Continúa hoy la miniserie de conciertos para piano dentro de la serie suma de la ignorancia musical, con este artículo dedicado a uno de los conciertos más conocidos, reputados e interpretados de todo el repertorio: el famosísimo Concierto número 5, “Emperador” de Ludwig van Beethoven.
Aquí no hay historieta que contar. El Emperador fue uno de los ocho o diez primeros discos que compré, treinta y tantos años atrás, y me cautivó de inmediato. A mí, y a todo el mundo que yo conozco. Se interpreta con mucha frecuencia; yo lo he oído en varias ocasiones en directo, la última este mismo año 2009, a Joaquín Achúcarro con la ONE (Orquesta Nacional de España), en una interpretación que no acabó de gustarme: se ve que el excelente pianista, con los años, ha perdido concentración, porque cometió bastantes errores y le faltó fuerza, claro que cuando tenga yo 77 años, los que él tiene ahora, ya me gustaría a mí poder programar igual que él toca, ya…
Así que vamos con unas pocas palabras sobre el concierto, antes de escuchar una excelente versión.
Primera obviedad: antes que este quinto concierto, Beethoven escribió cuatro más… (ya, ya lo sé, me he quedado calvo). En cada uno de ellos fue introduciendo cambios y novedades (Ludwig van en realidad se pasó toda su vida innovando). Y en este Quinto Concierto, escrito en 1809 y estrenado en 1811, en el culmen de su capacidad compositiva (el año anterior compuso, entre otras obras, su Quinta y su Sexta Sinfonía), decidió que prácticamente no hubiera introducción orquestal, sino que comienza con tres acordes de prácticamente todos los instrumentos de la orquesta, seguidos cada uno de ellos de una breve intervención del piano solista, o sea, tres breves cadenzas… pero ¡qué cadenzas! Muy exigentes, requieren de capacidades de virtuoso para poder lidiarlas con soltura, pues son muy difíciles. Y tras estos casi dos minutos de introducción, entra de pronto el tema principal de este movimiento. Que, segunda obviedad, es realmente majestuoso, imperial, vaya, como lo es todo el concierto en sí.
En cuanto a las introducciones de los conciertos de un instrumento y orquesta, la técnica clásica es que sea la orquesta quien se haga cargo de dicha introducción, sin intervención del instrumento solista hasta pasado un tiempo prudencial. Todos los conciertos de Mozart o de Haydn, por ejemplo, que yo haya escuchado, responden a este esquema. Los números 1, 2 y 3 de Beethoven, también siguen esta técnica. El Cuarto, no. El Cuarto arranca con una intervención del piano solista, cosa rarísima e innovadora en la época. Y el concierto de hoy, el Quinto, el Emperador (sobrenombre éste que no fue dado por el propio Beethoven, sino que fue asignado con posterioridad, y realmente, por esta vez, es muy apropiado; de hecho Beethoven, que yo sepa, nunca nombró ningún concierto ni sonata con sobrenombres, sino que fueron todos ellos asignados con posterioridad), comienza de la manera que ya he comentado, y que luego oiréis, lo que nuevamente fue una innovación más, seguida luego por multitud de autores. Recordad en esta misma serie tanto el concierto de Grieg, con su redoble de timbal cortado por la abrupta intervención del piano, o el de Camilo, con un trémolo de la cuerda en pianissimo que da paso a la entrada del piano con el tema principal.
Pero no acaba aquí la lista de innovaciones de Beethoven. Él escribió la partitura completa de las cadenzas de sus conciertos, de todos ellos, y además exigió a sus intérpretes que se ciñeran estrictamente a ellas. Ya sabéis que la costumbre en la época era dejar el hueco para la cadenza, y que el intérprete de turno improvisara en más o en menos una intervención solista. O sea, el compositor decía: “aquí, una cadenza, por favor“. Y era el intérprete quien decidía, según su habilidad y su estado de ánimo, qué tocar y cuánto de largo y de difícil. Desde Beethoven, prácticamente todo compositor que se precie escribía la cadenza completa y cercenaba la improvisación del solista. Y se escribieron cadenzas para los conciertos de piano que no las tenían ya escritas de antes, los de Mozart, por ejemplo, que casi todo el mundo usa en la actualidad.
Además, en este concierto “Emperador”, ni siquiera hay cadenzas como dios manda… hay quince o veinte fulgurantes intervenciones solistas del piano repartidas a lo largo de todo el concierto, como las tres del principio, y a cuál más exigente y difícil… pero no hay una cadenza al estilo clásico, de ésas de tres o cuatro minutos.
En este concierto el piano prácticamente no para. Para mi gusto, es casi una sonata para piano acompañada de la orquesta, que tiene un papel menos preponderante aquí que en el resto de sus conciertos (o al menos así me lo parece a mí). Y el resultado es seguramente el concierto para piano más conocido del repertorio musical, quizá compartiendo ese lugar de excepción con el no menos famoso número 1 de Tchaikowsky. Así que no voy a enrollarme mucho sobre algo tan conocido. Vamos a oírlo, pues.
Claro que…
A la hora de seleccionar una versión buena para ilustrar tan grande y conocido concierto, encontré en el youtube dos versiones excelentes. Con un pero. Un pero importante cada una de ellas, que me hicieron dudar, dudar mucho sobre cuál de las dos enlazar. Me explico:
Una de ellas es de Arturo Benedetti Michelangeli, con una orquesta que no se sabe cuál fue, porque no lo dice en parte alguna, con Carlo Maria Giulini a la dirección. Arturo Benedetti ha sido uno de los mejores pianistas del Siglo XX. Maniático y perfeccionista hasta el extremo, tocaba con una precisión admirable, y sin embargo con una enorme musicalidad. Un monstruo, con un repertorio muy estrecho para un pianista de su nivel, debido a su afán de búsqueda de la perfección absoluta, pero un monstruo, al fin. Y Carlo Maria Giulini es un magnífico director, así que la versión es, no podía ser de otro modo, muy, muy buena. Además, está razonablemente bien partida para acoplarla a las escaseces del youtube. Pero…
Ahora viene el pero: se trata de una grabación recuperada de un VHS casi destrozado, puesto una y mil veces, casi con toda seguridad en mono y en cualquier caso con un sonido deficiente que desmerece mucho.
La otra versión candidata es de otro extraordinario pianista: el canadiense Glenn Gould, experto sobre todo en Bach, pero que hace una magnífica versión de este difícil concierto, con la Orquesta Sinfónica de Toronto dirigida por otro excelente director: Karol Ancerl. Glenn Gould era al menos igual de maniático que Benedetti Michelangeli (por ejemplo, siempre usaba para tocar una sillita vieja y desvencijada a la que había serrado las patas, de tal modo que el teclado le quedaba casi a la altura de las narices, y tenía la costumbre de tararear en voz alta mientras interpretaba), y además era famoso por sus muy personales versiones de tantas y tantas obras, que interpretaba a su aire, sin respetar tempos ni indicaciones de la partitura.
Pero en esta versión, aunque en un tempo más rápido de lo habitual, es decir, la marca de la casa, Gould sí se ciñe en más o en menos a la partitura, y el resultado es una excelente versión, que además no tiene problemas técnicos: está bien grabada y tiene un sonido aceptable para tener treinta años o más la grabación.
¿…Y el pero? Pues el pero es que el buen amigo que ha subido la versión a youtube ha sido poco cuidadoso. Muy poco cuidadoso, diría yo. Un desastre, más bien. Lo ha partido mecánicamente (me imagino yo) en cuatro trozos iguales, y le ha quedado una chapuza del tamaño de una catedral gótica: el primer movimiento está repartido en dos trozos completos, y ocupa también los ¡diez primeros segundos! del tercer trozo (se dice pronto, teniendo en cuenta que el video dura 9:48 minutos, o sea, que habría cabido perfectamente el final en el segundo trozo), donde está el segundo movimiento completo y también, para acabarlo de rematar, el principio del tercer movimiento, aunque cierto es que el tercer movimiento enlaza sin solución de continuidad con el final del segundo… en fin, un asesinato en toda regla.
Así que, por fas o por nefas, no hay ninguna versión decente del todo. A regañadientes, me quedaré con la de Gould, pero os dejo los enlaces a la versión de Arturo Benedetti Michelangeli, por si esta versión os gustara más (que igual sí). Los enlaces son éstos: Primer Movimiento (1), Primer Movimiento (2), Segundo Movimiento, Tercer Movimiento(1), Tercer Movimiento(2).
Acompañadme, pues, si lo gustáis, con esa excelente versión del “Emperador”, aunque rematadamente mal cortada: Glenn Gould con la Sinfónica de Toronto dirigida por otro excelente director: Karol Ancerl. En este caso sí que es imperativo cargar previamente los cuatro videos, para minimizar en lo posible la chapuza de la partición. En fin.
Vamos con el primer movimiento: Allegro:
Empieza con un amable presentador que introduce el concierto durante unos treinta o cuarenta segundos (que fácilmente hubiera podido eliminar el partidor de la cosa si no le cuadraba el tiempo, digo yo), y las tres cadenzas citadas tras la introducción orquestal, hasta que en el minuto 1:55 se introduce el tema principal del concierto, durante tres minutos en que el pianista mira y la orquesta toca. Esta situación no se va a volver a dar prácticamente en todo el concierto…
Fijaos en la sillita patética que Gould utiliza: se ve perfectamente hacia el minuto 6:45. Y disfrutad del concierto… hasta que el video termina de cualquier manera, en medio de una frase del piano, y vamos a ver lo que queda del primer movimiento (salvo los últimos diez segundos, digo, que están en el siguiente).
En el minuto 1:10 más o menos se entiende por qué los pianistas dedican tantas y tantas horas a ensayar escalas: Beethoven obliga al concertista a casi un minuto de escalas ascendentes y descendentes… ¡y qué bonito resulta, pardiez! Continúa la exhibición de Glenn Gould (es un espectáculo verle tocar, además de oírle, y verle canturrear mientras toca, siempre tocaba canturreando), hasta el final de video, que termina en pleno final del movimiento, dejándonos una carita…
En el siguiente video tenemos los últimos segundos del primer movimiento, todo el segundo movimiento: Adagio un poco mosso, y de propina, el comienzo del tercero: Rondó-Allegro ma non troppo. Brrr!!
El Adagio es casi lo contrario del Allegro: tranquilo, calmado, lírico… excelente pieza, introspectiva y brillante. Aquí Gould se olvida de correr y se recrea en tan bello movimiento. Da gusto verle tocar este movimiento, al menos, sin cortes. Algo es algo… Y da entrada al tercer movimiento sin solución de continuidad (Attacca, ¿recordáis?) Esto ocurre en el minuto 7:40, y tras una brevísima introducción por parte del piano con un leve acompañamiento de la madera, arranca, grandioso el tema principal de este Rondó…
Los que hayáis visto la película “Amor Inmortal”, de Bernard Rose, rodada exclusivamente en la República Checa, con Praga en el papel de la Viena del Siglo XIX, y con Gary Oldman en el papel de Beethoven, recordaréis seguramente cómo al final, mientras su “amada inmortal” lee por fin la carta dichosa de amor, no, mejor “la dichosa carta de amor”, lo hace justo con el final del Adagio y termina con la entrada sublime del Rondó del Emperador… es uno de los momentos más conseguidos de la película, que, por otra parte, recomiendo: el guión es bueno, la interpretación, de bastante calidad, y la banda sonora consta exclusivamente obras de Ludwig van, bien seleccionadas y situadas en la acción, con la excepción de la Obertura de La Urraca Ladrona (La Gazza Ladra), de Rossini, que puede oírse unos segunditos…
En fin, el video con el comienzo del tercer movimiento continúa un par de minutitos, y termina en el último video de este desastre de corte del concierto.
¿Qué decir de este genial movimiento? Es el final grandioso de un grandioso concierto, de lo mejorcito que se ha escrito para piano y orquesta. Este pobre ignorante no sabe qué más decir que no esté ya susurrado, dicho, gritado… por la música genial del sordo genial. Sólo que si Beethoven no hubiera nacido, hoy el mundo sería un sitio más aburrido y oscuro.
Para los que dispongáis de acceso a Spotify, aquí tenéis al propio Glenn Gould con la American Symphony Orchestra, dirigida por, seguramente, el icono de la música americana de la primera mitad del Siglo XX: Leopold Stokowsky (el director de la banda sonora de Fantasía, de Disney, entre otros mediáticos logros). Así podréis oír a Gould en este concierto sin cortes extraños… aunque quizá con publicidad. Hay muchas versiones de este concierto en Spotify (y en todas partes), así que podéis probar con la de Horowitz, o la de Jenö Jandó, o la de Evgeny Kissin… las he oído todas y todas son buenas, aunque distintas ente sí, claro. Y grabaciones del Emperador en disco, las hay a centenares. Prácticamente todo pianista que se precie, y algunos de los que no, han grabado este concierto. Así que tenéis mucho y bueno para elegir. Disfrutadlo.
Pero lo que sí que puedo aseguraros es que por buena que sea la grabación, no hay nada como la música en directo… Nada, absolutamente nada supera a la magia de ver cómo un solista interpreta una pieza musical, como Achúcarro hizo especialmente para mí, y otros dos mil espectadores como yo, hace unos meses, o cómo una Orquesta ejecuta un concierto, exclusivamente para tus sentidos. Nada de nada…
Hasta la próxima. Y ya sabéis: Disfrutad de la vida, mientras podáis.
A ser posible, escuchando música.
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{ 11 } Comentarios
Sencillamente genial. De mis favoritas.. con solo componer uno solo de los movimientos alcanza para la fama mundial, ludwig era de otro planeta.
La versión de Claudio Arrau también se las trae, no sé si alguien la conoce y vale la pena.
Mac, nadie podría haberlo dicho mejor:
“si Beethoven no hubiera nacido, hoy el mundo sería un sitio más aburrido y oscuro.”
Genial, genialmente cierto!!
Un saludo.
Fantastico!!!! Te sigo desde que iniciaste esta maravillosa serie de artículos de historia de un ignorante…. Sencillamente quiero expresarte mi mayor agradecimiento, pues me estás ayudando a descubrir mucha música que desconocía y que sólo alguien que pone pasión como tú, puede divulgar con tant maestría. Gracias
Muchas gracias, Euclides (y todos los demás, desde luego). Si alguno de vosotros descubre alguna pieza que le llegue al alma… el objetivo de la serie estará cumplido.
Esta obra es de las más conocidas del repertorio clásico, pero desde luego que hay muchas personas que no la conocen, así que es para mí un placer ayudar un poquitín a su divulgación.
Gracias
Bellísimo concierto, bellísima manera de terminar este año. Beethoven fue un innovador en todos los sentidos de la palabra. Excelente entrada, Mac.
Eso sí, doy fe de que el partidor no era humano, sino robot (o alguna otra cosa carente de alma). Qué se le va a hacer; igualmente se dejó escuchar.
Pues nada, ¡a disfrutar de las fiestas y a comenzar un próspero 2010!
Saludos a todos los cedaceros y tamiceros (¡qué buenos artículos es publicaron este mes!).
¡Y a no pasarse con las copas, eh!
¡¡lucas!! ¡Feliz 2010! ¡Qué bueno oírte de nuevo, ché!! Ya pensaba que habías sido abducido…
Pues sí, tienes razón, hay nuevos, y excelentes, autores que están elevando el nivel cedacero a unos niveles excelentes. ¡Sólo falta tu esperada serie del espacio!!
Un abrazo, amigo
Mac
Mac: A pesar de seguirte permanentemente desde mi ciudad de Rosario, Argentina, nunca he escrito un comentario. Esta vez he decidido hacerlo para decirte que, sin duda, el mayor placer de la vida es escuchar música y clásica, obviamente, y también leer tus comentarios. Qué emoción experimento y cuánto he aprendido contigo! Gracias por todo ello y mi más cariñoso saludo!
@selina: Pues… ¡¡muchas gracias!!
Comentarios como el tuyo siempre animan a seguir con la serie, presentando obras conocidísimas como “El Emperador” y otras no tan conocidas o, directamente, desconocidas, pero que a mí, por uno u otro motivo, me apasionan.
Un abrazo desde España
Mac
Magnifica tu historia y musicalización. Solamente me extraña que no mencionaras a otros dos pianistas que me gustan mucho: Daniel Baremboin y Friederich Gulda que tmbien tienen puesto el Concierto Emperador. Y tienes razón. Me dispongo a asistir a una noche de Gala por los 50 años de la Sinfónica local y tienen puesto el Concierto Emperador. Veré si quedo satisfecho.
A mi forma de ver y sentir, de todas (que son muchas) las versiones que de este extraordinario concierto escuché, mi favorita continúa siendo de la Frederick Goulda. Atentos saludos.
{ 1 } Trackback
[...] emblemático e histórico escenario donde Beethoven también tiene su hueco, incluyendo esta vez su Concierto “Emperador” y especialmente escucharlo en vivo por esta pianista a la que sigo hace años por internet, [...]
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