Hasta lo que va de la serie, estuvimos hablando de distintas concepciones filosóficas sobre el tiempo en la antigüedad, pero todas ellas sentadas sobre la base de la noción del tiempo cíclico y también de la eternidad –no como un tiempo infinito, sino como negación del tiempo–. Ahora llega el momento de explorar otras bases, por decirlo de alguna manera, muy interesantes, que se contraponen drásticamente con lo visto hasta aquí, y que revolucionarían la forma en que la humanidad interpreta al tiempo.
Ya después de haber hablado de las reflexiones de los antiguos griegos –mencionamos a Tales, Anaximandro, Heráclito, Parménides, Zenón, Platón y Aristóteles–, nos toca remontarnos sobre el año 0, para zambullirnos en las consecuencias filosóficas a partir del surgimiento del Cristianismo, sobre qué se entiende por tiempo, y la importancia de análisis psicológico y moral de éste.
Un comentario: este artículo NO pretende ser de carácter religioso, sino centrarse en aspectos filosóficos, de forma lo más laicamente posible. Mi intención es exponer las ideologías, lo cual no significa un acuerdo ni desacuerdo por mi parte.
Con la llegada del pensamiento cristiano, no se podía aceptar de ninguna manera que el tiempo pudiera tener características cíclicas. Esto es porque la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo es un episodio único e irrepetible en la historia humana, y marca la razón de su existencia. Además, se establece un punto de Creación, antes de lo cual nada había, por lo que se entiende que el tiempo surgió con el Universo y acabará junto con él en el Día del juicio final, lo que nos muestra la imposibilidad de los ciclos eternos –en el sentido de tiempo infinito– que planteaban los griegos.
Además, Aristóteles había instaurado un ‘axioma’ fundamental, tanto a nivel físico como filosófico, que es que el movimiento sólo puede tener lugar cuando existe alguien o algo que impulsa al objeto que se quiere mover. Es decir, que por naturaleza, todos los objetos tienden a encontrarse en reposo, y para que se muevan alguien o algo los debe impulsar. Al principio, esta proposición pareció convincente. Pero empezaron a surgir problemas, como por ejemplo, el que una flecha continúe en movimiento después de haber sido soltada por el arquero. Mientras está en el aire ¿quién la está impulsando para que su movimiento continúe? En fin, con la llegada de Galileo y Newton, el problema fue resuelto, pero no nos adelantemos demasiado en la historia.
¿Y qué tiene que ver esto con lo que empezamos a hablar antes? Que este planteamiento conducía necesariamente a un no-origen absoluto del Universo, ya que el primer movimiento debió ser impulsado por otro movimiento, y este otro movimiento debió ser impulsado a su vez por otro movimiento, el cual necesitó ser impulsado, etc. Entonces, no tendría sentido hablar de un primer movimiento que diera origen al Cosmos. Pero con el pensamiento cristiano se rompe este concepto, porque se establece un origen definido y absoluto del Universo, que recibió existencia por la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios no necesitó ningún impulsor, ya que él siempre existió.
Estas características de no reiteración, de comienzo y fin, de encaminamiento progresivo: conforman lo que llamamos Tiempo Lineal. En contrapuesta, se establece otro tipo de “transcurso” que subyace fuera de lo que conocemos como Universo, y que es atributo de Dios, es decir, la Eternidad. Pero como vimos, este concepto puede interpretarse de distintas maneras:
- Eternidad como un tiempo infinito. Algo aproximadamente, concebible por la mente humana, ya que en la experiencia percibimos los cambios, los movimientos, la degeneración, etc., lo que nos permite tener una noción finita del transcurrir. Para entender el concepto, hay que ampliar ese transcurrir a un marco infinito. (Como una película que no tiene comienzo y no acaba nunca. Siempre que la mires, verás cosas distintas).
- Eternidad como negación del tiempo. Es decir, un reposo infinito, inmutable, atemporal, que de todo lo que existe allí, sólo se puede decir que es. No será, puesto que eso implica un transcurrir, una no-igualdad con un estado anterior. Tampoco se puede decir que era, por el mismo motivo. (Como si tomaras una película y le pusieras pausa, para siempre. Siempre que la mires, verás exactamente lo mismo).
- Eternidad como fundamento del tiempo. Esto sí es verdaderamente abstracto y muy difícil de concebir por la mente humana. No se está queriendo decir que hay un reposo infinito, que no hay cambio, etc., sino que lo que fue, lo que es y lo que será sucede todo a la vez en un ‘es’. (Recordemos que ser, se toma como sinónimo de existir). Lo que ya aconteció y lo que acontecerá suceden simultáneamente en un acontecer presente. En realidad, esta definición es producto de que vivimos en un Universo en que las cosas que suceden, terminan de suceder y ese suceso deja de existir, y no nos es posible asimilar los acontecimientos de otra forma distinta. Por ejemplo, si te dijera que además de un pasado, presente, y futuro, existe un cuarto estado o modo de ser más ¿lo podrías visualizar? Para mí, es terriblemente difícil. De la misma manera, como existimos en un Universo de tres dimensiones espaciales, no podemos visualizar una cuarta dimensión espacial. (Siguiendo la analogía de la película, es como si ésta fuese infinita cual el caso 1, aunque los acontecimientos pasados y futuros suceden simultáneamente, si bien nunca dejan de existir. Hay movimientos, suceden cosas, pero nuestras nociones de pasado y futuro no nos sirven para asimilar esto).
- Eternidad como inmortalidad, es decir, interpretada como sinónimo de vida interminable, en muchas teologías. Pero no pretendo aquí entrar demasiado en ese campo.
El punto 3 deja, no sin razón, muchas dudas, así que vamos con un ejemplo. En un tiempo lineal podemos, por ejemeplo, romper un vaso, lo que implica tres etapas:
- Vaso íntegro
- Acción de romper
- Vaso roto
Analicémoslo un momento. Cuando el vaso está íntegro, evidentemente aún no está roto. Cuando se rompe, ya no es íntegro. Es decir que los estados 1 y 3, no pueden ser simultáneos. Y para que exista el estado 3, necesariamente deben primero existir y luego dejar de existir los estados 1 y 2. Todo esto parece muy obvio, pero si el tiempo no fuese lineal, sino ‘eterno como fundamento del tiempo’ las cosas serían muy, muy distintas.
Si quisiéramos romper el vaso en esta “configuración de tiempo”, no haría falta: ya estaría roto. ¡Ah!, pero para que esté roto, primero debió estar íntegro. No, porque simplemente no existe un primero, ni un después — el vaso está íntegro y roto simultáneamente y la acción de romper no empieza ni culmina, sino que permanece. Esto parece una contradicción rotunda, ya que vivimos en un Universo donde los acontecimientos siguen un orden o número, tal como definían Platón y Aristóteles.
De modo que la filosofía cristiana, se fue desarrollando en base a estos dos sistemas temporales: por un lado el tiempo lineal en el mundo terrenal, y por otro lado el tiempo en o de Dios: la eternidad –concebible por los humanos, por medio de la fe–. Uno de los más importantes filósofos dentro de esta doctrina, fue Agustín de Hipona (354-430) –citado al comienzo de la serie–, que profundizó los trabajos de Aristóteles que cuestionaban si el tiempo es o no es, y si, por tanto, es algo físico o psicológico.
Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?
Agustín, así, toma como punto de partida una reflexión aristotélica: si lo que sucedió ya no es, lo que sucede no se detiene para ser, y lo que sucederá aún no es, ¿el tiempo, pues, es o no es? Como argumento, respondería que percibimos el ser del tiempo porque tanto el pasado como el futuro son, es decir que existen, pero no en el movimiento –como decía Aristóteles– sino en el alma: entiéndase entidad, mente, conciencia. Por lo tanto el tiempo deja de ser algo físico –que, de ser así, estaría compuesto de no ser, lo que lleva a una contradicción– para ser algo puramente psicológico y perceptivo.
Afirmaba, entonces, que no existe uno, sino tres tipos de presentes: el presente del pasado, el presente del presente, y el presente del futuro, que únicamente pueden ser en un alma. Pero no es un presente que permanece –que de ser así estaríamos hablando de eternidad, no de tiempo– sino que es un presente que deja de ser, pero que no es destruido completamente. Sino ¿cómo puede ser concebido lo que constantemente deja de existir, y no se detiene en ningún momento para ser? Como si te mostraran una película cuyos fotogramas permanecen cero segundos, es decir, no permanecen tiempo alguno de modo que los puedas ver. ¿Cómo es posible, entonces, que podamos percibir el cambio? Allí radica el papel fundamental del alma en esta cuestión, que nos muestra lo que ya no existe, de modo que podamos armar una secuencia de infinitas etapas, que asimilamos como tiempo. Por ejemplo, cuando visualizas algo que viste en el pasado, estás contemplando cosas que ya no son, cualidad que según este filósofo, es propia y única del alma.
Consciente de la linealidad del tiempo, Agustín admite que éste no pudo surgir en algún otro momento que no fuera el punto de Creación. Pero ¿qué quiere decir “en algún otro momento”? Decir esto, está indicando necesariamente la presencia de tiempo, aunque paradójicamente estamos tratando de hallar el momento en que surge éste. Por lo tanto, la proposición “el tiempo surgió en tal momento” carece de sentido; de la misma forma que decir “el Universo surgió en tal lugar”.
Recordemos que más allá de lo que realmente sea el tiempo, los humanos no somos máquinas de captar realidad, sino que estamos limitados por los sentidos y nuestra mente, que actúan como un filtro, quedándose con ciertas cosas y desechando otras. Estas ideas constituyen las doctrinas idealistas. Por poner un ejemplo, un mismo estímulo puede generar múltiples percepciones:
“El Viejo y el Río”, pintura de Octavio Ocampo.
¿Qué ves allí? ¿Un hombre montando un caballo? Alejate unos metros del monitor. Bueno, pero ¿qué se quiere decir con esto? Que por más que el tiempo sea algo “homogéneo”, cada persona puede percibirlo de distinta manera. ¿No has notado alguna vez que ciertos días parecen más cortos o largos que otros?, ¿o que cuando estás disfrutando de algo, el tiempo ‘pasa volando’? Así de compleja y mucho más, es la mente humana. Si quieres profundizar un poco sobre el radical papel de la observación, puedes leer la entrada de Awaca.
De esta forma, filosofías como la de Agustín, plantarían la semilla del análisis psicológico de nuestra percepción del tiempo. Este pensador hace además otra interesante reflexión, en Confesiones XI (presta mucha atención, por favor):
Y, sin embargo, Señor, sentimos los intervalos de los tiempos y los comparamos entre sí, y decimos que unos son más largos y otros más breves. [...] Mas los pasados, que ya no son, o los futuros, que todavía no son, ¿quién los podrá medir? A no ser que se atreva alguien a decir que se puede medir lo que no existe. Porque cuando pasa el tiempo puede sentirse y medirse; pero cuando ha pasado ya, no puede, porque no existe. [...] Mido el tiempo, lo sé; pero ni mido el futuro, que aún no es; ni mido el presente, que no se extiende por ningún espacio; ni mido el pretérito, que ya no existe. ¿Qué es, pues, lo que mido? ¿Acaso los tiempos que pasan, no los pasados?
Cuando medimos el tiempo ¿qué estamos midiendo realmente? Aristóteles respondería regodeándose “¡El movimiento!”. Pero Agustín analiza el asunto desde otra perspectiva. ¿Cómo podríamos medir el pasado que ya no es, y el futuro que aún no es? Lo único que podríamos medir, es el “pasar” del presente, pero no el presente mismo, ya que éste no posee duración. Pero si no posee duración ¿cómo es posible que podamos medir algo de él? Este filósofo reflexiona que la única forma de que esto sea posible, es por medio de un alma, como dijimos, que tiene la cualidad de mostrarnos lo ya no existe y que ‘secuencia los fotogramas’. Concluye, entonces, que el tiempo de por sí solo, no existe como algo físico, si no es asimilado por alguien, y hasta propone que el alma misma sea finalmente eso lo que llamamos tiempo.
Por otro lado, en el fragmento anterior cuestiona, desafiante “A no ser que se atreva alguien a decir que se puede medir lo que no existe”. Medir cosas que no existen, y por tanto medir el tiempo, era considerado privilegio único e irrefutable del alma. Por eso, la difusión del reloj mecánico autómata, por sistemas de engranajes, en los siglos XIII y XIV, fue de gran trascendencia filosófica, ya que extendió una noción cada vez más laica del tiempo. Primeramente, el reloj mecánico fue considerado por muchos teólogos como una máquina del infierno, que usurpaba el derecho divino del alma: medir el tiempo. Esto parece un poco irónico, ya que algunos años después, se empezarían a montar enormes relojes, precisamente en las iglesias.
Por el siglo XIII, además, otro importante filósofo, Tomás de Aquino, se encargaría de “acoplar” la filosofía de Aristóteles, con las doctrinas de la Iglesia, que hasta entonces se consideraban incompatibles, reivindicando la importancia del análisis físico del tiempo. Este sería el puntapié inicial para que más tarde, con la llegada de imponentes figuras como Newton, Leibniz, entre otros, se iniciara una revolución sobre qué entendemos por tiempo. Así que de eso hablaremos en la próxima entrada. (No, no me canso de escribir).
The Eso que llamamos “Tiempo” – Desde el Cristianismo by Lucas Gabriel Cantarutti, unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 12 } Comentarios
Pues no, no te canses, por favor.
Esta serie mejora con el tiempo…y nunca mejor dicho!!
Cualquier día soy capaz de entender de una vez qué es el tiempo, y sobre todo, por qué se hace más corto cuanto más viejo te vuelves. Doy fé.
Enhorabuena, Lucas
Lucas,
Yo simplemente quiero, además, darte una vez más las gracias y enhorabuena por la calidad de los artículos en todos los aspectos: no son “gemas en bruto” , están pulidos, cuidados en el formato, la ortografía, la expresión… Como editor, son un regalo
Por cierto, creo recordar que Lucas iba a estar fuera unos días (este artículo lleva “en cola” una semana), así que tal vez no pueda responder a los comentarios durante un tiempo.
Creo que se debería eliminar el comentario sobre lo que va a publicar Awaca, si alguien lee la entrada en el futuro el comentario dejaría de tener sentido. (Nótese la ironía)
Brigo: No estoy de acuerdo con lo de se elimine la referencia a la futura serie de Awaca.
Porque… ¿a qué futuro se refiere Lucas en su presente? Mejor, ¿a qué futuro se refiere Lucas en su pasado cercano cuando era presente y se refería al futuro? ¿Se refería al sí-es no-es del futuro que existirá o al será no-será del presente del futuro de la publicación del artículo de Awaca? ¿Y qué pasa si Awaca, en su presente del indicativo, cambia el futuro imperfecto del pasado pluscuamperfecto del subjuntivo del artículo de Lucas? ¿Einn?
(Como veréis, me he empollado la serie de Lucas enterita hasta el momento, ¿no?)
Saludos
No entiendo lo que decís sobre la “futura” serie de Awaca. No sólo no es futura, ¡sino que Lucas da un enlace al artículo de Awaca! Habla de otra futura serie diferente (y yo no leo en sus palabras que vaya a ser de Awaca), y si esa serie se escribe, me imagino que Lucas modificará este artículo para cambiar esa frase y enlazar la nueva serie.
Impecable artículo como siempre, Lucas. Es no sólo un excelente trabajo sino que dejas muy en evidencia el problema mayor de “todos los tiempos”: qué es lo que la Física puede medir en realidad? Sería un buen hilo para abrir en el foro. De nuevo felicitaciones y – aparte de esto – parece que se viene la serie de sicología… Tengo algo pensado, que viene del pasado (la memoria…) pero de aquello surgirá alguna entrada en el futuro, porque lo estoy pensando en el presente?
Pedro, Como Lucas está de vacaciones en el presente, seguramente se refirió al hilo “Qué se sabe sobre la memoria?” del Foro, donde algunos – entre ellos Lucas – me animaron a escribir algunos artículos para El Cedazo en ese tema. En el futuro, quizá podamos saber aunque él mismo dice que todavía no puede anticipar nada… y no olvidemos que esto mismo él lo escribió hace algún “tiempo”.
Nunca creí que ese comentario sobre la nueva serie podría traer tanta confusión. El enlace a la entrada de Awaca es una cosa, y la referencia posterior es otra cosa. Tal vez debí escribir “estoy cocinando una nueva serie…” en lugar de “se está cocinando…” Pero la cuestión es que Awaca no tiene nada que ver con el asunto de esa serie, como bien dijeron Pedro y Gustavo. (A propósito, ya empiezo a extrañar las entradas de Awaca, Cruzki, Kent, Endermuabdib, Belerofot, Naeros… ¡vuelvan, no nos dejen solos!)
Muchas gracias a todos, por sus comentarios “presentes” que no tuvieron “tiempo” para serlo, sino inmediatamente devinieron a un “no-ser”, que podemos considerar como “pasado”, pero que al fin y al cabo subsisten gracias al “sujeto”. Saludos a todos.
Felicidades lucas. Se que voy muy muy atrasado, pero estoy siguiendo tu serie. Últimamente no tengo suficiente tiempo para aguantar el ritmo de publicaciones que hay ahora (y eso que esto no es nada comparado con los comienzos de eltamiz (y pensar que me quejaba cuando Pedro bajo el ritmo…)).
En cuanto al artículo, ahora es cuando empieza a engancharme de verdad. Hasta ahora sólo eran filosofías de interés histórico, pero ahora ya estamos ante un escenario que pertenece a nuestra cultura.
Ya sé que no tiene mucho sentido comentar si nos parece correcto o no el “modelo temporal” propuesto, por lo menos hasta que no lleguemos a los últimos y más avanzados modelos, pero quisiera decir algo sobre éste.
Teniendo en cuenta que sólo expones ideologías y que en el artículo no te decantas por ninguna, y que el hecho de que cada uno pueda creer lo que quiera, no es una imposición del ateísmo, quiero decir que yo sí creo en Dios (el Dios de la biblia), y que desde este punto de vista, comparto la visión del tiempo que se muestra en el artículo, y que en ese contexto me parece muy razonable.
Veo el Universo como un espacio de (por lo menos) 4 dimensiones, que visto desde fuera (la eternidad), es estático como un lo es un cuadro, y que aquellos que estamos dentro, por la naturaleza de las partículas de las que estamos formados, que son afectadas por los hechos pasados y no por los futuros, vivimos el tiempo del pasado al futuro como una secuencia continua y no como un todo.
Y cambiando de tema, por otro lado, representar un espacio de 4 dimensiones para nosotros es algo difícil, pero sólo hay que hacer lo mismo que cuando representamos una imagen de 3 sobre un papel plano de 2: representamos la 3era como una combinación de las otras dos, o simplemente no la representamos y tenemos una proyección. Pues con el tiempo se puede hacer igual (todo esto es a costa de perder información). En vez de tener un espacio de 3 dimensiones más el tiempo, representamos uno de 2 más el tiempo = 3D.
Bueno, que según vaya avanzando, aunque vaya tarde, iré comentando. Ánimo que tienes una serie de la talla de Relatividad o Cuántica sin fórmulas.
Creo que acá hay otro pequeño error, tambien de tipeo. En el tercer parrafo despues de la imagen de San Agustín dice “y lo que lo que sucederá aún no es” se repite un “lo que”. La serie, excelente, excelente, excelente. Estas repeticiones son intencionales.
@Sebacine, ¡corregido, gracias de nuevo!
@Joel, a ti también agradecerte por los ánimos.
¡Saludos!
Me encanta esta serie. La verdad, no me podía imaginar que en mi futuro la estaría leyendo… así es el tiempo. Bueno a lo que iba. Cuando he acabado de leer el punto 3 “Eternidad como fundamento del tiempo”, me he imaginado ese tiempo como tiempo imaginario -valga la redundancia doble-, es decir, una línea de tiempo (la nuestra) y en un punto concreto, otra línea perpendicular a ésta. Los acontecimientos del tiempo imaginario (la linea perpendicular) han sucedido, suceden y sucederán en un punto concreto del presente de nuesta línea de tiempo. Espero haberme explicado bien. Saludos!!
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