Después de haber presentado esta serie, en donde hablaremos de las interpretaciones filosóficas más trascendentes acerca del concepto del tiempo, a lo largo de la historia, hicimos un breve análisis –citando a dos de los considerados primeros filósofos– de la concepción del tiempo Cíclico, en la Antigua Grecia.
Como vimos, una de las cualidades que implicaba esa interpretación, es el constante proceso del “orden” al “caos”, para luego completar el ciclo desde el “caos” hacia el “orden”. Se entendía que la naturaleza del tiempo consistiría en una psicodélica secuencia “caos-orden-caos-orden…” Pero, entonces, ¿qué fue lo primero que inició esa secuencia? Como hablamos, Tales pensaba que lo primero (el arjé) era el agua; en cambio Anaximandro supuso que era más abstracto e indefinido (el ápeiron).
En definitiva, esa continuidad de ciclos se mantendría durante un período infinito. Pero infinito no significa eterno, porque este último alude a lo que no tiene principio ni fin, que no varía en ningún momento, que no produce ciclo alguno, sino que permanece constante. De hecho, el concepto de eternidad, en sus orígenes, era considerado como la negación del tiempo. De eso hablaremos en este artículo, de las raíces de la noción de Eternidad, una noción fuertemente vinculada con uno de los conceptos más abstractos e interesantes que la antigüedad: el Ser.
Heráclito, nacido en 544 a.C. en la ciudad de Éfeso, fue una de las figuras más notables entre los antiguos. El impacto de su filosofía fue tremendo, ya que puso en relieve cuestiones fundamentales hasta entonces no tenidas en cuenta. Heráclito fue probablemente el primero en reflexionar sobre el cambio, el fluir de las cosas, el movimiento permanente, el devenir, la temporalidad. Él nos dice que todo en la naturaleza está sometido a constante cambio, y que por tanto es imposible definir cualquier cosa que pertenezca a ella, porque inmediatamente deja de ser lo que es para ser otra cosa. “Todo fluye, nada permanece” , señala, “todo es inestable y mutable“. Esto implica que nunca una persona tendrá dos veces la misma experiencia, ni verá dos veces lo mismo: el todo se renueva en cada instante; está sometido a un constante devenir.
Heráclito de Éfeso, alias “el Oscuro”. Pintura de Raffaello Sanzio.
Es por esta reflexión que Heráclito decía que:
Al mismo río entras y no entras, pues eres y no eres.
O traducido de otra forma:
Un hombre no puede entrar dos veces en el mismo río.
Este filósofo nos habla del cambio en un sentido mucho más profundo de lo que intuitivamente consideramos. Explica que la causa o razón por la cual existe este constante movimiento y devenir es que siempre hay oposición, siempre hay elementos que se contradicen, que luchan y que dan origen al cambio y fluir de las cosas. Sin oposiciones, la temporalidad no sería posible:
Sin hambre no hay saciedad; sin fatiga, no hay reposo; sin enfermedad, no hay curación. Si no hubiera injusticia, no habría justicia. [...] La guerra es el padre de todo, el rey de todas las cosas.
Y plantea que el símbolo del cambio eterno, así como el arjé, de todas las cosas las cosas es el fuego, el más mudable de los elementos, más inconstante que el agua y el aire; es el elemento que nunca reposa. Para él, el fuego es el origen de la vida: “el calor corporal es la expresión del alma”. Pero también, es el elemento que consume todas las cosas, que da vida y muerte. No es que él pensara que todas las cosas estuvieran hechas de fuego; hablaba de este elemento sólo como un símbolo del devenir, del cambio y del tiempo.
Algunos años más tarde, Parménides de Elea reflexionó sobre la idea misma del cambiar, del devenir y del fluir de las cosas, y concluyó que la doctrina de Heráclito presenta una paradoja, que tal vez tú ya hayas podido anticipar: el ser deja de ser lo que es, para ser otro ser. No lo tomes como un juego de palabras. Como ahora veremos, es un asunto muy profundo y complejo, que lleva a conclusiones verdaderamente radicales.
Parménides de Elea.
Aldeano: –Discúlpame Parménides, ¿qué es el ser? Parménides (voz ronca): –Mmm… El ser es, mas el no-ser no es. Jojojo. Aldeano: –¡Muchas gracias, me quedó clarísima la explicación!A partir de estos cuestionamientos, Parménides se convierte en el primer filósofo en plantearse el problema del ser en sí mismo y en profundidad: qué es lo que sí es. Pensemos en lo siguiente: cuando algo cambia, ya no es lo que en un principio era; su ser ahora es otro. Parménides considera que esto es absurdo, pues ¿cómo puede surgir un ser a partir de algo que deja de ser, es decir, que no es? Él nos dice que:
El ser es y el no ser no es.
Si el ser es y el no ser no es, no tiene sentido que surja algo que sí es a partir de lo que no es. Por lo tanto, el cambio, el devenir, la mutación, son absurdos. Pero entonces ¿cómo es posible que nuestros sentidos nos muestren un mundo de diversidad, de movimiento, de cosas que cambian? Parménides explica que lo que nos muestran los sentidos sin ilusiones aparentes; lo que vemos con los ojos y tocamos con las manos es el no ser. Si las cosas en el mundo pertenecieran al ser (si fueran reales), no podrían cambiar, permanecerían estáticas, ya que es absurdo que el ser deje de ser lo que es para ser otra cosa; en ese caso sería un no ser, lo que lleva a una contradicción.
A diferencia de Heráclito, Parménides considera a la diversidad y variedad de los fenómenos naturales como simples ilusiones o aberraciones: como el no ser, en oposición a la realidad interna, única y verdadera: la realidad del ser, que es inmutable. El ser no tiene comienzo ni fin, no cambia de aspecto ni de lugar, no es igual a nada sino a sí mismo, ni surge ni desaparece. En cambio el no ser no es más que un mundo de apariencias del cual no podemos adquirir un conocimiento estable y firme. Sólo el pensamiento lógico nos permite conocer algo. De ahí la idea de que pensar significa ser, significa existir.
Este sistema de pensamiento de Parménides fue en su época el más abstracto jamás alcanzado por filósofo alguno, ya que su concepto del ser no tiene ninguna relación con lo concreto. Cuando se intenta dar una descripción de lo que es el ser –abstracto y puro–, únicamente se podría decir que “era”, porque al incluirle calificativo cualquiera se coloca al ser en el mundo de los sentidos y se lo hace perceptible desde el mundo del no ser. Es imposible ir más lejos en esa abstracción…
En la izquierda el ser; en la derecha el no ser.
Todo muy interesante, pero… ¿qué tiene que ver esto con el tiempo? Bueno, como dijimos, el ser que plantea Parménides es ajeno al tiempo, permanece sin cambios, inmutable, inmóvil, ingénito: eterno. Es esta la primera noción que se desarrolla del concepto de Eternidad como un no-tiempo. ¿Eh?
Vamos por partes: en esta filosofía se diferencian claramente dos mundos: el ser, y el no ser. Según Parménides, el mundo que estás contemplando ahora mismo, no es, es decir que estas viendo una manifestación del mundo del no ser: ilusiones aparentes e irreales. Y, como dijimos antes, todas las percepciones de este mundo, todo lo que nos muestra los sentidos, atañe al no ser, es decir, los colores, los aromas, el movimiento, el cambio, el devenir, el tiempo. De tal manera, este filósofo concluye que el tiempo pertenece al no ser, que el tiempo no es, que el tiempo no existe.
Aunque esto parezca muy difícil de asimilar, es una consecuencia lógica y necesaria de la noción de Ser. Todo esto se basa en el hecho de que –a diferencia de Heráclito que postulaba que el ser está en constante cambio y devenir– el ser es permanente, invariable, estático, eterno, es lo único que en verdad existe, lo único que es. Parménides no podía aceptar de ninguna manera que el ser pudiera dejar de ser lo que es, porque si fuera así no sería el ser que era, sino que sería un no-ser, por lo que entraría en el mundo de la experiencia, en el mundo del no ser, y todo esto llevaba a una contradicción ya que “el ser es y el no ser no es”.
O por ejemplo, si dijésemos que el ser es móvil, tendría que moverse a través de algo, pero ese algo ¿es o no es? Cualquiera sea respuesta presentaría contradicción ya que si es, entonces estamos hablando de la misma cosa: del ser –que es único y homogéneo-. Mas si no es, no tiene sentido puesto que pertenece al no ser, el cual no es: no existe y nada puede surgir de o en él.
Ya sé que tal vez esté dando más vueltas que un planeta, pero quiero que quede claro este razonamiento tan distante de nuestro sentido común, para poder avanzar sobre otras concepciones aún más abstractas y profundas. Parménides nos muestra que el Ser es eterno y que niega necesariamente el transcurrir del tiempo. La verdadera naturaleza del mundo es permanecer estática e inmóvil. El tiempo no sería sino otra aberración más.
Lo que acabamos de ver en este artículo son las raíces del concepto de Eternidad; aún quedan muchas cosas por decir de esto. Pero para no alargar el texto, lo seguiremos en otro, más adelante. En la próxima entrada, hablaremos uno de los frutos intelectuales más transcendentes de la antigüedad, y que deriva de las consideraciones hechas hoy: las Paradojas de Zenón.
The Eso que llamamos “Tiempo” – La Eternidad como el no-tiempo by Lucas Gabriel Cantarutti, unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 24 } Comentarios
En la tabla del ser-no ser tienes puestas invertidas la izquierda y la derecha.
Scarbrow,
Creo que estás equivocado — lee de nuevo la descripción del ser y no-ser de Parménides y verás que lo que vemos, al ser contingente, es el no-ser. Yo estuve a punto de cambiarlo al editar el artículo, pero aunque parezca raro al principio me parece que esa reacción de extrañeza es exactamente lo que pretende Lucas.
Pero mejor que lo confirme él.
Efectivamente, Pedro. Según parménides, el mundo que todos conocemos, en constante cambio (es decir, el transcurrir del tiempo), no es más que una mera ilusión. Lo que realmente es, es el Ser, y como lo define ese filósofo no es graficable, ni imaginable, ni concbible de ninguna forma. Más adelante veremos que este pensamiento también lo compartía nada menos que Albert Eistein.
Para investigar más, no duden en seguir los enlaces.
@Lucas, sobre tu firma, recuerdo una historia en que un profesor de filosofía ponía un examen con una única pregunta, ¿por qué? y todo el mundo daba largas repuestas y suspendía. La respuesta correcta era ¿por qué no?.
Birgo, esa anécdota del profesor ¡¿fue cierta?! ¡Qué manera de torturar a los alumnos! Además, no creo que sea conveniente preguntar eso en una evaluación, porque es justamente eso lo que se quiere hacer: evaluar.
Mmm, si yo dijera como respuesta “¿por qué no?” tendría que preguntarme ¿y por qué “¿por qué no?”? lo que me conduciría a un círculo vicioso. La pregunta del “¿Por qué?” me hace recodar, tener en cuenta el Pincipio Antrópico, del cual, en una ocasión ya hablo Pedro: http://eltamiz.com/2007/04/20/%C2%BFno-es-mucha-casualidad-que-haya-vida-en-el-universo/
Igualmente, persisto en que los humanos somos capaces de determinar a simple vista, si algo “funciona” o no. Gracias a la ciencia, no solo podemos saber si funciona o no, sino tambien tener algúna idea de Cómo funciona, y bajo qué circunstancias. Ahora bien, otra cosa muy distinta es saber Por qué funciona. Es decir, en la naturaleza, las cosas suceden de una determinada manera, pero el por qué, yo creo que está fuera del alcance de los humanos y de cualquier otra civilización de este Universo.
Hace tiempo encontré un panfleto muy sugestivo por ahí, que ponía en letras grandes: TIME DOES NOT EXIST. Era un anuncio del seminario Universo Atemporal impartido por Julian Barbour, físico teórico, y Paul Friedlander, “artista científico”, quien presentaba ilustraciones sobre el tema. Desgraciadamente no pude asistir, pero ahora ese “panfleto” adorna una parte de mi habitación. Es inspirador. ¿Sabe alguien algo de este tipo? Por cierto, ya tengo ganas de que llegue la parte de la serie más física y menos filosófica. Iré preparando palomitas.
David, estuve investigando un poco sobre esas personas, pero no me convencen sus argumentos. Por ejemplo, dicen que “como no tenemos evidencia física de su existencia, no podemos afirmar que existe”… o que “el ‘pasado’ solo existe en la memoria, no en la naturaleza”, y que “el ‘futuro’ es algo que nunca llegará…” “por lo tanto el tiempo es una ilusión”…
De todas formas, aún no puedo decir nada de la veracidad de sus argumentos; tengo que investigar más. Pero aunque no lo creas, el centro de sus ideas se basan en la filosofía griega. Así que te recomiendo que no te pierdas los próximos artículos porque cada vez nos vamos adentrando en concepciones más interesantes, y cada vez nos vamos acercando más a lo físico.
El pensamiento de Barbour (los “ahora”) creo que queda bien definido en una de sus frases más fascinantes: “Mi objetivo es abstraerme de todo lo que no podemos ver, directa o indirectamente, y simplemente mantener esta idea de muchas cosas coexistiendo a la vez.” De ahí nace su concepción de la inexistencia del tiempo y tira abajo la idea de un momento de origen del universo.
@Lucas
Has elegido un tema la mar de fascinante para estrenarte en El Cedazo. Te felicito.
Vengo del foro (¿La naturaleza es discontinua?) de poner un comentario de respuesta a Brigo (hola Brigo, veo que también andas por aquí) que tiene mucho que ver con lo que estáis hablando.
Tengo que echar un ojo a los pensadores que mencionáis porque tengo la impresión de que mis opiniones están muy en sintonía con ellos: no es que no exista el tiempo (quizás no existe físicamente pero indudablemente sí como concepto abstracto), es que es un modo de explicar otra cosa que sí existe, el movimiento o cambio.
P.D. Yo también caí en lo de la ordenación de las fotos…
Mazigner, muchas gracias, la verdad es que me parece conveniente comenzar la serie hablando de las grandes concepciones de la antigüedad, desde el punto de vista filosófico, ya que es ahí en donde residen las teorías físicas, y desarrollos filosóficos modernos y contemporáneos.
De modo que el tema físico, lo vamos a tocar más adelante, pero no te preocupes, que ahí va a estar
Iba a dejar un comentario en el primer artículo (después de la presentación), el del tiempo cíclico, pero como veo que estáis aquí todos, pues lo dejaré por aquí.
La serie es muy interesante y me ha dado vértigo pensar en que cada momento soy un ser distinto, pero me como la cabeza pensando ¿cuánto mide ese “momento”? ¿cada cuánto cambio? o ¿cuánto tiempo “soy”? sería como medir los tic-tac, aunque quizá sean todo “tic”tic”tic”… ññññaaaaaaaaaaaaaaa
;D así es, es un tema muy complicado, por eso Parménides dice que no sos, porque al estar en constante cambio, estás dejando de ser lo que eras, por lo que en ningún momento sos. En consecuencia, como todo el mundo está sometido al cambio, este mundo no es (no existe).
Pero más adelante, con la aparición de un gran, gran filósofo, se refutaría este argumento, profundizando sobre los conceptos de “ahora”, “antes” y “después”. De eso justamente hablaremos en una próxima entrada.
Lucas, un gran trabajo, y estoy impaciente por ver como sigue la serie.
Aunque me gustaría aportar algo:
Pienso que “el tiempo” es un concepto creado por y para la mente y que este no existe. La mente vive en función del pasado y se sugestiona en función del futuro, pero su peor enemigo es el presente, en el cual no puede coexistir con “el ser”. La mente es una herramienta que nos domina día a día para evitar que vivamos el presente o “el ahora”.
Pero supongo que habrá que esperar a que profundices un poco más en lo físico para llegar a un concepto menos abstracto, aunque dudo que exista
me parece un poco falaz el pensamiento de ese… (miro hacia arriba) (vuelvo abajo) Parc ¿qué? (otra vez) Parménides, porque el dice:
no ser = eterno e inmutable
tiempo = eterno e inmutable
tiempo = no ser
Es una falacia, está en wikipedia, pero no se el nombre, no sé mucho latín
Gracias por el comentario Philipp, supongo que te va a interesar entonces el artículo donde hablemos del tiempo psicológico.
Gracias también Cristhian por comentar. Parménides no dice que el no-ser es eterno e inmutable; ésas son cualidades del ser. Por ejemplo tú, formas parte del no ser. ¿Por qué? Porque estás dejando de ser lo que eras para ser otro ser. ¿Eres eterno e inmutable? No, por el mismo motivo.
Entonces, si el tiempo no-es, no puede ser eterno e inmutable. Como el título mismo anuncia “Eternidad como el no-tiempo”: el concepto de eternidad está negando completamente al tiempo. No dice que la eternidad es un tiempo de duración infinita, lo está negando. Decir que el tiempo es eterno, es como decir que el blanco es negro. En resúmen: tiempo ≠ eternidad. (Según esta filosofía)
Según un libro de filosofía que estuve leyendo, el autor expresaba que “sólo existe el presente” (de acuerdo con afirmaciones de anteriores filósofos), ya que ni el futuro ni el pasado son (el futuro aún no llega, al pasado ya fué) y que el presente no tenía duración (no se puede medir el presente, es como un “momento instantáneo”), por lo que afirmaba que aquel que pueda vivir (en sentido de “disfrutar”, por asi decir) el presente, viviría la eternidad, puesto que ambos son atemporales (sin duración)… espero no haber confundido con lo que trato de explicar, es lo que pude captar el libro… Por cierto, ¡Me encantan estos artículos! ¡Mis felicitaciones Lucas!
Comencé hace poco con esta serie, soy mas aficionado a la filosofia que a las ecuaciones; me gusta la fisica, pero me entra por las interpretaciones mas que otra cosa.
En efecto lo que “es” o “el ser” debería ser eterno e inmóvil, ésto es lo que nos dice el sentido comun. Por ejemplo el numero 3 o el concepto de círculo, no pueden experimentar cambio alguno, son eternos. Platón trataría de reconciliar la vision del ser eterno y nuestro mundo recurriendo al “mundo de las ideas” en donde existimos antes de nacer y en donde aprendemos todos los conceptos que usamos para describir nuestra realidad. Una idea que terminó siendo nefasta desde la religion, pero bueno, esa es otra hitoria.
Yo en lo personal no veo que exista eso que la gente llama tiempo como una entidad en sí misma, es solo la medicion del ritmo del cambio con respecto al cambio mismo, como la longitud con el espacio. Voy a seguir leyendo para ver si estoy en lo cierto o le pifié.
Gracias por todos estos artículos, son invaluables.
@Xanti: En efecto, lo unico que existe es el presente y es concecuencia de tu “yo”. Tu “yo” es un rompecabezas que se arma usando una cantidad enorme de recuerdos y estimulos sobre tu conciencia. Al instante que cominza a existir, tu conciencia ya tiene nuevos recuerdos e impulsos con los cual contruir un yo similar, pero distinto en sentido estricto. La ilución de continuidad de tu “yo” se basa en que comparte algunos recueros con el “yo” anterior y sobre esta ilución de continuidad se arma tu identidad personal.
Lo unico que existe es el presente (el estado actual del cambio del universo) y los rastros (de ese cambio) que existen en el presente: recuerdos, fósiles, fondo cosmico de microondas, etc. Basados en estos rastros “presentes” inventamos la idea de pasado para explicar ese rastro y de futuro como proyecion del mismo.
Perdon por desvirtuar, pero nunca resisto el dar mi opinion acerca de la realidad.
Como afirmar que el “no es” es si el “no es” no es
como es posible afirmar que el tiempo no es mas que una ilusion?? cuando el tiempo es indeleble e inmutable, si el presente no es por transitividad el pasado no es y vive en la naturaleza diciendonos hey tu no existes!!! . como es posible que einstein este de acuerdo con esto si esto destruye su teoria, afirmar que el no es es el tiempo seria decir que una posicion relativa no es mas que inservible seira afirmar que yo soy yo mas no lo que otros creen que soy yo…
No es ésa la interpretación de Parménides de Elea que yo consideraba verdadera; me parece que en este artículo se ofrece la interpretación tradicional de Parménides, que tiene poco que ver con la verdadera, al menos a decir del hermeneuta español Felipe Martínez Marzoa, quien posiblemente esté influido por las interpretaciones de Martin Heidegger.
El “ser” parmenídeo es la presencia misma, mientras que lo aparente, o sea, lo que aparece, son los entes, las cosas del mundo. Éstas -atención- son verdaderas, no ilusorias, y cambian; aquél no cambia, porque todo es ser, o sea, siempre existe presencia de algo, aunque lo que aparece, lo presente, cambie. A mí me gusta explicar esto mediante esa coletilla de la física que ustedes entenderán mejor que yo: “la materia ni se genera ni se destruye, sino que se transforma”. Lo mismo sucede en el caso de la ontología parmenídea: lo presente, y entiéndase por tal cosa lo que aparece, es decir, lo que hay en el mundo, porque en Grecia la apariencia no es algo opuesto a la falsedad, sino que es verdad misma; lo ente -decía-, tiene diversas determinaciones y cambia, pero siempre hay presencia de algo, es decir, siempre hay ser. Lo presente son los cuerpos, mientras que el ser es la materia, la cual “adopta” diversas determinaciones; pero debe entenderse esta analogía únicamente como una herramienta para explicar la ontología parmenídea, porque el ser no es la materia.
El no-ser no puede ser representado de ninguna forma, ni tan siquiera como un espacio en blanco, porque no es; nos referimos a él mediante algo que es: el lenguaje. Pero no puede ser expresado de ninguna manera directa.
Por último, la oración “lo mismo es pensar y ser”, que forma parte del poema de Parménides, la única obra que escribió el filósofo, significa realmente que el ser del hombre consiste en hacerse cargo del ser, entendiendo por tal cosa el hacerse cargo de lo presente, llamado por Parménides “doxa”, término que no debe ser traducido como “opinión subjetiva”, y de la presencia misma, es decir, del ser, ámbito que el pensador de Elea denominó “alethein”, es decir, verdad; pero una verdad -disculpen que insista- que no implica la falsedad de la “doxa”.
El “dejar de ser para ser otra cosa sólo puede darse”, efectivamente, el la “doxa”, a la cual se refería Heráclito; el ser, la presencia misma, siempre es: no puede surgir del no-ser ni puede cambiar.
En fin, el asunto es apasionante y algo complejo; tal vez yo lo haya expuesto con torpeza.
Enhorabuena por esta serie dedicada al tiempo. A muchos nos resulta muy interesante.. Muchas gracias.
Sólo digo que ojalá exista la vida eterna.
Vida eterna que sea buena, o por lo menos no mala. Porque si fuese mala entonces supongo que sería mejor la Nada. No lo se. Si nunca hubieses llegado al Ser pues sin problemas. Pero una vez que estás en el Ser la idea de la Nada me parece incomprensible, inconcebible, inaprensible. Por lo menos yo lo siento así pero cada persona lo siente y lo ve a su manera. Incluso hay quienes desean la Nada. Es muy complicado y un misterio.
Este tipo de conceptos como el de eternidad y similares me parece que son inaprensibles para el ser humano, se nos escapan. No descarto que existan otros tipos de existencia, de realidades, tras la muerte y esto puede ser así aunque no exista Dios, no tienen porqué ir unidas. Y también puede ser, por lo tanto, algo ajeno a las religiones. O no. No se sabe. También puede ser que las diversas religiones, y similares, sean de algún modo, en mayor o menor medida, aproximaciones a estas realidades posteriores a la muerte, de existir. Es muy complicado y un gran misterio, el mayor de todos, me parece. Y es impresionante, en este sentido y en todos, todo lo que pueden dar de sí los cerebros humanos, en principio un simple pedazo de carne, y las innumerables ideas, sentimientos…que produce, muchas veces contradictorios en una misma persona y entre ellas. Es otro gran misterio el cerebro.
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