Continuamos hoy Hablando de…, la larga serie de artículos en la que recorremos diferentes aspectos de ciencia y tecnología de manera aparentemente aleatoria, haciendo especial énfasis en aspectos históricos y enlazando cada artículo con el siguiente. Tratamos, entre otras cosas, de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está conectado de una manera u otra.
En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del proyecto nuclear Nazi, algo que nunca llegó a ocurrir posiblemente gracias a Werner Heisenberg, aunque el bando aliado sí utilizó armas atómicas en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, llevados a cabo por bombarderos B-29 Superfortress, cuyos motores estaban construidos por la empresa fundada por los famosos hermanos Wright, los primeros en hacer volar un aeroplano, máquinas que se convertirían en armas en la Primera Guerra Mundial, aunque no tan terroríficas como el gas mostaza, que en el mar se polimeriza y puede ser confundido con ámbar gris, utilizado en la Edad Media como amuleto de protección contra la Peste Negra, posiblemente causada por la bacteria llamada originalmente Pasteurella pestis en honor de Louis Pasteur, una de cuyas hazañas fue terminar con la plaga que estaba acabando con las larvas de Bombyx mori francesas, productoras de seda, una sustancia que, en comparación con su peso, puede llegar a ser bastante más resistente que el acero, aunque no llega a la resistencia de los nanotubos de carbono, una de cuyas posibles aplicaciones más prometedoras es como estructura de un futuro ascensor espacial, propuesto por primera vez por Konstantin Tsiolkovsky. Pero hablando de Konstantin Tsiolkovsky…

Konstantin Eduardovich Tsiolkovsky (1857-1935).
Es difícil expresar con palabras la magnitud del genio de Tsiolkovsky. Más allá de hablar de su vida a grandes rasgos y discutir algunas de sus ideas, mi objetivo con este artículo es precisamente ése – tratar de plasmar por escrito las emociones que siento al leer sus ideas y compartir la enormidad de su visión. Porque, más allá de su capacidad como científico teórico, Konstantin Tsiolkovsky era un visionario muy adelantado a su época… y a la nuestra. Espero que leer sobre él te deje tan pasmado como a mí. Antes de empezar a hablar sobre él, una pequeña perla para que vayas haciendo boca, de una carta del propio Tsiolkovsky de 1911 (ojito a la fecha y la cita):
La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no podemos vivir para siempre en una cuna.