Ya os he contado cómo me fui aficionando a la música clásica, primero a la sinfónica, con la Novena Sinfonía de Beethoven, seguidas de otras Sinfonías que me fui agenciando, del mismo Ludwig van o de otros famosos compositores, como Schubert, Tchaikowsky, Bramhs, Dvorak, etc. Después descubrí la música programática, gracias a Piotr Ilich Tchaikowsky y su Obertura Festival 1812, y poco después o quizás al mismo tiempo, perdí el miedo, la prevención o lo que fuera a la música religiosa, gracias al Réquiem de Verdi.
Fui conociendo más música clásica. No en directo, no, mi modestísima economía de estudiante adolescente no me permitía comprar las entradas para los (escasos) conciertos que se daban en Madrid, creo recordar que en el teatro Real, que por la época funcionaba como Sala de Conciertos, y no de Ópera. Además, había que hacer colas de varios días para poder comprar una entrada… era mucho, así que me conformaba oyendo discos comprados (los menos, y siempre de rebajas) o prestados. Me acostumbré a los clicks y pops de los vinilos muy puestos, por muy cuidados que estuvieran (que lo estaban, lo juro).
Y así iba ampliando mi culturilla musical, poco a poco… pero, de alguna manera, no me interesaba ni la música de cámara, ni la música de solista. Algún disco que cayó en mis manos con Sonatas de Piano o Violín de alguien, o con algún Cuarteto o Trío… no me llenaron. Así que llegué a la (ignorante, por supuesto) conclusión de que “pues a mí no me gusta la música de cámara” (y de paso, tampoco las sonatas de piano, ni las de violín ni nada de nada). Y… ¡Hala! Tan pancho que estaba yo en mi ignorancia…
Afortunadamente, cambié de opinión. Ésta es la pequeña crónica de cómo comencé a cambiar.
En 1972 comencé la Carrera de Informática, aunque entonces ni siquiera era “Carrera”, sino unos estudios que quizá, con suerte, serían universitarios algún día… ese día llegó en 1977, y es otra historia que ya os he contado en otra ocasión.
Lo importante del asunto es que conocí a otros compañeros (bueno, y compañeras también, je je; hasta entonces nunca había tenido compañeras de estudios… ni yo ni nadie, claro: así era la educación en los años 60 y 70 en España). Entre ellos había de todo, como en botica, y entre todos teníamos diferentes conocimientos, gustos y aficiones. Y alguno no sólo era un erudito en música clásica (al menos así lo veía yo, pues sabía al respecto multitud de cosas que yo ignoraba), sino que incluso sabía tocar el piano y todo, y además tocaba razonablemente bien. No es que fuera concertista, no, pero al menos era capaz de leer las notas, lo que para mí era, y es, chino. Y este hombre adoraba a Beethoven. Pero no sus Sinfonías, no, que, según él, lo aburrían, sino sus sonatas para piano.
Discusiones interesantes tuvimos… que a mí me parecía un rollo, y donde esté la Novena que se quite tó, decía yo, convencido. Y él contestaba que donde de verdad desnudaba su alma el genial Ludwig era en sus sonatas para piano, donde no había artificio que valiera, sino sólo el pianista, con sus diez dedos (y sus dos pies, recalcaba), sentado ante el piano. Y así.
Yo era terco como una mula (eeeeh, soy terco como una mula, más bien), pero siempre he cultivado esa cartesiana duda innata de “¿y… no seré yo quien esté equivocado?”, que tan útil resulta para los informáticos (al menos, para los viejos) y, por supuesto, para todos los científicos. En realidad siempre pienso que es muy probable que haya formas mejores de hacer las cosas, y que siempre hay que probar que lo que funciona, funciona de verdad… O sea, que soy un escéptico como la copa de un pino, vaya.
Así que me dejé convencer, y el buen hombre me prestó algunos de sus discos con sonatas del inmortal vienés para que los oyera… prometiéndole por Snoopy que los iba a cuidar como si fueran las mismísimas ferritas del ordenador del Ministerio donde hacíamos las prácticas… no, la práctica, que sólo hice una en toda la Carrera.
Y me fui a casa y aproveché el primer momento de tranquilidad y puse un disco de aquéllos… no me acuerdo quién era el solista. ¿Rubinstein? ¿Sviatoslav Richter? ¿Kempff? Sé que era uno bueno, por lo que me lo ponderó mi colega. Pero no lo recuerdo… menudo cronista estoy hecho. Pero es que en aquella época oscura no sabía distinguir aún una versión de otra; todas las versiones me sonaban igual. Lo juro. Me da vergüenza, pero es la verdad.
Así que si veía un disco barato con cierta versión de la Quinta Sinfonía de Beethoven, por ejemplo, no la compraba, porque pensaba ”Ah, caramba, la Quinta. Ya la tengo.”, así en plan coleccionista. Coleccionista estúpido, pero en fin. Porque a lo mejor la Quinta que yo tenía era de la Orquesta Municipal de Abu Dhabi dirigida por John Doe, y estaba despreciando a buen precio a Karajan dirigiendo a la Filarmónica de Berlín… en fin, repito, la ignorancia es lo que tiene. Ahora sí puedo deciros que es importantísimo disponer de una buena versión de las obras que os gusten. O dos buenas versiones, o tres…
Volvamos a nuestra pequeña historia. Puse, efectivamente el primero de los discos, con mucho cuidado para no rallarlo… y no me gustó demasiado. Ignoro qué Sonata sería, pero no me llegó. Di la vuelta al disco, y nada. Me dije: “Pues va a ser que efectivamente esto no me gusta”, pero antes de dar por finiquitado el asunto, le di aún una última oportunidad al piano de Beethoven, y puse un segundo disco…
¡Menos mal que la casualidad quiso que esta vez fuera la Sonata número 14 en do sostenido menor, Opus 27-2! Sí, sí, me refiero a la Sonata “Claro de Luna”, cuyo Adagio inicial es probablemente la pieza musical más famosa escrita jamás para piano… Supongo que todo el mundo la conoce, pero por si acaso, aquí tenéis a Wilhelm Kempff interpretando maravillosamente ese maravilloso adagio. Podéis, si os apetece, comparar con esta no menos maravillosa versión a cargo de otro monstruo, Glenn Gould, o con esta otra de un nuevo monstruo, Daniel Barenboim, y seguramente entenderéis perfectamente lo que quiero decir con eso de que una misma pieza tocada por directores, orquestas o solistas diferentes puede sonar completamente distinta… ¿Cuál es mejor? Difícil elección, pardiez. Las tres versiones son extraordinarias… y extraordinariamente distintas entre sí.
Pensaréis ahora… ¿pero bueno, no iba este post de la Waldstein, que eso dice el título del artículo? ¿Y ahora nos sale con la Claro de Luna, este viejo cascarrabias con demencia senil?
Ya voy, ya voy… Todo tiene su explicación. Porque una vez me maravillé con la Sonata Claro de Luna, que puse, como era de rigor, tres o cuatro veces para empaparme bien de ella, empecé a oír con mucho más cuidado el resto de los discos, le fui cogiendo el tranquillo… y el milagro se había producido. ¡Todas me encantaron (unas más que otras, claro)! Lo que hace la autosugestión… Allí estaba la Pastoral, la Apasionatta, los Adioses, y alguna otra… Todas maravillosas.
Pero la que me impactó del todo, hasta dejarme sonado, fue la Sonata número 21 en do mayor, Opus 53, es decir, ahora sí, la Sonata Waldstein.
O también Sonata “Aurora”, que es como parece que se llama (o llamó, o llamaba) esta sonata, aunque yo, y como yo, creo que casi todo el mundo, siempre la he conocido por “Waldstein”, quizá por la tonta razón de que está dedicada al Conde Waldstein, uno de los protectores de Beethoven por aquella época.
El genial vienés la compuso en 1804, poco después de asombrar al mundo con su Sinfonía número 3, Heroica… y en la cumbre de su genio (aunque una vez que llegó allí, Ludwig van Beethoven nunca jamás se bajó de esa cumbre…).
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Esta vez, amigos, os pido que me acompañéis oyendo una excelente versión, con uno de los mejores pianistas de todos los tiempos, el chileno Claudio Arrau, cuya foto tenemos a continuación.
Son tres videos, el primero tiene la primera parte del primer movimiento, el segundo video, el final del primer movimiento, todo el segundo y parte del tercero, y en el tercero está el final del tercer movimiento… y el concierto sigue… Dichosos 10 minutos de límite en youtube… Eso sí, está muy bien grabado y realizado, así que, en definitiva, creo que se puede disfrutar perfectamente de la interpretación de Arrau en la celebración de su… ¡80 cumpleaños!, en 1983 (nació en 1903).
Quizá no sea tan acabadamente perfecta, comparada con algunas que luego os sugeriré, pero Don Claudio era un monstruo, lo que se nota en la supina y tranquila elegancia con que toca una composición tan difícil (a mi modo de ver). Porque la verdad es que suena fenomenal… ¡Y ya me gustaría a mí llegar a los ochenta en ese forma!! (No, todavía no los tengo, malpensados).
Un pequeño consejo: Cargad los tres vídeos en que está partido de mala manera el Concierto, porque ese “partimiento” no es nada afortunado, así que conviene poder comenzar a oír rápidamente cada parte tras el final de la anterior. Para cargarlos, dad al “Play” y cuando comience a venir, a “Pause”, dejando que se vaya cargando para luego no esperar. Tras un ratito, ya podéis oírlo bien. Avisados quedáis.
Primer movimiento: Allegro con brio (Primera parte):
Oíd ese sorprendente comienzo, tan poco habitual, en pianissimo (o sea, muy bajito) con esas notas entrecortadas, como si de una ametralladora se tratara… ta-ta-ta-ta-ta-ta… Esas notas entrecortadas se denominan “stacatto”, y no tengo ni idea de cómo se consiguen. Alguno de los lectores eruditos, si lo desea, puede explicarlo… Pero son bellísimas, pardiez.
Después la música se detiene, fluye, se recrea, crece… como en un amanecer, quizá, donde la luz se va imponiendo a las tinieblas (digo yo que por eso se quedó con el ahora abandonado sobrenombre de “Aurora”). El maestro Arrau se luce de veras en esta parte, tras un comienzo ligeramente vacilante. El tempo exacto. El fraseo perfecto. Es decir, un “Allegro”, lo que quiere decir rapidito, pero sin pasarse… pero con brío. Y sí, algún error, normal en un directo (es lo que tiene el directo, que casi nunca es perfecto… y sin embargo, es PERFECTO, no sé si me explico). Y de pronto, el video se acaba abruptamente (Grrrr!!) y hay que enlazar con el siguiente:
Primer movimiento: Allegro con brio (Segunda parte):
Donde Claudio Arrau sigue dándonos una lección magistral de interpretación. Oíd fluir esa melodía maravillosa, hasta su final, y dejemos descansar un ratito al pianista, antes del…
Segundo movimiento: Introduzione. Adagio molto – attaca:
… que comienza en el minuto 2:15 de este mismo video.
Este movimiento es realmente lento: un Adagio molto, o sea, “Muy lento”. Y es así de lento porque, ya lo dice su título, es la Introducción para lo que viene a continuación, el glorioso tercer movimiento, al que ahora vamos. Tranquilo, sencillo, el maestro Arrau nuevamente borda este movimiento lento, inspirando una calma poética y tal y tal… Que me gusta, vaya.
Y tras un par de notas agudas de introducción, el pianista (o sea, Don Claudio, en nuestro caso) ataca el tercer movimiento sin descanso alguno (eso, exactamente, es lo que significa eso de “attaca”).
Tercer movimiento: Rondó. Allegretto moderato:
… que cabe perfectamente en un video él solito, pero sin embargo comienza en el minuto 5:53 de este mismo video…
Mmmm.
A ver cómo describo yo este movimiento… que es posiblemente la pieza de piano solo que más me emociona… Diga lo que diga no seré capaz de expresar lo que siento cuando lo escucho. Bueno, vamos a decir algo. Aunque la música es tan potente que habla por sí sola, sin necesidad de adornarla con palabras…
Lo primero, que la interpretación de Arrau sigue siendo excelente, con sus ochenta añitos en el momento de la grabación. Y esta pieza es difícil de verdad, o eso me han dicho.
Lo segundo, os llamará poderosamente la atención la cantidad de tiempo que Ludwig van Beethoven obliga al pobre pianista a mantener una posición bastante antinatural en el piano: con la mano izquierda cruzada sobre la derecha (o sea, tocando con la mano izquierda notas más agudas que las que se tocan con la derecha, cosa realmente extraña, que pocas veces se ve). Esto seguro que tiene un nombre técnico que yo, desde luego, desconozco, pero se da poquísimas veces.
El motivo de tal felonía es obvio, una vez se ve el desarrollo de la pieza, ya que la cadencia que toca la mano derecha, que inicialmente es el acompañamiento (o el contrapunto, o como se diga), puesto que el tema principal es la melodía tocada por la mano izquierda, de pronto, allá por el minuto 6:20, se convierte sorprendentemente en el tema principal, pasando entonces la izquierda a tocar el acompañamiento… a mí, que soy un ignorante, me parece mágico, cómo una melodía secundaria se transmuta, por arte de magia (no, de genio, más bien) en la principal… y casi no lo notas. Es perfecto. Y éstos son los detalles que, a los legos e ignorantes como yo, se nos pasan siempre por alto si sólo oímos la música, y no vemos cómo se ejecuta… Por eso me pongo yo tan pesado con que la música en directo es otra cosa… Sigamos.
La música sube, se regodea, y, de pronto, hacia el minuto 7:05, se convierte en un bellísimo pasaje en fortissimo (o sea, muy alto, como parece obvio, dado que es lo contrario de pianissimo), en el que la melodía mágica interpretada por la mano derecha es punteada por portentosas escalas ascendentes y luego descendentes a cargo de la mano izquierda… Buahhh, se me pone la piel de gallina.
Por si no os habéis enterado bien (o sí que os habéis enterado, pero os gustaría repetir), Beethoven nos obliga a escuchar de nuevo toda la secuencia (es la repetición de la introducción, antes de llegar a la exposición, ¡toma ya lo que he aprendido!)…
Entonces, hay que cambiar de video (dichosos 10 minutos…).
Y cuando acaba la introducción, llega el tema central, como no podía ser de otro modo… allá por el minuto 0:40. Otro tema precioso. Más escalas maravillosas… más arte en estado puro… hasta que, en el minuto 2:05, vuelve, triunfante, el primer tema (esta vez con las manos en su sitio natural). Y el tema se va desvaneciendo, terminando, se va preparando el final, como podéis observar a partir del minuto 3:30.
Y, cuando está a punto de acabarse, allá por el minuto 3:35, de pronto LvB nos da otra sorpresa: ahora viene la coda (o sea, el final recapitulativo, me parece), en el que se repasan todos los temas usados en la pieza, hasta, ahora sí, llegar a su brillante final, en el minuto 6:10… Y ahora vienen los aplausos… por favor, oídlos, sumáos a ellos… ¡Semejante interpretación requiere una poderosa y prolongada salva de aplausos! Desde luego que yo aplaudo electrónicamente, desde aquí, en pie, y gritando Bravos a voz en cuello, al maestro, desaparecido hace ya casi veinte años, Claudio Arrau.
Plas-Plas-Plas-Plas…………………………………………….Plas………………………..y más Plas.
En fin. Espero que os haya gustado, emocionado, maravillado. Como a mí.
…Y si os habéis quedado con ganas, Don Claudio os regala a continuación la Appassionata (bastante diferente a la Waldstein, pero exquisita y perfecta, también). Que lo sigáis disfrutando.
ACTUALIZACIÓN
En el momento de publicarse la entrada, el día 6 de octubre, enlazaba con otros videos también de don Claudio Arrau, también en 1983, en Boston… y Murphy hizo valer su maldita Ley, y fueron eliminados de youtube exactamente ese día… que hay que fastidiarse, porque el día anterior prometo que sí estaban. Pero no hay mal que por bien no venga, porque lluisteixido (¡Gracias!) nos puso sobre la pista de unos nuevos videos de Arrau y la sonata Waldstein (que continúan después en la Appassionata), y la interpretación es bastante mejor que en los videos que originalmente había puesto, así que hemos salido ganando… Eso sí, están aún peor cortados que los anteriores… ¡Qué cruz!
FIN DE LA ACTUALIZACIÓN
Para aquéllos de vosotros que dispongáis de cuenta en Spotify, en este enlace podéis encontrar una lista de reproducción de la sonata Waldstein en la interpretación de Richard Goode, la versión que a mí más me gusta de las que he oído. Forma parte de la grabación que hizo de las Sonatas completas de Beethoven, compilación fácilmente localizable en Spotify, a la que me referiré un poco más abajo.
Para los que no tengáis acceso a Spotify, o ningún CD a mano, en este enlace Michael Hawley nos permite bajarnos un mp3 gratuito con su interpretación de la Sonata Waldstein (el enlace desde su página es al archivo mp3, así que podéis reproducirlo o hacer click derecho y guardar el enlace para escucharlo luego). No se puede decir que sea la mejor versión que yo haya oído, y tiene algunos errores audibles incluso para mí, pero… es que se trata de una pieza realmente difícil de tocar.
En esta página tenéis un curiosísimo análisis de la sonata, en que vamos viendo las notas según se van interpretando… instructivo, sobre todo para los que puedan leer música, no como yo.
¿Buenas versiones? Hay bastantes. Si os gusta rapidito (pero muchísimo más rápido que Arrau y que casi todo el mundo), entonces la versión de Friedrich Gulda es la vuestra, sin duda. Aquí, aquí y aquí están los consabidos tres videos de youtube de la versión en disco de Gulda (o sea, sólo la música).
Si os gusta una versión más reposada, más cantabile, entonces quizá el propio Arrau, Barenboim, Artur Rubinstein o, ya lo dije, mi favorita, la de Richard Goode, cuya grabación de las 32 Sonatas completas de Beethoven pasa por ser la mejor de todas cuantas se han publicado (y cuestan el doble que cualquier otra grabación, por algo debe ser).
Creo que Arturo Benedetti Michelangelli nunca grabó la Waldstein (la verdad es que era un solista al que no le gustaba nada grabar), lo que es una pena, pues Arturo fue seguramente el mejor pianista del Siglo XX… así que no hay caso.
Aunque si queréis hacer un regalo especial de un CD doble con varias Sonatas inmortales de Beethoven tocadas todas ellas de manera maravillosa, os recomiendo el CD doble de Jenö Jandó, publicado en Naxos (lo que es garantía de una buena calidad de grabación y un magnífico precio) en el que podéis encontrar no sólo una extraordinaria versión de la Sonata Waldstein, sino una de las mejores versiones que se hayan grabado jamás de la Sonata Claro de Luna, y unas excelentes Patética, Appassionata… un disco imprescindible en toda discoteca que se precie. Y que no está en Spotify…
Sí, son todas ellas versiones muy buenas. Distintas entre sí, algunas muy distintas, pero muy buenas.
Y, sin embargo, lo que sí puedo deciros es que no hay nada como la música en directo. No hay disco que se le compare. Nada supera a la magia de ver a un director dirigiendo a una Orquesta o a un solista interpretando una pieza musical, exclusivamente para tus oídos. Nada, ni la mejor grabación del mejor pianista.
Hasta la próxima. Y ya sabéis: Disfrutad de la vida, mientras podáis.
A ser posible, escuchando música.
The Historia de un ignorante… ma non troppo. La Sonata Waldstein de Beethoven by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 30 } Comentarios
:-S me temo que los videos fueron removidos…
Beethoven no era Vienes, era de Bonn. Y los videos de Arrau los han quitado de youtube.
Enhorabuena, da gusto leer estos artículos describiendo ese acercamiento tan maravilloso a la música clásica que tuviste. Yo también fui de los que entraron de manera parecia, y muchas veces me veo reflejado en lo que escribes.
¿¿Han borrado los videos de Claudio Arrau??
Juro que el lunes, día 5 de octubre, estaban.
Prometo que, en cuanto llegue a casa, busco alguna otra versión (a ver qué encuentro) y la sustituyo, he intentaré arreglar el texto también. ¡Vaya mala suerte, pardiez! Al menos, los que tengáis Spotify, sí podréis oír a Richard Goode, que la borda. Pero, esta vez, prometo que no es lo mismo que VERLA. Esta Sonata (sobre todo el tercer movimiento) no sólo hay que escucharla, hay que ver al pianista pasándolas moradas para interpretarla…
En fin, un poco de paciencia.
Bueno, no se si puede servir de ayuda, pero con una búsqueda rápida he encontrado
http://www.youtube.com/watch?v=hh4KxrPAMxY
Está también interpretada por Arrau, en 6 partes, y con la “Apassionata” también.
Claro, que ahora mismo no sabría decir cuando acaba una y empieza otra
@Juan: Efectivamente, Beethoven era natural de Bonn… me he liado por el hecho de que la mayor parte de su producción musical tuvo lugar mientras vivía en Viena.
Perdón por el desliz. No volverá a ocurrir… hasta el siguiente, claro.
Mac
BUEEEENO.
Despues del desastre youtubero (mira que quitar los videos justamente eldía de la publicación… ya es mala suerte), ya está arreglado, y además, ¡los nuevos videos son mejores!.
Gracias a lluisteixido por su apunte (son, efectivamente, los que está ahora, esperemos que duren).
Y nada, a ver si los que os hayáis llevado el chasco podéis ahora disfrutar con la Sonata Waldstein.
Saludos a todos
Macluskey, a modo de colaboración con tu excelente artículo quiero hacer algunas acotaciones.
Ninguno de los títulos que llevan varias de las sonatas de Beethoven fue dado por él mismo. Ni “Claro de Luna”, ni “Appassionata”, ni “Aurora”, “Patética”… Acerca de es esta última parece que Beethoven habría pensado en dicho título, pero sólo para el primer movimiento y nunca se pudo comprobar si es cierto. En cuanto a las demás, son títulos dados por diferentes intérpretes y a veces se pusieron en boga sin saberse exactamente quién lo propuso en realidad.
La sonata que comentas en este artículo, llamada también “Aurora”, se discute a veces si ese nombre se debe al comienzo del primer movimiento (ese “pianissimo” de donde surge el tema con breves ornamentos) o si se debe en cambio al tema acerca del que dices que “Después la música se detiene, fluye, se recrea, crece… como en un amanecer, quizá, donde la luz se va imponiendo a las tinieblas (digo yo que por eso se quedó con el ahora abandonado sobrenombre de “Aurora”). .
En cuanto a “Claro de Luna” es un título desacertado que le cabría sólo al primer movimiento, pero no a los otros dos. Entonces quienes escuchan la obra completa a veces no entienden y buscan algo que no estuvo en la intención del autor. Dell 2° movimiento de la misma sonata, el Scherzo, se dijo que es “Una rosa entre dos abismos”, lo que me parece muchísimo más acertado para entender toda la obra en vez del famoso título.
Pero todos esos títulos están ahí y a veces son útiles para que nadie se rompa mucho la cabeza tratando de identificar una “Op. 27 N°2”. Pasó algo parecido con los Estudios de Chopin para piano. Ningún título, que yo sepa, fue de Chopin. Pero la mayoría recuerda más fácilmente por ejemplo el Estudio Op.10 N°12 si le dices que es al Estudio “Revolucionario”.
En fin, no me quiero extender más en este punto y mi reflexión es que si el título partió de una especie de acierto en captar el significado expresivo, ayuda a entender la obra. Pero si no, puede desorientar bastante. En la “Patética”, p.ej., siempre hay una dificultad en acomodar el último movimiento (Rondó) en el contexto del título que sin duda le cabe a la introducción (“Grave”) con ese acorde aplastante de do menor con el que todo empieza.
Volviendo a la Waldstein, concuerdo contigo en la interpretación de Arrau, para mí un verdadero maestro de la expresión en cualquier obra que interprete. Ya conocía la versión aunque ahora parece que en un acto de vandalismo la borraron de YouTube. Pero siguiendo con el comentario, cuando dices:
“Esas notas entrecortadas se denominan “stacatto”, y no tengo ni idea de cómo se consiguen. Alguno de los lectores eruditos, si lo desea, puede explicarlo”
asumo el epíteto de “erudito” para explicar cómo se toca un staccato (que quiere decir “destacado” y tiene origen en el manejo del arco en los instrumentos de cuerda). En el piano, se toca aprovechando que al soltar una tecla el sonido se interrumpe si no se ha bajado el pedal derecho. En el caso que dices, la repetición de las notas obliga a soltar las teclas para volver a tocar las mismas notas, con lo que el efecto se produce automáticamente y a la velocidad que se quiera y sin usar el pedal. Ese es el secreto.
Las manos cruzadas que mencionaste (en realidad se dice así, simplemente) es un recurso con varias aplicaciones. La más común es evitar que la izquierda se ponga a tocar lo que venía tocando la derecha, para que ésta a su vez pueda tocar otra cosa en la parte más aguda del teclado. Se cruza entonces la izquierda por arriba de la derecha y listo. También se puede hacer lo contrario, cruzando la derecha por arriba de la izquierda, con el mismo fin. A veces se hace por debajo de la otra mano, tanto de la derecha como de la izquierda. En el caso de la Waldstein, Don Ludwig recurre a esta técnica con un objetivo que es una sutileza. La mano derecha es más hábil para mantener en ese caso una suavidad constante en las notas del acompañamiento armónico, mientras que la izquierda, por estar un poco forzada por encima facilita hacer “cantar” el tema con la delicadeza que exige. De ninguna otra manera se podría lograr el mismo efecto con facilidad.
¡Pero no me voy a poner ahora a dar una lección de piano…!
Ya es suficiente. Tú y yo nos parecemos también en que nos gusta extendeeeernos…. Y no nos detiene nadie a la hora de hacer comentarios. Pero bueno, espero haber sido útil. Me quedo esperando tu artículo de los “Cuadros”.
¡Un saludo, amigo y adelante!
Edward Murphy nunca falla, no. Pero qué suerte que para cuando llegué, los videos ya estaban reparados…
¡Qué grande, Claudio Arrau! Magnífica ejecución (aunque, como en todo concierto, con pequeñísimos desaciertos; eso es lo que tienen los solos). Son ese tipo de cosas que serpentean la razón; es difícil entender cómo a alguien se le pudo ocurrir semejante fulgor. Beethoven, un metafísico de primera. No hay vuelta que darle.
¡Y qué instructivo el comentario de Gustavo!
Siempre que paso por aquí, vuelvo con una sonrisa.
Grande, Mac.
Saludos.
@Gustavo: Qué placer leerte… para un ignorante como yo, tus comentarios son como una ventana abierta a la cultura… ahora sé que ejecutar un stacatto en un piano es muchísimo más sencillo de lo que me imaginaba, aunque siga siendo magia para mí… Y tu explicación del por qué del uso “antinatural” de la mano izquierda en el tercer movimiento, es clarificadora; ´ví de nuevo esa parte del video tras leer tu comentario, y ¡qué razón tienes!… cuando sabes qué mirar, ahí está. Cristalino. Muchas gracias por tu sabiduría, que espero sigas compatriendo con los humildes legos…
@Lucas: menos mal que encontraste los videos reparados. Además te digo que en éste recital el maestro Arrau está más fino que en el original, así que mejor para nosotros (a pesar de la forma perversa de partir los videos, hay que ver qué chapuza).
Gracias por comentar, y por ser comprensivo con Mr. Murphy: los informáticos viejos sabemos, por abundante experiencia en carne propia, que:
1) Todo lo que puede ir mal, irá mal.
2) Todo lo que DE NINGUNA MANERA puede ir mal, irá mal, no obstante.
3) Si todo parece ir bien, es que Vd. ha olvidado algo.
Un sieso, el Murphy ése….
Saludos
Gracias por tu comentario en lo de Mahler. Desde luego, las toses son el mal endémico de las audiciones en España. Siendo un país más o menos cálido, las salas de conciertos están llenas de tuberculosos, acatarrados y griposos. Yo achaco este mal, sobre todo la manía de toser entre movimiento y movimiento, a gente que se aburre y les llega de forma colateral alguna invitación o entrada gratuita. Oye toser entre movimientos y se dice: “Ah, ahora toca toser. Pues nada, tosamos…. Ah, ahora toca aplaudir, aplaudamos…” Y se va a casa de la misma manera que vino: con apatía, quizá, y a tener una ocasión para vestir lo que está de moda ese año.
Por cierto, yo también era reacio a la música de cámara hasta que escuché la sonata para violín y piano de Ravel en la Sala de Cámara. Además de empezar a escuchar música de cámara, descubrí a Ravel, uno de mis compositores preferidos si no el que más. ¡Anda que descubrir a Ravel por una obra de cámara en vez de una orquestal tiene cojones, pero así fue! Por cierto, es verdad que la ONE lo lleva haciendo bien más o menos unos dos años. El año pasado hicieron una magnífica tercera sinfonía de Gorecky, acompañada de la Obertura 1812 y las danzas de West Side Story. Estuvieron muy bien en aquel concierto.
Macluskey:
Gracias por tus apreciaciones, soy un simple colaborador… ¡El trabajo grande es tuyo!
Lucas:
Lamento que no percibas sensaciones espaciales en la música, ruego para que esta limitación no influya cuando te decidas a escribir la serie del Espacio!!! Sí, sí, lo dijiste el 20 de marzo a las 01.12 hs. Y no se me escapó:
“(…)se me había cruzado por la mente, pero aún no estoy seguro… El espacio tiene muchas cosas interesantes para pensar, como lo que nos dice la geometría euclideana, la riemanniana (en especial por cómo la utiliza Einstein), qué pasa con los objetos infinitos, con los infinitesimales, con la longitud de Planck, y sobretodo con el espacio de Hilbert de n dimensiones, que despierta muchos debates filosóficos. Pero aún no puedo prometer nada…”
Creo que somos varios que estamos esperando que lo prometas… Hasta Pedro dijo (….)¡me parece inevitable! Si no la escribes, nos tendrás pidiéndotela día tras día hasta que te pongas con ello… ¡muahahHAHAHA!”
¿Estoy atrasado en las noticias y ya estás preparando algo, no?
NAcho: La ONE esuvo bien… y lo sigue estando. Ayer estuve en el segundo Concierto de la temporada (el plato fuerte era la Sinfonia Romántica de Bruckner, también dirigidos por Josep Pons) y continúan tocando de forma excelente, con mucho brío y muchísimo más afinados de lo que solían. Bueno: Mejor para nosotros.
Eso sí, lo que en realidad tocaron fue una “Sinfonía num 4, Romántica, de Anton Bruckner, para Orquesta y toses solistas”… Hasta las narices, de verdad. Me pone de los nervios… incluso diez segundos después de comenzar ya había un par de solistas interpretando su parte, y en forte, nada de piano. Qué desesperación.
Saludos
Mac, hay una solución muy fácil. Puede sonar mal al principio, pero aquí está mi sugerencia:
Láseres UV activados por micrófonos en los reposabrazos.
Cuando el micrófono de un asiento detecta e identifica la onda sonora de una tos, un láser UV de gran potencia, desde el techo de la sala, acaba silenciosamente con el perpetrador. Fin de la historia.
Sí, podría haber sugerido una pequeña descarga dolorosa que sirviera de aviso, pero:
Este método es silencioso, rápido e invisible (ventaja de utilizar radiación UV), mientras que un aviso podría producir un “¡Ay!” que interrumpiría aún más el desarrollo del concierto.
Una muerte indolora, silenciosa y rápida es ya más benévola de lo que merece alguien que tose en una sala de conciertos.
En un par de temporadas, la sala estaría silenciosa, no haría falta usar los láseres más que esporádicamente, habría más disponibilidad de asientos y, no nos engañemos, el mundo sería un lugar mejor.
¿Este artilugio lo ha inventado Tgfhuhhuighftiloo, el Gran Sacerdote Alienígena? Pues merecería el Nobel de la Tranquilidad…
En fin
Hombre, lo de toser entre movimientos hasta lo veo comprensible…
Imagino que mucha gente compra las entradas con bastante antelación. No pueden saber si en el día del concierto tendrán un resfriado o no. Y una vez llegado el día y con resfriado, no creo que mucha gente se eche atrás una vez gastado el dinero…
Entiendo que molesta mucho, pero es que la tos cuesta mucho de controlar y, por estadística, supongo que una o dos personas siempre tendrán tos en un concierto dependiendo de la época del año. Y gustándole la música clásica harán lo imposible para minimizar daños, no? Eso lo digo sin haber asistido nunca a uno y con el desconocimiento mas absoluto
Ahora, si consiguen aguantar entre movimientos, pues chapeau. Eso que se han esforzado, tampoco creo que lo hagan pa joder :p
Por si acaso recordadme que nunca os de mi dirección de correo, no sea que me llegue algún día un paquete, con láser UV de gran potencia de regalo, por bocazas
@Gustavo, en efecto, ya estoy preparando algo… la cosa tiene buena pinta, pero pido un poco de paciencia (también estoy trabajando en el tema del PDF de los artículos sobre el tiempo). Por otro lado, ¡no estaría mal que vos también publicases algo!, digo, dada tu extraordinaria calidad para desasnarnos.
@Pedro, totalmente de acuerdo con tu iniciativa UV.
Saludos.
Estoy con lucas: no puede ser que aquí sean dos los que se dejen la piel. Pero el pobre Gustavo ya ha colaborado con dos mini-series muy buenas, y ni siquiera está en su casa. A ver si los demás levantáis el culo del asiento y… no, espera: a ver si sentáis el culo en el asiento y os ponéis a teclear, ¡malnacidos!
Por cierto, lucas, no te agobies. Por un lado, mejor bien hecho que precipitado, y por otro, esperamos que nos dures años, no queremos exprimirte en poco tiempo
@Lluis: No, no nos referimos a toses entre movimientos: todo el mundo tose entonces, se remueve, saca caramelos, el director se seca al sudor (salvo que seas Karajan, que como no te mueves, ni siquiera abres los ojos, no sudas), etc.
Me refiero a “en mitead de enmedio de cualquier momento del concierto”. O sea, tú que ya conoces alguna obra que otra: Imagínate a los cellos comenzando, en pianissimo, o sea muy bajito, el comeinzo maravilloso del Himno a la Alegría. Taaa-ta-ta-ta-ta… Y de pronto, el tipo de la fila de delante, irrumpe con un ¡JJJHTMMRMRMR!, un tosido poderoso en Fa, de esos que emanan directamente de unos bronquios putrefactos… coreado a los tres segundos por una señora del segundo anfiteatro con un ¡TJJIIM TJJIM! en La sostenido… te juro que dan ganas de estrangular a alguien.
Lo del laser de Pedro/Tgfhuhhuighftiloo me parece quizá excesivo (salvo para los reincidentes), pero había que instalar un Carnet por puntos para ir a los conciertos: Un Tosido en Do, 4 puntos, uno en Si bemol, tres, y así, y cuando ya no te queden puntos, prohibido ir a una Sala de Conciertos durante un año o hasta que el médico te recauchute la faringe…
Pues nada, nos vemos (tosiendo) en las Salas de Conciertos.
@Lucas, Pedro: Bueno, tranquilos, ya se sumarán más colaboradores, que seguro que los hay y muy buenos, incluido Gustavo, entre ensayo y ensayo. Seguro que sí.
Saludos
Lo de entre movimientos lo decía por el comentario de Nacho Arbalejo. Es que molestarse por toses entre movimientos ya me parece excesivo
Y durante la música….lo comparo con el cine. Durante mucho tiempo me irritaba la gente que se ponía a comer ruidosamente, a comentar la peli a voz en grito, y no digamos ya los del comentario gracioso en plan “oíd ésto que se me acaba de ocurrir ahora, doblaos sus vais a quedar de la risa”. Pero con el tiempo acepté que se trataba de un lugar público y que por suerte tenía mis dvds (ahora blu-rays) para disfrutarlo en casita con calma. Y quiero pensar que la gente no lo hacía con ningún tipo de maldad, menos el malnacío (con perdón) del comentario gracioso, ese no ha tenido nunca perdón.
Ahora, entiendo que un concierto es muy diferente (solo faltaría que alguien se pusiera a comer palomitas), lo importante que es escuchar la música, el silencio necesario para apreciar las notas. Pero insisto en que me paro a pensar en los días de tos pasados, y entiendo lo difícil que es aguantarla. Así que QUIERO CREER que la gente lo hace sin maldad.
Pero supongo que siempre hay el típico “pues si yo quiero toser no me voy a quedar nada pa mi que es malo reprimirse”, y que no hace ningún esfuerzo para aguantarse. Espero comentarte mis impresiones cuando asista a mi primer concierto. Gracias a ti me ha picado el gusanillo, pero por ahora estoy intentando convencer a alguien de “mi entorno” que me acompañe, y solo recibo negativas acompañada de una que otra cara de desconcierto en plan “¿es a mi?” que me recuerda a tu familia tal y como la describes en los artículos.
@Lluis: Hazme caso, si no consigues que nadie te acompañe, vete solo. No te pierdas un placer barato por no poder compartirlo, que la vida es corta… ¡Aunque también puedes regalarle la entrada a alguien, que siempre hay amigos que se apuntan a un bombardeo, siempre que sea pagado!
Creo, por otros comentarios tuyos anteriores, que estás en la zona de Barcelona. Pues si ése es el caso, tienes una magnífica oportunidad de “estrenarte”: En el Palau de la Música, el sábado 21 de noviembre a las 19:00 horas tienen programado un concierto bellísimo: Una “Obertura sorpresa” (¿?), luego el Concierto de Violín e Mendelssohn (uno de los tres Súper-Concertos de violín, junto al de Bruch y al de Tchaikowsky), y después del descanso, la Sinfonía núm 4, Italiana, también de Felix Mendelssohn… un programa estupendo, de obras que te van a gustar sí o sí, te van a entusiasmar… y no es demasiado caro (porque ese mismo día, más tarde, toca Zubin Mehta con la Filarmónica de Israel… y vaya precios).
En mi experiencia, creo que lo mejor es estar en el primer piso, enfrente de la orquesta, en una fila no demasiado atrás, no importa si es lateral: la visión de la orquesta es buena desde cualquier ángulo y se oye bien desde todas partes. Pero, claro, esas son las mas caras. En la platea (o patio de butacas, como decimos en los madriles) se oye muy bien, pero no se tiene una buena visión de la parte de atrás de la orquesta (percusión y metales, normalmente).
En fin, buena suerte…
Gracias de nuevo por el consejo. Tener que ir solo me produce un poquillo de urticaria pero tal y como me lo describes parece merecer mucho la pena
Había estado buceando por la web de l’Auditori i la del Palau de la Música, y no sabia bien a que atenerme. Ante la poca experiencia, me planteé asistir a la 9a y la 3a de Beethoven, en diciembre y enero repectivamente. También he visto ésto de “obertura sorpresa” en mas de un concierto, pero en mi caso todas seran sorpresa, porque no conozco ninguna. A no ser que pongan la melodía de Barrio Sesamo claro, que esa si me la conozco al dedillo, aunque tambien sería una sorpresa
Y yo que pensaba que en platea estaban las mejores butacas! Lo tendré tambien en cuenta
Un saludo
@Lluis: Bueno, también puedes hacer lo siguiente. Compras DOS entradas, y ya con la entrada comprada, se lo dices, por orden de preferencia, a quien te gustaría que te acompañara. Y claro, con tal de no desaprovechar la entrada, tragan… (vale, es hacer un poco de chantaje económico/emocional, pero igualmente sirve). Y a lo mejor te lo agradecen toda la vida, como Julia Roberts a Richard Gere cuando va a ver La Traviata en “Pretty Woman”…
Y lo de las butacas, va en gustos, pero a mí me encanta VER a la orquesta a demás de oírla, mientars ejecuta las obras. Y eso se ve muchísimo mejor desde el primer piso (aunque es verdad que no conozco el Palau, que sé que es una preciosidad, no como el Auditorio de Madrid, que es feísimo, pero a cambio tiene una acústica excepcional).
Lo que no debes hacer es ir a fila uno (o dos…) del patio de butacas, eso está bien para el teatro, pero no para la música… estás a medio metro del director, y escuchas maravillosamente a la cuerda… pero los “pianos” de la madera no los oyes. Y al metal, ni le ves, lo mismo que a la percusión. Y a mí me gusta ver cuándo el tipo de los platillos los coge, y se prepara para dar el “platillazo”… manías de cada cuál.
La Heroica de Beethoven (la 3ª) y la Novena son maravillosas: te animo a que las compres también, no te arrepentirás, seguro.
Ya me iras contando… yo el próximo viernes tengo aquí en Madrid “el Bruch” (o sea, la única obra muy conocida de Max Bruch, su extraordinario Concierto núm. 1 para violín y orquesta), y Los Planetas, de Gustav Holst, que es un programa también muy pero que muy interesante… ya os contaré.
Saludos
Je, je… más sabe el Diablo por viejo que por Diablo…
Al tema de las toses yo le agregaría el de los aplaudidores entusiastas que creen que la obra ya terminó, si oyen algún acorde “fortissimo”, en seguida una pausa y… ¡¡¡Plas, plas plas!!!, mezclado con unun shcssss,,, furibundo de los conocedores que piden silencio. Después siguen, obviamente, unas cuantas toses (ni dudar que muchas deben ser de los mismos aplaudidores) y la música prosigue luego de esa salvaje interrupción. Lo peor es que no siempre se ve eso entre dos partes diferentes de la obra, sino a veces en la mitad de una misma parte… Pero que nadie crea que eso ocurre sólo en España, se ve en cualquier parte del mundo. Para citar dos casos “patéticos”, me harté de soportar aplausos estruendosos entre el primer y segundo movimiento de la Sonata Patética de Beethoven y entre el penúltimo y el último movimiento de la Sinfonía Patética de Tchaikovsky. En fin, la idea de Pedro no está nada mal.
Un comentario más (yendo a algo más técnico). Es interesante observar en los videos de Claudio Arrau la posición de las manos, especialmente en las partes de gran expresión. Vean cómo toca con los dedos bastante extendidos, contrariando la posición académica más tradicional, que es tocar con los dedos siempre bien curvos. No es el único pianista que usa el recurso de dedos extendidos, que tiene por finalidad aprovechar la sensibilidad que tiene toda la parte blanda que forma las yemas de los dedos –mucho más sensible al tacto que la punta misma. Es un recurso que muchas veces es reprobado enérgicamente por algunos profesores, que no saben explorar recursos anatómicos e incluso del propio instrumento. El sonido es completamente diferente si para tocar se presionan las teclas con las yemas de los dedos, porque eso influye en la velocidad con que las cuerdas serán puestas a vibrar. No hay que olvidar que en el piano el sonido se produce con un golpe de un martillo sobre la cuerda, accionado por la tecla. La velocidad con el martillo golpea la cuerda, importa muchísimo y la Acústica puede explicar eso. Y desde el punto de vista anatómico, la posición de dedos más extendidos permite un uso controlado de las 3 falanges combinadamente, para producir un movimiento resultante al bajar la tecla, lo cual es imposible de hacer con el dedo en una posición excesivamente curva (como de “gancho”) donde actúa una sola articulación y las otras dos no hacen nada. Pero, claro está y es bueno decirlo expresamente, esto no significa la inconveniencia total de tocar con los dedos curvos. De hecho, hay muchos casos donde curvar los dedos es más ventajoso. La cuestión está en saber decidir cuándo una cosa es mejor que la otra.
Si hay alguien que por casualidad es pianista o está estudiando piano, espero que este comentario le sea de utilidad. Como síntesis, puedo decir que todos los huesos de la mano y el brazo actúan como palancas y eso es algo a tener muy en cuenta en la formación de la técnica. Desconocer este principio, puede acarrear dificultades inútiles cuando no dolores articulares, tendinitis y aun malformaciones.
@Pedro: gracias por defenderme… En realidad estoy de nuevo en casa, sólo que embarcado en un proyecto muy ambicioso que si consigo encaminar bien, me tendrá (eso sí) bastante atareado. Pero me siento tan a gusto en El Cedazo, que veré si puedo escribir alguna otra serie.
@Lucas: En eso de desasnar gente no soy el único… Mientras voy leyendo tus artículos sobre el tiempo, a veces me siento un verdadero asno Para tratar de subsanar (parcialmente) este problema, mira lo que le dije a Pedro. Pero siguiendo además tu ejemplo, digo que “estoy pensando algo que pinta bien, aunque por el momento no puedo prometer nada…”!
Ah, y ya veo que si escribo algo caeré en las garras implacables de los nuevos editores (ustedes dos!!!)
Perdón, por “ustedes dos” quise decir Lucas y Macluskey, pues por las garras de Pedro ya pasé varias veces y menos mal que fue para bien…
Mac, ya vi que los Cuadros están en preparación. La orquestación de Ravel es genial.
Saludos
@Gustavo: Sí, seguramente mañana jueves 15 se publique la entrada de los Cuadros. ¡A ver si está a la altura! Al menos, lo que he encontrado en youtube es muy bueno, y bien editado (cosa, desgraciadamente, rara). Esperemos que os guste.
Sobre las toses, ya he dicho lo que pienso y yastá. Lo de los aplausos es menos preocupante, primero porque se dan menos, y segundo, porque habitualmente interrumpen menos.
Por otra parte, después del primer movimiento de la Sonata Patética no es de extrañar que el personal se arranque… es tan bella… y sobre la Sinfonía núm 6, Patética, de Tchaikowsky, aquí también lo entiendo, pero por lo contrario: los que saben lo que viene en ese demoledor Adagio lamentoso final, prefieren aplaudir después del Allegro molto vivace… saben que después del Cuarto moviiento, sólo te entran ganas de tirarte al río, y no de aplaudir… ¡Qué barbaridad de movimiento final, no conozco nada igual…!
Además, ¡que demonios!, yo mismo (y todo el Auditorio de Madrid puesto en pie) aplaudimos cada uno de los movimientos de cierto concierto que tarde o temprano aparecerá por aquí y que me callo de momento… y tan contento. Cuando una obra y una interpretación lo merece de verdad, ¿por qué no? (Claro que eso es una vez de cada siete mil, es cierto, pero en fin).
Y ya sabes, no te cortes de desasnar a este ignorante empedernido… y a todos los demás. Leerte es como descorrer una cortina y dejar pasar la luz…
Y no temas por Lucas ni por mí mismo, si somos unos corderitos…
Beeee, Beeee!!
Saludos
Hola Gente!!! No pertenezco al foro, pero me ha encantado leer el post y los comentarios y, sin que nadie me invite, me pongo a opinar… Mac, he disfrutao la lectura a rabiar. Podría decirse que he comenzado a estudiar piano a los 5 años y a los 8 la Prof. me dijo que tenía una cierta afinidad con Lv Beethoven. Con el tiempo fui descubriendo el frondoso mundo creativo de este compositor y quedé atrapada. En verdad estudiaba a todos los Grandes Compositores, pero disfrutaba muchímo cuando me daba una abra “del Beetho”. En el ’77 vi causalmente – por TV – a Claudio Arrau interpretando las variaciones de la Heroica y sentí que la emoción me desbordaba. Era ÈL. De un modo muy loco comencé a seguirlo y cuando falleció en el ’88 sentí que había perdido a un Gran Amigo. Pude exorcizar el vacío escribiendo un cuento. Ahora convive con Beethoven en mi cielo de Grandes Fantasmas (Allí están Ellos y Demetrio Urruchúa -pintor argentino y mi maestro en artes plásticas- Luís Armstrong, Piaf, Van Gogh, Silvia Golberg – compositora de música electroacústica y mi prof. entre otros) Bueno Mac, si bien tengo infinidad de sentires para compartir creo que con esto es suficiente, no??? Muchas Gracias de corazón a corazón por este regalo. Abrazo de osa desde la Capital Federal de Argentina. =^..^= Su
Hay muchas versiones, más o menos poéticas, acerca del sobrenombre para la sonata 21 Waldstein de Beethoven. Una, que no veo comentada, la atribuye a la coincidencia del estreno de la sonata con la implantación de la iluminación nocturna (con antorchas, claro) en las calles principales de la ciudad de Viena (moda que se extendia entonces por las capitales importantes de Europa). Se originó una época de cierto optimismo ciudadano (ahora nos es difícil entenderlo) al haber vencido a la noche: la luminosa Sonata (¡ese inolvidable rondó!) sería llamada Aurora para siempre.
Jajajajaja me he leído cuidadosamente no sólo el artículo, sino las demás intervenciones y debo confesar que he pasado un rato por demás agradable, que bueno poder leer un poco las ideas de personas tan agudas como lo son todos ustedes.
Aquí, en este otro lado del mundo, Venezuela, tengo la oportunidad de disfrutar de muchos conciertos gratuitos de nuestra maravillosa sinfónica juvenil o de algunos de nuestros buenos solistas, sin embargo debo admitir que no he asistido a tantos como hubiese querido, prometo que este año me daré el gusto de asistir con más frecuencia. Se me hace imposible no destacar los conciertos (estos si pagos) que ofreciera nuestro más afamado director del momento Gustavo Dudamel hace un par de años. Nunca antes había asistido a un concierto con una orquesta sinfónica, y desde entonces quedé prendido de la idea de seguir asistiendo, antes si había estado en muchos conciertos de solistas. De la “Waldstein” que más puedo decir que no hayan dicho, me ha emocionado casi hasta las lágrimas, hay un reproductor gratuito llamado grooveshark.com que cuenta con la versión de los tres movimientos interpretados por Richard Goode, espero las disfruten, están excelentes, aunque confieso que las siento un poco rápidas, me encantaría escucharlas por Jenö Jandó, para mi, el mejor!!! De un total ignorante a otro, gracias por dedicar tiempo a escribir este grandioso artículo
Me encantó como te involucraste en la música
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Historia de un ignorante… ma non troppo. La Sonata Waldstein de Beethoven…
En ese fantástico «El Cedazo» sigue la serie sobre música: «Ya os he contado cómo me fui aficionando a la música clásica, primero a la sinfónica, con la Novena Sinfonía de Beethoven, seguidas de otras Sinfonías que me fui agenciando, del mismo Ludwig v…
[...] de las Sonatas para piano de Beethoven, por ejemplo, contienen ciertos pasajes que recuerdan una orquesta sonando a pleno; pero más [...]
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