Tras unos pocos años de incontinencia musical, los que dura esta ignorante serie, aparece por primera vez por aquí la obra de un compositor japonés. O, mejor dicho, de una compositora japonesa, dado que Keiko Abe es, obviamente, mujer, y también es la primera vez que aparece aquí una obra compuesta por una mujer. No es porque yo sea machista ni nada de eso, que no lo soy: es que desgraciadamente ha habido muy pocas compositoras a lo largo de la historia… compositoras de música “clásica”, se entiende, que es del tipo de música del que trata esta serie.
Y además, por si no fueran pocas las primicias dentro de la serie (primera compositora, primer japonés), esta composición, Prism Rhapsody, es una obra para dos marimbas solistas y orquesta, por lo que es también la primera vez que aparece por aquí una obra para un instrumento solista de percusión, cosa que, por otra parte, es también algo bastante extraño. Es usual que las obras para instrumento solista y orquesta sean para uno de cuerda (violines, cellos, etc), para uno de viento (flauta, clarinete, trompeta, etc), o para el rey de los instrumentos solistas, el piano, que no sé muy bien si catalogarlo como instrumento de cuerda o de percusión…
En fin, muchas novedades juntas en este artículo, que va a ser, estoy seguro, una sorpresa para los fieles seguidores de la serie.
Conozco esta obra singular porque tuve la oportunidad de escucharla hace ya varios años, creo que a fines de 2008 o principios de 2009, en un concierto de la Orquesta Sinfónica de Madrid en el que los dos solistas fueron Esaú Borreda y Juanjo Rubio, percusionistas titulares de la orquesta.[1] La verdad es que viendo el título, el que se tratara de una compositora contemporánea (¡y japonesa!) y de que era una obra para dos marimbas… y orquesta… Mmmm… ¡Peligro! Me he escuchado yo cada tostón con mejores antecedentes…
Pues no. Fue realmente espectacular, maravilloso, nos encantó a todos los que tuvimos la suerte de asistir a dicho concierto. Busqué la obra por todos lados para comprar el CD o lo que fuera… no existía, o al menos yo no lo encontré, así que me quedé con las ganas. Y pasó el tiempo y yo me olvidé la obra. Como de tantas otras.
Pero hace unos días, charlando distendidamente con un amigo músico, salió a colación el escaso uso de instrumentos de percusión solistas en música “culta”, y me vino a la memoria el famoso concierto de Keiko Abe de hacía ocho años o más. Lo buscamos en youtube y resulta de hay ya varias grabaciones allí subidas, así que lo escuchamos, lo disfrutamos… y a ver si ahora lo disfrutáis vosotros. Ya me diréis.
La obra de hoy, Prism Rhapsody, fue originalmente compuesta por Keiko Abe en 1986 para marimba solista, pero luego, a lo largo de los años, la autora ha ido adaptando la obra para diferentes formaciones (además de la marimba, claro, que nunca falta): para dos marimbas solistas, para marimba y conjunto de viento, marimba y orquesta, hasta llegar a la versión para dos marimbas y orquesta que yo escuché y vosotros escucharéis en un ratito, compuesta en 2001. Para ser correcto, debería decir que se trata de “Prism Rhapsody II“, que es su título completo, para distinguirlo de las versiones para una sola marimba, etc, pero yo creo que nosotros nos apañaremos bien sin el “II”…
Y es que cuando hablamos de Keiko Abe estamos hablando de la auténtica gran innovadora en el mundo de la marimba. Nacida en 1937, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial que dejó a su país devastado y que terminó cuando ella tenía ocho años, se interesó por este peculiar instrumento desde su adolescencia. Se trata de un instrumento de percusión parecido a un xilófono, de origen africano (“marimba” viene del bantú: “ma”, muchos y “rimba”, barra o tecla de un xilófono). El teclado es de madera, normalmente de palo rosa, paduk u otras maderas nobles, mientras que la caja de resonancia, una para cada tecla, es de cedro o ciprés, con un sistema de fabricación similar al de una guitarra. Las teclas son más pequeñas cuanto más aguda es la nota que dan y viceversa, claro, y lo mismo pasa con las cajas de resonancia. En cuanto a las mazas, pueden ser de arce o rattan, pero normalmente llevan dentro una bola de diferentes materiales: caucho, plástico, goma, etc, y se usan unas u otras dependiendo de la pieza o del pasaje de la obra, según se desee un sonido más dulce, seco, vibrante, etc. Muy pronto tras la colonización española aparece la marimba en Guatemala, como fusión entre el Tun, instrumento títpico maya y la marimba africana llevada por los esclavos africanos en el siglo XVI. El resultado es que hoy en día la marimba es el instrumento por excelencia de la música popular de América central, hasta el punto de que en Guatemala es considerada “símbolo patrio”, ha sido declarada “instrumento nacional” en Costa Rica, etc.
Volviendo a la compositora japonesa, al principio de su carrera tocaba Abe en su marimba, en su configuración tradicional, piezas populares japonesas o adaptadas, pero pronto comprendió lo limitados que eran el repertorio y las posibilidades de este instrumento tal como estaba construido por entonces. Curiosamente en aquellos años, principios de los 60, en la potente empresa de instrumentos musicales Yamaha alguien pensaba lo mismo, así que congregaron a varios marimbistas para que mejoraran el diseño y las capacidades de las marimbas, y naturalmente Abe se apuntó de inmediato.
La colaboración de Keiko Abe con Yamaha durante estos cincuenta años ha tenido como resultado una avance gigantesco en las capacidades de la marimba actual. No sólo se consiguió una marimba de cinco octavas, e incluso últimamente una de cinco octavas y media, es decir, con una amplitud melódica sin precedentes y cercana a la de los pianos, sino que la propia forma de ejecutar las piezas ha cambiado, habilitando nuevos métodos y técnicas de composición de música para marimba. Ahora es habitual ver, como lo vais a comprobar en breve, que el marimbista ejecute las piezas no ya con dos mazas en cada mano, algo bastante normal desde siempre, sino con tres mazas en cada mano, lo que permite ejecutar acordes de hasta tres notas simultáneamente, pero es que también es habitual que el ángulo de ataque de las mazas cambie entre nota y nota, alterando así la relación entre las notas del acorde y consiguiendo, por tanto, una variedad armónica enorme, hace unos pocos años simplemente vedada a los instrumentos de percusión. De hecho, la marimba se está consolidando como el instrumento de percusión más versátil y agradecido para los compositores modernos y, en consecuencia, el número de piezas que se componen para ella va en claro aumento… Vale, de acuerdo, se siguen componiendo muchas más obras para violín o para piano que para marimba, pero es que hace unos años… ¡no se componía ninguna! Bueno, casi ninguna.
Prism Rhapsody II es, como he dicho ya, una obra para dos marimbas solistas y orquesta, una orquesta completa. Por ello, el principal problema al que se enfrenta el autor es cómo realizar la orquestación la obra para que el sonido de las marimbas, en general dulce y no muy intenso, no sea ocultado por las intervenciones de los tuttis orquestales.[2] Y tanto la autora, Keiko Abe, como el director de la obra lo consiguen plenamente: las múltiples intervenciones de las marimbas, tocando una sola o ambas, bien sea al unísono o con partitura diferente, se destacan siempre perfectamente de la orquesta. Es una obra rítmicamente compleja, como no podía sea de otro modo en una obra para un instrumento de percusión, y sorprende que no tenga apenas ninguna influencia del empleo tan abundante que se ha hecho tradicionalmente de la marimba en la música popular.
En una palabra, Keiko Abe ha prácticamente “inventado” una nueva forma de tratar la marimba, alejada de su uso popular tradicional, y la ha convertido en un instrumento digno de la Sala de Conciertos. No es la primera vez que sucede ni, desde luego, será la última. Por ejemplo, el mítico Andrés Segovia, prácticamente en solitario, consiguió a mediados del siglo XX convertir la guitarra española, de un instrumento popular usado exclusivamente en saraos y zarabandas flamencas, a un reputado instrumento solista para el que muchos compositores crearon obras inmortales, por ejemplo el famosísimo Concierto de Aranjuez del Maestro Rodrigo. Modificó tanto la forma de construir guitarras como la técnica de ejecución, dando lugar a eso que hoy es conocido como “guitarra clásica”. Pues bien, Keiko Abe ha hecho exactamente lo mismo con la marimba.
Bien, basta ya de cháchara y escuchemos Prism Rhapsody para dos marimbas y orquesta. Como dije antes, hay ahora en youtube varias versiones que están bastante bien, pero yo me quedo sin dudar con la versión grabada en marzo de 2017 en un concierto de la Orquesta Húngara Miskolc, dirigida por Laszlo Kovacs, donde los solistas son Gergely Nagy y… ¡la propia Keiko Abe! Una Keiko Abe que tenía, atención, ¡ochenta años! en el momento de grabar la obra. Es impresionante, y a mí me produce una nada sana envidia, que con esa edad sea capaz de ejecutar una obra tan exigente físicamente, pues hay pasajes que exigen una velocidad y precisión rayana en lo imposible. Eso sí, desde luego que en esta interpretación no puede decirse que el solista no hay sido capaz de comprender el sentimiento del autor cuando compuso la obra…
El video dura algo menos de veinte minutos, mientras que la obra en sí dura algo más de quince minutos. La grabación no es maravillosa (de hecho es bastante mediocre, muy amateur, me parece), ni tampoco el sonido es perfectamente perfecto, pero el hecho de que la solista sea la propia Abe compensa con creces las posibles carencias del video. He aquí esta obra singular:
O bien: Prism Rhapsody, de Keiko Abe[3]
Además, si queréis escuchar otras versiones (las hay bastante peores, pero algunas hay que son muy buenas también), no tenéis más que buscar en youtube y encontraréis allí suficiente variedad. También hay dos videos notables que recomiendo vivamente que veáis, de dos o tres minutos cada uno, con dos fragmentos de los ensayos del concierto de la OSM al que asistí en 2009, concierto al que antes me refería: éste y este otro. Son muy útiles e impactantes de ver, porque aquí las marimbas están pegadas una a la otra y dado el ángulo de grabación se observa perfectamente la enorme dificultad de ejecución de la obra y lo bello del resultado.
Para acabar, y como siempre aviso, siempre que podáis escuchad la música en directo, aunque ya sé que va a ser complicado poder asistir a la ejecución de esta obra concreta, pues se programa más bien poco. Aunque la grabación de hoy es razonablemente buena y además cuenta con la propia autora como intérprete, por muy buena que sea la grabación, y por muy fiel que sea el equipo de sonido, nada hay como un concierto en directo.
Disfrutad de la vida, mientras podáis. A ser posible, escuchando música.
- Lo siento, no recuerdo quién fue el director del concierto, ni qué otras obras se ejecutaron, y tampoco lo he encontrado buscando en la red. [↩]
- Éste es siempre el principal problema de las obras para instrumento solista y orquesta, sobre todo con instrumentos solistas que no tengan un volumen sonoro potente, como es un violonchelo, una guitarra… o una marimba. [↩]
- N. del E: A veces tengo problemas con el embebido de videos de youtube en los artículos, así que incluyo un enlace directo al video por si alguien más tiene esos mismos problemas. [↩]
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