El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Desafíos - Esferiformes vociferinos

Desafíos El Tamiz

Por si no conoces los desafíos del El Tamiz, se trata de problemas de diversa índole que pretenden hacerte disfrutar pensando un rato, peleándote contra una pregunta con lápiz y papel y haciendo que las células grises se ganen la glucosa que les regalas. El de hoy es de Física pura y dura: energía y choques, regados con una dosis de surrealismo para que te veas incapaz de confesar a tus amigos y familiares que dedicas tiempo a estas cosas.

El texto que vas a leer está extraido de Esferiformes y cuneiformes de la Galaxia: hacia una etología coherente, del ínclito Klikkkkikt Sh’kaiaikk, Catedrático de Xenobiología de la Universidad de Vega. Si después de esta introducción sigues leyendo, tú verás lo que haces.

Los esferiformes vociferinos

La variedad de formas de vida en la Galaxia es muchas veces sorprendente. Muchos xenobiólogos se sorprenden al conocer la existencia, en varios planetas de Canopus, de una especie de extraño comportamiento de pequeños crustáceos llamados técnicamente esferiformes vociferinos o, más a menudo, bolas gritonas. El nombre se debe a la combinación de dos factores: por un lado, se trata de criaturas capaces de enrollarse sobre sí mismas hasta convertirse en esferas casi perfectas como mecanismo de defensa. Esto, por sí mismo, no es sorprendente, ya que mecanismos de protección de este tipo abundan en la Galaxia.

Esferiformes vociferinos

Esferiformes vociferinos.

La segunda parte del nombre hace referencia a los agudos e insoportables grititos de excitación que estas criaturas lanzan cuando salen despedidas por el aire, algo que sucede bastante a menudo. Los esferiformes vociferinos aprovechan el hecho de que, aunque absolutamente todos tienen el mismo tamaño y forma (esferas de 10 cm de radio cuando se enrollan), algunos de ellos pesan mucho más que otros: su masa tiene una variabilidad enorme, de manera que algunas bolas chillonas tienen una masa que es miles de veces la de otros más ligeros. Y, aunque se trata de criaturas de una inteligencia muy limitada, aprovechan este hecho para dar enormes saltos.

Alienígenas matemáticos - Lutrinos 2.0

Desgraciadamente para todos, una vez más llega un artículo de Alienígenas matemáticos, la serie surrealista, mórbida e inane en la que la matemática más cthuloide hace su aparición en El Tamiz. Si no conoces esta serie, es mejor que sigas así: cierra esta ventana, ve atrás en el navegador o, en último caso, cierra los ojos mientras cantas una jota pero no sigas leyendo. Dicho lisa y llanamente, la lectura de cualquiera de estos artículos es ortogonal a cualquier uso práctico del tiempo que requiere. ¡Hasta luego!

¿Ya se han ido? Bien, entonces sigamos hablando de números irracionales y su aparición donde uno menos lo espera, como hicimos en los últimos dos artículos de la serie, dedicados al número e; en el primero obtuvimos su valor a partir del interés compuesto, y en el segundo lo hicimos mediante probabilidad. Hoy haremos algo parecido (vamos, perder el tiempo de mala manera jugando con números absurdos) pero con un número que, aunque es irracional, no es trascendente como el número e –es decir, el de hoy puede obtenerse como la raíz de un polinomio con coeficientes enteros, aunque eso es lo de menos ahora–. Podríamos obtenerlo de muchas maneras diferentes, pero lo haremos empezando con el razonamiento que hizo el italiano Leonardo de Pisa, más conocido por otro nombre, en su Liber Abaci (Libro de cálculo) de 1202.

Pero, naturalmente, no lo haremos exactamente como hizo Leonardo, una persona inteligente y sensata.

Conoce tus elementos - El hierro

Como sabéis los más viejos del lugar, la serie Conoce tus elementos recorre la tabla periódica tratando de mostrar los aspectos más interesantes y curiosos de cada elemento químico. Tras años de camino (¡y los que nos quedan!) y después de conocer el colorido manganeso de veinticinco protones, nos encontramos con el elemento de veintiséis protones, un viejo conocido, en el que espero que después del artículo de hoy pienses simplemente como el Rey: el hierro (Fe).

Sí, el hierro es un elemento cotidiano; hoy no voy a decir eso de “puede que no lo sepas, pero hoy has tocado hierro”, porque ya sabes perfectamente que sí, hoy con toda seguridad lo has tocado, ¡está por todas partes! Sin embargo, esta ubicuidad no debe hacernos olvidar lo maravilloso, casi mágico, de la presencia de hierro a nuestro alrededor… ¿de dónde ha salido todo este hierro?

Enviado 2011/05, a la venta 2011/04

Tal vez leáis esto antes de mirar el correo, pero acabamos de enviar el número de mayo de la “revista electrónica” a los suscriptores y colaboradores hace unos minutos, la tenéis recién salida del horno. Así mismo, ya está disponible el número de abril a la venta general. Todo es como siempre: pdf de pantalla e impresión, html, libro electrónico epub/mobi/fb2. Y, si alguien se pone de morritos porque quiere otro formato, que nos lo diga e inentamos convertirlo – las conversiones a libro electrónico, como siempre, gracias a johansolo.

En el número de mayo:

  • [Mecánica Clásica I] Sistemas de referencia y coordenadas
  • Premios Nobel - Química 1908 (Ernest Rutherford)
  • Conoce tus elementos - El hierro (aún sin publicar, se publicará seguramente mañana)
  • Alienígenas matemáticos - Lutrinos 2.0 (aún sin publicar, se publicará la semana que viene)

¡A disfrutarla, si es en compañía mejor!

Premios Nobel - Química 1908 (Ernest Rutherford)

En el último artículo de la serie sobre los Premios Nobel, en la que recorremos estos galardones a lo largo de toda su historia, saboreamos juntos el Premio Nobel de Física de 1908, otorgado a Gabriel Lippmann por su trabajo en fotografía empleando la interferencia. Hoy haremos lo propio con el Premio Nobel de Química del mismo año, entregado al neozelandés Ernest Rutherford, en palabras de la Real Academia Sueca de las Ciencias,

Por sus investigaciones sobre la desintegración de los elementos y la química de las sustancias radioactivas ((Para los pejigueros: la RAE admite radiactivo y radioactivo, hay gente que prefiere una o la otra, de modo que a lo largo del artículo intentaré intercalar ambas.)).

Se trata de un premio muy interesante no sólo por la naturaleza derrumba-paradigmas del descubrimiento, uno de esos que suponen un antes y un después, sino también por otras dos razones. En primer lugar, porque el buen Rutherford no era químico, sino físico, y sin embargo su Nobel (debería haber ganado otros, pero bueno) es de Química, lo que demuestra algo que ya venimos diciendo a lo largo de la serie en repetidas ocasiones: el cambio de siglo supuso un emborronamiento de líneas entre las distintas ramas de la Ciencia, entre lo vivo y lo no vivo, entre prácticamente todo, como demuestra este mismo Nobel.