El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

A la venta el número de julio de 2010, enviado el de agosto

Ya está a la venta el número de julio de la revista al precio habitual y en los formatos de siempre –PDF para pantalla e impresión, epub, HTML, fb2, mobi, txt como último recurso–. Al mismo tiempo, suscriptores y colaboradores ya deberíais tener en el correo el número de agosto, o a punto de entrar en el buzón; lamento haber tardado tanto este mes, pero como sabéis, ha sido difícil mantener el ritmo durante las vacaciones. En cualquier caso, en el número de agosto:

Como es habitual, los formatos mobi/epub/fb2 son como son gracias a johansolo. Por cierto, este mes hemos experimentado con un par de cambios: por un lado, la versión de PDF para imprimir tiene partición silábica (vamos, que parte palabras con un guión cuando habría espacios incómodos). Este cambio se debe fundamentalmente a la sugerencia de Elange al libro de Hablando de…, que me hizo jugar con ello, incluirlo en ese libro –para cuando se publique–, y añadirlo aquí para hacer más agradable a la vista la versión en papel.

El segundo cambio ha sido un fracaso; no voy a aburriros con los detalles, pero básicamente quienes uséis los formatos de libro electrónico veréis que no hay espacios entre párrafos, a cambio de que la versión en PDF haya quedado más chula pues no hay líneas en blanco al principio de una página. En el siguiente número intentaremos mantener la parte buena (la ausencia de líneas en blanco) y arreglar la mala (de modo que haya espacios entre párrafos en epub y similares). Se trata de un error al crear el archivo inicial, y no a la conversión de johansolo. ¡Disculpas!

Estamos, por cierto, a la espera de recibir la versión de prueba de la compilación semestral (enero-junio) de la “revista”, para ver cómo ha quedado la cosa y si merece la pena publicarla o no. Cuando la tengamos en nuestras ansiosas manos, os decimos qué tal ha salido.

¡Que disfrutéis de la lectura!

¿Has leído Raft, de Stephen Baxter?

Hace ya muucho tiempo de la última entrega de ¿Has leído…?, donde hablamos brevemente de libros de ciencia-ficción recomendables. En aquella ocasión lo hicimos de El nombre del mundo es bosque, de Ursula K. Le Guin; como todos los libros de Le Guin, aun siendo de ciencia-ficción, se trataba de una obra en cierto modo poética, y muy centrada en los aspectos sociales y emocionales. Hoy, en cambio, hablaremos de una novela de ciencia-ficción verdaderamente “dura”; tanto que, para disfrutarla de verdad, hace falta tener al menos algunos conocimientos básicos de física, pero afortunadamente casi todo lo necesario ya lo hemos discutido aquí en un momento u otro. Hablaremos –sin destripar el argumento, como siempre– de Raft, de Stephen Baxter.

Durante las vacaciones, por cierto, he leído como un verdadero poseso, así que espero poder recomendar algún libro más en el futuro cercano, dejando un tiempo para poder leer éste si a alguien le resulta interesante. Hay al menos tres de los que estoy seguro que quiero hablar, pero tiempo al tiempo, porque el de hoy hay que saborearlo de verdad. Eso sí, un aviso: desafortunadamente y por razones que se me escapan, esta maravillosa novela no está traducida al castellano. Dejaré enlaces para conseguirla de las maneras más económicas posibles al final del artículo, pero si no puedes leer en inglés tal vez sea mejor que no sigas leyendo y se te abra el apetito para nada. Pido disculpas, porque suelo intentar sólo recomendar novelas con una versión en castellano, pero no puedo dejar de hacerlo con ésta aun a riesgo de que alguno se enfade por ello: es así de buena, y no demasiado conocida.

Alienígenas matemáticos - La caída del Carcelero Mayor de Loobe

En el último artículo de la espantosa serie sobre los malévolos Alienígenas matemáticos, dedicado al problema de los dos niños, jugamos un rato con la probabilidad. Hoy, para cambiar de tercio, sufriremos juntos con un problema lógico viejo pero interesante, alterado –como siempre– para adecuarse a las características mórbidas y repugnantes de esta serie absurda.

Antes de que sigas leyendo, un aviso: es mejor que no lo hagas. Si no conoces esta serie, es muy probable que el artículo no te guste; puede que sea por su pedantería extrema, su insulso humor negro, su extensión para no llegar a ninguna conclusión útil… dicho lisa y llanamente, la lectura de este texto es ortogonal a cualquier uso práctico del período temporal que requiere. Avisado estás.

El problema lógico de hoy es antiguo, y no he conseguido encontrar su origen último (si alguien lo conoce, que me lo diga y lo incluyo en el artículo). Lo he visto en varias versiones diferentes, algunas más divertidas que otras; mi favorita es la del ínclito autor del webcomic xkcd, y dejaré un enlace a su exposición y explicación al final. Como hay tantas variantes, no conozco el nombre “oficial” del problema, que aquí relataremos como una de las tiernas historias narradas a los pequeños alienígenas matemáticos antes de dormir –algunos de ellos, para siempre– por parte de sus babosos padres. La historia de hoy relata la caída del carcelero más temido del virreinato de Proción, el terrible Larnermaundol.

El café

Libro disponible:
Los segundos doce artículos de la serie (de la seda a Johann Sebastian Bach) están disponibles como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Hablando de… es la serie más caótica de El Tamiz; como sabéis los habituales, en ella recorremos la Historia –especialmente aspectos relacionados de algún modo con la ciencia, pero también otras cosas–, deteniéndonos en episodios, lugares y personas particularmente interesantes, y enlazando cada artículo con el siguiente con más o menos lógica. Aparte de aprender juntos un poco de todo, nuestra intención es mostrar cómo absolutamente todas las cosas están relacionadas de una forma u otra, y que es más fácil aprender si las conectamos.

En los últimos artículos de esta larga serie hemos hablado acerca del ascensor espacial, propuesto por primera vez por Konstantin Tsiolkovsky, partidario (como casi todos sus contemporáneos) de la eugenesia, promovida por Sir Francis Galton tras ser inspirado por el debate Huxley-Wilberforce sobre la evolución, en el que participó el “bulldog de Darwin”, Thomas Henry Huxley, que utilizó para defender las ideas de su amigo un cráneo de Homo neanderthalensis, nombre científico según el sistema creado por Carl Linneo y empleado en su obra magna, el Systema Naturae, que acabó en el Index Librorum Prohibitorum, lo mismo que todas las obras de Giordano Bruno, prohibidas por el Papa Clemente VIII, quien en cambio tres años antes dio el beneplácito de la Iglesia al café. Pero, hablando del café…

Antes de nada, un aviso: como puedes comprender, sería imposible hablar en profundidad sobre el café en un mero artículo. Mi intención no es ésa sino, como siempre en esta serie, dar unas cuantas pinceladas sobre la historia y las propiedades de esta bebida, y dejarte, si es posible, con ganas de más, para que luego bebas (ja, ja, ja) de otras fuentes más doctas si te interesa conocer más sobre él.

[Termodinámica I] Equilibrio térmico y calor

Libro disponible:
La serie completa está disponible como libro.

Los dos primeros artículos del bloque introductorio a la Termodinámica han sido bastante teóricos; en el primero definimos los sistemas termodinámicos y sus distintos tipos, mientras que en el segundo hablamos del concepto de temperatura, qué significa a nivel microscópico y sus unidades. Hoy pondremos los pies sobre la Tierra para mostrar –espero– como haber comprendido el concepto último de temperatura permite explicar el comportamiento de las cosas de una manera elegante.

Lo malo es que había escrito este tercer artículo del bloque enterito… y lo he tenido que guardar para otra ocasión y empezar otra vez. Al terminarlo y leerlo un par de veces, llegué a la conclusión de que estaba yendo por el camino equivocado, tratando de establecer más y más definiciones y conceptos abstractos que, aunque son necesarios para construir una Termodinámica consistente lógicamente, no lo son para tener una primera idea de cómo funcionan las cosas. De modo que he dejado las disquisiciones teóricas para otra ocasión –guardadito está el texto para entonces–, y he optado por ir más al grano y a lo que se puede relacionar inmediatamente con el mundo real: iremos de lo concreto a lo abstracto, en vez de al revés, aunque eso signifique que la coherencia lógica no se mantenga igual de bien.

Pero, antes de zambullirnos en aspectos prácticos de la temperatura y sus consecuencias, resolvamos el Desafío 2 del artículo anterior, que puso a prueba tu comprensión de la diferencia entre energía térmica total y temperatura:

Solución al Desafío 2 - ¿Quién está más caliente?

Si recuerdas el concepto de temperatura, nos da una idea de la energía promedio de las partículas que componen el cuerpo. En el caso del objeto A, se nos dice que cada partícula dispone de 2 unidades, con lo que no tenemos más que hacer. En el caso del cuerpo B, para calcular el valor equivalente no hay más que dividir la energía total (2 500 000 unidades) entre el número de partículas (5 000 000), con lo que cada partícula dispone de 0,5 unidades de energía térmica. Por lo tanto, el cuerpo A está más caliente que el cuerpo B.

Es más –aprovechemos para afianzar el concepto de la temperatura termodinámica y la escala Kelvin–: la temperatura en kelvins del cuerpo A es cuatro veces la del cuerpo B, pues la energía térmica de cada partícula en él es cuatro veces la de las partículas del B. Ésa es la enorme utilidad de la escala del buen Lord Kelvin.

Respecto a la segunda pregunta (¿cuál de los dos cuerpos utilizar para calentar una habitación en invierno?) –suponiendo que ambos estén más calientes que la habitación, claro–, la respuesta no depende de la temperatura de cada cuerpo, sino de su energía total. El cuerpo B tiene bastante más energía que el A (2,5 millones frente a 2 millones), luego lo más eficaz sería utilizar el cuerpo B para calentar la habitación, incluso aunque no está tan caliente como el cuerpo A.