Ya os conté en la introducción mis nulos conocimientos musicales. Y mi, por llamarlo de alguna suave manera, desprecio por la música clásica (ya sabéis: Beethoven, Bach, Mozart, Tchaikowsky y demás gente de mal vivir). Pero un buen día, me aficioné…
Todo empezó (para mí) en 1969-70.
Yo tenía como quince años, quizá dieciséis, estaba en Quinto o Sexto de Bachillerato, y estaba muy preocupado, como tantos otros, por los rumores de separación en los Beatles, luego confirmados, qué gran disgusto, aunque ciertamente comenzaba a haber oferta pop o rock española de cierta calidad, léanse los Brincos, los Bravos, Joan Manuel Serrat o Mike Ríos, por ejemplo.
Éste último había tenido un éxito importante con un “single” que contenía dos temas: “El Río” y “Vuelvo a Granada” (casi todos los cantantes editaban esos años discos sencillos de 45 rpm, o “singles”, con dos canciones, una por cada cara. Sólo algunos eran capaces de editar LP’s, de 33 rpm y diez o doce canciones, pues eran mucho más caros y se vendían mucho menos, claro está).
Pues bien, alguien (Waldo de los Ríos, para más señas, que ni era tío ni nada de Miguel) convenció a Miguel Ríos, que por aquella época dejó de ser “Mike” para recuperar su nombre real, Miguel, de grabar una frivolité: El Himno a la Alegría, una adaptación cuasi-pop del mismo tema de la Novena Sinfonía de Beethoven. Supongo que le costó lo suyo convencerle… Tomaron la melodía principal, cortaron aquí y allá, le cambiaron la letra para poner una más acorde con los tiempos hippies de “Paz y Amor” y “Haz el Amor y no la Guerra” que vivíamos entonces, le pusieron unos coros resultones, metieron alguna que otra guitarra eléctrica por el medio… En fin.
Una chapuza patética, se mire como se mire.
Un éxito sin precedentes, también. Entre 1969 y 1970, se vendieron más de siete millones de copias en todo el mundo, una de ellas, comprada por mí, gracias a mi modesta asignación semanal y a alguna ayuda paterna. El tema fue número uno no sé cuantas semanas, no sólo en España, sino en todas partes, incluyendo Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania… No sé yo si algún otro disco creado y producido en España ha tenido tal éxito desde entonces.
A mí me encantó. Como a tantos. Ese poderoso comienzo, con los cellos introduciendo el tema principal, esa majestuosidad de la melodía, muy bien cantada por Miguel, ese rápido final tan bien rematado… yo no había oído nunca nada parecido. Me encantó, definitivamente. Y me picó la curiosidad. ¿Cómo sería el original, cómo sonaría el Himno a la Alegría que escribió el tal Beethoven, para que diera origen a una canción tan bonita?
Intenté localizar a alguien que tuviera algún disco con el Himno a la Alegría… no encontré a nadie. Ya dije que en mi entorno no había nadie a quien le gustara la música clásica. Recurrí a padres de amigos. Tampoco.
Así que vi que la única manera de poder escuchar el Himno completo era comprándomelo yo, rompiendo el cerdito de mis escasos ahorros de la paga semanal. Me acerqué, entonces, a alguna tienda de discos del barrio, para ver lo que costaba el dichoso Himno a la Alegría original de Beethoven.
Para mi desaliento, descubrí que no venía sólo. Resulta que el Himno a la Alegría es el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía, o sea, que no se vendía por separado: había que adquirir también los otros tres movimientos, que yo ni conocía ni quería para nada, claro está. Y además, resulta que el Himno a la Alegría de Beethoven duraba veinticinco minutos o más, mucho más de los cuatro minutos, más o menos, de la canción de Miguel Ríos. Y lo peor de todo es que todo ello, el pack con los cuatro movimientos de la Sinfonía, venían en un LP entero, que costaba una fortuna para mis infantiles finanzas. Pues vaya. Me iba a tener que quedar sin enterarme de cómo era la cosa…
Afortunadamente, unos meses después, pasando por otra tienda de discos del barrio, descubrí que tenían una oferta especial de discos de música clásica, obviamente por liquidación de existencias, por muy poco dinero (creo recordar que unas ochenta o noventa pesetas –unos cincuenta céntimos de euro-, que entonces no era tan poco dinero: un bocadillo de calamares de la Plaza Mayor costaba diez pesetas), y entre ellos, ¡un disco de la Novena Sinfonía de Beethoven! Mis escasas finanzas sí que daban para tales dispendios, así que fui corriendo a casa, rompí el cerdito, y me lo compré.
Se trataba de una grabación de la Orquesta del Festival de Bayreuth, del año 1954, dirigida por Wilhelm Furtwängler y editada por La Voz de su Amo (creo recordar, pues hablo de memoria), que había quedado anticuada, puesto que se habían editado ya las versiones del astro ascendente, Herbert von Karajan, con la Berliner Philarmoniker… sólo que eso yo no lo sabía entonces, ni hasta mucho después.
El caso es que llegué emocionado a casa e inmediatamente lo puse en el tocata que mis hermanos y yo habíamos conseguido que nuestros padres nos compraran (para no ser menos que nuestras amistades, claro está).
No habían pasado ni dos minutos cuando empezó a desfilar por allí toda la familia: “¿Qué es esa cosa tan rara que suena?” “¿Le pasa algo al tocadiscos, se ha roto o qué?” “¿Estamos ya en Semana Santa?”, etc, etc. Cuando expliqué que me había comprado el disco, ése disco concretamente, algunos se fueron simplemente meneando la cabeza y murmurando “este chico, este chico…”, mientras otros directamente me preguntaron si tenía fiebre o qué.
En fin, que quité el disco y esperé a estar solo en casa para poder oírlo tranquilamente sin sufrir comentarios jocosos.
Cuando por fin me quedé solo, puse de nuevo el disco, subí el volumen y me preparé a oír esa tal Novena Sinfonía de ese tipo alemán, de ese tal Ludwig van Beethoven…
Acompañadme, si lo gustáis, oyendo cualquier buena versión de la que dispongáis en disco, o, si no, siguiendo la grabación de la UCTelevision que puede encontrarse en youtube, interpretado por la Orquesta y Coros de la Universidad de California en Davis. En esta grabación está primero un Concierto de Órgano de Haendel (muy bonito, por cierto, pero no es el caso), y la Novena comienza en el minuto 13:30, aproximadamente.
El primer movimiento es un “Allegro ma non troppo, un poco maestoso”. Es decir, “rapidito sin pasarse, ligeramente majestuoso”. Comienza con una nota vacilante, un trémolo ejecutado por la cuerda grave (violas, cellos), como con indecisión, y los violines entran después con dos notas que se repiten por dos veces, como pidiendo excusas… yo me imagino que Beethoven nos está, tímidamente, pidiendo permiso para lo que va a venir después, como diciendo “Perdón, ¿puedo molestar…? Ya sé que estáis acostumbrados a una música determinada, pero es que yo vengo a proponeros algo muy diferente… ¿Puedo?”. Eso es lo que yo me imagino, claro. El tema va poco a poco afirmándose, hasta que entra la por fin orquesta entera (en un “tutti”), como diciendo: “Un momento, ¡ya está bien! Oídme… Esto merece la pena”.
El tema sube, baja, alterna, ruega, exige, pregunta, se repite, y se convierte en una melodía potente y pegadiza, en la que todos los instrumentos de la orquesta se van complementando con una armonía perfecta… En la parte central, sobre el minuto 8, el tema se expresa con toda la potencia de la orquesta, incluida la intervención decisiva de la percusión (el timbal), llegando al climax… Y el final… ¡Qué final! Allí Ludwig da un puñetazo en la mesa, como diciendo: “Se acabó; hacedme caso: No más Mozart, no más Haydn: Esta es la nueva manera de entender la música: ¡Enteraos de una vez! ¡Aquí está el Romanticismo!”. O eso es lo que yo me imagino, desde luego…
Hay que tener en cuenta que Beethoven compuso esta Novena Sinfonía entre 1818 y 1824. Cuando la terminó tenía cincuenta y cuatro años, sólo tres antes de su muerte, y estaba ya enfermo y, sobre todo, sordo como una tapia, lo que me imagino yo que debe ser un calvario para un músico. Todo este prodigio de Sinfonía la diseñó, compuso y escribió escuchándola exclusivamente en su cabeza, pues no oía absolutamente nada… a mí me cuesta imaginarlo, sinceramente. Y, desde luego, revolucionó la música. Nada fue igual después del apoteósico estreno de su Novena Sinfonía en Viena en 1824
En definitiva, que me enganchó. Completamente. No me podía yo imaginar algo así. Ese primer movimiento dura unos dieciséis minutos y se me hizo cortísimo. Quería más…
Afortunadamente, después del primer movimiento venía el Segundo… “Scherzo: Molto vivace”, lo que quiere decir, obviamente, “Muy vivaz”, o sea, muy rápido. Es un “Scherzo”, lo que quiere decir que mantiene un tono informal, jocoso: la palabra “Scherzo” significa “broma” en italiano (gracias a Alessandro por la corrección), o sea, que es una especie de broma musical. Para aquellos que no podáis esperar a oír el Scherzo, empieza (en el video de youtube) hacia el minuto 30:15.
Comienza este segundo movimiento con las mismas notas del tema principal del primer movimiento, pero rápidamente cambia, juega con ellas, busca variaciones, se expande, se contrae… pero siempre muy vivaz, muy rápido. El resultado es espléndido, también. Dura unos once o doce minutos, que también se me hicieron cortos…
…No así con el tercer movimiento: un “Adagio molto e cantabile-Andante moderato”, o sea “Lento que te pasas y cantable, y luego, Un poco más rápido pero no mucho”, más o menos. Se trata de un movimiento lento. Muy lento. En la versión de Furtwängler que estaba oyendo, algo más de diecisiete minutos; en la de Karajan de 1987, por ejemplo (reputada como una de las mejores versiones jamás grabadas de la Novena), dura algún segundo menos de dieciséis. En el video que os propongo comienza en el minuto 43:30, y dura unos trece minutos. Mal, en mi opinión, como luego veremos, pero es lo que hay…
El caso es que me aburrió. ¡Lo que es la juventud y la inexperiencia! Ahora, años después, me parece uno de los tiempos más bellos y emocionantes jamás escritos (incluso una persona conocida mía tiene dicho que, en su funeral, quiere que pongan el Adagio de la Novena, de tanto que le gusta; yo no llego a tanto, pero casi). Sin embargo, con quince o dieciséis años, y sin ninguna formación musical, me pareció lento y aburrido, qué se le va a hacer. Durante años, cada vez que ponía la Novena en el tocata, lo que era bastante frecuente, me saltaba el Adagio… ¡Qué torpe, por favor! Después pagué mi deuda con el Adagio: algunas veces he puesto sólo el Adagio, especial para momentos en los que te sientes “lírico”.
Porque es bellísimo. Maravilloso. Emocionante. La melodía es eso, lírica, cantabile como cita el título, llevada fundamentalmente por la cuerda, con contrapuntos del viento (sobre todo la madera, es decir: flautas, oboes, clarinetes y fagotes), que dejan el camino expedito para un majestuoso solo de trompa… Sube, baja, recapitula, y termina de forma esplendorosa.
Últimamente he escuchado algunas versiones, casi todas en directo, donde el director interpreta el adagio a ritmo de andante, o sea, mucho más rápido. He llegado a oírlo en menos de trece minutos… ¡es un atropello! Más que un adagio, parece un pasacalle: ninguna emoción, casi dan ganas de salir a marcarse unos pasos de baile…
No sé muy bien por qué, pero últimamente se ha puesto de moda entre directores de más o menos campanillas tocar piezas muy conocidas a ritmos mucho más rápidos de lo que se tocaban hace algunos años, lo que a veces resulta bien, pero casi siempre suena fatal, por lo menos, a mí me suena fatal.
Pero lo entiendo, hay una razón de peso: una orquesta buena puede tocar una pieza a un ritmo muy lento con perfección; una orquesta mediocre fallará, precisamente, en los tiempos lentos, donde no puede esconderse en parte alguna. La solución: tocarlo a toda pastilla, y así los fallos quedan enmascarados entre el batiburrillo, no se notan tanto. Para saber si una Orquesta es buena o sólo del montón, hay que fijarse siempre en los tiempos lentos.
Si decidís comprar una versión de la Novena, yo os recomendaría que os fijárais en la duración del Adagio, el tercer movimiento: menos de quince minutos o quince y medio es completamente inaceptable. Pero, ya sabéis, para gustos hay colores… y músicas.
Bueno, después del Tercer movimiento que (inexplicablemente) tanto me aburrió, llegó el gran momento: Por fin, el Himno a la Alegría. Iba a descubrir por fin las fuentes de la canción de Miguel Ríos por cuya culpa estaba allí escuchando aquel disco… Un cuarto movimiento que es “Presto-Allegro assai”, es decir, algo así como “A toda pastilla, y después, Rapidito, pero de aquella manera”. Más o menos. Ya veo que me entendéis…
Y no me decepcionó. Vaya que no: me dejó en estado de éxtasis, literalmente, y preguntándome dónde habría estado yo hasta entonces que nunca había oído semejante perfección. Lo mismo creéis que exagero; un poquito igual sí, pero de hecho me gustó tanto que, una vez acabado, lo puse una vez, y otra más, lo menos cuatro veces oí aquél día de 1970 a Wilhelm Fürtwangler dirigiendo a la Orquesta del Festival de Bayreuth dieciséis años antes…
Comienza el cuarto movimiento con una potente entrada de toda la orquesta, rápidamente respondido por las cuerdas graves, cellos y contrabajos, que tendrán una importancia capital en lo que sigue.
Y se establece un diálogo sin palabras, pero clarísimo, entre la orquesta y los cellos, éstos siempre doblados por los contrabajos, que viene a decir, más o menos (traducción libre para la radio, por cortesía del Macluskey):
-Orquesta: Vamos a ver, que no me acabo de enterar, ¿cómo era esto?
-Cellos: Pues hay una nueva forma de hacer música y tal y tal.
-Orquesta: Bueno. ¿Y eso cómo es?
-Cellos: Caramba, ya os lo he explicado antes.
-Orquesta: Ah, entiendo. Será entonces como el primer movimiento (y suenan unos pocos compases del primer movimiento).
-Cellos: Pues no, no es así exactamente.
-Orquesta: ¿Como el Segundo, quizá? (suenan ahora unos pocos compases del segundo movimiento).
-Cellos: Que no. Tampoco es así (y los cellos niegan vehementemente: dos notas de negación, ejecutadas mediante dos barridos del arco sobre el cello, que reflejan visualmente, además de acústicamente, el acto de negar).
-Orquesta: Pues ya no queda duda: como el tercero, seguro.
-Cellos: No os habéis enterado de nada. Lo que hay que engrandecer es el espíritu humano, cantar a la amistad, la paz, la libertad, y tal y tal.
-Orquesta: Pues es que no sé si me entero…
-Cellos: Veo que no me queda más remedio que enseñarte, pedazo de torpe…
-Orquesta: Tá bien. Oigamos entonces qué tienes que decir.
Todo este diálogo (que originalmente Beethoven pensó que fuera entre un cantante, el bajo/barítono, y la Orquesta), dura unos tres minutos… y cuando acaba, entonces se hace el silencio. La niña de E.T. diría en este momento lo mismo que cuando el extraterrestre cabezón hace volar objetos con el poder de su mente: “Aquí va a pasar algooo…”. Una atmósfera especial se crea en la Sala de Conciertos durante esos pocos segundos. Todo el mundo contiene la respiración: todos saben de memoria las notas inmortales que vienen a continuación, y todos las esperan con expectación. Es uno de los pocos momentos en los que nunca, nunca se oye toser a alguno de los tosedores profesionales de toda Sala de Conciertos, en la del Auditorio de Madrid, más… Mis padres me contaban que años ha, en el Teatro había aplaudidores profesionales (la clá); ahora hay tosedores profesionales, expertos en colocar una tos perfecta en el momento cumbre de cada obra… ¡qué cruz!
…Y el silencio, por fin, se rompe.
Los cellos (y los contrabajos doblándolos, como casi siempre) entonan el Himno a la Alegría. Notas graves, cantables, piano (o sea, bajito, bajito: hay que aguzar el oído para oírlos), directas al corazón. Cuando acaban la estrofa, el trozo o como se llame, la Orquesta se suma, primero tímidamente, de momento sólo las violas, lideradas por un clarinete cantarín y un fagot portentoso, repitiendo las mismas notas mágicas; diciéndonos a todos: “Ah, ya veo, ahora lo voy entiendiendo”… Cuando termina de nuevo la estrofa, se suman más instrumentos, particularmente los primeros y segundos violines, que llevan ahora el peso de la melodía, acompañados por la madera, y ahora maravillosamente contrapunteados por los cellos, y por fin, en la cuarta repetición, se suma, entusiasta, la Orquesta entera, con los metales y la percusión a todo trapo, abrazando la nueva fe (o lo que sea) musical… Es para acabar exhausto… a mí siempre se me saltan las lágrimas, no puedo evitarlo. Es demasiado.
.
Bueno, ya me he enjugado las lágrimas y puedo seguir escribiendo…
Sigue la música un poco más, congratulándose, regocijándose con el descubrimiento, y de pronto se recapitula, y se repiten los potentes acordes iniciales del movimiento, como diciendo: “Ahora que hemos aprendido… ¡Veamos de lo que somos capaces!”.
Y la música termina abruptamente, se produce el silencio de nuevo y a continuación viene uno de los momentos más difíciles por los que, supongo, debe pasar un barítono (o un bajo): Se levanta el susedicho barítono y, a capella, él solito, nos dice, no, NOS GRITA: “Oh, Freunde, nicht diese Töne” (Oh, Amigos, No sigamos más con estos rollos patateros…”). Él solito, repito, tras estar sentado durante casi una hora, calladito, y sin el apoyo de la Orquesta. Y esa música, que todo el mundo conoce… Más de un gallo tremebundo he oído yo en este momento especial (pobre bajo, como para que se te trague la tierra). Y sigue: “Cantemos algo más grato a nuestros oídos, cantemos a la alegría”. Bueno, más o menos.
Y a continuación, Beethoven pone música al Himno a la Alegría que Friedrich Schiller, el poeta alemán fallecido hacía unos pocos años, compuso a finales del Siglo XVIII. Dieciocho minutos, más o menos, de perfección. Sobran las palabras… sólo oigámoslo.
.
…Y no tengo más que decir. Salvo que, como supongo que sabéis, es el Himno de Europa, cosa que a mí me parece una sabia elección.
Disfrutad del Himno a la Alegría. A mí, me marcó. Comencé a ahorrar para comprar más discos de Sinfonías de Beethoven, y como me gustaron igualmente, de otros compositores, y así, tontamente, tengo una colección enorme. Y sí. Sigo sin saber nada de música, pero, ¡Dios! ¡Cómo me gusta!
Os recomiendo, desde luego, que lo oigáis en una buena versión, sobre todo que sea una donde el trompa no esté trompa, como pasa en la del video de youtube… Madre mía, ¡qué trompa! ¡Qué forma de desafinar! Supongo que la noche del concierto no podría dormir, el pobre.
Así, de saque, tenéis: Karajan, con la Berliner Philarmoniker, desde luego; Bernstein, siempre; Baremboin, Rattle, Abbado, la propia de Furtwängler, que ha reeditado EMI no hace muchos años… Mucho y bueno hay para elegir. ¡Suerte!
Pero… pero…
No hay nada como la música en directo. No hay disco que se le compare. Nada supera a la magia de ver a ciento y pico personas tocando una buena pieza, exclusivamente para tus oídos… No hay equipo de audiófilo que pueda competir con un Concierto en directo. Os lo aseguro…
Hasta la próxima. Y ya sabéis: Disfrutad de la vida, mientras podáis.
A ser posible, escuchando música.
The Historia de un ignorante… ma non troppo. La Novena Sinfonía de Beethoven by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 53 } Comentarios
Genial
Hará unos pocos años asistí al CaixaForum de Barcelona, donde “desgranaban” las 4 estaciones de Vivaldi y la Pastoral en sendas conferencias. Disfruté como un enano por llegar a entender datos (como objetivos del autor en ciertos momentos, estructura de la composición, etc…) que se me escapaban al disfrutar simplemente la pieza virgen de conocimientos musicales.
Me quedé con ganas de encontrar algo similar, tan ameno, para entender, ver desde otro punto de vista o sacar el jugo de otras piezas, dado mi escaso conocimiento musical. Y lo acabo de encontrar
Lluís, exactamente igual que me siento yo. Creo que vamos a disfrutar de lo lindo
¡Cuanta pasión!, seguramente has contraído la “fiebre de la música clásica”, la enfermedad más envidiada de la historia.
Este es de esos artículos que te convencen para hacerles caso, porque lo que convence no son las palabras, es el acento.
Me divertí mucho con el diálogo de los cellos y la orquesta. Sin duda, algo nos querían decir. Cuando la música habla por sí misma, su majestuosidad es inmaculada. La Novena Sinfonía, un tesoro eterno.
Gracias por compartir tu mirada, Mac.
Disfrutando, disfrutando…
Beethoven es el músico y compositor que va mas álla de lo sublime, en Mozart, escuchamos que compone para la divinidad, así Shubert para el Alma, pero en Beethoven para algo más etereo que la divinidad y el alma, realmente llega a las profundidades desconocidas del ser humano, que ni imagininamos que existían, sus composiciones te dicen algo diferente cada vez, en Tchaicosky, Mozart, Shubert, Brahms, Mendelson etc.. encuentras las mismas obras y siempre genialidades, pero siempre te dicen lo mismo, en Beethoven no aplica, si escuchas la sonata 32 ó el concierto n5 depende del momento que estes viviendo te dice algo diferente, LVB, supe como sacar la emoción Humana mediante la música combinando, La luz, sombra, derrota, victoria….te felicito por tú escrito sobre la Novena, como nota, la medida del CD se creo a partir de la versión de Furtwängler de 74 minutos…
Muy bueno el artículo… me has hecho saltar las lágrimas, cabronazo… nunca la volveré a oír igual
Gracias, drugo Mac por llenarnos la quijotera con la chudesña música del bueno de Luvdig Van.
Oh, con la gracia, me comí una de las v en Luwdig o_Ò
Muy buen artículo y muy grande la novena sinfonía. Yo tampoco sé nada de música clásica (aunque está justificado por mi edad, supongo) y, sin embargo, siempre me ha encantado… Me gustaría tener la oportunidad de poder ir a escuchar este tipo de música en directo pero no tengo los medios, tendré que esperar.
Siempre he querido ser de esos que escuchan música clásica y te hablan de los instrumentos por separado y de los tiempos y esas cosas, pero supongo que eso vendrá con la experiencia, por el momento yo simplemente cierro los ojos y escucho.
Lo del 3er movimiento, supongo que se trata de cómo lo escuches… yo he intentado escucharlo con calma y la verdad es que, aunque venga después del segundo y la velocidad sea mucho menor, me ha gustado mucho (aunque el maldito youtube me lo ha parado dos veces y eso ha hecho que mi calma desapareciera… algún día que la conexión no esté porculera, lo volveré a escuchar.)
Del 4º movimiento no hace falta decir nada, es maravilloso.
Beethoven es uno de mis compositores favoritos (de los poquísimos que conozco) aunque me jode muchísimo que la gente parece que sólo lo conoce por la naranja mecánica (>_>)
Una pequeña corrección: scherzo en italiano es broma, no chiste (chiste es barzelleta, te lo digo yo que soy italiano xD)
Gracias por compartir todo esto ^^
EEhhh… caramba, ¡qué recibimiento!…
Yo me esperaba más que me dijérais: “Ande vas, so pretencioso, que no tienes ni idea…” Y resulta que los lectores de Elcedazo sois todos unos tíos estupendos, que hasta me decís (Gracias, Antonio, por tu comentario, que me ha hecho saltar las lágrimas a mí).
No, de verdad, que yo no sé nada de mñusica, pero sí que he oído mucho, y soy un cretino exigente que más de una vez se ha levantado en un Concierto porque no me gustaba la versión que estaba oyendo…
Y sí, claro, empezar con la Novena…¡así cualquiera! Ya veremos cuando lleguemos a cosas más exóticas, qué os parece.
@Carlos, ¡qué gran razón tienes…! Cada vez que oigo ciertas obras de LVB oigo cosas distintas. Y además, da igual que la interpretación no sea tan buena, como decía un amigo mío, ¡ LVB es indestructible!
Sí que sabía que los de Philips, a la hora de fijar una duración para su nuevo invento, el CD, decidieron que fuera 74 minutos precisamente para que cupiera entera, sin cortes, la versión de Furtwängler. Se ve que no se fijaron en algunas sinfonías de Mahler, que desgraciadamente no caben en un CD sólo.
@Alessandro: Gracias por la corrección, cuando yo decía que sabía poco… Y a ver si puedes oir ese maravilloso adagio, de lo más emocionante que he oído nunca. Por otra parte, al menos en Europa asistir a Conciertos no es muy caro. Por ejemplo, la ONE (Orquesta Nacional de España) programa cada año un ciclo en Madrid con entradas desde los seis o siete euros…¡menos que el cine! Y me consta que otras orquestas españolas tienen también políticas de precios atractivos. Oír música clásica no es caro… ¡Y tan remunerador!
En fin, gracias, amigos por vuestros comentarios.
muy bueno yo sí soy muy ignorante, pero admiro mucho las obras de música clásica
aquí con mucho gusto comparto un post para los enamorados de la obra de J. S. Bach http://nigrablato.blogspot.com/2009/05/el-canon-cangrejo-de-j-s-bach.html
Qué grande…
Beethoven, menudo él…
Yo siempre he sido más bien amante de Bach (para mí, el Maestro, en mayúsculas), Holst, Hindemith, Vivaldi…, pero desde luego, con explicaciones apasionadas como la tuya convences a to’ quisqui
Nunca ha sido uno de los compositores que andan más arriba en el ránking de favoritos, pero sí que es verdad que “tiene algo” diferente. Sólo hay que escuchar el principio del segundo movimiento de esta sinfonía, o el inicio de la quinta… ¡vaya declaración de intenciones! ¡y vaya si tiene algo diferente!…
Enhorabuena por tu artículo, estoy ansioso por leer más. Leí toda tu serie de artículos informáticos y ya me pareció interesantísima, así que una sobre música clásica, que es mi campo, es un disfrute inmenso para la vista… ¡y los oídos!
¡Suerte!
Tengo que confesar para pena y verguenza ajenas,que a mis casi 30 añitos ayer fué la primera vez que escuché completita la novena de Ludwig y lo único que pude hacer,desde mi ignorancia supina sobre la música clásica,fué, en automático y no se de donde ni porqué,después de oir las ultimas notas me quedé unos segundos totalmente estupefacto y acto seguido,tuve que derramar algunos lagrimones. Tanta es la emoción que provoca esta obra maestra.
Yo tengo 43 años y he escuchado mucha música y leído bastante sobre música también. Ni siquiera de los llamados “críticos profesionales” he leído nunca un artículo o comentario tan bueno, en el sentido de ser capaz de transmitir la sensación que se produce al escuchar una música de calidad y contárselo a quien probablemente no la ha escuchado nunca ni le interesa nada.
Recuerdo muchas ocasiones en las que he tenido esa misma sensación de “dónde estaba yo hasta hoy” cuando he descubierto algo grande. Esa sensación hace mucho que no la tengo.
Lo que sí que he hecho, hace ahora un año, es empezar a aprender a tocar música. Sí empecé con 42, con unas clases de piano en una escuela municipal de rock. Y se puede, MacLuskey, se puede. Estoy deseando que empiecen otra vez las clases. Desde que empecé con eso oigo la música de otra manera, no sólo porque pienso si la puedo tocar o no, sino porque también me están enseñando cómo se construye la música, porqué detrás de un acorde viene bien otro, pero otro no viene tan bien.
Seguro que tú Macluskey, también echas de menos esa sensación de haber decubierto algo que nunca dejarás. Apúntate a clases de música, pero no en un conservatorio… a una escuela de rock o de música moderno o como le quieran llamar, donde te enseñarán a tocar y a entender, no sólo a leer como hacen en los conservatorios. Lo malo es que si empiezas no lo podrás dejar y hasta pensarás en aceptar aquella prejubilación que…
Hola.
Gracias por el artículo. Me ha gustado mucho como has puesto en palabras las sensaciones que despierta en mi esa música. La he oído en directo y en CD. Cuando la oí en directo no la había oído nunca entera y recuerdo como me removía en el asiento cuando oía parcialmente la melodía que todos conocemos. Es genial como el autor te va preparando para lo que va a venir. El tema aparece y desaparece durante toda la obra, y cuando en el cuarto movimiento entra del todo te pilla con un montón de ganas y es una pasada. Gracias por los apuntes sobre las versiones.
Saludos.
@Danipilze: Muy buen apunte. Bach es único. Un monstruo. Pero un poquitín difícil para empezar. Si yo hubiera empezado por comprarme la Pasión según San Mateo, hubiera aborrecido la clásica (la barroca, en esta caso) toda mi vida. Afortunadamente, fue Ludwig van…
@Estemon: No esperes mucho de este pobre ignorante… si es caso, lo que a mñi me dice según qué obra, que puede ser cualquier cosa menos lo correcto… ¡y espero correcciones, a ver si aprendo algo!
@Jose: No. No voy a estudiar nada. Estoy mayor. Me encantaría saber tocar cualquier instrumento, mayormente el piano, pero en plan Matrix: pones una cinta directa al cerebro, y ya. Pero nopuedo pasar por el proceso de aprendizaje. No me queda paciencia para eso. ¡En otra vida será!
@Todos: Muchas gracias por vuestros amabilísimos comentarios
He de felicitarte por el cambio de tema. Yo también me considero un inculto total en música clásica (pero inculto total, no como tu) pero me encanta. El causante es mi padre, que desde pequeños nos ha puesto en casa y en los viajes en coche su, al principio escasa y ahora no tan escasa, colección de música.
Ahora mismo me estoy metiendo más con la Opera. Para un niño o un chaval joven la Opera al principio es más aburrida, pero ahora me estoy aficionando, e incluso me he apuntado a un par de cursos que imparte un crítico y locutor de radio que se llama Ricardo de Cala.
Como dices, para iniciarse en la música clásica es más fácil si empiezas con Beethoven, pues con la Opera conviene empezar con las partes sin canto (la obertura de Guillermo Tell), los coros (en Nabucco o en Turandot los hay preciosos) y algún aria (por ejemplo una de Rinaldo que sale en la peli “Amanece que no es poco”), y poco a poco ir entrando en las obras completas.
Bueno, como te he dicho me ha encantado el cambio de repertorio, y también me ha encantado como has descrito las sensaciones que te/nos invaden cuando escuchamos algo verdaderamente precioso.
Un saludo,
Baco
Estupendo artículo Mac. Creo que conseguirás que aquellos que miran desde lejos a la música clásica, como a una especie de bicho raro que sólo puede verse en documentales, se acerquen a ella.
La música clásica no es fácil, no está pensada para el consumo sino para el deleite y su duración no está pensada para facilitar la comercialización, no tiene un estribillo al uso que se repita milimétricamente cada minuto y a lo largo de cada obra sus sonidos brincan desde los más agudos a los más graves de un modo inusual y a veces maravillosamente violento. En pocas palabras ¡es infinitamente más rica!
Pero apreciar esa riqueza requiere madurez. Cierto es que hay música clásica muy popular y agradable al oído, pero otra es endemoniadamente difícil de digerir. Yo llegué a ella en torno a los 25 años por aburrimiento. El rock, el pop, el tecno y demás música que había llenado mi adolescencia y primera juventud me hastiaban, buscaba algo nuevo y lo encontré donde menos esperaba. ¡Resultaba que aquello nuevo que buscaba se había compuesto hacía casi dos siglos! ¡Menuda sorpresa!
Empecé por el genial Mozart (requiem a un lado) y continué escuchándolo hasta que llegué a sus alegres e irreverentes óperas. En seguida me di cuenta que comprendía mejor la ópera, quizás por el concurso de las voces humanas, que las piezas exclusivamente tocadas con instrumentos musicales. Sentí que la voz humana era el mejor instrumento y que las voces de los tenores, sopranos, barítonos, mesosopranos y bajos alcanzaban un virtuosismo tal que jamás podría encontrar en la música de otra jaez.
Así, continué con las óperas más conocidas por todos, Carmen, La traviatta, La Boheme (¡la insuperable Boheme!), conociendo nuevos (¡viejos en realidad!) autores y saltando sin mucho orden ni concierto entre el clasicismo, el verismo, el romanticismo o incluso el barroco, buscando nuevo material con el que satisfacer mi nueva sed por el pasado. Y llegué hasta Fidelio, la única ópera que Beethoven compuso. No me gustó mucho, comparado con Mozart u Offembach era demasiado serio, comparado con Weber o Wagner poco grandioso. Pero no me cupo ninguna duda de que era una ópera compleja y delicada, y de que quizás no había llegado aún el momento de profundizar en ella, así que la dejé hasta que he leído tu artículo. Ayer la saqué de la estantería y la desempolvé un poco, la contemplé con un respeto religioso y no me atreví a ponerla en el equipo de música. Necesito crear ambiente, esperar a un día especialmente otoñal, sentarme en mi sillón favorito y escucharla sin prejuicios. Tu artículo ha despertado este deseo que de todos modos creo que albergaba, sin saberlo, desde hace tiempo.
La última ópera que escuché en directo es una de mis favoritas (¿porque me caen bien los antihéroes quizás?): “Los cuentos de Hoffman”. Y en efecto, !no es posible hacer tuya una música como en el directo!
Sigue así Mac, eres grande.
Con la boca abierta me he quedado, Mac!
Sabía de tu habilidad de dejarnos embobados durante horas, relatando sobre algo tan técnico y amplio como la informática pero nunca pensé que te atreverías a hacer los mismo con algo tan … como la música clásica. Y nada menos que con una pieza de 73 MINUTOS!
Y me cago en la leche, que si me la he escuchado. Todita.
He conseguido tiempo (cosa muy extraña), para obtener una versión de Leonard Bernstein, me he enchufado los auriculares y ME LA HE TRAGADO ENTERA (y en el curro!, (es que suelo leer durante el descanso)).
Estoy ansioso de más (y de tiempo para disfrutarlo). GRACIAS mac.
Pues de nada…
Ya sabéis que me gusta compartir lo que me apasiona. Si consigo que algunos de vosotros dediquéis un poquito de ese escaso tiempo que tenemos a escuchar (no sólo a oír, sino a escuchar) obras maravillosas, y encima os gustan, me daré por satisfecho.
@Baco, Mazinger: Efectivamente, si yo hubiera empezado por La Traviatta, o por El Anillo del Nibelungo, habría odiado la clásica (después de cortarme las venas). Afortunadamente, fue LvB.
De todos modos, no creo que aparezca aquí ninguna Ópera, porque duran de media dos horas y media o tres, y es demasiado, y porque odio los resúmenes tan al uso de “las setecientas mejores piezas de música clásica”. Las 700, ¿al gusto de quién? En fin.
@joel: Pues nada, ya veo que tú, precisamente tú, querido amigo, eres uno de los destinatarios de estos lerdos apuntes. Te garantizo que si me vas acompañando de la misma manera que has hecho con el inmortal LvB y su Novena, con el resto de cositas que irán apareciendo, descubrirás maravillas que te dejarán boquiabierto… porque no sólo voy a poner cosas hiper-mega-conocidas, sino otras menos conocidas y simplemente maravillosas. Ya iremos comentando…
Gracias por vuestros comentarios/ánimos. Difícil me ponéis no defraudaros…
Saludos
Curiosamente he caido en esta página porque hace un rato (hoy 1 de Octubre) puse la 2 y me encontré con un concierto de RTVE en directo y en Homenaje a las Víctimas del Terrorismo y precisamente era la 9ª de Beethoven. Yo ya soy mayor y la he oido muchas veces antes, pero siempre me emociona. Mi padre nos llevaba a veces a conciertos en el Monumental, así que me encanta la música clásica, es parte de mi vida. Además, como estudié alemán, me sé el Himno de memoria, así que lo he disfrutado a tope. Pues bien, quise leer más cosas sobre la Sinfonía y encontré tu comentario que me ha encantado, lagrimones es poco entre el concierto en vivo y tu página. Muchas gracias, me habéis alegrado la tarde.
Por cierto, me ha extrañado que no haya ningún comentario femenino, pues ya tienes uno.
Ana
@Gonzany: Bienvenida, Ana… yo creo que sí que hay muchas mujeres que leen estas torpes líneas, pero muchas gracias por tu comentario. Hace que uno se sienta bien…
Un abrazo muy fuerte… ¡qué demonios! ¡Un beso! Aunque haya Gripe A…
Mac
muy bueno el analisis, que mas que analisis es una puesta en palabras de lo que se siente al escuchar la 9ª, xq la 9ª es para eso, para escucharla y dejarte llevar directo a beethoven, sin duda el mas genial de todos los compositores de todos los tiempos!!! el en su novena sinfonia nos dice: aqui estoy, asi vive mi musica en la eternidad. El andante maestoso del himno a la alegria es lo mas imponente que se ha escrito, insuperable!!!
Hoy he comprado la version de Furtwängler y me ha parecido excelente. De hecho es el primer disco de música clásica que compro (después de años de descargas). Y fue una ganga, $30 MX, algo asi como dos euros.
Quizá mañana regrese a la feria del libro de mi universidad y compre la sinfonia del nuevo mundo de Dvorak.
Saludos.
¡Enhorabuena, Pedro! Bienvenido al club.
Y si con la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak (que es la Novena suya) consigues un disco que además tenga la Octava de Dvorak (como el de Rafael Kubelik con la Berliner Philarmoniker, editado por Deutsche Grammophon y ahora en una serie barata), pues mucho mejor.
Al final te va a picar el gusanillo y te vas a hacer con dos o tres mil discos…
Ya sólo te queda ir a un Concierto. Y luego a más. Verás qué diferencia!
Saludos
Beethoven miró e hizo temblar de vida al abismo oscuro y absurdo del vacío …
valla reseña de lo mas completa y descriptiva, escuche toda la sinfonia del video de youtube y tienes razon, el adagio es fatal al menos de mi perspectiva, no es lo mismo escucharlo en 14 minutos que en 20 que es la duracion del que tengo en mi pc, ademas de que la persona en la trompa valla que le han de haber dicho de todo lo habido y por haber ya que demasiados errores cometio, el mas notorio a mi parecer a 1:11:40 cuando baja la musica antes del estribillo del coro suena fatal, pero en fin, nadie es perfecto, lo mejor es disfrutar de esta joya musical muchas gracias por tu aportacion
… la verdad es que nadie nace maestro de algo, de hecho creo lo que dicen de “es mejor parecer tonto un momento, que serlo realmente de por vida”; sinceramente os felicito por haberle sacado provecho a un aparente “error” y haber aprendido una valiosisima leccion: no se puede juzgar lo que no se conoce y tambien os felicito por la historia ya que es muy genuina, creible y motivadora; asi es que adelante, a disfrutar la vida sanamente (por supuesto, mientras podais y preferiblemente, con musica). !!
un reconocimiento especial tambien a Beethoven, su ejemplo y motivacion son dignos de ser imitados; pues a pesar de ser sordo, no le importaron los impedimentos en los que algunos (por lo menos yo me incluyo) nos hubieramos excusado (y hasta inventado) para darle tan bellisimo aporte artistico a la futuras generaciones de esta humanidad … un autentico genio en verdad !
me pongo de pie y aplaudo este artículo. Es el primero que leo de tu serie… La 9na nos llegó al corazón de todos… no se mucho de musica clasico salvo beethoven y algunas cosas mas… pero espero ansioso un articulo del concierto para piano numero 5 que nos temblar de la emacion!
@Chapu77: Pues no vas a tener que esperar mucho…
Hola amigo, qué buen comentario, y es que esta novena de Beethoven me lleva al infinito y hasta hoy no puedo explicarme como pudo crear tanta musica sin poderla oir. Realmente un genio. Me interesó este tema en La inolvidable Naranja Mecanica pero antes teniamos a Beatles con Roll over Beethoven.
Gracias por tu comentario
Jorge
Pues para mi la Novena Sinfonia, y su Oda a la Alegria, son lo mas perfecto y espectacular en el mundo de la musica de todos los tiempos.
Creo que soloes igualado por November Rain de Guns N Roses, sobre todo por esos 3 ultimos minutos
Bueno , me ha encantado tu comentario a la novena del Divino Beethoven . Divertido e inteligente . Muy lejos de las pedanterias que se leen en otros sitios musicales.
La version de Karajan , como tu dices , desde luego , jajajaj es impresionante . La de Furtwängler , para mi gusto , insuperable , de otro planeta. Llena de matices .¡ que adagio , por Diossss ! Un saludo
Genial! muy motivador el texto que, a fin de cuenta, es lo que se necesita para este tipo de música puesto que ella, esconde grandes tesoros para el deleite de nuestros oidos. Mi padre siempre me dijo: “¡Lo que se pierde el ignorante! y es por eso que estoy muy de acuerdo con la expresión “Historia de un ignorante…”. La Novena sinfonía “Coral” tiene algunos otros secretos que podríamos compartir: es la única obra musical que tiene la categoría de ser patrimonio de la humanidad. Por otra parte, y comparto ese sentir respecto del tercer movimiento… a mi pasaba lo mismo aunque, no me lo saltaba… es que la música clásica tiene esa magia en que uno le va descubriendo secretos a medida que la va conociendo. Hacia el final del tercer movimiento, Beethoven provoca un efecto con los instrumentos tal cual lo hace la luz blanca, que es producto de la combinación de todos los colores, aquí él combina el sonido de todos los instrumentos haciendo aparecer un verdadero órgano, sólo de la talla de este genial músico. Para mi, esta es la obra más colosal que ha producido el genio musical humano, sin quitarle valor a los grandes de esta época que también merecen tener su lugar. Respecto del segundo movimiento, éste esconde una melodía única que apenas dura unos 4 ó 5 segundos y que Beethoven no la vuelve a reproducir en toda la obra, es bellísima, búscala y te darás cuenta. Respecto del primer movimiento, nada que decir, simplemente fantástico, potente y arrollador. Existen pasajes de éste que como lo dices, hasta las lágrimas uno llega al escuchar tan majestuosa partitura. Finalmente el cuarto movimiento es lo que podríamos decir, el colorolario de la creación musical humana. Sólo mencionarte que Beethoven trata, sin lograrlo para mi entendimiento, de hacer lo mismo que en el tercer movimiento con lo del órgano pero, esta vez, lo hace con las voces… es un pasaje muy hermoso que roza lo metafísico. También existe una fuga… después de los primeros coros que es, simplemtente transportadora a nuevas dimensiones. En fin, podríamos estar hablando de esta gran creación humana durante años y no nos cansaríamos. Gracias por el aporte y ahora, me voy a escuchar la novena… por Zubin Mehta, una de las mejores que he oído y no te olvides de Leopoldo Stokowsky.
Hola a todos!
La próxima semana, acá en Quito (Ecuador), la orquesta sinfónica nacional dará un concierto de la novena sinfonía. Tengo entradas en primera fila ya que será el primer concierto que asisto
Adjunto el link: http://www.sinfonicanacional.gob.ec/newsite/index.php?option=com_content&view=article&id=352:la-novena-sinfonia-de-beethoven-con-nathalie-marin-y-250-artistas-en-escena&catid=50:portada
Saludos
@Juan Carlos: ¡Qué suerte!!!
Espero que te guste— como un amigo mío dice, Beethoven es indestructible, así que seguro que sales encantado.
Lo único… No conozco cómo es la Sala de Conciertos, pero en general la primera fila del patio de butacas (la platea) no es la mejor opción. Es mejor estar un poco más atrás, en la fila 7 u 8, para que el sonido llegue más “empastado”, pero en cualquier caso, seguro que disfrutas como un enano.
¡¡Ya nos contarás! !!!
Saludos
Mac
Hola a todos.
Acabo de llegar del teatro y realmente no tengo palabras para describir lo que acabo de escuchar (y ver): Espectacular, asombroso, increible… BRUTAL!!!
Jamas de los jamases se pierdan, en vivo, una obra de esta magnitud. Jamas! No vas a arrepentiros nunca.
Saludos
¡¡Enhorabuena, Juan Carlos!!!!
¿Recuerdas en Pretty Woman cuando Richard Gere lleva a Julia Robertsa la Ópera (a ver la Traviata) y la Roberts dice que “casi se mea en las bragas”…?
Pues creo que has debido experimentar algo similar. Y te diré una cosa: una vez te ha picado el bichito… ¡ya no hay vuelta atrás!
Ahora empezarás a mirar el programa de conciertos, a seleccionar alguna obra u obras concretas, a comprar alguna entrada de vez en cuando, luego alguna más… En fin, bienvenido a esa hermandad secreta de los adoradores de Beethoven
Y es que la música en directo no tiene nada que ver con la mejor grabación enlatada.
Saludos
Mac
Pues tienes toda la razón, ya no volverá a ser igual. Es más, ya estoy viendo que otras obras tienen para este año (y suscrito al portal de noticias y eventos, por suspuesto).
Por cierto, “en primera fila” era una expresión del tipo “ya compré las entradas hace rato, estoy emocionado”. Estaba mas o menos en la fila 12, aunque el teatro no era muy grande, el puesto: un lugar estupendo. Estoy pensando regresar el día de mañana.
Gracias por documentar y exponer este tipo de música, y por hacer conocer las menos conocidas.
Saludos
Excelente tu articulo, Beethoven ha sido por mucho, el compositor mas grande de la historia, segun mi propio gusto, y es que el no compuso para gustarle a la gente, compuso para emocionarlos. Te sugiero que trates de buscar la grabacion del director Sergio Celividache, con la sinfonica de Munich, te repito, a mi gusto la mas sentida y emocional que he escuchado, Celividache le saca hasta la ultima gota de sentimiento a cada una de las notas. Disfrutala. Un abrazo desd Mexico.
Gracias Beethoven, por haber vivido. :_)
Gracias por alumbrarnos en nuestra oscuridad. Me gustaba la música clásica pero sabía que por mis conocimientos (nulos) no podría apreciarla en su totalidad y ende aqui… que viene a Málaga la Pasión según San Mateo de Bach y me pica la curiosidad, busco en Google y … CHANG!!! Te encuentro, te leo el mega-artículo de la obra y… CHANG!!! Se hizo la luz y ahora disfruto como un niño chico de todas estas obras que llevamos escuchando toda la vida. Muchas gracias.
Mac, se que esta entrada es ya muy vieja, pero como aprendiz de músico que soy (creo que nos podemos comparar, solo con alguna diferencia, yo sí he recibido una educación musical mínimamente buena, pero nunca me había tragado las aburridas piezas de música clásica… hasta hace menos de un año -también yo estoy en esta edad de 16-17 años- que de repente se me abre un mundo delante mio y no entiendo como no lo había visto hasta ahora…) como iba diciendo, sé que la entrada es vieja, pero es de las cosas más buenas que he leído (y ten por seguro que me voy a leer toda la serie de principio a fin, así que seguramente comentaré más veces).
Algunos comentarios por los que (entre otros tú) lean esto: -Al principio dices esta frase: “Se acabó; hacedme caso: No más Mozart, no más Haydn: Esta es la nueva manera de entender la música: ¡Enteraos de una vez! ¡Aquí está el Romanticismo!”. O eso es lo que yo me imagino, desde luego…
Sin duda la 9a sinfonía es una de las mejores obras de Beethoven, pero hay otra, concretamente la 3a sinfonía que es considerada la 1a obra dentro del Romanticismo, aquí dejo un link a una película hecha por la BBC donde, además de la obra completa, se ve alguna cosa de la vida de Beethoven. Aquí les dejo el link a la película (dura hora y media): https://www.youtube.com/watch?v=M3PzPKD5ACA
Roger
Efectivamente, Roger. El estilo de Beethoven “cambia” justo a partir de su Sinfonía Heroica, la tercera, la magnífica Tercere de Beethoven. Esa forma de comenzar (¡Chan!, !Chan!, dos tuttis como dos golpes) ya decía algo sobre lo rompedora de esa sinfonía. Sí, ahí empieza em Romanticismo… el clásico. El que luego Schubert llevó a la perfección (aunque no consiguió publicar ni una sola obra en vida). Luego la Quinta, los Cuartetos, las siguientes Sinfonías…
Pero al final de su vida Beethoven, sordo como una tapia, cambia. Sus tres últimos cuartetos ya no son “románticos”. Son… “otra cosa”. Su Sonata “Hammerklavier” es… “otra cosa”. La Gran Fuga que iba en el Cuarteto 15 (me parece, hablo de memoria),y que quitó porque no la entendía absolutamente nadie (ni casi ahora, je, je) es que es casi casi serialista… desde luego no es romántica, ni posromántica, ni ná de na.
Y algo así le pasa a esta Sinfonía, a esta genial Novena. Las innovaciones en ella son enormes, y trascendentales.
En definitiva, hay un antes y un después en la Historia de la Musica tras el estreno de la Novena. No puede entenderse a Wagner, a Liszt, a Mendelssohn, a Bruckner ni a Mahler sin la Novena de Beethoven…
¡Cómo me gusta!!
¡Y todo para que los músicos de ahora compongan las cosas que componen…! :=(
a raíz de una discusión con mi esposa, la cual dijo en Google que la 9a. sinfonía estaba desafinada, surgió su blog y leímos su comentario, el cual nos pareció muy acertado. En esa sinfonia por momentos el pleno de orquesta no se aprecia, o no se oye correctamente. Yo también como Ud. he escuchado varias versiones pero hay una de las mas recientes que me impresionó mejor y quería sugerirle que la escuchara a ver si comparte conmigo el sonido que de ella fluye. Está en Youtube bajo el título: Beethoven-Symphony No.9 in D minor, Opus 125 – Thielemann. Por la orquesta Filarmónica de Viena desde el teatro Musikverein. Muy bueno su blog, lo felicito, saludos.
Saludos, amigo Mac. Me embarco de nuevo en una aventura tuya. He empezado a leer tu serie. Ya leí hace unos años la de “Historia de un viejo informático”, y ahora, espoleado por un amiguete tuyo, empiezo con ésta. Vamos a ver qué tal está. De momento, la primera entrada de la serie me ha resultado muy simpática y enriquecedora. Nunca se deja de aprender cosas del viejo Luisito (alias Beethoven). Geniales las referencias que haces. Seguiremos con las siguientes, ya te iré comentado. Un saludo y un placer volver a leerte
@Venger: Gracias, amigo, por tu confianza!! Son casi 60 artículos publicados, así que hay para escoger.
Eso sí, ya te advierto que los primeros artículos de la serie son muuuuy antiguos, cuando youtube no era ni la sombra del reflejo de lo que es ahora.
Y eso quiere decir que es más que probable que, a poco que busques, encuentres videos mucho mejores de los que enlazo, por varias razones:
Primero, porque youtube sólo permitía videos de diez minutos máximo, y después, de quince. Muy poco para la música clásica. Me volví loco buscando algo decente que llevarse a la boca, y enlacé lo mejor que encontré, que en muchos casos era una bazofia, pero… ¡era lo que había! Por ejemplo, ahora puedes encontrar sin dificultad muchas versiones de la Novena muchíiismo mejores que la de la Universidad de Davis del artículo, pero es que ésa era la única versión que estaba entera entonces.
Y segundo, porque hay videos que enlacé en su momento que han sido retirados.
O sea, si te vas a pegar la pechá de leer los artículos de la serie, revisa antes los videos enlazados, porque igual es mejor buscar uno mejor en la red.
A partir de hace como tres años o quizá cuatro ya no debería haber tanto problema, pero igual sigue siendo interesante que busques por si hay algo mejor.
¡Suerte! ¡Y que te gusten (al menos algunos, je, je)!
Mac
Bueno pues me considero afortunado de leer esto y ver que tanta gente esta en la misma frecuencia. muchas gracias porque me sentía como un bicho raro al tener toda esta clase de pensamientos aquí expresados por ustedes. Un gran reconocimiento para el autor y para todos los que hicieron sus comentarios.
La mas importante:
http://www.batanga.com/curiosidades/9126/5-cosas-que-hacen-a-la-sinfonia-n-9-de-beethoven-la-mas-importante-de-todos-los-tiempos
Je, je… sí, Juan Carlos, es cierto todo eso y más.
Un par de precisiones al artículo que citas:
No es la primera sinfonía en usar “la percusión”, pues el timbal era un componente de la orquesta clásica desde hacía mucho tiempo; pero sí es la primera en usar “percusión diferente del timbal”, es decir, bombo, triángulos y platillos, que sólo se usan en el Himo a la Alegría. Estos instrumentos están tomados de la tradición musical otomana, en concreto de la música militar, donde se usaban habitualemente estos tres instrumentos.
La duración de 74 minutos para los CD’s de música viene, efectivamente, de la duración de la Novena Sinfonía… de Herbert von Karajan dirigiendo a la Berliner Philarmoniker. Obviamente, otros directores la ejecutan en más o (lo normal estos días de prisas), en menos tiempo.
Por lo demás, el resto es cierto, incluyendo que fue, cuando se estrenó, la sinfonía más larga que se había compuesto hasta el momento, más de una hora: no podemos saber con exactitud cuánto duró aquel tumultuoso estreno, pues no sabemos exactamente a cuántos golpes por minuto se tocaba un adagio o un allegro en 1824, aunque los que saben sospechan que se tocaba bastante más rápido de como se toca ahora…
Gracias por tu amable comentario.
Que forma de transmitir la pasión a la música, ¡felicidades! Un Saludo.
Por si a alguien le interesa:
https://www.wolftrap.org/tickets/calendar/performance/18filene/0714show18.aspx
Es cerca de Washington DC.
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[...] blog http://eltamiz.com/elcedazo/2009/09/05/la-novena-sinfonia-de-beethoven/ , he extraído un articulo soberbio, para los no iniciados en el tema, al respecto de la [...]
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