Tras la miniserie dedicada a algunos conciertos de violín de los considerados más grandes del repertorio, dentro de esta ignorante serie hoy oiremos una alegre y famosísima obra de Nikolai Rimsky Korsakov, el Capricho Español… que ya tiene narices que la pieza seguramente más famosa de música clásica de inspiración española (es decir, en música popular o folklórica de inspiración más o menos hispánica), sea obra de un compositor ruso que en toda su vida apenas pisó tierras españolas… y en cualquier caso como parte de sus escalas por todo el mundo en el desempeño de su trabajo como oficial de la Marina Imperial Rusa… eso sí, en el único viaje que hizo.
A partir de la década de 1870, más o menos, España (o mejor: lo español; o mejor: el folklore español) se puso de moda en los círculos cultivados parisinos (y, por ende, en los del mundo entero, dado que París era la capital cultural del mundo en la época) por su imagen de bizarría y exotismo pueblerino… Hay que fastidiarse, con qué rapidez pasamos de ser El Imperio por antonomasia, ése donde no se ponía el sol, a convertirnos en poco más que un destino exótico, objeto de curiosidad y sorpresa por sus típicas costumbres ancestrales… Y los compositores de la pomada de la época descubrieron las melodías folklóricas españolas como si fueran exóticas melodías de otro planeta, y las usaron con mejor o peor éxito en diferentes obras. George Bizet, con su ópera Carmen; Maurice Ravel, con su Bolero o su Rapsodia Española; Edouard Lalo, con su Sinfonía Española[1] o el propio Rimsky Korsakov, con este Capricho Español, son buenos ejemplos de este hispanismo de pandereta de finales del Siglo XIX.
Y… ¿qué hacían los compositores españoles en esa época?, preguntaréis. Pues mucho folklorismo… español, mucho de él en forma de Zarzuela, que vivió su momento dorado durante ese siglo y principios del XX. Luego, Isaac Albéniz, seguramente el mejor compositor español de esos años, también se dedicó a componer, sobre todo para piano, sobre temas folklóricos españoles, más o menos lo mismo que Enrique Granados… Y el mejor violinista de la época, el navarro Pablo Sarasate, además de tocar primorosamente las obras de los demás, también escribió él mismo una deliciosa música para violín, como sus famosísimos Malagueña o Zapateado, inspirados por… aires folklóricos españoles.
Y Rimsky Korsakov, simbólicamente atrapado entre los círculos nacionalistas rusos y el romanticismo francés, pues también.
Nikolai Rimsky-Korsakov nació en Tijvin, a unos 200 Kms. de la capital rusa, San Petersburgo, en 1844, en una familia aristocrática con muchos posibles, y una amplia tradición como sirvientes de la Marina Imperial Rusa. Es decir, su destino estaba trazado en el mismo momento de nacer: sería oficial de la marina (su hermano mayor, Voin, llegó a ser un conocido navegante y explorador naval). Así que, a pesar de demostrar tener un excelente oído musical y capacidades fuera de lo común para la música desde muy temprana edad, nuestro Nikolai acabó enrolándose en la Marina Rusa, graduándose, y realizando un viaje de casi tres años como guardamarina en un clíper llamado Almaz…
Sin embargo, mientras estaba en la Escuela de la Marina continuó dando clases de música, casi siemrpe de manera informal, incluso componiendo alguna pieza de forma autodidacta, hasta que conoció a Mili Balakirev, el alma mater y fundador del Grupo de los Cinco, que ya ha salido un par de veces en esta serie, grupo que abogaba por la exaltación del nacionalismo en la música rusa, alejándose de las influencias de las músicas alemana y francesa, las más destacadas e influyentes de la época.
Junto al propio Balakirev formaron parte de dicho Grupo de los cinco Cesar Cui, Modest Mussorgsky, Alexander Borodin y nuestro héroe de hoy: Nikolai Rimsky-Korsakov. Fue Balakirev quien le exhortó a seguir en sus estudios y a no cejar en la composición… y el resultado es que, cuando acabó su viaje iniciático en el velero ruso, vino con su Primera Sinfonía bajo el brazo: la había compuesto durante la singladura. Larga singladura, como eran en auellos tiempos…
Rimsky-Korsakov continuó siendo oficial de la Marina durante bastantes años… sin embargo, no hay que olvidar el hecho de que era de familia noble, así que sus obligaciones para con el Zar eran acudir un par de horas diarias al Almirantazgo de San Petersburgo para hacer trabajo de… administrativo, o contable o algo así. Nunca más se volvió a embarcar, al menos como oficial de la Marina. O sea, se convirtió en una suerte de marinero de agua dulce…
Este horario laxo, por decir algo, le dejaba mucho tiempo libre para dedicarse a la música… y se dedicó. Y más a partir de 1873, cuando el Zar creó por decreto el puesto de “Inspector de Bandas Navales de Música”, y nuestro Nikolai ejerció tal cargo desde entonces hasta que otro decreto de 1884 abolió el puesto, momento en el que Rimsky-Korsakov renunció a la Marina y se dedicó por entero, al menos oficialmente, a la música.
A pesar de su escasa formación, casi toda ella autodidacta, en 1871, con tan sólo 27 años de edad, fue nombrado profesor de Composición Práctica e Instrumentación (o sea, lo que hoy en día se llama Orquestación) del Conservatorio de San Petersburgo… desde luego que el apellido ayudaba, me parece a mí. Pero es que en este caso nuestro buen Nikolai realmente era un brillante orquestador, como veremos hoy, y algunos de los más importantes compositores rusos del Siglo XX, como Glazunov, Stravinsky o Prokofiev, sin ir más lejos,[2] fueron alumnos suyos, e incluso se permitió escribir un Tratado de Orquestación que fue santo y seña durante muchos años en la enseñanza de la disciplina.
La obra de hoy es un maravilloso ejemplo de orquestación, y como tal ha sido reconocida desde su mismísimo estreno, a pesar de que este hecho fastidiaba un poco al autor, que decía que lo que hacía realmente especial y maravillosa a esta obra era «por el cambio en los timbres y la feliz elección de concepciones melódicas y de patrones de figuras», Wikipedia dixit. Pues bueno. Desde luego que el ignorante de mí no va a discutir con el maestro, faltaría más, pero a mí lo que me parece impresionante del Capricho Español es… sí, la orquestación. ¡Qué se le va a hacer!
Compuesto en 1887, en la misma época en que compuso sus otras dos obras más famosas, Scheherezade y la Obertura La Gran Pascua Rusa, el Capricho Español (originalmente, “Capricho sobre Temas Españoles”) iba a ser inicialmente una Suite para Violín y Orquesta, pero luego decidió incorporar otros pasajes para otros instrumentos solistas, aunque sigue teniendo una preponderancia especial en la obra el violín del concertino. Y está basado, cómo no, en temas españoles, sobre todo asturianos… eso sí, según la peculiar percepción de cómo deberían sonar estos temas de un ruso que hacía lo menos veinticinco años que no había estado en España, y al menos yo ignoro si había estado o no, y dónde…
Bueno, vamos a dejarnos de rollos macabeos y vamos a la obra. En youtube se encuentran varias versiones, pero las dos mejores que he visto son una de la Orquesta del Mariinsky de San Petersburgo, dirigida por su director titular, Valery Gergiev, en el propio Teatro Mariinsky, y la otra de la Orquesta Sinfónica Nacional de China (sí, de China) dirigida por un director occidental que no he podido reconocer. Ambas están tomadas de sendos conciertos de Año Nuevo… y ambas tienen algún problemilla. Para variar.
En la de Gergiev el problema viene de la realización: la gran mayoría de tomas son frontales, y en primer plano, de Valery Gergiev, la estrella de la dirección rusa… y famoso por su histrionismo. Así, la mayoría del video está dedicado a ver cómo el buen Valery gesticula, brinca, reprende y da la tabarra a la pobre orquesta, que casi ni aparece en el video (y cuando aparece, casi siempre lo hace mal, como por ejemplo cuando están las trompas interpretando su particular solo, y el realizador nos muestra a los violonchelos, y así todo el video), todo ello usando una mini-batuta… por no decir directamente que lo que usa es un mondadientes.[3] Además, a mí me da la sensación de que Valery no está dirigiendo, sino más bien acompañando a la orquesta… Me explico para los que no lo hayáis entendido: el director debe dar las entradas a los diferentes instrumentos, y tal cosa debe hacerse antes de la propia entrada del instrumento en sí, las décimas de segundo exactas para que los músicos vean el gesto y realicen la entrada. Por ejemplo, el director mira a las flautas y les marca con la batuta (o con la mirada, o con un gesto… ¡o con el palillo!) la entrada… y cinco décimas de segundo más tarde las flautas atacan su frase. Bueno, pues con Valery Gergiev parece que lo que está haciendo es acompañar el ritmo de la orquesta, es decir, lo mismo que tú, querido lector, o yo hacemos con el pié marcando el ritmo si escuchamos algo que nos guste. Pero, a pesar de todo esto, el resultado es magnífico. La interpretación es excelente, y la grabación, muy buena.
En cuanto a la de los chinos, es todo lo contrario: las tomas son excelentes, centrándose en los profesores que interpretan las diferentes partes y solos (con algún despiste, como cuando en pleno solo de cello se queda enfocando al oboe que le hace el acompañamiento, pero bueno), y el para mí desconocido director hace lo que se espera de un director en el estrado, y además chupa poca cámara, a diferencia de nuestro buen Gergiev… pero el resultado final no es tan bueno. El ritmo, sobre todo en las alboradas, es más rápido, más presuroso, en línea con lo habitual en orquestas, directores o solistas orientales… eso va en gustos, pero a mí no me gusta tanto tanta velocidad. Además, la orquesta china no suena ni de lejos como la del Teatro Mariinsky (en la época soviética conocida como Teatro Kirov, y seguramente la mejor orquesta rusa de la actualidad, lo que es ciertamente mucho decir), y el sonido del video no es tampoco maravilloso.
Como la obra completa no dura más de quince o dieciséis minutos, os propongo que oigáis las dos versiones, en el orden que os dé la gana, y así comparáis. Yo me voy a centrar en la versión del histriónico Valery Gergiev, pero os dejo los enlaces a la versión de la Sinfónica de China: los tres primeros movimientos, aquí, y los dos últimos, aquí.
Así que vamos a ver cómo el histriónico Valery Gergiev sobreactúa, como es su costumbre, y dirige a palillazos el Capricho Español en el Mariinsky el día de año nuevo de 2007.
Comienza la obra, como no puede ser de otro modo, con el primer movimiento: Alborada, basado en un baile asturiano dedicado a la salida del sol, que comienza con vigoroso un tutti orquestal, que deja luego paso a un portentoso solo de clarinete. Oímos panderetas y trinos diversos que sugieren el carácter hispánico de la música (aunque la pandereta no forme parte, que yo sepa, del conjunto de instrumentos asturianos, pero bueno). Se repite la entrada y el solo del clarinete, respondido luego por otro solo del violín del concertino, confirmando la idea inicial del autor de escribir una Suite para violín y orquesta (no será ésta la única intervención solista del violín, ni mucho menos)
En el minuto 1:15 termina la Alborada y comienza el segundo movimiento: Variazioni. Que son eso, variaciones sobre diferentes temas de raíces hispanas.
Primero las trompas anuncian el tema, que es recogido por la cuerda, y luego pasa al oboe, con respuestas de trompas y trompetas con sordina… hasta que la orquesta en pleno toma el relevo. Al acabar esta parte son ahora las flautas quienes adquieren el protagonismo, con un genial pizzicato de la cuerda como contrapunto. La flauta solista se arranca por fin con escalas ascendentes y descendentes, que culminan con un trémolo que nos indica que el movimiento se está acabando… hasta que se acaba, cuando es abruptamente interrumpido por la vigorosa entrada del tutti del siguiente movimiento, el tercero: Alborada. Otra Alborada, como el primer movimiento. Pero para verlo hay que cambiar de video.
Esta segunda Alborada es básicamente igual que la del primer movimiento, pero con cambios en la orquestación. El más evidente, que el violín intercambia su lugar con el clarinete en los solos; lo que antes estaba encargado al primer clarinete lo hace ahora el concertino y viceversa.
En el minuto 1:15 termina esta segunda Alborada y comienza el cuarto movimiento, Escena y Canto Gitano.
Que comienza con un redoble de la Caja, pero no de la caja flamenca que se podía esperar en una Escena y Canto Gitano, sino la Caja Orquestal que podéis ver al lado. Los metales rápidamente nos introducen el tema con una sonora fanfarria, hasta que en el minuto 1:45 comienza el primero de los muchos solos de este movimiento, que es en realidad un motivo perfecto para el lucimiento solista de muchos de los músicos de la orquesta. Este primer solo es del violín, del concertino, con una suerte de melodía gitana… o así. A los solos los acompaña, o no, la orquesta punteando la melodía, remedando, supongo, una supuesta fiesta gitana con mucha improvisación e intervenciones de los diferentes asistentes…
Los solos que se van sucediendo son (espero no dejarme ninguno): flauta, clarinete, oboe y arpa, acompañada del triángulo. La orquesta entra en tutti en el minuto 3:45, cambiando el ritmo, pero sólo hasta el minuto 4:35, donde comienzan más solos sucesivos, acompañados siempre por la cuerda imitando a una guitarra, porque así lo pide el autor en la partitura, según me cuentan: quasi chitarra. De hecho, en el video de la orquesta china, sobre el minuto 3:55, podemos ver a los violinistas en una inusual posición: tocando el violín rasgueándolo como si de una guitarra se tratara, cosa que se ve en muy pocas ocasiones. Podemos oír solos de cello acompañado de oboe y flauta, flauta y oboe, la madera al completo, luego el metal…
En el minuto 4:55 cambia el tema (pero no el movimiento), y ahora oímos castañuelas llevando el ritmo… y más solos del violín solista, luego de la flauta y el violín, clarinetes, toda la madera…El final de la Escena Gitana, como tal cosa requiere, es muy movido y para la orquesta en su totalidad, preparando con un crescendo la entrada, sin interrupción alguna, en el minuto 5:50, del quinto y último movimiento: Fandango Asturiano.
El fandango no sólo es un palo del flamenco, sino que es una danza muy antigua, conocida desde el Siglo XVII, y que tiene representaciones en la música folklórica de muchas regiones españolas… incluida Asturias, desde luego. Así que Rimsky-Korsakov no comete ninguna tropelía por orquestar un fandango asturiano, ni mucho menos.
El acompañamiento de castañuelas aquí y allá ayuda a que nos creamos que esto es realmente un fandango asturiano, y nuevos solos se suceden: violín, clarinete, más madera, que esto es la guerra… hasta llegar al triunfante final del movimiento y de la obra.
Así que en el minuto 8:40 termina la ejecución del Capricho Español, y podemos ver a Valery Gergiev unos segundos recibiendo displicentemente los aplausos del público del Mariinsky.
Existen muchas versiones de esta obra, sólo que, como es muy cortita, se considera algo así como una obra menor, y siempre viene acompañada de otras obras, casi siempre de otros compositores. Es fácil encontrarla junto con el Capricho Italiano de Tchaikowsky, con las Danzas Plovetsianas del Príncipe Igor de Borodin, o la Obertura de Russlán y Gudmilla de Glinka… o con cualesquiera otras (eso sí, generalmente rusas). Así que no voy a recomendar ninguna en absoluto.
Para aquellos de vosotros que dispongáis de Spotify, sorprendentemente apenas existen versiones de la obra. Así que aquí os dejo la de la Orquesta de Tblisi, en español Tiflis, la capital de Georgia, en pleno Cáucaso, con vaya Vd. a saber qué director.[4] La verdad es que suena bastante bien… por algún motivo que desconozco, este Capricho Español es muchísimo más ejecutado en Rusia y sus limítrofes que en España, siendo como es un Capricho Español, aunque, eso sí, compuesto por un ruso. Y aquí os dejo otra versión que me parece algo peor, con menos fuerza, pero con una gran ventaja: está toda la obra en un solo corte… ¡Eso elimina la publicidad entre movimientos para los gratuitos como yo! Es la versión de Naxos, con la Royal Philarmonic Orquestra británica, dirigida por Adrian Leaper, el actual director musical de la Orquesta Sinfónica de RTVE.
Y esta música tan viva, tan festiva y alegre, con tantas intervenciones solistas, justifica más que casi nunca la pesada cantinela, la tabarra que os doy siempre que puedo… y amablemente me dejáis: Nada tiene que ver escuchar una obra en directo que oírla enlatada, por buenos que sean la grabación y los aparatos de reproducción. Pues eso.
Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.
- Sinfonía Española que, en realidad, es un concierto para violín y orquesta. [↩]
- Como si fuera fácil ir más lejos que con estos tres monstruos. [↩]
- Vulgo: palillo [↩]
- Es que la carátula del disco está en ruso, y entre mis muuuchas habilidades no está todavía descifrar el cirílico… [↩]
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{ 6 } Comentarios
Y los compositores de la pomada de la época descubrieron las melodías folklóricas españolas como si fueran exóticas melodías de otro planeta, y las usaron con mejor o peor éxito en diferentes obras
Vamos, que lo de coger un mega-hit español, hacerle unos arreglillos y volver a publicarla no es patrimonio exlusivo de los islandeses modernos.
Es una lástima que “no trabajes la ópera”, Mac. Estoy seguro de que tus descripciones serían absolutamente hipnóticas, como lo es ésta. Comparto completamente tu forma de plantear los artículos. Hablar del autor y del contexto histórico en el que se desarrolló la obra es fundamental para comprenderla mejor. Lo mismo digo sobre los directores y músicos. Sigue así. Saludos.
@J: Bueno, supongo que ya sabrás que los “islandeses” en realidad eran polacos… Para mí, como si fuesen chinos, eso sí.
@Mazinger: Gracias por los alabos. En realidad sí trabajo la ópera, pero… ¡cualquiera habla de Rigoletto, sin ir más lejos, con las limitaciones de youtube! También me gustaría hablar de las Pasiones, pero lo mismo digo. Y de tantas cosas… igual cambio la forma de plantear la serie, me lo estoy pensando y ya os diré algo…
Saludos.
Toco en una banda de musica, y “toco” (o le pego soplios de tal forma que parece que suena) el clarinete. Esta obra es un verdadero reto para cualquier clarinetista, porque en el arreglo para banda el clarinete toca todo lo suyo mas todo lo del concertino, con lo que no dejas los solos en ningun momento. No la he tocado todavia en directo, solo en ensayos, aunque desde luego la obra es preciosa, muy resultona, y al publico le suele gustar mucho, aunque yo me muero de miedo con solo ver el papel.
Me ha gustado mucho tu paseo por el autor y por la obra. Para no saber una palabra de musica (o eso que dices, porque manejas los terminos con mucha soltura) das siempre en el clavo.
Un saludo
La pandereta sí forma parte de los instrumentos musicales populares de Asturias.
Han pasado años, pero quería comentar que si en Spotify buscáis por “Capriccio espagnol” sí que encontraréis versiones. Acabo de encontrar una de Bernstein con la New York Philarmonic Orchestra, por ejemplo.
¡Gracias por esta serie de entradas tan geniales!
{ 1 } Trackback
[...] traspasada incluso por Guillou de rey a rey, confluencia rusa y francesa, pero especialmente con otro ruso pintor orquestal como Rimski-Korsakov, de cuyo Capricho español, op. 34 (1887) el también joven [...]
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