombre de Cicerón será nombrado durante toda la serie, así que recuérdenlo bien.
Los piratas prueban un poco de César
Con el el fin de mejorar su capacidad oratoria, César va a la famosa escuela de Apolonio Molón en Rodas para ser su discípulo en retórica. Antes de arribar, lo apresan unos piratas en la isla de Farmacusa, en el mar Egeo. Desde que Roma destruyó las potencias occidentales y se ahogó en sus propias guerras civiles, los piratas dominaban los mares de la época.
La anécdota es muy interesante: Resulta que los piratas le dicen que el precio de su rescate era de 20 talentos. César, indignado por tan pequeña cifra, y riéndose a la vez, les dice que se ofrece a pagar 50, y manda a los de su comitiva a que busquen el dinero mientras él queda cautivo con algunos sirvientes. Lo gracioso es que en los 38 días que duró su cautiverio les relataba cuentos, poemas y discursos; llegó a tildarlos de bárbaros cuando no le entendían e incluso a veces les decía cómo iba a vengarse de ellos una vez libre… Pero estos lo tomaban a broma. ¡Ilusos!
Pasado el tiempo llega el dinero, y en consecuencia le ponen en libertad en Mileto. Una vez libre, arma una escuadra con su propio dinero, probablemente endeudándose, y ataca a los mismos piratas, apresándolos y quedándose con el enorme botín que llevaban. A los piratas los depositó en una prisión de Pérgamo, en Asia Menor, a la espera de su castigo. Viendo que la justicia no llegaba, se llevó los prisioneros y los “crucificó” como les había prometido. Ironías de la vida.
Finalmente, ya en la escuela de Apolonio, perfeccionó su habilidad en oratoria. En Rodas se entera de que Mitrídates volvió a la acción ofensiva en Asia. César, siendo sólo un civil, es decir, sin Imperium, organizó una defensa y repelió al invasor. Este accionar rápido ante una crisis caracterizará a César en todas sus campañas.
En el año 74 fallece Nicomedes IV de Bitinia. Había arreglado con el Senado que su reino sería provincia romana al fallecer él. Sin embargo, Mitrídates se hizo el desentendido y reclamó el mismo reino. Finalmente organizó nuevamente una guerra contra Roma, la tercera y última. La guerra la continuará Lucio Licinio Lúculo y más tarde la finalizará Pompeyo Magno en reemplazo del anterior. Mientras tanto, el exiliado Quinto Sertorio, a quien hemos nombrado anteriormente, inicia su revuelta en Hispania causando estragos en el ejército romano, por lo que el Senado decidió mandar al mismo Pompeyo. Pero no nos adelantemos en el tiempo. Sigamos con César.
Durante este tiempo le permiten entrar a la escuela de Pontífices Máximos. En el 73 le nombran tribuno militar, no confundir con tribuno de la plebe, que vimos en la entrega anterior. Cada legión dispone de 6 tribunos militar con tareas organizativas. Es en esta época cuando sucede la sublevación de los esclavos organizada por Espartaco. Se cree que César luchó bajo las órdenes de Marco Licinio Craso, quien comandó el ejercito que finalmente reprimió la revuelta. Craso era uno de los hombre más ricos y poderosos de Roma y, junto con César y Pompeyo, llegarán a manejar la república a su antojo.
Hablemos ahora un poco de Pompeyo. Futuro aliado y rival de César.
Pompeyo el Grande
Cneo Pompeyo Magno nació en el año 106 en el seno de una familia adinerada, y desde pequeño mostró talento para el servicio militar. Su carrera fue meteórica. Comenzó bajo las órdenes de su padre en las guerras sociales contra los pueblos itálicos que se habían sublevado. Después de la muerte de su padre, en la guerra civil entre Mario y Sila, elige el bando del primero. Siendo un simple ciudadano (ya que no seguía el estándar cursus honorum, la carrera político-militar que debían seguir los romanos) armó su propio ejército y se hizo cargo de las costas del mismo. Sin embargo, al acercarse Sila a Roma decide cambiar de bando, e impresiona a Sila por su capacidad militar en una serie de pequeños enfrentamientos contra las fuerzas de Mario.
Inmediatamente es enviado, en el año 82, a Sicilia, a lidiar con los seguidores de Mario allí y poder asegurar el envío de cereales (Sicilia era, en la época, el granero de Roma). También realiza con éxito una incursión en África. A su vuelta Sila le agrega el mote de Magnus, el Grande, como Alejandro. Pompeyo, a continuación, reclama celebrar un triunfo. Sila accede a regañadientes, ya que él mismo deseaba celebrar el suyo por su campaña en Asia en la guerra con Mitrídates. Durante su festejo del triunfo, Pompeyo quiso hacer entrar un elefante en Roma pero éste no pasó por la puerta. Al menos, eso dice la leyenda…
Cuando Sila muere en el 78, a Pompeyo, ya famoso por su capacidad, le otorgan imperium por primera vez para frenar la revuelta de un tal Marco Emilio Lépido, ex-cónsul que no estaba contento con el Senado pro-Sila y que se disponía a ir contra Roma con su propio ejército provincial. La victoria fue de Pompeyo y de Quinto Lutacio Catulo.
Luego le envían a luchar con Sertorio, el famoso general pro-Mario que se habia asentado en Hispania, causando grandes dolores de cabeza. En una campaña épica, los dos generales se enfrentaron. Gradualmente Pompeyo se fue imponiendo, pero sólo tras muchos esfuerzo y bajas propias. De todas formas, Sertorio no fue completamente vencido, sino que fue asesinado a traición, dando por finalizado el problema en Hispania.
Pompeyo vuelve a Roma, y en el camino de regreso aprovecha la oportunidad que se le sirve en bandeja. Resulta que Craso, tras una dura campaña, derrota en batalla a Espartaco, dando fin a la rebelión del gladiador. Sin embargo, muchos de ellos logran escapar. Pompeyo los sorprende y derrota con su ejército, capturando a miles de ellos. Esta pequeña acción fue magnificada y le dio enorme popularidad. El pobre de Craso se había llevado lo peor de la campaña y había derrotado finalmente a Espartaco, pero Pompeyo le robó la fama. Sin embargo, el Senado nombra a Pompeyo, en el año 70, junto con Craso, cónsules de aquel año. Pompeyo tenía sólo 35 años, y ni él ni Craso habían seguido el cursus honorum, pero la presión era tal que cedieron y ¡los nombraron cónsules! Su campaña en Hispania hizo acreedor a Pompeyo de su segundo triunfo.
Tiempo atrás, Sila, durante su dictadura, había quitado poder a los tribunos de la plebe. Pompeyo y Craso inmediatamente le devuelven las facultades al cargo, medida que fue muy bien vista por todos.
Hagamos una pequeña pausa y veamos un corto video de la película Espartaco, donde se observa cómo fueron crucificados los esclavos a lo largo de la Vía Apia como castigo. La vía Apia es una calzada que unía Roma pasando por Capua hasta Benevento. Luego será extendida hasta le puerto de Brindisi. Quienes quieran ver un documental un poco más largo sobre la guerra servil de Espartaco, los invito a ver éste.
Funcionario público
En el año 70 César, con cerca de 30 años, ganó las elecciones en la Comitia Tributa para ser cuestor, básicamente un recaudador de impuestos, en la provincia de Hispania Ulterior (en aquella época ocupaba Lusitania y Bética, básicamente lo que ahora es Portugal y Galicia, Extremadura y Andalucía, en España). Allí, durante el año 69, se destacó realizando tareas administrativas y organizativas, por lo que se hace un buen nombre entre la gente.
Se dice que le dijo a uno de sus acompañantes: “… pensar que Alejandro a su edad reinaba sobre muchos reinos y yo no había logrado aún nada digno de memoria…”
¡Tranquilo Cayo, tu tiempo llegará!
Durante los viajes entabla relaciones con los pobladores de la Galia Cisalpina, que estaban al norte del río Po. Estas gentes no fueron beneficiadas con la extensión de la ciudadanía otorgada en la Guerra Social (años 91-88), por encontrarse al norte de aquel río. Toma nota de este asunto.
En el año 69 fallece la mujer de Mario, Julia (siendo miembro de los Julia, ¿de qué otra manera se iba a llamar, verdad?), tía de César. Él dio un discurso muy emotivo en el foro y ofreció un gran funeral. En Roma se veneraba y respetaba a las mujeres ancianas de linaje patricio, por lo que a la gente le cayó muy bien el gesto de César.
Ese mismo año falleció su mujer, Cornelia, y César le brindó honores similares, lo cual no era común para mujeres no tan entradas en años. Este gesto de amor genuino también cayó muy bien entre el populacho. Durante el cortejo fúnebre mostró imágenes de Mario. Era la primera vez que imágenes de Mario eran mostradas en público. Tal gesto de sensibilidad agradó a la gente común. Con Cornelia había tenido una hija, llamada, lógicamente, Julia, quien años más tarde se casará con Pompeyo Magno… pero no nos adelantemos.
Durante la estadía en Hispania sufrió César los primeros ataques de epilepsia que se le conocen. Al año siguiente, 67, se casa con Pompeya, nieta de Sila. Esto demuestra a las claras que la facción pro-Sila era muy importante aún.
Pompeyo: los piratas, Asia y Sertorio
Los piratas siempre fueron un dolor de cabeza en el Mediterráneo. Causaban estragos en el comercio, en los aliados y en la propia flota romana. Para terminar de una vez por todas el problema, el tribuno de la plebe, Aulo Gabinio, presionó al Senado mediante la Lex Gabinia para que le den poderes a Pompeyo con la misión de limpiar los mares. El gran Pompeyo logró con éxito erradicarlos en tiempo récord, solamente 3 meses, hazaña que le dio enorme popularidad. Sin embargo, su ya exitosa campaña no finaliza allí, todavía le quedaba la frutilla del postre. La guerra en el Ponto contra Mitrídates VI no había terminado; es más, aún habría una tercera guerra. El general al mando allí, Lucio Licinio Lúculo, quien había tenido éxitos iniciales, empezó a pasarla realmente mal, ya que dejó de contar con el apoyo del Senado y de sus propios hombres. Debido a ello deciden poner al gran y popular Pompeyo, haciendo uso de la Lex Manilia, quien, en una campaña fantástica, vence al gran Mitrídates VI, que decide quitarse la vida. Pompeyo, luego de poner orden en el Ponto, toma control de Siria, deponiendo a Antíoco XIII, y de Judea. Roma tenía, ahora sí, sólidas provincias en Asia.[1]
Nuevamente, en el año 61, le otorgan a Pompeyo un triunfo, su tercero y el más grande, dado el enorme botín capturado, y se consolida como el más grande general romano desde Escipión el Africano. Los aristócratas siempre se opusieron a las leyes que le daban tanto poder personal a Pompeyo, sin embargo César y Cicerón las apoyaron, ya que la situación lo ameritaba.
César crece políticamente
Volvamos a los años de César como humilde cuestor. Entre sus obligaciones César debía mantener la Vía Apia. Para esto designó grandes fondos y se desempeñó de forma excelente. Su plan era empezar a sobresalir para ser electo Edil Curul.
En el año 65 lo nombran Edil Curul en Roma, asumiendo la supervisión de los mercados, el aprovisionamiento de granos, la policía y la organización de los juegos públicos. Se dice que en sus funciones como funcionario público gastaba mucho dinero, mucho más del que tenía permitido. Incluso ponía dinero de su fortuna personal, y llegó a endeudarse sobremanera con tal de brindar los mejores juegos de gladiadores. El pueblo, en definitiva, le tenía cariño. Endeudarse era común, ya que luego, con cargos importantes, se recuperaba el dinero, y los “inversores” contarían con un importante político que les devolvería los favores. Esto, que suena tan común en la política de hoy en día, era también moneda corriente en la República romana. Ciertos hábitos nunca mueren.
César pide el mando de la provincia de Egipto. Pero se lo rechazan. César decide entonces causar más problemas: restablece y exhibe imágenes de Mario en el Capitolio, causando un revuelo y enojando a la facción aristocrática pro-Sila, conocidos como los optimates, y enalteciendo a la pro-Mario, los populares. Por esta acción le cae una acusación de rebelión, pero César se defiende magistralmente.
La conjuración de Catilina
En el año 65 un político rico de la facción de los populares, llamado Lucio Sergio Catilina, quiere ser cónsul. Sin embargo, el Senado lo rechaza, y esta negativa lo lleva al extremo de querer asesinar a los cónsules designados en su lugar. Pero la conjura es descubierta. César defiende en el juicio a Catilina con éxito. En el año 63 Catilina se propone en una nueva oportunidad como candidato a cónsul, pero es derrotado en las elecciones. Es así que decide alzarse nuevamente en armas para asesinar a Cicerón, cónsul de ese año y su principal enemigo en el Senado.
Catilina planea tomar el poder gracias a la fuerza de los populares. Su plan fallará y los cómplices de Catilina en Roma serán capturados. César nuevamente tratará de defenderlos, pero esta vez no se trata de dirimir sobre su inocencia, ya que quedaba claro que eran culpables, sino sobre salvar sus vidas. En un excelente discurso por poco llega a su objetivo. Pero el tribunal los condenó gracias a los discursos de Catón y del propio cónsul, Cicerón. Por poco también se las toman con el mismo César, pues su vehemencia en defender a Catalina era extremadamente sospechosa.
César y Craso probablemente apoyaron inicialmente a Catilina en su intento de ser cónsul, pero por las vías legales. En cuanto el asunto pasó a mayores se cree que se aparataron, incluso le habían enviado a Cicerón una carta con advertencias sobre las cosas que sucederían. Esta carta les salvaría la vida, ya que luego se los investigó a ellos dos sobre su participación en el golpe de estado.
César tenía fama de mujeriego, gustaba de tener romances con damas de la alta sociedad romana, mujeres de funcionarios e incluso de senadores. Y el incorruptible Catón siempre odió a César. Para colmo de males, durante los debates de la conjuración de Catilina le entregaron a César un papel de forma secreta. Indignado, Catón increpó a César y le solicitó que lo leyese en voz alta. César no quería hacerlo; sin embargo, la presión fue tal que finalmente lo leyó. Resultó ser una nota de amor de Servilia, madre de Marco Junio Bruto, uno de los líderes del asesinato, muchos años después, de César. Supongo que esto ya sabían, y no les arruiné el final… El asunto es que Servilia era media hermana del mismo Catón. Imagínense el papelón y las risas en el Senado.
Volvamos a Catilina, que seguiría armando un nuevo ejército. Pompeyo había triunfado en Asia sobre Mitrídates, organizado aquellas provincias, y se aprestaba a volver para luego ser enviado a derrotar a Catilina.
En la imágen superior vemos a Cicerón en el Senado durante los primeros juicios a Catilina. Notar cómo era costumbre en el Senado mostrar apoyo o desacuerdo con alguien sentándose a su lado o dejándolo completamente solo.
Pontífice Máximo
En el año 63 fallece el actual Pontífice Máximo, el sacerdote principal de la orden a la que César ya pertenecía, por lo cual se ofrece a competir por el puesto junto a otros nobles patricios. Aquí ocurre el famoso diálogo donde César le dice a su madre:
“… verás a tu hijo o Pontífice o desterrado…”.
Así de dura era la competencia y además César se había endeudado por muchísimo dinero para ganar popularidad. Finalmente vence en la elección. Los derrotados acusan a Cicerón de haber sido indulgentes con César en su momento, cuando se trató el tema de la Conjuración de Catilina. Según decían habían pruebas suficientes como para involucrarlo, y que ahora ya era tarde dado el prestigioso cargo que acababa de asumir.
Pretor y escándalo religioso
Durante el año 63 es también elegido, en la Comitia Centuriata, como pretor del año 62 y llega así al último escalón previo al consulado. En su campaña para ganar notoriedad llevará a juicio a personas importantes, cuestionando sus ejercicios en la función pública. Si bien no tendrá éxito (rara vez se tenía éxito en ese tipo de juicios) el mero hecho del juicio en sí era buena publicidad.
Hubo un incidente donde Publio Clodio Pulcro protagonizó un escándalo. Clodio pertenecía a la muchas veces odiada gens Claudia, de mucho dinero y mayor estirpe patricia en toda Roma. Haciendo honor a su familia, es un personaje medio sinvergüenza. Resultó que Clodio y Pompeya eran amantes. Pompeya, recordemos, era la mujer de César. El pícaro de Clodio decidió escabullirse con el fin de encontrarse con ella durante las ceremonias religiosas de la diosa Bona Dea, que eran solamente para mujeres y se practicaban en la casa de Pompeya, por ser la mujer del Pontífice Máximo, es decir, de César.
El hombre, disfrazado de mujer, es descubierto durante la ceremonia y acusado de sacrilegio. Aurelia, la madre de César, cancela la importante ceremonia religiosa. En el 61, los sacerdotes y las vírgenes Vestales llevan a Clodio a juicio. Uno de los tribunos del pueblo le pide atestiguar a César, pero el se niega para que no queden dudas de la honestidad de su mujer; además veía en Clodio un posible aliado, y como él mismo era amante de varias mujeres casadas, lo verían como un poco hipócrita de su parte. Finalmente, al no haber pruebas, Clodio es liberado y César se divorcia de Pompeya, ya que la mancha en su honor ya fue puesta.
Gobernador de Hispania Ulterior
También en el año 61 César es por sorteo asignado, como propretor, a ir a Hispania Ulterior, pero antes tenía que saldar sus deudas con sus acreedores. Por esto profundiza su amistad con Craso, el romano más adinerado, probablemente después de Pompeyo, que buscaba expandir su poder y veía en César un potencial aliado. Craso salda parte de sus deudas y César parte hacia allí.
César organizó las tropas y las puso a punto. La provincia estaba en pleno caos post-Sertorio, y la influencia de Roma en la zona estaba mermada. Rápidamente vence a los galaicos y lusitanos y llega al mar exterior,[2] extendiendo así los dominios de Roma.
Luego se dedica a ordenar y administrar en paz la provincia, con muchísimo éxito. Pudo así continuar la obra que había comenzado como edil. Una de sus medidas conocidas es sobre las deudas de la gente. Sabía que mucha gente en la provincia estaba endeudada. Por eso, para facilitarles el pago, saca un decreto donde dos tercios de los ingresos del deudor van a pasar al acreedor. Esto garantizaba al deudor al menos un tercio que le quedaría para mantener a su familia y evitar abusos por parte de los acreedores.
Pompeyo, dijimos, volvió a Roma en el 61 (mientras tenía lugar el juicio a Clodio) y celebró su tercer triunfo. Inmediatamente propone al Senado planes de distribución de tierras entre sus veteranos y, sobre políticas administrativas en Asia, sobre la recolección de impuestos en las que Craso también estaba implicado. Todo esto será rechazado tajantemente.
Para posicionarse más fuerte, Pompeyo se divorcia de su mujer Mucia, de la que se sospechaba que tenía un amorío con César nada menos, y pide matrimonio a una mujer de la familia de Catón, pero también sería rechazado. Pompeyo estaba enfurecido. Craso también. Situación habitual en la vida cotidiana en Roma.
César, en su vuelta a Roma en el 60, pasa por un pueblucho. Allí le preguntan si cree que habrá en ese poblado fuertes disputas de poder como en Roma. El responde afirmativamente diciendo:
“Prefiero ser la cabeza del pueblucho que el segundo en Roma”.
Su ambición por crecer y destacarse en Roma recién comenzaba, pero él era apenas un propretor y los hombres más poderosos de Roma, de lejos, eran Pompeyo y Craso.
Muchos pedían que se le concediese a César el triunfo por su campaña en Hispania, otros aun la candidatura a cónsul del año siguiente, 59, pues ya tenía 40 años, sólo le faltaban dos para cumplir con la ley, y se podría hacer la excepción. Pues esto no cayó bien en Roma. Catón se negaba, pero la presión de la gente era mucha.
Había además un problema adicional. Los candidatos a cónsul tenían que presentarse en el foro un cierto día específico, y a su vez, quienes esperaban celebrar un triunfo debían esperar afuera de Roma con sus tropas. César estaba en una encrucijada. Nadie creería que dejaría pasar la oportunidad de celebrar un triunfo, ya que era un evento muy popular entre la gente e impulsaba notoriamente una carrera política. César pide una excepción a la regla, pero los aristócratas senadores la rechazaron, con Catón a la cabeza. Para sorpresa de todos César declina el triunfo y se presenta como candidato. Sutilmente, con esta actitud les estaba enviando a los senadores un mensaje: tenía mayores ambiciones que un simple triunfo.
Catón y los senadores propusieron como candidato a cónsul a un tal Calpurnio Bíbulo, quien fue en su día Edil Curul junto con César, pero ya temían que quedaría opacado en su consulado por la ascendente estrella: el carismático y popular César.
Triunvirato
César urde un plan, una de sus mejores estrategias políticas. A la vista de todos consigue unir en amistad a Pompeyo, el militar más popular entre el pueblo, con Craso, el hombre más rico de Roma junto a Pompeyo. Como dijimos, ellos estaban enemistados, ya que Pompeyo se atribuyó la victoria sobre los esclavos cuando en realidad el mayor mérito era de Craso, y ahora eran otra vez amigos. Catón, nuevamente, es el único que vio el verdadero plan. César quería quedar posicionado como aquel que unió a los dos hombre más importantes de Roma, y luego, por debajo, aprovechar el poder de cada uno. Catón sospechaba que esta acumulación de poder iba a dañar a la república y a la aristocracia reinante. Tendría razón, desde luego, aunque en aquel entonces nadie le prestó atención.
Con el apoyo de Craso y Pompeyo, César es elegido por votación, en la Comitia Centuriata, cónsul del año 59 con una gran cantidad de votos. La votación fue celebrada como es costumbre en el Campo de Marte. Su par sería el candidato de los aristócratas Calpurnio Bíbulo. Las elecciones de ese año estuvieron trufadas de corrupción. Tanto los populares como los optimates compraron los votos necesarios. Catón diría irónicamente que la corrupción salvó a la República, ya que permitió que los optimates metieran al menos un cónsul. De todas formas, el primer Triunvirato (Craso, Pompeyo y César) se estaba consolidando. Pompeyo y Craso creían que César les sería útil para sus propios intereses, pero veremos que después se sorprenderán, sobre todo Pompeyo, de que en realidad César los usara a ellos para catapultarse a sí mismo.
¡Cónsul!
Para evitar darle poder al nuevo cónsul Cayo Julio César, el Senado le asigna tareas menores, como el cuidado de bosques, etc. César, irritado, pasa (es decir, en jerga jurídica, propone para su promulgación) medidas populares en detrimento de la aristocracia; especialmente pone en rigor la famosa ley agraria, división de tierras en las provincias y la distribución de las mismas a los veteranos y a los más necesitados. En este punto Pompeyo insistía mucho con César, pues ambos coincidían en que se trataba de una medida muy popular.
La lista de enemigos de César en el Senado fue creciendo rápidamente. Bíbulo, quien era el otro cónsul, y el Senado continuamente rechazaron las propuestas con argucias legales. Catón, entre otros, estaba en contra, y dilataba los debates con larguísimas oratorias que no llevaban a ningún lado. César, enfurecido por ver que no podía convertir en ley sus propuestas, mandó a apresarle, pero finalmente lo libera, ya que la medida no fue bien aceptada entre la gente. Éste será uno de sus pocos errores políticos a lo largo de toda su vida.
César lleva la cuestión, pues, a votación del pueblo, sabiendo que al ser una medida popular sería fácilmente aprobada. Primero la presenta en el foro, frente a la gente, y pide públicamente a Pompeyo y a Craso que manifiesten su apoyo a las medidas que proponía. Ellos accedieron y le mostraron al público su compromiso. Mientras, Bíbulo, el otro cónsul, las rechazó públicamente. Con esa posición, Bíbulo y los senadores se ganaron el odio del pueblo. Incluso le tiraron estiércol al pobre de Bíbulo. El resultado de la votación será a favor de la ley de César. El Senado admitió la derrota: muchos senadores aceptaron la decisión del pueblo para congraciarse con Pompeyo y Craso, pues aún consideraban a César poco importante. Otros deciden sabiamente que no es prudente mostrarse en contra de la nueva ley, en vista del apoyo del pueblo. En cuanto a la gente, estaba enfurecida con Catón y con Bíbulo. El pobre Bíbulo, a pesar de ser nada menos que cónsul, decidió que lo mejor era pasar desapercibido y no armar jaleo, aunque seguirá molestando por lo bajo.
Parte del plan del Triunvirato era meter las narices en Egipto. Para esto, mostraron su apoyo a Tolomeo XII Auletes, hijo no reconocido de Tolomeo IX. Auletes no era popular, pero gracias al soborno logró que el Triunvirato le apoyara. Tolomeo XII fue el padre de Cleopatra VII y Tolomeo XIII, de quienes volveremos a hablar. A modo de anécdota, esta dinastía egipcia reinó desde que uno de los generales de Alejandro Magno, Tolomeo, se hiciera cargo del reino egipcio al fallecer el Magno.
En Mayo del 59, para sellar su alianza con Pompeyo, César, le ofrece a su hija Julia en matrimonio. Como ella estaba ya casada, le ofrecen, como resarcimiento al marido, una hija del mismo Pompeyo que a su vez estaba comprometida con Fausto Cornelio Sila , un hijo de Sila. Ideal venganza. César se casó a su vez con Calpurnia, hija de Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, a quién le prometieron el consulado del año siguiente. Catón, enfurecido, gritaba a voces cómo entre ellos tres se estaban repartiendo el estado mediante alianzas matrimoniales.
Julia era una mujer muy agraciada, simpática e inteligente, por lo que Pompeyo quedó inmediatamente enamorado de ella.
César pasó varias medidas además de la de la tierra: reduce la tasa de impuestos a las provincias y condona deudas a los arrendatarios de tierras. Pasó tambien leyes para evitar el fraude y el chantaje por parte de los funcionarios públicos. Arregló la Vía Apia y premió a los líderes extranjeros aliados, como Ariovisto (jefe de la tribu germana de los suevos, del que hablaremos pronto) y Tolomeo Auletes.
El Senado aristocrático, muy enfadado, no veía el minuto en que César terminase su consulado para poder así enjuiciarle por vaya uno a saber qué cosa, pero algo encontrarían, seguro. César sabía que necesitaba un puesto que lo hiciera inmune y además necesitaba fama y dinero para sus objetivos políticos. Por ello pidió ser gobernador por 5 años de la Galia Cisalpina y de Iliria. Se lo concedieron. Al morir el gobernador de la Galia Transalpina también le dieron aquella provincia. Iliria era la que prometía la acción que César necesitaba. Le asignaron 4 legiones a su mando. Catón nuevamente se opuso, según él era inadmisible que una persona tan joven e inexperta fuera asignado con tamaña responsabilidad, más aún cuando no había ninguna guerra, por el momento.
Por esta época César trató de amigarse de nuevo con Cicerón, pero éste rechazó cualquier propuesta de César. Ni el Senado ni él estaban de acuerdo con el poder que acumulaba el Triunvirato.
¿Un patricio Tribuno de la Plebe?
¿Se acuerdan de Clodio, el del escándalo en la ceremonia de la diosa Bona Dea y amante de Pompeya, al que César perdonó al no testificar en su contra? Pues el triunvirato lo utilizará en su favor, proponiéndolo tribuno de la plebe. Para esto deben primero quitarle el status de patricio y que lo adopte algún plebeyo. Recordemos que para ser tribuno de la plebe el candidato debía ser plebeyo. Así fue: luego de maniobras ciertamente dudosas, salió electo tribuno. De esta forma hostigará a Cicerón y a Catón hasta el punto en que pidan exiliarse voluntariamente. El problema es que Clodio querrá también tener un poco de poder personal y no ser un mero títere del Triunvirato.
Finalizado el consulado de César, el triunvirato se aseguró de que ganaran sus candidatos para el año 58 siguiente: Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, quien dio a su hija en matrimonio a César, como vimos, y Aulo Gabinio, el mismo de la Ley Gabinia. César se enfrentó a estas alturas a una serie de acusaciones, pero se defendió magistralmente, con discursos y oratoria que lamentablemente no han llegado hasta nuestros días.
Para Marzo del 58, César sale a las Galias. Comandará un ejército del doble de tamaño del que tuvo en Hispania. Su plan de obtener éxito militar, fundamental en su carrera política, recién comenzaría en ese momento.
Camino de las Galias finalizamos la larga entrega de hoy. César logró su objetivo de tener el mando de un ejército que le permitiese obtener una gran gloria militar. Está a las puertas de conseguir su famosa conquista de las Galias. Como veremos, será muy dura, ya que se enfrentará a terribles pueblos bárbaros como los helvéticos, germanos, galos, belgas y bretones… hasta la próxima.
- Asia representaba la mayor fuente de riquezas de la época, por lo que su dominio era vital. [↩]
- El Océano Atlántico. [↩]
The Cayo Julio César (II) by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 5 } Comentarios
Qué gran personaje, el amigo César. En el lago de tiburones que debía ser la Roma de los últimos tiempos de la República, César debía ser un tipo muy especial como para nadar entre tantas aletas triangulares y que no se le comieran…
Supongo que es en la Galia donde le crecen a él también unas aletas de mucho cuidado… ya espero el siguiente capítulo: ¡César en las Galias!
Anda que no leí yo pasajes de “La Guerra de las Galias” en Latín del Bachillerato… de los que no me acuerdo en absoluto, claro.
Muy interesante como siempre, una lastima que tengas que resumir tanto, la verdad es que me cuesta un poco situar de bien todos los sucesos que cuentas pero bueno, para ampliar ya están las referencias. ¿Ya era normal dedicarse a compararse a uno mismo con Alejandro? Desde luego que ambición no le faltaba.
@Mac: Gracias Mac, por otro lado, Dios, leer en latín… me compadezco.
@Sergio: Gracias. Como habrás notado sigo un orden cronológico. Salvo en algunos caso donde por ejemplo cuento la vida de Pompeyo o algún evento que me obliga adelantarme para luego volver atrás y continuar con el relato. Pero en términos generales el relato es lineal. En ese sentido soy muy cuadrado y poco artístico.
Pero no desesperen, prometo que las próximas entregas serán más emocionantes, con mucha acción. Quizás demasiadas, pero es necesario para tomar una clara idea de la dimensión de la campaña en las Galias. A la vez seré muy claro con el orden cronológico de los hechos. Saludos
Un par de comics sobre Cesar que me han parecido muy divertidos: http://www.harkavagrant.com/index.php?id=304 http://www.harkavagrant.com/index.php?id=307
jeje.. no los conocía. Muy buenos.
Escribe un comentario