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Historia de un ignorante, ma non troppo… Cantus in memoriam Benjamín Britten, de Arvo Pärt




El artículo de hoy de esta ignorante serie musical está dedicado a una obra que el compositor estonio Arvo Pärt escribió en homenaje al compositor inglés Benjamin Britten, al poco de su muerte en 1976. Es una obra corta, de unos seis minutos de duración, pero intensa desde su simplicidad. Una obra que llega al corazón… Pero me estoy adelantando. Mejor comenzar por el principio.

El día 28 de noviembre de 2013 asistí al “Concierto de Santa Cecilia” que cada año ejecuta la Orquesta Sinfónica de Madrid, ese año dirigida por Jeffrey Tate. Parte del concierto fue un homenaje a Benjamín Britten, conmemorando el centenario de su nacimiento, dado que nació en 1913, precisamente el día 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de la música.

Es práctica habitual de todas las orquestas del mundo programar obras de compositores de los que se celebre alguna onomástica ese año: centenario de su nacimiento, bicentenario de su fallecimiento, cosas así. Desde cierto punto de vista no tiene mucho sentido hacerlo. Si la obra merece programarse, debería hacerse independientemente de si este año hace 100 ó 37 y medio que se estrenó o que se murió su autor o lo que sea. Sin embargo, una ventaja tiene esto de programar obras en los aniversarios: es un procedimiento completamente democrático, en el que todos los autores tienen su oportunidad… basta con dejar que corran los años hasta llegar al correspondiente centenario o lo que sea. Y a veces esta práctica da resultados memorables, como cuando la Orquesta Nacional de España programó la integral de la obra de Mahler en tres temporadas, coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento en 1860 y el centenario de su muerte en 1911.

Pues bien, en ese concierto al que me refiero se ejecutaron dos obras de Benjamín Britten y una, la del artículo de hoy, de Arvo Pärt, dedicada a él. El Cantus in memoriam Benjamin Britten. Me fascinó. Espero que os fascine a vosotros también.

Arvo Pärt en 2008 (Wikipedia)

El compositor estonio Arvo Pärt nació en Paide, Estonia, en 1935. Eso quiere decir que nació en un estado independiente, pero a partir de los cinco años fue ciudadano de la URSS, dado que ésta se anexionó Estonia en 1940 como consecuencia de los Pactos Molotov-Ribentropp por los que la URSS de Stalin y la Alemania de Hitler se juraban amor eterno y se repartían varios países de Europa central (Países Bálticos, Polonia, etc), como si estuvieran jugando al Risk…

Sin embargo, pocas influencias de la música soviética tuvo Pärt en su formación. O mejor, tuvo muchas influencias de todo tipo, no sólo soviéticas. Tocó todos los palos el bueno de Pärt, buscando su lugar bajo el sol musical… casi todos ellos con no demasiado éxito. Neoclasicismo, dodecafonismo, serialismo y algún que otro “ismo” más…

No tuvo éxito. Sus obras no tenían inspiración, le desagradaban a él y, de paso, a los jerarcas soviéticos que tanto fastidiaron a Shostakovick, Khachaturian, Prokofiev y otros compositores por no componer “música patriótica”, sea eso lo que sea. Pero no había manera. Ni con obras “oficiales” ni con obras “rompedoras”. Estuvo Pärt a punto de dejar para siempre la composición.

Sufrió una profundísima crisis personal, no sólo compositiva, de la que consiguió salir abrazando la religión ortodoxa rusa y refugiándose en las formas primigenias de la música occidental: el canto llano medieval. También el canto gregoriano,[1] la primera polifonía medieval, etc. Vuelta a las raíces. Y ahí sí que obtuvo el éxito con un estilo muy personal, con obras con esquemas muy simples, minimalistas, llenas de sentimiento, que llegan directas al corazón de una forma atávica e inmemorial…

La obra de hoy es un magnífico ejemplo. Compuesta a principios de 1977, tan sólo unas semanas después de conocerse la muerte de Britten, a quien, por cierto, nunca llegó a conocer, se basa en una nutrida orquesta de cuerda (en este caso ni el viento ni la percusión, a excepción de una única campana, tienen vela en el entierro… nunca mejor dicho) entonando sencillas escalas en canon[2] siempre girando machaconamente alrededor de un acorde de La menor. La música va cambiando, girando, transformándose siempre alrededor de las mismas notas, siempre parecido pero siempre diferente, punteada por una obsesiva campana que entona una y otra vez una nota La… La… La…[3]

Lo mejor es que lo oigáis (y lo veáis) en este video de la Orquesta de la BBC en los BBC Proms de 2010, dirigida por Edward Gardner. Una excelente interpretación y con el tempo justo, en mi ignorante entender. La obra dura sólo seis minutos. Estupendos, pero sólo seis.

A sus 78 años de edad, Arvo Pärt es de los pocos compositores contemporáneos que huyen de la “música contemporánea” oficial que tantos desastres produce. Porque sí, se puede componer música moderna que sea bella, y no una sucesión de espantajos, notas sin ton ni son y tonterías varias tan de moda últimamente, como tocar el piano con la baqueta del timbal y cosas peores… Y para demostrarlo, si queréis podéis disfrutar de esta otra obra bellísima, también minimalista, del compositor estonio:

Spiegel im Spiegel (Espejo en el espejo), para viola y piano, ejecutado por Benjamín Hudson (viola) y Jürgen Kruse (piano).

Podéis explorar en youtube más obras de Pärt, si lo deseáis. Os sorprenderá.

La grabación de referencia de esta obra es la de Tamas Benedek dirigiendo a la Orquesta de la Ópera del Estado Húngaro de Budapest, también localizable en youtube, así como otras varias versiones más, mucho más cortas (cinco minutos escasos) o mucho más largas (hasta nueve minutos). Es curioso ver cómo diferentes directores interpretan de forma tan distinta la misma obra, y más en este caso de una música tan aparentemente sencilla… por eso siempre es mucho más interesante escuchar (y ver) la obra ejecutada en directo. ¡Siempre hay sorpresas! No os quepa duda, en directo suena mucho mejor.

Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.

  1. Algún día debería aparecer por aquí algo de ese canto gregoriano que nos impresiona cuando se canta en una iglesia medieval. []
  2. Un canon de proporción, en el que no sólo la segunda voz, la tercera, etc, imitan la melodía principal, sino que lo hacen variando también la velocidad y el ritmo: unas van más lentas que otras. La técnica compositiva necesaria que debe poseer el autor para que una música compuesta de esta forma suene bien y no sea una barahúnda es enorme. []
  3. O mejor: Taaaan… Taaaaannnn… []

Sobre el autor:

Macluskey ( )

Macluskey es un informático de los tiempos heroicos, pero no ha dejado de trabajar en Informática y disfrutar con ella hasta la fecha. Y lo que el cuerpo aguante. Y además, le gusta la música...
 

{ 1 } Comentarios

  1. Gravatar Gustavo | 02/02/2015 at 01:25 | Permalink

    @Macluskey

    No hace mucho tiempo descubrí a Pärt y quedé fascinado por su audacia de escribir música moderna en ese estilo. Pero la audacia le trajo el éxito, hasta el punto de que es casi imposible conocer sus obras de los períodos anteriores. Eso viene a demostrar, una vez más, como dices, que se puede componer música moderna que sea bella. Pero ¿qué es eso de música “moderna”? ¿Acaso no es “moderna” cualquier música que se compone en el tiempo actual? Aunque claro, si el calificativo lo usamos para definir cualquier disparate que suene espantoso, ahí tenemos entonces la explicación de por qué el público moderno le huye, al igual que Pärt entendió que él mismo debía huírle si quería llegarle al alma de las personas.

    Muy buen artículo, Mac, sintético pero con todo lo necesario para quienes no conozcan aún la música de un compositor que muchos han empezado a definir como el más importante en el tiempo presente.

    ¡Un abrazo y que siga la serie!

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