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La memoria – 4) Los casos más extraños




Hasta una lombriz es capaz de aprender algo.

Después de los célebres estudios de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y sus mapas neurológicos, que abrieron un gran camino a las investigaciones modernas, se buscó reducir los campos de estudio a mínimos observables más fáciles de analizar, para elaborar teorías sobre el aprendizaje. En diversos experimentos de laboratorio se llegó por ejemplo a entrenar una lombriz para que ejecutase un recorrido predeterminado. Pero vimos que la atención es un acto indispensable para aprender. ¿Acaso una simple lombriz es capaz de ponerle atención a algo? Pues así es, pero entonces ¿debemos redefinir qué es la atención?

En un principio parecería que todo aquello que se relacione de alguna forma con los instintos primarios es capaz de captar la atención. Varios experimentos como el que terminamos de ver lo han demostrado, incluso en animales de escalas zoológicas inferiores pero también superiores incluyendo el ser humano. De ahí surgieron las teorías que le adjudican a los instintos primarios la capacidad de generar los mayores grados de motivación para concentrar la atención en algún objeto o un trabajo.

Pero aquí se trata de una lombriz, y lo primero que se nos ocurre observar es que no tiene precisamente un cerebro, aunque pueda tener memoria y sea capaz de aprender. Entre las conclusiones extraídas de esta clase de experimentos, la más importante es que la “atención” sería en casos así una reacción natural del sistema nervioso ante estímulos externos. En el caso que estamos viendo, un suelo seco es capaz de estimular al pequeño animal a buscar la humedad y, si cuando empieza a moverse se la va guiando mediante pequeños choques eléctricos, reaccionará modificando la trayectoria hacia la meta. Luego de repetir esta operación varias veces consecutivas y siempre por la misma trayectoria, la lombriz recorrerá el camino aprendido sin necesidad de los choques eléctricos.

A este tipo de reacciones se les llama reflejos condicionados o también respuesta condicionada y el ser humano también puede tenerlas. Se sabe, por ejemplo, que muchas personas que vivieron la Segunda Guerra Mundial no pueden, hasta el día de hoy, oír el ruido de grandes aviones sobrevolando el lugar donde están sin sentir una sensación de pánico y aun sobresalto físico. No huyen, por raciocinio, pero quedaron condicionados a un estímulo que significaba peligro de muerte por bombardeo. Entre los extremos de la escala zoológica, los científicos concluyeron en que sea que exista o no un sistema nervioso evolucionado, existe de todas formas una memoria donde la información queda codificada directamente en las neuronas que abren el camino más corto posible para producir la reacción. No importa si existe o no un encéfalo. Y si existe, la orden para la respuesta puede partir directamente de la médula espinal para no pasar por los filtros del cerebro.

Se entiende que sería muy interesante poder tener alguna red neuronal simple para poderla estudiar bien en detalle. En otros experimentos se utilizó un molusco llamado Aplysia californica que consta de sólo 3 redes de neuronas, lo que permitió un seguimiento más pormenorizado del flujo de información y las reacciones a los estímulos sensoriales. El estudio de esos procesos “¿mentales?” ha aclarado muchos interrogantes a los científicos, pues la simplicidad de esos sistemas permite aislar más nítidamente la función de cada neurona – cosa muy difícil de hacer en un cerebro complejo, excepto que se pudiese leer el pensamiento y seguirle un rastro en el cerebro.

¿Se puede leer el pensamiento?

Mediante un tipo de electroencefalograma muy sofisticado se ha podido saber si una persona está pensando en mover, por ejemplo, una mano o solo un dedo, una pierna o los ojos, etc. También se puede saber qué palabra pueda estar pensando decir. Claro está, esta clase de estudios está aún en una etapa muy rudimentaria y no se puede decir que sean exactamente una lectura del pensamiento tal como la podríamos imaginar. Estas técnicas se aplican solamente para investigaciones médicas, principalmente para ayudar a personas con lesiones cerebrales que les impiden hablar y puedan así comunicarse, por medio de una computadora que traduce señales del cerebro, pero, en este caso IDEAS, INTENCIONES Y AUN EMOCIONES, aunque sean expresadas a través de un ordenador.

Pero estudiando las zonas que se activan en el cerebro en el momento previo a la expresión de un pensamiento, se descubrió algo insospechado.

La intención es anterior a la consciencia de la intención

Uno de los resultados más interesantes de dichas investigaciones es que se determinó que habría un período casi infinitesimal de tiempo entre la intención y la consecuencia de la intención. Es decir, si piensas en mover un brazo, eres consciente de ello en ese momento pero tu cerebro ya lo había pensado una fracción de segundo antes de que te dieses cuenta de que quieres mover el brazo. Lo mismo sucede con el lenguaje; tu cerebro ya sabe lo que vas a decir, antes de sepas de qué vas a hablar. Pero por qué ocurre así, no se sabe.

Dime lo que piensas y te diré cómo son tus células.

Recientemente se descubrió también que el cerebro desempeña un papel más importante del que se creía en la fisiología de todo el organismo. Contrariamente a lo que se suponía, las terminales nerviosas se extienden en muchos casos hasta el interior de las células que forman los órganos y los músculos, influyendo en los procesos químicos del metabolismo. O sea, no hay duda de que lo que piensas o sientes puede repercutir en otras partes de tu cuerpo. Y lo que tu memoria registró y registra en cada momento, también influye.

Algo de esto se intuía que podía ocurrir, pero ahora no es disparatado afirmar que el pensamiento puede comandar hasta las funciones endocrinológicas (funciones de las glándulas de secreción interna). Una de la funciones endocrinológicas más antiguamente conocida de todas es la secreción de adrenalina, cuando el cerebro piensa que hay un peligro inminente aunque no sea una respuesta condicionada. Conociéndose el detalle anatómico recién descubierto, la psicología ha podido explicar con mayor precisión síntomas como la disminución de la capacidad intelectual en situaciones de stress, las amnesias temporales sin causa aparente y la mayor o menor predisposición del individuo para aprender y recordar lo que aprende.

La importancia de todos estos descubrimientos radica en que a partir de ahí, se supone que casi cualquier célula puede tener memoria y por lo tanto las neuronas no serían las únicas responsables de codificar información.

Acerca de la investigación psicológica.

Desde el siglo XIX se viene desarrollando una discusión entre dos grandes corrientes del pensamiento científico con relación a la psicología.

La corriente “materialista” sostiene que absolutamente todos los fenómenos psíquicos pueden hallar explicación en la fisiología. Es decir, cualquier proceso orgánico incluyendo por supuesto las funciones neuronales, sería la causa de cualquier sensación, idea, manifestación de instintos y hasta de la creatividad humana. Para la corriente materialista, es inútil buscar explicaciones por cualquier otro lado.

La corriente “positivista” en cambio, sostiene lo contrario. El positivismo cree que la mente es inmaterial y como tal debe ser estudiada. Esto no impidió sin embargo a los positivistas tener un pensamiento científico. Dentro de esta corriente hubo investigadores de la talla de Theodor Fechner, quien, soñando con demostrar mediante ecuaciones que el materialismo podía explicarse mediante el positivismo, sentó casi sin querer el concepto de la psicometría, que es la forma de medir sensaciones, velocidad de razonamiento en condiciones dadas, niveles de recordación, etc., en experimentos diseñados con criterio de laboratorio y restringidos exclusivamente a la “inmaterialidad” de los fenómenos psíquicos. La pregunta clásica de un positivista es: ¿dónde está el límite entre percibir por ejemplo un color cualquiera, o un perfume, y la emoción que ello podría producirnos? Y la respuesta lógica es “Veamos cómo medirlo”. Las mediciones en psicología se utilizan hoy día en toda experimentación seria.

Las investigaciones de Hydé que citamos anteriormente y sobre cuya base se desarrolló mucho del contenido de estas entradas, han venido a destrabar bastante aquellas discusiones de más de siglo y medio de historia. Sin embargo, como también vimos, las conclusiones de dicho investigador no alcanzan todavía a explicar plenamente algunos aspectos de la vida psíquica como la creatividad y los cocientes de inteligencia o los recovecos de la personalidad y el subconsciente.

La neurocirugía por su parte ha planteado varios interrogantes al estudio de las zonas más profundas de la psiquis. Por ejemplo, una terapia quirúrgica contra la epilepsia consiste en hacer un corte que logra separar ambos hemisferios cerebrales. A partir de ahí la epilepsia puede desaparecer, la persona mantiene todas sus facultades intelectuales, pero hubo varios casos donde, por ejemplo, la mano izquierda intentaba estrangular a la propia persona, mientras su mano derecha luchaba forcejeando contra la izquierda para impedirlo. En otros casos, la mano izquierda torcía el volante del automóvil para hacer que chocase adrede, mientras la otra mano trataba de impedirlo. Al menos en los casos que fueron registrados, el problema era siempre con la mano izquierda que se volvía ingobernable en tanto la mano derecha podía manejarse de manera consciente. Quienes quedaron padeciendo este trastorno, no podían evitarlo. Son como dos personas en una. Lo que más intrigó a los investigadores fue que esta aparente doble personalidad donde una de las partes es suicida, no parecería ser una consecuencia evidente de la cirugía sino que cada impulso preexistía y el tejido nervioso antes del corte operaría como un filtro inhibidor. Pero atención: el impulso estaba ahí, aunque bloqueado y no se sabe por qué ni exactamente cómo o para qué.

Al concluir esta serie, quiero entonces invitar a una reflexión más allá de cualquier corriente del pensamiento y observando en cambio la naturaleza. La forma en que crece un feto en sus primeras etapas de desarrollo es un tubo que contiene lo que será el sistema nervioso central y alrededor del cual se irán formando los órganos, incluso de los sentidos. A partir de ahí, crecerán ramificaciones desde las neuronas que en un comienzo serán en cantidad excesiva, para más tarde desaparecer muchas de ellas y permanecer solamente las necesarias. Desde cada una de las neuronas nacerá un pequeño filamento llamado axón, que transmitirá el flujo de información entre las neuronas y que crecerá solamente en la medida necesaria – ni un micrón de más ni de menos. Los neurotransmisores ya estarán comenzando a funcionar y todas las células se irán multiplicando a un ritmo que será exactamente el necesario, dándonos quizá desde ese momento las primeras nociones del tiempo. Y todo ello, claro está, con el código-base que es el ADN. ¿No es una maravilla?

Esta serie está disponible en forma de libro electrónico en formato PDF que puedes descargar gratuitamente desde la Librería de El Tamiz.


Sobre el autor:

Gustavo (Gustavo Britos Zunín)

Investigador en varias áreas del conocimiento, no se limita a su profesión de pianista y compositor. Los grandes temas del mundo moderno, y la ciencia en particular, son el foco permanente de sus intereses.
 

{ 9 } Comentarios

  1. Gravatar Apoxia | 12/03/2009 at 11:34 | Permalink

    Genial ;D

    Si, es una maravilla.

  2. Gravatar Macluskey | 13/03/2009 at 08:39 | Permalink

    Un magnífico final para una magnífica serie. Enhorabuena, Gustavo.

    Por cierto, he leído hace relativamente poco (creo que en historiasdelaciencia) que el cerebro necesita tiempo para procesar las imágenes y reconocerlas. Las complejas, quiero decir.

    Si haces experimentos con voluntarios pidiendo que, cuando se encienda una luz, aprieten un botón, la reacción se produce de forma casi instantánea… pero si les pides que observen una sucesión de caras, y pulsen el botón cuando la cara sea conocida (por muy conocida que sea), entonces el cerebro necesita compilar la información, compararla con los patrones almacenados… y en eso, tarda al menos 150 milisegundos. Es el tiempo que, como poco, necesita el cerebro para reconocer un patrón complejo.

    ¿Estaremos viviéndolo todo con 150 milisegundos de retraso??

    ¿Seremos sólo una simulación en un superordenador?

    ¿Seremos lombrices moviéndonos por un laberinto electrificado?

    ¡Vaya preguntitas para un viernes!!

    Saludos

  3. Gravatar cruzki | 13/03/2009 at 11:19 | Permalink

    “Conociéndose el detalle anatómico recién descubierto, la psicología ha podido explicar con mayor precisión síntomas como la disminución de la capacidad intelectual en situaciones de stress, las amnesias temporales sin causa aparente y la mayor o menor predisposición del individuo para aprender y recordar lo que aprende.”

    ¿Podrías hablar sobre estas cosas más en detalle o redirigirme a algún sitio donde haya más información al respecto? Es un tema que me interesa mucho.

  4. Gravatar lucas | 19/03/2009 at 01:40 | Permalink

    Estoy con cruzki. Sería interesante que ampliaras un poco más estos últimos temas, que son de lo más desconcertantes. Me refiero al subconsciente, al involuntario, o hasta a qué es la voluntad.

    Muy bueno el artículo, por cierto.

    Espero que vuelvas pronto. Saludos.

  5. Gravatar Gustavo | 20/03/2012 at 05:27 | Permalink

    Cruzki y Lucas:

    Bastante demorada mi respuesta, por cierto, pero no la quiero pasar por alto. Es una propuesta interesante y la tendré muy en cuenta para el futuro. En este momento – a la fecha – me estoy ocupando de una serie nueva – quizá monstruosa – titulada Música y Ciencia, que espero les guste a todos. Un saludo.

  6. Gravatar Venger | 12/11/2012 at 09:47 | Permalink

    Pues yo voy a contaros mi gran duda existencial:

    Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar muy lejano, tuve una conversación volteriana con alguien que sabía mucho de música y de matemáticas y me explicó que cuando compones música, ¡estás jugando al ajedrez!.

    Yo nunca entendí esa afirmación y después de leer tu maravillosa serie, Gustavo, intenté darle una explicación. De momento, sin éxito. A no ser, que la explicación tenga que ver con el hecho de que jugar al ajedrez requiere muchísima memoria y aprender a tocar al piano una canción, también. ¿Se referiría a que se utiliza la misma parte del cerebro? ¿Tal vez a la secuencia de movimientos con los dedos y la memoria fotográfica de las partidas de ajedrez?. Ya os digo que desde aquel día continúo intrigado por encontrar esa relación.

  7. Gravatar Venger | 12/11/2012 at 09:48 | Permalink

    Y hablando de Voltaire…

    A mí me parece que tanto el tamiz, como el cedazo, son contextos muy parecidos, si no idénticos, a los que tenían los grandes pensadores del siglo de las luces francés, el XVIII. Es como si cada serie, con sus comentarios, fuese una de aquellas reuniones maravillosas que se hacían en los palacios de los nobles franceses donde se juntaban Voltaire, Leibniz, Rousseau, Montesquieu, Hume, etc… La ilustración. Solo que aquí están Argus, Mac, Gustavo, Pedro, Lucas, etc…

    Os dejo aquí un enlace a un cuadro maravilloso llamado “Salón de Madame Geoffrin” (de un tal Lemonnier), que para mí es como la visualización de todos estos blogs con sus comentarios y discusiones.

    https://lh6.googleusercontent.com/-qbUfrsdlQNs/TXfNBspIjkI/AAAAAAAADk8/Mb81ZzNoHuQ/s1600/Salon_de_Madame_Geoffrin.jpg

    Como curiosidad, el busto que está en el centro y por encima de todos, es el del Gran Voltaire y la escena retrata la lectura de una de sus tragedias.

    Si este cuadro lo retocamos y ponemos en la cara de sus protagonistas, las imágenes de nuestros avatares, entenderéis lo que os digo. Y por supuesto, en este caso, donde está el busto, pondremos el avatar del Gran Gustavo

  8. Gravatar Venger | 12/11/2012 at 09:49 | Permalink

    Y por último, un chiste relacionado con esta serie:

    • Oye, ¿sabes que me estoy aprendiendo la guía telefónica?
    • ¿De memoria?
    • No, razonándola

    Ji ji ji

  9. Gravatar traiano | 23/10/2014 at 07:24 | Permalink

    separar ambos hemisferios cerebrales….???? Ufff. Ese párrafo entero…. Me ha chocado bastante y después de echar un vistazo, parece ser que es una practica antigua que únicamente se plantea en la actualidad para aquellos casos en los que el paciente corre el riesgo de sufrir lesiones severas (viven con un casco permanentemente y/o duermen atados…calidad de vida muy deteriorada) durante los ataques y, lo mas importante, las lesiones no están focalizadas y no han surtido ningún efecto los fármacos. Por otro lado lo del brazo suicida… No, no puede ser, la idea me hace suponer que mas bien se trata de algo que al parecer se llama dispraxia diagonistica https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&cad=rja&uact=8&ved=0CCoQFjAB&url=http%3A%2F%2Fwww.hhv.gob.pe%2Frevista%2F2003II%2F3%2520EL%2520SINDROME%2520DE%2520DESCONEXION.pdf&ei=Lj1JVI_2G_SMsQTet4KYDg&usg=AFQjCNHFdzm9ChCmYaOuzBdMNeeyAD197A&bvm=bv.77880786,d.cWc y que conlleva movimientos incontrolados de uno de los dos brazos. El adjetivo suicida confiere volición (¿se dice así?) a un brazo que no tiene cerebro, en el caso del conductor, espasmos incontrolados del brazo puede ser la explicación y en el caso del “autoestrangulamiento” solo puedo verlo como que el individuo al tratar de controlar su brazo lo sujeta, con el otro, contra su pecho y se produce un reflejo prensil de la mano alterada contra el cuello, simplemente, porque el individuo la ha colocado allí. Las otras interpretaciones me resultan demasiado complicadas. Y como el titulo era “los casos mas extraños” creí que iba a salir uno de los mas famosos que existen: el hombre que no podía olvidar Se trata de un individuo que no solo recordaba ABSOLUTAMENTE TODO lo que le sucedia sino que tenia que recurrir a “visualizar todos los recuerdos que quería borrar amontonados en una habitación y taparlos con una lona”. Era capar de repetir conjuntos enormes de cifras que le leían de viva voz incluso semanas después del escucharlos o capaz de diferenciar dos largos pitidos de frecuencias variables ante la mas mínima variación en frecuencia o longitud y lo mas curioso es que describía los pitidos como “un vehículo rojo con una franja amarilla que baja por una cuesta a toda velocidad” (o algo así que hablo de memoria) Alexander R. Luria lo estudió y escribió sobre él “Pequeño libro de una gran memoria”

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