En la primera parte de este artículo hablamos sobre la viruela, causada por Variola virus, y nuestra terrible relación con la enfermedad en la Antigüedad y la Edad Media. Como vimos, desde las regiones densamente pobladas de Asia donde fue endémica desde hace milenios, la viruela se extendía de vez en cuando en una tremenda epidemia por otras regiones, matando a un tercio de la población antes de desaparecer durante unas décadas o un siglo. Posteriormente, tras el aumento de la densidad de población europea y la selección causada por repetidas epidemias, la viruela se convirtió en una constante de la vida: casi todos los niños asiáticos, africanos y europeos estaban expuestos a ella y algunos de ellos morían, pero del hachazo periódico el horror se convirtió en algo más cotidiano y más apagado.
Otras poblaciones, sin embargo, no habían sufrido esos hachazos, ya que como dijimos la separación entre ellas y las regiones de endemismo ancestral se había producido antes de la mutación de Variola virus para afectar al ser humano. El reencuentro entre unos y otros seres humanos era inevitable, y también terrible por muchas razones; la más devastadora de esas razones, la viruela.
Hoy hablaremos del terrible azote que esa enfermedad supuso para americanos y australianos y, por fin, del primer golpe del ser humano contra la enfermedad, que reduciría su mortalidad hasta la décima parte de su valor anterior. ¡Sí, por fin algo de optimismo! ¿Preparado?