Mi querido, estimado y por siempre loado lector, en los últimos artículos de esta pretenciosa serie vimos cómo eran las monedas de Francia, y hablamos de la Unión Monetaria Latina, para descansar. Hoy, viajamos al que quizás sea —pero sin el «quizás»— uno de los países europeos que están saliendo peor parados de la crisis económica desde el año 2008. Hablemos, pues, de la República Helénica[1] o, en román paladino, Grecia.[2][3]
El país
Tras Chipre y España, Grecia es el tercer país que visitamos dentro de la Europa más meridional, y no será el último. Grecia, cuya capital es la ciudad de Atenas,[4] comprende la península del Peloponeso y el sur de la península balcánica, compartiendo fronteras con Albania, al noroeste; Macedonia y Bulgaria, al norte, y Turquía, al nordeste. Se abre, además, al mar Jónico al oeste y al mar Egeo al este. Y es en el Egeo donde se encuentra la mayoría de las numerosísimas islas griegas: 9 000, ni más ni menos. La mayor de ellas es la isla de Creta,[5] que marca el límite sur del mar Egeo, y destacan también los archipiélagos de las Jónicas,[6] en el mar Jónico, y el Dodecaneso[7] y las Cícladas,[8] en el mar Egeo. Además, su costa es tremendamente irregular, hasta tal punto que Grecia es el undécimo país del mundo con más kilómetros de costa, por delante del Reino Unido y justo por detrás de China —que, dicho sea de paso, es setenta veces más extensa—.
La República Helénica tiene como forma de Estado la república parlamentaria, desde la abolición de la monarquía en referéndum en el año 1974, con el que finalizaba el reinado de Constantino II de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg —hermano de la reina de España, Sofía de Grecia—. Así, el puesto de jefe de Estado está desempeñado por un presidente —desde 2005, Károlos Papoúlias (Κάρολος Παπούλιας)—, y el jefe de Gobierno es el primer ministro —desde 2011, Loukás D. Papadímos (Λουκάς Δ. Παπαδήμος), que sustituyó el 11 de noviembre a G. A. Papandréou—. Por otra parte, si nos fijamos en la organización territorial del país, veremos que está dividido en 13 periferias,[9] que están agrupadas, desde el 1 de enero de 2011, en siete administraciones descentralizadas:[10] Ática; Macedonia-Tracia; Épiro-Macedonia Occidental; Tesalia-Grecia Central; Peloponeso, Grecia Occidental y Jónico; Egeo, y Creta.[11] También pertenece a Grecia, en la costa del Egeo, la región autónoma autogobernada del Monte Athos,[12] conformada únicamente por 20 monasterios y bajo jurisdicción directa del Patriarca Ecuménico de Constantinopla —algo parecido al «papa», pero de los cristianos ortodoxos griegos—, en la cual está vedada la entrada a mujeres a pesar de una resolución del Parlamento Europeo de 2003 en la que se pedía la supresión de dicha prohibición.
Grecia entró en la Unión Europea en la segunda ampliación de esta: la de 1981, en la que se pasaba de la CE-9 —la Comunidad Europea de los Nueve— a la CE-10 —la Comunidad Europea de los Diez—. Tan sólo Grecia entró ese año, como puedes ver; hasta la fecha, ha sido la única ampliación consistente en un solo país.
Antes del euro: la dracma griega
Breve contexto histórico
Antes de la introducción del euro en 2002, la moneda presente en los monederos de griegos y griegas fue la dracma,[13][14] con símbolo «₯». Esta moneda tomaba su nombre de otra utilizada durante la Grecia antigua; de hecho, una de las monedas más conocidas de la Antigüedad es la tetradracma ateniense, una moneda de 4 dracmas con la cabeza de Atenea en el anverso y una lechuza en el reverso, de la que hablaré en detalle más adelante —pues tiene que ver, y mucho, con los actuales euros helenos—.
Pero no nos vayamos por las ramas. El dracma moderno tiene su origen en 1832, año en que al Reino de Grecia le era reconocida la independencia del Imperio Otomano. Sustituía, con razón 1:1, al fénix,[15] una efímera unidad monetaria utilizada durante la Revolución Griega. Aquella primera dracma, que estaba dividida en 100 leptá,[16] retomaba, aproximadamente, el estándar de la Antigüedad: las monedas de una dracma eran de 4,5 g de plata, mientras que las dracmas antiguas eran 4,3 g de plata. En el año 1868, Grecia se adhiere a la Unión Monetaria Latina, de la que hablé justo en el artículo anterior, y la dracma se mantuvo, durante décadas, en un período de estabilidad sin precedentes.
¿Hasta cuándo? Pues, como tal vez se te haya pasado ya por la cabeza, hasta la Primera Guerra Mundial y, con ella, la desaparición del patrón oro. Después de la finalización de la guerra, el gobierno heleno declaró la convertibilidad de la dracma a libras esterlinas británicas, pero el período de estabilidad de la moneda se había cerrado ya. Tras la hiperinflación provocada por las ocupaciones italiana y alemana durante la Segunda Guerra Mundial, la dracma vieja fue sustituida por otra.
Entra, así, a la circulación la segunda dracma, en el año 1944, cambiándose a la razón de una dracma nueva por cada cincuenta mil millones de dracmas viejas. No obstante, la confianza del público en la dracma estaba ya muy dañada, por lo que la gente prefería utilizar moneda extranjera y, sobre todo, oro, para sus pagos cotidianos. Además, la segunda dracma siguió inflándose hasta que, en 1954, Grecia se adhiere a los acuerdos de Bretton Woods y se introduce una tercera dracma, con equivalencia 1:1 000 con la segunda y una paridad con el dólar estadounidense de $ 1 = 30 ₯. La inflación no se detuvo en este punto, no obstante, y en el momento de la introducción del euro, el 1 de enero de 2002, la tasa entre la dracma y el dólar era, aproximadamente, de $ 1 = 400 ₯.
La transición al euro
Suspendo, por un momento, mi pijotera previsibilidad intercalando aquí esta breve sección, que no aparece en el resto de artículos de la serie. Tan inusual acontecimiento se debe a que Grecia entró en el euro «por los pelos», por decirlo de alguna manera, y esto va a repercutir en cierto modo en las monedas de euro griegas. Me explico.
Dije en el primer artículo de la serie que, a pesar de que los ciudadanos de la Eurozona primitiva comenzamos a usar el euro en 2002, éste era ya la moneda oficial de los países de la zona euro desde el 1 de enero de 1999. Pues bien, esto es cierto para todos los países que comenzaron con el euro en 2002… excepto Grecia. Porque Grecia, en 1999, aún no cumplía con los requisitos que imponía la Unión Europea para entrar a formar parte del euro. Después de que el entonces primer ministro, Kóstas Simítis (Κώστας Σημίτης), tomara las medidas necesarias para reenderezar la economía griega, el país adoptó el euro oficialmente el 1 de enero de 2001, aunque, como en el resto de países, no comenzó a circular en la calle hasta 2002. Las consecuencias de este retraso las veremos más adelante, pero antes echemos un vistazo a…
Las monedas del dracma griego
En efecto, improbable lector, como es tradicional, veamos una tabla con las últimas monedas que vieron los helenos antes de entrar a formar parte de ese gran proyecto que es la moneda única. Las imágenes —obtenidas, por cierto, de Wikipedia— son atroces, pero es lo que he podido encontrar.
Denominación |
Reverso |
Anverso |
Imagen |
1 ₯ |
Corbeta y valor facial |
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2 ₯ |
Cañón, ancla, timón y valor facial |
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5 ₯ |
Valor facial |
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10 ₯ |
Átomo y valor facial |
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20 ₯ |
Rama de olivo y valor facial |
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50 ₯ |
Trirreme ateniense y valor facial |
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100 ₯ |
Estrella argéada y valor facial |
Puedes apreciar que todas las monedas llevan, en su anverso, a algún personaje célebre griego, bien de la Antigüedad —como Alejandro Magno, Aristóteles, Demócrito u Homero— bien de la Grecia moderna —como Boumpoulína, Mavrogénous y Solomós—. Aunque en las modernas monedas de euro sí veremos personajes célebres, no se trata de ninguno de ellos. En los reversos, quisiera destacar la corbeta de la moneda de una dracma y el trirreme de la de 50 ₯, pues los veremos de nuevo en breve.
Los euros griegos
Foto al canto: observa con fruición la imagen de la serie de monedas de euro griegas.
Cada valor porta un diseño diferente, como vimos también en las monedas austríacas y eslovenas. E, igual que en las monedas de Austria, estos diseños están agrupados en tres series: barcos en las monedas cobrizas y personajes célebres griegos en las de 10, 20 y 50 euro cent, mientras que las monedas de 1 y 2 € nos transportan hasta la Grecia clásica. Y todos los diseños, que veremos en detalle a continuación, han sido diseñados por una persona de quien ya hablamos en su momento: Geórgios Stamatópoulos (Γεώργιος Σταματόπουλος), a quien tal vez recuerdes por haber diseñado la moneda conmemorativa de la emisión conjunta «10 años de euro».
En detalle
0,01 €: El trirreme ateniense
En la moneda de un céntimo se exhibe un motivo rescatado de la antigua moneda de 50 ₯ —si bien con un diseño diferente—: un trirreme griego del siglo IV a. C. El trirreme, inventado en el siglo VII a. C., fue uno de los buques de guerra más célebres durante la Grecia clásica, y contaba con una sola vela y tres bancos de remeros —de ahí su nombre—. Según Jenofonte de Atenas, un trirreme podía alcanzar, empleando a la vez las velas y la fuerza humana, una velocidad de diez nudos, es decir, casi 20 km/h. Los trirremes eran ligeros y pequeños, lo que les confería una capacidad de maniobra sin igual, y su utilidad quedó demostrada con creces durante la Segunda Guerra Médica: fue en la batalla de Salamina, en el año 480 a. C., en la que los trirremes se estrenaron como barcos de guerra.
No obstante, no todo iban a ser ventajas: su construcción era muy costosa, y los remeros debían recibir una gran formación para que tres pisos de remeros pudiesen mantener la misma cadencia. De todos modos, observando el balance de la batalla de Salamina, está claro que todo ese coste merecía la pena: alrededor de 400 barcos griegos se enfrentaron en esta batalla contra más de 1 000 navíos persas —más los aportados por sus aliados: Egipto, Jonia, etc.—… y ganaron los griegos, aun encontrándose en clara inferioridad numérica.
0,02 €: La corbeta
Continuando con la serie de barcos, en la moneda de 2 euro cent aparece una corbeta de inicios del siglo XIX, similar a las que se emplearon durante la Revolución Griega (1821-1827). Su diseño es muy similar —idéntico, diría yo— al de la antigua moneda de 1 ₯.
La corbeta nació como un barco de guerra pequeño y manejable, de menor tamaño y peso que la fragata: mientras que una fragata tiene un peso de más de 2 000 toneladas, la corbeta pesa entre quinientas y 2 000. Para principios del siglo XIX, en que se sitúa la Revolución Griega, una corbeta promedio tenía una eslora de unos 100 pies o 30 m, y raramente tenía más de veinte cañones —diez por banda, como el velero bergantín de Espronceda—.
0,05 €: El petrolero
Para terminar con la evolución histórica de los barcos, llegamos al siglo XX y, con él, a su símbolo energético: el petróleo. En efecto, en la moneda de 5 céntimos de euro podemos ver un petrolero, del que poco puedo decir, pues no es ninguno en concreto sino un petrolero genérico.
Poco que decir pero, ya que has sacado el tema de los petroleros, hablemos un poco de su característica que más llama la atención: su tamaño. Los petroleros son, por norma general, barcos de grandes proporciones; para que te hagas una idea, aunque hoy el barco más grande del mundo es un portacontenedores —el Emma Mærsk—, todos los barcos que han disfrutado de dicho honor entre 1972 y 2010 han sido petroleros, empezando por el Globtik Tokyo, de 378,88 m de longitud, botado en 1972 y desguazado en 1986, y terminando por el inmenso Seawise Giant —renombrado como Knock Nevis—, el barco más grande jamás construido, botado en 1979 y desguazado en 2010. A efectos comparativos, los 458,45 m del Seawise Giant lo hacían más largo que la Torre Sears[17] puesta en horizontal, que con sus 442 m de altura —sin incluir la antena— era el edificio más alto del mundo cuando el petrolero se botó. Estas dimensiones hacen que me entre la risa al observar el tamaño del granelero más largo del mundo —el Vale Brasil, 2011, 362 m—, el buque de pasajeros más largo del mundo —el Allure of the Seas, 2008, 360 m— o el portaaviones más largo del mundo —el USS Enterprise, 1961, 342 m—.
0,10 €: Rígas Feraíos
Rígas Velestinlís-Feraíos (1757-1798), en griego Ρήγας Βελεστινλής-Φεραίος, comienza la serie de personajes célebres helenos de las monedas doradas de céntimos. Rígas Feraíos fue un escritor y revolucionario griego, y su nombre —Velestinlís-Feraíos— proviene de su ciudad de origen: Velestíno, en el antiguo municipio de Ferés, que forma hoy parte del municipio de Rígas Feraíos (Tesalia), nombrado en honor al poeta.
Hoy considerado en Grecia héroe nacional, Feraíos vivió en la época en la que Grecia estaba aún subordinada a una de las naciones más extensas y longevas que ha visto Europa: el Imperio Otomano. Época que, por fortuna para los griegos y desgracia otomana, coincide con el apogeo de la Ilustración. Con los precedentes de las Revoluciones americana (1775) y francesa (1789), vientos de cambio empezaban a cernirse sobre Occidente, y los grandes imperios empezaron a sentir escalofríos por lo que podría llegar a acontecer. El pueblo griego no iba a ser menos, y sería Feraíos uno de los que más fervorosamente abogaría por el resurgimiento de una nación griega.
Nacido en el seno de una familia pudiente, acabaron llegando a oídos de Feraíos las noticias de las revoluciones que se estaban produciendo por todo el Viejo Continente, en especial la Revolución Francesa, y empezó a soñar con el cambio. Buscando una mayor independencia para los cristianos que se encontraban bajo el poder otomano, empezó a buscar apoyos entre la jerarquía eclesiástica ortodoxa, y sus aspiraciones se vieron avivadas cuando fue nombrado dragomán en el consulado francés de Bucarest. Quién sabe cuántas jugosas noticias llegadas de Francia tendría ocasión de traducir en este puesto, y quién sabe qué libertarias ideas le acudirían al seso… su versión en griego del himno revolucionario francés, La Marseillaise, da muestra de que la influencia de Francia en su pensamiento fue importante.
Con el tiempo, la idea fue creciendo: Feraíos editó el primer periódico en griego, Efimerís —«Εφημερίς»—, y dibujó un mapa de lo que, eventualmente, podía llegar a ser la Gran Grecia, que se extendía hasta el sur de Bulgaria y las costas turcas de los mares Egeo y Negro. Se encargó, además, de traducir, imprimir y distribuir folletines revolucionarios franceses, como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Lentamente, con parsimonia, fue sembrando una semilla que acabaría derivando, en la primera mitad del siguiente siglo, en la Revolución Griega.
Murió, cómo no, a manos de la jerarquía otomana, en 1798, cuando se dirigía a una entrevista con Napoleón —lo que da muestra de hasta qué punto había tenido éxito hasta el momento—. Los cómplices del gobernador otomano de Belgrado lo apresaron y torturaron, para ejecutarlo más tarde por orden del sultán Selim III y arrojarlo al río Danubio.
Asunto destacable en Rígas Feraíos, además de lo ya mencionado, es que solía escribir en una variedad de griego denominada griego demótico, que era la variante «popular» de la lengua, mientras que lo normal en el ámbito escrito era emplear el griego cazarévusa, culto pero anticuado. El cazarévusa sería la lengua oficial de Grecia hasta 1976, año en que, sin apenas hablantes ya, fue sustituido por el demótico —si bien un demótico «reajustado», con muchas influencias del cazarévusa—.
0,20 €: Ioánnis Kapodístrias
La moneda de 20 céntimos de euro, siguiendo con la serie de personajes célebres griegos, está protagonizada por el conde Ioánnis Antónios Kapodístrias, en griego Ιωάννης Αντώνιος Καποδίστριας, a veces llamado en español Juan Antonio Capo d’Istria.
Ioánnis Kapodístrias nació en el seno de una familia noble: uno de sus ancestros había sido nombrado conde de Capodistria —hoy Koper, en Eslovenia— por el duque de Saboya, y Ioánnis había heredado el título. Nacido el 11 de febrero de 1776 en la isla de Corfú —entonces perteneciente a la República de Venecia—, hizo estudios de medicina, aunque, según parece, lo que se le daba bien era la política. En 1801, cuando las islas Jónicas se independizan para formar la República Septinsular,[18] Kapodístrias entra a formar parte del gobierno del nuevo país. No lo debió de hacer del todo mal, pues los rusos, siete años después, se apresuran a «ficharlo» para la diplomacia zarista, y en 1813 es nombrado embajador ruso en Suiza. Tres años después, el zar Alejandro I de Rusia lo nombra ministro de Asuntos Exteriores adjunto.
No obstante, en el año 1821 comienza la Revolución Griega. El conde Ioánnis, que había fracasado en su intento de que el zar apoyase la revolución, se ve obligado a dimitir como ministro y exiliarse en Ginebra. Desde allí haría lo posible para ayudar a sus compatriotas a liberar el país del régimen otomano. Esta postura, y el buen nombre que se había labrado como político en toda Europa, hacen que, cuando Grecia consigue, por fin, su independencia, Kapodístrias sea elegido gobernador —jefe de Estado—. Desembarca en territorio heleno en 1828, estableciendo la capital en Egina, aunque ésta sería trasladada a Nauplia el año siguiente, y a Atenas en 1834.
Pronto se daría cuenta de que quienes le habían elegido gobernador de Grecia le habían hecho un flaco favor. El país estaba arruinado tras la guerra. A pesar de su programa de modernización, y sus intentos de recuperar la paz en Grecia, serán estos intentos los que acaben con su vida: Kapodístrias encarcela, en 1831, a Pétros Mavromichális,[19] el bey de la península de Mani, una de las regiones más conflictivas de Grecia. La familia Mavromichális se lo tomó bastante mal, y el 9 de octubre de 1831 Ioánnis Kapodístrias era asesinado en Nauplia —a la sazón la capital de Grecia— por el hermano y el hijo de Pétros, Konstantínos y Geórgios Mavromichális.
Tras la muerte de Ioánnis, la jefatura del Estado fue asumida brevemente por su hermano pequeño, Avgoustínos Kapodístrias,[20] dando comienzo a un período de anarquía que se cerraría en 1832 con el nombramiento de Otón de Wittelsbach, príncipe de Baviera, como rey de Grecia, bajo el nombre de Otón I.
0,50 €: Elefthérios Venizélos
Finalizando con la serie de personajes ilustres helenos, se nos muestra en la moneda de medio euro a Elefthérios Kyriákou Venizélos, en griego Ελευθέριος Κυριάκου Βενιζέλος, uno de los más prominentes políticos de la nación helena, varias veces Primer Ministro de Grecia entre 1910 y 1933.
Elefthérios Venizélos, nacido en Creta en 1864, estudió Derecho en la Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas.[21] De vuelta a su tierra natal, participó activamente en el levantamiento de 1896 contra los otomanos —recuerda que, aunque Grecia era independiente desde 1832, Creta seguía bajo soberanía otomana—, levantamiento que derivó en el reconocimiento de la República de Creta. A partir de este punto, Venizélos sería uno de los principales impulsores de la unificación de Creta con Grecia, iniciativa conocida como «Énosis» —Ένωσις, en griego— que se haría realidad en 1913.
Su carrera política evolucionó a pasos agigantados: en 1905 se había convertido en primer ministro de Creta y, en 1910, de Grecia. Allí, pronto comenzaron los roces con el jefe de Estado, el rey Constantino I de Grecia: durante la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, Venizélos insistía en aportar ayuda militar a la Triple Entente, conformada por Francia, el Reino Unido y Rusia, mientras que el rey era favorable a la Triple Alianza —Alemania, Austria-Hungría e Italia—. Estas diferencias entre ambos mandatarios llevarían a Venizélos a dimitir en 1915 y, aunque fue reelegido dos meses después, la relación entre ellos nunca se recuperó. Constantino I lo expulsó del gobierno de nuevo, cuando Elefthérios permitió la entrada de la Triple Entente en la ciudad de Salónica.
En 1924 se instaura en Grecia la Segunda República Helénica, y Elefthérios Venizélos regresa al gobierno entre 1928 y 1932. Tras su derrota, no obstante, comienzan a acumular poder los monárquicos, y Venizélos apoya un golpe de estado en 1935 para evitar el regreso de la monarquía a Grecia. Tras el fracaso del golpe y el regreso del rey Jorge II, Venizélos fue obligado a exiliarse. Moriría en París en 1936.
Si por algo se destacó Venizélos, además de por importar el liberalismo francés a Grecia, fue por su elocuencia y su capacidad para movilizar a las masas con la palabra. Incluso Constantino I, a pesar de sus malas relaciones con el político, llegó a afirmar:
Confieso que, cuando está conmigo, sus argumentos son tan convincentes que, rápidamente, comienzo a pensar que son los míos propios.
1,00 €: La tetradracma
Tras cerrar el capítulo de las personalidades célebres de Grecia, abrimos, en las monedas bimetálicas, el de la Grecia clásica. Y no se pueden juntar los términos «moneda» y «Grecia clásica» sin hablar de la que tal vez fue la primera moneda verdaderamente internacional de la Historia: la tetradracma ateniense.
En el anverso —que no aparece en la actual moneda de 1 €— de esta moneda del siglo V a. C. aparecía la cabeza de Palas Atenea, diosa griega de la guerra, la sabiduría y la justicia, entre otros atributos, y cuyo relevo en la mitología romana sería Minerva. Pero lo que debe llamar nuestra atención —y lo que sí aparece en la moderna moneda de un euro— es el reverso: una lechuza. La lechuza representaba, para los griegos, la sabiduría, y además era el símbolo de Atenas y de Atenea. También podemos ver, en la esquina superior izquierda, una ramita de olivo, el árbol consagrado a Atenea: en el mito de la fundación de Atenas, se decía que Atenea y Poseidón compitieron por el patronazgo de la región del Ática —donde se encuentra Atenas—; Poseidón regaló a los atenienses una fuente y Atenea un olivo, y los ciudadanos se decantaron por éste último, con lo que Atenea se convirtió en protectora de Atenas. Por último, aunque no se aprecia muy bien, a la derecha —donde ahora dice «1 ΕΥΡΩ»— se encontraba la inscripción «ΑΘΕ», abreviatura de «ΑΘΕΝΑΙΟΝ», que significaba «De los atenienses».
Debido al poderío militar y naval de Atenas durante el final de la época arcaica y toda la época clásica, las «lechuzas», como se conocía a las tetradracmas, circularon por todo el Mediterráneo, y su uso no decayó hasta que Alejandro III de Macedonia —más conocido por todos como Alejandro Magno— introdujo su propia tetradracma, que acabó sustituyéndola.
2,00 €: El rapto de Europa
Como culmen de la colección de monedas griegas de euro, y también guardando relación con la antigua Grecia, no había un motivo que relacionase más a Grecia con el continente europeo que el mito del rapto de Europa.
Europa era, según la mitología griega, hija de Agénor y Telefasa, reyes fenicios de Tiro. Mujer de belleza sin igual, Europa rechazaba a todos sus pretendientes, lo cual era bastante común entre las mujeres de belleza sin igual de la mitología griega. Pero hete aquí que Zeus, el Rey de los Dioses, se enamora perdidamente de ella, e intenta diseñar alguna treta para evitar que Europa lo rechace igual que a todos los demás.[22] Así, no se le ocurre otra cosa que disfrazarse de toro, blanco como la nieve, y colarse en el rebaño de Agénor. Europa, cuando lo ve, queda prendada de su belleza, y, aunque temerosa al principio, acabó cogiendo confianza y sentándose en el lomo del toro, o sea, de Zeus. Éste, que había estado esperando el momento, echó a correr y se lanzó por un acantilado, antes de atravesar el Mediterráneo a nado hasta la isla de Creta, con la aterrada Europa montada sobre él.
Una vez en Creta, Zeus se transformó, revelando su verdadera identidad, y la violó bajo un platanero. Más tarde, el Rey de los Dioses pensó que, a lo mejor, no se había portado muy bien con la pobre muchacha, así que la casó con el rey de Creta, Asterión, que aceptó como suyos a los tres hijos que Europa tendría de Zeus.
Según la leyenda, Agénor y Telefasa recorrieron el continente junto a sus hijos —hermanos de Europa—, buscándola: «¡Europa! ¡Europa!», y los habitantes de las tierras por donde pasaban acabaron por llamar Europa al continente.
¡Ah!, por cierto, el canto de la moneda de 2 €: no es Tipo 1 ni Tipo 2, sino el texto «EΛΛHNIKH ΔHMOKPATIA ★», que significa «República Helénica».
Generalidades
Ahora que ya hemos visto lo que diferencia a las monedas griegas, vamos a centrarnos por un instante en aquello que las une. Para empezar, todas las monedas muestran las doce estrellas de la Unión, en las posiciones del reloj, además del año de emisión —es decir, que comienzan en 2002— y la firma del diseñador, las iniciales «ΓΣ» de Geórgios Stamatópoulos. También aparece en todas las monedas la marca de ceca, en este caso correspondiente a la Casa de la Moneda de Atenas, la Νομισματοκοπείο Αθηνών —«Nomismatokopeío Athinón»—: una hoja de acanto estilizada. Por cierto: en las monedas de 1 y 2 € el año aparece «a la española»: con una estrella en medio dividiéndolo en dos —por ejemplo, «20★02»—.
Otro detalle común que puede llamarnos la atención, y que ya vimos en Austria, es que el valor de la moneda se repite en el anverso. No obstante, si los austríacos habían merecido un tirón de orejas por ello, en el caso de Grecia esto está totalmente justificado; recordemos cuál es la norma al respecto —énfasis mío—:
La cara nacional no deberá repetir ninguna indicación de la denominación de la moneda, o de partes de la misma, ni el nombre de la moneda única o su unidad fraccionaria, a menos que dicha indicación se derive del empleo de un alfabeto diferente.
Resulta que los griegos emplean su propio alfabeto; por lo tanto, sí es correcto que aparezca en la cara nacional el valor facial de la moneda, con el texto «ΕΥΡΩ» —«evró»— para las monedas de 1 y 2 euros y «ΛΕΠΤΑ» —«leptá», o bien «ΛΕΠΤΟ», «leptó», en singular— para las monedas de céntimos. Llama la atención que, para denominar al euro cent, han rescatado el nombre tradicional de la moneda divisoria de la antigua dracma, el leptó.
«Pero oye, Saúl, un momento», podría pensar alguien que siga leyendo este peñazo. «Al empezar el artículo decías que Grecia no entró al euro en 1999, sino en 2001, y que eso sería importante. ¿Y bien?»
Pues bien, ahora viene. Como Grecia adoptó el euro en 2001, se vieron con la papeleta de tener que producir, de la noche a la mañana, un montón de monedas en un año, mientras que el resto de países de la Eurozona habían tenido tres años. Claro, no daban abasto, así que tuvieron que encargar a otros países que les ayudasen. En concreto, la Monnaie de Paris, en Francia, les ayudó con las monedas de 1, 2, 5, 10 y 50 céntimos; la Rahapaja Oy, en Finlandia, fabricó monedas de 1 y 2 €, y la Real Casa de la Moneda – Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, en España, echó una mano con las monedas de 20 céntimos de euro. A partir de 2003, se reanudó el ritmo normal y la Casa de la Moneda de Atenas se hizo cargo de la producción.
Por lo tanto, si nos encontramos con una moneda de Grecia fechada en 2002, podría entrarnos la duda de si es de las que se fabricaron en Grecia o en alguno de los otros tres países. Bien, no hay más que fijarse en las estrellas. Las monedas fabricadas por Finlandia llevan una «S» en la estrella de las 6 en punto —por «Suomi», «Finlandia» en finés—; las fabricadas por Francia, una «F» en la estrella de las 8 en punto —50 y 10 céntimos—, 2 en punto —5 y 2 céntimos— o 10 en punto —un céntimo—. Por último, las monedas fabricadas por España llevan una «E» grabada en la estrella de las 8 en punto.
Sin embargo, sí se echa en falta algo que es obligatorio: el identificador de país. En efecto: en ningún sitio dice que estas monedas sean griegas, por lo que se espera que, algún día, Grecia deberá cambiar su diseño para añadir el nombre del país o, como mínimo, una abreviatura.
Las monedas conmemorativas
Monedas conmemorativas de dos euros
El catálogo de monedas conmemorativas de dos euros griegas es más bien escasillo: dos monedas han sido acuñadas por la Casa de la Moneda de Atenas, una en 2004 y otra en 2010, además de las dos emisiones conjuntas de 2007 y 2009.
La moneda de 2004 fue emitida para celebrar los XXVIII Juegos Olímpicos, celebrados en Atenas. Era la primera vez que los Juegos Olímpicos se celebraban en Grecia desde los I Juegos Olímpicos de 1896, y también la primera vez que participaban todos los países del mundo desde Atlanta 1996. Con seis oros, seis platas y cuatro bronces, Grecia quedó en decimoquinta posición, justo por detrás de Rumanía, quedando en primera posición los Estados Unidos.
En cuanto a la moneda de 2010, conmemoraba el que, seguramente, sea el aniversario más antiguo de esta serie: los 2 500 años de la batalla de Maratón. La importancia histórica de la batalla de Maratón reside en que sentenció la Primera Guerra Médica a favor de los griegos, que derrotaron a los persas. Sin embargo, lo que ha pasado a la posteridad de esta batalla fue la hazaña de Filípides de Atenas, quien según la leyenda recorrió corriendo los 42 kilómetros que separaban Maratón de Atenas para anunciar que los griegos habían vencido en Maratón. Pronunció un débil «νενικήκαμεν» —«nenikíkamen», «hemos vencido»— antes de caer muerto, por culpa del agotamiento según algunos, debido a las heridas de la batalla según otros.
Monedas de coleccionista
Igual que en Francia, me ha sido imposible encontrar información actualizada para las monedas de coleccionista griegas, así que he recurrido a mi querido catálogo Leuchtturm para las monedas hasta 2007 y a la Wikipedia en inglés para las de 2008. Más allá de 2008, no tengo ni idea.
La inmensa mayoría de monedas de coleccionista griegas se emitieron entre 2003 y 2004, todas ellas en conmemoración de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. 25 monedas fueron emitidas, con los valores faciales de 10 € de plata esterlina o de 925 milésimas —17 monedas— y 100 € de oro 999 ‰ —8 monedas—. Como excepción, se emitió una moneda de 20 € en plata esterlina y otra de 200 € en oro 999 para conmemorar los 75 años del Banco de Grecia, en 2003.
A partir de ahí, sólo se han emitido monedas de diez euros, todas ellas en plata esterlina de 925 milésimas. Se acuñó una en 2005, tres en 2006, cuatro en 2007 y otra en 2008.
Y, con esto, doy por finalizado el artículo sobre las monedas de euro de Grecia. A los pocos que hayáis llegado a estas líneas finales, os adelanto que el próximo artículo será más breve —espero—, pues todas las monedas llevan el mismo motivo. Hablaremos entonces de la República de Irlanda. Hasta entonces.
- En griego: Ελληνική Δημοκρατία, «Ellinikí Dimokratía». [↩]
- En griego: Ελλάδα, «Elláda». [↩]
- «República Helénica» es el nombre oficial de Grecia, como consta en el World Factbook de la CIA estadounidense. [↩]
- En griego: Αθήνα, «Athína». [↩]
- En griego: Κρήτη, «Kríti». [↩]
- En griego se las conoce como el Heptaneso: Επτάνησα, «Eptánisa». [↩]
- En griego: Δωδεκάνησα, «Dodekánisa». [↩]
- En griego: Κυκλάδες, «Kykládes». [↩]
- En griego: περιφέρειες, «periféreies». [↩]
- En griego: αποκεντρωμένη διοίκηση, «apokentroméni dioíkisi». [↩]
- Sus traducciones al griego son, respectivamente: Αττικής, «Attikís»; Μακεδονίας-Θράκης, «Makedonías-Thrákis»; Ηπείρου-Δυτικής Μακεδονίας, «Ipeírou-Dytikís Makedonías»; Θεσσαλίας-Στερεάς Ελλάδας, «Thessalías-Stereás Elládas»; Πελοποννήσου, Δυτικής Ελλάδας και Ιονίου, «Peloponnísou, Dytikís Elládas kai Ioníou»; Αιγαίου, «Aigaíou», y Κρήτης, «Krítis». [↩]
- En griego: Άγιον Όρος, «Ágion Óros». [↩]
- O «el dracma». De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la RAE, «dracma» es un nombre ambiguo, es decir, admite ambos géneros. Sin embargo, el Diccionario Panhispánico de Dudas recomienda su uso en femenino, más acorde con la etimología original. [↩]
- En griego: δραχμή, «drachmí», pronunciado «drajmí». [↩]
- En griego: φοίνιξ, «foínix» [↩]
- Singular: leptó («λεπτά», en singular «λεπτό»). [↩]
- Hoy, Torre Willis. [↩]
- La República Septinsular estaba formada por las islas, hoy griegas, de Corfú, Paxós, Léucade, Cefalonia, Ítaca, Zacinto y Cítera. [↩]
- En griego: Πέτρος Μαυρομιχάλης. [↩]
- En griego: Αυγουστίνος Καποδίστριας. [↩]
- Nótese el homenaje a Ioánnis Kapodístrias. [↩]
- Parece ser que Zeus no tenía muy claro el concepto de «fidelidad» en el matrimonio, lo que fue origen de no pocos disgustos para su esposa, Hera, que, para más inri, era extraordinariamente celosa. Las múltiples aventuras amorosas de Zeus y sus tretas para evitar que Hera se enterase originaron multitud de situaciones bastante tronchantes en la mitología griega. [↩]
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{ 4 } Comentarios
Muy interesante el artículo.
Aunque no tiene mucho que ver con el tema central, me gustó mucho lo de los barcos gigantes ¿Es “Knock Nevis” el artefacto mas grande fabricado por el hombre que ha flotado? O las plataformas marítimas petroleras entrarían en esta “categoría”
Por cierto, de donde sacas la información: “Grecia es el décimo país del mundo con más kilómetros de costa”.
Saludos
“… Se abre, además, al mar Jónico al este y al mar Egeo al oeste…” Me parece que tenías el mapa del revés
@Bliss: Mecachis… Siempre me lío con el este y el oeste. Arreglado
@Juan Carlos: La lista la obtuve de Wikipedia, que a su vez cita como fuente al The World Factbook de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Sin embargo, cuando he ido a mirar el World Factbook directamente, Grecia no aparece en el décimo lugar, sino en el undécimo, así que ya lo he cambiado en el artículo. En cuanto al Knock Nevis, tanto Wikipedia como la prensa que he consultado lo clasifican como el barco más grande, pero además la Wikipedia añade “el objeto autopropulsado fabricado por el hombre más grande jamás construido”. Las plataformas petrolíferas no están autopropulsadas —hasta donde yo sé—, así que no entran en esta categoría. Pero no me extrañaría que el Knock Nevis fuese más grande que algunas plataformas petrolíferas.
Interesantísimo y muy bien documentado y explicado. Acabo de conocer esta información porque me llamó la atención lo del petrolero en la moneda griega y llegué a ella. Una pequeña precisión: realmente es un mochuelo el ave de Atenea y, por tanto, la que aparece en el tetradracma. El nombre científico del mochuelo es “Athene noctua”. Casualmente, pertenezco a un Dpto. de Ing. Química.
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[...] igual que sus vecinas Austria y Eslovenia y la más lejana Grecia, tiene un diseño diferente para cada moneda, pero todas ellas tienen cosas en común, como debe [...]
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