El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Premios Nobel - Física 1904 (Lord Rayleigh)

Como sabéis los habituales, en la serie Premios Nobel recorremos estos galardones, en las categorías de Física y de Química, a lo largo de la historia desde su inicio en 1901. De este modo, por un lado, avanzamos en ambas ciencias como lo hizo la comunidad científica a lo largo del siglo XX (y luego del XXI), y por otro aprovechamos la ocasión para complementar la descripción histórica de cada descubrimiento con otra de visión algo más moderna y divulgativa acerca del asunto de que se trate.

El caso de 1904 es especial por dos razones. En primer lugar, porque los premios de Física y Química, en cierto sentido, se solapan. Fueron otorgados a dos científicos que colaboraron juntos en asuntos en los que la separación entre ambas ciencias es muy difusa. De ahí que no sea demasiado importante a cuál de los dos se le dió cuál Premio y, de hecho, la sensación general que me deja 1904 es precisamente la continuación de este “desdibujar de líneas” entre las ciencias a nivel microscópico de la que hemos hablado repetidamente en entradas anteriores de la serie, puesto que se trata del período de auge de la Química física y la conexión entre el mundo macroscópico y el microscópico.

Lord Rayleigh

John William Strutt, Lord Rayleigh (1842-1919).

Durante la semana #38 - Júpiter (I)

¡Disculpas! Ha pasado demasiado tiempo desde el último episodio de Durante la semana, pero la serie de electricidad no se prestaba demasiado a ello. Varios nuevos episodios se están grabando ya, de modo que esperemos recuperar el ritmo de costumbre. El episodio 38 de Durante la semana, el podcast comunitario de El Tamiz, ha sido grabado por Samuel y se corresponde con el primero artículo dedicado a Júpiter. Si eres oyente y te animas a grabar un episodio, déjanos un correo.

Puedes suscribirte a Durante la semana a través de iTunes o cualquier otro agregador de podcasts aquí (esta opción es la que preferimos para saber cuánta gente lo escucha con mayor exactitud). También puedes descargarte el episodio manualmente en formato mp3 aquí, o escucharlo directamente en tu navegador:

Enlaces del episodio:

Alienígenas matemáticos - La paradoja de Ross-Littlewood

Es la hora: el momento en el que El Tamiz abandona la insulsa geometría riemanniana de nuestro Universo para adentrarse en delirantes experimentos mentales de la mano de los Alienígenas matemáticos. En la última entrada de esta espeluznante serie conocimos la historia del derrocamiento del presidente Lémur, Mirrec Liwennmla, por parte del malévolo Eluyyndu, haciendo uso de la paradoja de Simpson. Hoy ejercitaremos las células grises con otra paradoja matemática, en este caso relacionada con la idea del inifinito y las supertareas –un concepto que ya exploramos al hablar de la lámpara de Thomson–.

Si eres relativamente nuevo por aquí, permite que te dé un aviso: los artículos de esta serie son delirantes, absurdos y a menudo dicen lo contrario de lo que quieren decir. Están repletos de pedantería, sinsentidos, no llegan a conclusiones útiles y el humor negro hace de ellos una experiencia desagradable. Mi recomendación sincera es que no los leas; dicho llanamente, su lectura es ortogonal a cualquier uso práctico del período temporal que requiere.

Carl Linneo

Libro disponible:
Los segundos doce artículos de la serie (de la seda a Johann Sebastian Bach) están disponibles como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Tras hablar largo y tendido sobre Júpiter y electricidad en las últimas semanas, volvemos a zambullirnos hoy en Hablando de…, la serie “histórica” de El Tamiz, en la que hablamos de asuntos diversos de manera aparentemente aleatoria, enlazando cada artículo con el siguiente y tratando de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está relacionado de una manera u otra.

En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del los nanotubos de carbono, una de cuyas posibles aplicaciones más prometedoras es como estructura de un futuro ascensor espacial, propuesto por primera vez por Konstantin Tsiolkovsky, partidario (como casi todos sus contemporáneos) de la eugenesia, promovida por Sir Francis Galton tras ser inspirado por el debate Huxley-Wilberforce sobre la evolución, en el que participó el “bulldog de Darwin”, Thomas Henry Huxley, que utilizó para defender las ideas de su amigo un cráneo de Homo neanderthalensis, nombre científico según el sistema creado por Carl Linneo. Pero hablando de Linneo…

Al igual que Linneo es famoso por crear básicamente la nomenclatura binomial que utilizamos –modificada, eso sí– hoy en día, es decir, por los nombres que damos a las distintas especies, su propio nombre es interesante por el cambio que se produjo una generación atrás en su familia. En la Suecia de la época se utilizaban casi exclusivamente los patronímicos. Así, el nombre de pila del bisabuelo de Linneo era Bengt, con lo que su abuelo se llamaba Ingemar Bengtsson; el padre de Linneo, Nils Ingemarsson. Y el hijo de Nils debería haberse llamado, por el mismo sistema, Carl Nilsson, pero Nils había cambiado ya las cosas en su familia por entonces. Pero, como tantas otras veces, tengo que pedirte un poquito de paciencia para empezar por el principio.

¿Quieres saber cómo Linneo consiguió la clasificación de especies más extensa de la época? ¿Cómo su “obra magna” acabó en el Index Librorum Prohibitorum de la Iglesia? ¿Qué tiene que ver con nuestra escala de temperatura? ¿Cuál era su mayor virtud, a la que sacó muy buen provecho? Pues ya sabes, sigue leyendo.

Carl Linneo

Carolus Linnaeus (1707-1778). Imagen de dominio público.

El Sistema Solar - Júpiter (VI)

La entrada de hoy es la última que dedicamos al propio Júpiter, ya que a partir de ahora seguiremos explorando el sistema joviano, pero satélite a satélite. Como recordarás, hace un par de semanas analizamos las ventajas e inconvenientes de colonizar el propio gigante en un artículo que tal vez resultase algo deprimente. Mi conclusión al respecto era básicamente que no tiene mucho sentido colonizar Júpiter, por muy sugerentes que sean las imágenes mentales al respecto (y que me perdone Lando Calrissian). Hoy nos dedicaremos una vez más a especular, esta vez acerca de las posibilidades de vida en Júpiter, y mucho me temo que las conclusiones tampoco son esperanzadoras, ¡lo siento!

Júpiter es sugerente como posible asiento de vida porque, incluso hoy en día, existe una diferencia fundamental con otros lugares del Sistema Solar, como Marte. En el caso de Marte, dado que podemos ver con gran claridad la superficie del planeta, sabemos que si hay vida en él se trata con enorme probabilidad de vida microscópica: no vamos a encontrar criaturas del tamaño de un elefante, porque de haberlas allí las habríamos visto ya con nuestros satélites. ¡Ah, pero Júpiter es diferente! La profundísima capa de nubes, el propio tamaño gigantesco del planeta y la minúscula fracción que hemos logrado explorar bajo las nubes suponen que, en teoría, podría haber criaturas del tamaño de ciudades allí abajo, y no tendríamos ni idea de que están allí.