Después de dedicar artículos a un par de Sinfonías, una Misa (y de Réquiem, para más señas), una Obertura, una Sonata para piano y una Suite orquestal, creo que ha llegado el momento de explorar otro género: los conciertos para un instrumento y orquesta. Y el rey de los instrumentos solistas es el piano, sin duda.
Así que me dije yo a mí mismo… “Ahora toca un Concierto para piano y orquesta… pero ¿cuál?”. Y aquí comenzaron mis problemas…
Porque hay muchísimos conciertos para piano y orquesta extraordinarios, y no sabría deciros cuál me gusta más… o cuál me impactó fuertemente en tiempos remotos, porque igual que la música sinfónica me entró por los oídos en cuanto comencé a escucharla, pero no tanto la de cámara, parecido me pasó con los conciertos. Algunos me gustaron inmediatamente (el número 1 de Tchaikowsky, por ejemplo). De los demás, sólo poco a poco, escuchando uno y luego otro, comparando versiones (aquí es mucho más evidente la diferencia entre versiones, pues influye fundamentalmente el solista, además del director y de la orquesta) fui amando este tipo de obra en particular… y con el tiempo no sé por cuál decidirme. Hay diez o doce obras de este tipo que me parecen sublimes, y no sabría decir cuál de ellas me gusta más. Es como aquéllo de “¿y tú a quién quieres más, a papá o a mamá?”, que hay que ser mala gente para preguntar tal cosa a un niño…
Así que decidí atacar el problema justo al revés: “De todos los conciertos que me parecen sublimes… ¿cuáles tienen una buena versión subida en youtube?”. Y esto aclaró bastante la cuestión. Por ejemplo, del número 21 de Mozart (el archiconocido Elvira Madigan), no hay ninguna versión decente, o al menos el torpe de mí no la ha encontrado. Pero sí que hay tres o cuatro conciertos excelentes de los que existen excelentes versiones… Así que decidí ponerlos todos, uno detrás de otro, en una especie de informal miniserie dentro de la serie, siempre que no os parezca mal, naturalmente.
Hoy le toca el turno al Concierto para Piano y Orquesta de Edvard Grieg, el único que compuso. Y en artículos sucesivos iré repasando los otros dos o tres, antes de cambiar de tercio, digo, de género… y no os digo cuáles son, para mantener un poquillo la incertidumbre. Alguno de vosotros puede hacerse una idea bastante aproximada de lo que vendrá a continuación, pero ¡os garantizo una auténtica sorpresa! Mantengamos el suspense unos días más, y centrémonos en el impresionante Concierto para piano y orquesta de Grieg, que compuso en “la menor”… y esta vez me ahorro el chiste. Ya sabéis que ignoro la diferencia que hay entre un “la menor” y un “do mayor”, por mucho que lo haya leído…
Edvard Grieg era noruego. Noruego hasta los tuétanos (se ve que estaba acostumbrado al frío), y está considerado como uno de los más ardientes compositores nacionalistas noruegos. Sea eso lo que fuera. O sea, que usó música folklórica noruega en sus composiciones, temas noruegos, formas noruegas y, supongo, músicos noruegos… Es conocido, sobre todo, por su composición Peer Gyint, sobre el poema homónimo del noruego Henrik Ibsen. Suite musical que ha sido utilizada hasta la saciedad por versionadores varios, en todas las claves, incluyendo el rock… aún recuerdo a Rick Wakeman, el malabarista de los teclados, tocando en su sintetizador, no, en sus ocho o diez sintetizadores “En la gruta del rey de la montaña”, dentro de su disco de 1974 “Viaje al Centro de la Tierra”.
Compuso Grieg muy joven este concierto, en 1868, cuando contaba sólo 24 años de edad, y fue la obra que le dio a conocer. Lo compuso en unas vacaciones que se tomó en el campo en Dinamarca, con su joven esposa Nina Hagerup Grieg y a su hijita recién nacida… Se trata, en definitiva de un concierto de amor, ofrecido a su familia, e inspirado directamente por el concierto de Schumann, también de amor, que Robert Schumann dedicó a su esposa, Clara Schumann, a quien Grieg se lo escuchó en sus años de estudios (los de Grieg, quiero decir), y que le impactó fuertemente. Está dedicado al pianista noruego Edmund Neupet, quien estrenó la obra en Copenhague en abril de 1869, obteniendo un éxito memorable (parece que fue interrumpido varias veces por los aplausos del público, y consiguió excelentes críticas).
El mismo Franz Liszt, reputado como el mejor pianista de la época (y uno de los mejores compositores, desde luego), revisó la obra, incluso parece que la interpretó, dándole además al autor sugerencias sobre qué cambios debía realizar para que quedara más chulo… que si aquí me pones unas trompetas, que allá quítame esos clarinetes… En ocasiones Grieg le hizo caso, en otras no, naturalmente. Y parece que en ciertos pasajes le hizo caso, luego no, luego sí, luego no, y así sucesivamente…
La verdad es que para Grieg este concierto debió ser como la Gioconda para Leonardo da Vinci, porque se pasó toda su vida retocándolo aquí y allí, siendo el último de estos retoques realizado en 1907, apenas unas semanas antes de su fallecimiento. Esta última versión (seguramente porque no vivió más tiempo, que si no, más retoques hubiera hecho) es la que se interpreta habitualmente, aunque parece que existe alguna grabación de la primera de todas; yo no la he oído, así que no opino, pero dice gente que sabe de esto que la diferencia entre ambas es sustancial.
Dicen las crónicas que esta obra está muy influenciada por la música popular noruega, lo que se nota en no sé qué tipo de nórdica estructura musical… a mí no me preguntéis, que ya sabéis que de esto no entiendo nada. Lo que sí que sé es que el resultado es magnífico, siendo una de los conciertos para piano y orquesta más interpretados del repertorio, con o sin connotaciones noruegas o lirismo nórdico que echarse a la boca… Lo que sí digo es que, de ser un concierto noruego, será un concierto de verano noruego, porque oscuro y frío y nevado como son los inviernos noruegos (y los otoños y las primaveras, que yo he estado allí y no veáis la primaverita que hacía…), pues va a ser que no.
Pero bueno, dejémonos de repetir lo dicho hasta la saciedad, y vamos de una vez a lo importante: a escuchar la obra.
Acompañadme, si lo gustáis, con algo más que una buena versión: con UNA VERSIÓN MARAVILLOSA, en la que podemos admirar a un genial Artur Rubinstein (ojo, no es “Arthur”, que es como le encontramos descrito en casi todas partes, sino Artur, que Rubinstein era polaco…), en 1975, en plena juventud, puesto que sólo tenía 88 años cuando tocó este excepcional concierto.
La orquesta es la London Symphony Orchestra dirigida por un excelente director, André Previn, jovencito y melenudo él por entonces, aunque aquí la personalidad del genial pianista esconde prácticamente a la orquesta y al director, que pasan casi desapercibidos… lo que es, en realidad, mérito del director, de la misma manera que decimos que un árbitro tiene una actuación tanto más acertada cuanto más desapercibido pase a lo largo del partido…
Bien, vamos con el primer movimiento: Allegro moderato molto e marcato:
O sea, bastante rapidito y marcado… Y vaya si está marcado. Para empezar, el concierto comienza de una atípica (y eficaz) manera: con un tremendo redoble del timbal, que es abruptamente interrumpido con una nota de piano en fortissimo (tiene que competir con el propio timbal…), que da origen a una melodía muy marcada en notas descendentes, a cargo del piano solo… que van culminando en la melodía principal, preciosa, primero a cargo de la madera, sobre todo los clarinetes, luego de la cuerda, y por fin, de un espléndido piano.
En el minuto 2:00 comienza el segundo tema, donde el piano compite, dialoga, se compenetra con la orquesta…
El gran maestro Rubinstein, con su provecta edad, da toda una lección de sensibilidad y a la vez de fuerza, que es exactamente lo que pide a gritos esta partitura. Sobre el minuto 4:30 comienza un nuevo tema, en el que la Orquesta en pleno se suma a la fiesta, incluyendo una sonora fanfarria de trompetas… que desemboca nuevamente en el tema principal, sobre el minuto 6:40, con variaciones… y la música sigue.
El límite de youtube acecha… pero al menos el subidor del video lo ha hecho esta vez con cuidado, cortando justo antes de la cadenza, por lo que molesta lo mínimo imprescindible. De todos modos ya sabéis mi recomendación para oír piezas clásicas del youtube: cargarlas todas previamente para evitar luego esperas molestas. Vamos, pues, con esa segunda parte de este primer movimiento.
Que empieza donde se quedó el video anterior, o sea, justo en el comienzo de la bellísima cadenza. Una cadenza es un pasaje más o menos largo en el que el solista toca solo, sin acompañamiento de la orquesta, generalmente haciendo gala de su virtuosismo con el instrumento, el piano en este caso.
Durante muchos años, los compositores no escribían la música de las cadenzas, sino que (más o menos) ponían: “Aquí, cuarto y mitad de cadenza…”, y era el solista el que improvisaba un pasaje acorde con sus habilidades y condiciones musicales. En otras ocasiones, otros solistas/compositores escribían ellos mismos las cadenzas de los conciertos que debían tocar, fijando esa cadenza concreta, que luego era interpretada por él mismo en cada ocasión que tocaba el concierto, y luego por otros solistas… Pero desde Beethoven, que escribió completamente las cadenzas de sus conciertos para piano, especificando que el pianista debía interpretar lo que estaba allí escrito, y no inventar ni improvisar, prácticamente se convirtió en obligación para el compositor escribir completamente la o las cadenzas de sus conciertos.
Y este concierto no es una excepción, la cadenza está completamente escrita por Grieg, y no es, ni mucho menos, de las más difíciles que se pueden encontrar… pero ¡qué bonita es! Son tres minutos y casi medio de perfección y brillantez. ¡Qué grande era el maestro Rubinstein!
En fin, el movimiento sigue un minutito más, hasta que repite nuevamente el tema inicial (esta vez sin redoble de tambores, pero observad el piñazo que D. Artur le atiza a la pobre tecla del piano, que seguro que le dejó el dedo dolorido…), terminando en un magnífico tour de force entre la orquesta y el solista, a ver quién puede más… con el obvio resultado de empate.
Y entonces cambiamos de video para disfrutar del extraordinario segundo movimiento: Adagio.
Es éste uno de los movimientos lentos más conmovedores que yo conozco. Bellísimo, cautivador, una apasionada declaración de amor… Comienza con una introducción orquestal, sencilla, tranquila, sin estridencias, llevada exclusivamente por la cuerda (observad cómo el maestro baila al ritmo de la música, aunque él no tenga nada que tocar en esos momentos). Por fin, tras una introducción de las trompas, el piano toma el relevo, sobre el minuto 2:20, también con tranquilidad, sin alardes, pero aquí el maestro Rubinstein demuestra por qué estaba catalogado como uno de los grandes. No es preciso que haga un alarde de interpretación, no… pero su interpretación es simplemente monstruosa. La música fluye, contándonos una historia de magia, de iluminación, de superación, de amor, de, de…
…A mí estos pocos minutos me renuevan el ánimo, qué queréis.
Y el movimiento termina de forma suave, calmada, dando la entrada al tercer movimiento, de largo nombre, Allegro moderato molto e marcato – Quasi presto – Andante maestoso, aunque el movimiento en sí no lo sea tanto. Y para disfrutar de él, debemos cambiar de video:
O sea, rapidito sin pasarse y marcado, luego casi casi a toda pastilla, acabando en un andante majestuoso… Comienza efectivamente con un pasaje muy marcado, casi bailable… En el minuto 0:40 entra la orquesta en pleno en un nuevo tema… contrarrestado en seguida por el piano, dialogando siempre con la orquesta, incluso a veces peleando con ella: el pianista debe sacar su genio para hacerse oír. Sobre el minuto 2:55 la flauta interviene en una variación del tema básico del concierto… dejando al piano un nuevo y maravilloso pasaje solista, sobre el minuto 3:40. Y luego, en el minuto 5:50 se retoma de nuevo el primer tema del movimiento.
Un nuevo pasaje solista, sobre el minuto 8:40, va preparando el final del movimiento, y del concierto, de nuevo el tema principal del movimiento, pero esta vez más despacito (andante) y muy, muy majestuoso… hasta llegar al final. Observad cómo el ínclito Rubinstein se queda mirando al director hasta que éste da la señal de finiquitar, momento en el que, como un resorte, quita las manos del teclado, al igual que hace el resto de la orquesta.
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No sé vosotros, pero esta versión (aun sin público y con algunas tomas lejanas un tanto extrañas) me parece maravillosa. Espero que lo hayáis disfrutado.
Aquéllos de vosotros que tengáis acceso a Spotify, podéis disfrutar de esta versión del Concierto de Grieg, con una tal Eva Knardahl como solista, la Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania… y director aparentemente desconocido… cosas de Spotify. Ni esta Orquesta es conocida ni lo es (al menos para mí) la solista, pero suena realmente bien. Es la mejor versión que he encontrado en Spotify, tocada con gran perfección técnica y mucho sentimiento, sobre todo en el maravilloso Adagio. Pero esta vez, de verdad, basta con youtube y el gran Rubinstein…
Porque para mí la mejor versión que he oído es precisamente la grabación de Artur Rubinstein, aunque con la Boston Symphony Orchestra, dirigida por Alfred Wallenstein (grabación de 1974, el año anterior a la de la que está en youtube, con tan sólo 87 años), en un disco de RCA cuya carátula tenéis al ladito, en el que, por si fuera poco, está también uno de los candidatos primigenios a estar en el “Hall of Fame” de los conciertos para piano y orquesta de todos los tiempos: el archiconocido número 1 de Tchaikowsky en si bemol menor, con la misma orquesta pero dirigida esta vez por Erich Leinsdorf… ¡Menudo pedazo de disco!.
Prácticamente todos los grandes pianistas han grabado el Concierto para piano de Grieg, con diversas orquestas y directores. Entre ellos (y encontrables hoy en día, al menos en Amazon), tenemos a Radu Lupu, a Georgy Cziffra, Evgeny Kissin (sí, el mismo pianista del video de youtube sobre los Cuadros de Mussorgsky), al húngaro Jeno Jando, la actual figura “estandarte” de Naxos, e incluso al gran Arturo Benedetti Michelangeli, que entre lo poco que grabó, hizo una magnífica versión con la New Philarmonia y Rafael Frühbeck de Burgos a la dirección. Existen, pues, versiones muy buenas (aunque ciertamente las haya también no tan buenas). Distintas entre sí, pero cada cuál con su aquél…
Pero lo que sí que puedo aseguraros es que no nada hay como la música en directo. No existe grabación comparable, ni siquiera con Rubinstein a los mandos… Nada, absolutamente nada supera a la magia de ver a un solista interpretando una pieza musical, o una Orquesta tocando un concierto, exclusivamente para ti. Nada…
Hasta la próxima. Y ya sabéis: Disfrutad de la vida, mientras podáis.
A ser posible, escuchando música.
The Historia de un ignorante… ma non troppo. El Concierto para piano de Edvard Grieg by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 16 } Comentarios
Grandísimo concierto del que para mí es uno de los mejores compositores de la música romántica (o nacionalista, según los gustos). Pena me da que el señor Edvard Grieg está muy infavalorado en muchos círculos, creo que en parte porque su música ha sido utilizada hasta la saciedad en anuncios y versiones extrañas (en especial el “Peer Gyint”). El concierto sin duda resume toda la fuerza de la música romántica, y la interpretación es excelente. Hasta ahora estaba acostumbrado a escucharlo en una versión bastante más rápida, pero al llevar un tempo ligeramente más lento la expresión parece más contenida y se remarcan más los increíbles momentos de tutti orquestal de la obra.
Un Saludo.
Gracias por tu comentario, Papageno. y Sí, yo también oí bastantes veces algunas versiones más rápidas… hasta que cayó en mis manos el disco de Rubinstein. Desde entonces soy fan de este concierto y de esa versión…
¿Por qué tantos y tantos buenos directores o solistas se empeñan en tocar a un tempo tan rápido? No lo sé, pero para mi gusto, recrearse en una gran composición que lo merezca es lo mínimo que se debe hacer.
Pero para gustos hay colores…
La primera pieza clásica que descubrí, siendo muy pequeñito (tendría 8 o 9 años), que me resultó divertida, fue “En la gruta del rey de la montaña”. Por primera vez me dije: ¡vaya, si esta música también puede molar!
Para mí fue “Pedro y el Lobo”. La escuché cientos de veces… me obsesionaba
Aah, Prokofiev… No es Pedro y el Lobo lo que más me gusta de él. Pero su Sinfonía Clásica es magnífica, y varios de sus Conciertos para piano…
Mac, esta voz no tengo nada que agregar, escribiste un artículo sumamente completo. La versión que tengo es la de Cziffra, excelente pianista que hay que oír (y ver) tocando Liszt y que, curiosamente, cuando interpreta otros autores da la impresión de que le deben resultar técnicamente tan fáciles que,,, suele no ser tan descollante. Pero su versión del concierto de Grieg vale la pena, sin duda.
Tuve la oportunidad de ver al Rubinstein en una documental cuando ya cargaba creo que sus 95 años (o cerca de eso andaba) interpretando el concierto N°4 de Beethoven y el concierto de Grieg. A esa edad…el viejo daba envidia a los jóvenes
Lo que sí intentaré es sacarte de esas terribles dudas que tienes acerca de qué diablos es un la menor o un do mayor. Creo que todos sabemos que las notas son do-re-mi-fa-sol-la-si. Pues esa es la escala de do mayor. ¿Por qué “mayor”? Aquí hay que ver algo más. SI observas bien, verás que del do al mi hay tres notas. A esa distancia se le llama ”tercera”. Ahora bien, cualquier nota de las siete de la escala puede ser modificada variándole la altura. Siguiendo con el ejemplo, si al MI le pones un “bemol” esa nota sonará ½ tono más bajo. El resultado es que ahora la misma “tercera” es más pequeña, es decir, es “menor” que la otra. Cualquier escala tiene su propia tercera al empezar. Entonces si es la escala de do, y empieza con una tercera menor, se dice que es “do menor”. Y al contrario, si empieza con una tercera mayor, se dice que es “do mayor”.
Existen 12 escalas mayores y 12 escalas menores. Te preguntarás cómo esto es posible, si no hay más que 7 notas. Recién te decía que a una de las notas se le podía modificar la altura, con un”bemol” que la baja ½ tono. Hay otra manera de modificar la altura, pero no bajando sino subiendo, también ½ tono, y es el “sostenido”. Pero antes de sacar la cuenta, hay que saber una cosa más. Puede ocurrir que un bemol suene igual que un sostenido. ¿¡Cómo puede ser?! Si puedes ir adonde haya un piano lo puedes ver muy fácilmente. Si ubicas el do, hallarás el do sostenido en la tecla negra siguiente a la derecha (1/2 tono más alto); pero el re bemol será la tecla negra anterior hacia la izquierda, o sea… la misma tecla que usaste para tocar el do sostenido. Esto que parece tan complicado, sin embargo simplificó muchísimo las cosas para los músicos. Es lo que se llama “temperamento igual” que es el resultado del cálculo raíz 12 de 2, que divide en 12 partes iguales el intervalo que hay entre los dos primeros armónicos de una cuerda. Si no se hubiera hecho esto, un teclado tendría que tener por lo menos 90 teclas entre un do cualquiera y el siguiente más alto o el anterior más bajo. Puede ser que con cuatro o cinco manos y los dedos de los pies, se pudiera tocar algo en un teclado así, que tendría unas 630 teclas!
Aprovechando esa solución, es que el número de escalas entre mayores y menores no pasa de 24 en total y entre dos do consecutivos de un teclado hay sólo 12 teclas y entre cada tecla consecutiva siempre hay ½ tono.
Así que cuando alguna música está en re bemol mayor, o en la sostenido menor, o lo que sea, significa todo esto. Tengo la esperanza de que te haya quedado más claro y si no fue así, me puedes preguntar (igual que cualquier otro cedacero que esté enredado en estas cuestiones.
Nada más que decir y será hasta esa sorpresa que nos estás prometiendo.
Un abrazo.
Papageno,
Tienes razón en que la música de Grieg ha sido bastante maltratada, incluso hasta el punto de que hoy no es apreciada como se debe. El punto creo que está en que lamentablemente se explota a los ignorantes (“ma troppo” ignorantes!!) presentándoles grandes novedades que suelen ser plagios o imitaciones de estilo o arreglos de muy mal gusto. Hay por ahí montones de música holywoodense que se parece o suena como Tchaikowsky, además de pianos haciendo cadencias “a la Liszt” (pero muchíiiiisimo más fáciles, claro está…) sin contar con romantiquísimos temas del tipo chopiniano al piano, y no se sabe si esto le hace bien o mal a la música. Hay quien dice que sí, que es bueno pues así es como más de uno empieza a escuchar música clásica. Y conozco incluso personas a quienes ocurrió esto. Pero también conozco mucha gente que después de pegársele al oído la única parte de la Oda a la Alegría de la 9ª. de Beethoven, trozo que se puso terriblemente de moda en los últimos tiempos, ignoran por completo que la sinfonía tiene más temas. Ni les interesa mucho saberlo, hasta que alguien se lo dice e incluso le invita a escuchar la obra completa o aunque sea el último movimiento entero.
La concusión que se saca, creo, es que de todos modos el poder de la buena música es tan grande que hasta cuando se la usa para hacer mamarrachos igual llama la atención, excepto para los que tienen un tapón en el oído.
Muy oportuno el comentario que hiciste. Es que quizá la música más conocida de Grieg se la esté asociando sin querer con un “cierto tipo de música” al que se le da poco valor (y que no lo tiene) creándose un prejuicio difícil de explicar para el que lo tenga.
Un saludo y bienvenido desde el mundo mozartiano!
@Gustavo: No conozco la versión de Cziffra de este concierto, aunque sí de otros conciertos. La buscaré, sin duda; viniendo la recomendación de quien viene, no queda más remedio que tomarla en cuenta.
Y gracias por la explicación sobre las claves. En realidad sí que sé lo de las siete notas y los doce semitonos, y que desde Bach y su Clave bien temperado se unificó los bemoles con los sostenidos, puesto que, en teoría, en la cuerda frotada, sí es posible distinguir entre un do sostenido y un mi bemol, cosa que en el piano no lo es.
Y sin embargo, sigo sin saber la diferencia entre una obra en do menor y una en la mayor. He leido que cada escalas prohibe ciertas notas que son asonantes, algo así como que si estás en la clave de do mayor no es posible usar un la bemol o el que sea. Y he leído que ciertas claves sugieren temas más íntimos o tristes, mientras otras lo que sugieren es temas grandilocuentes y tal… He preguntado, tomando un cafelito, a amigos míos que se dedican en más o en menos a la música, o sea, que saben… y no me entero. ¡qué le voy a hacer! Ya he descartado poder entenderlo, así que… pero no obstante, muchísimas gracias por tus intentos, que igual vienen bien a otros cedaceros.
Y sí, espero que el próximo artículo os guste. Para mí fue una de las mayores sorpresas musicales, si no la mayor, que he oído en mi vida. A ver si estáis de acuerdo…
Saludos
Buen artículo Macluskey y gran compositor Grieg.
Ya que mencionas Spotify en el artículo, quería sugerirte la creación de una lista de reproducción con, al menos, las piezas que vas enseñandonos en la serie (siempre que estén disponibles). Yo personalmente lo agradecería (Flash en Ubuntu no va todo lo bien que debería) y supongo que otros también.
Un saludo y a seguir así
@kender: Gracias por el piropo…
En cuanto a lo que comentas de Spotify, llevo ya varios artículos (desde que me invitaron a participar en el asunto) dando un link a una lista de reproducción con la pieza en cuestión… No sé a qué te refieres. ¿Crear una lista quizá con TODAS las piezas una detrás de otra? Mmm. Si es eso, no parece muy lógico, pero podría hacerse.
Aclárame lo que me dices y veré de satisfacerte.
Un saludo
Yo tengo una lista creada con estas cosas: http://open.spotify.com/user/alnoah/playlist/2weC5dPo56mop9dpgLywKQ
Las primeras piezas están seleccionadas por mi (de aquella Macluskey todavía no tenía Spotify), así que probablemente no sean las mejores que puedas encontrar. Si alguien me hecha una mano y me sugiere otras versiones, las cambio sin problemas.
@Macluskey: sí, me refería a poner todas juntas, lo ideal sería poder tener listas de reproducción con sub-listas, es decir, “lista de reproducción de El cedazo” y dentro por compositores, por ejemplo. Dado que esto no se puede, pues habría que ponerlo todo junto. Al final la idea es poder recopilar en una lista de reproducción música clásica de calidad (versiones de calidad) para tener una referencia a mano y poder buscar ahí cuando te apetece escuchar algo.
Creo que lo que tiene Angel hecho se acerca a lo que estaba pidiendo.
@Angel: gracias, le echaré un vistazo
@kender: Vale, de acuerdo. Aunque la lista que Angel es muy completa, pues tiene varias versiones de cada obra, así como de otras obras que van apareciendo en los artículos. ¿Gran trabajo, Angel!
De todas maneras, a partir del próximo artículo incluiré la mía, con sólo una versión de las obras de cada artículo.
@Angel: Muy bien seleccionadas las obras… pero en la Resurrección yo hubiera elegido a Bernstein, sin dudar. Aunque con un problema: ¡Está desordenados los 23 trozos! (que nunca he entendido por qué, si son 5 movimientos, hay que sacarlos en 23 pistas, en fin). Hay que fastidiarse con Spotify… Intentaré ordenarlos y ponerlos en mi lista.
Siempre pense que era una especie en extincion ya que pense que era el unico que gustaba de esta musica y mi preferida las obras en piano,ets aficion la empece de nino ,y recuerdo que mi primera compra fuu en disco el cual aun conservo el 2nd Concierto de Sergio Rachmaninoff la orquesta es Leonard Berstein y Philliphe Entremont el pianista,y descubri tu tema buscando cuales son los conciertos de painos mas conocidos o populares,me parece que ya los he escuchados todos,pero me voy con los tradicionales,Chopin,Thaikosky,Lizzt,Meldensson.Grieg,Shuman,Bethoven Addinsel,y mi preferido es Thaikosky este musico me gusta toda su musica ytanto de orquesta como su concierto para Violin uno de mis preferidos y de el lo ultimo que descubri otra obra o concierto de piano de el el #2 el cual desconocia de el y en verdad que es tan bueno como el primero,parereciera que este no es tan popular bueno creo que me extwendi por aqui seguire letyendo por aqui su tema en verdad que muy entretenido. Hasta la proxima!
@Jaime: Pues bienvenido al club…
Has citado grandes conciertos, vaya que sí, pero eres la primera persona que veo que conoce el número 2 de Tchaikowsky, que es uno de mis favoritos. Pero hay por ahí algún concierto número 2 de Piotr Ilich “desnaturalizado”. En efecto, seguramente lo más sorprendente de este concierto es que su segundo movimiento es en realidad de triple concierto: violín, cello y piano. Es precioso. Pero hay versiones donde el piano asume todos los papeles, el del violín y el del cello, además del suyo propio. Y no, así no me gusta.
Me planteé traer aquí ese genial concierto núm.2 de Tchaikowsky, pero no hay ninguna versión decente en youtube, así que he desistido. Pero lo recomiendo vivamente.
Ah. Y permanece atento, porque el próximo artículo trata sobre un concierto que no está en tu lista… en casi ninguna lista. Y es maravilloso, en mi opinión.
Gracias por comentar.
Qué bien está esta serie, y qué generosidad la del autor, de dedicarle tiempo y esfuerzo.
A mí me está sirviendo muchísimo, desde luego. Me las estoy leyendo y escuchando todas. Siempre he admirado a las personas que sabían disfrutar tanto con esta música. Yo disfrutaba, claro, pero con las más conocidas, pero no me había nunca parado a escuchar todos los movimientos de una sinfonía por ejemplo.
Ahora ya me fijo más, je je. Anoche sin ir más lejos hice algo que no había hecho nunca. Después de leerme este artículo, a la 1 de la mañana (teniendo que madrugar al día siguiente), me metí en la cama y me enchufé los cascos este concierto. Lo malo es que me quedé roque, así que tengo que volver a escucharlo.
Por cierto, mi amigo Mac, por ponerte un pequeño “pero”. ¿No pecas demasiado de falsa modestia?. Porque a mí me da que pensar: si tú eres un ignorante… ¿qué soy yo entonces?
ja ja
Saludos y no dejes de escribir
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