Posiblemente no, porque hace bastantes años que esta novela está descatalogada y es imposible encontrarla en librerías, pero se trata de un libro realmente curioso del autor malagueño Pedro Gálvez, nieto del también escritor Pedro Luis de Gávez, fusilado en Madrid al poco de finalizar la Guerra Civil Española. Nació Pedro Gálvez en 1940, y llevó una azarosa vida en su juventud. Emigrante junto a su familia a las Américas, donde se formó, se afilió al Partido Comunista en Caracas y estuvo vinculado a la guerrilla venezolana de los años 60, hasta que tuvo que huir a la muy comunista República Democrática Alemana, en la que llegó a ser traductor personal de español del líder de la RDA del momento, Walter Ulbricht. En 1971 escapó a la República Federal Alemana y en 1975, tras la muerte de Francisco Franco, se trasladó finalmente a España. Actualmente reside en Alemania, y leo en la hemeroteca que fue apuñalado en la puerta de su casa de Munich en enero de 2011. Espero que se haya repuesto del susto y que esté bien.
Pedro Gálvez ha escrito mucho después, en los años 2000, otros libros, novelas históricas, por los que es más conocido: El maestro del Emperador; Nerón, Diario de un Emperador; Hypatia de Alejandría; La emperatriz de Roma… Nada que ver con el libro que hoy os presento.
La Hormiga fue escrito en 1978, y fue publicado[1] en una colección de ciencia-ficción, Ultramar Ediciones de bolsillo, como uno de los raros exponentes de autores españoles de ciencia ficción de la época… de hecho por entonces yo sólo conocía a un autor español, Domingo Santos. El género estaba dominado (igual que hoy en día) por autores que escriben en inglés, sobre todo estadounidenses: Isaac Asimov, Ray Bradbury, Frederick Brown, Robert Heinlein, Frederick Pohl, etc, y era bastante raro encontrar obras de ciencia ficción de autores de otras nacionalidades. Y menos, españoles. Así que Ultramar lo publicó en su colección de bolsillo en 1978 o 1979, quizás lo reeditó algún año después… y ya no hay forma de encontrarlo como no sea en digital o rebuscando en alguna librería de libros usados.
Claro que, después de toda esta introducción, la verdad es que La hormiga no se puede catalogar realmente como un libro de ciencia ficción puro, aunque el planteamiento, en realidad, sí que lo sea: una hormiga vulgar y corriente de la especie Formica Rufa, la típica hormiga roja de alrededor de un centímetro de longitud tan común en nuestros bosques de coníferas, debido a una extraña mutación de su ADN adquiere consciencia y la capacidad de aprender y comunicarse con cualquier otra especie inteligente… y sólo encuentra una con quien hacerlo, nosotros los humanos.[2] Así que, tras aprender todo lo posible acerca de nosotros y de sus congéneres hormiguescos en la bien nutrida biblioteca universitaria, se comunica finalmente con el célebre entomólogo Carlos Grieg, de la afamada Universidad de Kiefernwalde… que aparece un buen día muerto de un tiro en la sien sobre su escritorio de caoba. El buen científico… ¿se suicidó, o quizás fue asesinado?
Para resolver la cuestión acude a la pequeña localidad (inventada, me parece) de Kiefernwalde un anónimo investigador que es quien escribe el libro… o lo prologa, o lo transcribe, o de todo un poco.
Como veis, el planteamiento pertenece claramente al género de la ciencia ficción: una hormiga se vuelve inteligente. Bien. Y, ¿qué hace esa formica sapiens recens, como pomposamente ella misma se autodenomina, con su asombrosa inteligencia, una vez que ha aprendido todo lo que se puede aprender del mundo en que vive y de los humanos que lo pueblan? ¿Dominar el mundo? ¿Despertar a sus congéneres para alcanzar una nueva perfección? ¿Viajar quizás al espacio y fundar una nueva colonia hormiguesca en los confines de la Galaxia…?
Pues no. Eso sería algo muy visto. Escribe un tratado. Un tratado de mirmecología (la rama de la entomología que estudia precisamente a las hormigas) o, mejor, de mirmecología comparada con antropología, con la historia del ser humano. Aquí podréis pensar, queridos lectores… ¿y a mí qué rayos me importa la vida de las hormigas? Pues ahí está precisamente la gracia del asunto: es que no sólo es un libro realmente curioso, además ¡es muy, muy divertido!
Efectivamente, es apasionante, o al menos lo es para mí, sumergirse en la vida social y “cultural” de las hormigas, con notables diferencias entre sus miles de especies diferentes, tanto en tamaño (las hay de un milímetro hasta de unos cuatro centímetros, una diferencia de tamaño de cuarenta veces), como en costumbres (las hay carnívoras, vegetarianas, recolectoras, omnívoras…), como en el número de individuos de la colonia (desde unas decenas de ejemplares hasta muchos centenares de miles, incluso millones). Pero, en cualquier caso, la organización social del hormiguero es muy similar entre todas ellas, y es… perfecta. Lleva muchos millones de años funcionando a la perfección, y nada le impide seguir funcionando otros pocos cientos de millones más… si el planeta sigue siendo habitable, claro, y no lo fundimos a base de bombas termonucleares, e incluso en ese caso desde luego que las hormigas tendrían muchísimas más posibilidades que nosotros de seguir existiendo tras el holocausto nuclear.
Porque sí, nosotros hemos alcanzado la inteligencia (o eso pensamos), pero eso no nos garantiza la supervivencia en absoluto. ¿Quién es más perfecto, nosotros, con nuestros poderosos cerebros eclosionados en los últimos cientos de miles de años, o los tiburones, o los cocodrilos, especies que llevan cientos de millones (no de miles, sino de millones) de años viviendo como lo hacen hoy en día, sobreviviendo a todos los cambios catastróficos habidos en el planeta como si no fueran con ellos? O, por supuesto, las protagonistas de nuestra historia, las hormigas, que, al igual que el resto de himenópteros y algunas otras pocas especies como las termitas, han inventado una organización social de castas perfectamente engrasada, donde la reina cumple su función, las obreras la suya o suyas, puesto que tienen muchas, y lo mismo los soldados, defensores del nido o invasores de nidos ajenos, o incluso los breves machos alados, que sólo sirven para fecundar a la reina (¡una sola vez!) y luego mueren, dado que, una vez cumplido su cometido, son desechables… y efectivamente se desechan. Todos los ejemplares saben perfectamente cuál es su función y la ejecutan sin dudar un instante, aunque les cueste la vida, en aras de cumplir su misión: preservar la especie, dar continuidad a sus genes egoístas, como bien diría Richard Dawkins. La individualidad está necesariamente proscrita en un mundo hormiguesco, y a eso es a lo que se enfrenta Brunilda, la formica rufa protagonista de la novela: ¿qué pinta un único ser inteligente en un perfectamente organizado hormiguero…? La respuesta, en el libro.
Yo me pregunto cuáles serían las circunstancias que a lo largo de la Biografía de la Vida hicieron que las hormigas, los himenópteros en general y algunas otras pocas especies abandonaran el feroz individualismo que parece ser la tónica en la mayoría de seres que existen o han existido y fiaran toda su supervivencia, la de su especie, a la habilidad reproductora de un único ejemplar por cada nido (hormiguero, colmena, avispero, termitero…): la reina. Reina que es fecundada una única vez en su vida, en su vuelo nupcial, y que después se dedica a fundar su hormiguero y poner huevos toda su vida… mientras que sus hijas se dedican fervorosamente a cuidarla, alimentarla, protegerla furiosamente llegado el caso, hasta morir cuando se les ordena, con tal de proteger a la reina. Esta cualidad de “eusocialidad” es muy rara en la naturaleza y, desde luego, está completamente alejada de la mentalidad humana, pero… ¿será quizás, como inocentemente sugiere la hormiga Brunilda en su perorata, la única posibilidad de supervivencia a largo plazo de nuestra especie? Caramba, buena pregunta, que al menos a mí me hizo reflexionar un buen rato.
El libro son solamente 182 páginas, y además de bolsillo. Por lo tanto, es una novela, o un tratado mirmecológico, o lo que sea, muy cortita, se lee casi del tirón. Muy recomendable. Pero, eso sí, como no la encontréis en una librería de viejo vais a tener que conformaros con alguna versión digital, porque mi querida copia, comprada hace casi cuarenta años, la tengo a buen recaudo y no la pienso vender…
Disfrutad de la vida, mientras podáis.
- También se publicó en algún momento con el título de “Historia de una hormiga. [↩]
- ¡Eso sí que es un planteamiento de ciencia-ficción! [↩]
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{ 6 } Comentarios
Hombre, amigo, llevo muchos años siguiéndote y me parece inaudito que no pongas el signo de interrogación al principio. Además en esa frase lleva a equívoco porque puede pensarse que el inicio de la pregunta está tras la coma, por lo que se está preguntando si la obra es de Pedro Gálvez. Saludos.
Lo he leido, lo tengo en mi biblioteca, y estoy totalmente de acuerdo con el articulo
Como dice Mac, un libro divertido que te abre un mundo “hormiguil” de una complejidad de usos y costumbres apabullante. He dicho bien: apabullante. Tanto que realmente sí te hace meditar… en particular en mi caso la propuesta de la hormiga racional personaje de la historia acerca de la evolución, a efectos de la Vida con mayúsculas, más avanzada de las hormigas frente a las especies Homo. Quizás el mundo futuro que alguno postula con todo robots y la gente viviendo de la realidad virtual sea algo semejante.
Hola, Alguien.
La verdad es que tienes razón, amigo, toda la razón. No sé en qué estaría pensando para comerme la interrogación de apertura, pero, en fin, ahora no lo voy a cambiar porque seguramente se volvería a enviar un email a los suscriptores y tampoco se trata de molestar.
Mil disculpas, y gracias por la anotación; la próxima vez intentaré hacerlo bien… o ¡eso espero!
Saludos
Hola Macluskey… hablando de hormigas. ¿Que te parece replantearse todo el tema con ellas ? Siempre se habla de ellas, como una sociedad perfecta.. Pero y si lo pensáramos de otro modo?
Michael Ende en su “Historia interminable” hablaba de un ser llamado Ygramul el múltiple, formado por multitud de insectos para generar una única entidad. ¿Y si pensamos que el animal no es la hormiga, sino el hormiguero? Las obreras son las manos, los zánganos serían como el polen o el esperma, la reina serían los genitales… Pensar en las hormigas como órganos ¿Que diferencia hay ahora entre un hombre que protege sus genitales a costa de sus extremidades, o una embarazada que protege su tripa mientras la pegan y un hormiguero que sacrifica a centenares de obreras para salvar a la reina y sus huevos? La proxima vez que pises una hormiga, piensa que no has matado a un ser pequeño, sino que has herido a uno grande
Nota:Ser vivo es aquel que nace, crece, se reproduce y muere. Una hormiga no se reproduce
Bevender: Es, desde luego, una aproximación (no sé si filosófica o naturalista o qué) al mundo hormiguil, muy interesante y que Orson Scott Card plantea para sus alienígenas preferidos: los insectores de El juego de Ender y sus tres secuelas.
No sé si los entomólogos estarían muy de acuerdo: si no recuerdo mal, cualquier hormiga obrera es capaz de ser reina, todos los huevos “hembra” que pone la reina son idénticos y sólo la alimentación hace que uno concreto, o varios, se conviertan en futuras reinas: el equivalente hormiguil de la “jalea real” de las abejas. Las larvas alimentadas con jalea real desarrollan sus órganos sexuales y se convierten en futuras reinas, y las que no, los mantienen atrofiados y se quedan en obreras.
En fin, no soy entomólogo ni mucho menos, pero es una interesante reflexión. Gracias por el aporte.
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