El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Las ecuaciones de Maxwell - Ley de Gauss para el campo magnético

Libro disponible:
La serie está disponible como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Hace unas semanas, tras la introducción histórica correspondiente, nos merendamos juntos la primera ecuación de Maxwell. Como espero que recuerdes, en ella se establecía el campo eléctrico como la perturbación creada por la mera existencia de cargas eléctricas: la divergencia del campo eléctrico es proporcional a la densidad de carga alrededor de un punto determinado. Si esto te suena a chino mandarín, es mejor que leas aquel artículo antes de seguir con éste, porque doy por sentado que comprendes cualitativamente lo que es la divergencia, que aparecerá de nuevo hoy –la explicación de la divergencia en el anterior artículo es lo que permite que el de hoy sea relativamente breve–.

La segunda ecuación, a la que nos dedicaremos hoy, es matemáticamente muy similar a la primera, aunque más sencilla. Ejemplifica lo maravilloso de las ecuaciones de Maxwell: la profundidad en el significado con una concisión bellísima, en este caso, de una forma extrema. Como hicimos con la primera ecuación, aquí la tienes en todo su minúsculo esplendor:

Ley de Gauss para el campo magnético

Puedes considerarla una especie de prueba: con un mínimo de ayuda, si asimilaste de veras el artículo anterior, la ecuación de hoy no debería intimidarte lo más mínimo. Eso sí, como digo, algunas de sus consecuencias son interesantes y no tan simples como la propia ecuación, que es una especie de “negativo” de la primera en varios aspectos. Pero, como hicimos con aquella, desgranémosla poco a poco para luego interpretarla como un todo.

Charla en Barcelona el 8 de octubre

Charla Barcelona

Por razones que escapan a la comprensión humana, los chicos de Escèptics al Pub me han invitado a dar una charla en Barcelona el sábado 8 de octubre sobre ciencia, pseudociencia y religión (que Dios nos coja confesados, nunca mejor dicho). No voy a repetir aquí los detalles, porque se ve en la imagen de arriba y dejaré un enlace a sendos archivos PDF en castellano y catalán al final.

La idea es reunirnos en el pub 7 Sins, que un servidor de ustedes se ponga a hablar como un descosido –algo tan fácil como poco impresionante– y divagar sobre lo humano y lo divino durante tres cuartos de hora o así, y luego que debatamos sobre el asunto mientras la cerveza embota nuestros sentidos. Después nos iremos a cenar por ahí, porque nada conforta tras pensar sobre estas cosas como la comida ((No, la cerveza no cuenta, ya la bebimos durante la charla)).

De manera que, si estás en Barcelona ese fin de semana y quieres escuchar mis diatribas o decirme lo que piensas de ellas a la cara, ya sabes; eso sí, no me hago responsable de la decepción de conocerme en persona. José Luis, de Escèptics, me ha comentado que hay quien estaba interesado en que llevase algunos libros, pero no va a poder ser: aparte de que no había tiempo para encargar la impresión, tampoco quiero ir allí en plan Umbral con los libros. Eso sí, estaré encantado de firmar lo que tengáis a bien traer – libros, la foto de tu perro o lo que se te ocurra.

Podéis apuntaros en este formulario (supongo que cuanto antes mejor para los organizadores), descargar los pósters en catalán y castellano, o preguntar las dudas que tengáis aquí mismo en comentarios o directamente a los organizadores en Twitter, @esceptics.

Aprovecho para dar las gracias a Jose y el resto, que nos están tratando como a reyes (y yo por lo menos hablo, pero Geli va de acompañante acomodada…). Si he metido la pata en algún dato, decídmelo y lo corrijo.

Allí nos vemos, hermosos.

El foro cabalga de nuevo

Bueno… al menos, trota. Pues eso, las buenas noticias son que tenemos foro otra vez: https://eltamiz.com/foros/. Las malas, que por ahora no hemos logrado recuperar los hilos antiguos e importarlos para que puedan servir de lectura y referencia –aunque todavía no nos hemos dado por vencidos–.

El pequeño aviso está ya colgado como un post, y podéis utilizar el foro en cuanto queráis; cuando haya algo que no funcione, decídnoslo e intentaremos solventarlo como bien podamos.

La sonrisa de felicidad

A veces se me pone una sonrisa de felicidad tontísima en la cara, y ésta es una de esas veces; espero que a ti te pase lo mismo tras leer esta brevísima entrada. Estoy hablando de una noticia a la que me habéis referido varios de vosotros (¡la había leído ya, pero gracias!), sobre la anomalía detectada en la velocidad de los neutrinos y anunciada por el CERN. Y no, la sonrisa no es por lo revolucionario de nada, sino por el orgullo que siento (injustamente, porque no tengo nada que ver con el asunto).

Me explico. Si no sabes de lo que estoy hablando, puedes leer sobre ello básicamente en todas partes: aquí o aquí, en este otro sitio, por poner tres ejemplos, o mejor aún, el comunicado del CERN. Ejercicio para el lector: compárese lo que dice el comunicado del CERN con algunos de los titulares anteriores. Así va el mundo.

Resumiendo la versión de multitud de sitios en la red, incluidos muchos medios tradicionales: Oh Dios mío DIOS MÍO han descubierto neutrinos que viajan más rápido que la luz la relatividad es mentira todo se desmorona revolución REVOLUCIÓN CIENTÍFICAAAA!!!!!!!!! ((Múltiples signos de exclamación - el signo seguro de una mente enferma [Terry Pratchett]))

Resumiendo la versión del CERN: los físicos han medido el “tiempo de vuelo” de neutrinos emitidos desde el CERN hasta Gran Sasso, en Italia, a 730 kilómetros de distancia del punto de emisión. Al dividir la distancia recorrida por el tiempo empleado en recorrerla, el resultado que han obtenido es mayor que la velocidad de la luz en el vacío.

Aquí es donde empiezo a sonreír con orgullo ajeno. ¿Qué han hecho los científicos responsables del asunto ante esto?

Primero se han extrañado, claro: es algo que contradice cosas muy bien establecidas de un modo extraordinario. Por lo tanto, han supuesto que se trataba de un error, y se han dispuesto a encontrarlo.

Han revisado los cálculos y medidas, y realizado la medición unos cuantos miles de veces, para eliminar cualquier desviación estadística; teniendo en cuenta todas las imprecisiones conocidas, el margen de error en el tiempo de vuelo de los neutrinos es de unos 10 nanosegundos, mientras que los neutrinos parecen haber llegado 60 nanosegundos antes de lo que debería haberlo hecho la luz. Vamos, que los errores de medida inevitables y conocidos (como la distancia recorrida, medida con GPS, y cosas así) no explican la anomalía.

A continuación se han planteado qué tipo de errores sistemáticos podrían haber estado cometiendo, o qué cosas podrían no estar teniendo en cuenta al calcular la velocidad de los neutrinos y que tal vez darían cuenta del sorprendente resultado. Dicho de otro modo, no se han fiado de sí mismos en absoluto, han dudado de todo, y han comprobado todo lo que pueden comprobar, además de buscar “agujeros” o inconsistencias en lo que han hecho.

No han encontrado nada raro, de modo que ¿qué han hecho a continuación? No fiarse en absoluto. De un modo mucho más formal que el que uso yo, claro, han venido a decir lo siguiente: chicos, nos sale algo rarísimo, y seguramente estamos metiendo la pata en alguna parte. Pero hemos comprobado todo lo que se nos ocurre, y no encontramos el fallo. ¿A alguien se le ocurre algo? ¿Alguien puede revisarlo todo y, tal vez, hacer algún experimento equivalente para ver si le sale lo mismo?

Algunos medios de comunicación, claro, han traducido eso como “Oh Dios mío DIOS MÍO!!!!!!, etc.”, pero de eso no tienen la culpa los del CERN y Gran Sasso.

Alguno dirá, y es cierto, que no se trata únicamente de humildad, altruismo y sensatez: si un científico pusiera el grito en el cielo cada vez que observa algo que parece contradecir lo que sabíamos antes, en poco tiempo su credibilidad se iría a la porra y con ella, seguramente, su carrera profesional. ¡Pero ésa es una de las virtudes de la ciencia, por cruel que sea! Cualquier afirmación sorprendente va a ser analizada y, si es ciencia mal hecha, descuartizada sin la menor piedad. No hace falta una supervisión externa – somos feroces con nosotros mismos.

De modo que, tal vez, haya que hablar en el futuro de algo revolucionario e interesantísimo –si es así, a ello nos pondremos–, y tal vez no. Yo sospecho que no, y que o no conseguiremos replicar estos resultados en otro sitio, o que será alguna otra cosa, y no la relatividad, la que está fallando, de modo que aprendamos algo nuevo pero no algo revolucionario. Para descubrirlo hace falta paciencia.

Pero eso es lo de menos: no es a las ideas –viejas o nuevas– a las que tenemos apego, y no son las ideas –viejas o nuevas– las que nos hacen estar orgullosos. El modo en el que avanzamos en el conocimiento es lo realmente enorme, más grande que la relatividad, los neutrinos o cualquier otra cosa que venga mañana. Y, si esta noticia se queda en nada y la olvidamos pronto, al menos recordemos la sonrisa de felicidad que pusimos ante cómo afrontamos lo desconocido desde la Ciencia.

Premios Nobel Quimica 1909 Wilhelm Ostwald

En la última entrega de la serie sobre los Premios Nobel hablamos sobre el galardón de Física de 1909, otorgado a Gulglielmo Marconi y Karl Ferdinand Braun por el desarrollo de la telegrafía sin hilos. Hoy seguimos nuestro recorrido por estos premios con el Premio Nobel de Química del mismo año, 1909, otorgado en este caso a Wilhelm Ostwald, en palabras de la Real Academia Sueca de las Ciencias,

En reconocimiento a su trabajo sobre catalizadores y sus investigaciones acerca de los principios fundamentales que gobiernan los equilibrios químicos y las velocidades de reacción.

Como nos ha pasado otras veces, seguramente leer la descripción del Premio no revela la tremenda importancia de lo que hay detrás, aunque en este caso mi impresión es que Ostwald tal vez no merecía el Nobel tanto más que otros investigadores en este campo (luego veremos por qué). Y, como también nos ha pasado otras veces –casi todas– no podemos hablar de Ostwald y su descubrimiento sin retroceder unas cuantas décadas para comprender la situación antes de que llegara el alemán. Como siempre, no supongo que tengas conocimientos de Química, pero sí que tienes paciencia y comprensión – dicho esto, viajemos a principios del siglo XIX, cuando la Química estaba aún en pañales.