(Atención, este artículo contiene información sobre el argumento del Ciclo de Trántor, de Isaac Asimov)
PSICOHISTORIA: … Gaal Dornick, utilizando conceptos no matemáticos, ha definido la psicohistoria como la rama de las matemáticas que trata sobre las reacciones de conglomeraciones humanas ante determinados estímulos sociales y económicos… Implícita en todas estas definiciones está la suposición de que el número de humanos es suficientemente grande para un tratamiento estadístico válido… Otra suposición necesaria es que el conjunto humano debe desconocer el análisis psicohistórico a fin de que su reacción sea verdaderamente casual. Enciclopedia Galáctica Fundación, de Isaac Asimov.
Discurre el año 12.066 de la Era Galáctica[1]. Hari Seldon, ilustre matemático de Trántor, ha caído en desgracia a ojos del Emperador. Sus catastrofistas pronósticos han levantado ampollas en la Corte. Los rumores se encadenan uno detrás de otro. “¡Se atreve a vaticinar nada menos que el fin del Imperio Galáctico!”. “¡Qué locura!”. “Dice apoyar sus conclusiones en esa absurda ciencia desarrollada por él y su equipo… ¿Cómo se llama? ¡Ah sí, psicohistoria! Una especia de mezcolanza de matemáticas, estadística, historia y psicología”. “Inaudito”. “El Emperador teme una reacción de pánico en masa si la noticia llega a la población. Planea deshacerse de Seldon y su gente”. “Sí, yo he oído que, de hecho, Seldon ya ha pactado con el Emperador su salida pacífica de Trántor. Se exiliará junto a sus seguidores en un planeta del confín de la galaxia… Términus creo que se llama. Un nombre muy apropiado, ¿no te parece?”.
Hari Seldon no sólo ha previsto la agonía y muerte del Imperio Galáctico, también el período de barbarie y decadencia cultural de treinta milenios de duración que le sucederá hasta el restablecimiento de un nuevo orden galáctico. El fin del Imperio Galáctico es ya un hecho. Nada, según los resultados de los análisis psicohistóricos llevados a cabo, puede hacerse ya por evitarlo. Sin embargo sí es posible actuar para reducir el caos posterior a tan sólo un milenio. Aprovechando la disposición del Emperador a deshacerse de él (que lo ve como una molestia, si no como una amenaza) le pone en bandeja una solución que satisface a ambos: se compromete a no airear sus ideas y a exiliarse junto con su equipo al remoto planeta Términus. El Emperador, naturalmente, accede. En Términus, con el pretexto de preservar todo el saber humano de la barbarie, Hari Seldon establece La Fundación, una especia de Alejandría Galáctica que atesora toda la herencia cultural de la humanidad. Ciencia, ingeniería, humanidades, arte, todas las disciplinas están representadas. Todas excepto una… ¡la psicohistoria!
Los motivos de tan misterioso olvido son a la postre revelados. La psicohistoria predice el acontecer general de la historia de la humanidad con bastante fiabilidad, tanto más cuanto mayor es el conjunto humano analizado (y Hari Seldon dispone nada menos que de la población de toda la galaxia), pero no es una ciencia exacta y difícilmente pueden introducirse en sus ecuaciones los caprichos humanos. La actuación azarosa de una sola persona o la aparición inesperada de un líder influyente, imposibles ambos de prever por la psicohistoria, podrían hacer peligrar la noble misión de La Fundación. ¿Cómo evitarlo? La solución es tan sencilla como inquietante: crear una Segunda Fundación formada exclusivamente por psicohistoriadores que protejan a la Primera Fundación de las desviaciones sobre la línea histórica óptima decidida de antemano, influyendo sutilmente en sus dirigentes para mantener los acontecimientos debidamente encauzados. Pero la efectividad del análisis psicohistórico radica en que los sujetos desconozcan que son objeto de análisis. Así pues, amparada en el secreto, la Segunda Fundación vela por la Primera, que desconoce la existencia de su gemela. Pero las cosas no siempre salen como se planean…
Si eres aficionado a la Ciencia-Ficción seguramente hayas reconocido en estos primeros párrafos la trama principal del Ciclo de Trántor[2]. Me ha parecido oportuno empezar esta entrega recordando el argumento de esta magna obra del gran Isaac Asimov porque hoy vamos a seguir hablando sobre nuestra particular Segunda Fundación de la economía: los bancos centrales. Quizás pueda parecer exagerado (bueno no, seguro que lo es) comparar a la Segunda Fundación con el BCE (Banco Central Europeo) o la Fed (Reserva Federal), pero confío en que al final del artículo puedas convenir conmigo en que, salvadas todas las distancias, la forma de proceder de una y otros no deja de guardar ciertos paralelismos.
En la novela Hari Seldon establece dos fundaciones, una pública encargada de salvaguardar los conocimientos que la humanidad ha atesorado a lo largo de su longeva historia, y destinada a ser la simiente de un nuevo Imperio Galáctico al cabo de un milenio, y otra de carácter secreto y oculto, guardiana de los intereses de la primera y garante de su predestinado objetivo. Hasta aquí bien, pero detengámonos un momento a reflexionar sobre el asunto, para lo cual propongo que nos proyectemos a Términus con la imaginación y supongamos que somos ciudadanos de la Primera Fundación. Y puestos a suponer, no pondremos en cuestión el hecho de que Hari Seldon es bienintencionado cuando opta por crear la Segunda Fundación: para él lo fundamental es reducir el colapso cultural que acontecerá tras el derrumbamiento del Imperio y acelerar el florecimiento de un nuevo orden político y social basado en el que ya hubo.
La pregunta es: ¿el fin justifica los medios? En tanto habitante de la Primera Fundación, ¿es aceptable que una organización secreta decida tu destino? Incluso asumiendo que en principio persigue tu bien, ¿quién te garantiza que también será así en el futuro? Y considerando el asunto desde una perspectiva democrática, ¿qué derecho tienen a inmiscuirse en los asuntos de la sociedad en la que vives? ¿Acaso han sido elegidos legítimamente para ello? ¿Es de recibo que actúen impunemente y en la sombra sin que sean debidamente moderados y controlados? Además, ¿qué pasa si no quieres refundar ningún nuevo Imperio Galáctico? ¿Por qué demonios tienen que empujarte en esa dirección? ¿No tienes derecho a intentar construir algo nuevo, algo mejor o al menos diferente?[3]
Estas cuestiones no son baladíes y, salvadas todas las distancias entre la ficción y la realidad, están en el eje del debate acerca de la independencia de los bancos centrales. Pero antes de seguir, creo que dejamos algo pendiente en la entrega anterior. Si no recuerdo mal formulamos una pregunta un tanto comprometida: ¿qué haría un gobernante si tuviese en sus manos la facultad de subir los tipos de interés (o sea, que su banco central no es independiente) y pensase que tal decisión tiene repercusiones negativas sobre sus perspectivas electorales. Considerábamos dos posibles respuestas:
a) Subimos los tipos de interés para deshinchar la burbuja, pese a que a corto plazo pueda ser una medida impopular.
b) Los mantenemos bajos aún a riesgo de que la burbuja explote el año que viene. Total, por un año más no va a pasar nada. Si ganamos las elecciones dispondremos de otros cuatro años para arreglarlo y si perdemos que se coman otros el marrón.
En fin, a juzgar por los comentarios que pusisteis en la entrega anterior sólo puedo decir una cosa: ¡pero mira que sois mal pensados! ¡La opción b ha ganado por goleada! Todos los que han votado lo han hecho por la b. En fin, ya se sabe, piensa mal y acertarás. Todos conocemos a la clase política. Un amigo mío los clasifica en dos grupos: los malos, formado por aquellos que venderían su alma al diablo por ganar unas elecciones, y los muy malos, o aquellos que venderían su alma al diablo por ganar unas elecciones después de haber vendido la de su madre.
Aún a riesgo de parecer ingenuo diré que realmente no sé cuál sería la elección de los políticos de nuestro ejemplo, pero también sospecho que la tentación de escoger la opción b podría llegar a ser irresistible. El problema de fondo es, en realidad, un conflicto de intereses. Y visto desde ese punto de vista, también la separación entre los poderes tradicionales puede entenderse como un modo de resolver conflictos de intereses que potencialmente ocasionarían terribles injusticias y perjuicios contra las libertades individuales.
Uno de los grandes dilemas para un gobernante a cargo de la política monetaria sería decidir cuándo conviene bajar o subir los tipos, pero de modo que tal medida se acomodase a las expectativas de la ciudadanía, a quien se debe y de cuya soberanía, en cierto sentido, es vehículo (y pretende seguir siéndolo todo el tiempo que pueda). Normalmente, cuando la economía va viento en popa no muchos abogan por la idea de ponerle freno. Ni la banca, que gana mucho dinero otorgando créditos, ni el resto de la industria, cuya cuenta corriente engorda al mismo tiempo que sus ventas, gustan de poner un contrapunto a la euforia consumista. Ni siquiera un sector importante de la ciudadanía es proclive a ello, ya que además de encontrar trabajo con facilidad, dispone de créditos baratos con los que mejorar su calidad de vida (a costa del dinero que ganará en el futuro, pero esa es otra cuestión). Sí, los bienes se encarecen… ¡pero cuesta tan poco financiarlos! Otros sin embargo, los que siempre pierden y menos voz tienen (mileuristas, jubilados y pensionistas con escasos ingresos, algún despistado que se equivocó de barrio o país al nacer), contemplan impotentes como los productos que antes estaban a su alcance se convierten en artículos de lujo. Sea como fuere, si se hincha una burbuja hay que evitar que explote a toda costa, así que alguien tiene que hacer de malo y apaciguar un poco los ánimos. ¿Quién? El Gobierno (recordemos que estamos suponiendo que él controla la política monetaria, de lo contrario la respuesta sería: el banco central). Pero ante la disyuntiva de correr el riesgo de pasarse o afrontar la posibilidad de quedarse corto, suele decantarse por el optimismo.[4]
Además de este, existen otros casos en los que un político podría subordinar los objetivos de la política monetaria a sus exigencias más acuciantes. En general se les recrimina que, si tienen la oportunidad, abusan de los recursos de política monetaria para quitarse de encima problemas económicos que les queman en las manos, aún a costa de un aumento de inflación a largo plazo que podría resultar muy perjudicial para la economía. Para ilustrarlo pongamos un ejemplo un tanto drástico.
Un gobierno ahogado por las deudas podría caer en la tentación de imprimir nuevo dinero con el que saldarlas de un plumazo. Este es un recurso fácil, pero al mismo tiempo terriblemente perjudicial para la economía. Si se abusa de él, la hiperinflación está servida. Lo normal es que los gobiernos que precisan de dinero para saldar sus deudas, lo recauden mediante subidas de impuestos, lo cual pese a su impopularidad, es en principio mucho menos peligroso que crear dinero de la nada[5]. Supuestos como este suenan extraños porque hoy en día están bastante superados, pero en el pasado el uso irresponsable de este recurso ha puesto en enormes aprietos a países enteros[6]. Antes, cuando la política monetaria estaba en manos del Gobierno, éste tendía a usarla como paliativo para salir del paso en circunstancias similares a la planteada. Toda la creatividad, imaginación y previsión que habían faltado para engendrar una economía sólida y competitiva, se suplían a golpe de bajada de tipos de interés o devaluación de moneda. Se hacía uso de un balón de oxígeno para ganar tiempo, pero si ese tiempo extra no se usaba para poner en práctica políticas fiscales adecuadas para corregir tan nociva pauta, se entraba en un círculo vicioso de difícil salida. Pan para hoy y hambre para mañana. Hoy en día una inflación superior al 3% se considera alta en Europa[7], pero preguntad a vuestros mayores si recuerdan haber vivido tasas por encima del 20%, a ver qué os dicen[8]. El gráfico 1 muestra la evolución de la inflación en España desde 1960 a 2002.
Grosso modo estas son, junto con la de proteger la estabilidad económica de la influencia que los grupos de presión, comúnmente denominados lobbies, ejercen sobre la política[9], las justificaciones que tradicionalmente se esgrimen para mantener las responsabilidades en materia monetaria lejos del alcance del poder ejecutivo, quien por otro lado no deja de sacar algún rédito de ello, pues implícitamente tal cisma lleva aparejado el lanzamiento de un tranquilizador mensaje al exterior: “Señores, somos un país serio. Nosotros no hacemos tejemanejes con la economía. Confíen e inviertan en nosotros. Su dinero está a salvo”. A falta de un soporte real para el papel moneda, el compromiso de no intervención política proporciona al mercado la seguridad que necesita, una garantía de estabilidad.[10]
En resumen, puede decirse que la creación de bancos centrales independientes no es sino un intento de proteger la estabilidad económica de las temperamentales decisiones de los gobiernos. Es de locos, los bancos centrales protegen a la economía de la irresponsabilidad de los gobiernos democráticamente elegidos, y que por tanto nos representan, o sea, ¿de nosotros mismos? Es esta una forma de paternalismo que no parece tener contrapartida: ¿quién protege a los ciudadanos y a los estados de las decisiones equivocadas de la Fed o del BCE? ¿Es que ellos son infalibles al interpretar los signos que ven en su bola de cristal? ¿Quién vigila al vigilante?
A partir de aquí el debate está servido. ¿Deberían limitarse la independencia de los bancos centrales o por el contrario, pese a sus imperfecciones, son el mejor de los modelos posibles? ¿Es más eficiente o más responsable un gobierno que carezca de control sobre la política monetaria? En fin, quizás a los ciudadanos nos vaya mejor así si, como ocurre a menudo, los intereses de los gobiernos no se corresponden exactamente con los de la ciudadanía.[11]
Quizás este debate no estaría sobre el tapete si no fuera porque tanto la Fed (y demás bancos centrales) como los reguladores bursátiles fallaron estrepitosamente al valorar los riesgos a los que estaba expuesto el sistema financiero[12]. Y en este punto no puedo resistir la tentación de volver a comparar a los bancos centrales con la Segunda Fundación de Asimov. Fijaos en que un banco central vigila el estado de la economía constantemente, e intenta mantenerla encauzada de forma que los parámetros que la definen alcancen un punto de equilibrio idóneo: inflación controlada, financiación al alcance de empresas y consumidores, disponibilidad de liquidez, PIB creciente, etc. Se puede establecer un paralelismo con la Segunda Fundación, en el sentido de que ésta también intenta mantener la evolución histórica de la Primera Fundación dentro de cauces saludables preestablecidos, de forma que el nuevo Imperio Galáctico sobrevenga en el menor tiempo posible. Ambas organizaciones llevan a cabo sus análisis, el uno de corte económico y la otra de carácter psicohistórico. Pero ningún análisis es perfecto y difícilmente es posible considerar todos los aspectos del complejo mundo real.
Si has leído la trilogía original, sabrás que la Segunda Fundación se topa con la horma de su zapato en la segunda novela, Fundación e Imperio: El Mulo, un mutante con indescriptibles poderes mentales somete a la Primera Fundación y trata de encontrar a la Segunda para aniquilarla y afianzar así su poder. Obviamente una anomalía harto improbable como El Mulo no tenía cabida en las ecuaciones psicohistóricas, que por su naturaleza estadística sólo ofrecen resultados fiables al tratar con grandes masas de población. Debido a ello no fueron previstos ni su advenimiento ni sus efectos sobre el plan trazado por Hari Seldon. La Segunda Fundación se enfrenta al triple reto de luchar por su propia supervivencia, derrotar a El Mulo y volver a encarrilar a la Primera en la senda prevista. Si tenéis curiosidad por saber si lo consigue y cómo, tendréis que leer las novelas.
De forma parecida la Fed no previó que la banca de inversión de Wall Street, en connivencia con la relajada valoración de riesgo de las agencias de calificación, aprovechaba la burbuja inmobiliaria para inundar el mercado financiero de productos sustentados por hipotecas de dudoso cobro, concedidas a personas de escasa solvencia. Durante mucho tiempo, sus pronósticos para la economía y sus decisiones de política monetaria no tuvieron en absoluto en cuenta que la banca privada estaba terriblemente expuesta a una eventual caída de la vivienda, tras haber hecho acopio de activos tóxicos durante años[13].
Muchos han sido los errores que explican que tan letal veneno no fuera advertido en las ecuaciones psicohistóricas de la Fed, pero seguramente los más importantes fueron la liviandad de una normativa muy permisiva y, a todas luces, insuficiente, y el poco celo puesto por las instituciones reguladoras en el ejercicio de sus funciones de supervisión y control. No obstante, este será tema para una futura entrega. En esta quisiera terminar de desarrollar algunos aspectos que atañen a la autonomía de los bancos centrales.
A pesar del traspiés de la Crisis Subprime, a estas alturas creo que todos entendemos las razones, se compartan o no, por las cuales los bancos centrales disfrutan de plena autonomía para ejercer sus funciones. Hemos visto que no parece buena idea dejar las decisiones sobre política monetaria en manos de nuestros gobernantes y hemos dado algunos argumentos para ello: prevenir la influencia de los ciclos electorales sobre la estabilidad de precios a largo plazo, evitar que la presión de los lobbies sobre el poder ejecutivo pueda contaminar la economía, y frustrar la tentación de usar irresponsablemente los instrumentos de política monetaria como bálsamo para aliviar el resultado de una mala gestión económica. También hemos visto el precio que hay que pagar por ello: los gobiernos democráticamente elegidos (en definitiva nosotros) pierden el control sobre uno de los pilares de la política económica.
Es evidente que, para que este esquema tenga sentido, es preciso que las decisiones de los bancos centrales se tomen en base a criterios técnicos, no políticos, pues de lo contrario más hubiese valido quedarnos como estábamos[14]. Debido a ello, los cargos en los bancos centrales están ostentados por economistas, que analizan la situación económica desde un punto de vista estrictamente técnico y toman las decisiones que creen más adecuadas para estabilizar los precios y respaldar el crecimiento económico. Este es el quid de la cuestión: no toman las decisiones que los gobiernos necesitan, sino las que la economía necesita; hacen lo que técnicamente es más acertado o recomendable, dejando a un lado otros intereses políticos o sociales. Si habéis entendido esto estáis preparados para, si no apoyar, sí transigir con la autonomía de los bancos centrales. Se sobreentiende que las decisiones en materia monetaria que toma el banco central, ya son las más objetivas, las más adecuadas para la economía, así que, ¿por qué el Gobierno debiera de tomar otras distintas? Si lo pensáis un poco seguramente lleguéis a la conclusión de que estaría incurriendo en mala praxis monetaria en beneficio propio, de terceros (sospecho que no precisamente de sus votantes), o simplemente porque carece de imaginación o habilidad para resolver los problemas de la ciudadanía sin recurrir a atajos, esto es, sin hacer trampa.
Tal vez se entienda mejor lo que quiero decir si establecemos un símil con otra disciplina, como por ejemplo la medicina. Cuando alguien no se encuentra bien acude al médico, quien diagnostica la enfermedad y prescribe un tratamiento que, además de tener en cuenta los síntomas del paciente, considera también otros aspectos de interés, como si es alérgico a alguna sustancia, si está tomando otros medicamentos o si hay antecedentes familiares. Se presupone que tanto diagnóstico como tratamiento son correctos y adecuados al caso particular del paciente, ya que han sido realizados por un experto en la materia y se ha seguido una metodología precisa, contrastable y objetiva. Sería poco creíble que alguien sin estudios ni experiencia médicos rehusase una prescripción avalada por profesionales de la medicina. Pero aún lo sería menos que encima tratase de imponer un tratamiento propio desaconsejado por la comunidad médica.
En definitiva, si las cosas son así, ¿para qué subordinar la política monetaria al Gobierno, cuando si toma decisiones adecuadas éstas deben parecerse a las del banco central, y si no se parecen es que no son adecuadas? Desde este punto de vista, parece incluso recomendable que los gobiernos renuncien a la política monetaria y la pongan en manos de bancos centrales independientes, pues al menos se evitan malas tentaciones y se garantiza que las decisiones que se toman son las más académicas. Francamente, habida cuenta de la escasa calidad de nuestra casta política, seguramente nos vaya mejor así, aunque es solo una opinión.
Porque se podría argüir que, para evitar desmanes en el uso de la política monetaria, no es preciso desvincularla del Gobierno, sino exigir de él una mayor responsabilidad en su ejercicio. Al fin y al cabo, ¿no cuenta con gabinetes técnicos que le asesoran en materia económica? No cabe negar la legitimidad de este argumento, o al menos no seré yo quien lo haga, pero al mismo tiempo creo que conviene subrayar su candidez y falta de realismo. Francamente, exigir neutralidad a un político es, sencillamente, pedirle peras al olmo. Y si bien es cierto que cuenta con asesores expertos en economía, no lo es menos que o bien están entregados a la causa, o bien no tienen la última palabra. Una tenue frontera separa al economista del maquillador. Pero es que además volvemos a lo de antes: si demandar mayor responsabilidad monetaria significa exigir la aplicación de recetas técnicas e imparciales a los problemas de la economía, ¿acaso no garantiza mejor este compromiso el banco central, cuya actuación obedece precisamente a criterios técnicos?[15]
Indefectiblemente, todos nuestros razonamientos acaban por conducirnos a la misma conclusión. Parece haber una lógica inapelable en los argumentos a favor del cuarto poder, esto es, de la autonomía de los bancos centrales. Y lo triste del asunto es que tal lógica está basada en un hecho profundamente desolador: no se puede confiar en que los gobiernos actúen honesta e imparcialmente en materia de política monetaria (¡ay, si sólo fuese en esta materia!). En cualquier caso y pese a ello (o quizás por ello), la solución de renunciar a esta competencia en favor de una autoridad monetaria independiente torna a ser razonable. A condición, eso sí, de que ambas instituciones, Gobierno y banco central, cooperen estrechamente en aras de un crecimiento económico sostenido, algo que en el caso español queda consignado en el artículo 7.2 de la LABE[16]:
Sin perjuicio del objetivo principal de mantener la estabilidad de precios y del cumplimiento de las funciones que ejerce en tanto miembro del SEBC en los términos del artículo 105.1 del Tratado, el Banco de España apoyará la política económica general del Gobierno.
No queda otra, si la gestión de la economía se reparte entre dos órganos, ambos deben de colaborar, de lo contrario este esquema no funcionará. Se trata de un matrimonio de conveniencia en el que el Gobierno marca las directrices de política económica[17], en tanto el Banco de España tiene la obligación de respaldarlas…, hasta cierto punto. En efecto, el propio artículo indica inequívocamente cual es la línea roja que no puede traspasarse: la estabilidad de precios, que queda configurada como objetivo primordial del Banco de España y del BCE. Mientras el Gobierno diseñe políticas fiscales que no atenten contra este objetivo, el Banco de España las acompañará, en otro caso el divorcio está garantizado (y además amparado por ley).
Ya vimos más arriba algunos ejemplos de cómo los gobernantes pueden usar la política monetaria para mejorar artificialmente una mala situación económica. Pero como venimos también diciendo, los gobiernos de aquellos países que han otorgado autonomía a sus bancos centrales no pueden, en principio, hacer trampa. No obstante es muy posible que en un contexto de inflación controlada el banco central determinase motu proprio bajar los tipos de interés, apoyando así de forma natural los planes del Gobierno. Por el contrario, en un entorno de inflación creciente el Gobierno haría mal en cifrar sus esperanzas en una eventual bajada, pues casi con total seguridad no se produciría. Y sugerirle al banco central que aún así lo hiciera, supondría, además de inmiscuirse en asuntos que no le competen, arriesgarse a recibir un corte institucional tal que ”Señor, la política monetaria no está pensada para usted, haga bien sus deberes que nosotros haremos los nuestros”[18]. En tal situación ningún banco central que se precie pondría en marcha medidas que estimulasen aún más la inflación, pues significaría, además de empeorar las cosas (monetariamente hablando), ir en contra de uno de sus objetivos capitales.
Lo cierto es que, a pesar de que la relación entre ambas instituciones pueda vivir momentos muy tensos (especialmente en Europa, dada la particular idiosincrasia de su sistema financiero), en general este esquema no parece funcionar mal. En efecto, si a las cifras nos atenemos y dejando la Crisis Subprime a un lado (que es mucho dejar, pero bueno), no cabe duda de que la autonomía de los bancos centrales ha traído mayor estabilidad a la economía. Observemos el gráfico 2, que muestra la relación entre inflación e independencia monetaria en algunos países. El eje de abcisas representa la autonomía de los bancos centrales con respecto al ejecutivo: a mayor valor, más independencia[19]. El eje de ordenadas muestra el nivel de inflación para cada país. Es fácil comprobar que aquellos países que han dotado de mayor independencia a su banco central, disfrutan por lo general de tasas de inflación más reducidas[20]. Este logro no se puede pasar por alto y supone en la práctica un fuerte espaldarazo al cuarto poder.
No es el único, los datos recogidos durante el último siglo indican que la amplitud de los ciclos económicos se ha ido reduciendo a lo largo del tiempo, lo que en Román Paladino significa que las recesiones son cada vez menos intensas (al igual que los períodos de crecimiento; una cosa lleva a la otra: a mayores subidas, mayores caídas). Este hecho queda recogido en el gráfico 3, que muestra los vaivenes del PIB estadounidense entre 1955 y 2005. En él se puede apreciar que, por lo general, la envergadura de los ciclos económicos desciende claramente. El gráfico 4 muestra la evolución de la inflación en EE.UU. a lo largo del mismo período de tiempo. Puede apreciarse que después de la Segunda Guerra Mundial, con excepción del repunte provocado por la Crisis del Petróleo de los años 70, la inflación se ha mantenido claramente por debajo del 5%. Por último, ya hemos visto que el gráfico 1 pone de manifiesto la reducción de inflación que se produjo en España hasta la adopción de la moneda única europea.
Insisto en que todas estas consideraciones son dejando a un lado la Crisis Subprime, lo cual probablemente no sea muy acertado. Si lo hago es para recalcar el hecho de que durante mucho tiempo la independencia de los bancos centrales y su empeño en mantener controlada la inflación, parecen haber funcionado. Indudablemente, a la luz de la Crisis Subprime, las instituciones monetarias deben ser revisadas y mejoradas.
Paradójico camino el nuestro, empezamos poniendo en entredicho la legitimidad de la autonomía de los bancos centrales y al final del recorrido concluimos que, a la luz de la lógica más pragmática y según las obstinadas estadísticas, es seguramente el menor de los males, si es que no la mejor de las soluciones. Sea, pues, el cuarto poder, ¡pero no cualquier cuarto poder! Sea una autoridad monetaria independiente de veras, no permeable a intereses maniqueos, reprobables u opacos, cuyas decisiones destierren la discrecionalidad y sean inspiradas por el más pulcro sometimiento a los principios técnicos que deben dirigirla, y leal a los objetivos que le han sido encomendados (a todos los objetivos, que no todo en un banco central es política monetaria) para el bien de la sociedad en su conjunto (no del sector bancario en particular). Pero sea, sobre todo, un cuarto poder transparente.
¿Es mucho pedir? Quien así piense, considere que el peaje exigido no es otro que el de la coherencia con los argumentos que los propios economistas esgrimen a favor de la independencia de las instituciones monetarias, de los que hemos venido hablando a lo largo de esta entrada y de la anterior. Este es el trato, que en términos matemáticos puede ser expresado por una doble implicación: el banco central se compromete a cumplir todos sus objetivos, mostrándose inmune frente a cualquier tipo de influencia que lo aparte de ellos, conduciéndose bajo criterios estrictamente técnicos, sí y sólo sí, goza de independencia para hacerlo. Así que, si convenimos en otorgarle la autonomía demandada, ¿qué mínimo que exigir como contrapartida la observancia de las condiciones que la justifican? Es justo, o incluso mejor, es lógico.
Pero no basta, para garantizar que el pacto se ejecuta en los términos acordados es preciso hacer un seguimiento continuo y exhaustivo. Según hemos visto, cabe renunciar al ejercicio activo de la política monetaria en aras de una economía más estable, pero ¿y a su supervisión? En mi humildísima opinión (aunque yo no soy nadie) no. Ya lo vimos en la entrega anterior, es importante que haya mecanismos de pesos y contrapesos que permitan a un poder oponerse a los otros, de modo que todos se atemperen entre sí. Y si bien estos mecanismos son bastante exiguos en el caso del cuarto poder (frente a sus decisiones el estado sólo cuenta con el universal derecho de pataleta), lo cierto es que al menos un compromiso de transparencia ata a la mayoría de ellos.
Y es precisamente la transparencia el factor clave para determinar la credibilidad de los bancos centrales. No sólo tienen que hacer bien su trabajo, además tienen que explicar detalladamente qué hacen y cómo lo hacen, pues es el único modo de inspirar confianza a los demás poderes públicos y por extensión a la ciudadanía, así como de valorar su labor. No es de extrañar, pues, que nuestro siguiente paso vaya encaminado a preguntarnos de qué modo los bancos centrales implementan esa transparencia y si es suficiente (¡nunca es suficiente!). Porque, con toda franqueza, ¿son de fiar los banqueros?
… (Aquí una pausa, no especialmente incómoda, simplemente para reflexionar)…
Esta clase de preguntas son más fáciles de formular que de contestar, y como me temo que acometerlas podría alargar dramáticamente este artículo, creo que es más conveniente dejarlo para la próxima entrega. Aunque no sin antes plantearos un terrible dilema que podéis dirimir en los comentarios que tengáis a bien poner a pie de este artículo. ¿Quién es más confiable, un político o un banquero? Para simplificar, consideraremos únicamente estas posibles respuestas:
a) El político, a pesar de todas las mentiras que me larga.
b) El banquero, a pesar de todas las comisiones que me cobra.
c) El político, no espera, el banquero, un momento, no, el político, estoooo… aguarda, el banquero… ¡Arrrgghhh! Recursive system error: process collapsed due an infinite cycle.
Y aquí lo dejamos por hoy. Sé que en la anterior entrada prometí hablar sobre el esotérico y opaco modo de expresarse de los presidentes de los bancos centrales, pero el artículo estaba quedando más largo de lo que había planeado y no quisiera empacharos con un tema de tan pesada digestión. Si no os parece mal lo dejaremos para la próxima entrega, en la que abordaremos la transparencia de los bancos centrales y hablaremos sobre un interesante debate que se ha generado en el seno de la sociedad norteamericana: ¿conviene ampliar los poderes del Congreso para auditar a la Fed?[21] De prosperar esta iniciativa obligaría a desandar parte del camino que ha conducido hasta la independencia de los bancos centrales.
Después de todo, si la Segunda Fundación falla, quizás el Imperio deba tomar cartas en el asunto…
(Este artículo forma parte de la serie El Universo Subprime. Si te ha gustado puedes continuar leyendo la siguiente entrada de la serie)
[1] Fecha aproximada calculada a partir de los datos que aporta la referencia a la Enciclopedia Galáctica que aparece al comienzo del primer capítulo de Fundación. En ella se indica que Hari Seldon nació en el año 11.988 de la Era Galáctica (-79 de la Era Fundacional) lo que da a entender que el año 1 E.F. debe coincidir con el 12.067 E.G., dos años antes de la muerte de Seldon, fechada en el 12.069 E.G. en la misma nota. Teniendo en cuenta que la comisión que juzgó a Seldon le concedió seis meses para emigrar junto con su equipo (alrededor de 100.000 personas, de los cuales tan sólo 51 eran matemáticos) a Términus, el juicio y el revuelo que levantó debieron ocurrir en torno al año 12.066 E.G.
[2] Personalmente me encanta la trilogía original (Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación), algo menos, aunque también, las dos siguientes entregas (Los límites de la Fundación y Fundación y Tierra), me parece floja la primera precuela (Preludio a la Fundación) y no he leído, ni sé si lo haré, la segunda (Hacia la Fundación).
[3] La expresión Refundación del Capitalismo fue acuñada y popularizada por Nicolas Sarkozy, Presidente de la República de Francia, a finales de 2008. Se trata en definitiva de poner un corsé más estrecho al Capitalismo de modo que los desmanes que han conducido a la Crisis Subprime puedan prevenirse en el futuro. Obviamente es un intento por implicar más a los estados en el control de la actividad económica a través de una mejor regulación, en contra de las tesis neoliberales que apuestan por una economía libre de trabas y autorregulada. Se salva así al Capitalismo, que volvería (esperemos) a mostrar una cara más amable. Sin embargo, al hacerlo se presupone que no hay nada más allá (lo cual probablemente sea cierto) y se impide, y esto es tan sólo un ejercicio de imaginación gratuito, la gestación de un nuevo sistema.
[4] Sin ir más lejos podemos citar un par de ejemplos de esta clase de optimismo a costa de la burbuja inmobiliaria española. En el año 2002, Francisco Álvarez-Cascos, Ministro de Fomento, realizaba estas declaraciones publicadas en El Mundo el 16 de octubre de 2002: “Si la vivienda sube es porque muchos españoles pueden pagarla”. La subida de precios de la vivienda era un problema que comenzaba a ser alarmante. Lo destacable de la declaración no es tanto la magnitud del problema (que ya pesaba lo suyo aunque aún le quedaba mucho recorrido), sino la actitud con la que se afrontaba (básicamente ninguna, se daba a entender que el problema no existía). Unos años después, Pedro Solbes, Ministro de Economía, poco después de haber ganado las elecciones generales del 9 de marzo de 2008, mantenía las previsiones de crecimiento para 2009 en el 3,1%, según recoge este artículo de La Vanguardia publicado el 1 de abril de 2008, a pesar de que había signos visibles de deterioro. Para ser justos con él, en ese mismo artículo también declaraba que, a pesar de mantener las previsiones, había un “claro riesgo a la baja”. Lo destacable de la noticia en este caso es que ese “riesgo a la baja”, a pesar de ser “claro”, se mantienen en un segundo plano, en tanto el mensaje final es “seguimos pensando que el crecimiento será de un 3,1%”. Cuatro meses después se rebajaban las previsiones al 1,6%, según información recogida en La Vanguardia el 24 de julio de 2008.
[5] A pesar de su peligrosidad, la impresión de dinero se está usando en la actualidad para mitigar los efectos de la Crisis Subprime, según puede leerse en este artículo de El País, publicado el 10 de mayo de 2009. Puede que esté justificado hacerlo en períodos de recesiones severas, aunque hay controversia acerca de ello. El temor de poner en práctica esta medida estriba en que inundar el mercado de dinero generalmente dispara la inflación. La Canciller alemana Angela Merkel se pronunciaba recientemente en contra, según puede leerse en este artículo publicado el 3 de junio de 2009 en El país.
[6] A lo largo de la historia hay muchos ejemplos de hiperinflación provocada por el mal uso de la política monetaria, aunque quizás el caso más espectacular sea el de la hiperinflación alemana durante la República de Weimar.
[7] El BCE tiene como objetivo mantener la inflación por debajo del 2%, según se puede ver en su sitio web.
[8] El gráfico 1 muestra la evolución de la inflación en España durante la segunda mitad del siglo XX. Fuente: Evolución de la inflación en España, División de Investigación del IESE, Universidad de Navarra.
[9] Los lobbies o grupos de interés están presentes en todos los sectores de la sociedad y tratan de influir sobre la clase política para conseguir sus objetivos. Hipotéticamente, una organización que hubiese solicitado un préstamo cuantioso y desease saldarlo al menor coste, podría estar interesado en que se generase inflación, ya que así devolvería la cantidad nominal de la deuda pactada, que sin embargo tendría un valor real menor como consecuencia de la subida de precios. Se trataría de un modo encubierto de pagar menos intereses. Grandes corporaciones podrían también estar eventualmente interesadas en mantener los precios de sus productos en niveles artificialmente altos, para lo que podráin tratar de presionar al Gobierno.
[10] Esta frase, bastante buena por cierto, no es mía. Se la debo a Kartoffel, quien la vertió en un comentario que tuvo a bien poner en la entrega anterior, además de proporcionar datos estadísticos muy interesantes, algunos de los cuales aparecen en este artículo. Agradezco igualmente la intervención de otros contertulios, como J o Naeros, por mencionar a algunos, cuyas aportaciones permitieron discutir algunas interesantes líneas de debate. Sus opiniones han sido tenidas en cuenta para condimentar y enriquecer este artículo.
[11] En muchas ocasiones los políticos, en vez de resolver los ya existentes, crean nuevos problemas que afectan a la ciudadanía sin que parezca importarles demasiado. Cito como ejemplo, aunque no tenga nada que ver con economía, la renovación de los miembros del Tribunal Constitucional y del CGPJ, que se ha demorado por espacio de dos años por culpa de las disputas entre los partidos mayoritarios por incluir en el mismo a personalidades, digamos, afines. Léase el culebrón en este artículo de El País publicado el 16 de marzo de 2009. ¿Suponen nuestros legítimos representantes que la ciudadanía está interesada en una Justicia inoperativa?
[12] Ben Bernanke, Presidente de la Fed, pensaba que el efecto de la debacle inmobiliaria en EE.UU. sería limitado y que no se extendería significativamente al sistema financiero. En octubre de 2007 Bernanke declaró literalmente que “el sistema bancario es saludable”. Fuente: Cinco Días, 26 de agosto de 2009.
[13] Ver nota anterior.
[14] En última instancia los cargos directivos de los bancos centrales son propuestos por el poder ejecutivo y confirmados por el legislativo, lo cual es lógico desde una perspectiva democrática, ya que así no puede decirse que no emanan del pueblo. Esto, en principio, no debiera socavar la independencia que tienen atribuida, aunque hay quien piensa lo contrario. El congresista republicano Ron Paul ha manifestado en su sitio web que “ninguna organización es apolítica si depende del Presidente para que nombre a su jefe”.
[15] Se entiende que si la Fed es apolítica sólo puede decidir en base a criterios técnicos.
[16] El texto íntegro de la LABE (Ley de Autonomía del Banco de España) puede consultarse en el sitio web del Banco de España. El artículo 7.2 citado hace referencia a su vez el 105.1 del Tratado de la Unión Económica y Monetaria, que empieza así: “El objetivo principal del SEBC será mantener la estabilidad de precios. Sin prejuicio de este objetivo, el SEBC apoyará las políticas económicas generales de la Comunidad…” Los interesados en profundizar en el Tratado de la Unión Económica y Monetaria pueden dirigirse al sitio web del BCE.
[17] Siguiendo el mandato de la Constitución Española en su artículo 97, el Gobierno dirige la política económica, que es parte de la política interior: El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado.
[18] En este artículo publicado el 25 de enero de 2006 en la venezolana analítica.com se cuenta una interesante anécdota según la cual Ronald Reagan presionó al entonces Presidente de la Fed, Paul Volcker, para que apoyase su reelección bajando los tipos de interés.
[19] La cuestión de medir la independencia de bancos centrales de distintos países puede plantear dificultades. En su estudio Central bank independence and macroeconomic performance: some comparative evidence, Alesina y Summers ofrecen algunos criterios: relación institucional entre el banco central y el poder ejecutivo, procedimiento de designación y destitución de la dirección del banco central, la presencia del Gobierno en los órganos de decisión del banco central o la frecuencia y contactos entre el ejecutivo y el banco.
[20] Fuente: Central bank independence and macroeconomic performance: some comparative evidence, de Alesina y Summers. Para su consulta seguir enlace en nota anterior.
[21] Me refiero a la propuesta de ley Federal Reserve Transparency Act.
[22] Non-free media use rationale for Foundation and Empire:
Descripción: Portada de la novela “Foundation and Empire”.
Fuente: De la captura digital de la portada de la novela en Wikimedia Commons. El Copyright pertenece al editor o artista. “Fair use” de la imagen.
Artículo: El Universo Subprime – Fundación…
Porción usada: Portada de la novela, una pequeña porción del producto comercial.
Baja resolución: Sí.
Propósito de uso: La imagen sirve como identificación visual de la novela. Ilustra un artículo divulgativo que usa la obra de Asimov como referencia para establecer una comparación entre el El Mulo y las causas de la Crisis Subprime en el sistema financiero.
Reemplazable: No hay una imagen de libre uso equivalente a la portada de la novela, por lo que la imagen no puede ser reemplazada.
Otra información: El uso de la portada no afecta al valor del trabajo original, no limita los derechos de copyright, ni facilita la distribución del original. En particular, no puede ser usada para crear copias ilegales de la novela.
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{ 40 } Comentarios
Sobre tu petición de “quién es más de fiar…”, mi respuesta es obvia: el banquero. Al menos el banquero no te engaña: preside un sociedad mercantil con ánimo de lucro (y si puede ser de lucro-que-te-pasas, mejor), así que ya sabemos que su objetivo no es Paz y Amor en la Tierra, sino forrarse. En cambio, se supone que los políticos, que son nuestros empleados, deberían servirnos a nosotros, y trabajar por nuestro bien… y es evidente que va a ser que no. Es mi opinión, seguro que un poco a contracorriente…
Hablas maravillas de la independencia de los Bancos Centrales… sí, en teoría, pero ¿lo son de verdad?. ¿Cómo es posible que la FED haya emitido tales monstruosas cantidades de dólares literalmente caídos del cielo, para enjugar activos tóxicos de bancos irresponsables? Han casi duplicado en un año la masa monetaria de USA, y eso no debe ser nada bueno, me temo… o sí, para según quién. Pregúntale al ínclito Alan Greenspan qué tipo de decisiones completamente erradas tomó (com mantener los tipos bajísimos tanto tiempo) y por qué… bueno, a Greenspan y a Bush Jr…
Ahora se cumple el aniversario del batacazo de Lehman Brothers, con la polémica ¿fue bueno o malo dejarlo caer? En mi opinión, todo el muindo debería haber sido consecuente con sus principios capitalistas: Banco que la caga, se lolleva lo corriente (o como sea el refrán). Y sin embargo, hemos vivido con estupefacción el síndrome de “demasiado grande para dejarlo caer”. Tiene bemoles el asunto: Los banqueros se forran a base de vender humo disfrazado de lagarterana, y cuando el disfraz explota, vamos nosotros, los contribuyentes, con nuestra pasta, corriendo a salvarles. NO, SEÑOR. La darwiniana Ley capitalista dice que, si haces mal tus deberes, quiebras, los accionistas pierden sus dineros, los defraudadores acaban entre rejas y los listos que quedan son más fuertes… Pero nones. Está muy bien esta técnica capitalista noecon de “cuando gano dinero, lo gano yo; cuando lopierdo, lo pierdes tú”. Si esto va a ser así, nacionalicemos la banca, como Mitterrand hizo en Francia en los ochenta, y al menos cuendo ganen dinero, lo ganaremos los contribuyentes…
Vale, que m’enervo…
Por cierto, ¿cómo que le preguntemos a nuestros mayores qué pasaba con inflaciiones del 30%? ¡Yo he vivido esas inflaciones los últimos años 80, con unos impactos brutales en el poder adquisitivo (los salarios igual subían un veinte, pero salías perdiendo… mucho). Sólo los pactos de la Moncloa consiguieron parar un poco la sangría… eso y los garabos que hacía el INE para dar la cifra que le dejaban dar desde la Moncloa, pero esa es otra historia y será contada en otro momento… je je.
Un último apunte: ¿Por qué llamas Isaak a Isaac? En ruso su nombre se pone de otra manera, pero tanto en inglés (se nacionalizó estadounidense) como en español es Issac… En fin, supongo que será manías, de las que yo tengo un rato…
Saludos
Por cierto: ¿He dicho ya que te ha salido un artículo realmente extraordinario? Pues si no lo he dicho, lo digo ahora: ¡PEAZO DE ARTÍCULO, amigo! Sigue así (pero no tardes tres meses en deleitarnos con la próxima… porfa)
Fé de erratas: No se puede escribir deprisa: vaya bazofia de comentario he hecho, que tiene más erratas que todos los artículos publicados en elcedazo desde el principio, juntos…
Además, quería decir “últimos años 70″, no “últimos años 80″. Y no es Issac, sino Isaac. Qué desastre. En fin, otra vez será.
Un post con mucha chicha, mola voy a ver si termino de digerirlo y añado un par de notas al pie (y eso que el artículo está bastante currado y completo). Muy chulo
Sobre la duplicación de la masa monetaria que comenta Macluskey, es un tipo de maniobra de “no usar salvo en caso de emergencia”, una forma muy extraña de política monetaria que se utiliza cuando los bancos centrales no pueden bajar más los tipos de interés (por ejemplo, cuando están ya muy cerca del 0%). Yo mismo no entendía muy bien lo que era hasta que escribí este texto para tratar de aclararme: http://potatoffel.appspot.com/static/quantitative-easing.html
Bueno, allá voy: en primer lugar, la analogía con la Fundación es sorprendente pero efectiva (en particular, la caracterización de la crisis financiera con un “Mulo” de la política monetaria es muy ingeniosa, me ha gustado mucho). Quizás los límites de la analogía estén en el hecho de que la Segunda Fundación necesitaba ser secreta para ser efectiva; no obstante, está muy bien traído porque el debate sobre este “efecto” tiene un papel central en la teoría de la banca central de las últimas décadas. Se señala habitualmente que una de las claves de la efectividad de la política monetaria es que los agentes económicos confíen en que el BC va a actuar justo como “debería” actuar (la inflación “óptima” es la que coincide con las expectativas). Esto es así puesto que el principal factor que determina las trayectorias de los niveles de precios, la inflación, el tipo de interés… son las expectativas que tienen los agentes sobre el futuro, y la credibilidad del BC influye en la formación de las expectativas. Por lo tanto, el BC no sólo toma acciones pensando en sus efectos a corto plazo, sino en los efectos a medio y largo plazo por medio de su influencia en las expectativas.
Esto quizás es un poco incomprensible sin entender el paradigma de los “precios rígidos” y su relación con los ciclos económicos. La macro moderna (lo que se conoce como New Keynesian Economics) concluye que si los precios y salarios son “rígidos” (no se pueden ajustar inmediatamente o es costoso hacerlo), entonces los ‘shocks’ reales sobre la demanda pueden causar recesiones parecidas a las del antiguo keynesianismo (también causarían inflación extra si esos ‘shocks’ son de signo contrario, se ‘recalentaría’ la economía). Entonces, los agentes no ajustan los precios teniendo en cuenta (‘sólo’) la situación presente, sino la futura (las expectativas). Si no hay shocks o el BC los contrarresta de modo que la inflación final sea la que se esperaba, entonces ni se produce ‘sobrecalentamiento’ ni recesión (simplificando un poco).
Por lo que comenté hace un párrafo (que me voy por las ramas), muchos macroeconomistas son partidarios de que el BC tenga un objetivo de inflación. El Bank of England, por ejemplo, tiene un objetivo del 2% anual. El BCE tiene un objetivo más confuso, un “cerca del 2%, pero por debajo del 2%” (a alguien, creo que a Lars Svensson, no le convencía esta definición y propuso un objetivo “normal”). La Fed no lo tiene (oficialmente). El propio Bernanke era partidario de tener un objetivo de inflación como otros BCs (como el de Inglaterra o Canadá)
Insistiendo más en lo mismo, cuando dices “es precisamente la transparencia el factor clave para determinar la credibilidad de los bancos centrales” no fallas ni en un milímetro. He leído a “gente sabia” (creo que Woodford en concreto, de nuevo) defender fieramente la misma idea: la política monetaria debe ser transparente, los BCs deben explicar sus decisiones para obtener la credibilidad que refuerza sus acciones y tienen que evitar resultados inesperados, puesto que generarían inestabilidad (y la labor de un BC es justo la contraria).
Esto es más o menos la “ortodoxia”. No obstante, creo que la nueva crisis, habiendo abierto nuevos desafíos en la teoría, también los debe abrir en la práctica. En particular, parece que no se le había dado suficiente importancia al sistema financiero. No obstante, el mismo Bernanke es un experto en los aspectos financieros de la Gran Depresión: cómo los daños del sistema financiero destruyeron el enlace ahorro → inversión agravando la Gran Depresión. El modelo Bernanke – Gertler del “acelerador financiero” sugiere que shocks “pequeños” pueden producir grandes variaciones en la economía al ser amplificados por la reacción del sistema financiero ante la situación.
Un último enlace, porque encaja en el debate: Willem Buiter apuntando que se deberían eliminar las reelecciones (para reducir la posibilidad de que el ‘chairman’ de la Fed actúe favoreciendo al Gobierno para obtener la reelección) y prolongar los mandatos, como en el BCE: http://blogs.ft.com/maverecon/2009/07/should-fed-chairmen-go-around-kissing-babies/
@Kartoffel: Magnífico comentario. Da gusto leer a gente que sabe.
Como esta serie va de “La Crisis Subprime”, creo que viene a colación que recomiende vivamente un libro que he acabado de leer hace un par de semanas: “El hombre que cambió su casa por un tulipán”, de Fernando Trías de Bes.
En él, Trías de Bes pasa revista a una serie de crisis financiero-especulativas que han ocurrido: La de los tulipanes de Holanda, Siglo XVII, la de la Compañía de los Mares del Sur, en Londres en 1713, La Gran Depresión, La crisis inmobiliaria japonesa de los años 90, y la actual crisis subprime… para llegar a la conclusión evidente de que SON TODAS IGUALITAS. Los humanos no aprendemos, es evidente. Muy bien explicado todo.
Pocas cosas nuevas me ha enseñado, ciertamente, pero está todo tan perfectamente organizado y explicado de tal modo que queda claro como el agua… y no, no soy primo de Fernando Trías de Bes, ni le conozco ni nada… pero cuando algo está bien, está bien.
Espero que os sirva la recomendación.
Saludos
Muy bueno al artículo y genial la analogía con las Fundaciones! Además parece que ya tenemos comentarios de nivel, este sitio es increíble
Con respecto al artículo hay una suposición que me escama en todo ello. Repites varias veces que el BC debe tomar sus decisiones de manera apolítica, es decir, técnica. Ahí veo yo un problema, y es que en los últimos tiempos, a base de leer el blog de Paul Krugman, tengo la impresión de que la teoría económica tiene diferentes ramas. Haciendo una analogía con la física, es como las teorías unificadoras (las supercuerdas, etc). Son teorías mejores o peores, pero en general no están del todo comprobadas o tienen agujeros. Lo digo sin desmerecer a la economía, simplemente constatar lo que he observado, que por otro lado me parece normal. Al fin y al cabo la economía se basa no sólo en los datos sino en las espectativas de la evolución de la población, y analizar eso es prácticamente imposible sin simplificaciones que dejen huecos en algún lado. Como muestra, este comentario de Krugman en su último post que evidencia una corriente de pensamiento diferente (y que cree errónea):
@Macluskey, con respecto a las ayudas a los bancos y Lehman Brothers, tal y como yo lo veo es elegir entre malo y peor. Es decir, cuando las cosas van bien ellos se forran, cuando van mal perdemos todos. Y parece ser que sin las ayudas de los gobiernos perderíamos más, porque hemos llegado a un grado de dependencia probablemente excesivo.
Hola,
jo, que tocho de artículo. Me ha gustado menos que el anterior. O mejor dicho, me ha gustado “distinto”: el anterior contaba cosas nuevas (nuevas para mí, al menos), éste intenta hacer pensar. Y pensando pensando se me ocurre los siguientes puntos.
Resistencia a la presión
Continuamente haces referencia a que separar al poder económico hace al ejecutivo menos proclive a ser presionado por lobbies. Mi objeción es que, siendo literalmente cierto, puede no ser suficiente, porque los lobbies pueden presionar al BC y asunto resuelto. Pasan de tener que presionar a 3 grupos (ejecutivo, legislativo y judicial) a tener que presionara 4 (+económico), pero posible es.
Decisiones técnicas
Otra referencia continua en el artículo es que el BC, al no estar sujeto a los caprichos de la política y basarse solo en criterios técnicos, va a hacerlo mejor que el ejecutivo. No es mala idea. Pero…
Pero, ¿por qué aplicarlo solo a la economía? ¿Por qué el construir una carretera debe ser una decisión política en vez de dejársela a los técnico? ¿Por qué el plan educativo es una decisión política en vez de técnica? Lo mismo con la sanidad, el plan hidrológico, la ecología o cualquier otra cosa. Si sigues con ese razonamiento, sigues quitándole cosas al ejecutivo, y dándoselas a poderes “adicionales”, y al final el ejecutivo no hace nada.
Así que desmantelas el consejo de ministros y dejas las decisiones económicas al “director del Banco de España”, y las decisiones educativas a un nuevo cargo que llamas “director educativo”, y las decisiones sanitarias al “director de sanidad” y las decisiones de transportes al “director de camioneros, maquinistas, pilotos y otras zarandajas”. Y así sucesivamente.
Y finalmente, después de 40 años, cuando ya nadie se acuerda, les cambias el nombre y dices que en vez de “director del Banco de España” le voy a llamar “ministro de economía” y en vez de “director educativo” le voy a llamar “ministro de educación” y así sucesivamente.
A lo que quiero llegar es a que:
1) ¿Por qué solo las decisiones económicas deben ser hechas por técnicos y el resto no?
2) ¿Que diferencia al Director del BdE de un teórico ministro de economía cabal y honrado que tome decisiones técnicas y no políticas? ¿Qué el BdE no se equivoca? Cuestionable. ¿Qué es independiente? Solo parcialmente, porque lo elige a dedo el ejecutivo.
Es decir, asumes que el director del BdE toma decisiones técnicas y el ministro de economía toma decisiones políticas. Que eso sea verdad o no es otra historia.
Duda de Trevize
Quien haya leído el ciclo de Trantor, recordará que Golan Trevize se pregunta (aproximadamente) “¿Y por qué la Segunda Fundación vigilando es mejor que la Primera a su bola? Sí, con la Segunda no habrá grandes hostias, pero ¿y si esas grandes hostias es el precio a pagar para tener grandes avances luego? ¿Y si los asesinos son el precio a pagar para tener genios?”. La Segunda Fundación se ocupa de que todo marche según el plan previsto por Seldon, pero ¿y si ese plan no es el mejor plan?
Es decir, el BdE intenta (otra cosa es que lo consiga, que parece que sí, pero en eso ya no entro) que la economía esté dentro de unos determinados baremos que unos señores muy sabios han decidido que son los mejores (básicamente, que la inflacción sea baja, entre 1 y 3%, por ejemplo). Pero, ¿y si esa situación no es buena para la economía (1)? No digo que se equivoque en sus medidas para obtener ese fin, lo que digo es ¿y si ese fin en sí mismo no es lo mejor?
Lo desarrollo.
Al tener un BC que marca el precio del dinero, estamos aplicando ideas comunistas al dinero. OJO, no digo que eso sea bueno, ni malo, no pretendo en este comentario decir que uno sea mejor que el otro, solo constato que eso es comunismo, no capitalismo(2): uno de los poderes del estado marca el precio de un producto (en este caso los préstamos).
Y la gran crítica al comunismo (y defensa del capitalismo) es que el primero marca unos comportamientos ferreos de los que no se puede salir y eso garantiza pan para todos (3). El segundo en cambio deja a la gente experimentar, deja que algunos inviertan en algo excéntrico que se va a la mierda (y se queda sin pan) mientras que otros experiementan con algo igual de excéntrico, pero con otro enfoque que funciona, y le da para comer marisco. Así que en media todos comemos pollo.
Desde una aproximación puramente capitalista, ¿no sería mejor que el BC no existiera ni vendiera dinero? Que el resto de bancos presten dinero, al tipo de interés que les dé la gana, y que la mano inocen^H^H^H^H^H^H negra del mercado decida.
Cuando el estado vende trigo barato (sufragando con nuestros impuestos la bajada) decimos “eso es malo, porque obliga a los agricultores libres a bajar su precio también y como no pueden cubrir costes se van a la mierda; dejemos que sea el mercado el que fije el precio del trigo”. Si vende dinero barato, ¿es lo mismo o no?
Quiero hacer incapié, por si a alguien lo piensa a leer estos párrafoz, en que no pretendo defender capitalismo ni comunismo, sino solo hacer pensar en qué es cada cosa, porque veo a mucha gente supuestamente defensora a muerte de una ideología que defiende determinadas medidas, solo porque las aplica su partido, que en una segunda pensada son opuestas a dicha idelogía. Por supuesto, lo he visto tanto estos últimos años con gobierno PSOE como antes con gobierno PP, así que no es una crítica a un color u otro.
(1) Alguien llama a la inflacción “el impuesto de los idiotas”, porque le está generando presupuesto disponible al estado, en forma de nuevo papel moneda que debe emitir para compensar la falta de efectivo debida a la inflacción.
(2) Tan equivocados están los que dicen que la URSS era comunista como los que dicen que EEUU es capitalista. Ambos están en un violeta término medio, aunque es obvio que en un caso el violeta es más bien rojizo y en otro es más bien azulado. Aznar dijo una vez “la única forma de gobernar España es desde el centro”; el problema es que el centro es muy difícil de definir, y el suyo es más rojizo de lo que querrían unos y más azulado de lo que querrían otros.
(3) Además, corre el riesgo de que con ese control no consiga ni siquiera pan, pero como decía, estamos suponiendo que no se equivoca y que efectivamente esas decisiones son las mejores para obtener pan para todos.
Político-Banquero
Decía un hombre sabio: “guárdeme Dios de mis amigos, que de mis enemigos ya me guardo yo”. Al menos el banquero ya sabes lo que quiere, que es legítimo y es ético, así que tú puedes actuar en consecuencia. Peor es el que supuestamente te representa y defiende tus intereses, pero luego…
Al final mi comentario es tan ladrillo como el artículo de Mazinger.
Naeros:
Comparar física y economía no desmerece a la economía, desmerece a la física
Y ahora comentario serio:
http://www.vidadeunconsultor.com/2009/09/el-mercado-y-la-gravedad/
PS: el comentario anterior estaba mejor formateado, pero me ha quitado subrayados y saltos de línea. Espero que se entienda igual.
Señores, me están dejando absolutamente boquiabierto con el nivel desplegado en sus comentarios. Permítanme quitarme el sombrero y hacer una deferente inclinación ante la calidad de los mismos.
No sabéis como me alegra tener lectores como vosotros, que piensan y hacen pensar. Tampoco imagináis lo que estoy aprendiendo con vuestras contribuciones. Espero estar a la altura de ellas, o al menos no muy por debajo. Creo que todo esto está mereciendo la pena.
Disculpad que no responda ahora a las líneas de debate que estáis abriendo, pero además de no tener demasiado tiempo en este momento, creo que vuestros comentarios merecen una lectura y pensada atentas.
De momento sólo menciono que he cambiado “Isaak” por “Isaac” para corregir el fallo que mencionaba Macluskey. No sé muy bien porqué me pasa, pero a pesar de haber visto su nombre innumerables veces escrito, mi cerebro se empeña en considerar como correcto “Isaak”. En fin, seguro que ya no me vuelve a suceder.
Un saludo a todos.
Hola, J, explico lo que creo sobre algunos de los problemas que planteas en tu comentario:
Sobre la presión de los lobbies al BC: aunque pienso que es perfectamente posible, creo que en la práctica es poco probable (normalmente). La razón es que las acciones del BC no son “actuaciones concretas” como las del Gobierno que afectan a individuos y empresas específicos, sino acciones que afectan a la economía en general: ajustar la cantidad de dinero en circulación. Aunque esto puede tener ganadores y perdedores genéricos (por ejemplo, una inflación inesperada “resta riqueza” a los prestamistas y la añade a los deudores), buscar corromper al BC para un beneficio personal/empresarial es parecido a matar moscas a cañonazos. Un Gobierno, en cambio, puede cambiar legislaciones en un sector, liberalizarlo o intervenirlo, contratar bienes y servicios… puede resultar mucho más provechoso intentar ir a por un ministro o alto cargo que a por un gobernador del BC.
Sobre “¿por qué aplicarlo solo a la economía?”. En realidad, la política económica/fiscal la planifica el Gobierno (por ejemplo, el ministro de Economía y/o Hacienda). Lo que un BC hace es llevar a cabo una parte de la política económica, la política monetaria, cuyo objetivo es proporcionar estabilidad macroeconómica. No obstante, los objetivos los suele decidir el poder legislativo, quedando plasmados en los tratados, leyes o actas que instituyen al BC (por ejemplo, el objetivo de inflación). El BC usa entonces los instrumentos que le proporciona la ley (subir/bajar tipos de ‘facilidades permanentes’, operaciones de mercado abierto, etc) para conseguir estabilizar la inflación y/o el PIB (un PIB estable es importante, entre otras cosas, porque las variaciones bruscas del PIB producen variaciones bruscas en el nivel de desempleo).
En el resto de ejemplos que comentas, las actuaciones tienen aspectos políticos que van más allá de lo técnico. Puede haber dos sistemas fiscales diferentes muy eficaces y eficientes, pero pueden diferir, por ejemplo, en cuál es su grado de redistribución de la riqueza. Pero no existe un criterio técnico para preferir un grado de “justicia social” sobre otro, sino un criterio ‘moral’. Por ejemplo, un político preocupado por el crecimiento económico puede construir infraestructuras en regiones prósperas y dinámicas para favorecer la actividad económica, mientras que un político preocupado por la igualdad puede construir infraestructuras en regiones más deprimidas con el fin de “dar más al que menos tiene”, aunque sea a costa del crecimiento económico. Son dilemas que un “tecnócrata” no puede (debe) resolver.
La clave, entonces, no es “¿por qué las decisiones económicos deben ser tomadas por técnicos y el resto no?”, sino “¿por qué un Banco Central debe estar dirigido por técnicos “independientes” y el resto de instituciones (de carácter económico o no)?”. Como señalas, “el director del BdE toma decisiones técnicas y el ministro de economía toma decisiones políticas”
En este caso, los políticos deberían cambiar las actas, leyes o tratados correspondientes para redefinir el objetivo del Banco Central (btw, hay estudios que concluyen que una inflación moderada pero positiva es óptima para el desempleo a largo plazo, además de los beneficios intrínsecos de la estabilidad).
Comento después el último punto.
Como lo prometido es deuda, el resto del comentario. Dice J:
Esto es más o menos así. Sin embargo, la intervención del tipo de interés no es una “regulación de precios al uso” (nadie está obligado a prestar a ese tipo), sino una ampliación o reducción de la base monetaria (en el caso de la Fed, suele ser compraventas de treasuries; en el caso del SEBC, operaciones de “repo” subastadas) con el fin de mover los tipos de interés hacia su objetivo.
¿Qué influencia tiene esto? Sigamos el razonamiento:
La pregunta sería ¿qué dinero prestan los bancos? El tipo de interés depende del tamaño de la base monetaria. Por lo tanto, ¿qué hacemos con la base monetaria? Podemos anclarla al precio relativo de un bien (como se hacía con el oro); pero sería tan arbitrario como la intervención “artificial” y, por lo tanto, teniendo todas sus desventajas sin tener ninguna de sus ventajas (usarla para dotar de estabilidad a la economía). Además, si la economía crece a mayor ritmo que la “velocidad del dinero” (determinada, a largo plazo, por el desarrollo institucional del sector financiero) más los flujos de oro hacia el BC, se da deflación; y si los tipos de interés son bajos y hay deflación, entonces es posible que se produzcan recesiones que no terminan automáticamente¹ (y eso es malo).
¿Qué alternativas hay? Mantenerla constante también produce el problema de la deflación y la inestabilidad. Friedman sugirió la regla del k% anual como un camino hacia la estabilidad, aunque eso dependía de que la demanda de dinero (que determina la velocidad) fuera una relación estable (y desde hace décadas, ya no lo es).
Si la economía no absorbe flexible e instantáneamente los ‘shocks’, entonces estos se amplifican, dañando todo el tejido productivo. Por eso, “intervenir artificialmente” el mercado de crédito puede prevenir más daño del que “causa”. Eso sí, tiene sus peligros y hay que hacerlo con cuidado.
¹ Las recesiones, hasta cierto punto, finalizan automáticamente (aunque eso puede tardar mucho tiempo, pues puede requerir ajustes de precios que son lentos). Lo que ocurre es que los Gobiernos frenan las recesiones artificialmente, puesto que gran parte de la recesión es innecesaria para la recuperación. Pero si el sistema financiero queda destruido (por ejemplo, en la Gran Depresión) o, como digo, la deflación distorsiona la relación masa monetaria – precios – tipos de interés, entonces la recesión puede prolongarse lustros (la “década perdida” de Japón)
El Cedazo: el único lugar del mundo en el que hasta los comentarios tienen notas al pie. Grandioso
@J Muy interesante el artículo y creo que tiene razón en parte. Desde mi humilde (y lego) punto de vista la economía depende de las actitudes de las personas, que es algo difícil de medir. La ley del mercado es ley en una cultura y unos valores, que tomamos por universales por ser los más comunes, pero tengo mis dudas a la hora de tomarlos como absolutos. Eso sí, estoy de acuerdo en que podemos tomarla como cierta en la misma medida que la física Newtoniana, es decir, en nuestro día a día.
@Pedro, felicidades
Yo pasaba por aquí … jo que nivel en los comentarios.
Solo decir que me identifica casi plenamente con el primer comentario de Macluskey, y leyendo el resto de los comentarios aún más. No se trata de que el poder de los bancos sea egoísta u obtuso (que también) es que a largo plazo no funciona.
Mazinger, gran artículo, te echaba de menos.
Solo un pequeño apunte, porque veo que “soy un niño en un mundo de gigantes”:
Si a la inflación se la denomina el “impuesto de los idiotas” suele ser principalmente porque, si los precios suben, el estado recauda mucho más a través de impuestos indirectos sin tener que modificarlos ni un ápice ni tener que estimular el consumo.
@Kartofel: lo de que no fija el precio es muy relativo. Es verdad que no lo fije por ley, pero de facto, si baja/sube el tipo del BCE, baja/sube el Euribor (y supongo que otras medias de tipos también) porque, ¿quién sería el tonto que compraría dinero al 4% si el BCE te lo vende al 1%?
No obstante, que ese mecanismo se utilice para prevenir males mayores es por lo que decía que, siendo una medida comunista (podemos llamarlas intervencionista/liberal, si es que comunista/capitalista nos dan alergia), se utiliza en países teóricamente capitalistas (violetas azulados, siguiendo la terminología que usé antes). Pero sigo pensando que eso significa, al menos de facto, fijar precios en un mercado concreto, que parece que no se ajustaría a nuestro gusto si fuera la mano invisible quien lo ajustara.
Dices: “¿qué dinero prestan los bancos?” Pues ahora mismo supongo que, básicamente, el que le compran al BCE. Se lo compran al BEC al 1% y me lo venden a mí en mi hipoteca al 2,5%. Si el BCE no vendiera dinero, solo podrían prestar el dinero que tienen (supongo que únicamente fondo propio por sus acciones, depósitos de sus clientes o préstamos desde otros bancos).
Finalmente, cuando dices “ajustar la masa monetaria” quieres decir básicamente “fotocopiar billetes”, ¿no? (Bueno, o retirarlos, si lo que se quiere es reducirla).
@Shevek
No soy economista (aunque haya leído mucho sobre ello), pero creo que tu análisis no es correcto. Si hay inflación, por ejemplo del 10%, los precios suben un 10% y el estado recauda un 10% más debido al IVA (y otros indirectos, como tasas, gasolina y cosas así). De hecho, también recauda un 10% más debido al IRPF, porque los sueldos suelen subir con el IPC. Y si los empresarios han subido sus precios de acuerdo a la inflación (lo cual es teóricamente cierto por definición), también recaudará un 10% por impuesto de sociedades.
Pero cuando el estado pretenda gastar ese dinero en hacer cosas (carreteras, hospitales, prostíbulos o lo que sea) descubrirá que las cosas valen un 10% más y sus funcionarios cobran un 10% más, así que en realidad no ha recaudado más.
Resumo lo que yo entendía por “impuesto de los idiotas”. Suponte que hay ese 10% de inflacción, y el estado no hace nada. Y al año que viene, otro 10%. Y otro 10% y otro y otro. Así, durante 7 años. Al cabo de esos 7 años, las cosas valen casi el doble, pero la cantidad de efectivo que hay en la calle sigue siendo la misma. Así que la FNMT tiene que fotocopiar billetes, tantos como ya hay en circulación (dado que hemos dicho que se ha doblado el precio), y esos billetes fotocopiados están disponibles en la parte de ingresos en los presupuestos generales del estado, justo debajo de las líneas que dicen “IRPF” e “Impuesto de sociedades”.
A ver si alguien más docto nos confirma si este análisis es correcto.
Según http://www.elblogsalmon.com/curiosidades/cuantas-monedas-y-billetes-de-euro-hay-en-circulacion hay 83.000.000.000€ en circulación (1), lo que supondría 8.000 millones de € para España (si se distribuyera proporcionalmente a la población, que no parece mala aproximación). Con la inflación (2) del casi 5% que tuvimos en 2007, tuvieron que fotocopiar billetes por valor de 400 millones de €. Según la wikipedia [http://es.wikipedia.org/wiki/Presupuestos_Generales_del_Estado] el presupuesto de España en 2007 fue de unos 400.000 millones de € (unos 9.000€ por ciudadano), así que esos 400M€ fueron el 0,1%. Es casi como si nos hubieran subido los impuestos indirectos un 0,1%. No sé si mis cálculos son correctos, pero no parece mucho de todos modos.
(1) Somos unos 500 millones de europeos, por lo que tocaríamos a casi 200€ de efectivo cada uno. Sí, ya que que UK y otros no tienen euro, pero como aproximación del orden de magnitud nos sirve. Digamos que tenemos “algunos cientos de euro” en efectivo cada uno (contando niños, que bajan, y grandes acumulaciones en maletines, que suben). Yo desde luego bajo la media, porque en este momento miro la cartera y no llega ni a 50€. Uso mucho la tarjeta.
(2) En realidad, un IPC del 5%, pero supondré que el IPC mide la inflación.
Hola a todos.
Veo que todos estais más o menos familiarizados con la Saga de la Fundación, lo que me alegra. Sinceramente creo que la analogía da mucho de sí cuando se aplica al sistema financiero. De hecho veo que en vuestros comentarios le seguís sacando punta.
Bueno, hoy puedo empezar a meter baza en las discusiones, aunque creo que no mucha porque ya veo que os bastais solitos. Notas al pie de los comentarios… ¡Sois la leche!
@Mac
1-0 a favor del banquero.
“Hablas maravillas de la independencia de los Bancos Centrales… sí, en teoría, pero ¿lo son de verdad?”
Bueno, es que pienso que su éxito en el control de la inflación es incuestionable y que en gran parte es fruto de su independencia, lo que no quita que no cumplan tan bien con otros objetivos. También pienso que no son tan independientes como debieran. Los “banqueros centrales” son elegidos por el Presidente, y evidentemente éste se cuida de que pertenezcan a la “escuela económica adecuada”. Además hay un sospechoso compadreo y rotación en los altos cargos de la banca (y otros sectores), la política y el banco central. Si un mismo tipo es hoy ejecutivo de un banco de inversión, mañana asesor económico del Presidente de Gobierno, y pasado mañana presidente del banco central, ¿qué cabe esperar?
Ten en cuenta además que hemos impuesto bastante condiciones al ejercicio de esa independencia: despolitización, neutralidad, respeto a TODOS sus objetivos, no discrecionalidad y transparencia. Cualquier atentado contra estas condiciones (y los hay, vaya que si los hay) provoca una pérdida de confianza en su independencia.
Por otro lado, en este capítulo tocaba hablar, deliberadamente, de maravillas… En el próximo nos centraremos algo más en las sombras y terminaremos de rematar la “trilogía autonómica”. Pienso que es correcto partir de la ortodoxia para después someterla a crítica. Eso ayuda a entender porque las cosas son como son, para después, si hace falta rechazarla, parchearla o respaldarla.
“Pregúntale al ínclito Alan Greenspan qué tipo de decisiones completamente erradas tomó (com mantener los tipos bajísimos tanto tiempo) y por qué… bueno, a Greenspan y a Bush Jr…”
Mantener los tipos tan bajos durante tanto tiempo es uno de los factores que ha desencadenado la crisis. Y sí, no cabe duda de que tanto Greenspan como Bush estaban bastante sintonizados. Pero en mi opinión hay un problema mucho más grave en todo esto: pienso que los bancos centrales estimulan las burbujas como atajo para salir de las recesiones, de un modo parecido al uso irresponsable que un Gobierno podría hacer de la política monetaria según hemos discutido en este artículo. La inercia a mantenerse en la cresta del crecimiento es directamente proporcional a la prisa por salir de una recesión, prisas que insuflan aire a futuras burbujas. La historia económica no es nada más que la historia de una sucesión de burbujas.
“Ahora se cumple el aniversario del batacazo de Lehman Brothers, con la polémica ¿fue bueno o malo dejarlo caer?”
Creo que Naeros da en el clavo en un comentario posterior. No dejarlo caer hubiera sido la decisión “menos mala”, aunque eso signifique “socializar las pérdidas”. Creo que la banca es un peligroso oligopolio en el que algunos de sus miembros son gigantes que conviene fragmentar, al modo que se hizo con AT&T. Y no por razones de competencia, que también podría ser, sino de “legítima defensa”.
“¿cómo que le preguntemos a nuestros mayores qué pasaba con inflaciiones del 30%? ¡Yo he vivido esas inflaciones”
Tú eres nuestro mayor Mac… Cuando redactaba esa parte del artículo te tenía en mente.
¡Ah, y gracias por el cumplido!
@Kartoffel
Gran comentario, no esperaba menos de ti.
Celebro que hayas relacionado la secreta actividad de la Segunda Fundación con la efectividad de la políticia monetaria, porque es precisamente lo que pretendía. En al próxima entrega pienso desarrollar un poco más este tema y trataré la incoherencia temporal.
@Macluskey
No eres el primero que me habla del libro, así que lo tengo ya en la lista de la compra. Hasta “burbujas tulipaneras” ha habido. Si no se detectan las burbujas es porque no se quiere, ni más ni menos. Su mecanismo es de sobra conocido.
@Naeros
Supones bien, hay numerosas escuelas de pensamiento económico. Krugman es un acérrimo defensor del nuevo keynesianismo y de la economía conductual, lo que a mi modo de ver es acertado, ya que como das a entender, las tendencias en la economía dependen en última instancia de lo que los individuos piensan que ocurrirá. El estudio de ese comportamiento mezcla psicología y economía. ¡No me digais que la psicohistoria no es una buena analogía!
Durante mucho tiempo se ha impuesto el neoliberalismo y su machacón mantra del “mercado eficiente y autorregulado”, esperemos que ahora recuperemos un poco de cordura…
@J
Excelente comentario. Veo que Kartoffel y tu estáis debatiendo el tema. Si acaso luego me uno. De momento simplemente decir que he leído el artículo de tu blog y me parece muy bueno. En particular, tu descripción de la ley de la oferta y la demanda es una de las mejores que jamás he leído:
“En condiciones normales, por nuestra propia naturaleza, tomamos decisiones respecto a la utilidad de lo que nos desprendemos vs. la utilidad que vamos a obtener a cambio (conceptos ambos subjetivos); eso determina el precio que estamos dispuestos a pagar/cobrar por algo. El agregado de las voluntades individuales forma las curvas de oferta y demanda, y allí donde se cruzan se formaliza el intercambio.”
Aunque tengas tu propio blog, ¿no te animas a escribir en El Cedazo?
@Mazinger
El blog no es mío, es uno de los que leo de vez en cuando.
Prometo que algún día se me ocurrirá algo interesante que escribir y entonces lo escribiré
@Brigo
Pasa, pasa…, esta es tu casa.
Respecto a los bancos centrales, tanto Mac como tú ponéis el acento en los errores cometidos, y no se os puede reprochar nada a la vista de todo lo que ha sucedido. Pienso que, si bien su independencia es necesaria para estabilizar la economía, ésta no se implementa suficientemente bien (totalmente bien es imposible). Los bancos centrales independientes pueden ser una condición necesaria para una mejor gestión económica, pero está claro que no suficiente.
Ni han ejecutado bien la política monetaria (deshinchando la burbuja inmobiliaria), ni han cumplido correctamente su función de supervisores y reguladores de la banca. La contención de la inflación suele ser el principal objetivo de los bancos centrales (no en el caso de la Fed, que no tiene un objetivo definido, como decía Kartoffel), pero quizás, tras la crisis, habría que ver si no hay que priorizar otros factores. Lo triste de todo esto es que los bancos centrales (en especial la Fed) no parecen haberse dados por enterados que son los reguladores de la banca. ¿Es casualidad que sus presidentes fueran de corte neoliberal (mercado autorregulado, “laissez faire”, mercado eficiente, chunda, chunda, chunda)?
Gracias por el cumplido. Siempre que pases, llama a la puerta.
@Shevek
“Solo un pequeño apunte, porque veo que “soy un niño en un mundo de gigantes””
De eso nada amigo, no te dejes intimidar por J y Kartoffel. Como saben del tema es natural que se plasme en sus comentarios, pero cualquier intervención, por pequeña que sea, basta para señalar una interesante idea o debatir. Mira como J ya ha entrado al trapo para continuar la línea del “impuesto de los idiotas”, cosa que quizás no hubiese ocurrido sin tu intervención.
@J
¡Uppps! Siento haberte atribuido la frase (también pido disculpas al autor), ya que, en efecto, no das a entender de ninguna manera que sea tuyo. De cualquier manera tus comentarios bastan para reiterarme en animarte a escribir.
@Mazinger
Le dices a Naeros: ‘Durante mucho tiempo se ha impuesto el neoliberalismo y su machacón mantra del “mercado eficiente y autorregulado”’.
Voy a desarrollar esto.
Cuando yo estudié esto se veía una serie de premisas (infinitos vendedores, infinitos compradores, coste cero al cambiar de uno a otro (y productos intercambiables), conocimiento completo y preciso del producto, y muchas más que están implícitas) y a partir de ahí deducías y llegabas a que lo mejor es dejarlo todo a su aire y así se llega al precio justo (1).
Pero luego te encuentras a gente que dice “lo mejor es dejarlo todo a su aire, y así se llega al precio justo”, siempre, sistemáticamente, olvidándose de la primera parte del párrafo, en que se partía de una serie de premisas. Si esas premisas no se cumplen, quizá la conclusión ya no es acertada.
Ejemplo trivial: el monopolio. Si hay 300 vendedores, puedo entender que eso es casi infinito y que la conclusión es correcta. Pero si hay 1 (o pocos, como 3 o 4: oligopolio), entonces no puedo dejar que el mercado se regule solo.
“Fallo de mercado” lo llaman (2). El problema es que algunos “fallos del mercado” son obvios de encontrar, como la mayoría de los monopolios, pero otros requiren mucho pensar para darse cuenta de que incumplen alguna de las premisas en que se basa el liberalismo económico.
De todos modos, como decía, todos los ejemplos reales de liberalismo que conozco son conscientes de esto y aplican regulación. Mucha o poca, eso ya es otra historia. Pero pretender que el mercado se autoregula siempre, en cualquier circunstancia, es mucho suponer. Tanto como suponer siempre lo contrario y decidir que los ciudadanos (compradores y vendedores) son imbéciles y que si el estado no fija los precios aquello se convertirá en un caos. Tanta discusión para al final llegar a “la virtud está en el término medio” que ya decía Aristóteles hace la tira de años.
(1) Y más importante aún: si no estamos de acuerdo con la definición de “lo mejor” que usa el esa teoría, entonces ya sí que podemos coger con pinzas la conclusión. Política, lo llaman. Ejempo físico: PV/T=k. No puedo decir simplemente “lo mejor es reducir la temperatura”. ¿Lo mejor para qué? ¿Para aumentar la presión? ¿Y si no quiero aumentar la presión sino disminuirla?
(2): ¡Pero que pretencioso! No es fallo del mercado, el mercado es el que es. El que falla eres tú, que pretendes aplicar una teoría parcial a algo en que no aplica. Hagamos la analogía con la física, que es lo que prima en este blog: se conoce a Newton y a Maxwell, y se empieza a conocer el átomo por dentro y resulta que no lo explican. Y en vez de decir que la mecánica clásica está mal e inventar la mecánica cuántica decimos “fallo del universo”. No, macho, el universo es como es, ajusta tu teoría Ya sé que “fallo de mercado” es un término para explicar una situación, no simplemente una forma de decir “no es culpa mía”, pero no me negaréis que el elegir ese término es una forma de echar balones fuera…
@J (sí, me respondo a mí mismo, ¿algún problema?
Me estoy dando cuenta de que en el comentario 23 he vuelto al argumento de los últimos libros del ciclo de trantor y a la duda de Trevize:
1) ¿Y si eso no es lo mejor? ¿Y si lo que Seldon a decidido no es lo mejor para la raza humana?
2) ¿Y si las premisas de la psicohistoria no eran ciertas?
Y no digo más, por si algún contertulio no ha leído la serie.
Si es que Asimov era un crack…
Bueno, ya no sólo hay comentarios con notas al pié, sino comentarios autocomentados… Esto es la leche, señores!!
@Mazinger: Después de trabajar una pila de años en un Banco grandote, creo que conozco bastante bien la idiosincrasia de los banqueros. Su objetivo es forrarse. Sin más. Destrozar a la competencia, o mejor, comprarla, ser cada vez más grande, ganar más dinero y… tener más poder. ¡A ver quién es el guapo que le mete mano a JP Morgan, o a BoA, o aquí en Europa a HSBC, a Santander o a BNP…! Porque resulta que la mitad de asesores, secretarios y ministros de Economía proceden, o han trabajado para, alguno de estos gigantes. Y lo peor de todo: ¡volverán a trabajar para ellos cuando dejen su cargo, de grado o por fuerza!
Estoy con Mazinger: Habría que evitar megabancos imposibles de gestionar y manejar. El ejemplo de la división de ATT en las baby-Bells es perfecto. Y el que yo puse francés, de nacionalizar la banca (así, con un par) también se debería pensar. Ya que hemos utilizado gigantescas cantidades de dinero en rellenar agujeros sin fondo de los bancos, hagámoslo del todo, y asumamos la gestión completa. ¿Qué es eso de invertir miles de millones en salvar un banco y dejar que sigan siendo sus gestores los mismos que lo hundieron? ¿Sin penalizar a sus accionistas? ¿Que se queden sin sus ahorros miles de honrados inversores que confiaron sus dineros a un sinvergüenza como Madoff, que montó la que montó en las narices de la Reserva Federal durante veinte años, sin que ésta se enterara? ¿Y la FED de rositas??? En fin
Vamos, señores, por favor. Los contribuyentes de a pie, que somos los que, con nuestros impuestos directos e indirectos, aportamos casi el noventa por cien de los impuestos al Estado (claro, nosotros no tenemos, no podemos tener, “sociedades unipersonales de inversión” para pagar sólo el 1% de los rendimientos… nosotros al 18%… este año, que el que viene nos vamos a enterar), repito, nosotros los contribuyentes, ¿no deberíamos exigir más control con nuestros dinero? ¿No deberíamos exigir tener la propiedad de lo que hemos comprado, es decir, el Banco?.
No quisiera yo parecer un exaltado (que no lo soy) ni un comunista (líbreme dios de eso), pero un poco más de Estado y menos de Mercado creo que sería necesario, si no queremos que no se vaya todo por el desagüe… como ha estado a punto de suceder, y no sé yo si al final no va a haber algo de eso, por muchos tapones que pongamos.
Saludos a todos, y perdón de nuevo por entrometerme en tan docta discusión.
@Mazinger, yo también tengo el “pálpito” de que las teorías de Krugman merecen ser aplicadas. También es cierto, como me hacía ver el otro día mi padre hablando de estos temas, que son apuestas arriesgadas y si se equivoca el batacazo puede ser enorme. Claro que sin riesgo no hay gloria, que dicen.
@J, totalmente de acuerdo con tu comentario y análisis de la mecánica del mercado. Lo malo es que, como comentas, muchas veces se tienden a olvidar las suposiciones realizadas ¡un error garrafal! Y casi siempre tiene que ver la política en estos casos, cosa que por otro lado es perfectamente natural. Al fin y al cabo la economía estudia el dinero y la política cómo gastarlo. Un ejemplo de lo que comentas se puede ver en EEUU con motivo de la reforma sanitaria y todas las voces que dicen que el mercado se autorregula, sin darse cuenta de que estamos tratando con un bien diferente: la salud. Un sistema sanitario por defecto es deficitario y pretender manejarlo como si fuesen seguros de coches no me parece buena idea.
Por cierto, respecto a la analogía de las Fundaciones, en este caso tenemos que los objetivos de Seldon se basan en nuestra cultura de la propiedad y mientras eso no cambie el corpus de su teoría será con bastante probabilidad válido, me parece a mí.
@Macluskey, corrígeme si me equivoco, pero en España no regalamos dinero a los Bancos, ¿no? Es decir, les dimos liquidez a través de compra de deuda, si no recuerdo mal, lo cual supone que a la larga deberán devolver ese dinero mientras que en casos como el estadounidense o el alemán el dinero no es de vuelta. Eso no quita para darte la razón en que el dinero se dio con mucha facilidad. Quiero pensar que fue por las prisas, por el coste en tiempo de preparar la legislación de esas ayudas y la posibilidad de que retrasarlas las hiciera ineficaces. En cualquier caso a posteriori podemos ver que se han aprovechado en más de un caso. En cuanto a los bancos, sin duda. Por eso mi dinero está en cajas de ahorros xD Que tampoco son santas, pero bueno. Hablando de la crisis, dicen que uno de los problemas fueron los incentivos otorgados a grandes ejecutivos que supuso que sus metas fueran puramente a corto plazo ignorando el fregado en el que se metían (y que ahora estarán disfrutando de una casa en las Bahamas seguramente), el otro día escuché esta charla del TED muy, muy interesante sobre la efectividad del palo y la zanahoria: http://www.youtube.com/watch?v=VU8XtG9GmGE
@Naeros: Sí, en España no hemos tenido que salvar (de momento) nada más que a CCM. Pero se sabe que otras varias cajas están muy muy tocadas, y también hay algún banco que no lo está pasando nada bien.
Entonces, con eso de la actual “barra libre”, de “Tome Vd. cualquier cantidad de dinero que necesite, al 1%, para lo que Vd. desee, a devolver en un año…”, lo que pasa es que no se está controlando en realidad qué hacen los bancos con ese (nuestro, ojo) dinero. Para más inri, los propios Estados están emitiendo como bestias deuda pública para financiar el déficit, a tipos que hoy no sé cómo están, pero que hace unas semanas estaban alrededor del 4%…
En estas circunstancias, si tú fueras un banquero, dirigiendo tu herosa sociedad con ánimo de lucro, ¿qué harías con ese dinerito al 1% que te prestan amablemente?:
1- Das préstamos hipotecarios a Euribor + 1 punto (o sea, alrededor del 2,5%), con el riesgo asociado.
2- Das préstamos (o crédito) a empresas a Euribor + 2 puntos (o sea, alrededor del 3,5%) con más riesgo aún que el hipotecario.
3- Compras Deuda Pública al 4% y sin riesgo.
Blanco y en botella….
Y hay otro perverso efecto de tanto salvamiento de banco por ahí fuera: los que no han sido salvados (por hacer bien, o al menos, mejor, su trabajo) compiten en el mismo mercado con bancos que si no hubieran sido salvados habrían simplemente desaparecido. ¿Es eso justo? Pues tampoco lo es.
Por eso decía yo que, banco que quiebra, nada de salvarle: o bien que quiebre, y que sea lo que dios quiera, o se nacionaliza, y se gestiona con criterios “nacionales”, de acuerdo a la economía del Estado, y no compitiendo duramente por los recursos, como ahora pasa. Un banco nacionalizado podría dedicarse a dar crédito, reactivando la economía, en vez de a incrementar su cuenta de resultados, o sea, reactivando la “econosuya”.
Bueno, es mi opinión, seguramente indocumentada… Seguro que me rebatís duramente.
Saludos
pues es interesante que en Paraguay ni siquiera el poder judicial es independiente, duele decirlo, pero hay que decirlo (como dice un analista económico de un canal de tv amarillista de aquí, pero este es el único periodista no amarillista de ese canal)
Es cierto que, de la misma manera que en la entrada anterior, cuando Mazinger publica un artículo, El Cedazo se vuelve un lugar muy raro y lóbrego: comentarios razonados, cordiales, con notas al pie, y hasta autocontestados… En verdad da escalofríos.
Desde el punto de vista de un profano en la materia como yo (y para colmo, argentino) probablemente no se tiene nada interesante para agregar a la discusión. Respecto a la pregunta del banquero y el político, esto me hace acordar a una conocida metáfora de Eduardo Galeano, en la que se dice que un cocinero toma unas gallinas, pollos, y otras aves, y les pregunta “¿Con qué salsa desean ser comidas?” Una gallina responde humildemente: “No, no queremos ser comidas de ninguna manera” Y el cocinero replica: “Eso está fuera de la cuestión; la pregunta es con qué salsa desean ser comidas, no si desean ser comidas o no”.
El artículo, estupendo; se nota que el esfuerzo que estás haciendo, Mazinger
@J, me sumo a Naeros: ¡únete a El Cedazo y desásnanos!
Saludos a todos.
@lucas, si algún día escribo algo en el Cedazo, no será sobre economía. Podría darte la impresión, por la contundencia con que doy algunos argumentos, de que sé mucho sobre esto, pero no es cierto: casi todo lo que he escrito en estos comentarios son pensamientos en voz alta (que seguro que señores más doctos pueden rebatir), no verdades académicas. Sobre otras cosas que sé más sí escribo, aunque hasta ahora lo he hecho en otros sitios.
@Kartoffel
Un breve apunte a tu comentario sobre los lobbies y los bancos centrales. Creo que el mayor “lobby” que un banco central tiene que soportar es precisamente el gobierno. Los gobiernos han de contentar a la ciudadanía y, puesto que no tienen la todopoderosa política monetaria a su alcance, presionan al banco central. Esto ocurre cada tres por cuatro en la Unión Monetaria.
@J
Es cierto que la práctica totalidad de las economías del mundo son mixtas. No hay una economía de mercado pura en ningún sitio (e incluyo a EE.UU.) porque esa libertad de mercado plantearía problemas muy serios. Al final el estado tiene que garantizar servicios mínimos para toda la ciudadanía (no sólo a los que puedan pagarlos), y eso sólo es posible con regulación. En el polo opuesto, quizás sí pueda encontrarse aún alguna economía planificada, y estoy pensando en el régimen totalitario de Corea del Norte, con resultados absolutamente desastrosos.
Respecto a los “fallos de mercado”, tu exposición es muy divertida. Nunca lo había pensado así. Dicen que los economistas son pretenciosos, quizás aquí tengamos un ejemplo de ello.
Y estoy contigo: desde luego el Plan Seldon no es el mejor plan. En el fondo siempre me ha parecido muy siniestro el argumento de la Fundación. Asimov recurre a una idea similar en otra de sus obras maestras: “El fin de la eternidad”, en la que una organización que monopoliza los viajes en el tiempo está empeñada en producir modificaciones sobre la realidad (para el bien de la humanidad, por supuesto).
@Mac
¿Rebatirte duramente? ¡Pero si tienes más razón que un santo! Como tú, pienso que una empresa mal gestionada que cae no debe, en general, ser rescatada. Si sus gestores han cometido excesos la emrpesa puede caer. De hecho seguramente su lugar sea ocupado por otra en breve tiempo.
Pero yo creo que la cuestión que aquí se debate no es qué hacer, en general, con las empresas que, debido a una mala gestión, tienen que cerrar, sino qué hacer con un cuasimonopolio que, si cae, puede producir más perjuicio que beneficio a la sociedad. Es decir, hablamos de un caso muy particular, particularísimo. Si lo prefieres, una excepción a la regla. Es sólo en tal caso que yo defiendo la intervención estatal, y de hacerse, estoy absolutamente de acuerdo contigo en que el estado debe asumir la propiedad de la empresa intervenida y, por supuesto, el mando. Esto se hizo en la crisis bancaria sueca de comienzos de los 90 y no les fue nada mal: el estado puso dinero y se quedó con un porcentaje de acciones equivalente, con mayoría en el consejo de administración de los bancos intervenidos largó a los directivos que habían provocado el fiasco, los bancos fueron gestionados públicamente durante años hasta que pasó el temporal y después fueron vendidos para que continuaran su actividad de forma privada, obteniendo el estado beneficios de esa venta y recuperando para la sociedad buena parte del dinero que había habido que poner al principio. Vamos, ni más ni menos que lo que planteas, lo que viene siendo una nacionalización de toda la vida pero en plan temporal.
@Crhistian
Bienvenido… Estas en todos los saraos, ¿eh? En mi humilde opinión, la independencia es uno de esa clase de metas que siempre se persiguen pero nunca se consiguen. Supongo que, como en el caso del conocimiento, la cuestión es no detenerse. Siento no conocer la situación en Paraguy, si no trataría de profundizar un poco. Lamentablemente los medios españoles no se hacen mucho eco de noticias de Parauay, al menos no los periódicos generalistas que suelo leer.
@Lucas
Tus aportaciones son… ¡lucasianas! Eres tan único como original, como el sonido de la guitarra de Mark Knopfler. Si comentases sin poner tu nombre todos te reconoceríamos y sin embargo todos nos sorprenderíamos. Rompiste el molde. Y para colmo argentino… (Y hablando de viajes en el tiempo, ¿has leído “El fin de la eternidad”?)
Gracias por el cumplido.
@Mazinger, gracias pero ¡tampoco la pavada! Y sí, he leído ese clásico de Asimov, pero debo decir que no soy un lector demasiado asiduo de ciencia-ficción
(Por cierto, cuando dije “me sumo a Naeros: ¡únete…” debí decir “me sumo a Mazinger”; me confundí de atribución).
Saludos.
@Lucas
Divertida expresión, sí señor. Comprende que mi fama de friki no es gratuita. En fin, espero que no la lea mi mujer, de lo contrario, dada mi inmaduraz mental, la tendré continuamente en el oído…
Por cierto,
“El Cedazo se vuelve un lugar muy raro y lóbrego: comentarios razonados, cordiales, con notas al pie, y hasta autocontestados… En verdad da escalofríos”
de eso el mérito es completamente vuestro.
Muy acertada la comparativa, aunque con algun detalle que se podria mejorar, con respecto a la trilogia de la historia, los bancos como la segunda fundacion son una minoria que controlan los avatares de la primera fundacion (sociedad, nosotros y nuestros politicos), el mulo como grave peligro para la segunda fundacion (bancos)…
NO SIGAS LEYENDO SINO HAS LEIDO LOS TRES LIBROS***************************
el mulo dominante del imperio de la primera fundacion al final es controlado por… pues por un solo “banquero” al cual no quieren la mayoria de los banqueros porque no creen en sus teorias.
De este parrafo se podria sacar una idea, los controladores no piensan todos igual, lo que significa que pueden errar en sus decisiones e influir tanto positiva como negativamente en la sociedad y politicos.
Pero el remate lo presenta el tercer libro, un mundo de mulos creados por un solo individuo.
NO SIGAS LEYENDO SINO HAS LEIDO LOS TRES LIBROS***************************
NO SIGAS LEYENDO SINO HAS LEIDO LOS TRES LIBROS***************************
NO SIGAS LEYENDO SINO HAS LEIDO LOS TRES LIBROS***************************
R. Daneel es el incitador y el unico que maneja las cuerdas desde antes del comienzo de las fundaciones, el incitador de la creacion de las dos fundaciones y el creador del planeta de los mulos. A su vez tener en cuenta que R. Daneel es un “producto” de la sociedad con el unico fin de hacer cumplir las 3 leyes de la robotica, mas la ley zero, el bien de la humanidad estará por encima del bien individual.
Extrapolando al historia completa, si la segunda fundacion son los bancos y la primera nosotros, faltaria un algo creado por nosotros que controlara o encaminara a los bancos y cuyo unico fin sea el bien de la humanidad por encima del bien individual. Y esto es una utopia, si un individuo humano pudiera controlar el destino de la banca, controlando y guiandola, ese poder lo corromperia, ademas de que la unica manera de que los bancos no se revelasen seria el anonimato de ese individuo (O agencia).
******************fin del spoiler***************************
La trilogia tambien muestra una tendencia en el poder. *Imperio (Absolutistas) – crisis *Monarquia y feudalismo . Reyes , creacion de pequeños territorios (Calidad de vida cae) – poder y control por la religion y el desconocimiento *Democracia (el pueblo elige a sus soberanos) creacion de agrupamientos territoriales, los comerciantes empiezan a tener mas poder. *Feudalismo. Reyes comerciantes. Las empresas toman el poder sin territorios con fronteras. * aqui se genera un cruce de camino con tres posibles vias, elegir entre la psicologia, la ciencia o la convivencia social
Tribicenas, tal vez no he entendido a qué te refieres en cada frase, pero… R. Daneel Olivaw no forma parte de la trilogía, es un añadido muy posterior a la serie (y, según algunos, entre ellos yo, un error de senectud del Buen Doctor, al que por lo demás adoro).
Simplemente quería dejar un enlace donde se explica, a mi entender bastante bien, por qué no se puede dejar que los bancos quiebren como cualquier otra empresa: http://www.lorem-ipsum.es/blogs/equilibriosocial/2007/09/capitalismo-financiero-vi-notas-sobre-banca-central/
@Tibicenas
Gracias. Estoy seguro de que la comparación es mejorable, y también de que seguramente hay quien piense que no es una buena idea comparar a las fundaciones de Asimov con el mundo financiero, pero bueno, al menos haciéndolo el artículo se hace menos menos ladrillo.
Al igual que Pedro, no acabo de coger algunas de tus frases. Daneel aparece, como pronto, en Fundación y Tierra (si no recuerdo mal), mucho después de la trilogía original. Me pregunto si no te estarás refiriendo a la segunda trilogía de la fundación, no escrita por Asimov, sino encargada por sus editores a otros escritores.
Esa segunda trilogía no la he leído, y para ser sincero no pienso hacerlo. Ya me pareció un “sacaperras” la precuela “Preludio a la fundación” del propio Asimov, con lo que no te digo esas obras por encargo de otros escritores. De todos modos hablo sin conocimiento de causa, igual son muy buenas.
De cualquier modo, creo que estás acertado al comparar el argumento de la Saga de la Fundación con la historia humana. El propio Asimov reconoció que basó su Imperio Galáctico en el Imperio Romano. El general Bel Riose en Fundación Imperio, por ejemplo, está inspirado en el generel Beliserio del Imperio Bizantino, si a la Wikipedia nos atenemos. El interregno de barbarie de mil años de duración entre la caída del Imperio Galáctico y el advenimiento del siguiente sería la Edad Media. Hay más chicha en las novelas de la que parece.
@Pedro @Mazinger
Claramente hago distincion entre trilogia y saga, no entre a las descripciones detalladas pues cada vez que escribia una frase pensaba en el daño que le podria hacer a los posibles futuros lectores, ahi el motivo de las breves descripciones.
En cuanto a R.D. y la trilogia original es cierto que no se nombra pero tampoco deja de ser menos importante el hecho de su importancia en la saga completa y las fechas de publicacion de sus libros. Como siempre se pueden sacar interpretaciones varias, la mia en particular es que la idea de la saga completa, asi como la saga de los robots ha sido desde 1950 un todo, una misma historia que tenía Assimov en su cabeza y fue expresandola poco a poco.
Mas abajo pongo un listado con sus fechas de publicacion.
Y mis disculpas a Mazinger por variar el hilo principa ya que el tema es Economia Vs Fundacion.
1950 I Robot (Yo, robot) 1950 Pebble in the Sky (Un guijarro en el cielo). La historia transcurre en la Tierra, más de 50.000 años después del comienzo de la colonización humana de la galaxia, cuando ya se ha olvidado que fue el planeta que la inició. 1951 The Stars, Like Dust (En la arena estelar) El último de los 1099 planetas colonizados, Tyrann, inicia la colonización de los sistemas de la Nebulosa Cabeza de Caballo. Son los primeros balbuceos para la formación del Imperio Galáctico. 1951 Foundation (Fundación). 1952 The Currents of Space (Las corrientes del espacio). La expansión de la Confederación de Trántor, con sólo 5 siglos de existencia, abarca ya la mitad de la Galaxia con un millón de planetas habitados. 1952 Foundation and Empire (Fundación e Imperio). 1953 Second Foundation (Segunda Fundación) con Foundation y Foundation and Empire, constituyen la clásica Trilogía de la Fundación, o Ciclo de Trántor. 1954 The Caves of Steel (Las bóvedas de acero) Primera novela de robots humanoides, transcurre en la Tierra, en el siglo 47, cuando la colonización de la galaxia estaba estancada en 50 planetas. Se plantea, por primera vez, una solución al problema de su reanudación. 1957 The Naked Sun (El sol desnudo) . Segunda novela de robots. Puede considerarse una continuación de la anterior. Aparece por primera vez el planeta Solaria y una amenaza a toda la galaxia poblada. 1982 Foundation’s Edge (Los límites de la Fundación) . 1983 The Robots of Dawn (Los robots del amanecer) . Tercera novela de robots. 1983 Foundation and Earth (Fundación y Tierra) . última novela sobre la Fundación que finaliza la Saga. 1985 Robots and Empire (Robots e Imperio) . Cuarta novela de robots. 1988 Prelude to Foundation (Preludio a la Fundación) . 1990 Robot Visions (Visiones de Robot) 1993 Forward the Foundation (Hacia la Fundación) .
PD: Esto me hace pensar sobre un nuevo articulo, “”Los creadores de sagas y sus hilos conductores”
Hola a tod@os: Muchas gracias Mazinger, Pedro y a tod@s. Pido que se haga una serie sobre los políticos. Recomiendo la lectura del libro Descubra por qué es un chollo ser político en España http://ecodiario.eleconomista.es/libros/noticias/1632834/10/09/12/Descubra-por-que-es-un-chollo-ser-politico-en-Espana.html#Comentarios
otra página interesante http://reflexionesparaunmundomejor.blogspot.com/2008/10/un-grito-de-dignidad-nuestros-polticos.html
Yo creo que la creación de este llamado cuarto poder es efectivamente una consecuencia de la idiosincrasia o veleidad como dices de los políticos y su tendencia a obtener votos al precio que sea (aunque para ello tengan que mentir, y otras cosas peores, me remito a los casos de corrupción), y de controlar y dominar todos los demás poderes como es el judicial, y también a la prensa. Quería apuntar que la duración del mandato del gobernador de España es de 6 años sin posible renovación ,y también es nombrado por el Rey (pura formalidad) a propuesta del Presidente del Gobierno.
Es una obra magna! Te sigo! Ya casi te doy mi voto para presidente del Banco Central de Costa Rica y te damos esa autonomía!
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El Universo Subprime – Fundación……
Discurre el año 12.066 de la Era Galáctica. Hari Seldon, ilustre matemático de Trántor, ha caído en desgracia a ojos del Emperador. Sus catastrofistas pronósticos han levantado ampollas en la Corte. Los rumores se encadenan uno detrás de otro. “¡Se atr…
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Discurre el año 12.066 de la Era Galáctica[1]. Hari Seldon, ilustre matemático de Trántor, ha caído en desgracia a ojos del Emperador. Sus catastrofistas pronósticos han levantado ampollas en la Corte. Los rumores se encadenan uno detrás de otro. “¡Se …
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