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Cayo Julio César (VII)




Infantería romana formando el testudo

Infantería romana formando el testudo (Wikipedia)

Continuamos hoy con la guerra civil en la que se enfrentan César  y sus enemigos encabezados por Pompeyo y Catón el joven. En la entrega anterior vimos cómo César  tomó la dura decisión de cruzar el Río Rubicón con su ejército y por ende rebelarse a los dictámenes del Senado. También vimos que la facción optimate huyó de Italia y se reagrupó en Grecia. César  es el amo y señor de Italia y también, tras una breve campaña, de los ejércitos de Pompeyo en Hispania. Hoy veremos enfrentamientos entre dos colosos militares. César  tendrá que esforzarse al máximo para vencer al gran Pompeyo Magno.

Como siempre hago, aclaro que relato acontecimientos que sucedieron antes de la llegada de Cristo, por lo que las fechas mencionadas serán todas asumidas como a. C. Sólo aclararé con d. C. si algún hecho ocurrió después de Cristo.

Dirraquio

El 10 de abril del año 48 Marco Antonio arribó con las tropas que necesitaba César: eran 4 legiones y 800 jinetes. Pero el problema de las provisiones no se resolvía, así que necesitaba pasar rápido a la ofensiva contra el campamento de Pompeyo en Dirraquio. César controlaba todos los posibles puertos de provisiones de Pompeyo a excepción del mencionado Dirraquio, que seguía aprovisionando a su enemigo.

César  tenía casi la mitad de hombres que Pompeyo, pero eran más experimentados en combate gracias a la lucha en las Galias. Su enemigo estaba situado en una colina frente al mar, desde donde recibía provisiones, como ya dijimos. César  decidió construir un cerco para aislarlo con el fin de evitar que salieran las partidas recolectoras de provisiones por tierra. Pompeyo, a su vez, construyó otro cerco para evitar ser aislado por el cerco de César.

El tiempo pasaba y las provisiones se le acababan a Pompeyo. Tampoco se pasaban bien en el lado de César,  ya que los legionarios estaban empezando a comerse sus propios animales. Llegaron a tener que alimentarse mediante una raíz de una planta que, con leche, era medianamente comestible. Los pompeyanos que pasaban hambre tildaban a los cesarianos de animales por el alimento que comían, y estos, para mostrar cuán hombres eran, se lo regalaban a los pompeyanos del otro lado del cerco.

A estas alturas el cerco de César  era de 17 millas, y el de Pompeyo, de 15 millas. Pompeyo ordenó una serie de ataques contra un punto del cerco de César, pero fueron rechazados. El comandante de esa sección optó por no contraatacar; podría haber aprovechado el desorden de las tropas de Pompeyo, pero, según él, un subordinado no debe ordenar un ataque general. César, enterado, estuvo de acuerdo con su proceder a pesar de la oportunidad perdida, y premió a los defensores por sus actos en combate.

Afortunadamente para Pompeyo, unos líderes galos, de los Alóbroges, aliados de César  en las Galias, se pasaron al bando de él junto a sus guerreros y le dieron información valiosa sobre un punto débil en el cerco de César, que aún no había sido completado en la zona sur de la línea cercana al mar. Pompeyo atacó, liderando personalmente las 60 cohortes, contra la IX legión estacionada allí, pero fue rechazado gracias a la excelente habilidad de César  y Marco Antonio en el uso de refuerzos y coordinación de los recursos.

César, ahora sí, aprovecha la ocasión y ordena un ataque contra el campamento desprotegido de Pompeyo, usando a su favor el envión de la reciente victoria. El nuevo ataque comenzó con éxito, pero las tropas de César  se pierden, se desordenan y entran en confusión. De confusión pasaron a pánico cuando las 5 legiones de Pompeyo se reagruparon y contraatacaron. Las tropas de César  se desbandaron ante el temor de ser cercadas. Ni César  mismo pudo controlarlas con sus gritos y cargando el estandarte, todo fue en vano. Se dice que incluso uno de sus hombres, fuera de sí, quiso apuñalarle, pero uno de sus guardaespaldas le protegió a tiempo.

Perdió en total 960 hombres, y 32 más entre tribunos y centuriones. César  se retiró como pudo, pero Pompeyo no presionó en este momento. Aún hoy se debate sobre si Pompeyo perdió aquí la guerra, ya que no supo aprovechar la ventaja, lo que le saldrá caro. Incluso César  dijo a sus oficiales: “… hoy la victoria era de los contrarios, si hubieran tenido quien supiera vencer…”. De todas formas hay quienes defienden la decisión de Pompeyo, aludiendo que lógicamente habrá tenido sus argumentos para no hacerlo. Es cierto que sus tropas estaban desgastadas y que, en comparación con las de César, eran unos novatos.

¿Se acuerdan de Labieno, el ex general de César que se pasó a los pompeyanos? Él ordenó ejecutar a los prisioneros capturados, una acción aberrante entre romanos. Todavía hoy no se comprende bien el motivo de esa innecesaria ejecución de prisioneros.

Busto de Pompeyo Magno

Busto de Pompeyo Magno (Wikipedia)

Al igual que tras la derrota en Gergovia, César  hizo desfilar a su ejército derrotado, pero esta vez no en reprimenda, sino para insuflarles valor y recordarles que en aquella ocasión, después de la batalla de Gergovia, habían obtenido finalmente la victoria.

Esta batalla fue uno de los pocos errores militares de César, que en su campamento meditaba sobre sus errores. Su ejército estaba mal aprovisionado, mientras que el sitiado estaba muy cómodo junto al mar. Debería haber llevado la guerra lejos del mar, donde él estuviera en mejores condiciones y con más provisiones. El lugar ideal sería Macedonia y Tesalia, pues tampoco deseaba que se uniera el ejército de Metelo Escipión (que venía desde Siria) con el de Pompeyo.

Pompeyo fue presionado por los políticos para que atacara a César ahora que era débil, Las presiones aumentaban, pero Pompeyo se mostraba cauto, no quería precipitarse. Además, era preferible que el hambre hiciera estragos en el ejército contrario. Solo Catón lo defendía.

El problema es que, tiempo después, César  se movilizó hacia Tesalia y ahora era ya tarde para aprovechar la ventaja. En su viaje hacia Tesalia César encontró dificultades para conseguir provisiones, pues debido a su reciente derrota la gente le era hostil. Pero luego de sitiar Gonfos (hoy Paleo Episkopi) logró reaprovisionarse y sus tropas se terminaron de curar. La ciudad fue saqueada y pasada por las armas por resistirse a prestarle ayuda: es la primera vez que César hizo esto en la guerra civil

Farsalia

Estamos en agosto. Pompeyo unió finalmente sus fuerzas con las dos legiones de Escipión y siguió a César hasta Tesalia, donde se enfrentarían finalmente en Farsalia. Al principio del enfrentamiento parecía que nada sucedería, por lo que César  estaba dispuesto a retirarse. Sin embargo, Pompeyo en ese momento le ofreció batalla, a la cual César accede gustoso. Los aliados de Pompeyo ya descontaban la victoria de antemano. Contaban en sus filas a quien creían era el mejor general de la época, tenían además más caballería (7.000 contra 1.000) y más infantería (45.000 contra 22.000). Incluso los políticos ya empezaban a repartirse qué cargos ocuparían cada uno tras la victoria pompeyana.

Pero del otro lado estaban César  y sus soldados veteranos curtidos en las Galias. Tal era el punto de motivación de los legionarios de César  que cuando éste les preguntó si preferían esperar la llegada de más tropas que estaban cerca o si atacarían con lo que tiene, estos respondieron que nada de esperar, y a pelear cuanto antes.

César  formó a su ejército con el río Enipeus flanqueando su ala izquierda. Allí pondría las legiones VIII y IX, diezmadas luego de Dirraquio. A la derecha pondría en el lugar de honor a su favorita X legión, con toda su caballería. Marco Antonio tendría el mando del ala izquierda y Cneo Domicio Calvino en el centro. A la derecha estaría Publio Sila, sobrino del famoso Sila pero leal a César, mientras que él mismo tendría libertad de acción.

Pompeyo formó con 11 legiones en tres líneas, como era habitual, pero muy profundas en hombres.  En el lado derecho colocó a Lucio Afranio (quien en la entrega anterior vimos que había sido perdonado por César en Hispania, pero luego huyó a reunirse con Pompeyo), puso a su suegro Escipión en el centro, a Domicio Enobarbo (¿se acuerdan de él?) en el ala izquierda y a Labieno más a la izquierda aún, con toda la caballería de 6400 jinetes. El ala izquierda contaba con la protección de arqueros y honderos. La infantería debería esperar inmóvil y aguantar el ataque de César. El plan era aprovechar la enorme diferencia de efectivos en la caballería y envolver el ala derecha de César. Siendo este plan bastante evidente, César mueve 6 cohortes de la tercera línea y los pone a escondidas detrás del ala derecha. Ya hablaremos de ellos en un momento. Ni Pompeyo ni sus hombres se percataron del movimiento.

Luego de arengar a sus hombres y situarse junto a Crastino, primer pilum de la X legión, da la orden de avanzar a las dos primeras filas. Pompeyo decide esperar, y así los hombres de César llegarían cansados; además, cuanto más avanzaran, más sencilla sería la maniobra envolvente que planeaba. Por otro lado, no confiaba mucho en sus legiones como para realizar un avance que pudiese desordenar la fila. César, sin embargo, confiaba más en el choque de sus bravos legionarios contra los de Pompeyo. Él decía que el atacante, si bien puede cansarse durante el ataque, llega con mayor ánimo y espíritu, mientras que el defensor en actitud pasiva va perdiendo ánimos. Claro que esto último solo es cierto en soldados novatos, que se dejan impresionar por las legiones que se aproximan, como ocurría en el caso de los de Pompeyo.

Cuando los hombres de César  avanzaron hasta situarse a 15 yardas del enemigo los cesarianos lanzaron las jabalinas. Pero en vez de cargar al enemigo inmediatamente a continuación, se reagruparon, organizaron las filas y, ahora sí, cargaron con todo.

Cuando se produjo el choque entre las infanterías, Labieno se lanzó con su enorme caballería contra la débil contraparte de César. Como era esperado, tiene inicialmente éxito, sin embargo la enorme cantidad de jinetes, sumado a su  inexperiencia en el combate y al polvo de la refriega, hizo que por unos momentos perdieran coordinación y entraran en confusión. En este momento es cuando la reserva de 6 cohortes estacionadas allí, escondidas, salió al encuentro de los jinetes pompeyanos. Con órdenes de usar su pila como lanzas, aparecieron de la nada para sorpresa de los jinetes, y les apuntaron con ellas directamente al rostro. Nada más horroroso para un refinado jinete romano de la clase ecuestre que ver la masacre de sus compañeros y la posibilidad cierta de que le ensarten un lanzazo en pleno rostro. El pánico es general y la caballería de Labieno huye ante los ojos atónitos de Pompeyo.

A continuación, el flanco expuesto de Pompeyo fue atacado por la misma infantería que había hecho retroceder a los jinetes. Inmediatamente César ordenó el ataque completo de la tercera línea de sus amados legionarios. La batalla fue pareja hasta que la presión frontal y, sobre todo, sobre el flanco del ejército de Pompeyo hizo que de a poco retrocedieran y por fin las líneas se derrumbaran, con la consecuente entrada en pánico y huida.

Victoria total. Según César, 15.000 legionarios pompeyanos murieron y 24.000 fueron capturados, para luego ser perdonados y admitidos en sus filas. Comparemos esta actitud con la de Labieno, cuando ejecutó a los legionarios capturados en Dirraquio. Eso sí, cualquier extranjero capturado auxiliando al enemigo fue ejecutado. Bruto mismo fue perdonado por César.  Domicio Enobarbo murió en la batalla. Se dice que César perdió apenas 200 hombres y 30 centuriones, entre ellos a Crastino, a quien César condecoró y brindó un gran funeral.

Fases de la Batalla de Farsalia

Fases de la Batalla de Farsalia (Wikipedia)

Pompeyo se retiró al ver que las tropas de César  se acercaban y decidió marcharse con ropa de paisano, junto con su familia y allegados, hacia Egipto donde creyó que tendría aliados, pero sin embargo le traicionarían por orden de Tolomeo XIII, hermano de Cleopatra VII, con quien disputaba ferozmente el reino de Egipto.

En Egipto le recibieron dos ex oficiales suyos que estaban apostados allí y le mataron frente a su familia. El eunuco Potino manipulaba al débil y joven Tolomeo XIII, quien apenas era un niño, por lo que actuaba como regente. Él fue quien organizó el asesinato para ganarse así el favor de César. La cabeza de Pompeyo  la guardarían para mostrársela a César… de esta forma indigna murió Pompeyo el grande.

Cleopatra

Luego de la victoria, César  emprendió la persecución de Pompeyo. En el camino aprovechó para cruzar a Asia Menor, conocer la mítica Troya y de paso recaudar impuestos atrasados para financiar su ejército. Allí le llegaron noticias de que Pompeyo se dirigía a Alejandría y hacia allí fue él con 4000 hombres.

Alejandría era una ciudad pujante de alrededor de medio millón de personas, algo así como la mitad de la Roma de la época. Contaba ya con su famoso faro, así como con su inigualable biblioteca, y mantenía aún una fuerte influencia griega por sus orígenes alejandrinos.

Al llegar a Alejandría y ver que le presentaban la cabeza de Pompeyo, César  se puso muy triste. En el fondo admiraba a Pompeyo y lo consideraba un gran adversario, por lo que le rindió un gran funeral y mandó enterrar su cabeza en un templo en Roma.

Desembarcaría con esas pocas tropas en Egipto y, de entrada, notó una actitud hostil en la gente, pues encima Egipto estaba en el medio de una guerra civil entre los dos hermanos que se disputaban el poder.

Cleopatra es llevada ante César

Cleopatra es llevada ante César (Wikipedia)

César  pasaría 3 meses en Egipto. Allí, el eunuco Potino había alejado a Cleopatra, ya que no quería que se inmiscuyera en todo este asunto con César. Tolomeo XIII había echado finalmente a su hermana y se había hecho cargo de Egipto. El padre del rey tenía una deuda con César de antaño, por lo que César aprovechó para reclamar parte de lo adeudado, perdonándole el resto. Potino le dice que le enviarían el dinero en cuanto pudieran, y que se podía marchar cuando quisiera. Pero, mientras tanto, le ordena a Aquilas, jefe del ejército egipcio, que se vaya preparando y junte 20.000 hombres para atacar a los romanos. Al rato, César estaba encerrado en el palacio real junto a sus pocos hombres, rodeado por el ejército de Aquilas. Definitivamente, Egipto no deseaba ser provincia romana.

El primer ataque fue rechazado, pero durante la batalla parte de la biblioteca se prendió fuego. De todas formas César logró enviar mensajes de ayuda al exterior.

César, sospechando que todo era tramado por dentro por Potino (Tolomeo XIII y él estaban dentro con César) tramó encontrarse con Cleopatra en secreto. Ella fue llevada al palacio en un bergantín y envuelta en una alfombra, o, según dicen otros, en una simple bolsa de limpieza, para encontrarse con el general romano. Inmediatamente lo cautivó. Se dice que no tenía una belleza descomunal, sino que sus modos, tratos, voz y personalidad eran cautivantes, exóticos y misteriosos… ésas eran sus armas.

César, cautivado, ordenó que Cleopatra y Tolomeo XIII Auletes reinasen juntos. Sin embargo esto no le gustó al eunuco Potino, que tramó un asesinato contra César. Pero fallaría, ya que, prevenido de tal acción, César tomó la iniciativa y dio muerte a Potino. Arsinoe, hermana de Cleopatra y Tolomeo, huye y se une con Aquilas, pero se nombra reina de Egipto y asesina a Aquilas con la ayuda del eunuco Ganímedes.

César, falto de provisiones, se enfrentaba en desigualdad de condiciones, rodeado de enemigos, en una lucha callejera, aunque al menos tenía al mismísimo Tolomeo como rehén. Finalmente llegan refuerzos por mar y mediante unas batallas navales logra llegar a la isla del gran Faro, donde luchó encarnizadamente por cruzar el puente que lo unía con tierra, pero falla y pierde 800 hombres en la acción. César se quitó su uniforme y nadó hasta llegar a la orilla.

El sitio continuaba, pero poco después le llegó a César el pedido de liberación de su monarca, aún dentro de las paredes del palacio: resulta que los egipcios se hartaron de Arsinoe. César aceptó, pero primero debían terminar el sitio y prometer lealtad a Roma.

Una vez que Tolomeo estuvo fuera del palacio, volvió a incitar el ataque a los romanos, pero ya a estas alturas estaban llegando refuerzos aliados de las provincias romanas. A modo de anécdota, entre éstas había unos 3000 judíos liderados por Antípatro, padre de Herodes el Grande. Tolomeo enfrentó esta coalición de aliados de César, pero fue derrotado, falleciendo después de la batalla. Arsinoe sería su prisionera y César la exhibiría en el triunfo, para luego exiliarla.

Cleopatra quedó finalmente como reina de Egipto, lo que le garantizaba orden en el principal proveedor de granos de Roma. Así es, si bien César quedó cautivado por ella no perdió de vista ningún detalle y no se dejó manipular. Tuvo un hijo con Cleopatra, al que llamaron Cesarión. Mucho se debate si Cesarión era efectivamente hijo de César; se cree que no es así, ya que César nombraría heredero a su sobrino Octavio. De todas formas, Octavio dará muerte al vástago en el futuro.

Relámpago en Asia

En Junio del año 47, mientras disfrutaba de un romántico paseo por el Nilo con Cleopatra le llegaron noticias que Fárnaces II, hijo del gran Mitridates VI, quien había sido reducido a un pequeño reino en el Bósforo, ahora atacaba el viejo reino de su gran padre, el Ponto. Fárnaces, victorioso toma el Ponto, Bitinia y Capadocia y se encaminó a Armenia Menor convenciendo a los reyes para que se levantaran contra Roma. En la refriega venció a Domicio Calvino, lugarteniente de César en la región, y tuvo un comportamiento muy cruel con los romanos capturados, por lo que César  marchó a enfrentarle con algunas legiones, venciéndole en una durísima batalla en Zela. Por falta de tiempo no entraremos en detalle.

La celeridad de su campaña fue famosa. Escribió una carta a Roma donde dijo su célebre frase: Veni, Vidi, Vici o “Vine, vi y vencí”. La campaña contra Farnaces duró 6 semanas desde que zarpó de Alejandría. Fárnaces huyó en la batalla de Zela, pero luego fue asesinado por rivales propios de su reino.

En Septiembre volvió a Roma, donde continuó haciendo las paces con cualquier senador o pompeyano que desease su perdón. Así, Bruto y Cicerón fueron perdonados. A la vez arregló que él y Lépido fueran elegidos cónsules del año entrante (46) y devolvió favores a quienes les ayudaron en su momento. Las legiones, incluyendo la IX y la X, se le vuelven a sublevar: comenzaron a hacer destrozos y pidieron cobrar los premios y ser pasadas a retiro. César se reunió con ellos y les trató de “ciudadanos” en vez de “camaradas”. Este trato les dolió. A continuación les prometió cumplir con lo adeudado y les dispensaba. Los legionarios le pidieron perdón y ser aceptados de nuevo en sus filas. César  se hacía el duro y decía que conseguiría otros hombres que apreciarían más su gratitud. Desesperados, le pidieron que los aceptara de nuevo, cosa que hizo: siempre fue su plan de entrada. Los soldados se alegraron de ser nuevamente aceptados, mientras que César los necesitaba para la campaña en África contra los pompeyanos

Terminamos aquí esta entrega, con la guerra civil en su apogeo. César había asestado un duro golpe a los defensores del viejo orden. Hasta la próxima.


Sobre el autor:

chapu77 ( )

entusiasta de la Historia y la astronomía pero decidió trabajar de ingeniero informático.
 

{ 3 } Comentarios

  1. Gravatar Santiago | 14/02/2012 at 09:12 | Permalink

    Esta espectacular esta serie de artículos. La historia romana es uno de mis puntos flojos y es genial poder aprenderla de una forma tan amena.

  2. Gravatar Macluskey | 14/02/2012 at 10:47 | Permalink

    Desde luego, es espectacular cómo nos chapu77 nos está culturizando con estos maravillosos artículos sobre la época más interesante del Imperio Romano…

    Enhorabuena, Manuel

  3. Gravatar chapu77 | 15/02/2012 at 01:42 | Permalink

    Me alegro sea de su agrado… saludos a ambos!

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