El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

[Mecánica Clásica I] Fuerza

En los tres primeros artículos del bloque introductorio sobre Mecánica hemos establecido ya unas bases de Cinemática, es decir, del estudio del movimiento sin preocuparnos de sus causas: hemos hablado de sistemas de referencia, coordenadas y posición, de la velocidad y de la aceleración. Al terminar aquel artículo, planteamos un desafío que nos permitiría enlazar con la entrada de hoy para introducir un concepto nuevo y fundamental. De manera que, antes de nada más, detengámonos en la respuesta a ese desafío, ya que mediante él nos introduciremos en las procelosas aguas de la hermana de la Cinemática, la Dinámica, es decir, el estudio de las causas del movimiento.

Solución al Desafío 3 - Diferencia entre velocidad y aceleración

En el desafío preguntábamos qué es necesario hacer para que un objeto que se mueve a 20 m/s en una determinada dirección siga haciéndolo al cabo de unos minutos, y qué es necesario hacer para que se mueva a 30 m/s dentro de unos minutos. El objetivo, como decíamos entonces, no era llegar a una respuesta idónea, sino pensar sobre el asunto para preparar la mente para el concepto de hoy.

Respecto a la primera pregunta, la respuesta es que no hay que hacer nada. Hablaremos mucho más en detalle sobre esto en el futuro, pero dado que deseamos que las cosas sigan como hasta ahora, no hace falta realizar ninguna acción; si dejamos las cosas como están, el objeto seguirá moviéndose a 20 m/s como antes.

Pero, ¡ah!, el segundo caso es diferente. Si queremos que el objeto modifique su velocidad de 20 a 30 m/s, es decir, queremos que tenga aceleración, entonces hace falta que tomemos cartas en el asunto. ¿Qué debemos hacer? Hombre, podemos hacer muchas cosas: podemos empujar el objeto, tirar de él, utilizar un motor o una vela, lo que sea… pero debemos realizar una acción sobre él para conseguir que su velocidad cambie.

Y ésa es la diferencia fundamental entre velocidad y aceleración: aunque ambas miden la variación de algo en el tiempo, y sus definiciones se parezcan mucho, una de ellas requiere de una acción sobre el objeto para existir (la aceleración), y la otra no requiere de nada para existir (la velocidad). Dicho de otro modo, toda aceleración es la consecuencia de algo, pero la velocidad no requiere de una causa. Pero, como digo, hablaremos de esto en bastante más profundidad, de modo que no te agobies si no lo entiendes aún: esto era sólo una preparación.


Fuerza como causa de los cambios de movimiento

Esta diferencia fundamental entre velocidad y aceleración es la que exige la introducción de un concepto nuevo: si la aceleración requiere de una causa, ¿cuál es esa causa? El concepto moderno fue definido nada más y nada menos que por Sir Isaac Newton, uno de los mayores genios de la historia de la Física. Lo creas o no, dar una definición rigurosa de lo que es la fuerza no es fácil, pero sí lo es tener una idea de lo que significa. En este caso, nuestra intuición es una buena aliada porque, en Física, fuerza significa más o menos lo que piensas que significa. Pero eso no quiere decir que no haya detalles pejigueros.

El número de agosto, disponible para todo el mundo

Como pequeño regalo de vacaciones veraniegas, el número de agosto ya está disponible para todos los públicos. Los artículos en la recopilación:

  • Las ecuaciones de Maxwell - Introducción histórica
  • [Mecánica Clásica I] Fuerza (aún sin publicar)
  • Las ecuaciones de Maxwell - Ley de Gauss para el campo eléctrico (aún sin publicar)

Los formatos son los habituales, gracias a la colaboración de johansolo: EPUB, FB2, MOBI, HTML, PDF para leer en pantalla y para impresión. En la versión MOBI no hemos podido mostrar el símbolo nabla (∇) correctamente, de modo que quienes leáis ese formato podéis echar un ojo a algún otro para ver lo que debería aparecer allí.

Naturalmente, este número no cuenta para ninguna suscripción; en septiembre volveremos a la normalidad, de modo que quienes quieran recibir ese número y aún no sean mecenas pueden corregir ese terrible error de juicio aquí.

Podéis descargar el archivo (un .zip, como siempre) haciendo click en la imagen de la portada a la derecha o a través del enlace https://eltamiz.com/files/El_Tamiz201108.zip.

Las ecuaciones de Maxwell - Introducción histórica

Libro disponible:
La serie está disponible como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Hace mucho tiempo que tengo en la cabeza escribir una miniserie sobre las cuatro ecuaciones de Maxwell y, por fin, ahora que llegan las vacaciones, tengo tiempo y ganas de ponerme con ello; además, el artículo sobre el experimento de Hertz me ha despertado el gusanillo otra vez. Aunque veremos en qué acaba la cosa, mi intención es escribir un artículo introductorio con el contexto histórico y cuestiones generales –el que estás leyendo ahora mismo–, y luego otros cuatro, uno dedicado a cada ecuación, sin meterme en demasiados berenjenales ni extenderme demasiado (aunque, siendo realistas, casi siempre me extiendo más de lo que tengo planeado).

La idea no es estudiar cada ecuación en mucha profundidad: eso lo haremos, llegado el momento, en bloques como el de Electricidad o Magnetismo. Hacen falta además conceptos matemáticos avanzados que veremos también cuando corresponda. No, esto es algo diferente: es para quienes están hartos de ver las ecuaciones de Maxwell por aquí, por allí, que si son preciosas, que si patatín, que si patatán… pero claro, si no las has estudiado nunca en la Universidad, pues te quedas con cara de póquer. Mi intención es que, si estás en ese caso, salgas de aquí al menos sabiendo qué significa conceptualmente cada una de las cuatro ecuaciones, qué consecuencias tienen y cómo describen el mundo que vemos a nuestro alrededor.

Además, intentaré resarcir a quienes –como yo mismo– estudiaron las ecuaciones pero sin que se les explicase antes, cualitativamente, qué demonios significa cada una, antes de ponerse a hacer problemas con ellas y a calcular rotacionales y otras pamplinas como un mono de feria. Estoy seguro de que hay gente que las explica como debe, pero también hay quien no lo hace, de modo que si esto sirve para que quienes vayáis a estudiar estas cosas en la carrera tengáis un salvavidas si os encontráis perdidos al principio, mejor que mejor. Dicho esto, desde luego, aquí voy a realizar las simplificaciones salvajes que haga falta sin el menor rubor, de modo que si buscas rigor y nivel, ¡que tengas un buen día y que la puerta no te dé en el culo cuando salgas!

¿Qué son las ecuaciones de Maxwell?

Lo mejor en estos casos es quitarse el miedo, de modo que, sin más aspavientos, aquí las tienes en una de sus formas:

Ecuaciones de Maxwell

Ya me imagino que, si eres lego en la materia, te has quedado casi igual que antes, pero quiero dejarlas aquí, al principio, para que posteriormente puedas volver aquí, mirarlas otra vez y –si hemos hecho bien nuestro trabajo tanto tú como yo– que ya no levantes la ceja con indiferencia; que sepas cuál es la personalidad de cada una, en qué se diferencian unas de otras y, en resumidas cuentas, que no sean jeroglíficos sin sentido. Y, si les coges un poco de cariño, mejor.

Los peligros ocultos del microondas

Hace un tiempo, en este comentario, Alberto me pidió que analizara un artículo titulado Los peligros ocultos de cocinar con microondas y le diera mi opinión sobre él. El artículo en cuestión, por cierto, es una traducción del inglés y la versión en esa lengua existe en una multitud de páginas web, y no es responsabilidad de los propietarios de la página a la que enlazo arriba.

El caso es que me puse a leerlo para tratar de diseccionar lo que allí se decía para contestar a Alberto, y el relato de mis impresiones me ha llevado tanto tiempo, y ocupado tanto espacio, que creo que merece su propia entrada. De este modo, además, llegará a más gente, y tal vez sea más fácil encontrarlo a través de la red y contrarrestar informaciones de otra tela sobre el asunto.

Ni qué decir tiene, estimado lector, que esto es simplemente mi opinión personal, que puedo estar perfectamente equivocado y que lo mejor que puedes hacer al respecto es leer unas cosas y otras y formarte tu propia opinión: esto es únicamente la respuesta a la petición de Alberto y cada uno debe extraer sus propias conclusiones del artículo en cuestión.

Dicho esto, vamos con el artículo, que recomiendo que tengas abierto en otra pestaña o ventana para poder ir leyéndolo juntos; aunque intentaré poner las citas más relevantes aquí, el contexto es importante y si tergiverso las cosas por el contexto –consciente o inconscientemente–, podrás verlo inmediatamente. Digo esto porque no voy a comentar todos los párrafos del artículo, sino los que me han llamado la atención de alguna manera para tratar de determinar si se trata de algo sólido, coherente y honesto, o un ejemplo de pseudociencia (si no quieres leerte todo este ladrillo puedes simplemente ir hasta el final para ver la conclusión, ¡so vago!).

Desde la mazmorra - ¿Merece la pena escribir sobre pseudociencias?

Hace tanto que no tengo tiempo de escribir un editorial que casi se me había olvidado la sensación… ¡con lo que me gusta soltar diatribas sin sentido, oye! La de hoy no es más que la puesta por escrito de una conversación que he tenido en mi cabeza los últimos días, según escribía el análisis sobre Los peligros ocultos de cocinar con microondas, un texto pseudocientífico que se encuentra en múltiples lugares de la red (el análisis, por cierto, se publicará en un par de días).

¿Debería hacerlo en un artículo? ¿Tiene alguna utilidad? ¿Hace más mal que bien? ¿Merece la pena dedicar tiempo y espacio a estas cosas?

Pues sí, merece la pena. No hablo únicamente de este caso, sino de escribir sobre pseudociencia en general y tratar de desmontar cosas a costa, tal vez, de generar atención sobre ellas. El artículo en cuestión ha sido simplemente el que ha generado la duda, de modo que el resto de este editorial no habla sobre él, sino sobre el asunto general.