En la entrada anterior vimos el advenimiento del Data Mining, donde terminé de repasar cómo, mal que bien, viví la aventura del Business Intelligence y del Data * (ojo, que el término “Data *” lo tengo patentado, así que no puede usarse sin permiso…), durante la segunda mitad de los noventa del siglo pasado.
Revoloteando siempre alrededor de aquella historia, y de todas las demás que ocurrían simultáneamente en la segunda mitad de los noventa (y había muchas) estaba el espectacular ascenso de Internet durante todos los años noventa.
De ser una cosa Top-Secret restringida al uso militar (ya sabéis que el origen de Internet está en el diseño de Arpanet, una red cuya principal función era garantizar el acceso a la información por parte de los principales centros de mando estadounidenses en caso de catástrofe… esas cosas tan lindas y divertidas que se tenían permanentemente en cuenta durante la guerra fría: había que ser capaces de ganar a toda costa la hipotética guerra, aunque no quedara nada que gobernar después…), se había ido convirtiendo con los años en algo de acceso común, en un artículo más de consumo que llegaba, o sería capaz de llegar en pocos años, a la práctica totalidad de la población mundial. Y eso, queridos lectores, significa negocio. Mucho negocio. Que un buen visionario no puede permitirse el lujo de ignorar.
Así que multitud de empresas de tecnología tradicionales, iniciativas de pequeñas empresas y miles de emprendedores volvieron sus ojos hacia el nuevo ElDorado, con sus promesas de oro ilimitado para el listo que fuera capaz de encontrarlo… y la burbuja comenzó a hincharse…
… y ya sabéis todos que pocos años después explotó, salpicándonos a todos con sus detritus.
De mis recuerdos y sensaciones durante este periodo trata esta entrada; lo que dio en llamarse “burbuja puntocom” (Dotcom bubble, en inglés) es un tema muy conocido, está muy documentado, y como además ocurrió hace pocos años, está aún en el recuerdo de la mayoría, así que no esperéis ninguna crónica oficial de nada, sólo mis recuerdos, los fragmentarios e indocumentados recuerdos de un Viejo Informático que pasaba por allí…
La serie tiene suficientes capítulos como para que sea útil dejaros el enlace donde encontraréis cómo llegar a todos ellos; así que éste es el enlace.
Como acabo de decir, el tatarabuelo de Internet es Arpanet. Diseñado por encargo del Gobierno de los Estados Unidos, en concreto por la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación (ARPA) como un método de comunicación directo entre ordenadores, estaba pensado para no dejar sin mando a las Bases y Centros de Mando del Ejército Norteamericano en caso de que el host, el ordenador central, dejara de funcionar. No porque se fundiera un fusible, no, que eso pasaba cada lunes y cada martes… sino porque sufriera un ataque nuclear del archienemigo del momento, de la URSS. La Wikipedia niega todo esto (lo de que uno de los objetivos de diseño fuera sobrevivir a un ataque nuclear), pero lo he oído tantas veces y, sobre todo, me parece tan lógico desde la paranoica visión de la milicia de entonces… que me extrañaría que no fuera, al menos en parte, cierto.
Arpanet es una Red de Comunicación de Paquetes, como lo es ahora Internet, y tras varios años de definiciones, las especificaciones estuvieron por fin listas en 1968; en 1969 se asignó el proyecto a BBN Technologies, y como los norteamericanos trabajan bien y rápido, a fines de 1969 estaban ya conectados los principales nodos. ¡Los estadounidenses habían inventado y puesto en marcha la conmutación de paquetes! en la que se basa ampliamente la tecnología de internet de hoy en día, eran unos genios…
Pero… ¡un momento!
Los proyectos de ARPA, y entre ellos, cómo no, Arpanet, eran secretos, muy, pero que muy supersecretos… eran “EYES ONLY” (esa chorrada que se ve en algunas pelis de James Bond…). Y resulta que en España, en la CTNE (Compañía Telefónica Nacional de España) de finales de los sesenta, cuatro ingenieros iluminados (y no exagero, creo que fueron cuatro o cinco, no más) habían definido exactamente lo mismo que los mejores ingenieros norteamericanos del MIT y demás… en mucho menos tiempo y por cuatro perras: el primer presupuesto para poner la RETD en España en marcha, con seis nodos operativos, era de menos de 200 millones de pesetas de la época (¡1,2 millones de euros! Por mucha inflación que haya habido en España desde entonces, que sí que la ha habido, ya me gustaría saber cuántos cientos de millones de dólares se gastó el Gobierno americano en poner el supersecreto y superpoderoso Arpanet en servicio…).
Esa maravilla fue bautizada como RETD (Red Especial de Transmisión de Datos, qué excelente invento… y menudo nombrecito, tan poco comercial), funcionó perfectamente desde 1971, y dio un magnífico servicio… a las empresas, claro, no a los raquíticos centros militares españoles de la época… Jesús Martín Tardío lo contó en este fantástico relato, que ya incluí en otra entrada hace algún tiempo.
¿He dicho ya que las cosas maravillosas que se hacen en España tienden a ser olvidadas, denostadas, incluso vilipendiadas en cuanto nos descuidamos? Pues eso. Nada más que añadir.
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Bueno, pues el caso es que no sólo centros militares se conectaban a la red, también Universidades, Centros de Investigación, Laboratorios, Agencias… primero sólo en Norteamérica, después en el resto el mundo: en España, a principios de los ochenta, el INTA estaba conectado, y supongo que poco a poco las conexiones se fueron extendiendo por doquier.
Pero eran comunicaciones lentas, de bajo nivel, con un protocolo mínimo, que, desde luego, exigía conocer de antemano dónde querías conectarte proporcionando su dirección física. Útil para investigadores, sin duda, pero inútil para el uso masivo. Había que arreglarlo, pues: cuando hay muchos billones de dólares en juego, las minucias tecnológicas se arreglan, y si no se pueden arreglar, se evitan se rodean, se soslayan… o se venden como una ventaja, es cuestión de poner a los marketinianos a hacer su trabajo…
No sufráis: os voy a ahorrar todo el rollo tecnológico. Que, además, otros han contado mejor que yo.
Ya sabéis que Netscape hizo el primer navegador comercialmente viable, y cómo Microsoft comenzó a regalar su inferior Internet Explorer, juntándolo con su Windows 95, 98 y todos los demás, cómo esto hundió a Netscape, los juicios que siguieron etc, etc… pero ésa es otra historia y será contada en otro momento.
Y ya sabéis que, en 1995, Sun anunció el lanzamiento de Java, que fue adoptado rápidamente por casi todos los competidores de Microsoft como lenguaje de programación de aplicaciones de Internet, haciendo la competencia al Visual Basic, hasta el momento el lenguaje más usado para programar páginas web; también sabéis las cuitas entre los distintos paquetes de software de soporte de aplicaciones Web, con Microsoft IIS haciéndole la dura competencia a Apache, el dominador hasta entonces… pero ésa es otra historia y también será contada en otro momento.
Y ya sabéis que todos los fabricantes de máquinas UNIX se lanzaron a promocionar y vender Sistemas para dar servicio a los nuevos servidores Web, los antivirus, los cortafuegos y toda la parafernalia asociada. Y vendieron mucho (y siguen vendiendo, la verdad, aunque a otros precios).
Y ya sabéis que en la segunda mitad de los noventa se comenzaron a vender en serio ordenadores personales para las casas, y que la gran mayoría de ellos llevaban ya un módem. Pero para conectarse a un proveedor de internet y tener acceso a la red, había, en primer lugar, que suscribirse a dicho servicio, pagando una cuota mensual (adicional a la que se pagaba a la Telefónica, claro está), y para realizar la conexión física, marcar un número de teléfono, el del proveedor, pagando la llamada (urbana o interurbana, según) a la Telefónica (el establecimiento de llamada y los minutos que fueran), y todo ello por la línea telefónica normal, un par de hilos de cobre, que llegaba a tu casa. Naturalmente, mientras navegabas, no podías llamar ni recibir llamadas…
Los poquísimos accesos que yo hice a internet desde casa esos años de fines de los noventa (tampoco había mucho que consultar, no creáis, que la cosa no era como es ahora), los hice, sin necesidad de suscribirme a proveedor alguno, llamando a uno que daba el servicio sin coste… sólo que el teléfono al que había que llamar comenzaba por “903”, un “Número de Tarificación Adicional” que costaba una fortuna el minuto… pero era una solución de emergencia que te podía sacar de un apuro.
Naturalmente, nadie se sabía de memoria el teléfono de su proveedor, así que todo el mundo lo guardaba en su “Acceso Telefónico a Redes”. Cuando lo arrancaba, el módem llamaba al número almacenado… y enseguida empezaron a aparecer virus que te cambiaban sin que tú lo supieras el número de teléfono y llamabas a un 903 ó 906… o a un teléfono de Filipinas, de todo había. Cuando te llegaba la factura, te quedabas sin aliento… y sin pasta. ¿Hizo algo Telefónica para perseguir a los dialers (así se llamaban)? Pues no.
Claro, es lógico: una buena parte de la elevada factura que generaban era para ella, así que no va a perseguir una actividad que tan pingües beneficios aportaba… ¡Aaargh, me hierve la sangre! Porque el fraude (este proceder no es otra cosa que un fraude, un robo) sigue hoy en día con tantos y tantos timos (muchos de ellos, en todas las televisiones nacionales o locales) de “llame Vd. a un 803 para conseguir no sé qué premio o trabajo o lo que sea…” y nunca llegas a nada, puesto que el objetivo del timador es simple y llanamente que llames y tenerte enganchado media hora al teléfono con cualquier excusa.
Ninguna telefónica de ninguna parte hace nada por impedirlo. ¿Lo hace quizá la Administración? Nones. ¿La Justicia? Va a ser que no. ¿La Policía? Tampoco. ¿Y entonces…?
Pueees… entonando el famoso Brindis, de Marina (Zarzuela de Emilio Arrieta), sólo nos queda cantar: “A pagar, a pagar y a tragar… tu pasta ya voló…“ (bueno, vale, el original dice: “A beber, a beber y ahogar… el grito del dolor…”).
Ya vuelvo al tema de hoy, ya… es que hay cosas que consiguen alterarme físicamente, y ésta es una de ellas, os ruego perdonéis a este abuelo cascarrabias.
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En la segunda mitad de los noventa había ya algunas empresas que habían aportado tecnología interesante para hacer de la red un lugar más confortable.
Yahoo, por ejemplo, había pasado de ser un mero directorio de sitios interesantes, a un portal de éxito; Amazon había conseguido hacer realidad que una tienda online fuera capaz de generar ingresos; Altavista se convirtió en un buscador de internet de calidad; Hotmail proporcionaba correo electrónico gratuito (ningún otro correo de la época lo era), eBay empezaba a posicionarse en el mercado de subastas de artículos entre particulares, etc.
Claro que, mientras estuviéramos constreñidos por la tecnología de cobre, no podríamos aprovechar las potenciales ventajas de acceder a internet: habría que esperar al cable. Y teníamos un problema: la penetración del cable en España era inexistente por esa época, y el hilo de cobre, que es el que llegaba a nuestras casas, tenía muy escasa capacidad: ya en la Carrera me aseguraron que no más de 64kbps, suficiente para una conversación, o para los módems de la época, pero completamente insuficiente para un acceso intensivo… y no sólo en la Carrera (eso era en los setenta), sino que después lo oí muchas veces.
¡Tacháan! Y, de pronto, resulta que habíamos estado equivocados todo el tiempo: ¡el cobre tiene unas propiedades buenísimas, y admitía mucho, pero que mucho más ancho de banda! Se ve que era cosa de que interesara…
No entendí nunca esto muy bien: Perooo… vamos a ver: ¿Podía, o no podía? No soy Físico, ni Ingeniero de Telecomunicaciones, como creo que ha quedado demostrado a lo largo de la serie, pero para mí que esto de la escasa capacidad del cobre era una patraña más que nos contaban… y cuando hizo falta, mejor, cuando se pudo vender… ¡resulta que no había tales limitaciones! En fin.
Hubo que aprenderse una palabreja nueva: ADSL. Que inicialmente ofrecían 128 Kb, 256, luego medio mega, un mega entero… dos, Cinco.. Veinte! Cincuenta!! ¿Quieres televisión? ¡También! ¡Y dos huevos duros! ¿Quién da más…? En fin.
En los países avanzados y en la década de los noventa, la penetración de la banda ancha era muy superior a la que había en España, que era lenta, y cara. Así que aquí veíamos con cierto estupor cómo tantos y tantos consultores extranjeros de pronto se volvieron locos. Promocionaban a voz en cuello lo ideal que era zambullirse sin ambages ni miramientos en la tecnología de internet, como si fuese el nuevo Grial… Claro, es que ellos sí habían visto velocidades razonables y buenos contenidos. Así que comenzaron a promocionar con fuerza inusitada la nueva tecnología de internet (de hecho, en mi experiencia nunca he visto un despliegue de tal calibre para promocionar ninguna tecnología de ninguna clase).
El motivo era evidente: la llegada masiva de la banda ancha a la población en general, centenares de millones de hogares, proporcionaría capacidad de acceso ilimitado a miles de millones de personas a los contenidos, productos y servicios ofrecidos desde cualquier punto del planeta. Vale que el acceso a la banda ancha era por entonces bastante caro e ineficiente, al menos en España, pero… ya bajaría de precio, como siempre ha acontecido en las cosas tecnológicas. Y eso significaba mucho, pero mucho dinero para mucha gente. Y por tanto, y como siempre, fabricantes, consultores, y empresas suministradoras de servicios informáticos se dedicaron unánimemente a promocionar intensamente la nueva tecnología. Y esta vez no iban unos contra otros… sino todos remando en la misma dirección.
Vale, la seguridad era casi inexistente, pero ¿a quién le importaba? Ya se solucionaría mágicamente… La tecnología específica para la Web estaba dando sus primeros pasos, pero ¿a quién le importaba? Ya mejoraría más pronto que tarde… La penetración de la Banda ancha era aún escasa y de poca calidad, pero ¿a quién le importaba? Pronto habría banda ancha para dar y tomar… En una palabra: ¿inconvenientes? ¡Ninguno!, y si los hubiera, ya sabe: contrate a su proveedor favorito de servicios profesionales, que ya se ocupará de venderle programadores con dos meses de experiencia a precio de Jefe de Proyecto Senior… ¡Y eso que estábamos todos hasta el cuello con el dichoso Año 2000! (el famoso Virus del Milenio).
Nada nuevo bajo el sol, en realidad… esa misma situación la habíamos vivido varias veces a lo largo de nuestra vida: con los mainframes; los PC’s; con los Minis, el downsizing y el upsizing; con las Metodologías; los Data Warehouses; los ERP’s; los Objetos… y en otros ámbitos de la tecnología, con la telefonía móvil, los CD’s, los vídeos y luego los DVD’s, etc. Así que estábamos ante la enésima tecnología maravillosa que nos solucionaría la vida… nada nuevo, ya digo.
Pero no esta vez. Sobre todo a partir de 1998, algo sí era diferente.
No sólo los consultores y fabricantes de tecnología hicieron su campaña promocional… a la fiesta se sumaron entusiásticamente consultores empresariales, gurús y analistas financieros, Bancos de Inversión, periodistas y columnistas de la prensa salmón (la económica, para entendernos), y todos a coro se unieron a las tecnólogos para vendernos “La Nueva Economía” ligada a la tecnología.
Que yo sepa, esto no había ocurrido nunca antes. Comenzó a ser usual encontrar artículos en las cabeceras económicas más prestigiosas (Wall Street Journal, Financial Times, etc) alabando el cambio de paradigma… empresarial. Esta vez el mensaje no era el tradicional de “los informáticos habéis estado equivocados; las cosas hay que hacerlas de forma diferente a partir de ahora, y si no, es que eres un neanderthal…”. Estábamos ya acostumbrados a este baile, lo sabíamos bailar y no nos impresionaba mucho. No, esta vez el mensaje era mucho más potente, dirigido no al Director de Tecnología, sino al propio Consejo de Administración de las Compañías: “Las Compañías estáis equivocadas en vuestra manera de hacer negocios, lleváis siglos equivocados… las cosas hay que hacerlas de otra manera, por internet, o si no… si no, desapareceréis del mapa en cuatro días”.
Se acuñó un nuevo palabro: “brick-and-mortar” (ladrillo y cemento), que en este caso era usado de forma denigratoria: el mensaje era “Las empresas que en dos años sigan basando su negocio en el brick-and-mortar (o sea, que sigan basando su negocio en la obsoleta Economía Tradicional) serán barridas del mapa… ¡He dicho!”.
O sea: Si es Vd. el Director de un Banco, cierre las oficinas físicas y hágalo todo por internet. Si es Vd. el Director de una Gran Empresa de Distribución, cierre Vd. sus Centros Comerciales y venda todo por internet. Si es Vd. una Agencia de Viajes, más le vale cerrar sus oficinas y vender todo, todo, por internet. Si es Vd., en fin, el Director de una Inmobiliaria… pues no sé, compre Vd. una buena compañía por internet y deshágase de los ladrillos. Todo lo que no se haga por internet está muerto, no tiene futuro, es un negocio abocado a la quiebra… ¡Y NO ME DISCUTA!!!
Todo argumento en contra era apartado, contraatacado, pulverizado con absoluta desfachatez: Si necesitas sacar dinero de tu banco, vete a un cajero, y si no lo hay… pues no compres. Si quieres probarte la ropa antes de comprarla, apréndete de una vez cuál es tu talla y déjate de excusas. Si no sabes si el besugo que vas a comprar está fresco, te lo crees y punto. Si hay que hacer un visado para el Beluchistán (que como no los hace por internet, son unos atrasados), ¡pues no vayas a Beluchistán!, si serán atrasados… Si tienes un siniestro, te lo arreglarán por internet, el perito lo valorará por internet, y te pagarán por internet. Y las primas (las del seguro, no las hijas de tus tíos), pues igual: las calculas, contratas y pagas por internet. Todo, todo, por internet.
¡Durísimo mensaje, pardiez! Nosotros, los informáticos, estábamos razonablemente acostumbrados a los agoreros, a los oráculos y a los cantos de sirenas, era el pan nuestro de cada día, y sabíamos cómo manejarlos; se ve que muchos Directores Ejecutivos de empresas grandes y chicas no lo sabían.
Se destinaron cantidades indecentes de dinero para comprar equipamiento para la internet, en contratar servicios y en fichar profesionales que supieran de qué iba eso de la internet (la mayoría de las empresas no tenían ni uno, como podéis imaginar). Se comenzaron grandes proyectos para hacer no sé qué grandes negocios diversos por internet, y no llegar el último. Se invirtió una barbaridad en adquirir compañías propietarias de alguna oscura tecnología lejanamente relacionada con internet. Se gastaron ingentes cantidades de dinero…
Pero… ¡es que el dinero no faltaba! Si aparecía en cualquier proyecto la palabra mágica: “internet”, el dinero corría a raudales, era sencillísimo encontrar financiación para cualquier proyecto, por descabellado que fuera, que tuviera como objetivo hacer no sé qué tontería… siempre que fuera por internet.
Esta es la parte que realmente no entiendo, cómo fue posible tanta locura colectiva de Bancos de Inversión, Fondos de Ídem, Fondos de Capital Riesgo, Hedge Funds, y demás, que según leían o veían algún documento o proyecto empresarial donde pusiera “internet” en algún sitio, abrían la espita de los dólares, y ponían sobre el tapete financiación ilimitada.
Porque no tiene nada que ver con el conocimiento o no de la tecnología. Para que un Fondo de Capital Riesgo apoye un proyecto, hace previamente un detalladísimo estudio de la viabilidad del proyecto, sus datos financieros, tecnológicos y de oportunidad de negocio, la valoración de sus líderes… y sólo los mejores y más viables reciben financiación: lo sé porque he participado en la evaluación tecnológica de alguno de estos proyectos, y sé cómo se hace. Y, ya digo, no entiendo las causas de tanta locura colectiva a la hora de conceder dinero a espuertas a tanto proyecto descabellado.
Bueno, sí que la entiendo. Tiene algo que ver con la avaricia humana, y no es muy distinta de la que ha originado la RecojoCrisis nuestra de cada día… De hecho, llegaba tanto dinero fresco a Compañías de Inversión para que lo utilizaran en adquirir acciones o participaciones de cualquier cosa que fuera por internet, que literalmente no encontraban suficientes lugares donde invertir… así que, naturalmente, todo valía.
Es una regla básica de la economía que cuando hay mucha demanda y poca oferta, el precio sube… y subió. ¡Vaya si subió! Cuando un sesudo analista de un Banco de Inversión valoraba una Compañía que tuviera algo que ver con internet, el precio objetivo se multiplicaba por veinte, mientras que al riesgo de la inversión se le hacía la raíz cuadrada… Cualquier inversión era rentable, y prometía fabulosas ganancias futuras. Dinero y más dinero llegaba para invertir en internet… Y al final pasó lo que tenía que pasar. Cuando se ignoran sistemáticamente las más elementales reglas de la inversión y los negocios, al final suspendes el examen. Quizá apruebes algún parcial, pero en el final, el batacazo está asegurado.
Claro que, por el camino, se generaron jugosísimas comisiones para Entidades Financieras, Bancos de Inversión, Colocadores de Emisiones y Vendedores de Humo varios…
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La cruda realidad es que la tecnología estaba en pañales. No había técnicos cualificados suficientes para crear, mantener y operar la multitud de aplicaciones Web que se planeaban. Y los pocos que había, buenos o malos técnicos, daba igual, pedían una fortuna por sus servicios (ojo, que eso me parece bien; es la Ley de la Oferta y la Demanda que tantos disgustos nos ha dado a la profesión; si entonces benefició a algunos, mejor para ellos).
Prácticamente todas las empresas comenzaron, muchas, a su pesar, proyectos de internet. Escribieron sus Páginas Web Corporativas. Ofrecieron sus productos y servicios. Dieron acceso a sus clientes a sus aplicaciones, notablemente los bancos, que comenzaron a desarrollar sus “Bancos en Casa”, permitieron comprar artículos por internet, sobre todo las grandes compañías de distribución, grandes almacenes, tiendas de libros, discos, electrónica, etc.
Pero aquí comenzaron a encontrarse con algunos problemillas de nada…
Por ejemplo: Descargar el catálogo de productos de la Compañía para su venta por internet, y, sobre todo, mantenerlo actualizado (introducir nuevos productos y eliminar los antiguos, actualizar los precios, las promociones, condiciones especiales, etc) representa un trabajo muy importante, y adicional al mantenimiento normal que antes se hacía del catálogo. Que necesitaba personal adicional al que ahora lo hace… y casi nadie lo había previsto. Luego, había que gestionar los pedidos, resolver las incidencias, buscar los productos y… llevárselos al cliente a su domicilio. Y todo esto ¡es muy complicado! De hecho, los problemas logísticos se llevaron por delante muchos proyectos preciosos en el papel, a los que la dura realidad se encargó de poner en su sitio.
Dar a los clientes acceso operativo a sus cuentas de un Banco era otro problema de gran envergadura, sobre todo debido a que, tratando con dinero, toda precaución es poca para asegurarse que quien está haciendo la operación es realmente quien dice ser. Y la tecnología no estaba todavía a la altura.
A todo esto, los fabricantes de tecnología y vendedores de Servicios Profesionales vivieron sus mejores momentos. Vendían mucho, de cualquier manera, y a cualquier precio. Y tenían cola: no daban abasto.
Éste es un ejemplo de la arrogancia que derrochaban aquellas exitosas (aunque por poco tiempo) compañías de medio pelo, que tuve la oportunidad de presenciar: una de las principales compañías españolas de distribución de libros y discos tenía su página web, digna aunque no muy ambiciosa, donde ofrecía sus productos a los pocos que se atrevían a comprar por internet aquellos años.
Los responsables observaron que Amazon había incorporado un servicio de recomendaciones, que ayudaba (o no, porque a mí jamás me ayudó a nada, pero eso va en gustos) a seleccionar la mercancía que te podía interesar entre tanta oferta. La cosa venía a decir: “los clientes que se han interesado por la Quinta Sinfonía de Mahler de Georg Solti (que es la que estás tú consultando en ese momento), también se han interesado por… “, y aquí venía una lista de otros títulos que, supuestamente, serían de tu interés, pues otros antes que tú los habían consultado en la misma sesión que la Quinta de Mahler.
Las recomendaciones, que aparecen debajo de la descripción del producto, eran generadas por Net Perceptions.
Nos enteramos que Amazon lo había adquirido a una compañía llamada Net Perceptions, que digo yo que ya no debe de existir, pues su web lleva a un video de promoción de algo rarísimo… Se pusieron en contacto con ellos, que resulta que tenían Delegación en Londres, y les explicaron que deseaban hacer una prueba de su maravillosa tecnología, para ver, en primer lugar, si, tecnológicamente, simplemente se integraba bien con su web, y después, si se obtenía algún beneficio adicional (o sea, más venta) por hacer recomendaciones a los clientes, que no sé yo cómo pensaban ellos medir tal cosa, pero en fin. O sea, el procedimiento normal que se usa para adquirir cualquier producto importante en las empresas serias, vaya.
La respuesta dejó literalmente patidifusos a los responsables de tecnología de esa gran empresa. Más o menos, fue:
1) “El producto funciona sí o sí. Miren la web de Amazon, y ya verán que sí que funciona”.
2) “Nuestra política no es probar nada: si desean probar el producto, compren una licencia para pocos accesos (que costaba como 35.000 ó 40.000 Euros, no era nada barato, porque… como era para internet…), la instalan, la prueban, y si les va bien, ya compran más adelante la licencia para todos los usuarios que necesiten. Y no, el precio no es negociable, ni devolvemos el dinero si deciden finalmente no instalar el producto”.
3) “No, no vamos a ir a España a presentar ni a demostrar nada; podemos enviar documentación desde Londres vía e-mail, y el producto se descarga por internet una vez abonada la licencia”.
4) “No, tampoco vamos a enviar a ningún técnico para instalarlo (yo creo que es que no tenían ni uno) , ni siquiera pagando; el producto va con detalladas instrucciones de instalación y, siguiéndolas, se instala fácil”.
5) “¿Traducirlo? ¿Al español? ¿Spanish? Pues no, no está en nuestros planes… Si ya está en inglés, ¿qué más se necesita?”.
En dos palabras: IM – PRESIONANTE (¡gracias!, Jesulín de Ubrique, por aportar esta irrepetible joya al repertorio hispánico de sandeces…).
Y no os creáis que era un producto de fácil instalación, no: necesitaba ciertas Bases de Datos Oracle que había que cargar y mantener, planificar y ejecutar los procesos de carga de la información, y una conectividad determinada y no tan sencilla de implantar.., porque era la que tenía Amazon, pero si tenías una infraestructura distinta, lo que era el caso, el asunto se complicaba bastante.
Creo que esa empresa desechó finalmente el producto aquél. No sé si, con semejante política, venderían mucho, y sobre todo, si estarían sus clientes contentos… Va a ser que no, puesto que ya no existen… Pero actitudes similares se encontraban con cierta frecuencia aquellos años gloriosos.
En fin. Sigamos con nuestra historia.
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Tanta presión mediática, tanto gurú evangelizando al personal dio, como era de esperar, sus frutos. Todo el panorama bursátil se dio la vuelta; las grandes compañías de toda la vida, eléctricas, petroleras, bancos, constructoras, alimentarias… de pronto se encontraron infraponderadas por la mayoría de analistas (claro, como basaban su negocio en el brick-and-mortar…), mientras que compañías que tuvieran relación en todo o en parte con la internet, subían como la espuma, casi sin necesidad de que hubiera que ponerlas en sobreponderar…
Por ejemplo, CISCO, una compañía que fundamentaba (y fundamenta) su negocio en la fabricación y venta de excelentes routers (los que instalan las empresas, no los que ponemos en casa para enchufarlos a la línea telefónica), se convirtió en la Compañía más valiosa del mundo, con una capitalización bursátil de más de medio billón de dólares… billón europeo, desde luego: 500.000 millones de dólares… Más que todas las petroleras, que las manufactureras de acero, de coches, que cualquier Banco o Aseguradora del mundo… y, por supuesto, que cualquier otra compañía tecnológica.
El resto de tecnológicas tradicionales también tuvieron fuertes subidas… pero lo que fue sorprendente fue el comportamiento de tantas y tantas compañías que basaban su negocio en internet… y que pese a que sus planes de negocio preveían tres, cuatro o más años de pérdidas operativas, y fuertes inversiones, antes de dar un solo dólar de beneficios, multiplicaron su valor inicial por diez, por veinte… theGlobe.com, por ejemplo, una compañía de la que casi nadie ha oído hablar por aquí, que ofrecía algún tipo de red social por internet, en su OPV fue vendida a un precio de 9 dólares, y en su primer día de cotización, llegó a marcar un cambio de ¡97 dólares!: una subida en un solo día de casi el 1000%, que es la mayor subida de un valor en un solo día que se recuerda.
Hay ejemplos de esto en todo el mundo, pero me centraré en algunos casos que ocurrieron aquí en España:
Red Eléctrica de España era una tranquila compañía dedicada al transporte mayorista de electricidad, es decir, era la propietaria de la mayoría de líneas de Alta Tensión del país (en realidad, lo sigue siendo, que yo sepa). Una parte de las acciones propiedad del Estado fueron ofrecidas en OPV al mercado, a un precio de 8 Euros la acción, a mediados de 1999. Desde entonces había llevado una lánguida existencia bursátil, y su valor se había ido deslizando a la baja hasta alrededor de 5,60 Euros en el primer trimestre del año 2000.
Entonces hizo un anuncio al mercado (un Hecho Relevante): iba a utilizar el terreno en el que están instaladas las líneas de Alta Tensión, propiedad suya, para instalar en los años siguientes una red de fibra óptica que permitiría mejorar el acceso y la velocidad de internet. Uyy… ¡había dicho la palabra mágica!
En poco más de una semana, su cotización bursátil llegó hasta más allá de los 12 Euros, más que duplicando su valor… y todo por el anuncio de que tenía el proyecto de empezar a hacer algo que quizá dentro de unos añitos valdría para mejorar internet.
Nada tangible, nada real: ¡El doble de dinero!. Así eran las cosas en el medio de la burbuja puntocom.
Telepizza es una compañía que cocina y envía pizzas a domicilio, que también llevaba cotizando en Bolsa desde 1996. Como nunca repartió ni una peseta de dividendos, entre otras causas, también fue perdiendo valor paulatinamente. Entonces dio a conocer que había firmado un acuerdo con no me acuerdo qué compañía para repartir no sólo pizzas, sino también otros objetos que se venderían… lo habéis adivinado: ¡por internet! Su cotización subió bastante, no me acuerdo cuánto, en un rally importante, debido al anuncio, aunque poco le duró… por otros motivos, al poco siguió cayendo hasta valores ínfimos, hasta que fue finalmente comprada por otra empresa y retirada de Bolsa.
La misma historia, con más o menos variantes, se dio una y otra vez en España y en todo el mundo en aquellos años tumultuosos, desde 1998 hasta la segunda mitad del 2000: con decir la mágica palabra ¡abracadabra!, presentando cualquier proyecto que tuviera algo que ver con internet, por descabellado que fuera, se abría la puerta de la Cueva de los 40 Ladrones, y el dinero corría a raudales para esas compañía, su valor bursátil subía como la espuma, algunos se forraron… y muchos se arruinaron, después.
Un caso paradigmático en el área hispanoparlante, que viví de cerca, mejor dicho, que me tocó de cerca, más que a mí, a mis finanzas, fue el de Terra Networks. No es que yo invirtiera en esa cosa del demonio, pero tenía yo participaciones en un Fondo de Inversión que sí que lo hizo… y salimos trasquilados, el Fondo, y, sobre todo, yo.
En 1996 o 1997, un par de avispados emprendedores españoles fundan un portal en español, de nombre Olé.com. La dirección de Olé.com lleva hoy a terra, así que no la busquéis… Este portal, creado teniendo como inspiración, más bien en menos que en más, lo que Yahoo estaba haciendo en EEUU, tuvo cierto éxito, convirtiéndose en uno de los portales más visitados en el incipiente nacimiento de internet en España.
Esta es una captura del portal de Olé.com.
En 1999, tras una serie de operaciones de ingeniería financiero-contable, que dejaron pingües comisiones en según qué bolsillos, el portal fue finalmente adquirido por Telefónica, que lo usó de base para crear y lanzar Terra, su portal de acceso a internet. Pagó unos 2.000 millones de pesetas (unos 12 millones de Euros) por el portal Olé.com, invirtió muchísimos más miles de millones (sólo en 1999, cerca de 100.000 millones de pesetas, o sea, unos 600 millones de Euros; para los que no lo sepáis o no os acordéis, un Euro eran 166,386 pesetas, o lo que es lo mismo, 6 Euros son casi exactamente mil pesetas) para adquirir otros portales hispanoamericanos, y realizar el lanzamiento a Bolsa de la compañía. La historia de Olé.com, en aquellos años curiosos la podéis encontrar en este enlace, con informaciones escritas precisamente a finales de 1999, donde, además, podréis haceros una idea de qué cosas pasaban, qué cosas se hacían y cómo algunos aprovechados y listillos se forraron.
El lanzamiento de Terra al Mercado se produjo en noviembre de 1999, con un precio inicial de salida de 11,81 Euros. Pero… Terra era una compañía de internet, que haría supuestos negocios por internet, así que las valoraciones de los analistas financieros eran unánimes: Sobreponderar, Sobrecomprar, Pillar todo lo que puedas antes de que se acabe… y en su primera sesión de cotización, Terra vio cómo su valor bursátil se triplicaba, hasta más de 36 Euros por acción… y eso no es todo: el rally continuó, y esta cotización se casi quintuplicó en los siguientes tres meses: en febrero de 2000, su valor llegó a ser de 157 Euros… y la mayoría de Analistas Bursátiles continuaban inflando sus valoraciones objetivas, ésas que tanto me gustan a mí. Casi todos pronosticaban que alcanzaría los 250, 300… ¡500! Euros a corto y medio plazo…
En ese momento, Terra era la cuarta o quinta compañía más valiosa del mercado español, con un valor bursátil de casi 6 billones de pesetas (unos 36.000 millones de Euros, nada menos), y valía más que la mayor petrolera española (Repsol), la mayor compañía eléctrica (Iberdrola) y el tercer Banco (Banco Popular)… juntos. Y, a todo esto, Terra perdía anualmente ingentes cantidades de dinero, dado que en su Plan de Negocio preveía ganar dinero sólo a partir del tercer año de funcionamiento… no obstante lo cuál, el valor de su acción subía y subía… y la empresa perdía y perdía más y más dinero. Raro, ¿no?
A los analistas financieros, y a las cuentas de resultados de sus Bancos de Inversión, esto quizá les hacía felices, pero a mí siempre me pareció una locura. Para mi anticuado punto de vista, el valor de una empresa debe estar relacionado con las expectativas reales de negocio, de generar ingresos y, sobre todo de ganar dinero, en todos los plazos, no sólo a quince años vista… y Terra, en 1999 y 2000, no era ni más ni menos que una máquina de perder dinero, y lo seguiría siendo durante bastante tiempo aún. ¿Cuál sería el motivo por el que tantísima gente, tanto Fondo de Inversión y tantos particulares decidieran asociarse a semejante proyecto, poniendo su dinero en juego? Pensemos juntos, a ver si llegamos a algo…
Seamos generosos: Imaginemos que Terra hubiera sido capaz de intermediar el 80% de todo el comercio electrónico generado en los países de habla hispana en los años siguientes (mucho, pero bueno). El comercio electrónico estaba por entonces en pañales, dijeran lo que dijeran los Analistas, pero supongamos que creciera a un espectacular 50% anual (que va a ser que no… pero bueno). Y supongamos que Terra consigue una fabulosa comisión del 3% (que también va a ser que no, pero bueno, también) por intermediar en tanta transacción comercial. Y supongamos, además, que a nadie se le ocurre montar algo para hacerle la competencia en su negocio (cosa completamente increíble, porque el modelo de Terra era muy sencillo de imitar si los ingresos fueran tan jugosos, pero bueno, otra vez)… Supongamos todo eso…
Bien, pues entonces necesitaría unos ochenta años de beneficios sostenidos para poder pagar la compañía (es lo que se llama PER, de Price-Earning Ratio, y es uno de los indicadores básicos que todo el mundo mira para determinar la conveniencia de la adquisición de títulos de una compañía). Un PER de 80 es malo, muy malo. Para que os hagáis una idea, el PER de ahora mismo de Telefónica, una de las compañías más sólidas de la actualidad en Europa, con una política generosa de pago de dividendos y un enorme potencial, es de alrededor de 9. Un PER de 80 es una catástrofe. Pero es que, además, en 2000 el PER de Terra era negativo, dado que, encima, no ganaba, sino que perdía dinero…
Me estoy poniendo un poquitín pesado, ¿no?, así que sólo diré que, de pronto, a finales del 2000 o principios del 2001, volvió la cordura al mercado. Las empresas, los analistas financieros, los de riesgos… recordaron de repente cuál era su trabajo, desecharon las previsiones infladas e inverosímiles que habían sido lugar común en aquellos años… y las aguas volvieron a su cauce. Igual os suena de algo a alguna incierta Crisis de las Hipotecas Basura…
La cotización de Terra comenzó a caer con fuerza. Todavía muchos analistas decían que había que aprovechar el momento de corrección para comprar barato, ¡hombre, por Dios!, pues el rebote era inminente… pues no hubo rebote. En 2003, Telefónica lanzó una OPA para recomprar las acciones de Terra, a… ¡5,25 Euros!… tres años antes, las había vendido a más de 11. Y por fin, tras marcar mínimos en 2,75 Euros, en 2005 por fin fue finalmente absorbida por Telefónica, pagando algo más de 3 Euros por acción. En este enlace podéis ampliar la historia, si estáis interesados.
Buen negocio para algunos, como veis, pero muy, muy malo para muchos.
Y lo mismo que pasaba en España, pasó en todo el resto del mundo. Las empresas de internet comenzaron a caer rapidísimamente, y después, a quebrar, a desaparecer, a absorberse unas a otras, y ésas unas fueron a su vez absorbidas por otras otras…
Aquí tenéis la Montaña Rusa que fue la cotización del índice Nasdaq aquellos años turbulentos.
La burbuja explotó. El dinero se acabó. Las otrora boyantes empresas de internet se dieron unos batacazos de impresión. Y ningún gobierno salió en su ayuda, como ahora pasa… Así que cerraron, quebraron, los inversores perdieron su dinero y el capitalismo escribió otra página gloriosa a mejor gloria de Adam Smith.
Tantas inversiones desenfrenadas en tecnología que tuviera que ver, aun remotamente, con internet, acabaron por volverse contra quien las hizo. Y los informáticos, tras una época de vino y rosas como no habían visto los días… sufrimos también las consecuencias. Despidos, congelaciones de sueldo, más trabajo y menos salario… la tortilla dio la vuelta, y la sartén volvió a tenerla por el mango quien tradicionalmente la había tenido: las empresas. ¡Bienvenidos al Siglo XXI, colegas!
Y, para rematar la faena, y por si fuera poco, en septiembre de 2001, una pandilla de locos asesinos suicidas decidieron que no tenían mejor cosa que practicar el tiro al blanco, usando las Torres Gemelas como diana, y aviones comerciales como proyectiles… y el mundo cambió.
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¿Qué queda de todo aquello?: Pues que algunas compañías fueron viables, claro que sí. La tecnología es ahora, obviamente, mucho mejor, más segura (o quizás no…), está más extendida… Las empresas escriben sus muevas aplicaciones para la intranet que todo el mundo tiene ya: Permite tener una aplicación centralizada, pero en el puesto del usuario, un interfaz visual con colorines, nada de las pantallas de fósforo de 24 líneas y 80 columnas. La tecnología en sí se ha impuesto definitivamente.
Hay banda ancha a cascoporro y precios no tan caros como al principio ocurría… Los PC’s son muchísimo más potentes. Los Sistemas Operativos se cuelgan menos. El spam nos tiene a todos fritos… En fin, sabéis mejor que yo el estado actual de internet, así que ya me callo.
Y en cuanto al mercado… pues el mercado “se consolidó”, o sea, muchas compañías desaparecieron; otras fueron adquiridas, con mejor o peor suerte, por otras compañías más grandes o ambiciosas… y las mejores tuvieron éxito, consolidaron su modelo de negocio, explotaron ciertos nichos de negocio, o los inventaron, y ganaron, y siguen ganado, dinero.
Yahoo, Amazon, e-Bay, Verisign, etc son compañías con un sólido modelo de negocio, y entre ellas hay algunas de las más sólidas compañías de la actualidad, como es el caso de Google. Todas ellas basan su modelo de negocio en un solo concepto, un viejo y manido concepto, pero que sigue siendo la base de los negocios: la Confianza. Compras en Amazon porque te fías de ellos, y lo mismo ocurre con las mejores “Tiendas en Casa” españolas: se han ganado su credibilidad a pulso, demostrándolo día a día. Pujas en las subastas de eBay porque te fías de ellos y sabes que cumplen lo que prometen. Usas Google porque encuentras lo que buscas, y si eres empresario, contratas en Google porque sabes que son honrados y no te cobrarán por clics no realizados. Etc, etc.
Honradez, Confianza, Credibilidad: la base para el comercio desde los tiempos de los fenicios… ¿por qué se nos olvidará tantísimas veces? Pero ésa es otra historia, y no sé si alguien sabrá contarla en algún otro momento…
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Queridos (y sufridos) lectores, ésta es la última entrada “con contenido” de esta “Historia de un Viejo Informático”. Desde que ocurrieron todos estos hechos que humildemente narro hoy aquí, mi orientación profesional ha cambiado, y no estoy ya cerca de la tecnología como lo estuve durante tantos años… y mi historia de informático viejo y gruñón deja de tener interés desde entonces. Así que, para ser honrado y no abusar de vuestra enorme confianza ni socavar mi ya escasa credibilidad, hago mutis por el foro… pero aún abusaré una vez más de vuestra paciencia de Santo Job, y escribiré, si no tenéis inconveniente, una última entrada a modo de conclusión de la Serie…
Disfrutad de la vida, mientras podáis.
The Historia de un Viejo Informático. La “burbuja puntocom” se hinchó… y explotó. by , unless otherwise expressly stated, is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Spain License.
{ 28 } Comentarios
Me quito el sombrero…, viejo y digno informático.
Te has ganado ese “mutis por el foro”, pero después de la siguiente entrada, haznos el favor (el honor más bien) de pasarte por aquí de vez en cuando.
Hasta la próxima, entrañable Macluskey, o hasta que tu incontenible verborrea no te deje otra salida que escribir de nuevo para tus amigos.
Aunque supongo que eso es otra historia y será contada en otro momento (*).
(*) Copyright 2009 Ende-Macluskey. Cedidos los derechos de autor a Mazinger para usar la coletilla en dos o tres ocasiones, según contrato suscrito por escrito en esta web. Pese a lo cual Mazinger, con este primer uso, renuncia a los usos posteriores a los que tiene derecho en un gesto de reconocimiento, hasta que el mismísimo “viejo informático” vuelva para usarla cuantas veces desee.
He dicho.
@Mazinger: T’as pasao, amigo!
No creo que sea para tanto, sinceramente. Me lo he pasado bien escribiendo, pero llega un momento donde no sabes bien cómo seguir… y es mejor dejarlo, para que otros que tenéis historias que contar, tan interesantes o más que la mía, podáis hacerlo.
No, no me voy a ir. Seguiré comentando, ayudando si es preciso, corrigiendo alguna que otra faltilla de ortografía (Ay, los ques y los qués, qué guerra dan…). Y quizá, dentro de unos meses, publique una serie sobre las guerra médicas… o sobre la arquitectura hitita… o sobre la pintura renacentista en Flandes en tiempos del Duque de Alba… o sobre la sinfonía romántica.
Pero de momento, toca dejar el paso libre.
Y… que sepas que tienes mi permiso (y el Michael Ende) para usar la coletilla cuantas veces desees… ¡te lo has ganado, amigo! Además, así cada vez que la uses, sabré que te acuerdas de este informático viejo y gruñón.
Abrazos!!!
Me ha encantado. Yo me acuerdo de aquellos años, como más adelante empecé a “surfear” por internet con un viejo modem, suerte tuve que nunca pillé un dialer. Y hasta por las noticias salia Terra, su gran valor y más tarde el pinchazo.
Gran artículo de despedida, gracias Macluskey.
Un placer haberte leido.
De la crisis, recuerdo como un amigo y yo nos mirabamos y deciamos “este va a estallar” cada vez que algun compañero se cambiaba de empresa y cobraba un millon mas, pero creo que la mejor descripcion de entonces fue una que lei sobre Amazon, ques escribia un tio riendose de la idea que recorria los parquets, que era que el beneficio no importaba, que lo que importaba era la audiencia.
Amazon valia cada vez mas, pero el caso es que por cada 5 dolares que gastaba ganaba solo 4, asi que el tipo este dijo que podia hacer un portal con una idea simple; deme usted 4 dolares y yo le dare 5. Tendria el mismo ratio que Amazon y muchisima mas audiencia. Cuando los inversores se cansaran por las perdidas cambiaria la idea del portal; deme usted 4,5 dolares y yo le dare 5. Seguiria teniendo una audiencia enorme y el podria decirle a los inversores que habia reducido las perdidas a la mitad.
Cuando lei eso supe que tarde o temprano la burbuja iba a estallar. Igual que imaginaba que si la gente pedia prestamos a 30 años con mensualidades enormes, dejaria de consumir durante 30 años y eso tenia que afectar por fuerza al consumo interno y en consecuencia a la economia. Y si yo me daba cuenta, quiero pensar que los economistas, que saben mas que yo, tambien. Pero se ve que las chapuzas no se hacen solo con compiladores…
Ha sido un placer leerte.
¿El final ya? oh… bueno, que remedio, uno acostumbra a resignarse a perder lo bueno, ya vendrán otras cosas buenas, es lo que tiene la vida.
Por cierto, ¿seguro que has ido tocando todos esos temas que ibas dejando como historias que serán contadas en otro momento?, yo perdí la cuenta, la verdad, ¿es mucho abusar pedir un repaso y un epiloguillo-resumen?.
Por otro lado, sobre que Arpanet no fuese militar; hace unos meses leí (en otro sitio distinto de la wikipedia que no recuerdo ahora) que era un mito que se había extendido, pero que el papel del ejercito no fue tan decisivo y fue más un proyecto no tan secreto de las universidades. Precisamente un amigo de mis padres (QEPD) era de pensar: “si es americano es la leche, y si es del ejército americano es mejor que tener un orgasmo durante un mes” (no lo decía con estas palabras, pero se le veía en la cara cuando te enseñaba alguna de la parafernalia militar que coleccionaba). No sería nada raro que los zánganos de márketing inflaran y exageraran esa pequeña relación y esa percepción para “vender internet” y exagerar e inflar la burbuja un poquito más.
En cuanto al cobre, sí y no El cobre no da para mucho, y se ha exprimido de una manera brutal con métodos de codificación de la señal cada vez más enrevesados. En realidad lo que ha permitido nuestro aumento de ancho de banda ha sido la fibra óptica y que cada vez llegue más cerca de nuestras casas. De no ser por ella, seguiríamos navegando como con los módems de entonces. El siguiente paso es que la fibra óptica llegue a cada casa, pero ese paso puede que cueste más darlo, ya que no son inversiones que se recuperen fácilmente.
En cuanto a la burbuja, yo también la viví y fue sorprendente. Terra por ejemplo estaba en todos los medios y a mí personalmente nunca me gustó. Pero nada, eh? Como servicio. Y eso que usé Olé y Ozú y demás sucedáneos. Claro que para cuando Terra salió ya había cosas como Metacrawler, una especie de precursor de Google que se dedicaba a buscar en todos los buscadores que conocía.
@naeros: Tienes razón, claro. Pero la realidad es que ahora mismo te están vendiendo 20 Megas que, desde la central hasta tu casa va por un humilde hilo de cobre instalado en los años 70 en a saber qué estado… Claro que habría mucho que hablar sobre eso de los “20 Mb/s” que teóricamente alguien te ofrece, y que nunca jamás consigues más allá de tres o cuatro, pero eso es otra historia y será contada en otro momento…
@todos: muchas gracias por vuestros comentarios.
Toda la razón con los 20 Megas, sin lugar a dudas! De hecho, lo normal es ver al lado en pequeñito un “hasta” tímido y acomplejado que es donde está la realidad pura y dura: tu velocidad dependerá de lo cerca que estés de la centralita más cercana. Si estás pegado tendrás 20 Mbps. En cuanto te alejas un poquito….
Aquí puedes ver una gráfica: http://i28.photobucket.com/albums/c233/naeros/adsl2plus.jpg
Gracias por compartir tu experiencia y conocimientos. Ha sido una serie excepcional. Gracias de verdad.
Mac: después de unas semanas alejado de la serie, me he devorado las últimas entregas en dos o tres días, incluida ésta. Que venga la última, y que no te cierren el bar de la esquina. Saludos de otro viejo informático del Río de la Plata.
Que lastima que se acabe, pero bueno, todo lo bueno tiene que acabar.
Una pequeña critica:
:%s/internet/Internet/g
Te felicito por la serie completa, me la he leído entera. Estoy estudiando Ing Informática y la verdad es que me ha encantado conocer la visión personal de alguien que lo ha vivido casi todo en el mundo de la informática. He aprendido mucho leyendo la serie completa. Muchísimas gracias.
Un saludo
@ubersoldat: Ese comando Ex para Vi/Vim. Sí, Internet se merece la capitalización.
@mac: Me ha encantado toda la serie, de principio a fin, así que en mi nombre y seguro que en el de muchos otros, te doy mi más sincera enhorabuena por semejante trabajo y las gracias por habernos permitido disfrutar (o volver a disfrutar) de la historia de la informática, de “primera mano” a través de una reconstrucción personal de lo sucedido.
Me han gustado mucho los primeros capítulos de los que solo tenía referencia de oídas (o de haber visto alguna que otra tarjeta perforada) y también los siguientes (de los que yo fuí testigo directo también) puesto que me ha permitido contrastar tu percepción subjetiva con la mía.
La parte de Data-Warehouse, Business-Intelligence y Data Mining además me ha enseñado muchas cosas que desconocía, por lo que además de historico-cultural, ha sido un tour muy ilustrativo.
Una tema he echado en falta personalmente en toda esta serie, que en mi percepción de la historia informática de las últimas dos décadas ha tenido una importancia bastante trascendente en el mundo de la tecnología en particular y el el filosofico-cultural en general… el “renacer” de la cultura de compartir, identificada con conceptos como Software Libre, Código Abierto, Licencias Creative Commons, GPL, Copyleft, el modelo bazar, etc.
Realmente estaba esperando que hubiera una entrada sobre ese tema para conocer tu opinión, templada por tantos alti-bajos tecnológicos durante toda una vida dedicada a la informática, sobre todo este paradigma,… vamos que quería saber en que te afectó/afecta, como te motivó/motiva y que opinión tienes sobre toda esta revolución filosofico/tecnológica llevada a cabo por unos cuantos melenudos en su tiempo libre (o tal vez no sea en su tiempo libre ni sean tan hippies, sino que hay verdaderas empresas e intereses muy racionales detrás).
Bueno,… la piedra está echada,… y si no va a haber una entrada,… al menos si que me gustaría que hubiera una respuesta que sacie nuestra curiosidad (que es imposible que sea el único que lo haya pensado).
Por lo demás, muchas gracias por el esfuerzo realizado,… hay que ver a que altísima productividad has tenido,… para cuando leía una entrada, casi estaba la siguiente publicada.
Un Saludo.
P.D.: Lo de la capitalización de Internet, no iba con segundas ;->
@Amigos: Gracias por vuestros comentarios… menos el ubersoldat, que… ¡no entiendo!
@Piluso, colega: ¿Cuándo nos vas a contar tus experiencias, que seguro que son mucho más interesantes que las mías? Además, nos contarás la visión que de estas cosas hay “al otro lado del charco”, donde hay cosas que se hacen mejor y otras peor, como en todas partes… ¡Animo, aquí en Madrid tienes un fan!
Saludos
@Cosmos: En primer lugar, gracias por tus comentarios. Efectivamente a cada uno le habrá gustado más uno u otro capítulo… unos por la descripción de lo antiguo, otros porque nos habrán recordado buenos tiempos, otros porque os habrán enseñado algo (a este respecto, estoy de acuerdo contigo que los capítulos dedicados al Data Warehouse y al Business Intelligence son lo mejorcito de toda la serie, sin duda: es virtualmente imposible que encontréis lo que allí he contado, os lo aseguro… y sólo lo he hecho por la seguridad de que nunca más me dedicaré a esos menesteres y puedo contar libremente cietos secretillos…).
En cuanto a lo del software libre… No creas que tengo una opinión clara. Con la llegada de internet han aparecido multitud de nuevos creadores de contenidos, y eso ha multiplicado las licencias GPL y compañía… En cuanto al software… Uff. Mi impresión (sólo una impresión) es que a la larga si no hay beneficio no hay inversión. Cuando mucha gente colabora para que un determinado software libre aparezca y tenga éxito, cuando empieza a haber algún tipo de negocio, la cosa se va al garete. No sé, no lo veo claro. Mira lo que está pasando con la música, el canon y demás. Quizá me equivoque, pero creo que a largo plazo no es sostenible la idea de la colaboración altruista en un mundo de negocios como el mundo capitalista que tenemos. Pero igual me equivoco, no me considero un experto en estos temas, y por eso no los he tratado.
En cualquier caso, amigo, gracias por tus comentarios.
Increible la serie de “historias” (con comillas porque no son tan… historias :p). De lo mejorcito que he leído últimamente (¡y eso que leo!): es lo que quería leer, como lo quería leer. Gracias por hacerla.
PD: un poco en realación a esta última entrada, quizás te interese ojear “El manifiesto Cluetrain”: un libro aburrido a veces, atinado otras, pero interesante siempre
La frutilla del postre; una maravilla de artículo, Mac, ya bien lindante al tiempo que hoy nos toca vivir. Es que la explosión de Internet es un hecho que quedará eminentemente en la Historia, y piensa que en algunas décadas tu obra también lo hará, con un valor -dentro de lo que puede decirse en el sentido ‘espiritual’-, tremendo, inconmensurable; será la lectura obligada de todo “historiador de la informática” De verdad, una obra prodigiosa, la tuya.
¿Y quién sabrá hacia qué tipo de sociedad nos llevará el desarrollo de la tecnología informática? Pues que la sociedad está a merced de ésta, lo vemos cada día. Pensarlo es algo excitante y al mismo tiempo estremecedor. Hay una opinión de que cuanto más avanzada está una sociedad, en este sentido, su susceptibilidad al desastre aumenta conjuntamente… Lo cierto es que, efectivamente, nuestra forma de vida en los próximos años está en manos de unos cuantos ingenieros y científicos informáticos (espero que no bajo fines militares, aunque seguramente).
En fin, Mac, tremendo lo tuyo. Saludos desde “el otro lado del charco”
Uff, tengo retrasada la lectura de un par de artículos, pero me paso para dejar, off-topic, este enlace que me ha resultado interesantisimo:
PDF: “De las señales de humo a la Sociedad del Conocimiento. 150 años de telecomunicaciones en España” http://www.coit.es/foro/index.php?op=publicaciones_detalle&idcategoria=286&idlibro=99
Espero que sea útil. Saludos.
@Rubén: Me apunto El manifiesto Cluetrain… gracias por la información.
@Lucas: ¡Somos almas gemelas…! Esa misma reflexión de “y… a dónde nos va a llevar todo esto” me la hecho yo un montón de veces… y no lo tengo nada claro. Nada, nada claro. Para empezar, nuestra sociedad hoy en día depende de los ordenadores. Sin ellos, no hay sociedad tal como la conocemos. Sin más.
No se podría vender, no se podría enviar mercancía, no se sabría cuánto dinero hay, no se podría hacer ni una sola operación bancaria, las lavadoras no lavarían y las depuradoras de agua no funcionarían. Then: No computers==> No civilization.
Peeero… para que los ordenadores funcionen necesitan electricidad. La electricidad, hoy en día, proviene en un porcentaje elevadísimo de materiales no renovables: petróleo, carbón, gas, uranio… ¿Y cuando se acaben, qué? Menuda pregunta.
En fin. Siempre me ha encantado la tetralogía de Hiperión de Dan Simmons. El tratamiento que hace de la Inteligencia Artificial que ha tomado conciencia de su existencia y se ha independizado del Hombre (el TecnoNúcleo) me parece la más acertada de todas las novelas de scifi que he leído… con una excepción: Proyecto #194, de Alberto López, a la que Pedro dedicó una entrada en ElTamiz, y cuyo pdf estuvo disponible para descarga, y hoy se puede comprar ya en su web, cosa que recomiendo vivamente, por cierto, porque es un tecnothriller muy bueno, al mejor estilo Neal Stephenson.
Muchas gracias por tus acertadísimos comentarios, como siempre.
@badaman: gracias por la aportación, es un enlace realmente interesante que merece una lectura tranquila (son casi 500 páginas!).
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Bernard Madoff ha sido condenado hace poco por su estafa multibillonaria de tipo “esuqema Ponzi” muy relacionada con la “ReCojo-Crisis”. “Casualmente”, la relación de este hombre con el índice tecnológico Nasdaq era muy estrecha durante los años de la dotcom bubble. Parece que este soplador de burbujas ya no dará más guerra, pero hayque evitar que ocurra de nuevo, por ejemplo, con los sistemas de pensiones.
Le he seguido hasta aquí, McClusky: Confianza, honradez, credibilidad. ¿Qué nos deparará el futuro? ¡Espero sinceramente que algo (más) de diversión!
Qué menos que corresponder, aunque sea con tan poca cosa como un enlace aprovechable, a modo de agradecimiento, al esfuerzo y la maestría que derrochan sus artículos.
Por cierto, no hice mención a la fuente: http://bit.ly/8TDoA
He disfrutado sobre manera con cada uno de los artículos.
Enhorabuena.
Se quedo en el tintero el de la programación orientada a objetos!
Muchísimas gracias por todos estos artículos. Durante su lectura me has hecho recordar muchas de las cosas que, aún habiéndolas vivido en primera persona, tenía olvidadas.
Un saludo de un viejo informático Zaragozano.
El cobre da para mucho de si, el tema está en que lo mimes y lo trates bien.
Cuando empezaron las primeras centrales telefónicas a funcionar, no había amplificadores y conversones analógico/digitales ni nada de eso, así que la calidad de la señal era pobre (muy pobre). Eran tiempos que en conversaciones de larga distancia (y no tan larga) tenías que estar gritando.
Pero los técnicos descubrieron que enrrollando el cable en una bobina cada 50 metros la señal de voz milagrosamente mejoraba. Lo que estaban haciendo es meter inductancias cada 50 metros de cable. Eso para la voz es fantástico, pero para los datos, pues ya te puedes imaginar la gracia que les hace.
Por otro lado, el cable únicamente había sido dedicado para transportar voz. Así que si había que empalmar con cinta aislante, pues se empalmaba y punto. Si había que dejar cables pelados, pues se dejaban. La idea era ¿funciona? Sí. Pues no lo toques.
Poco a poco, ese tipo de prácticas se comenzaron a abandonar. Pero gran parte de la red seguía en ese estado. De hecho Telefónica tuvo que sanear gran parte de su red. En principio con el famoso Infovía donde tuvieron que sustituir las centrales y crear anillos de fibra entre ellas. Y aún hoy en día tienes grandes problemas con la ADSL de 20 Megas. Si vives cerca de la central tendrás tus 20 Megas, si vives un poco lejos o la calidad de la instalación de cobre no es muy buena, mejor ni lo intentes.
De hecho aún ves a técnicos de telefónica saneando infraestructuras para poder meter los 20 Megas y el Imagenio (que por cierto, no es más que una comunicación multicast. Es decir, cuando cambias de canal, lo que haces es pedir un streaming UDP hacia el router que tengas asignado. Es decir, hay unos routers centrales que reciben toda la señal via UNICAST (ya bien sea por UDP ó por TCP). Cuando tú cambias de canal, lo que haces es pedirle al router del que dependes una suscripción a ese canal, con lo cual ese router le pide a uno de los routers principales una suscripción a ese canal. Ese router principal comienza a enviar datos hacia el router del que dependes y ese a tí (bueno, a tí y a todos los que cuelguen de ese router, lo que pasa es que si ellos no están viendo ese canal su router directamente descarta los paquetes. Así que én tu router Imagenio estás recibiendo el canal que estás viendo y los canales que están viendo tus vecinos).
Fantástica. Sin palabras. Estupenda. Y eso que no soy informático.
La verdad que la idea de Mac es fabulosa y debería generalizarse en todos los ámbitos laborales. ¿Os imagináis?: “Historia de un viejo astronauta”… “Hola, no esperéis ninguna crónica oficial de nada, sólo mis recuerdos cuando estuve deambulando por la luna…”
Qué maravilla Mac, muy agradecido
@Venger: Oye, eso sí es una buena idea…
Por ejemplo, Historia de un Viejo Tornero, o e un Viejo Pastor, o un Viejo Quesero, o un Viejo Conductor de Autobús, un Viejo Piloto, un Viejo Delineante o un Viejo Arquitecto de cuando los cálculos de estructura se hacían a mano…
Hay muchísimas profesiones que han evolucionado muchísimo en los últimos 30 ó 40 años, incluso que han desaparecido, y seguro que quedan personas que conocieron una profesión cuya historia es desconocida o casi para muchísima gente.
Desde aquí animo a esos poseedores de conocimientos arcanos que los pongan por escrito. La posteridad lo agradecerá.
O no, claro, pero ésa es otra historia….
Gracias por el cumplido.
Sería un tema de estudiar con Pedro, que pusiera una sección “Historia de un viejo…”.
La idea es buenísima, pero falta lo más importante, gente que escriba y eso es realmente difícil. Porque es muy difícil escribir y requiere esfuerzo abnegado y tiempo. Eso sí, la recompensa, aun sin valor pecuniario, debe ser altamente satisfactoria, a juzgar por los comentarios de agradecimiento que te hemos hecho todos.
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Historia de un Viejo Informático. La “burbuja puntocom” se hinchó… y explotó….
En la segunda mitad de los noventa había ya algunas empresas que habían aportado tecnología interesante para hacer de la red un lugar más confortable. Yahoo, por ejemplo, había pasado de ser un mero directorio de sitios interesantes, a un portal de éxi…
[...] Explosion de la burbuja puntocom [...]
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